La fuerza-núcleo que dirige nuestra cause es el Partido Comunista de China.
La base teórica que guía nuestro pensamiento es el marxismo-leninismo.
Para hacer la revolución, se necesita un partido revolucionario. Sin un partido revolucionario, sin un partido creado conforme a la teoría revolucionaria marxista-leninista y al estilo revolucionario marxista-leninista, es imposible conducir a la clase obrera y las amplias masas populares a la victoria sobre el imperialismo y sus lacayos.
Sin los esfuerzos del Partido Comunista de China, sin los comunistas chinos como sostén del pueblo chino, es imposible alcanzar la independencia y la liberación del país, su industrialización, y la modernización de su agricultura.
El Partido Comunista de China es el núcleo dirigente del pueblo chino. Sin este núcleo la cause del socialismo no puede triunfar.
Un partido disciplinado, pertrechado con la teoría marxista-leninista y que practica la autocrítica y se mantiene ligado a las masas populares; un ejército dirigido por tal Partido; un frente único de todas las clases revolucionarias y grupos revolucionarios dirigido por tal Partido: éstas son las tres armas principales con que hemos derrotado al enemigo.
Debemos tener confianza en las masas, debemos tener confianza en el Partido. Estos son dos principios fundamentales. Si dudamos de ellos, nada podremos cumplir.
Armado con la teoría e ideología marxista-leninistas, el Partido Comunista de China ha aportado al pueblo chino un nuevo estilo de trabajo, que consiste principalmente en integrar la teoría con la práctica, mantener estrechos vínculos con las masas populares y practicar la autocrítica.
Ningún partido político puede conducir un gran movimiento revolucionario a la victoria si no posee una teoría revolucionaria, un conocimiento de la historia y una comprensión profunda del movimiento práctico.
El movimiento de rectificación es, como decíamos, un amplio movimiento de educación marxista. Por rectificación entendemos que todo el Partido estudia marxismo a través de la crítica y la autocrítica. Podremos sin duda aprender más marxismo en el curso del movimiento de rectificación.
Es muy ardua tarea asegurar una vida mejor a los centenares de millones de chinos y transformar nuestro país, atrasado económica y culturalmente, en un país próspero, poderoso y con elevado nivel cultural. Precisamente pare asumir esta tarea con mayor competencia y trabajar mejor junto con todos aquellos que, sin ser militantes del Partido, se mueven por altos ideales y están decididos a hacer transformaciones, debemos desplegar movimientos de rectificación tanto ahora como en el futuro y desprendernos constantemente de todo lo que sea erróneo.
La política es el punto de partida de todas las acciones prácticas de un partido revolucionario, y se manifiesta en el proceso y el resultado final de sus acciones. Toda acción de un partido revolucionario es la aplicación de su política. Si no aplica una política correcta, aplica una errónea; si no aplica determinada política de modo consciente, la aplica a ciegas. Lo que llamamos experiencia es el proceso y el resultado final de la aplicación de una política. Sólo a través de la práctica del pueblo, es decir, por la experiencia, se puede verificar si una política es correcta o errónea y determinar hasta qué grado lo es. Pero la práctica de los hombres, especialmente la práctica de un partido revolucionario y de las masas revolucionarias, está necesariamente ligada con una u otra política. Por tanto, antes de emprender cualquier acción, debemos explicar a los militantes del Partido y a las masas la política que hemos formulado a la luz de las circunstancias dadas. De otro modo, los militantes del Partido y las masas se apartarán de la dirección de nuestra política, actuarán a ciegas y aplicarán una política errónea.
Nuestro Partido ha formulado la línea general y la política general de la revolución china, así como las líneas específicas para el trabajo y las medidas políticas concretas. Sin embargo, muchos camaradas recuerdan sólo las líneas específicas para el trabajo y las medidas políticas concretes, pero olvidan a menudo la línea general y la política general del Partido. Si de verdad las olvidamos, seremos revolucionarios ciegos, inmaduros y de ideas confusas, y al aplicar una línea específica para el trabajo y una medida política concreta, nos desorientaremos, oscilaremos a izquierda y derecha, y perjudicaremos nuestro trabajo.
La política y la táctica son la vida del Partido; los camaradas dirigentes a todos los niveles deben prestar plena atención a ellas y de ninguna manera mostrarse negligentes a este respecto.
Las clases luchan, una clases salen victoriosas, otras quedan eliminadas. Así es la historia, así es la historia de la civilización de los últimos milenios. Interpretar la historia desde este punto de vista es materialismo histórico; sostener el punto de vista opuesto es idealismo histórico.
En la sociedad de clases, cada persona existe como miembro de determinada clase, y sodas las ideas, sin excepción, llevan su sello de clase.
Los cambios que se producen en la sociedad se deben principalmente al desarrollo de sus contradicciones internas, es decir, las contradicciones entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, entre las clases y entre lo viejo y lo nuevo. Es el desarrollo de estas contradicciones lo que hace avanzar la sociedad e impulsa la sustitución de la vieja sociedad por la nueva.
La despiadada explotación económica y la cruel opresión política de los campesinos por la clase terrateniente, los forzaron a alzarse en numerosas rebeliones contra la dominación de ésta. (...) Las luchas de clase del campesinado, los levantamientos campesinos y las guerras campesinas fueron la fuerza motriz real del desarrollo histórico de la sociedad feudal china.
La lucha nacional es, en último término, un problema de la lucha de clases. Entre los blancos en los EE.UU., solo los reaccionarios círculos dominantes son los que oprimen a los negros. Ellos no representan en modo alguno a los obreros, los campesinos, los intelectuales revolucionarios y otras personalidades razonables que constituyen la aplastante mayoría de los blancos.
A nosotros nos incumbe organizar al pueblo. En cuanto a los reaccionarios chinos, nos incumbe a nosotros organizar al pueblo para derribarlos. Con todo lo reaccionario ocurre igual: si no lo golpeas, no cae. Esto es como barrer el suelo: por regla general, donde no llega la escoba, el polvo no desaparece solo.
El enemigo no desaparecerá por sí solo. Ni los reaccionarios chinos ni las fuerzas agresoras del imperialismo norteamericano en China se retirarán por su propia voluntad del escenario de la historia.
Hacer la revolución no es ofrecer un banquete, ni escribir una obra, ni pintar un cuadro o hacer un bordado; no puede ser tan elegante, tan pausada y fina, tan apacible, amable, cortés, moderada y magnánima. Una revolución es una insurrección, es un acto de violencia mediante el cual una clase derroca a otra.
Chiang Kai-shek trata siempre de arrebatar al pueblo cada átomo de poder y cada átomo de sus conquistas. Y nosotros? Nuestra política es responder medida por medida y luchar por cada pulgada de terreno. Actuamos según él actúa. El siempre trata de imponer la guerra al pueblo, con una espada en la mano izquierda y otra en la derecha. Nosotros también empuñamos espadas, siguiendo su ejemplo. (...) Como Chiang Kai-shek está ahora afilando sus espadas, debemos afilar las nuestras.
Quiénes son nuestros enemigos y quiénes nuestros amigos? Esta es una cuestión de importancia primordial para la revolución. Todas las anteriores luchas revolucionarias de China sólo obtuvieron magros resultados, esencialmente porque los revolucionarios no supieron unirse con los verdaderos amigos para atacar a los verdaderos enemigos. Un partido revolucionario es el guía de las masas, y cuando las descamina, ninguna revolución puede triunfar. A fin de conquistar con seguridad la victoria en la revolución y no descaminar a las masas, tenemos que cuidar de unirnos con nuestros verdaderos amigos para atacar a nuestros verdaderos enemigos. Y para distinguir a los amigos verdaderos de los verdaderos enemigos, tenemos que hacer un análisis general del status económico de las clases de la sociedad china y de sus respectivas actitudes hacia la revolución.
Son nuestros enemigos todos aquellos que están confabulados con el imperialismo: los caudillos militares, los burócratas, la burguesía compradora, la clase de los grandes terratenientes y el sector reaccionario de la intelectualidad subordinado a ellos. El proletariado industrial es la fuerza dirigente de nuestra revolución. Nuestros amigos más cercanos son el semiproletariado en su totalidad y la pequeña burguesía. En cuanto a la vacilante burguesía media, su ala derecha puede ser nuestro enemigo, y su ala izquierda, nuestro amigo; pero debemos mantenernos constantemente en guardia y no permitirle a esta que cree confusión en nuestro frente.
Quien tome partido por el pueblo revolucionario, es un revolucionario. Quien tome partido por el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático, es un contrarrevolucionario. Quien se coloque al lado del pueblo revolucionario sólo de palabra, pero no en los hechos, es un revolucionario de palabra. Quien se coloque al lado del pueblo revolucionario tanto en los hechos como de palabra, es un revolucionario en su más pleno sentido.
Sostengo que, para nosotros, es malo si una persona, partido, ejército o escuela no es atacado por el enemigo, porque eso significa que ha descendido al nivel del enemigo. Es bueno si el enemigo nos ataca, porque eso prueba que hemos deslindado los campos con él. Y mejor aún si el enemigo nos ataca con furia y nos pinta de negro y carentes de toda virtud, porque eso demuestra que no sólo hemos deslindado los campos con él, sino que hemos alcanzado notables éxitos en nuestro trabajo.
Debemos apoyar todo lo que el enemigo combata y oponernos a todo lo que el enemigo apoye.
Nuestra posición es la del proletariado y las masas populares. Para los miembros del Partido Comunista, esto quiere decir que deben adherirse a la posición del Partido, al espíritu de Partido y a la política del Partido.
Después de eliminados los enemigos con fusiles, quedarán aún los enemigos sin fusiles, quienes entablarán, inevitablemente, una lucha a muerte contra nosotros; jamás debemos subestimarlos. Si ahora no planteamos ni comprendemos el problema de este modo, cometeremos errores muy graves.
Los imperialistas y los reaccionarios del país jamás se resignarán a su derrota; forcejearán hasta el fin. Aun después de establecida la paz y el orden en todo el país, se entregarán a labores de zapa y provocarán disturbios en mil formas; tratarán a diario y en todo momento de restaurar su Poder en China. Esto es inevitable y está fuera de dude; nunca debemos relajar nuestra vigilancia.
En China, aunque en lo fundamental se ha consumado la transformación socialista de la propiedad y han terminado las vastas y tempestuosas luchas de clase de las masas, características de los anteriores períodos revolucionarios, subsisten remanentes de las clases derrocadas: la clase terrateniente y la burguesía compradora; subsiste la burguesía, y la transformación de la pequeña burguesía sólo acaba de empezar. La lucha de clases no ha terminado. La lucha de clases entre el proletariado y la burguesía, entre las diferentes fuerzas políticas y entre el proletariado y la burguesía en el terreno ideológico, será aún larga, tortuosa y a veces incluso muy enconada. El proletariado aspire a transformar el universo según su concepción del mundo, y la burguesía, según la suya. A este respecto, aún no ha sido resuelta en definitiva la cuestión de quién vencerá: el socialismo o el capitalismo.
Pasará un tiempo bastante largo antes de que se resuelva la cuestión de quién vencerá a quién en la lucha ideológica entre el socialismo y el capitalismo en nuestro país. Esto se explica porque la influencia de la burguesía y de los intelectuales provenientes de la vieja sociedad subsistirá por un largo tiempo en nuestro país, y así también su ideología de clase. Quien no lo comprenda bien, o no lo comprenda en absoluto, cometerá el más grave de los errores y pasará por alto la necesidad de la lucha en el terreno ideológico.
En nuestro país, subsistirá por un largo tiempo la ideología burguesa y pequeñoburguesa, la ideología anti-marxista. Se ha establecido en lo fundamental el sistema socialista. Hemos obtenido la victoria básica en la transformación de la propiedad de los medios de producción, pero todavía no hemos logrado la victoria complete en los frentes político e ideológico. En el terreno ideológico, todavía no se ha resuelto en definitiva la cuestión de quién vencerá: el proletariado o la burguesía. Aún debemos sostener una lucha prolongada contra la ideología burguesa y pequeñoburguesa. Es erróneo ignorar esto y abandonar la lucha ideológica. Todas las ideas erróneas, todas las hierbas venenosas y todos los monstruos y demonios deben ser sometidos a crítica; en ninguna circunstancia podemos tolerar que cundan libremente. Sin embargo, Ia crítica debe ser plenamente razonada, analítica y convincente, y no burda, burocrática, metafísica o dogmática.
Tanto el dogmatismo como el revisionismo son contrarios al marxismo. Inevitablemente, el marxismo avanzará, progresará con el desarrollo de la práctica y no permanecerá estático. Quedaría sin vida si se estancara y se estereotipara. No obstante, nunca se pueden violar los principios básicos del marxismo; violarlos es cometer errores. Es dogmatismo enfocar el marxismo desde el punto de vista metafísico y considerarlo como algo rígido. Es revisionismo negar los principios básicos del marxismo, la verdad universal del marxismo. El revisionismo es una variedad de la ideología burguesa. Los revisionistas intentan borrar lo que distingue al socialismo del capitalismo, a la dictadura del proletariado de la dictadura burguesa. Lo que preconizan no es, de hecho, la linea socialista, sino la capitalista. En las circunstancias actuales, el revisionismo es más pernicioso que el dogmatismo. Una de nuestras importantes tareas presentes en el frente ideológico es criticar el revisionismo.
El revisionismo u oportunismo de derecha es una tendencia ideológica burguesa; es más peligroso que el dogmatismo. Los revisionistas, oportunistas de derecha, alaban de palabra el marxismo; también atacan el dogmatismo, pero lo que atacan es precisamente la quintaesencia del marxismo. Combaten o tergiversan el materialismo y la dialéctica; combaten o intentan debilitar la dictadura democrática popular y la dirección del Partido Comunista; combaten o intentan debilitar la transformación y la construcción socialistas. Incluso después de la victoria fundamental de la revolución socialista en nuestro país, queda todavía un cierto número de gentes que sueñan con restaurar el sistema capitalista; estas gentes luchan contra la clase obrera en todos los frentes, incluido el ideológico. Y en esta lucha, tienen en los revisionistas a sus mejores asistentes.
El comunismo es la ideología completa del proletariado y, a la vez, un nuevo sistema social. Difieren de cualquier otra ideología y sistema social, y son los más completos, progresistas, revolucionarios y racionales de la historia humana. La ideología y el sistema social del feudalismo ya pasaron al museo de la Historia. La ideología y el sistema social del capitalismo se ha convertido en piezas de museo en una parte del mundo (la Unión Soviética), mientras que en los demás países se asemejan al moribundo que se extingue como el sol tras las colinas de Occidente, y pronto serán también relegados al museo. Sólo la ideología y el sistema social comunistas, llenos de juventud y vitalidad, se extienden por todo el mundo con el ímpetu de una avalancha y la fuerza de un rayo.
El sistema socialista terminará por reemplazar al sistema capitalista: ésta es una ley objetiva, independiente de la voluntad del hombre. Por mucho que los reaccionarios traten de frenar la rueda de la historia, tarde o temprano se producirá la revolución y, sin duda alguna, triunfara.
Los comunistas nunca ocultamos nuestras aspiraciones políticas. Nuestro programa futuro o máximo es llevar a China a la sociedad socialista y la comunista. Esto es definitivo y no admite duda. El nombre de nuestro Partido y nuestra concepción marxista del mundo indican de manera inequívoca este supremo ideal pare el futuro, infinitamente bello y luminoso.
Tomado en su conjunto, el movimiento revolucionario chino dirigido por el Partido Comunista de China abarca dos etapas: la revolución democrática y la socialista. Se trata de dos procesos revolucionarios esencialmente diferentes, y sólo después de consumado el primero se puede emprender el segundo. La revolución democrática es la preparación necesaria para la revolución socialista y la revolución socialista es la dirección inevitable para el desarrollo de la revolución democrática. El objetivo final por el que luchan todos los comunistas es la instauración completa de la sociedad socialista y de la comunista.
La revolución socialista tiene por objetivo liberar las fuerzas productivas. La transformación de la propiedad individual en propiedad colectiva socialista dentro de la agricultura y la artesanía, y de la propiedad capitalista en propiedad socialista dentro de la industria y el comercio privados, libera necesariamente y en gran medida las fuerzas productivas. Se crean así las condiciones sociales para un inmenso desarrollo de la producción industrial y agrícola.
Estamos realizando no sólo una revolución en el sistema social: la transformación de la propiedad privada en propiedad social, sino también una revolución en la técnica: la transformación de la producción artesanal en producción moderna, mecanizada y en gran escala. Ambas revoluciones se hallan ligadas entre sí. En la agricultura, dadas las condiciones de nuestro país, la cooperativización debe preceder al empleo de la gran maquinaria (en los países capitalistas la agricultora se desarrolla de modo capitalista). De ahí que en ningún cave podamos considerar la industria y la agricultora, la industrialización socialista y la transformación socialista de la agricultura, como dos cosas separadas y aisladas una de otra, ni podamos destacar una y subestimar la otra.
El nuevo sistema social acaba de establecerse y su consolidación requiere tiempo. No se puede suponer que el nuevo sistema, junto con establecerse, quede totalmente consolidado, cosa que es imposible. Se irá consolidando paso a paso. Para su consolidación definitiva, es necesario no sólo llevar a cabo la industrialización socialista del país y perseverar en la revolución socialista en el frente económico, sino también realizar una lucha revolucionaria socialista y una educación socialista constantes y arduas en los frentes político e ideológico. Aparte de ello, se requiere la contribución de diversos factores internacionales.
En China, la lucha para afianzar el sistema socialista, la lucha para decidir si vencerá el socialismo o el capitalismo, llevará todavía un período histórico muy largo. Pero todos debemos comprender que el nuevo sistema, el socialista, será consolidado ineluctablemente. Construiremos un país socialista con una industria, una agricultura, una ciencia y una cultura modernas.
El número de intelectuales hostiles a nuestro Estado es muy reducido. Les disgusta nuestro Estado, la dictadura del proletariado, y suspiran por la vieja sociedad. Cuando se les presenta la oportunidad, provocan disturbios e intentan derrocar al Partido Comunista y restaurar la vieja China. Entre el camino proletario y el burgués, entre el camino socialista y el capitalista, optan tercamente por el última. Y como este camino es impracticable, en realidad están dispuestos a entregarse al imperialismo, al feudalismo y al capitalismo burocrático. Estos individuos se encuentran en los círculos políticos, industriales y comerciales, culturales y docentes, científico-tecnológicos y religiosos, y son extremadamente reaccionarios.
Problema serio es la educación del campesinado. La economía campesina es dispersa, y la socialización de la agricultura, a juzgar por la experiencia de la Unión Soviética, requerirá un tiempo largo y un trabajo minucioso. Sin la socialización de la agricultura, no habrá un socialismo completo y sólido.
Debemos tener la convicción de que, primero, las grandes masas campesinas están dispuestas a marchar paso a paso por el camino socialista bajo la dirección del Partido, y, segundo, el Partido es capaz de dirigir al campesinado por este camino. Estos dos puntos constituyen la esencia de la cuestión, la corriente principal.
Los organismos dirigentes de las cooperativas deben establecer en su seno el predominio de los campesinos pobres y los nuevos campesinos medios de la capa inferior, dejando como fuerza auxiliar a los antiguos campesinos medios de la capa inferior y a los antiguos y nuevos campesinos de la capa superior. Sólo así se podrá, en conformidad con la política del partido, alcanzar la unidad entre los campesinos pobres y los medios, consolidar las cooperativas, fomentar la producción y llevar a cabo correctamente la transformación socialista de todo el campo. De otra manera, será imposible la unidad entre los campesinos medios y los campesinos pobres, la consolidación de las cooperativas, el desarrollo de la producción y la transformación socialista de todo el campo.
Es necesario unirse con los campesinos medios, y es erróneo no hacerlo. Mas, en quién deben apoyarse la clase obrera y el Partido Comunista en las zonas rurales para unirse con los campesinos medios y llevar a cabo la transformación socialista de todo el campo? Desde luego que únicamente en los campesinos pobres. Así fue cuando se desplegó la lucha contra los terratenientes y se realizó la reforma agraria, y así es hoy, cuando se desarrolla la lucha contra los campesinos ricos y los de más elementos capitalistas para llevar a cabo la transformación socialista de la agricultora. En las etapas iniciales de ambos períodos revolucionarios, los campesinos medios se muestran vacilantes. Resuelven incorporarse a la revolución sólo después de percibir la tendencia general de los acontecimientos y el próximo triunfo de la revolución. Los campesinos pobres deben trabajar entre los campesinos medios y ganárselos, para que la revolución vaya ampliándose de día en día hasta la victoria final.
Entre los campesinos acomodados se observa una grave tendencia al capitalismo. Esta tendencia se extenderá como una inundación si descuidamos en lo más mínimo nuestro trabajo político entre los campesinos, ya sea durante el movimiento de cooperativización o durante un muy largo periodo posterior.
El movimiento de cooperativización agrícola ha sido, desde su comienzo mismo, una seria lucha ideológica y política. No se puede crear ninguna cooperativa sin pasar por esta lucha. Para poder construir un sistema social completamente nuevo en el sitio del viejo sistema, hay que limpiar el lugar. Invariablemente, los residuos de las viejas ideas que reflejan el viejo sistema subsisten por largo tiempo en la conciencia de la gente, y no ceden con facilidad. Una cooperativa, después de establecida, tiene que pasar por muchas otras luchas antes de llegar a su consolidación. Incluso entonces, puede fracasar apenas relaje sus esfuerzos.
Durante los últimos años, las fuerzas espontáneas del capitalismo han venido aumentando diariamente en el campo; en todas partes, han surgido nuevos campesinos ricos y muchos campesinos medios acomodados procuran hacerse campesinos ricos. Por otro lado, multitud de campesinos pobres siguen en la miseria por escasez de medios de producción: algunos han endeudado y otros han vendido su sierra o la han arrendado. Si se deja que esta tendencia siga su curso, se irá agravando día a día la polarización en el campo. Los campesinos que hayan perdido su tierra y los que continúen en la pobreza, se quejarán de que hacemos poco para salvarlos de la ruina o ayudarlos a salir de las dificultades. También se sentirán descontentos con nosotros los campesinos medios acomodados que se dirigen hacia el capitalismo, pues jamás podremos satisfacer sus demandas, a menos que, queramos emprender el camino capitalista. En tales circunstancias, puede permanecer sólida la alianza obrero-campesina? Claro que no. Este problema sólo puede resolverse sobre una base nueva, lo cual significa efectuar paso a paso la transformación socialista de toda la agricultura, simultáneamente con la realización gradual de la industrialización socialista y de la transformación socialista de la artesanía y de la industria y el comercio capitalistas. En otras palabras, significa realizar la cooperativización y eliminar en el campo la economía de los campesinos ricos y la economía individual, para que prospere conjuntamente toda la población rural. Sostenemos que ésta es la única manera de consolidar la alianza obrero-campesina.
Por planificación total entendemos una planificación que tenga en cuenta a nuestros seiscientos millones de habitantes. Al formular los planes, manejar los asuntos o considerar los problemas, debemos partir del hecho de que China tiene una población de seiscientos millones de personas, hecho que no podemos olvidar jamás.
Además de la dirección del Partido, es factor decisivo nuestra población de seiscientos millones. Más gente significa mayor riqueza de ideas, más entusiasmo y más energía. Las masas populares nunca han estado como ahora tan animadas y tan llenas de audacia y combatividad.
Entre otras características de la población de seiscientos millones de China, se destaca su pobreza y desnudez. Esta parece una cosa malo, pero en realidad es buena. La pobreza impulse el anhelo de cambio, de acción, de revolución. En una hoja de papel en blanco, desnuda, se pueden escribir las palabras más nuevas y hermosas y pintar los cuadros más originales y bellos.
Después de conquistada la victoria de la revolución china en todo el país y resuelto el problema agrario, existirán todavía dos contradicciones fundamentales en China. La primera, de orden interno, es la contradicción entre la clase obrera y la burguesía; la segunda, de orden externo, en la contradicción entre China y los países imperialistas. En consecuencia, luego de la victoria de la revolución democrática popular, el Poder estatal de la república popular dirigida por la clase obrera no debe debilitarse, sino fortalecerse.
No quieren ustedes abolir el Poder estatal? Si, queremos, pero no ahora; no podemos hacerlo todavía.
Por qué? Porque aún existe el imperialismo, porque aún existe la reacción interior, porque aún hay clases en el país. Nuestra tarea actual es fortalecer el aparato del Estado del pueblo -- principalmente el ejército popular, la policía popular y los tribunales populares -- a fin de consolidar la defensa nacional y proteger los intereses del pueblo.
Nuestro Estado es una dictadura democrática popular dirigida por la clase obrera y basada en la alianza obrero-campesina. Para qué esta dictadura? Su primera función es reprimir, dentro del país, a las clases y elementos reaccionarios, a los explotadores que oponen resistencia a la revolución socialista y a los que sabotean nuestra construcción socialista; es decir, resolver las contradicciones internas entre nosotros y el enemigo. Por ejemplo, entra en el radio de acción de nuestra dictadura arrestar y condenar a cierto número de elementos contrarrevolucionarios, y privar por un tiempo determinado de derechos electorales y libertad de expresión a los terratenientes y capitalistas burocráticos. Para mantener el orden público y defender los intereses de las masas populares, es necesario igualmente ejercer la dictadura sobre los ladrones, bandas de malhechores y otros elementos perniciosos que alterar seriamente el orden público. La segunda función de esta dictadura es defender a nuestro país de la subversión y posible agresión de los enemigos exteriores. En este caso, la dictadura toma sobre sí la tarea de resolver la contradicción externa entre nosotros y el enemigo. El objetivo de la dictadura es proteger a todo el pueblo para que pueda dedicarse al trabajo pacífico y transformar a China en un país socialista con una industria, una agricultura, una ciencia y una cultura modernas.
La dictadura democrática popular necesita la dirección de la clase obrera, porque la clase obrera es la más perspicaz, la más desinteresada y la más consecuentemente revolucionaria. Toda la historia de la revolución prueba que, sin la dirección de la clase obrera, la revolución fracasa, y que, con su dirección, la revolución triunfa.
La dictadura democrática popular se base en la alianza de la clase obrera, el campesinado y la pequeña burguesía urbana y, principalmente, en la alianza de los obreros y los campesinos, porque estas dos clases constituyen del 80 al 90 por ciento de la población de China. El derrocamiento del imperialismo y de los reaccionarios kuomintanistas se debe principalmente a la fuerza de estas dos clases. La transición de la nueva democracia al socialismo depende principalmente de la alianza de estas dos clases.
La lucha de clases, la lucha por la producción y la experimentación científica son los tres grandes movimientos revolucionarios para construir un poderosos país socialista. Constituyen una garantía real de que los comunistas se verán libres del burocratismo e inmunes al revisionismo y el dogmatismo, y permanecerán siempre invencibles; una garantía segura de que el proletariado, en unión con las amplias masas trabajadoras, podrá llevar adelante la dictadura democrática. Si no se desplegaran estos movimientos y se permitiera salir a escena a los terratenientes, campesinos ricos, contrarrevolucionarios, elementos nocivos y monstruos y demonios, mientras nuestros cuadros cerraran los ojos y muchos, en vez de distinguir entre los enemigos y nosotros, llegaran hasta colaborar con ellos y fueran corrompidos, divididos y desmoralizados por ellos, y, en consecuencia, fueran arrastrados al campo enemigo o los enemigos lograran infiltrarse en nuestras filas, y si muchos de nuestros obreros, campesinos e intelectuales cayeran víctimas de las tácticas blandas o duras del enemigo, entonces no haría falta mucho tiempo, tal vez unos cuantos años, o una década, o varias décadas a lo sumo, para que se produjera fatalmente una restauración contrarrevolucionaria a escala nacional, el partido marxista-leninista se transformara en partido revisionista o en partido fascista, y toda China cambiara de color.
La dictadura democrática popular emplea dos métodos. Con los enemigos, emplea la dictadura, es decir, no les permite, por el período que sea necesario, tomar parte en las actividades políticas y los obliga a obedecer las leyes del Gobierno Popular, a trabajar y a transformarse mediante el trabajo en gente nueva. Con el pueblo, por el contrario, emplea la democracia y no la coacción; es decir, le permite participar en las actividades políticas y no lo obliga a hacer esto o aquello, sino lo educa y persuade por medios democráticos.
Bajo la dirección del Partido Comunista, el pueblo chino está desplegando un vigoroso movimiento de rectificación a fin de lograr que el socialismo en nuestro país se desarrolle rápidamente y sobre una base aún más sólida. Se trata de un gran debate desplegado en la ciudad y el campo, sobre cuestiones tales como el camino socialista frente al capitalista, el sistema fundamental del Estado y sus importantes principios políticos, el estilo de trabajo de los cuadros del Partido y del Gobierno y el bienestar del pueblo, un debate a escala nacional que se desarrolla en forma dirigida, libremente, presentando hechos y argumentos, un debate con miras a resolver correctamente las contradicciones reales en el seno del pueblo que exigen solución inmediata. Este es un movimiento socialista por la autoeducación y la autotransformación del pueblo.
La grandiosa labor de construcción nos plantea tareas extraordinariamente arduas. Aunque nuestro Partido tiene más de diez millones de militantes, ellos no constituyen sino una exigua minoría de la población total del país. En nuestros organismos estatales y otras instituciones públicas, una gran parte del trabajo tenemos que confiarlo a trabajadores qué no militan en el Partido. Si no sabemos apoyarnos en las masas populares, si no sabemos colaborar con los trabajadores que no militan en el Partido, no podremos cumplir bien nuestro trabajo. A la vez que seguimos fortaleciendo la unidad de todo el Partido, debemos continuar reforzando la unidad de todas las nacionalidades, clases democráticas, partidos democráticos y organizaciones populares, fortaleciendo y ampliando nuestro Frente Unico Democrático Popular. En cualquier sector de nuestro trabajo, debemos eliminar concienzudamente cualquier manifestación negativa que perjudique la unidad entre el Partido y el pueblo.
Existen ante nosotros dos tipos de contradicciones sociales: contradicciones entre nosotros y el enemigo y contradicciones en el seno del pueblo. Estos dos tipos de contradicciones son de naturaleza completamente distinta.
Para comprender acertadamente los dos diferentes tipos de contradicciones, es necesario, ante todo, precisar qué se entiende por pueblo y qué por enemigo. (...) En la etapa actual, período de edificación del socialismo, integran el pueblo todas las clases, capas y grupos sociales que aprueban y apoyan la causa de la construcción socialista y participan en ella; son enemigos del pueblo todas las fuerzas y grupos sociales que oponen resistencia a la revolución socialista y se muestran hostiles a la construcción socialista o la sabotean.
En las condiciones actuales de China, las contradicciones en el seno del pueblo comprenden las contradicciones dentro de la clase obrera, dentro del campesinado y dentro de la intelectualidad; las contradicciones entre la clase obrera y el campesinado, entre los obreros y campesinos, por una parte, y los intelectuales, por otra; las contradicciones entre la clase obrera y los demás trabajadores, por una parte, y la burguesía nacional, por otra; las contradicciones dentro de la burguesía nacional, etc. Nuestro Gobierno Popular es un gobierno que representa realmente los intereses del pueblo, un gobierno que sirve al pueblo. Sin embargo, entre él y las mesas populares también existen ciertas contradicciones. Estas incluyen las contradicciones entre los intereses estatales, los intereses colectivos y los intereses individuales, entre la democracia y el centralismo, entre dirigentes y dirigidos, y entre el estilo burocrático de trabajo de ciertos trabajadores gubernamentales y las masas. Todas éstas también son contradicciones en el seno del pueblo. Hablando en términos generales, las contradicciones en el seno del pueblo existen sobre la base de la identidad fundamental de los intereses de éste.
Las contradicciones entre nosotros y el enemigo son antagónicas. En el seno del pueblo, las contradicciones entre las masas trabajadoras no son antagónicas, mientras que las contradicciones entre la clase explotada y la explotadora, además de su aspecto antagónico, tienen su aspecto no antagónico.
Cómo juzgar, en el marco de la vida política de nuestro pueblo, si son correctas o erróneas nuestras palabras y actos? Consideramos que, con arreglo a los principios de nuestra Constitución, la voluntad de la aplastante mayoría de nuestro pueblo y las posiciones políticas comunes proclamadas en varias ocasiones por los partidos y grupos políticos de nuestro país, se pueden formular, en términos generales, los siguientes criterios:
1) Las palabras y actos deben contribuir a unir, y no a dividir, a los pueblos de nuestras distintas nacionalidades;
2) Deben favorecer, y no perjudicar, la transformación y la construcción socialistas;
3) Deben contribuir a consolidar, y no a minar o debilitar, la dictadura democrática popular;
4) Deben contribuir a afianzar, y no a socabar o debilitar, el centralismo democrático;
5) Deben contribuir a fortalecer, y no a destacar o debilitar, la dirección del Partido Comunista;
6) Deben favorecer, y no perjudicar, la unidad socialista internacional y la unidad de los pueblos de todo el mundo amantes de la paz.
De estos seis criterios, los más importantes son el camino socialista y la dirección del Partido.
La eliminación de los contrarrevolucionarios es una lucha, una contradicción, entre nosotros y el enemigo. Dentro del pueblo, hay gentes que consideran esta cuestión desde un punto de vista algo distinto. Dos tipos de personas tienen criterios diferentes del nuestro. Las que, con una mentalidad derechista, en vez dé establecer una distinción entre nosotros y el enemigo, toman al enemigo por gente nuestra; consideran amigos a los que las grandes masas miran como enemigos. Las que, con una mentalidad izquierdista, exageran el alcance de las contradicciones entre nosotros y el enemigo hasta el punto de tomar como tales ciertas contradicciones en el seno del pueblo y considerar contrarrevolucionarias a personas que en realidad no lo son. Ambas concepciones son erróneas. Con ninguna de ellas se puede tratar correctamente el problema de la eliminación de los contrarrevolucionarios, ni apreciar en su justo valor nuestra labor a este respecto.
Las contradicciones cualitativamente diferentes sólo pueden resolverse por métodos cualitativamente diferentes. Por ejemplo: la contradicción entre el proletariado y la burguesía se resuelve por medio de la revolución socialista; la contradicción entre las masas populares y el sistema feudal, por medio de la revolución democrática; la contradicción entre las colonias y el imperialismo, por medio de la guerra revolucionaria nacional ; la contradicción entre la clase obrera y el campesinado en la sociedad socialista, por medio de la colectivización y la mecanización de la agricultura; las contradicciones en el seno del Partido Comunista, por medio de la crítica y la autocrítica; la contradicción entre la sociedad y la naturaleza, por medio del desarrollo de las fuerzas productivas. (...) Resolver contradicciones diferentes por métodos diferentes es un principio que los marxista-leninistas deben observar rigurosamente.
Las contradicciones entre nosotros y el enemigo y las existentes en el seno del pueblo, por ser de diferente naturaleza, deben resolverse por diferentes métodos. En pocas palabras, en cuanto a las primeras, la cuestión es establecer una distinción clara entre nosotros y el enemigo, y en cuanto a las segundas, establecer una distinción precisa entre lo correcto y lo erróneo. Por supuesto que distinguir entre nosotros y el enemigo es también cuestión de distinguir entre lo correcto y lo erróneo. Por ejemplo, la cuestión de precisar quién tiene razón: nosotros o los reaccionarios interiores y exteriores, el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático, se refiere asimismo a distinguir entre lo correcto y lo erróneo, pero se diferencia, por su naturaleza, de las cuestiones relativas a lo correcto y lo erróneo en el seno del pueblo.
Los problemas de carácter ideológico y los problemas de controversia en el seno del pueblo, pueden resolverse únicamente por el método democrático, por medio de la discusión, la crítica, la persuasión y educación, y no por métodos coactivos o represivos.
A fin de poder dedicarse fructíferamente a la producción y al estudio y vivir en un ambiente de orden, el pueblo exige que su Gobierno y los dirigentes de la producción y de las organizaciones culturales y educativas dicten apropiadas disposiciones administrativas con carácter obligatorio. Es de sentido común que sin ellas resulta imposible mantener el orden público. Las órdenes administrativas y el método de persuasión y educación se complementan mutuamente en la solución de las contradicciones en el seno del pueblo. Las disposiciones administrativas dictadas con el fin de mantener el orden público, deben ir acompañadas de la persuasión y educación, ya que, en muchos casos, aquéllas no dan resultado por sí solas.
La burguesía y la pequeña burguesía exteriorizarán indefectiblemente su ideología. Se expresarán, obstinadamente y por todos los medios posibles, en las cuestiones políticas e ideológicas. No se puede esperar que no procedan así. No debemos impedir mediante coacción que se manifiestan; al contrario, debemos permitirles que lo hagan y, al mismo tiempo, debatir con ellos y someterlos a una crítica adecuada. Está fuera de dude que debemos criticar las ideas erróneas de toda índole. Por supuesto que es inadmisible abstenerse de criticar las ideas equivocadas, contemplar con indiferencia cómo se difunden por todas partes y permitirles monopolizar el mercado. Todo error debe ser criticado y toda hierba venenosa, arrancada. Sin embargo, la crítica no ha de ser dogmática; no hay que emplear el método metafísico, sino esforzarse por aplicar el método dialéctico. Lo que se necesita es análisis científico y argumentos plenamente convincentes.
Es necesario criticar los defectos del pueblo, (...) pero al hacerlo, debemos adoptar verdaderamente la posición del pueblo y hablar llenos del ardiente deseo de protegerlo y educarlo. Tratar a los camaradas como a enemigos es pasarse a la posición del enemigo.
La contradicción y la lucha son universales y absolutas, pero los métodos para resolver las contradicciones, esto es, las formas de lucha, varían según el carácter de las contradicciones. Algunas contradicciones tienen un carácter antagónico abierto, mientras otras no. De acuerdo con el desarrollo concreto de las cosas, algunas contradicciones, originalmente no antagónicas, se desarrollan y transforman en antagónicas, mientras otras, originalmente antagónicas, se desarrollan y transforman en no antagónicas.
En circunstancias regulares, las contradicciones en el seno del pueblo no son antagónicas. Sin embargo, pueden llegar a serlo si no las tratamos como es debido o si aflojamos nuestra vigilancia y nos adormecemos políticamente. En un país socialista, semejante caso no pasa de ser, por lo común, un fenómeno parcial y transitorio. Esto se explica porque ya se ha abolido el sistema de explotación del hombre por el hombre y los intereses del pueblo son, en lo fundamental, idénticos.
En nuestro país, la contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional pertenece a la categoría de las contradicciones en el seno del pueblo. La lucha de clases entre la clase obrera y la burguesía nacional es, en general, una lucha de clases dentro de las filas del pueblo, porque la burguesía nacional de China tiene un doble carácter. En el período de la revolución democrático-burguesa, su carácter era, por un lado, revolucionario y, por el otro, conciliador. En el período de la revolución socialista, uno de los aspectos de su carácter es la explotación de la clase obrera para obtener ganancias, y el otro, su apoyo a la Constitución y su disposición a aceptar la transformación socialista. La burguesía nacional se diferencia de los imperialistas, la clase terrateniente y la burguesía burocrática. La contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional, como contradicción entre explotados y explotadores, es antagónica por naturaleza. Sin embargo, en las condiciones concretes de China, esta contradicción antagónica entre las dos clases, si la tratamos apropiadamente, puede transformarse en no antagónica y ser resuelta por medios pacíficos. Pero se convertirá en contradicción entre nosotros y el enemigo si no la tratamos como es debido, si no aplicamos la política de unirnos con la burguesía nacional, criticarla y educarla, o si la burguesía nacional no acepta esta política nuestra.
La rebelión contrarrevolucionaria en Hungría, en 1956, es un caso en que los reaccionarios dentro de un país socialista, en confabulación con los imperialistas y explotando las contradicciones en el seno del pueblo, fomentaron disensiones y provocaron desórdenes, en el intento de alcanzar sus designios conspirativos. Merece la atención de todos esta lección de los acontecimientos de Hungría.
La guerra, que ha existido desde la aparición de la propiedad privada y las clases, es la forma más alta de lucha para resolver las contradicciones entre clases, naciones, Estados o grupos políticos, cuando estas contradicciones han llegado a una determinada etapa de su desarrollo.
La guerra es la continuación de la política. En este sentido, la guerra es política, y es en sí misma una acción política. No ha habido jamás, desde los tiempos antiguos, ninguna guerra que no tuviese un carácter político. (...)
Pero la guerra tiene sus características peculiares, y en este sentido, no es igual a la política en general. La guerra es la continuación de la política por otros medios. Cuando la política llega a cierta etapa de su desarrollo, más allá de la cual no puede proseguir por los medios habituales, estalla la guerra para barrer el obstáculo del camino. (...) Cuando sea eliminado el obstáculo y conseguido nuestro objetivo político, terminará la guerra. Mientras no se elimine por completo el obstáculo, la guerra tendrá que continuar hasta que se logre totalmente el objetivo. (...) Se puede decir entonces que la política es guerra sin derramamiento de sangre, en tanto que la guerra es política con derramamiento de sangre.
La historia demuestra que las guerras se dividen en dos clases: las justas y las injustas. Todas las guerras progresistas son justas, y todas las que impiden el progreso son injustas. Los comunistas nos oponemos a todas las guerras injustas, que impiden el progreso, pero no estamos en contra de las guerras justas, progresistas. Los comunistas, lejos de oponernos a estas últimas, participamos activamente en ellas. En cuanto a las guerras injustas, la Primera Guerra Mundial es un caso en que ambos bandos pelearon por intereses imperialistas; por lo tanto, los comunistas del mundo entero se opusieron resueltamente a ella. La forma de combatir una guerra de este tipo es hacer cuanto se pueda por prevenirla antes de que estalle y, si llega a estallar, oponer la guerra a la guerra, oponer la guerra justa a la guerra injusta, siempre que ello sea posible.
En la sociedad de clases, las revoluciones y las guerras revolucionarias son inevitables; sin ellas, es imposible realizar saltos en el desarrollo social y derrocar a las clases dominantes reaccionarias para que el pueblo conquiste el Poder.
La guerra revolucionaria es una antitoxina, que no sólo destruirá el veneno del enemigo, sino que también nos depurará de toda inmundicia. Toda guerra justa, revolucionaria, está dotada de una fuerza inmensa, capaz de transformar muchas cosas o abrir el camino a su transformación. La guerra chino-japonesa transformará a China y al Japón. Siempre que China persista en la Guerra de Resistencia y en el frente único, el viejo Japón será convertido en un nuevo Japón, y la vieja China, en una nueva China, y tanto en China como en el Japón hombres y cosas se transformarán en el curso de esta guerra y después de ella.
Todos los comunistas tienen que comprender esta verdad: El Poder nace del fusil.
La tarea central y la forma más alta de toda revolución es la tome del Poder por medio de la fuerza armada, es decir, la solución del problema por medio de la guerra. Este principio marxista-leninista de la revolución tiene validez universal, tanto en China como en los demás países.
Sin la lucha armada, en China no habrá lugar para el proletariado, ni para el pueblo, ni para el Partido Comunista, y la revolución no podrá triunfar. Es en medio de guerras revolucionarias que nuestro Partido se ha desarrollado, consolidado y bolchevizado en los dieciocho años pasados; sin la lucha armada, el Partido Comunista no habría llegado a ser lo que es hoy. Ningún camarada del Partido debe olvidar jamás esta experiencia que hemos pagado con sangre.
Según la teoría marxista del Estado, el ejército es el principal componente del Poder estatal. Quienquiera que desee tomar el Poder estatal y retenerlo, tiene que contar con un poderoso ejército. Cierta gente nos ridiculiza calificándonos de partidarios de la teoría de la omnipotencia de la guerra. Sí, somos partidarios de la teoría de la omnipotencia de la guerra revolucionaria; eso no es malo; es bueno, marxista. Con sus fusiles, los comunistas rusos crearon el socialismo. Nosotros crearemos una república democrática. La experiencia de la lucha de clases en la era del imperialismo nos demuestra que sólo mediante la fuerza del fusil la clase obrera y las demás masas trabajadoras pueden derrotar a la burguesía y la clase terrateniente armadas; en este sentido cabe afirmar que sólo con el fusil se puede transformar el mundo entero.
Somos partidarios de la abolición de la guerra; no deseamos la guerra. Pero la guerra sólo se puede abolir mediante la guerra. Para acabar con los fusiles, se debe empuñar el fusil.
La guerra, ese monstruo de matanza entre los hombres, será finalmente liquidada, en un futuro no lejano, por el progreso de la sociedad humano. Pero sólo hay un medio para eliminarla: oponer la guerra a la guerra, oponer la guerra revolucionaria a la guerra contrarrevolucionaria, oponer la guerra revolucionaria nacional a la guerra contrarrevolucionaria nacional y oponer la guerra revolucionaria de clase a la guerra contrarrevolucionaria de clase. (...) Cuando la sociedad humana llegue a una etapa en que sean eliminados las clases y los Estados, ya no habrá guerras, contrarrevolucionarias o revolucionarias, injustas o justas. Esa será la era de la paz eterna para la humanidad. Al estudiar las leyes de la guerra revolucionaria partimos de la aspiración a eliminar todas las guerras. He aquí la línea divisoria entre nosotros, los comunistas, y todas las clases explotadoras.
Nuestro país y los demás países socialistas necesitan la paz; también la necesitan los pueblos de todos los países del mundo. Los únicos que ansían la guerra y no quieren la paz son los grupos del capital monopolista del puñado de países imperialistas, que se enriquecen con la agresión.
Para lograr una paz duradera en todo el mundo debemos continuar desarrollando nuestra amistad y colaboración con todos los países hermanos del campo socialista y reforzar nuestra unidad con todos los países amantes de la paz. Tenemos que esforzarnos por establecer relaciones diplomáticas normales, sobre la base del respeto reciproco a la integridad territorial y a la soberanía de la igualdad de derechos y del provecho mutuo, con todos los países que deseen vivir en paz con nosotros. Tenemos que prestar activo apoyo al movimiento de liberación e independencia nacionales en los países de Asia, Africa y América Latina, así como al movimiento por la paz y a las luchas justas de todos los países del mundo.
En cuanto a los países imperialistas, debemos unirnos también con sus pueblos y esforzarnos por coexistir pacíficamente con estos países, comerciar con ellos y conjurar toda posible guerra. Sin embargo, de ningún modo debemos abrigar ideas ilusorias respecto a ellos.
Deseamos la paz. Sin embargo, si el imperialismo se empeña en desencadenar una guerra, no tendremos otra alternativa que tomar la decisión de combatir hasta el final y reemprender después nuestra construcción. Si se teme la guerra todos los días, qué hacer cuando ésta finalmente se produzca? Primeramente, he dicho que el viento del Este prevalece sobre el viento del Oeste y que la guerra no estallará, y ahora agrego esta explicación acerca de la situación que surgirá en caso de estallar la guerra. De este modo, ambas posibilidades han sido tomadas en cuenta.
En todos los países se discute ahora si estallará o no una tercera guerra mundial. Frente a esta cuestión, también debemos estar espiritualmente preparados y examinarla de modo analítico. Estamos resueltamente por la paz y contra la guerra. No obstante, si los imperialistas insisten en desencadenar una guerra, no debemos sentir temor. Nuestra actitud ante este asunto es la misma que ante cualquier otro desorden: en primer lugar, estamos en contra, en segundo, no lo tememos. Después de la Primera Guerra Mundial apareció la Unión Soviética, con doscientos millones de habitantes; después de la Segunda Guerra Mundial surgió el campo socialista, que abarca a novecientos millones de seres. Puede afirmarse que si, a pesar de todo, los imperialistas desencadenan una tercera guerra mundial, otros centenares de millones pasarán inevitablemente al lado del socialismo, y a los imperialistas no les quedará ya mucho espacio en el mundo; incluso es probable que se derrumbe por completo todo el sistema imperialista.
Provocar disturbios, fracasar, volver a provocar disturbios, fracasar de nuevo, y así hasta la ruina: ésta es la lógica de los imperialistas y de todos los reaccionarios del mundo frente a la causa del pueblo, y nunca marcharán en contra de esta lógica. Esta es una ley marxista. Cuando decimos que el imperialismo es feroz, queremos decir que su naturaleza nunca cambiará, que los imperialistas nunca dejarán de lado sus cuchillas de carnicero ni se convertirán jamás en Budas, y así hasta su ruina.
Luchar, fracasar, volver a luchar, fracasar de nuevo volver otra vez a luchar, y así hasta la victoria: ésta es la lógica del pueblo, y él tampoco marchará jamás en contra de ella. Esta es otra ley marxista. La revolución del pueblo ruso siguió esta ley, y la ha seguido también la revolución del pueblo chino.
La victoria de ningún modo debe hacernos relajar la vigilancia ante las frenéticas maquinaciones de los imperialistas y sus lacayos, que tratan de tomar venganza. Quienquiera que relaje la vigilancia quedará desarmado políticamente y se verá reducido a una posición pasiva.
Los imperialistas y sus lacayos, los reaccionarios chinos, no se resignarán a su derrota en esta tierra nuestra.
Seguirán confabulándose para combatir al pueblo chino por todos los medios posibles. Por ejemplo, enviarán subrepticiamente sus agentes a nuestro país para sembrar discordias y provocar disturbios. Eso es indudable; jamás se olvidarán de hacerlo. Otro ejemplo: los imperialistas instigarán a los reaccionarios chinos, e incluso les brindarán el concurso de sus propias fuerzas, para bloquear los puertos de China. Esto lo harán siempre que les sea posible. Además, si aún ansían aventuras, enviarán parte de sus tropas a invadir u hostigar nuestras zonas fronterizas, cosa que tampoco es imposible. Todo esto debemos tenerlo plenamente en cuenta.
El mundo progresa y el futuro es brillante; nadie puede cambiar esta tendencia general de la historia. Debemos realizar entre el pueblo una propaganda constante sobre los progresos del mundo y su futuro luminoso, para que adquiera confianza en la victoria.
Los mandos y combatientes del Ejército Popular de Liberación de ningún modo deben relajar ni en lo más mínimo su voluntad de combate; toda idea que tienda a relajar la voluntad de combate o a subestimar al enemigo, es errónea.
Todos los reaccionarios son tigres de papel. Parecen terribles, pero en realidad no son tan poderosos. Visto en perspectiva, no son los reaccionarios sino el pueblo quien es realmente poderoso.
Así como en el mundo no hay nada sin doble naturaleza (ésta es la ley de la unidad de los contrarios), también el imperialismo y todos los reaccionarios tienen un doble carácter: son a la vez tigres auténticos y tigres de papel. En la historia, antes de conquistar el Poder y durante algún tiempo después de haberlo conquistado, la clase de los esclavistas, la clase terrateniente feudal y la burguesía eran vigorosas, revolucionarias y progresistas; eran tigres auténticos. Pero, con el tiempo, como sus contrarios -- la clase de los esclavos, el campesinado y el proletariado -- crecían y se fortalecían gradualmente, luchaban contra ellas y se volvían más y más formidables, estas clases gobernantes se transformaron poco a poco en su reverso, se transformaron en reaccionarias en retrógradas, en tigres de papel, y finalmente fueron derrocadas, o serán derrocadas, por el pueblo. Las clases reaccionarias, retrógradas y decadentes conservaban este doble carácter incluso en la lucha a muerte que el pueblo sostenía contra ellas. Por una parte, eran tigres auténticos, devoraban a la gente, la devoraban por millones y decenas de millones. La causa de la lucha popular atravesaba un período de dificultades y penalidades y un camino lleno de recodos. En China, para destruir la dominación del imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático el pueblo chino necesitó más de cien años y perdió decenas de millones de vidas antes de lograr la victoria en 1949. Miren! No eran tigres vivos, tigres de hierro, tigres auténticos? Sin embargo, al final se transformaron en tigres de papel, tigres muertos, tigres de requesón de soya. Estos son hechos históricos. No ha visto u oído contar la gente tales hechos? En verdad ha habido millares y decenas de millares de ellos! Millares y decenas de millares! Por lo tanto, el imperialismo y todos los reaccionarios, mirados en su esencia, en perspectiva, desde el punto de vista estratégico, deben ser considerados como lo que son: tigres de papel. En esto se base nuestro concepto estratégico. Por otra parte, también son tigres vivos, tigres de hierro, tigres auténticos, que devoran a la gente. En esto se base nuestro concepto táctico.
He dicho que todos los reaccionarios, tenidos por fuertes, no son más que tigres de papel. La razón es que viven divorciados del pueblo. Miren! No era Hitler un tigre de papel? No fue acaso derribado? También dije que el zar de Rusia, el emperador de China y el imperialismo japonés fueron todos tigres de papel. Como saben ustedes, todos ellos han sido derribados. El imperialismo norteamericano no ha sido derribado aún y tiene la bomba atómica. Estoy seguro de que asimismo será derribado. También es un tigre de papel.
Levantar una piedra para dejarla caer sobre los propios pies es un dicho con que los chinos describimos el comportamiento de ciertos estúpidos. Los reaccionarios de todos los países pertenecen a esta especie de estúpidos. En fin de cuentas, sus persecuciones contra el pueblo revolucionario no sirven sino para ampliar e intensificar aún más las revoluciones populares. Acaso las persecuciones del zar de Rusia y Chiang Kai-shek contra los pueblos revolucionarios no cumplieron precisamente esta función propulsora en las grandes revoluciones rusa y china?
El imperialismo norteamericano invadió Taiwán, territorio de nuestro país, y lo ocupa desde hace ya nueve años. Recientemente, ha enviado sus fuerzas armadas a invadir y ocupar el Líbano. Los EE.UU. han establecido, a lo largo del mundo, centenares de bases militares en un gran número de países. El territorio chino de Taiwán, el Líbano y todas las bases militares de los EE.UU. en territorios extranjeros son como dogales echados al cuello del imperialismo norteamericano. Son los mismos norteamericanos, y nadie más, quienes fabricaron esos dogales, se los echaron al cuello y entregaron los extremos de las sogas al pueblo chino, a los pueblos árabes y a los demás pueblos del mundo, que aman la paz y se oponen a la agresión. Mientras más tiempo permanezcan en esos lugares los agresores norteamericanos, más irán apretándose los dogales en torno a su cuello.
El imperialismo no vivirá mucho porque perpetra toda clase de infamias. Sostiene con obstinación a los reaccionarios de los distintos países, hostiles a los pueblos. Ocupa por la fuerza muchas colonias, semicolonias y bases militares. Amenaza la paz con una guerra atómica. De esta manera, forzada por el imperialismo, más del 90 por ciento de la población mundial se está alzando o se alzará en masa a la lucha contra él. Pero el imperialismo aún está vivo; todavía hace y deshace en Asia, Africa y América Latina. En el mundo occidental, los imperialistas siguen oprimiendo a las masas populares de sus propios países. Esta situación ha de cambiar. Es tarea de los pueblos del mundo entero poner término a la agresión y opresión que realiza el imperialismo, principalmente el imperialismo norteamericano.
Con su despótica actuación en todas partes, el imperialismo norteamericano se ha convertido en el enemigo de los pueblos del mundo y se ha aislado cada vez más. Nadie que se niegue a ser esclavo se dejará atemorizar por las bombas atómicas y de hidrógeno en manos de los imperialistas norteamericanos. La marejada de indignación de los pueblos del mundo entero contra los agresores norteamericanos es irresistible. La lucha de los pueblos del mundo contra el imperialismo norteamericano y sus lacayos logrará indefectiblemente victorias aún mayores.
Si los grupos del capital monopolista de los EE.UU. se obstinan en llevar adelante su política de agresión y guerra, llegará inevitablemente el día en que sean ahorcados por los pueblos del mundo. Igual suerte correrán los cómplices de los EE.UU.
En el curso de un largo período hemos llegado a formarnos este concepto para la lucha contra el enemigo: estratégicamente, debemos desdeñar a todos nuestros enemigos, pero tácticamente, debemos tomarlos muy en serio. Es decir, al considerar el todo, debemos despreciar al enemigo, pero tenerlo muy en cuenta en cada una de las cuestiones concretes. Si no despreciamos al enemigo al considerar el todo, caeremos en el error de oportunismo. Marx y Engels no eran más que dos personas, pero ya en su tiempo declararon que el capitalismo seria derribado en todo el mundo. Sin embargo, al enfrentar las cuestiones concretes y a cada uno de los enemigos en particular, si no los tomamos muy en serio, cometeremos el error de aventurerismo. En la guerra, las batallas sólo pueden ser dadas una por una y las fuerzas enemigas, aniquiladas parte por parte. Las fábricas sólo pueden construirse una a una. Los campesinos sólo pueden arar la tierra parcela por parcela. Incluso al comer pasa lo mismo. Desde el punto de vista estratégico, tenemos en poco el comer una comida: estamos seguros de poder terminarla. Pero en el proceso concreto de comer, lo hacemos bocado por bocado. No podemos engullir toda una comida de un golpe. Esto se llama solución por partes. Y en la literatura militar se llama destruir las fuerzas enemigas por separado.
Estimo que la situación internacional ha llegado ahora a un nuevo punto de viraje. Actualmente hay dos vientos en el mundo: el viento del Este y el viento del Oeste. Reza un dicho chino: O el viento del Este prevalece sobre el del Oeste, o el viento del Oeste prevalece sobre el del Este. Creo que la situación actual se caracteriza por que el viento del Este prevalece sobre el viento del Oeste. Es decir, las fuerzas del socialismo ya han llegado a ser abrumadoramente superiores a las del imperialismo.
Pueblos de todo el mundo, uníos y derrotad a los agresores norteamericanos y a todos sus lacayos! Pueblos de todo el mundo, tened coraje, atreveos a luchar, desafiad las dificultades y avanzad en oleadas. Así el mundo entero pertenecerá a los pueblos. Los monstruos de toda especie serán liquidados.
El Partido Comunista de China, habiendo hecho una apreciación serene de la situación internacional y nacional a la luz de la ciencia del marxismo-leninismo, comprendía que todos los ataques de los reaccionarios internos y externos no sólo debían sino que podían ser desbaratados. Al aparecer en el cielo nubarrones oscuros, señalamos que esto no era sino un fenómeno temporal, que la oscuridad pasaría pronto y saldría el sol.
En la historia de la humanidad, toda fuerza reaccionaria a punto de perecer se lanza invariablemente a una última y desesperada embestida contra las fuerzas revolucionarias; a menudo, algunos revolucionarios se dejan engañar durante cierto tiempo por este poderío aparente que encubre las entrañas podridas, y no logran ver el hecho esencial de que el enemigo se aproxima a su fin, en tanto que ellos mismos se acercan a la victoria.
Si ellos (el Kuomintang) combaten, los liquidaremos definitivamente. Así es como se presentan las cosas: si nos atacan y los destruimos, se sentirán satisfechos; si los destruimos un poco, un poco satisfechos; si los destruimos más, más satisfechos todavía; si los destruimos por completo, completamente satisfechos. Los problemas de China son complejos, y nuestros cerebros deben funcionar también con cierta complejidad. Si nos atacan, combatiremos en respuesta; combatiremos para conquistar la paz.
Si el enemigo nos ataca y las condiciones son favorables para combatirlo, nuestro Partido actuará ciertamente en defensa propia para liquidarlo resuelta, definitiva, cabal y totalmente ( no lanzarse al combate temerariamente, sino con la seguridad de vencer). De ningún modo debemos dejarnos intimidar par la arrogancia de los reaccionarios.
En lo que concierne a nuestro deseo, no quisiéramos combatir ni un solo día. Pero si las circunstancias nos obligan a luchar, podemos hacerlo hasta el fin.
Estamos por la paz. Pero, mientras el imperialismo norteamericano no renuncie a sus arrogantes e irrazonables exigencias, ni a sus designios siniestros de extender la agresión, la única decisión posible para el pueblo chino es continuar la lucha al lado del pueblo coreano. No es que seamos belicistas. Estamos dispuestos a poner fin a la guerra inmediatamente y dejar los demás problemas para resolverlos más tarde. Pero el imperialismo norteamericano no quiere hacerlo así. Pues bien, que continúe el combate! Estamos preparados para combatir al imperialismo norteamericano cuantos años desee, combatirlo hasta que quiera parar, hasta la victoria completa de los pueblos chino y coreano.
Debemos extirpar de nuestras files toda idea que sea expresión de flaqueza e impotencia. Es erróneo todo punto de vista que sobreestime la fuerza del enemigo y subestime la del pueblo.
Los pueblos y naciones oprimidos no deben, en modo alguno, confiar su liberación a la sensatez del imperialismo y sus lacayos. Sólo podrán lograr la victoria fortaleciendo su unidad y perseverando en su lucha.
Sea cual fuere el momento en que estalle esta guerra civil de amplitud nacional, debemos encontrarnos bien preparados. Si se produce pronto, digamos mañana por la mañana, también tenemos que estar preparados. Ese es el primer punto. En la actual situación internacional y nacional es posible que durante algún tiempo la guerra civil se mantenga limitada y con un carácter local. Ese es el segundo punto. Para lo primero debemos prepararnos, lo segundo es lo que existe desde hace tiempo. En resumen, debemos estar preparados. Si lo estamos, podremos afrontar apropiadamente toda clase de situaciones complicadas.
La guerra revolucionaria es la guerra de las masas, y sólo puede realizarse movilizando a las masas y apoyándose en ellas.
Cuál es la verdadera muralla de hierro? Son las masas, los millones y millones de hombres que apoyan con toda sinceridad la revolución. Esta es la verdadera muralla de hierro, que ninguna fuerza podrá romper, podrá en absoluto romper. La contrarrevolución no logrará destruirnos; por el contrario, nosotros la destruiremos a ella. Uniendo a los millones y millones de hombres del pueblo en torno al gobierno revolucionario y desarrollando nuestra guerra revolucionaria, podremos aniquilar toda contrarrevolución y tomar el Poder en toda China.
El más rico manantial de fuerza para librar la guerra está en las masas populares. El Japón se atreve a atropellarnos principalmente porque las masas populares de China no están organizadas. Cuando este defecto sea superado, el agresor japonés se verá rodeado por los centenares de millones de hombres de nuestro pueblo en pie, y, como un búfalo salvaje que irrumpe en un cerco de fuego, se estremecerá de pavor a nuestras solas voces y morirá abrasado en las llamas.
Como los imperialistas cometen tantos atropellos contra nosotros, tenemos que tratarlos con toda seriedad. No solamente debemos poseer un poderoso ejército regular, sino también organizar contingentes de milicia popular en todas partes, de modo que los imperialistas, en caso de agredirnos, difícilmente puedan moverse un solo palmo en nuestro país.
Desde el punto de vista de la guerra revolucionaria en su conjunto, la guerra de guerrillas populares y las operaciones del Ejército Rojo, que es la fuerza principal, se complementan como las dos manos del hombre. Contar sólo con la fuerza principal, o sea, el Ejército Rojo, sin desarrollar la guerra popular de guerrillas, significaría luchar con una solo mano. En términos concretas, y especialmente desde el punto de vista de las operaciones militares, cuando hablamos de la población de la base de apoyo como un factor, queremos decir que contamos con un pueblo armada. Esta es la razón fundamental por la cual el enemigo considera peligroso aproximarse a nuestra base de apoyo.
No cabe duda que el desenlace de una guerra está determinado principalmente por las condiciones militares, políticos, económicas y naturales en que se encuentra cada una de las dos partes beligerantes. Pero no sólo por ellas; está determinado también por la capacidad subjetiva de las partes beligerantes para dirigir la guerra. Un jefe militar no puede pretender ganar la guerra traspasando los limites impuestos por las condiciones materiales, pero si puede y debe esforzarse par vencer dentro de tales límites. El escenario de acción para un jefe militar está construido sobre las condiciones materiales objetivas, pero en este escenario puede dirigir magnificas acciones de épica grandiosidad.
El objetivo de la guerra no es otro que conservar las fuerzas propias y destruir las enemigas (destruir las fuerzas enemigas significa desarmarlas o privarlas de su capacidad para resistir, y no significa aniquilarlas todas físicamente). En las guerras antiguas, se usaban la lanza y el escudo: la lanza para atacar y destruir las fuerzas enemigas, y el escudo para defenderse y conservarse a si mismo. Hasta hoy, las armas no son más que una extensión de la lanza y el escudo. El bombardero, la ametralladora, el cañón de largo alcance y los gases tóxicos son desarrollos de la lanza, en tanto que el refugio antiaéreo, el casco de acero, las defensas de hormigón y la careta antigás, lo son del escudo. El tanque es una nueva arma que combina las funciones de la lanza y el escudo. El ataque es el medio principal para destruir las fuerzas enemigas, pero no se puede prescindir de la defensa. El ataque se realiza con el objetivo inmediato de aniquilar las fuerzas del enemigo, pero al mismo tiempo para conservar las fuerzas propias, porque si no aniquilas al enemigo, serás aniquilado. La defensa tiene como objetivo inmediato conservar las fuerzas propias, pero al mismo tiempo es un media de complementar el ataque o prepararse para pasar al ataque. La retirada pertenece a la categoría de la defensa y es una continuación de ésta, en tanto que la persecución es una continuación del ataque. Hay que señalar que la destrucción de las fuerzas enemigas es el objetivo primario de la guerra y la conservación de las fuerzas propias, el secundario, porque sólo se puede conservar eficazmente las fuerzas propias destruyendo las enemigas en gran número. Por lo tanto, el ataque, como media principal para destruir las fuerzas del enemigo, es lo primario, en tanto que la defensa, como media auxiliar para destruir las fuerzas enemigas y como uno de los medios para conservar las fuerzas propias, es lo secundario. Es cierto que en la práctica de la guerra, la defensa desempeña el papel principal en muchas ocasiones, mientras que en las demás lo desempeña el ataque, pero si la guerra se considera en su conjunto, el ataque sigue siendo lo primario.
Todos los principios orientadores de las operaciones militares provienen de un solo principio básico: esforzarse al máximo par conservar las fuerzas propias y destruir las del enemigo. (...) Cómo explicar entonces la promoción del espíritu heroico de autosacrificio en la guerra? Toda guerra impone un precio, a veces sumamente elevado. No se contradice esto con el principio de conservar las fuerzas propias? En rigor no hay contradicción alguna; para decirlo con mayor exactitud, los dos aspectos son contrarios que se complementan. Porque el sacrificio es necesario no sólo para aniquilar las fuerzas del enemigo, sino también para conservar las propias; la no conservación (sacrificio o pago del precio) parcial y temporal es indispensable para la conservación permanente de las fuerzas propias en su conjunto. De este principio básico se desprende la serie de principios que guían todas las operaciones militares, desde los principios de tiro (ponerse a cubierto para conservarse y emplear al máximo la potencia de fuego para aniquilar al enemigo) hasta los principios estratégicos: todos ellos están impregnados del espíritu de ese principio fundamental. Todos los principios relativos a la técnica militar, a la táctica, a las campañas y a la estrategia, están orientados a asegurar la realización de este principio básico. El principio de conservar las propias fuerzas y destruir las del enemigo es la base de todos los principios militares.
He aquí nuestros principios militares:
1. Asestar golpes primero a las fuerzas enemigas dispersas y aisladas, y luego a las fuerzas enemigas concentradas y poderosas.
2. Tomar primero las ciudades pequeñas y medianas y las vastas zonas rurales, y luego las grandes ciudades.
3. Tener por objetivo principal el aniquilamiento de la fuerza viva del enemigo y no el mantenimiento o conquista de ciudades o territorios. El mantenimiento o conquista de una ciudad o un territorio es el resultado del aniquilamiento de la fuerza viva del enemigo, y, a menudo, una ciudad o territorio puede ser mantenido o conquistado en definitiva sólo después de cambiar de manos repetidas veces.
4. En cada batalla, concentrar fuerzas absolutamente superiores (dos, tres, cuatro y en ocasiones hasta cinco o seis veces las fuerzas del enemigo), cercar totalmente las fuerzas enemigas y procurar aniquilarlas por completo, sin dejar que nadie se escape de la red. En circunstancias especiales, usar el método de asestar golpes demoledores al enemigo, esto es, concentrar todas nuestras fuerzas para hacer un ataque frontal y un ataque sobre uno o ambos flancos del enemigo, con el propósito de aniquilar una parte de sus tropas y desbaratar la otra, de modo que nuestro ejército pueda trasladar rápidamente sus fuerzas para aplastar otras tropas enemigas. Hacer lo posible par evitar las batallas de desgaste, en las que lo ganado no compensa lo perdido o sólo resulta equivalente. De este modo, aunque somos inferiores en el conjunto (hablando en términos numéricos), somos absolutamente superiores en cada caso y en cada batalla concreta, y esto nos asegura la victoria en las batallas. Con el tiempo, llegaremos a ser superiores en el conjunto y finalmente liquidaremos a todas las fuerzas enemigas.
5. No dar ninguna batalla sin preparación, ni dar ninguna batalla sin tener la seguridad de ganarla; hacer todos los esfuerzos para estar bien preparados para cada batalla, hacer todo lo posible para que la correlación existente entre las condiciones del enemigo y las nuestras nos asegure la victoria.
6. Poner en pleno juego nuestro estilo de lucha: valentía en el combate, espíritu de sacrificio, desprecio a la fatiga y tenacidad en los combates continuos (es decir, entablar combates sucesivos en un corto lapso y sin tomar repose).
7. Esforzarse por aniquilar al enemigo en la guerra de maniobras. Al mismo tiempo, dar importancia a la táctica de ataque a posiciones con el propósito de apoderarse de los puntos fortificados y ciudades en manos del enemigo.
8. Con respecto a la toma de las ciudades, apoderarse resueltamente de todos los puntos fortificados y ciudades débilmente defendidas por el enemigo. Apoderarse, en el momento conveniente y si las circunstancias lo permiten, de todos los puntos fortificados y ciudades que el enemigo defienda con medianas fuerzas. En cuanto a los puntos fortificados y ciudades poderosamente defendidos por el enemigo, tomarlos cuando las condiciones para ello hayan madurado.
9. Reforzar nuestro ejército con todas las armas y la mayor parte de los hombres capturados al enemigo. La fuente principal de los recursos humanos y materiales para nuestro ejército está en el frente.
10. Aprovechar bien el intervalo entre dos campañas para que nuestras tropas descansen, se adiestren y consoliden. Los períodos de descanso, adiestramiento y consolidación no deben, en general, ser muy prolongados para no dar, hasta donde sea posible, ningún respiro al enemigo.
Estos son los principales métodos que emplea el Ejército Popular de Liberación para derrotar a Chiang Kai-shek. Han sido forjados por el Ejército Popular de Liberación en largos años de lucha contra los enemigos nacionales y extranjeros, y corresponden completamente a nuestra situación actual. (...) Nuestra estrategia y táctica se basan en la guerra popular y ningún ejército antipopular puede utilizarlas.
Sin preparación, la superioridad de fuerzas no es superioridad real ni puede haber tampoco iniciativa. Sabiendo esta verdad, una fuerza inferior pero bien preparada, a menudo puede derrotar a una fuerza enemiga superior mediante ataques por sorpresa.
Sin un ejército popular, nada tendrá el pueblo.
Este ejército es fuerte porque todos sus hombres poseen una disciplina consciente; ellos se han unido y luchan, no por los intereses privados de unos cuantos individuos o de un estrecho grupo, sino por los intereses de las amplias masas populares y de toda la nación. El único propósito de este ejército es mantenerse firmemente junta al pueblo chino y servirlo de todo corazón.
El Ejército Rojo de China es una organización armada que ejecuta las tareas políticas de la revolución. Especialmente en el momento actual, el Ejército Rojo de ningún modo debe limitarse a combatir; además de combatir para destruir las fuerzas militares del enemigo, debe tomar sobre sí importantes tareas, tales como hacer propaganda entre las masas, organizar a las masas, armarlas, ayudarlas a establecer el Poder revolucionario, y hasta establecer organizaciones del Partido Comunista. El Ejército Rojo no combate meramente por combatir, sino para hacer propaganda entre las masas, organizar a las masas, armarlas y ayudarlas a establecer el Poder revolucionario. Sin estos objetivos, el combate perderá su sentido, y el Ejército Rojo, su razón de ser.
El Ejército Popular de Liberación es siempre un destacamento de combate. Aun después de la victoria nacional, continuará siéndolo durante el período histórico en que aún no hayan sido abolidas las clases en nuestro país y exista en el mundo el sistema imperialista. Respecto a este punto no debe haber ningún malentendido ni vacilación.
Tenemos un ejército de combate y un ejército de trabajo. Nuestro ejército de combate lo constituyen el VIII Ejército y el Nuevo 4. Cuerpo de Ejército. No obstante, incluso este ejército de combate cumple dos tareas: combate y se dedica a la producción. Contando con estos dos ejércitos, y siendo el ejército de combate diestro en ambas tareas y en el trabajo de masas, superaremos nuestras dificultades y derrotaremos al imperialismo japonés.
Nuestra defensa nacional será consolidada y no permitiremos que ningún imperialista vuelva a invadir nuestro territorio. Nuestras fuerzas armadas populares deben ser conservadas y ampliadas sobre la base del valeroso y probado Ejército Popular de Liberación. Dispondremos no sólo de un poderoso ejército, sino también de una aviación y una marina poderosas.
Nuestro principio es: el Partido manda al fusil, y jamás permitiremos que el fusil mande al Partido.
Todos nuestros mandos y combatientes deben tener siempre en cuenta que somos el gran Ejército Popular de Liberación, ejército dirigido par el gran Partido Comunista de China. A condición de que observemos constantemente las directivos del Partido, alcanzaremos la victoria.
El sistema de comités del Partido es una importante institución partidaria que garantiza la dirección colectiva e impide que una solo persona acapare la gestión de los asuntos. Recientemente, se ha averiguado que en algunos organismos dirigentes (desde luego, no en todos) es práctica habitual que una sola persona acapare la gestión de los asuntos y resuelva los problemas importantes. En lugar de hacerlo la reunión del comité del Partido, una sola persona decide la solución de los problemas importantes, y los miembros del comité están allí únicamente para cubrir las formalidades. Las divergencias entre los miembros del comité no logran resolverse y se dejan pendientes por largo tiempo. Los miembros del comité del Partido mantienen entre sí una unidad sólo formal, y no real. Hay que cambiar esta situación. En adelante, es necesario establecer un sano sistema de reuniones del comité del Partido en todas partes, desde los burós del Comité Central hasta los comités de prefectura del Partido, desde los comités de frente hasta los comités de brigada, así como en los órganos del Partido de las zonas militares (subcomisiones de la Comisión Militar Revolucionaria o grupos dirigentes) y en los grupos dirigentes del Partido en los organismos gubernamentales, organizaciones populares, agencia de noticias y periódicos. Todos los problemas de importancia (no, desde luego, los problemas"insignificantes ni aquéllos cuya solución, ya discutida y acordada en las reuniones, sólo necesita ponerse en práctica) deben someterse al comité para su discusión, de modo que los miembros del comité presentes expresen sin reservas su opinión y lleguen a claras y precisas decisiones, que luego serán ejecutadas por los miembros correspondientes. (...) Las reuniones del comité del Partido deben ser de dos clases, que no hay que confundir: reuniones del comité permanente y sesiones plenarias. Además, es necesario cuidar que entre la dirección colectiva y la responsabilidad personal no se exagere una de ellas desatendiendo la otra. En el ejército, los jefes tienen derecho a tomar decisiones de urgencia durante las operaciones y cuando las circunstancias lo exigen.
El secretario de un comité del Partido debe saber actuar como un buen jefe de escuadra. Un comité del Partido tiene de diez a veinte miembros; es como una escuadra del ejército, y el secretario, como el jefe de la escuadra. Por cierto, no es fácil dirigir bien esta escuadra. Cada buró o subburó del Comité Central dirige actualmente una vasta región y asume tareas muy pesadas. Dirigir no significa tan sólo decidir la orientación general y las medidas políticas específicas, sino también establecer los métodos de trabajo correctos. Aun cuando sean correctas la orientación general y las medidas políticas específicas, pueden surgir complicaciones si se desatienden los métodos de trabajo. Para cumplir su tarea de dirección, un comité del Partido debe apoyarse en los hombres de la escuadra y hacerles desempeñar plenamente su papel. Para ser un buen jefe de escuadra, el secretario debe estudiar mucho e investigar a fondo. Al secretario o subsecretario le será difícil dirigir bien a los hombres de la escuadra si no se preocupa de realizar una labor de propaganda y organización entre ellos, si no sabe mantener buenas relaciones con los miembros del comité ni estudia cómo conducir con éxito las reuniones. Si los hombres de la escuadra no marchan a compás, que ni piensen en dirigir decenas de millones de personas en el combate y en la construcción! Claro está que las relaciones entre el secretario y los miembros del comité se fundan sobre el principio de que la minoría debe someterse a la mayoría y, por lo tanto, difieren de las relaciones entre un jefe de escuadra y sus hombres. Decimos esto sólo a modo de analogía.
Colocar los problemas sobre la mesa. Esto lo deben hacer no sólo el jefe de la escuadra, sino también los miembros del comité. No se debe hablar a espaldas de la gente. Cuando surge algún problema, hay que celebrar una reunión, colocar el problema sobre la mesa para discutirlo y tomar decisiones, y el problema será resuelto. Si existen problemas y no se colocan sobre la mesa permanecerán sin resolver por largo tiempo y hasta seguirán pendientes durante años. Entre el jefe de la escuadra y los miembros del comité debe haber mutua comprensión. Nada hay más importante que la comprensión, el apoyo y la amistad entre el secretario y los miembros del comité, entre el Comité Central y sus burós, así como entre éstos y los comités regionales del Partido.
Intercambiar informaciones. Esto quiere decir que los miembros de un comité del Partido deben mantenerse mutuamente informados e intercambiar opiniones sobre los asuntos que hayan llegado a su conocimiento.
Esto es de gran importancia para lograr un lenguaje común. Algunos no lo hacen así y, como los vecinos de que habla Laotsi, no se visitan durante toda la vida, aunque cada uno oye el canto de los gallos y el ladrido de los perros de los otros. El resultado es que carecen de un lenguaje común.
Consultar a los subordinados sobre lo que no se comprenda o no se conozca, y no expresar con ligereza aprobación o desaprobación. (...) Nunca debemos fingir saber lo que no sabemos; no hay que sentir verg¸enza de consultar a los de abajo, por el contrario, debemos escuchar las opiniones de los cuadros de los niveles inferiores. Ser alumno antes de llegar a ser maestro. Consultar a los cuadros de abajo antes de dar órdenes. (...) Lo que dicen los cuadros inferiores puede ser correcto y puede no serlo; es preciso analizarlo. Debemos escuchar las opiniones justas y actuar en concordancia con ellas. (...) Hay que escuchar también las opiniones equivocadas de abajo y es erróneo no prestarles ninguna atención; pero, en vez de seguirlas, es necesario criticarlas.
Aprender a tocar el piano. Al tocar el piano se mueven los diez dedos; no se puede mover sólo algunos y no los demás. No obstante, si pulsamos el teclado con los diez dedos a la vez, no saldrá ninguna melodía. Para producir buena música, los diez dedos deben moverse de manera rítmica y coordinada. El comité del Partido debe asir firmemente la tarea central y, al mismo tiempo, desplegar en torno a ésta el trabajo en otros terrenos. En la actualidad, tenemos que preocuparnos de muchos campos; debemos atender al trabajo en todas las regiones, unidades militares y departamentos, y no fijar nuestra atención únicamente en algunos problemas, dejando de lado los demás. Dondequiera que haya un problema, tenemos que pulsar la tecla correspondiente: éste es un método que debemos dominar. Algunos tocan bien el piano y otros mal, y hay una gran diferencia entre las melodías que producen unos y otros. Los camaradas de los comités del Partido deben aprender a tocar el piano bien.
Asir firmemente. Es decir, el comité del Partido no sólo debe asir sus tareas principales sino que las debe asir firmemente. Se puede empuñar algo sólo cuando se lo agarra con firmeza, sin aflojar en lo más mínimo. Asir, pero no firmemente, es lo mismo que no asir. Naturalmente, no se puede empuñar nada con la mano abierta. Tampoco se empuña nada cuando se cierra la mano como para tomar algo, sin apretarla con fuerza. Algunos de nuestros camaradas toman en sus manes las tareas principales, pero no lo hacen con fuerza y, por eso, no pueden realizar un buen trabajo. No asir, no se puede; asir sin firmeza, tampoco.
Tener las cifras en la cabeza. Es decir, debemos prestar atención al aspecto cuantitativo de una situación o problema y hacer un análisis cuantitativo básico. Toda calidad se manifiesta en una cantidad determinada, sin cantidad no puede haber calidad. Hasta la fecha, muchos de nuestros camaradas todavía no comprenden que deben prestar atención al aspecto cuantitativo de las cosas: las estadísticas básicas, los principales porcentajes y los límites cuantitativos que determinan las calidades de las cosas. No tienen las cifras en la cabeza y, en consecuencia, no pueden evitar errores.
Bando a la población. Hay que anunciar con anticipación las reuniones; esto es como colocar un bando a la población, para que todo el mundo sepa qué se va a discutir y qué problemas hay que resolver y pueda prepararse con tiempo. En algunos lugares se convocan reuniones de cuadros sin tener listos de antemano los informes ni los proyectos de resolución, y se los improvisa, mal que bien, cuando ya han llegado los participantes; esto recuerda el dicho: Han llegado las tropas y los caballos, pero no está lista la comida ni el forraje. Eso no es bueno. No hay que apresurarse a convocar una reunión si no se ha preparado bien.
Menos pero mejores tropas, y una administración más simple. Charlas, discursos, artículos y resoluciones, todo debe ser claro y conciso. Del mismo modo, las reuniones no deben ser demasiado largas.
Prestar atención a unirse en el trabajo con los camaradas cuyas opiniones difieren de las propias. Hay que tener presente este principio tanto en los organismos locales como en el ejército. Esto también se aplica a nuestras relaciones con las personas no pertenecientes al Partido. Hemos venido desde todos los rincones del país y debemos saber unirnos en el trabajo no sólo con los camaradas que comparten nuestras opiniones, sino también con los que sostienen opiniones diferentes.
Guardarse de la arrogancia. Este es un problema de principio para todo dirigente, y es también una importante condición para mantener la unidad. No deben ser arrogantes ni siquiera quienes no hayan cometido errores graves y hayan logrado grandes éxitos en su trabajo.
Trazar dos líneas divisorias. Primero, entre la revolución y la contrarrevolución, entre Yenán y Sían*. Algunos no comprenden que es preciso trazar esta línea divisoria. Por ejemplo, cuando combaten el burocratismo, hablan de Yenán como si aquí no hubiera nada bueno, y no hacen la comparación ni la distinción entre el burocratismo en Yenán y el burocratismo en Sían. Cometen así un error fundamental. Segundo, dentro de las filas de la revolución es necesario hacer una clara distinción entre lo justo y lo erróneo, entre los éxitos y las deficiencias, y, además, poner en claro cuál de los dos aspectos es el principal y cuál el secundario. Por ejemplo, representan los éxitos el 30 ó el 70 por ciento? No está bien subestimarlos, tampoco lo está exagerarlos. Hay que evaluar en forma global el trabajo de una persona y establecer si sus éxitos representan el 30 por ciento y sus errores el 70 por ciento, o a la inversa. Si los éxitos llegan al 70 por ciento, el trabajo de dicha persona debe ser aprobado en lo esencial. Sería enteramente incorrecto considerar los errores como lo principal cuando lo son, en realidad, los éxitos. Al examinar los problemas nunca debemos olvidarnos de trazar estas dos líneas divisorias: entre la revolución y la contrarrevolución, entre los éxitos y las deficiencias. Si tenemos presentes estas dos líneas divisorias, las cosas marcharán bien; de otro modo confundiremos la naturaleza de los problemas. Desde luego, establecer bien estas líneas divisorias requiere estudio y análisis cuidadosos. Debemos adoptar una actitud de análisis y estudio hacia cada persona y cada cuestión.
[* Yenán fue la sede del Comité Central del Partido Comunista de China desde enero de 1937 a marzo de 1947; Sian era el centro de la dominación reaccionaria del Kuomintang en el Noroeste de China. El camarada Mao Tse-tung cita aquí las dos ciudades como símbolos de la revolución y de la contrarrevolución.]
En el plano orgánico, se asegurará la democracia bajo una dirección centralizada. Esto se realizará conforme a las siguientes líneas:
1) Los organismos dirigentes del Partido, a fin de erigirse en auténticos centros de dirección, deben trazar una línea correcta de orientación y encontrar soluciones cuando surgen problemas.
2) Los organismos superiores deben conocer bien la situación de los organismos inferiores y la vida de las masas, a fin de tener una base objetiva para dirigir con acierto.
3) Ningún organismo del Partido, cualquiera que sea su nivel, debe resolver los problemas a la ligera. Toda decisión, una vez adoptada, debe ponerse en práctica con firmeza.
4) Todas las decisiones de alguna importancia de los organismos superiores del Partido, serán transmitidas cuanto antes a los organismos inferiores y a los militantes de filas del Partido. (...).
5) Los organismos inferiores y los militantes de filas del Partido deben discutir en detalle las directivas de los organismos superiores, con el objeto de comprender a fondo su significado y determinar los métodos para llevarlas a efecto.
El pueblo, y sólo el pueblo, es la fuerza motriz que hace la historia mundial.
Las masas son los verdaderos héroes, en tanto que nosotros somos a menudo pueriles y ridículos; sin comprender esto, no podremos adquirir ni los conocimientos más elementales.
Las masas populares poseen un poder creador ilimitado. Pueden organizarse y dirigir sus esfuerzos hacia los lugares y sectores de trabajo donde puedan poner en pleno juego su energía; pueden dirigir sus esfuerzos, tanto en extensión como en profundidad , hacia la producción y crear para sí un creciente número de instituciones de bienestar.
El actual ascenso del movimiento campesino es un acontecimiento grandioso. Dentro de poco, centenares de millones de campesinos en las provincias del centro, el Sur y el Norte de China se levantarán como una tempestad, un huracán, una fuerza tan impetuosa y violenta que nada, por poderoso que sea, podrá contener. Romperán todas las trabas y se lanzarán por el camino de la liberación. Sepultarán a todos los imperialistas, caudillos militares, funcionarios corruptos, déspotas locales y shenshi malvados*. Todos los partidos y camaradas revolucionarios serán sometidos a prueba ante los campesinos y tendrán que decidir a qué lado colocarse. Hay tres alternativas. Ponerse al frente de ellos y dirigirlos? Quedarse a su zaga gesticulando y criticando? Salirles al paso y combatirlos? Cada chino es libre de optar entre estas tres alternativas, pero los acontecimientos le obligarán a elegir rápidamente.
[* Los déspotas locales y los shenshi malvados eran los terratenientes campesinos ricos, funcionarios retirados u hombres ricos en la vieja sociedad china quienes, aprovechándose de su influencia y poder, hacían y deshacían a su antojo en el campo o la ciudad. Como representantes políticos de la clase terrateniente en las localidades controlaban el Poder local y manejaban los pleitos judiciales, se entregaban a la corrupción y llevaban una vida disoluta, cometían toda clase de fechorías y oprimían cruelmente al pueblo.]
El auge de la transformación social en el campo, de la cooperativización agrícola, se observa ya en algunas zonas y pronto se extenderá a todo el país. Se trata de un vasto movimiento revolucionario socialista que abarca a más de quinientos millones de habitantes rurales, movimiento de singular importancia mundial. Debemos dirigirlo de manera activa, entusiasta y sistemática, y no hacerlo retroceder por un medio u otro. En el curso del movimiento se producen inevitablemente ciertas desviaciones, lo cual es comprensible, y no será difícil corregirlas. Los defectos o errores que se observen entre los cuadros y los campesinos, pueden ser superados o subsanados por ellos si les brindamos una ayuda activa.
Existe latente en las masas un entusiasmo inagotable por el socialismo. Los que sólo saben seguir los caminos rutinarios aun en un periodo revolucionario, son absolutamente incapaces de percibir este entusiasmo. Están ciegos, todo es tinieblas delante suyo. A veces llegan hasta llamar erróneo a lo justo y confundir lo negro con lo blanco. Acaso son pocas las personas de este tipo con que nos hemos encontrado? Los que sólo saben seguir los caminos trillados subestiman invariablemente el entusiasmo del pueblo. Cuando aparece una cosa nueva, la desaprueban y se precipitan a combatirla para admitir más tarde su derrota y hacerse un poco de autocrítica. Pero, ante la próxima cosa nueva, repiten de punta a cabo el mismo proceso. Esta es su manera de actuar frente a toda cosa nueva. Tales personas se ven siempre en la pasividad, nunca avanzan en los momentos críticos, y siempre hay que propinarles un fuerte empujón para que den un paso adelante.
Durante más de veinte años, nuestro Partido ha llevado adelante diariamente el trabajo de masas, y desde hace más de diez años, viene hablando a diario de la línea de masas. Siempre hemos sostenido que la revolución debe apoyarse en las masas populares y contar con la participación de todos, y nos hemos opuesto a que se confíe sólo en unas cuantas personas que dictan órdenes. Sin embargo, algunos camaradas todavía no aplican a fondo la línea de masas en su trabajo; todavía se apoyan sólo en unas pocas personas y trabajan en un frío y quieto aislamiento. Una de las razones es que, cualquier cosa que hagan, nunca se muestran dispuestos a explicarla a los que ellos dirigen, y no saben cómo despertar su iniciativa y energía creadora. Subjetivamente, quieren que todos participen en el trabajo, pero no les dan a conocer lo que deben hacer ni la forma de hacerlo. De esta manera, cómo puede esperarse que todos se pongan en movimiento y que las cosas se hagan bien? Para resolver este problema, lo esencial es, naturalmente, llevar a cabo una educación ideológica en el espíritu de la línea de mesas; al mismo tiempo, es necesario enseñar a esos camaradas muchos métodos concretes de trabajo.
La experiencia de los últimos veinticuatro años nos demuestra que toda tarea, política y estilo de trabajo correctos responden a las demandas de las masas en un tiempo y lugar determinados y nos unen con ellas, y que toda tarea, política y estilo de trabajo incorrectos van en contra de las demandas de las masas en determinado tiempo y lugar y nos apartan de ellas. Enfermedades tales como el dogmatismo, el empirismo, el autoritarismo, el seguidismo, el sectarismo, el burocratismo y la arrogancia en el trabajo son indefectiblemente perjudiciales e intolerables y toda persona que las padezca tiene que superarlas, porque ellas nos alejan de las masas.
Para mantenernos vinculados con las masas, debemos actuar de acuerdo con sus necesidades y deseos. En todo trabajo que se realice para las masas, se requiere partir de sus necesidades y no del buen deseo de un individuo. Sucede con frecuencia que objetivamente las masas necesitan un cambio determinado, pero que subjetivamente no tienen todavía conciencia de esa necesidad y no están dispuestas o decididas a realizarlo. En tales circunstancias, debemos esperar con paciencia. No debemos realizar el cambio hasta que, por efecto de nuestro trabajo, la mayor parte de las masas haya adquirido conciencia de la necesidad de ese cambio y tenga el deseo y la decisión de hacerlo. De otro modo, nos aislaremos de las masas. Todo trabajo que requiera la participación de las masas resultará ser una mera formalidad y terminará en el fracaso si las masas no están conscientes de la necesidad de ese trabajo ni se muestran dispuestas a participar en él. (...) He aquí dos principios: uno es las necesidades reales de las masas, y no necesidades imaginadas par nosotros, y el otro, el deseo de las masas y la decisión que toman ellas mismas y no la que tomemos nosotros en su lugar.
Nuestro Congreso debe llamar a todo el Partido a mantenerse vigilante y velar porque ningún camarada en ningún puesto de trabajo se aparte de las masas. Es necesario enseñar a cada camarada a amar a las masas populares y escucharlas atentamente; a identificarse con las masas dondequiera que se encuentre y, en lugar de situarse por encima, sumergirse en ellas; a despertar a las masas y elevar su conciencia política de acuerdo con su nivel del momento, y ayudarlas, ciñéndose al principio de plena voluntariedad, a organizarse gradualmente y a desplegar paso a paso todas las luchas necesarias que permitan las condiciones internas y externas en un tiempo y lugar determinados.
Si tratáramos de pasar a la ofensiva cuando las masas aún no despiertan, esto seria aventurerismo. Si insistiéramos en conducir a las masas a hacer algo contra su voluntad, iríamos inevitablemente al fracaso. Si no avanzáramos cuando las masas exigen avanzar, esto seria oportunismo de derecha.
El autoritarismo es erróneo en cualquier tipo de trabajo, porque actúa por sobre el nivel de conciencia política de las masas y viola el principio de voluntariedad, reflejando el mal de la precipitación. Nuestros camaradas no deben dar por sentado que lo que ellos comprenden también es comprendido por las masas. Para saber si las masas lo comprenden y están dispuestas a actuar, debemos ir a investigar en media de ellas. Actuando así, podremos evitar el autoritarismo. También es erróneo el seguidismo en cualquier tipo de trabajo, porque significa rezagarse del nivel de conciencia política de las masas y violar el principio dé dirigirlas en su avance, reflejando el mal de la lentitud. Nuestros camaradas no deben suponer que las masas se nos adelantan y están ansiosas de avanzar, mientras que nuestros camaradas son incapaces de actuar como dirigentes de las masas y, reflejando las opiniones de ciertos elementos atrasados y considerándolas equivocadamente como si fueran de las masas, se convierten en cola de esos elementos.
Resumir las ideas de las masas y llevarlas luego a las masas para que éstas perseveren en ellas y las traduzcan en acción, y, de esta manera, formular ideas correctas de dirección: tal es el método fundamental de dirección.
En todo el trabajo práctico de nuestro Partido, toda dirección justa es necesariamente de las masas, a las masas. Esto significa: recorrer las ideas (dispersas y no sistemáticas) de las masas y resumirlas (transformarlas en ideas sintetizadas y sistematizadas mediante el estudio) para luego llevarlas a las masas, propagarlas y explicarlas, de moda que las masas se apropien de ellas, perseveren en ellas y las traduzcan en acción; al mismo tiempo, comprobar en la acción la justeza de esas ideas; luego, volver a resumir las ideas de las masas y a llevarlas a las masas para que perseveren en ellas. Esto se repite infinitamente, y las ideas se tornan coda vez más justas, más vivas y más ricos de contenido. Tal es la teoría marxista del conocimiento.
Debemos ir a las masas, aprender de ellas, sintetizar sus experiencias y deducir de éstas principios y métodos aún mejores y sistemáticos y, luego, explicarlos a las masas (hacer propaganda entre ellas) y llamarlas a ponerlos en práctica para resolver sus problemas y alcanzar la liberación y la felicidad.
En nuestros organismos dirigentes de algunos lugares, hay quienes creen que basta con que los dirigentes conozcan la política del Partido y que no hay necesidad de darla a conocer a las masas. Esta es una de las rezones fundamentales por la cual parte de nuestra labor no ha podido realizarse bien.
En todo movimiento de masas, debemos hacer una investigación y un análisis básicos del número de los partidarios activos, de los opositores y de los que mantienen una posición intermedia, y no tomar decisiones sin fundamento ni de manera subjetiva.
En cualquier lugar, las masas están integradas, en general, por tres categorías de personas: las relativamente activas, las intermedias y las relativamente atrasadas. Por eso, los dirigentes deben saber unir al pequeño número de activistas en torno a la dirección y, apoyándose en ellos, elevar el entusiasmo de los elementos intermedios y ganarse a los atrasados.
Saber convertir la política del Partido en acción de las masas, saber conseguir que no sólo los cuadros dirigentes sino también las grandes masas conozcan y dominen cada movimiento y cada lucha que emprendamos: éste es un arte de dirección marxista-leninista. Es también lo que permite determinar si cometemos o no errores en nuestra labor.
Por activo que se muestre el grupo dirigente, su actividad no pasará de ser el infructuoso esfuerzo de un puñado de personas, a menos que sea combinada con la actividad de las masas. Por otra parte, la actividad de las masas, sin un firma grupo dirigente que la organice en forma apropiada, no puede mantenerse mucho tiempo, ni desarrollarse en una dirección justa ni elevarse a un nivel más alto.
La producción de las masas, sus intereses, sus experiencias y su estado de ánimo: todo esto debe ser objeto de la constante atención de los cuadros dirigentes.
Debemos prestar profunda atención a los problemas relativos a la vida de las masas, desde los problemas de la tierra y el trabajo hasta los del combustible, el arroz el aceite y la sol. (...) Todos estos problemas relativos a la vida de las masas deben figurar en nuestro orden del día. Es preciso discutirlos y adoptar decisiones sobre ellos, ponerlas en práctica y verificar sus resultados. Debemos ayudar a las masas a comprender que nos otros representamos sus intereses y vivimos la misma vida que ellas. Debemos ayudarlas a que, partiendo de estas cosas, lleguen a la comprensión de las tareas aún más elevadas que hemos planteado, las de la guerra revolucionaria, de manera que apoyen la revolución, la extiendan por todo el país y, respondiendo a nuestros llamamientos políticos, luchan hasta el fin por la victoria de la revolución.
En aquel tiempo (durante la Primera Guerra Civil Revolucionaria--1924-1927 -- N. de la Red.) fue instituido en el ejército el sistema de representantes del Partido y de departamentos políticos, sistema desconocido hasta entonces en la historia china y que cambió totalmente la fisonomía del ejército. El Ejército Rojo, fundado en 1927, y el VIII Ejército actual han heredado y desarrollado este sistema.
Sobre la base de la guerra popular y de los principios de unidad entre el ejército y el pueblo, de unidad entre los mandos y los combatientes y de desintegración de las tropas enemigas, el Ejército Popular de Liberación ha desarrollado su vigorosa labor político revolucionaria, que constituye un importante factor para obtener la victoria sobre el enemigo.
Este ejército (el VIII Ejército y el Nuevo 4° Cuerpo de Ejército -- N. de la Red.) ha creado un sistema de trabajo político indispensable para la guerra popular y cuyo objetivo es promover la unidad en sus propias filas, la unidad con las tropas amigos y la unidad con el pueblo, desintegrar las fuerzas enemigas y garantizar la victoria en el combate.
El trabajo político es la arteria vital de todo nuestro trabajo económico. Esto es particularmente cierto en el periodo en que el sistema socio-económico experimenta un cambio fundamental.
La célula del Partido se organiza a nivel de compañía; ésta es una razón importante de por qué el Ejército Rojo se mantiene indestructible en una lucha tan dura.
El trabajo político del VIII Ejército se rige por tres principios fundamentales. Primero, el principio de unidad entre oficiales y soldados, que significa erradicar las prácticas feudales en el ejército, prohibir los castigos corporales e insultos, implantar una disciplina consciente y crear un modo de vida en que oficiales y soldados comparten penas y alegrías. Gracias a esto, todo el ejército se encuentra estrechamente unido. Segundo, el principio de unidad entre el ejército y el pueblo, que supone observar una disciplina que proscribe hasta el más leve perjuicio a los intereses del pueblo, hacer propaganda entre las masas, organizarlas y armarlas; aliviar sus cargos económicas, y reprimir a los traidores a la patria, que causan daño al ejército y al pueblo. Así el ejército se halla estrechamente unido con el pueblo y es bien acogido en todas partes. Tercero, el principio de desintegrar a las tropas enemigas y tratar con indulgencia a los prisioneros de guerra. Nuestra victoria no depende únicamente de las operaciones militares de nuestras tropas, sino también de la desintegración de las tropas enemigas.
Nuestras tropas deben atenerse a los principios correctos que rigen sus relaciones con el pueblo, con el gobierno y con el Partido, así como las relaciones entre los oficiales y los soldados, entre el trabajo militar y el político y entre los cuadros; jamás deben contaminarse con el caudillismo militar. Los oficiales deben preocuparse por sus soldados y no mostrarse indiferentes hacia ellos ni recurrir a castigos corporales. El ejército debe preocuparse por el pueblo y no perjudicar nunca sus intereses; debe respetar al gobierno y al Partido y jamás independizarse de ellos.
Nuestra política hacia los prisioneros capturados a las tropas japonesas, títeres o anticomunistas es ponerlos en libertad a todos, excepto a los que hayan incurrido en el odio profundo de las masas, que no merezcan otra cosa que la pena capital y cuya sentencia haya sido ratificada por las autoridades superiores. Debemos ganar para el servicio de nuestras fuerzas a gran número de los que han sido obligados a incorporarse a las fuerzas reaccionarias y que en mayor o menor grado se sienten inclinados hacia la revolución, y al resto de los prisioneros, dejarlos en libertad. Si vuelven a caer prisioneros, les daremos otra vez la libertad. No debemos insultarlos, ni despojarlos de sus efectos personales ni arrancarles confesiones, sino tratarlos sincera y afablemente. Esta es nuestra política con respecto a todos ellos, no importa cuán reaccionarios sean. Este es un media muy eficaz para aislar al campo reaccionario.
Las armas son un factor importante en la guerra, pero no el decisivo. El factor decisivo es el hombre, y no las cosas. Determinan la correlación de fuerzas no sólo el poderío militar y económico, sino también los recursos humanos y la moral. El poderío militar y económico es manejado por el hombre.
La bomba atómica es un tigre de papel que los reaccionarios norteamericanos utilizan para asustar a la gente. Parece terrible, pero de hecho no lo es. Por supuesto, la bomba atómica es un arma de matanza en vasta escala, pero el resultado de una guerra lo decide el pueblo y no uno o dos nuevos tipos de armas.
Los soldados constituyen los cimientos de un ejército. Si el ejército no está imbuido de un espíritu político progresista, si no se realiza, con este objetivo, un trabajo político progresista, será imposible alcanzar una auténtica unidad entre oficiales y soldados, despertar al máximo su entusiasmo por la Guerra de Resistencia y proveer una buena base para que nuestra técnica y nuestra táctica pongan en pleno juego su eficacia.
El punto de vista puramente militar está muy difundido entre una parte de los camaradas del Ejército Rojo. Se manifiesta en lo siguiente:
1. Estos camaradas consideran los asuntos militares y la política como opuestos entre sí y se niegan a reconocer que los asuntos militares representan tan sólo uno de los medios para cumplir las tareas políticos. Algunos llegan hasta afirmar que si lo militar marcha bien, lo político naturalmente marchará bien; si lo militar no marcha bien, tampoco marchará bien lo político, así van tan lejos que conceden a los asuntos militares una posición rectora sobre la política.
( . . .)
La educación ideológica es el eslabón clave que debemos empuñar firmemente en la labor de unir a todo el Partido para la gran lucha política. De no proceder así, el Partido no podrá cumplir ninguna de sus tareas políticas.
En los últimos tiempos, se ha debilitado la labor ideológica y político entre los intelectuales y jóvenes estudiantes, y han surgido algunas tendencias malsanas. A los ojos de algunos, ya es innecesario preocuparse de la política, del futuro de la patria o los ideales de la humanidad, y el marxismo, que estaba antes tan de moda, ya no lo está tanto. Para contrarrestar estas tendencias, debemos ahora intensificar nuestra labor ideológica y político. Tanto los intelectuales como los estudiantes deben estudiar con ahínco. A la par del estudio de sus especialidades, tienen que progresar ideológica y políticamente, y para eso deben estudiar el marxismo y los problemas políticos y de actualidad. No tener una justa concepción política equivale a no tener alma. (...) Todos los departamentos y organizaciones deben responsabilizarse de la labor ideológica y político. Esto se aplica al Partido Comunista, a la Liga de la Juventud, a los departamentos gubernamentales encargados de esta labor y con mayor motivo, a los directores y profesores de los centros docentes.
Gracias a la educación político, los soldados del Ejército Rojo han adquirido conciencia de clase y conocimientos elementales en lo que atañe a cómo distribuir la tierra, establecer los órganos del Poder, armar a los obreros y campesinos, etc. Saben que están luchando para sí mismos, para la clase obrera y el campesinado. Por lo tanto, soportan sin quejarse las penalidades de la dura lucha. Cada compañía, batallón o regimiento tiene su comité de soldados, que representa los intereses de éstos y realiza el trabajo político y de masas.
El correcto desarrollo de la campaña de narración de los sufrimientos (sufrimientos infligidos al pueblo trabajador por la vieja sociedad y por los reaccionarios) y de las tres verificaciones (del origen de clase, del cumplimiento del deber y de la voluntad de lucha), elevó en gran medida la conciencia política de los mandos y combatientes de todo el ejército en la lucha por la emancipación de las masas trabajadoras explotadas, por el cumplimiento de la reforma agraria en todo el país y por la destrucción de la pandilla de Chiang Kai-shek enemigo común del pueblo. Al mismo tiempo, fortaleció considerablemente la ya firma cohesión de todos los mandos y combatientes bajo la dirección del Partido Comunista. Sobre esta base, el ejército adquirió un mayor grado de pureza, fortaleció la disciplina, desplegó un movimiento de adiestramiento masivo de las tropas y siguió desarrollando, con una dirección eficaz y en completo orden, la democracia en los terrenos político, económico y militar. De esta forma, el ejército se ha unido como un solo hombre, aportando cada uno sus ideas y sus esfuerzos; no teme ningún sacrificio, sabe vencer las dificultades materiales y da prueba de intrepidez y heroísmo colectivos en la destrucción del enemigo. Semejante ejército será invencible.
En los últimos meses, casi todas las unidades del Ejército Popular de Liberación han utilizado los intervalos entre las batallas para emprender un vasto trabajo de adiestramiento y consolidación. Esta labor se ha llevado a cabo con una dirección eficaz, en complete orden y de manera democrática. Con ello se ha estimulado el fervor revolucionario de las grandes masas de mandos y combatientes, se les ha hecho comprender con claridad el objetivo de la guerra, se han eliminado las tendencias ideológicas incorrectas y los fenómenos indeseables existentes en el ejército, se ha educado a los cuadros y combatientes y ha crecido enormemente la capacidad de combate del ejército. De ahora en adelante, debemos continuar realizando este nuevo tipo de movimiento democrático de masas para la educación ideológica en el ejército.
La política educacional del Instituto Militar y Político Antijaponés es: firme y justa orientación política, abnegación y sencillez en el trabajo, flexibilidad y agilidad en la estrategia y la táctica. Estos son los tres elementos indispensables para la formación de un soldado revolucionario antijaponés, y es en concordancia con ellos como el personal del Instituto enseña y los alumnos estudian.
Nuestra nación ha tenido siempre un estilo de lucha tenaz, que debemos desarrollar. (...) El Partido Comunista, en particular, ha propugnado siempre una firme y justa orientación política, (...) Esta orientación es inseparable del estilo de lucha tenaz. Sin una orientación política firma y justa, no es posible promover ese estilo de lucha. Y sin un estilo así, tampoco es posible aplicar una firma y justa orientación político.
Unidad, dinamismo, seriedad y vivacidad.
Lo que realmente cuenta en el mundo es ser concienzudo, y el Partido Comunista se esfuerza por ser el más concienzudo.
Nuestro ejército se adhiere invariablemente a dos principios: el primero, debemos ser implacables con el enemigo, aplastarlo y aniquilarlo; el segundo, debemos ser bondadosos y unirnos con los nuestros, con el pueblo, los camaradas, nuestros superiores y subordinados.
Venimos de todos los rincones del país y nos une un objetivo revolucionario común. (...) Nuestros cuadros deben preocuparse por cada soldado, y todos los que integran las filas revolucionarias deben cuidarse, tenerse afecto y ayudarse mutuamente.
Hay que desplegar, en cada unidad del ejército, un movimiento de apoyo a los cuadros y preocupación por los soldados, llamando a los cuadros a preocuparse por los soldados y a éstos a apoyar a los cuadros. Unos y otros deben hacerse ver de manera franca los defectos y errores, y corregirlos rápidamente. De este modo se obtendrá una excelente unidad interna.
Muchos creen que son los métodos erróneos los que provocan tirantez en las relaciones entre oficiales y soldados, y entre ejército y pueblo; pero yo siempre les he dicho que la cuestión reside en la actitud fundamental (o el principio fundamental), que debe ser de respeto a los soldados y al pueblo. De esta actitud nacen la política, los métodos y las maneras apropiados. Si nos apartamos de esta actitud, la política, los métodos y las maneras serán inevitablemente erróneos, y no se lograrán en modo alguno buenas relaciones entre oficiales y soldados y entre ejército y pueblo. Nuestro trabajo político en el ejército tiene tres principios cardinales: primero, unidad entre oficiales y soldados; segundo, unidad entre ejército y pueblo, y tercero, desintegración de las fuerzas enemigas. Para aplicar eficazmente estos principios, hay que partir de la actitud fundamental de respeto a los soldados, al pueblo y a la dignidad humana de los prisioneros de guerra que hayan depuesto las armas. Quienes piensan que no se trata de una actitud fundamental sino de una cuestión técnica están muy equivocados y deben corregir su error.
Al actuar entre los trabajadores, los comunistas deben emplear el método democrático de persuasión y educación y en ningún caso adoptar una actitud autoritaria o recurrir a la coacción. El Partido Comunista de China observe fielmente este principio marxista-leninista.
Nuestros camaradas deben comprender que la reeducación ideológica supone un trabajo prolongado, paciente y minucioso, y no pueden pretender que, con unas cuantas conferencias o reuniones, la gente cambie su ideología formada a lo largo de décadas de vida. La única forma de convencer es la persuasión, no la coacción. Esta última jamás logrará convencer a nadie. Es inútil todo intento de convencer por la fuerza. Semejante método puede utilizarse con el enemigo, pero de ningún modo con camaradas o amigos.
Debemos trazar una línea divisoria entre el enemigo y nosotros, y no adoptar una posición antagónica hacia nuestros camaradas tratándolos como a enemigos. Al hablar, debemos hacerlo con el ardiente deseo de defender la causa del pueblo y de elevar su conciencia política, y en ningún momento ridiculizarlo o atacarlo.
Ej ejército debe fundirse con el pueblo, de suerte que éste vea en él su propio ejército. Un ejército así será invencible. (...)
Hay que hacer comprender a cada camarada que, si nos apoyamos en el pueblo, creemos firmemente en el inagotable poder creador de las masas populares y, por lo tanto, confiamos en el pueblo y nos identificamos con él, podremos superar toda dificultad, y cualquier enemigo, en vez de aplastarnos, será aplastado por nosotros.
Dondequiera que vayan, nuestros camaradas deben establecer buenas relaciones con las masas, preocuparse por ellas y ayudarlas a vencer sus dificultades. Deben unirse con las masas populares, y cuanto más numerosas sean las masas con las que se unan, tanto mejor.
En las regiones liberadas, el ejército debe apoyar al gobierno y preocuparse por el pueblo, y los órganos del Poder democrático, por su parte, deben dirigir al pueblo en su esfuerzo por apoyar al ejército y preocuparse por las familias de los combatientes de la Guerra de Resistencia. De esta manera, se harán aún mejores las relaciones entre ejército y pueblo.
En el ejército debe efectuarse un trabajo ideológico entre todos los mandos y combatientes para que comprendan cabalmente la importancia de apoyar al gobierno y preocuparse por el pueblo. Si el ejército cumple bien este deber, los órganos del Poder locales y la población mejorarán, a su vez, sus relaciones con el ejército.
En las campañas de apoyar al gobierno y preocuparse por el pueblo y de apoyar al ejército y preocuparse por las familias de los combatientes de la Guerra de Resistencia, las unidades del ejército y los organismos del Partido y del gobierno deben examinar a fondo sus respectivos defectos y errores cometidos en 1943, y corregirlos resueltamente en 1944. De ahora en adelante, en el primer mes de cada año lunar, se desarrollarán en todas las bases campañas como éstas. En el curso de ellas, se procederá a leer una y otra vez los compromisos de apoyar al gobierno y preocuparse por el pueblo, y de apoyar al ejército y preocuparse por las familias de los combatientes de la Guerra de Resistencia, y se efectuarán repetidas autocríticas ante las masas por toda arbitrariedad que hayan cometido las tropas en las bases de apoyo contra los cuadros del Partido y del gobierno o contra los civiles, y por las insuficiencias en la atención de éstos hacia las tropas (cada parte se criticará a si misma y no a la otra), para que estos defectos y errores se enmienden definitivamente.
Es preciso practicar en un grado apropiado la democracia en el ejército. Lo principal es abolir la práctica feudal de castigos corporales e insultos, y velar porque oficiales y soldados compartan penas y alegrías en la vida cotidiana. Una vez que esto se consiga, será alcanzada la unidad entre oficiales y soldados, aumentará extraordinariamente la capacidad combativo del ejército y no habrá motivo para inquietarse por nuestra capacidad para sostener esta larga y encarnizada guerra.
Pese a las duras condiciones de vida y los frecuentes combates, el Ejército Rojo se mantiene tan firme como antes; esto lo explica, además del papel del partido, la práctica de los principios democráticos en el ejército. Los oficiales no golpean a los soldados; oficiales y soldados reciben trato igual; estos últimos gozan de libertad de reunión y de palabra; se ha terminado con las formalidades inútiles, y las finanzas se manejan a la vista de todos. (...) En China, la democracia la necesita no sólo el pueblo, sino también el ejército. El sistema democrático en el ejército es un arma importante para destruir aquellos rasgos propios de los ejércitos mercenarios feudales.
La orientación del trabajo político en nuestro ejército consiste en desplegar sin reservas la actividad de los soldados, los mandos y el resto del personal, a fin de lograr, mediante un movimiento democrático bajo una dirección centralizada, tres objetivos principales: alto grado de unidad política, mejores condiciones de vida y un nivel superior de habilidad militar y preparación táctica. Las tres verificaciones y las tres rectificaciones[*] que actualmente se llevan a cabo con entusiasmo en las unidades de nuestro ejército, se orientan a lograr los dos primeros objetivos a través de la práctica de la democracia en lo político y económico.
La democracia en lo económico requiere que se asegure a los representantes elegidos por los soldados el derecho de secundar al mando de la compañía (sin pasar por encima de su autoridad) en la administración de las vituallas y otras provisiones.
La democracia en lo militar requiere que se realice, en los períodos de adiestramiento, una instrucción mutua entre oficiales y soldados y entre los mismos sóldados, y que, en los períodos de combate, las compañías celebren reuniones grandes y pequeñas en el frente mismo. Bajo la dirección del mando de la compañía, hay que estimular a los soldados a discutir la manera de atacar y tomar las posiciones enemigas y de cumplir otras tareas del combate. Cuando la lucha se prolonga par algunos días, hay que celebrar varias de tales reuniones. Semejante democracia en lo militar fue practicada con gran éxito en la batalla de Panlung, Norte de Shensí, y en la batalla de Shichiachuang, región de Shansí-Chajar-Jopei. Se ha probado que esta práctica sólo acarrea beneficios y no causa perjuicio alguno.
* [Las tres verificaciones y las tres rectificaciones constituyeron un importante movimiento para la consolidación del Partido y el reforzamiento de la educación ideológica en el ejército, que nuestro Partido efectuó en conexión con la reforma agraria durante la Guerra Popular de Liberación. Las tres verificaciones significaban, en las organizaciones locales del Partido, verificar el origen de la clase, la ideología y el estilo de trabajo y, en el ejército, verificar el origen de clase, el cumplimiento del deber y la voluntad de lucha. Las tres rectificaciones significaban la consolidación de la organización, el fortalecimiento de la educación ideológica y la rectificación del estilo de trabajo.]
El Partido Comunista de China, que está empeñado en una grandiosa lucha, exige a todos sus organismos dirigentes, miembros y cuadros que desplieguen al máximo su iniciativa; sólo así será posible la victoria. Esta iniciativa ha de manifestarse concretamente en el poder creador de los organismos dirigentes, los cuadros y los miembros del Partido, en su sentido de la responsabilidad, en el vigor que pongan en el trabajo, en la audacia y habilidad con que planteen los problemas, expongan sus opiniones y critiquen los defectos, así como en la supervisión camaraderil que ejerzan sobre los organismos y cuadros dirigentes. De otro moda, la iniciativa carecerá de contenido. No obstante, el despliegue de dicha iniciativa depende del grado de democracia existente en la vida del Partido. Sin suficiente democracia en la vida del Partido, resulta imposible desplegar esta iniciativa. Sólo en un ambiente democrático puede formarse una gran cantidad de hombres capaces.
A quienquiera, siempre que no sea un elemento hostil ni recurra a ataques virulentos, hay que permitirle hablar, y no importa que se equivoque. Los dirigentes a todos los niveles tienen la obligación de escuchar a los demás. Es necesario observar dos principios: 1) decir todo lo que se sabe y decirlo sin reservas, 2) no culpar al que habla sino tomar sus palabras como una advertencia. A menos que se observe auténtica y no falsamente el principio de no culpar al que habla, será imposible lograr que se diga todo lo que se sabe, y sin reservas.
Dentro del Partido hay que educar a los militantes en los problemas de la democracia para que comprendan qué se entiende por vida democrática , cuál es la relación entre la democracia y el centralismo y cómo poner en práctica el centralismo democrático. Sólo de este modo se puede desarrollar efectivamente la democracia en el seno del Partido y, al mismo tiempo, evitar el ultrademocratismo y la tendencia a dejar pasar las cosas, tendencia que socava la disciplina.
Tanto en el ejército como en las organizaciones locales, la democracia interna del Partido debe servir para fortalecer la disciplina e incrementar la capacidad combativa, y no para debilitarlas.
Debemos extirpar las raíces del ultrademocratismo en el plano teórico. Es preciso señalar, en primer lugar, que el ultrademoctatismo es peligroso porque daña e incluso resquebraja por completo la organización del Partido y debilita e incluso destruye totalmente la capacidad combativa del Partido, imposibilitándolo para cumplir sus tareas de lucha y causando, por consiguiente, la derrota de la revolución. En segundo lugar, es indispensable destacar que el ultrademocratismo tiene su origen en la aversión individualista de la pequeña burguesía a la disciplina. Esta aversión, una vez introducida en el Partido, se traduce en ideas ultrademocráticas en lo político y lo orgánico, ideas absolutamente incompatibles con las tareas de lucha del proletariado.
Nuestra política educacional debe permitir a todos aquellos que reciben educación desarrollarse moral, intelectual y físicamente y convertirse en trabajadores cultos y con conciencia socialista.
En lo relativo a la educación de los cuadros en el trabajo o en las escuelas para cuadros, se establecerá la política de tomar como centro el estudio de los problemas prácticos de la revolución china y como guía los principios fundamentales del marxismo-leninismo, y se ha de descartar el método de estudiar el marxismo-leninismo de manera estática y sin conexión con la vida.
Lo más importante para una academia militar es elegir el director y los instructores y establecer los principios de enseñanza.
Si en una escuela de cien personas no hay un grupo dirigente de varias personas o una docena o más, formado de acuerdo con las circunstancias reales (y no reunido artificialmente) y compuesto de los profesores, empleados y estudiantes más activos, rectos y despiertos, esa escuela ha de marchar mal.
Todos los mandos y combatientes de nuestro ejército deben perfeccionar su arte militar, avanzar valientemente en esta guerra que será coronada con nuestra victoria, y liquidar a todos los enemigos en forma resuelta, definitiva, cabal y completa.
Se atribuirá igual importancia a los aspectos político y militar del programa de un año de consolidación y adiestramiento que acaba de iniciarse, y se integrarán ambos aspectos. Al comienzo, se hará hincapié en el aspecto político, el mejoramiento de las relaciones entre oficiales y soldados, el fortalecimiento de la unidad interna y la promoción de un elevado entusiasmo en los cuadros y los combatientes. Sólo así se realizarán con facilidad la consolidación y el adiestramiento militares y se alcanzarán mejores resultados.
En cuanto al método de adiestramiento, es indispensable desplegar el movimiento de adiestramiento de masas en el cual el oficial le enseña al soldado, el soldado le enseña al oficial y el soldado le enseña al soldado.
Nuestra consigna en el adiestramiento de las tropas es: El oficial le enseña al soldado, el soldado le enseña al oficial y el soldado le enseña al soldado. Los soldados tienen mucha experiencia práctica de combate. Los oficiales deben aprender de ellos, y aumentarán su capacidad hacienda suya la experiencia ajena.
En cuanto al programa de adiestramiento, el objetivo principal sigue siendo mejorar las técnicas de tiro, de cargo a la bayoneta, de lanzamiento de granadas, etc., y el objetivo secundario, elevar la preparación táctica; hay que prestar particular atención a los ejercicios de combate nocturno.
Debemos ser modestos y prudentes, prevenirnos contra el engreimiento y la precipitación, y servir de todo corazón al pueblo chino. (...)
Servir de todo corazón al pueblo, sin apartarnos de las masas ni por un instante; partir en cada caso de los intereses del pueblo y no de los intereses de ningún individuo o pequeño grupo, e identificar nuestra responsabilidad ante el pueblo con nuestra responsabilidad ante los organismos dirigentes del Partido: tal es nuestro punto de partida.
Los organismos estatales practican el centralismo democrático; deben apoyarse en las masas populares y su personal debe servir al pueblo.
El espíritu del camarada Bethune, su total dedicación a los demás sin la menor preocupación de sí mismo, se expresaba en su infinito sentido de responsabilidad en el trabajo y en su infinito cariño por los camaradas y el pueblo. Cada comunista debe seguir su ejemplo.
( . . . )
Todos debemos aprender de su desinterés absoluto. Quien tenga este espíritu puede ser muy útil al pueblo. La capacidad de un hombre puede ser grande o pequeña, pero basta con que tenga este espíritu para ser hombre de elevados sentimientos, hombre íntegro y virtuoso, hombre desprovisto de intereses triviales, hombre de provecho para el pueblo.
Nuestro Partido Comunista, así como el VIII Ejército y el Nuevo 4° Cuerpo del Ejército dirigidos por el Partido, son destacamentos de la revolución. Estos destacamentos nuestros están dedicados por entero a la liberación del pueblo y trabajan totalmente por los intereses del pueblo.
Todos nosotros, los cuadros, en cualquier puesto que estemos, somos servidores del pueblo, y cuanto hacemos va en servicio del pueblo. Cómo, entonces, podemos ser reacios a deshacernos de nuestros defectos?
Tenemos el deber de ser responsables ante el pueblo. Ser responsables ante el pueblo significa que cada palabra, cada acto y cada medida política nuestros deben concordar con los intereses del pueblo, y si cometemos errores, debemos corregirlos.
Allí donde hay lucha, hay sacrificios, y la muerte es cosa corriente. Pero, para nosotros, que tenemos la mente puesta en los intereses del pueblo y en los sufrimientos de la gran mayoría, es una muerte digna morir por el pueblo. No obstante, debemos reducir al mínimo los sacrificios innecesarios.
Todos los hombres han de morir, pero la muerte puede tener distintos significados. El antiguo escritor chino Sima Chien decía: Aunque la muerte llega a todos, puede tener más peso que el monte Taishan o menos que una pluma. Morir por los intereses del pueblo tiene más peso que el monte Taishan; servir a los fascistas y morir por los que explotan y oprimen al pueblo tiene menos peso que una pluma.
Pueden los comunistas, que son internacionalistas, ser al mismo tiempo patriotas? Sostenemos que no sólo pueden sino deben serlo. El contenido concreto del patriotismo está determinado por las condiciones históricas. Existe el patriotismo de los agresores japoneses y de Hitler, y existe el patriotismo nuestro. Los comunistas deben oponerse resueltamente al patriotismo de los agresores japoneses y de Hitler. Los comunistas japoneses y alemanes son derrotistas con respecto a las guerras sostenidas por sus países. Recurrir a todos los medios posibles para hacer fracasar las guerras de los agresores japoneses y de Hitler, corresponde a los intereses de los pueblos japonés y alemán, y cuanto más completa sea la derrota, tanto mejor. (...) Esto se explica porque las guerras desatadas por los agresores japoneses y Hitler perjudican a los pueblos de sus propios países de la misma manera que a los demás pueblos del mundo. El caso de China es distinto, porque ella es victima de la agresión. Por consiguiente, los comunistas chinos debemos unir el patriotismo con el internacionalismo. Somos a la vez internacionalistas y patriotas, y nuestra consigna es, Luchar en defensa de la patria contra los agresores. Para nosotros, el derrotismo es un crimen, y luchar por la victoria en la Guerra de Resistencia contra el Japón, un deber ineludible. Porque solamente luchando en defensa de la patria podremos derrotar a los agresores y lograr la liberación nacional, y, sólo logrando la liberación nacional, el proletariado y los demás trabajadores podrán conquistar su propia emancipación. La victoria de China y la derrota de los imperialistas invasores constituirán una ayuda para los pueblos de los demás países. De ahí que el patriotismo sea la aplicación del internacionalismo en las guerras de liberación nacional.
Qué espíritu impulsa a un extranjero a entregarse desinteresadamente a la causa de la liberación del pueblo chino como a la suya propia? El espíritu del internacionalismo, el espíritu del comunismo, del cual todos los comunistas chinos debemos aprender. (...) Debemos unirnos con el proletariado de todos los países capitalistas, con el proletariado de Japón, Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, Italia y demás países capitalistas; sólo así se podrá derrocar al imperialismo, liberar a nuestra nación y a nuestro pueblo y liberar a las otras naciones y pueblos del mundo. Este es nuestro internacionalismo, el internacionalismo que oponemos al nacionalismo estrecho y al patriotismo estrecho.
Para conquistar su completa liberación, los pueblos oprimidos deben apoyarse ante todo en su propia lucha y, sólo en segundo lugar, en la ayuda internacional. Los pueblos que hemos conquistado la victoria en nuestra revolución, debemos ayudar a los que aún están luchando por su emancipación. Este es nuestro deber internacionalista.
Los países socialistas son estados de un tipo enteramente nuevo, donde las clases explotadoras han sido derribadas y el pueblo trabajador tiene en sus manos el Poder. En las relaciones entre estos países se aplica el principio del internacionalismo unido con el patriotismo. Estamos estrechamente ligados por intereses e ideales comunes.
Los pueblos de los países del campo socialista deben unirse; los pueblos de los países de Asia, Africa y América Latina deben unirse; los pueblos de todos los continentes deben unirse; todos los países amantes de la paz deben unirse; todos los países sometidos a la agresión, control, intervención o atropello de Los EE.UU. deben unirse, para formar el más amplio frente único contra la política de agresión y guerra del imperialismo norteamericano y en defensa de la paz mundial.
; Las cosas se desarrollan sin cesar. Han transcurrido sólo 45 años desde la Revolución de 1911, pero el aspecto de China ha cambiado por completo. Al cabo de otros 45 años, esto es, para el año 2001, a comienzos del siglo XXI, China habrá experimentado cambios aún mayores. Será un poderoso país industrial socialista. Y así debe ser. Con una superficie de 9.600.000 kilómetros cuadrados y una población de 600 millones de personas, China debe hacer una contribución comparativamente grande a la humanidad. Durante un largo periodo, su aporte ha sido muy reducido, y esto nos apena.
Pero seamos modestos, no sólo ahora, sino también después de 45 años. Seamos modestos siempre. En nuestras relaciones internacionales, los chinos debemos liquidar toda manifestación de chovinismo de gran potencia en forma resuelta, definitiva, cabal y completa.
Nunca debemos adoptar una actitud altanera de chovinismo de gran potencia, ni envanecernos por la victoria de nuestra revolución o por los éxitos logrados en la construcción. Toda nación, grande o pequeña, tiene sus aspectos positivos y negativos.
Este ejército tiene un espíritu intrépido; está decidido a vencer a todo enemigo y jamás se dejará someter. Sean cuales fueren las dificultades y penalidades, mientras quede un hombre, continuará luchando.
Poner en pleno juego nuestro estilo de lucha; valentía en el combate, espíritu de sacrificio, desprecio a la fatiga y tenacidad en los combates continuos (es decir, entablar combates sucesivos en un corto lapso y sin tomar reposo).
Miles y miles de mártires han ofrendado heroicamente su vida en aras de los intereses del pueblo. Mantengamos en alto su bandera y avancemos por el camino teñido con su sangre!
Ser resuelto, no temer a ningún sacrificio y superar todas las dificultades para conquistar la victoria.
En el momento decisivo del avance de la Expedición al Norte, la traidora y antipopular política de depuración del partido y represión sangrienta adoptada por las autoridades del Kuomintang destruyó este frente único nacional -- frente único formado por el Kuomintang, el Partido Comunista y todos los sectores del pueblo y que encarnaba la causa de la liberación del pueblo chino -- y toda su política revolucionaria. (...) Desde entonces, la unidad fue reemplazada por la guerra civil, la democracia por la dictadura y la China luminosa por una China sumida en tinieblas. Pero el Partido Comunista de China y el pueblo chino no fueron amedrentados, sometidos ni exterminados. Se pusieron de pie, se limpiaron las manchas de sangre, enterraron a los camaradas caídos y volvieron a la lucha. Enarbolando la gran bandera de la revolución, iniciaron la resistencia armada, y, en vastas zonas del territorio chino, establecieron órganos del Poder popular, llevaron a cabo la reforma agraria, crearon un ejército popular -- el Ejército Rojo de China -- y conservaron y aumentaron las fuerzas revolucionarias del pueblo chino.
Ustedes tienen muchas buenas cualidades y han rendido grandes servicios, pero recuerden siempre no caer en el engreimiento. Todo el mundo los respeta, y lo merecen; sin embargo, esto lleva fácilmente a la presunción. Si miran por encima del hombro, si abandonan la modestia y el esfuerzo y si pierden el respeto a los demás, a los cuadros y a las masas, dejarán de ser héroes y trabajadores modelo. Ha habido gente así en el pasado, y espero que ustedes no sigan su ejemplo.
En la lucha por aniquilar al enemigo y por restablecer y desarrollar la producción industrial y agrícola, ustedes han superado muchas dificultades y penalidades y han dada muestras de inmenso coraje, sabiduría e iniciativa. Son modelo para toda la nación china, columna vertebral en el avance victorioso de la causa popular en los distintos terrenos, seguro sostén del Gobierno Popular y puente que une al Gobierno Popular con las grandes masas.
Nuestra nación, la nación china, tiene coraje para combatir al enemigo hasta la última gota de sangre, determinación para recobrar con sus propias fuerzas cuanto ha perdido, y capacidad para levantarse sobre sus propios pies entre las demás naciones.
Debemos velar porque todos nuestros cuadros y todo nuestro pueblo tengan siempre presente que China es un gran país socialista, pero al mismo tiempo un país económicamente atrasado y pobre, y que esto es una contradicción muy grande. Para convertir nuestro país en país rico y poderoso, se requieren varias decenios de intensos esfuerzas, que suponen, entre otras cosas, la observancia de un riguroso régimen de economías y la lucha contra el despilfarro, o sea, la aplicación de la política de construir nuestro país con laboriosidad y economía.
Hay que administrar con laboriosidad y economía las fábricas, los establecimientos comerciales, las empresas estatales y cooperativas así como las demás empresas e instituciones. Hay que observar el principio de laboriosidad y economía en todas las actividades. Este principio de economizar es uno de los fundamentales en la economía socialista. China es un país grande, pero todavía muy pobre. Llevará décadas hacer de ella un país próspero. Aún entonces, tendremos que seguir aplicando el principio de laboriosidad y economía. Pero, es en las próximas décadas, en el periodo de los primeros planes quinquenales, cuando debemos promover particularmente la laboriosidad y la economía, dedicar una atención especial al régimen de economías.
Allí donde estemos, debemos utilizar con la mayor economía nuestros recursos humanos y materiales, y de ningún modo ver sólo el momento presente, ni tolerar la dilapidación y el despilfarro. Donde nos encontremos a partir del primer año de trabajo hemos de pensar en los muchos años venideros, en la guerra prolongada por sostener, en la contraofensiva y en la reconstrucción después de expulsado el enemigo. Debemos, por un lado, guardarnos de la dilapidación y el despilfarro y, por el otro, esforzarnos por desarrollar la producción. En el pasado, algunas regiones pagaron caro el no haber hecho cálculos a largo plazo, el no haber prestado atención a la utilización económica de los recursos humanos y materiales, ni al desarrollo de la producción. He aquí una lección que debe llamar nuestra atención.
Con el objeto de acelerar la restauración y el desarrollo de la producción agrícola, así como la producción industrial en los poblados, debemos, en el curso de nuestra lucha para abolir el sistema feudal, esforzarnos al máximo por preservar, hasta donde sea posible, todos los medios de producción y de subsistencia utilizables, tomar medidas enérgicas contra quienes los destruyan o malgasten, combatir los excesos en las comidas y observar una economía estricta.
En lo que concierne a los gastos gubernamentales, debemos atenernos al principio de economía. Es necesario hacer comprender a todo el personal de los organismos gubernamentales que la corrupción y el despilfarro son crímenes gravísimos. La lucha contra la corrupción y el despilfarro ha dado ya algunos resultados, pero todavía se requieren nuevos esfuerzos. Economizar cada moneda para las necesidades de la guerra, para la causa revolucionaria y para nuestra construcción económica: tal es el principio que ha de orientar nuestra contabilidad.
Entre muchos de nuestros cuadros crece ahora una tendencia peligrosa: negativa a compartir alegrías y penas con las masas y preocupación por la fama y el provecho personales. Esto es muy malo. En el curso de la campaña por aumentar la producción y practicar economía, debemos simplificar nuestras organizaciones y transferir cuadros a los niveles inferiores a fin de que un número considerable de los cuadros se reincorpora a la producción. Esta es una manera de vencer esa tendencia peligrosa.
Las labores productivas realizadas por el ejército con miras a autoabastecerse no sólo han mejorado sus condiciones de vida, aliviado la cargo del pueblo y posibilitado con eso la ampliación del ejército, sino que, además, han dada de inmediato muchos subproductos:
1) Mejoramiento de las relaciones entre oficiales y soldados. Al trabajar juntas en la producción, han llegado a una intimidad fraternal.
2) Una actitud más consciente hacia el trabajo. (...) Desde que el ejército comenzó la producción para su autoabastecimiento, se ha hecho más consciente su actitud hacia el trabajo y se han eliminado los hábitos del ocio.
3) Fortalecimiento de la disciplina. La disciplina del trabajo en la producción no debilita sino que fortalece la disciplina de los soldados en el combate y en su vida cotidiana.
4) Mejoramiento de las relaciones entre el ejército y el pueblo. Cuando las propias tropas empiezan a llevar la casa, disminuyen y hasta desaparecen los abusos contra los bienes de la población civil. En el proceso de la producción, el ejército y la población civil intercambian trabajo y se ayudan mutuamente, y la amistad entre ellos se ve fortalecida.
5) Menos quejas en el ejército respecto a los órganos del Poder y mejores relaciones mutuas.
6) Impulso a la gran campaña popular por el desarrollo de la producción. Cuando el ejército toma parte en la producción, resulta más evidente la necesidad de que también lo hagan los organismos gubernamentales y otros, y lo hacen con mayor energía. De igual moda, como es natural, resulta más evidente la necesidad de una amplia campaña, que comprenda a todo el pueblo, para aumentar la producción, y esa campaña también se lleva adelante con mayor energía.
Algunos sostienen que si las fuerzas armadas se ocupan de la producción, no podrán combatir ni adiestrarse, y que si los organismos gubernamentales y otros también lo hacen, no podrán realizar su propia labor. Este argumento es falso. En los últimos años, nuestras fuerzas armadas de la región fronteriza, entregándose a actividades productivas en gran escala, se han provisto de suficientes alimentos y vestuario; al mismo tiempo, han realizado, con mejores resultados que antes, su adiestramiento y sus estudios políticos y culturales, y han fortalecido más la unidad, tanto dentro de sus filas como con el pueblo. El año pasado, en las regiones del frente, no obstante llevarse a cabo una campaña por la producción en gran escala, se registraron enormes éxitos en el combate y se inició una campaña extensiva de adiestramiento. Y gracias a la producción, el personal de Los organismos gubernamentales y otros ha mejorado sus condiciones de vida y trabajo con mayor dedicación y eficiencia. Esto ocurre tanto en la región fronteriza como en las regiones del frente.
ESFUERZOS Y TRABAJAR
Sobre qué base debe descansar nuestra política? Debe descansar en nuestra propia fuerza, y eso significa robustecernos mediante nuestros propios esfuerzos. No estamos solos; todos los países y pueblos del mundo que se oponen al imperialismo son nuestros amigos. Sin embargo, hacemos hincapié en apoyarnos en nuestros propios esfuerzos. Apoyándonos en las fuerzas que nosotros mismos organicemos, podemos derrotar a todos los reaccionarios chinos y extranjeros.
Somos partidarios de apoyarnos en nuestros propios esfuerzos. Esperamos obtener ayuda extranjera, pero no debemos depender de alla. Confiamos en nuestros propios esfuerzos, en el poder creador de todo el ejército y de todo el pueblo.
Triunfar en todo el país es sólo el primer paso de una gran marcha de diez mil li. (...) La revolución china es grandiosa, pero después de la revolución, el camino será aún más largo y nuestra tarea aún más grandiosa y ardua. Es éste un punto que hay que explicar desde ahora en el Partido, para que los camaradas sigan siendo modestos, prudentes y libres de arrogancia y precipitación en su estilo de trabajo, y perseveren en su estilo de vida sencilla y lucha dura.
Hay que eliminar por completo toda idea existente entre nuestros cuadros de lograr victorias fáciles por obra de la buena suerte, sin una lucha dura y acerba, sin sudor y sangre.
Debemos realizar entre el pueblo una propaganda constante sobre los progresos del mundo y su futuro luminoso, para que adquiera confianza en la victoria.
Al mismo tiempo, debemos hacer saber al pueblo y a los camaradas que nuestro camino es zigzagueante. Hay todavía muchos obstáculos y dificultades a lo largo del camino de la revolución. El VII Congreso de nuestro Partido supuso que las dificultades serian muchas, porque preferimos suponer más dificultades de las que pudieran surgir. A algunos camaradas no les gusta pensar mucho en las dificultades. Pero las dificultades son una realidad, debemos reconocer cuantas haya, y no adoptar una política de no reconocimiento. Debemos reconocer las dificultades, analizarlas y combatirlas. No existen caminos rectos en el mundo; debemos estar preparados para seguir un camino zigzagueante y no tratar de conseguir las cosas a bajo precio. No hay que imaginar que una buena mañana todos los reaccionarios caerán de rodillas por propia voluntad. En una palabra, las perspectivas son luminosas, pero el camino es zigzagueante. Aún tenemos ante nosotros muchas dificultades, que no debemos pasar por alto. Uniéndonos con todo el pueblo en un esfuerzo común, podremos sin duda alguna vencer todas las dificultades y lograr la victoria.
Quien ve sólo el aspecto brillante, sin ver las dificultades, no puede luchar eficazmente por el cumplimiento de las tareas del Partido.
La riqueza de la sociedad es creada por los obreros, campesinos e intelectuales trabajadores. Si ellos toman su destino en sus propias manos, siguen una línea marxista-leninista y, en vez de eludir los problemas, adoptan una actitud dinámica para resolverlos, no habrá en el mundo dificultad insuperable para ellos.
Todos los miembros del Partido deben tener plenamente en cuenta todo esto y estar preparados para vencer sistemáticamente toda dificultad con una voluntad indomable. Las fuerzas reaccionarias tienen sus dificultades, y nosotros, las nuestras. Pero las dificultades dé las fuerzas reaccionarias son insuperables, porque son fuerzas moribundas, sin porvenir. Nuestras dificultades pueden ser vencidas porque somos una fuerza naciente y con un brillante futuro.
En tiempos difíciles, debemos ver nuestros éxitos, ver nuestra brillante perspectiva y aumentar nuestro coraje.
Toda cosa nueva experimenta dificultades y reveses en su crecimiento. Sueña quien crea que el socialismo es como coser y cantar, empresa de éxito fácil en la que no se tropieza con dificultades ni se sufren reveses ni se requieren inmensos esfuerzos.
En ciertas épocas de la lucha revolucionaria, las dificultades prevalecen sobre las condiciones favorables y constituyen, entonces, el aspecto principal de la contradicción mientras las condiciones favorables forman el aspecto secundario. Sin embargo, los revolucionarios pueden, mediante sus esfuerzos, superar gradualmente las dificultades y crear una situación nueva, favorable; así, una situación difícil cede su lugar a una situación favorable.
Qué significa trabajar? Trabajar significa luchar. En esos lugares, hay dificultades y problemas que debemos vencer y resolver. Vamos allí a trabajar y luchar para vencer esas dificultades. Buen camarada es quien está más ansioso de ir allí donde las dificultades son mayores.
Hay una antigua fábula china llamada El Viejo Tonto que removió las montañas. Cuenta que hace mucho tiempo vivía en el Norte de China un anciano conocido como el Viejo Tonto de las montañas del Norte. Su casa miraba al Sur y frente a ella, obstruyendo la pasada, se alzaban dos grandes montañas: Taijang y Wangwu. El Viejo Tonto tomó la decisión de llevar a sus hijos a remover con azadones las dos montañas. Otro anciano, conocido como el Viejo Sabio, los vio y dijo riéndose: Qué tontería! Es absolutamente imposible que vosotros, tan poca gente, logréis remover montañas tan grandes. El Viejo Tonto respondió: Después que yo muera, seguirán mis hijos; cuando ellos mueran, quedarán mis nietos, y luego sus hijos y los hijos de sus hijos, y así indefinidamente. Aunque son muy altas, estas montañas no crecen y cada pedazo que les sacamos las hace más pequeñas. Por qué no vamos a poder removerlas? Después de refutar la idea errónea del Viejo Sabio, siguió cavando día tras día, sin cejar en su decisión. Dios, conmovido ante esto, envió a la tierra dos ángeles, que se llevaron a cuestas ambas montañas. Hoy, sobre el pueblo chino pesan dos grandes montañas, una se llama imperialismo y la otra, feudalismo. El Partido Comunista de China hace tiempo que decidió eliminarlas. Debemos perseverar en nuestra decisión y trabajar sin cesar; también nosotros conmoveremos a Dios. Nuestro Dios no es otro que las masas populares de China. Si ellas se alzan y cavan junto con nosotros, por qué no vamos a poder eliminar esas montañas?
Edición
MOVIMIENTO POPULAR PERU DE ALEMANIA
(Agosto de 1999)
MARXISTS INTERNET ARCHIVE
(Mayo de 2001)