Del
Obras Escogidas de Mao Tsetung
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
PEKIN
Primera edición 1977
Tomo V, págs. 196-221.
Digitalizado y preparado para el internet: Por el Movimiento
Popular Perú de Alemania, 1993.
Esta edición: Marxists Internet Archive, mayo de 2001.
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SOBRE EL PROBLEMA DE LA
COOPERATIVIZACION AGRICOLA[*]
31 de julio de 1955
En las zonas rurales de todo el país se avecina el auge de un nuevo movimiento socialista de masas. Sin embargo, algunos de nuestros camaradas caminan tambaleándose como una mujer de pies vendados, y a cada paso exclaman en tono de queja: "¡Ustedes avanzan demasiado rápido, demasiado rápido!" Hacer el papel de criticones, quejarse sin razón, encontrar en cualquier cosa motivo de aprensión y establecer innumerables prohibiciones y restricciones: Todo esto ellos lo toman como una orientación correcta para conducir el movimiento socialista de masas en el campo.
Pero no, ésta no es una orientación correcta, sino errónea.
En la actualidad, el auge de la transformación
social en el campo, el auge de la cooperativización, ya ha llegado
a algunas zonas y pronto se extenderá a todo el país. Se
trata de un vasto movimiento revolucionario socialista que abarca a más
de quinientos millones de habitantes del campo y que tiene una inmensa
significación mundial. Debemos dirigirlo de manera activa, entusiasta
y planificada, y en ningún caso hacerlo retroceder por uno u otro
medio. Inevitablemente, se cometen algunos desaciertos en el curso del
movimiento, lo que es comprensible; no es difícil corregir tales
desaciertos. Los cuadros y campesinos podrán superar o rectificar
sus defectos o errores siempre que les ayudemos activamente. Ellos avanzan
bajo la dirección del Partido, y el movimiento es sano en lo fundamental.
En algunos sitios han
* Informe presentado por el camarada Mao Tsetung en una conferencia de
secretarios de comités del Partido a nivel de provincia, municipio
y región autónoma, convocada por el CC del PCCh.
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cometido ciertos errores en su trabajo. Por ejemplo, de un lado, han impedido el ingreso de campesinos pobres en las cooperativas sin tener en cuenta sus dificultades y, del otro, han forzado a campesinos medios acomodados a ingresar en ellas vulnerando así sus intereses. Hay que corregir todo esto mediante la educación, y no recurriendo a reproches simplistas, que no resuelven nada. Es necesario dirigir audazmente el movimiento, sin temer que el dragón nos salga delante y el tigre por la espalda. Los cuadros y campesinos se reeducarán por medio de las experiencias que vivan en la lucha. Es preciso dejarlos actuar, de modo que aprendan y se capaciten en medio de la acción. Así surgirán numerosos hombres de valor. No se puede formar cuadros con el temor de que el dragón nos salga delante y el tigre por la espalda. Es indispensable que de la instancia superior se envíe al campo gran número de cuadros que hayan pasado por un corto período de preparación, para que orienten y ayuden al movimiento de cooperativización. Pero esos cuadros también deben tomar parte en el movimiento mismo si quieren aprender a trabajar. No siempre aprende uno a trabajar con sólo asistir a un curso de capacitación y escuchar de sus profesores unas decenas de principios.
En una palabra, la dirección no debe quedarse
a la zaga del movimiento de masas. Mas, lo que pasa en el momento actual
es precisamente que el movimiento de masas va delante de la dirección,
la cual no marcha a la par del movimiento. Esta situación debe cambiar.
Ahora, aunque el movimiento de cooperativización está tomando vastas proporciones a escala nacional, todavía tenemos que discutir cuestiones como éstas: ¿Puede desarrollarse la cooperativización? ¿Pueden consolidarse las cooperativas? Parece que, en lo que se refiere a algunos camaradas, el quid del problema reside en el temor de que no se pueda consolidar los cientos de miles de cooperativas semisocialistas existentes, que por lo general son pequeñas (cada una de ellas sólo agrupa, en promedio, algo más de veinte familias). Por supuesto, si su consolidación es imposible, ni qué hablar del desarrollo del movimiento. A algunos camaradas todavía no los convence la historia del desarrollo de la cooperativización registrada en los últimos años, y aún quieren observar cómo marcha a las cosas este año. Quizá
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luego deseen esperar y ver un año más, y únicamente cuando se haya consolidado un número aún mayor de cooperativas, creerán de veras en la posibilidad de la cooperativización agrícola y en la justeza de la política del Comité Central de nuestro Partido. Por eso, el trabajo de este año y del próximo tiene suma importancia.
Para demostrar que es posible la cooperativización agrícola, y justa la política del Comité Central de nuestro Partido a este respecto, quizá no sea inútil que examinemos ahora la historia del movimiento de cooperativización agrícola en nuestro país.
Durante los veintidós años de guerras revolucionarias que precedieron a la fundación de la República Popular China, nuestro Partido pasó por la experiencia de dirigir a los campesinos en la tarea de crear, a continuación de la reforma agraria, organizaciones de ayuda mutua para la producción agrícola, que encerraban ya gérmenes de socialismo. En aquel período se formaron en Chiangsí grupos de ayuda mutua y equipos de labranza; en el Norte de Shensí, brigadas de intercambio de trabajo; en el Norte, Este y Nordeste de China, equipos de ayuda mutua. Aparecieron también unas cuantas cooperativas de producción agrícola de tipo semisocialista o socialista. Por ejemplo, durante la Guerra de Resistencia contra el Japón, en el distrito de Ansai, Norte de Shensí, se creó una cooperativa de producción agrícola de carácter socialista. Sin embargo, tales cooperativas no se generalizaron en aquella época.
Fue después de la fundación de la República Popular China cuando nuestro Partido empezó a dirigir a los campesinos para que organizaran en forma más amplia equipos de ayuda mutua para la producción agrícola, y para que, basándose en éstos, procedieran a crear numerosas cooperativas de producción agrícola. Desde entonces se han invertido casi seis años más en este trabajó.
El país contaba ya con más de 300 cooperativas de producción agrícola cuando el Comité Central de nuestro Partido elaboró, el 15 de diciembre de 1951, el primer proyecto de resolución sobre la ayuda mutua y la cooperación en la producción agrícola, que fue transmitido a las organizaciones locales del Partido para su aplicación a título de ensayo (este documento no fue publicado en la prensa como resolución oficial sino en marzo de 1953). Dos años después, el 16 de diciembre de 1953, cuando el CC del Partido emitió la "Resolución sobre las cooperativas de producción agrícola", su número ya pasaba de 14.000, es decir, en dos años se había multiplicado por 47.
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En esta resolución se estipulaba que entre el invierno de 1953 y la cosecha de otoño de 1954, el número de cooperativas de producción agrícola debía ascender de las 14.000 existentes a más de 35.800, o sea, tan sólo se preveía un aumento de una vez y media. Pero en la práctica su número llegó en ese lapso a 100.000, más de siete veces la cifra inicial.
En octubre de 1954, el Comité Central de nuestro Partido decidió sextuplicar el número de cooperativas, haciéndolas pasar de 100.000 a 600.000; en la práctica, ascendieron a 670.000. En junio de 1955 después de un primer reajuste en que fueron suprimidas 20.000 cooperativas, quedaban 650.000, o sea, 50.000 más que la cifra prevista. El total de familias campesinas integradas a las cooperativas llegaba a 16.900.000, lo que da un promedio de 26 familias por cooperativa.
Las cooperativas se encuentran principalmente en las provincias del Norte que se liberaron en fecha temprana. En las provincias liberadas más tarde, o sea, en la mayoría de las provincias del país, se ha creado también cierta cantidad de cooperativas de producción agrícola, pero su número todavía no es muy grande, salvo en las provincias de Anjui y Chechiang, donde el número es relativamente mayor.
Por lo general, las cooperativas son pequeñas, pero también hay un reducido número de cooperativas grandes que comprenden cada una setenta, ochenta, cien y hasta varios centenares de familias. Estas cooperativas son, en general, semisocialistas. Sin embargo, unas cuantas se han desarrollado hasta convertirse en cooperativas de tipo superior, socialistas.
Paralelamente al desarrollo del movimiento campesino por la cooperativización de la producción agrícola, ha surgido en nuestro país una pequeña cantidad de granjas socialistas del Estado. Para el año de 1957, su número ascenderá a 3.038, con una superficie cultivada de 16.870.000 mu. Esa cifra comprende 141 granjas mecanizadas (sumando las existentes en 1952 a las que se habrán organizado al cabo del Primer Plan Quinquenal) con una superficie cultivada de 7.580.000 mu, y 2.897 granjas estatales no mecanizadas, de administración local, que dispondrán de una superficie cultivada de 9.290.000 mu. Durante el Segundo y Tercer Planes Quinquenales, habrá un gran desarrollo del sector agrícola estatal.
En la primavera de 1955, el Comité Central de nuestro Partido decidió elevar a 1.000.000 el número de cooperativas de producción agrícola. Si se compara esta cifra con la anterior -- 650.000 --, el aumento será tan sólo de 350.000, o sea, algo más del 50 por ciento.
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Ese aumento me parece un tanto exiguo. Probablemente sea necesario elevar más o menos al doble la cifra inicial, es decir, hacer llegar el número de cooperativas a alrededor de 1.300.000, de modo que en cada uno de los 200.000 y pico de cantones, salvo algunas regiones fronterizas, haya una o varias pequeñas cooperativas de producción agrícola de tipo semisocialista, que servirán de modelo. A la vuelta de uno o dos años, estas cooperativas habrán acumulado experiencia y llegado a ser veteranas, y entonces la gente aprenderá de ellas. Durante los catorce meses que nos quedan hasta la cosecha otoñal de octubre del próximo año, debe ser posible cumplir este plan de creación de cooperativas. Espero que, a su regreso, los camaradas responsables de las provincias y regiones autónomas estudiarán esta cuestión, elaborarán planes adecuados de acuerdo con la situación real y los presentarán al CC en un plazo de dos meses. Entonces volveremos a discutir el asunto y adoptaremos una decisión definitiva.
El problema reside en si es posible o no consolidar las cooperativas. Algunos dicen que el plan del año pasado de creación de 500.000 cooperativas fue demasiado grande y aventurado, y que igual ocurre con el plan de 350.000 cooperativas más para el presente año. Ellos cuestionan la posibilidad de consolidar tantas cooperativas.
¿Se puede, en definitiva, consolidarlas?
Por supuesto que la industrialización socialista y las transformaciones socialistas no son empresa fácil. Efectivamente, presenta muchas dificultades lograr que unos 110 millones de familias campesinas pasen de la explotación individual a la colectiva, y luego llevar a cabo la transformación técnica de la agricultura. Sin embargo, debemos tener confianza en la capacidad de nuestro Partido para dirigir a las masas en la superación de estas dificultades.
En lo tocante a la cooperativización agrícola, a mi parecer, debemos confiar en dos cosas: primero, en que los campesinos pobres y los campesinos medios inferiores de entre los nuevos y antiguos campesinos medios[1], sienten entusiasmo por seguir el camino socialista y responden activamente al llamamiento del Partido a la cooperativización, sobre todo aquellos que poseen un nivel de conciencia más alto, ya que la situación económica de los campesinos pobres es difícil, y la de los campesinos medios inferiores, si bien ha mejorado un tanto respecto del período anterior a la Liberación, no es todavía acomodada.
Y segundo, debemos confiar en que el Partido es capaz de conducir a todo el pueblo a la sociedad socialista. Dado que nuestro Partido dirigió victoriosamente la gran revolución democrática popular y creó
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la dictadura democrática popular encabezada por la clase obrera, también podrá, sin duda alguna; dirigir a todo el pueblo para cumplir en lo fundamental, en el curso de unos tres planes quinquenales, la industrialización socialista y las transformaciones socialistas de la agricultura, de la artesanía y de la industria y comercio capitalistas. De ello tenemos ya pruebas convincentes y rotundas en la agricultura, lo mismo que en otros terrenos. Ahí tienen ustedes el primer contingente de 300 cooperativas, el segundo de 13.700 y el tercero de 86.000. Estas 100.00 cooperativas, creadas todas antes del otoño de 1954, se han consolidado. Así, ¿por qué no vamos a poder consolidar el cuarto contingente (550.000 cooperativas), formado en el período 1954-1955 y el quinto (350.000 cooperativas, cifra provisional de control sujeta a una decisión definitiva), que se formará en 1955-1956?
Debemos tener confianza en las masas, debemos
tener confianza en el Partido. Estos son dos principios fundamentales.
Si dudamos de ellos, nada podremos realizar.
A fin de llevar a cabo gradualmente la cooperativización en todas las zonas rurales del país, hay que realizar una seria labor de revisión de las cooperativas existentes.
Es preciso poner el énfasis en la calidad de las cooperativas y oponerse a la tendencia a menospreciar la calidad en busca del simple aumento del número de cooperativas y de familias incorporadas. Por eso, es menester prestar seria atención al trabajo de revisión de las cooperativas.
La labor de revisión debe hacerse no una, sino dos o tres veces al año. En aquellas cooperativas donde ya se ha hecho este trabajo en el primer semestre del presente año (parece que en algunos lugares la revisión se ha efectuado de manera muy superficial, sin mayor empeño), propongo realizar una segunda revisión durante el otoño y el invierno próximos y una tercera en la primavera y el verano del año que viene. De las 650.000 cooperativas existentes, 550.000 son nuevas, pues fueron creadas en el invierno pasado y en la primavera de este año. Una parte de éstas son relativamente sólidas y se las conoce como "cooperativas de primera categoría"[2]. Si se les agregan las 100.000 cooperativas viejas que ya tienen solidez, no será pequeño el número total de las coopera-
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tivas consolidadas. ¿Podrán o no las cooperativas consolidadas conducir a las demás en su gradual consolidación? Debe decirse categóricamente que sí.
Debemos apreciar hasta el más mínimo entusiasmo socialista de los campesinos y cuadros, en vez de apagarlo. Debemos compartir el mismo destino y respirar el mismo aire que los miembros y cuadros de las cooperativas, que los cuadros de distrito, territorio y cantón, y nunca refrenar su entusiasmo.
No se debe decidir la disolución de una cooperativa a menos que la totalidad o la casi totalidad de sus miembros se nieguen rotundamente a continuar en ella. En caso de que sólo algunos de los miembros de una cooperativa se nieguen en forma categórica a permanecer en ella, dejemos que se retiren y que la mayoría restante siga trabajando. Si la mayor parte de los miembros deciden abandonar la cooperativa y la minoría se muestra dispuesta a continuar, dejemos que aquéllos se retiren y que éstos continúen. Ni siquiera esto estaría mal. En la provincia de Jopei había una cooperativa muy pequeña, de sólo seis familias. Tres de ellas, de antiguos campesinos medios, no quisieron por nada del mundo seguir en la cooperativa, y se les dejó marcharse. Las otras tres familias[3], de campesinos pobres, manifestaron su decisión de permanecer a toda costa; se les permitió quedarse, y la cooperativa se mantuvo. En realidad, el rumbo seguido por estas tres familias de campesinos pobres representa el de los quinientos millones de campesinos del país. Todos los campesinos que ahora trabajan individualmente emprenderán, a la postre, el camino que eligieron de modo resuelto estas tres familias de campesinos pobres.
En la provincia de Chechiang, a causa de que allí se aplicó una política que se dio en llamar de "resuelta contracción" (no fue una decisión del Comité Provincial del Partido), de las 53.000 cooperativas existentes fueron disueltas de un solo golpe 15.000, que agrupaban 400.000 familias campesinas, lo cual suscitó gran descontento entre las masas y cuadros y fue una medida muy improcedente. Esa política de "resuelta contracción" fue establecida dentro de un marco de pánico y desconcierto. Tampoco fue adecuado tomar una medida de tal importancia sin el consentimiento del Comité Central del Partido, menos aún cuando ya en abril de 1955 éste había hecho la siguiente advertencia: "No se debe repetir el error de 1953 de disolver cooperativas en forma masiva, pues, de suceder esto, habrá que autocriticarse de nuevo." Pero algunos camaradas no quisieron escuchar.
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Considero que ante los éxitos pueden presentarse
dos tendencias negativas: 1) Embriagarse con ellos e hincharse de orgullo,
lo cual conduce a errores de "izquierda"; esto, por supuesto, es malo.
2) Asustarse con ellos y proceder a una "resuelta contracción",
cayendo así en errores de derecha; esto también es malo.
Lo que ahora ocurre corresponde a la segunda tendencia: Algunos camaradas
se desmayan de susto ante el surgimiento de varios centenares de miles
de pequeñas cooperativas.
Es necesario realizar a conciencia una labor preparatoria para la reacción de cooperativas.
Hay que atribuir importancia desde un principio a la calidad de las cooperativas y luchar contra la tendencia a perseguir exclusivamente el aumento cuantitativo.
No dar ninguna batalla sin preparación, ni dar ninguna batalla sin tener la seguridad de ganarla: Esta fue una famosa consigna de nuestro Partido durante las pasadas guerras revolucionarias, y es aplicable también al trabajo de la construcción socialista. Para tener a seguridad de la victoria hay que estar preparado, plenamente preparado. La creación de un conjunto de nuevas cooperativas de producción agrícola en una provincia, prefectura o distrito requiere muchos trabajos preparatorios, que, a grandes rasgos, consisten en lo siguiente:
La posibilidad de consolidar un conjunto de cooperativas tras su creación depende, en primer lugar, de si se ha hecho bien el trabajo preparatorio y, en segundo lugar, de si se ha efectuado bien la labor de revisión.
Los trabajos de creación y revisión deben llevarse a cabo cimentándose en las células cantonales del Partido y la Liga de la Juventud y, por eso, deben vincularse estrechamente con la labor de construcción y consolidación de las organizaciones del Partido y la Liga de la Juventud en las zonas rurales.
Tanto en la creación como en la revisión
de las cooperativas, hay que contar con los cuadros locales de las zonas
rurales como fuerza principal, estimularlos en su trabajo y hacer que asuman
responsabilidades. Los cuadros enviados por una instancia superior deben
ser considerados como fuerza auxiliar; su papel consiste en orientar y
ayudar, y no deben monopolizarlo todo.
En materia de producción, las cooperativas agrícolas deben arrojar un rendimiento mayor que las explotaciones individuales y los equipos de ayuda mutua. Por ningún motivo deben mantener su rendimiento en el mismo nivel de esas explotaciones y equipos, pues esto sería un fracaso. Y si tal cosa sucediera, ¿para qué crear cooperativas? Es todavía menos admisible que disminuya el rendimiento. De las 650.000 cooperativas de producción agrícola ya establecidas, más del 80 por ciento ha elevado su rendimiento. Esta es una excelente situación, que demuestra el gran entusiasmo de los miembros de las cooperativas en la producción y las ventajas de éstas sobre los equipos de ayuda
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mutua, ventajas que resaltan todavía más si se las compara con las explotaciones individuales.
Para conseguir el incremento de la producción agrícola se requiere:
A fin de asegurar la estricta aplicación de los principios de voluntariedad y de beneficio mutuo, en la actualidad es preciso prestar atención, entre otras cuestiones, a las siguientes:
En cuanto a los nuevos y antiguos campesinos medios superiores, o sea, los campesinos medios cuya situación económica es relativamente acomodada -- excepto aquellos que se hayan hecho conscientes de la necesidad de tomar el camino socialista y realmente deseen incorporarse a las cooperativas --, no conviene admitirlos por ahora y, menos aún, forzarlos a ingresar en ellas. Esto se desprende del hecho de que no tienen todavía la suficiente conciencia para emprender el camino socialista. Ellos sólo se decidirán a ingresar cuando lo haya hecho la gran mayoría de la población rural, o cuando el rendimiento de las cooperativas por unidad de superficie alcance o rebase el que
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ellos obtienen, y se den cuenta de que seguir trabajando individualmente no los beneficia en ningún sentido y que en cambio les resulta más ventajoso afiliarse a las cooperativas.
Por tanto, lo primero que hay que hacer es organizar en cooperativas, en los próximos años, por grupos sucesivos y de acuerdo con su grado de conciencia, a aquellos cuya situación económica es pobre o todavía dista de ser acomodada (éstos representan aproximadamente entre el 60 y el 70 por ciento de la población rural), y sólo entonces se podrá admitir a los campesinos medios acomodados. De esta manera se evitará el autoritarismo.
Durante los próximos años, en las
zonas donde aún no se haya realizado fundamentalmente la cooperativización,
de ningún modo se deberá admitir en las cooperativas a los
terratenientes y campesinos ricos. En cambio, en las cooperativas ya consolidadas
de aquellas zonas donde se haya realizado en lo esencial la cooperativización,
se puede admitir, bajo determinadas condiciones y por etapas y grupos,
a aquellos antiguos terratenientes y campesinos ricos que desde tiempo
atrás hayan renunciado a la explotación, se dediquen al trabajo
físico y acaten las leyes y disposiciones del gobierno; así
participarán en el trabajo colectivo, en medio del cual continuaremos
transformándolos.
En cuanto al desarrollo de la cooperativización, de lo que se trata en este momento no es de criticar un avance temerario. Es erróneo afirmar que el actual desarrollo de la cooperativización "ha sobrepasado las posibilidades reales", que "ha ido más allá del nivel de conciencia de las masas". La situación de China es la siguiente: Su población es inmensa, y la superficie cultivada, insuficiente (el promedio en el país es sólo de tres mu por habitante y, en muchos lugares de las provincias del Sur, únicamente de un mu, o aún menos); frecuentemente se presentan calamidades naturales (cada año una parte considerable de las tierras cultivadas se ve afectada en mayor o menor grado por inundaciones, sequías, vendavales, heladas, granizadas y plagas), y los métodos de explotación de la tierra son atrasados. A causa de todo esto, aunque después de la reforma agraria el nivel de vida de las grandes masas campesinas se ha elevado, e incluso considerablemente, para gran parte de ellas la vida aún es difícil o no
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holgada, y los campesinos acomodados son relativamente pocos. De ahí el entusiasmo por el camino socialista que exterioriza la mayoría de los campesinos, entusiasmo que día a día se ve impulsado por la industrialización socialista en nuestro país y sus éxitos. Para ellos no existe otra salida que el socialismo. Los campesinos que se hallan en esta situación constituyen del 60 al 70 por ciento de la población rural del país. Esto significa que la mayoría de los campesinos de China no podrán liberarse de la pobreza, mejorar sus condiciones de vida y hacer frente a las calamidades naturales a menos que se unan y avancen por el gran camino del socialismo. La percepción de esto viene ganando terreno rápidamente entre las grandes masas de campesinos pobres y campesinos no acomodados. Los campesinos acomodados o relativamente acomodados sólo representan del 20 al 30 por ciento de la población rural. Son vacilantes, y algunos tratan por todos los medios de tomar el camino capitalista. Corno he dicho, entre los campesinos pobres y los campesinos no acomodados hay asimismo muchos que, debido a su baja conciencia política, se mantienen por el momento a la expectativa y también vacilan; sin embargo, son más receptivos al socialismo que los campesinos acomodados. Tal es la situación real. Pero algunos de nuestros camaradas la ignoran y consideran que la reciente creación de varios cientos de miles de pequeñas cooperativas agrícolas semisocialistas "ha sobrepasado las posibilidades reales", que "ha ido más allá del nivel de conciencia de las masas". Esto indica que sólo han puesto los ojos en el reducido número de campesinos acomodados olvidándose de los campesinos pobres y de los no acomodados, que constituyen la inmensa mayoría. Esta es la primera concepción errónea.
Esos camaradas subestiman, además, la capacidad de dirección del Partido Comunista en el campo y el ferviente apoyo que le prestan las amplias masas campesinas. Creen que para nuestro Partido es difícil incluso consolidar los cientos de miles de pequeñas cooperativas organizadas y que, con mayor razón, es inconcebible imprimir un gran desarrollo a la cooperativización agrícola. Describen con pesimismo el actual estado del trabajo del Partido en materia de dirección de la cooperativización agrícola, afirmando que "ha rebasado el nivel de experiencia de los cuadros". Indudablemente, la revolución socialista es una revolución nueva. Antes sólo teníamos la experiencia de una revolución democrático-burguesa, y carecíamos de la experiencia de una revolución socialista. Pero, ¿cómo vamos a adquirirla? ¿Cruzándonos de brazos o tomando parte en la lucha de la revolución socialista
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y aprendiendo en ella? ¿Cómo vamos a adquirir la experiencia de la industrialización si no realizamos el Plan Quinquenal, si no emprendemos la labor de la industrialización socialista? En el Plan Quinquenal hay una sección dedicada a la cooperativización agrícola. Cabe preguntar: Si no dirigimos a los campesinos en la organización de una o varias cooperativas de producción agrícola en cada cantón o aldea, ¿de dónde saldrá "el nivel de experiencia de los cuadros" y desde qué base se elevará? Evidentemente, es equivocado pensar que el actual estado de desarrollo de la cooperativización agrícola "ha rebasado el nivel de experiencia de los cuadros". Esta es la segunda concepción errónea.
La manera como estos camaradas enfocan las cuestiones es incorrecta. En vez de considerar la esencia y el aspecto dominante de las cosas, destacan lo no esencial y lo secundario. Es preciso señalar que no se debe pasar por alto los problemas no esenciales y secundarios, sino resolverlos uno por uno; mas no debemos considerarlos como la esencia y el aspecto dominante de las cosas, so pena. de caer en la desorientación.
Debemos estar convencidos de lo siguiente: Primero,
las grandes masas campesinas están dispuestas a tomar gradualmente
el camino socialista bajo la dirección del Partido y, segundo, el
Partido es capaz de dirigir al campesinado por este camino. Estos dos puntos
constituyen la esencia y el aspecto dominante de las cosas. Sin esta convicción
no podremos alcanzar la edificación básica del socialismo
en el curso de unos tres planes quinquenales.
La gran experiencia histórica de la Unión Soviética en la edificación del socialismo inspira a nuestro pueblo y le infunde plena confianza en la construcción del socialismo en China. Sin embargo, hasta en el enfoque de esta experiencia internacional existen puntos de vista diferentes. Algunos camaradas desaprueban la política del Comité Central de nuestro Partido que establece la necesidad de realizar la cooperativización agrícola en correspondencia con la industrialización socialista, política cuya justeza ha sido demostrada ya en la Unión Soviética. Ellos consideran aceptable el ritmo actualmente fijado para la industrialización y, sin embargo, estiman que no es necesario que
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la cooperativización agrícola marche en correspondencia con el paso de la industrialización, y que, en cambio, debe seguir un ritmo muy lento. Esto significa pasar por alto la experiencia de la Unión Soviética. Estos camaradas no comprenden que la industrialización socialista no se puede realizar aisladamente, al margen de la cooperativización agrícola. En primer lugar, como todo el mundo sabe, el actual nivel de la producción de cereales para el mercado y de materias primas para la industria, es muy bajo en China, mientras que las necesidades del Estado respecto a tales productos, crecen año tras año. Se nos presenta aquí una aguda contradicción. Si en el curso de unos tres planes quinquenales no logramos resolver fundamentalmente el problema de la cooperativización agrícola, es decir, si no logramos dar el salto de la pequeña explotación que utiliza aperos de tracción animal a la gran explotación mecanizada, y resolver el problema de la extensa roturación de tierras organizada por el Estado a base del empleo de maquinaria y el asentamiento de población en esas tierras (en el curso de tres planes quinquenales se proyecta roturar de cuatrocientos a quinientos millones de mu de tierras vírgenes), entonces no podremos solucionar la contradicción entre las necesidades, cada año mayores, de cereales para el mercado y de materias primas para la industria, y el rendimiento de los principales cultivos, que en general es muy bajo. En tal caso, nuestra industrialización socialista chocaría con inmensas dificultades y no podríamos realizarla. En el curso de la edificación socialista, la Unión Soviética tropezó con idéntico problema, que resolvió mediante la dirección y desarrollo planificados de la cooperativización agrícola. Nosotros no podremos resolver este problema sino empleando ese mismo método. En segundo lugar, algunos de nuestros camaradas no han reflexionado sobre la conexión entre estos dos aspectos: La industria pesada -- el sector más importante en la industrialización socialista -- produce para la agricultura tractores y otras máquinas, abonos químicos, medios de transporte modernos, petróleo, energía eléctrica, etc.; a su vez, sólo sobre la base de la gran explotación agrícola cooperativa podrán todos estos productos ser utilizados, o utilizados en gran cantidad. En la actualidad, estamos realizando no sólo una revolución en el sistema social, esto es, la transformación de la propiedad privada en propiedad social, sino también una revolución técnica: la transformación de la producción manual en producción moderna, mecanizada y en gran escala. Ambas revoluciones se hallan ligadas entre sí. En la agricultura, dadas las condiciones de nuestro país, hay que realizar primero la cooperativización
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(lo que sucedió en los países capitalistas fue
la transformación capitalista de la agricultura), y sólo
después se podrán emplear grandes máquinas. De ahí
que en ningún caso podamos considerar la industria y la agricultura,
la industrialización socialista y la transformación socialista
de la agricultura, como dos cosas separadas y aisladas la una de la otra,
ni destacar una en desmedro de la otra. A este respecto, la experiencia
soviética también nos señala el rumbo. No obstante,
algunos camaradas nuestros pasan esto por alto y siempre examinan estas
cuestiones aisladamente y sin relacionarlas entre sí. Por último,
algunos de nuestros camaradas tampoco han meditado sobre la conexión
entre estos dos aspectos: Se requieren cuantiosos fondos para la industrialización
del país y la transformación técnica de la agricultura,
pero una parte considerable de ellos tendrá que provenir de la acumulación
en el área de la agricultura. Esta parte saldrá, además
del impuesto agrícola directo, del desarrollo de la industria ligera,
que produce gran cantidad de artículos de consumo requeridos por
el campesinado, artículos que son intercambiados por cereales para
el mercado y por materias primas para la industria ligera; así se
satisfarán las necesidades materiales tanto de los campesinos como
del Estado; y se acumularán fondos para éste. El desenvolvimiento
en gran escala de la industria ligera no sólo exige expandir la
industria pesada sino también la agricultura, ya que no puede realizarse
sobre la base de la economía pequeño-campesina; para ello
se requiere la gran explotación agrícola, que en nuestro
país significa agricultura cooperativa socialista, pues únicamente
este tipo de explotación puede dar a los campesinos una capacidad
adquisitiva incomparablemente superior a la actual. Esta experiencia también
nos la ha suministrado la Unión Soviética, pero algunos de
nuestros camaradas no la han tomado en cuenta. Colocándose en la
posición de la burguesía, de los campesinos ricos o de los
campesinos medios acomodados, que tienden espontáneamente al capitalismo,
ellos siempre piensan en los intereses de una minoría, en lugar
de considerar los intereses de todo el país y de todo el pueblo
desde la posición de la clase obrera.
Algunos camaradas han encontrado incluso en la historia del Partido Comunista de la Unión Soviética fundamentos para criticar
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lo que ellos llaman la precipitación y el avance temerario en la actual cooperativización agrícola de nuestro país. ¿No consta en el Compendio de Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS que, en cuanto al ritmo de la cooperativización, muchas organizaciones locales de ese Partido cometieron, durante un período, errores de precipitación y avance temerario? ¿No debemos tomar en consideración esta experiencia internacional?
Creo que debemos prestar atención a esta experiencia de la Unión Soviética y oponernos a las ideas de precipitación y avance temerario, que ignoran la necesidad de hacer preparativos y pasan por alto el nivel de conciencia de las masas campesinas. Pero, al mismo tiempo, no debemos tolerar que algunos camaradas utilicen esta experiencia de la Unión Soviética para encubrir sus ideas de avance a paso de tortuga.
¿Qué decisiones ha tomado el Comité Central de nuestro Partido para realizar la cooperativización agrícola en China?
En primer lugar, el Comité Central decidió cumplir esencialmente el plan de cooperativización en dieciocho años. Los tres años y pico que van desde octubre de 1949, cuando se fundó la República Popular China, hasta 1952, fueron dedicados a la recuperación de la economía nacional. En ese período, en la esfera de la agricultura, además de llevar a cabo la reforma agraria y restablecer la producción agrícola, impulsamos vigorosamente la organización de equipos de ayuda mutua para la producción agrícola en todas las antiguas regiones liberadas, en donde emprendimos la creación de cooperativas agrícolas semisocialistas, adquiriendo cierta experiencia al respecto. Luego vino el Primer Plan Quinquenal, que empezó en 1953. Han pasado casi tres años desde entonces, y nuestro movimiento de cooperativización agrícola está extendiéndose a todo el país, con lo cual se ha enriquecido nuestra experiencia. Entre la fundación de la República Popular China y la terminación del Tercer Plan Quinquenal media un lapso de dieciocho años. En este espacio de tiempo, nos proponemos cumplir en lo fundamental la transformación socialista de la agricultura a la vez que realizar básicamente la industrialización socialista y las transformaciones socialistas de la artesanía y de la industria y comercio capitalistas. ¿Es posible lograr esta meta? La experiencia de la Unión Soviética nos dice que es completamente posible. En la Unión Soviética, la guerra civil finalizó en 1920, y en los diecisiete años que van de 1921 a 1937 inclusive, se llevó a término la cooperativización agrícola, mas su labor fundamental se hizo en los seis años transcurridos de
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1929 a 1934 inclusive. Durante ese tiempo, como puntualiza el Compendio de Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS, algunas organizaciones locales del Partido en la Unión Soviética cometieron errores que se describen allí como "los éxitos se nos suben a la cabeza"; pero estos errores no tardaron en ser corregidos. Finalmente, la Unión Soviética, merced a grandes esfuerzos, cumplió con éxito la transformación socialista de toda la agricultura y dio término a la gigantesca transformación técnica de la misma. Este camino recorrido por la Unión Soviética es justamente nuestro modelo.
En segundo lugar, en la transformación socialista de la agricultura aplicamos el método de avance gradual. El primer paso consiste en llamar a los campesinos a organizarse, conforme a los principios de voluntariedad y de beneficio mutuo, en equipos de ayuda mutua para la producción agrícola, que sólo contienen ciertos gérmenes de socialismo y que se componen, cada uno, de unas cuantas a unas diez familias campesinas. El segundo paso es llamar a los campesinos a organizarse, sobre la base de estos equipos y ateniéndose como siempre a los principios de voluntariedad y de beneficio mutuo, en pequeñas cooperativas de producción agrícola de tipo semisocialista, que se caracterizan por el aporte de la tierra como cuota y la administración única. Viene finalmente el tercer paso, que consiste en llamar a los campesinos a desarrollar su integración para que, partiendo de esas pequeñas cooperativas semisocialistas y según los mismos principios de voluntariedad y de beneficio mutuo, se organicen en grandes cooperativas de producción agrícola de carácter plenamente socialista. Estos pasos hacen posible que, a través de su propia experiencia, los campesinos eleven gradualmente su nivel de conciencia socialista, modifiquen poco a poco su forma de vida y, por lo tanto, sientan menos bruscos los cambios operados en ella. Estos pasos permiten evitar fundamentalmente que por algún tiempo (por ejemplo, uno o dos años) sobrevenga un descenso de la producción y, además, han de asegurar su aumento anual, cosa perfectamente factible. De las 650.000 cooperativas de producción agrícola existentes, más del 80 por ciento ha aumentado su producción, más del 10 por ciento no ha registrado aumento ni disminución y menos del 10 por ciento ha sufrido merma. Los últimos dos casos no son deseables, y es particularmente malo el de las cooperativas que han registrado disminución. Es preciso dedicar grandes esfuerzos a su revisión. Dado que más del 80 por ciento de las cooperativas ha incrementado la producción (el aumento oscila entre el 10 y el 30 por ciento), que más del 10 por ciento, aunque no ha registrado aumento ni
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disminución en el primer año, después de la revisión podrá obtener aumento en el segundo, y que, finalmente, las cooperativas que han sufrido merma también tienen posibilidad de incrementar la producción durante el año siguiente a la revisión, o bien de llegar a un estado en que no haya ni aumento ni disminución, puede decirse, por tanto, que en su conjunto el desarrollo de la cooperativización en nuestro país es sano y que en lo fundamental es posible asegurar el aumento de la producción y evitar su descenso. Estos pasos constituyen también una magnífica escuela para preparar cuadros y posibilitan la gradual formación de un gran número de trabajadores administrativos y técnicos para las cooperativas.
En tercer lugar, decidimos fijar una vez al año, de acuerdo con la situación real, las cifras de control para el desenvolvimiento de la cooperativización agrícola y verificar varias veces al año el trabajo de cooperativización. Así, en consonancia con los cambios de la situación y los resultados obtenidos, pueden determinarse las medidas concretas para el desarrollo anual de la cooperativización en cada provincia, distrito o cantón. En algunos lugares se puede suspender por un tiempo la creación de cooperativas para dedicarse a la revisión de las existentes y, en otros, proceder simultáneamente a la creación y a la revisión. A una parte de los miembros de algunas cooperativas se les puede permitir retirarse y, en casos aislados, se puede admitir incluso la disolución temporal de cooperativas. En ciertos lugares se debe crear gran cantidad de nuevas cooperativas, y en otros simplemente ampliar las existentes admitiendo nuevas familias campesinas. En todas las provincias y distritos, después de establecer un conjunto de cooperativas, es necesario suspender durante algún tiempo el incremento de cooperativas a fin de proceder a su revisión, y entonces sí crear otro grupo. Es una idea errónea considerar inadmisibles las interrupciones y treguas. Por lo que se refiere a la verificación del movimiento de cooperativización, este trabajo deben tomarlo firmemente en sus manos el Comité Central, los comités del Partido a niveles de provincia, región autónoma, municipio y prefectura y realizarlo no una sino varias veces al año. Si surgen problemas, se los debe resolver sin tardanza, en vez de dejar que se amontonen para solucionarlos en bloque. Hay que hacer la crítica a tiempo, y no dejarse llevar por el hábito de criticar sólo cuando se hayan consumado los hechos. Así, por ejemplo, en estos siete meses del año, por lo que se refiere al CC, éste ha convocado tres conferencias, incluida la presente, de camaradas responsables de diferentes localidades para discutir el problema de la
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cooperativización en el campo. Este método de aplicar medidas apropiadas a las condiciones concretas de cada localidad y dar oportuna orientación, nos permite cometer menos errores en el trabajo y corregir rápidamente los que hayamos cometido.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, ¿acaso
no se puede afirmar que es correcta la política directriz del Comité
Central de nuestro Partido respecto a la cooperativización agrícola,
y que por ello puede asegurar plenamente el sano desarrollo del movimiento?
Creo que podemos y debemos afirmar que es así. Tildar esta política
de "avance temerario" es por completo erróneo.
Partiendo de la posición de la burguesía, de los campesinos ricos o de los campesinos medios acomodados, que tienden espontáneamente al capitalismo, algunos camaradas abordan de manera errónea un problema de importancia capital como es el de la alianza obrero-campesina. Ellos opinan que es muy peligrosa la actual situación del movimiento de cooperativización, y nos aconsejan "apearnos inmediatamente del caballo" en nuestro actual camino de la cooperativización. Nos advierten: "Si ustedes no se apean inmediatamente, la alianza obrero-campesina correrá el peligro de romperse." Y nosotros sostenemos justamente lo contrario: Si no montamos inmediatamente el caballo, surgirá el peligro de que se rompa la alianza obrero-campesina. Al parecer, aquí la diferencia estriba en una sola palabra: Unos dicen apearse, y los otros, montar; sin embargo, esto refleja la divergencia entre las dos líneas. Como todos saben, hemos forjado la alianza obrero-campesina, establecida sobre la base de la revolución democrático-burguesa antiimperialista y antifeudal, revolución que arrancó la tierra a los terratenientes y la distribuyó entre los campesinos, liberándolos del yugo de la propiedad feudal. Pero esa revolución pertenece al pasado, y la propiedad feudal ya está liquidada. Lo que subsiste actualmente en el campo es la propiedad capitalista de los campesinos ricos y el inmenso océano de la propiedad campesina individual. Está a la vista de todos que, durante los últimos años, las fuerzas espontáneas del capitalismo han venido aumentando diariamente en el campo. En todas partes han surgido nuevos campesinos ricos, y muchos campesinos medios acomodados procuran hacerse
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campesinos ricos. Por otro lado, multitud de campesinos pobres
siguen en la miseria debido a la escasez de medios de producción;
algunos se han endeudado y otros han vendido su tierra o la han dado en
arriendo. Si se deja que esta situación prosiga, se irá agravando
de día en día la polarización en el campo. Los campesinos
que hayan perdido su tierra o continúen en la pobreza, se quejarán
de que no movemos un solo dedo para salvarlos de la ruina o para ayudarlos
a salir de las dificultades. También se sentirán descontentos
con nosotros los campesinos medios acomodados, que tienen tendencia al
capitalismo, pues jamás podremos satisfacer sus demandas a menos
que queramos emprender el camino capitalista. ¿Puede permanecer
sólida la alianza obrera-campesina en tales circunstancias? Claro
que no. Este problema sólo puede resolverse sobre una base nueva.
Esto significa que, simultáneamente con la realización gradual
de la industrialización socialista y de las transformaciones socialistas
de la artesanía y de la industria y comercio capitalistas, debemos
efectuar paso a paso la transformación socialista de toda la agricultura,
en otras palabras, realizar la cooperativización, eliminando en
el campo la economía de campesino rico y la economía individual,
para que prospere conjuntamente toda la población rural. Sostenemos
que ésta es la única manera de consolidar la alianza obrero-campesina.
Si no procedemos así, surgirá el peligro de que se rompa.
En este problema se equivocan de medio a medio los camaradas que nos aconsejan
"apearnos".
Hay que prever desde ahora el auge de la transformación socialista que pronto y a escala nacional se producirá en las zonas rurales, cosa que es ineluctable. Para fines del último año del Primer Plan Quinquenal y comienzos del primer año del Segundo, es decir, para la primavera de 1958, habrán ingresado en cooperativas de carácter semisocialista unos 250 millones de individuos, o sea, unos 55 millones de familias campesinas (calculando un promedio de 4,5 personas por familia), cifra que representa la mitad de la población rural. Para entonces, en muchos distritos y algunas provincias se habrá dado cima, en lo esencial, a la transformación semisocialista de la economía agrícola y, en todos los lugares del país, una pequeña parte de las cooperativas semisocialistas habrán pasado a ser enteramente socialistas. Al
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mediar el Segundo Plan Quinquenal, o sea, en 1960, habremos
terminado, en lo fundamental, la transformación semisocialista de
la economía agrícola que comprende a la otra mitad de la
población rural. Para entonces, será mayor el número
de cooperativas transformadas de semisocialistas en totalmente socialistas.
Durante los dos primeros planes quinquenales, la transformación
social seguirá siendo la principal en el campo, mientras que la
transformación técnica será secundaria; el número
de grandes máquinas agrícolas aumentará sin duda,
pero todavía no habrá muchas. En el curso del Tercer Plan
Quinquenal, las transformaciones social y técnica en el campo progresarán
paralelamente; se empleará un número cada año mayor
de grandes máquinas agrícolas, y en cuanto a la transformación
social, después de 1960 las cooperativas semisocialistas pasarán
en forma gradual, por grupos y por etapas, a ser plenamente socialistas.
China no podrá modificar por completo su fisonomía económica
y social a menos que realice íntegramente la transformación
socialista del sistema económico-social, y que, en lo concerniente
a la técnica, se empleen máquinas en todas las ramas y lugares
donde sea factible. Dadas las condiciones económicas de nuestro
país, la transformación técnica requiere más
tiempo que la social. Para consumar en lo fundamental la transformación
técnica de la agricultura en escala nacional, se estima que se necesitará
aproximadamente un período de cuatro o cinco planes quinquenales,
es decir, de veinte a veinticinco años. Todo el Partido debe luchar
por la realización de esta magna tarea.
Es necesario implantar la planificación global y fortalecer la dirección.
Debemos tener un plan nacional, así como planes a nivel de provincia, prefectura, distrito, territorio y cantón, destinados a realizar la cooperativización por etapas. Además, hay que revisar constantemente estos planes de acuerdo con la marcha del trabajo práctico. Las organizaciones del Partido y de la Liga de la Juventud a los niveles mencionados deben prestar seria atención a los problemas rurales y mejorar efectivamente su dirección del trabajo en el campo. Los principales camaradas responsables de los comités locales del Partido y de la Liga de la Juventud deben estudiar sin tardanza el trabajo de
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la cooperativización agrícola y hacerse expertos
en esta materia. Resumiendo, hay que tener iniciativa en vez de caer en
la pasividad; es preciso reforzar la dirección en lugar de abandonarla.
En agosto de 1954 (ésta ya no es una novedad), el Comité Provincial de Jeilungchiang del Partido Comunista de China señaló en un informe:
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ayuda mutua o cooperativas de campesinos ricos'. Todo esto demuestra plenamente que, dado el amplio desarrollo de la cooperativización agrícola, ya no es suficiente pensar solamente en términos de creación de nuevas cooperativas al aplicar la política del Partido y dirigir este movimiento. Es necesario, además, pensar en términos del conjunto de la aldea [cantón] y de la promoción del movimiento de cooperativización agrícola en todos sus aspectos, tomando en cuenta tanto la creación de nuevas cooperativas como la ampliación de las viejas, tanto el incremento de las cooperativas como la elevación de los equipos de ayuda mutua a un nuevo nivel, tanto el presente año como el próximo e incluso el que sigue. Sólo así se podrá llevar plenamente a efecto la política del Partido y asegurar un sano desarrollo del movimiento de cooperativización agrícola."
El informe del Comité Provincial de Jeilungchiang agrega:
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[es decir, en 1955]. En el momento actual, todas las masas trabajan con ardor para cumplir el plan de desarrollo de la cooperativización agrícola del presente año y para aumentar la producción y asegurar una buena cosecha. La opinión general entre los cuadros de la aldea es: 'Felizmente hemos actuado así, pues de lo contrario todo se habría ido al diablo, y entonces las cosas no sólo marcharían mal este año, sino que las consecuencias se harían sentir en el próximo.'"
Planificación global y fortalecimiento
de la dirección: tal es nuestra política.
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[1]Durante la cooperativización agrícola, se llamaba nuevos campesinos medios a aquellos que habían sido originalmente campesinos pobres y que después de la reforma agraria, habían ascendido a la condición de campesinos medios, y se denominaba antiguos campesinos medios a los que, desde el principio, eran campesinos medios y cuya condición económica no había sufrido hasta entonces alteración alguna. [pág. 200]
[2]En aquel entonces, las cooperativas de producción agrícola eran clasificadas generalmente en tres categorías, según fuera bueno, regular o malo su funcionamiento. [pág. 201]
[3]Se refiere aquí a tres familias de campesinos pobres: la de Wang Yu-kun, la de Wang Siao-chi y la de Wang Siao-pang, que viven en Nanwangchuang, distrito de Anping, provincia de Jopei. De la cooperativa de producción agrícola que crearon procede la actual brigada de Nanwangchuang, perteneciente a la Comuna Popular del mismo nombre. [pág. 202]