De las
Obras Escogidas de Mao Tse-tung
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
PEKIN 1976
Primera edición 1962
Segunda edición 1963
(5a impresión 1976)
Tomo IV, págs. 375-90.
Digitalizado y preparado para el internet: Por el Movimiento
Popular Perú de Alemania, 1993.
Esta edición: Marxists Internet Archive, mayo de 2001.
INFORME ANTE LA II SESION PLENARIA
DEL COMITE CENTRAL
ELEGIDO EN EL VII CONGRESO NACIONAL
DEL PARTIDO COMUNISTA DE CHINA[*]
I
A raíz de las campañas de Liaosi-Shenyang, de Juai-Jai y de Peiping-Tientsín, han quedado destruidas las fuerzas principales del ejército del Kuomintang. De sus tropas de combate, sólo resta algo más de un millón de hombres, dispersos en vastas regiones desde Sinchiang hasta Taiwán y sobre un frente sumamente largo. De ahora en adelante, no puede haber sino tres procedimientos para acabar con estas tropas kuomintanistas: el de Tientsín, el de Peiping o el de Suiyuán[1]. Acabar con las fuerzas enemigas por medio del combate, como lo hicimos en Tientsín, sigue siendo el objeto primario de nuestra atención y de nuestros preparativos. Todos los mandos y combatientes del Ejército Popular de Liberación de ningún modo deben relajar en lo más mínimo su voluntad de combate; toda idea que tiende a relajar la voluntad de combate o a subestimar al enemigo es errónea. Ha aumentado la posibilidad de lograr la solución según el procedimiento de Peiping, que consiste en obligar a las tropas enemigas a reorganizarse rápida y enteramente, por la vía pacífica, en unidades del Ejército Popular de Liberación de acuerdo con el sistema de éste. Esta solución, en lo que atañe a la rápida eliminación de los vestigios de la contrarrevolución y de su influencia política, no es tan eficaz como la solución mediante el combate. Sin embargo, ella ha de surgir, y es inevitable, después del aniquilamiento de las fuerzas principales del ejército enemigo; además, es ventajosa para nuestro ejército y para el pueblo, porque permite evitar bajas y destrucciones. Por tanto, los camaradas dirigentes de los diversos ejér-
* El Comité Central elegido en el VII Congreso Nacional del Partido Comunista de China celebró su II Sesión Plenaria del 5 al 13 de marzo de 1949, en la aldea de Sipaipo, distrito de Pingshan, provincia de Jopei. Estuvieron presentes 34 miembros titulares y 19 suplentes del Comité Central. Esta Sesión, celebrada en vísperas de la victoria nacional de la revolución popular china, tuvo una importancia extraordinaria: En su informe a la Sesión, el camarada Mao Tse-tung planteó los principios políticos destinados a acelerar la victoria de la revolución en todo el país y a organizar esta victoria. Explicó que con esta victoria el centro de gravedad de la labor del Partido debía desplazarse del campo a la ciudad; definió la política fundamental que el Partido había de seguir en los terrenos político, económico y de las relaciones exteriores después de la victoria; fijó las tareas generales y las vías principales para transformar a China de país agrícola en país industrial, de sociedad de nueva democracia en sociedad socialista. En particular, analizó las condiciones de los diferentes sectores de la economía china de ese entonces y la política acertada que el Partido debía adoptar, señaló el camino que China debía tomar necesariamente para realizar su transformación socialista, criticó las desviaciones de "izquierda" y de derecha en esta cuestión y expresó la firme convicción de que la economía de China se desarrollaría a un ritmo relativamente elevado. El camarada Mao Tse-tung hizo una apreciación de la nueva situación que se produciría en la lucha de clases, tanto en el interior como en el exterior, después de la victoria de la revolución democrática popular de China, y advirtió a tiempo que los "proyectiles almibarados" de la burguesía pasarían a ser el peligro principal para el proletariado. Gracias a todo esto, el presente documento tiene gran significación para un largo período histórico. Este informe del camarada Mao Tse-tung y su artículo "Sobre la dictadura democrática popular", escrito en junio del mismo año, constituyeron la base de la política encamada en el Programa Común, el cual, adoptado por la I Sesión Plenaria de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, sirvió de Constitución provisional después de la fundación de la Nueva China. La II Sesión Plenaria del Comité Central elegido en el VII Congreso Nacional del Partido adoptó una resolución basada en este informe del camarada Mao Tse-tung. Después de la Sesión, el Comité Central se trasladó de Sipaipo, distrito de Pingshan, provincia de Jopei, a Peiping.
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citos de campaña deben prestar atención a esta forma de lucha y aprender a utilizarla. Esta es una forma de lucha, una forma de lucha sin derramamiento de sangre; no implica que los problemas puedan resolverse sin lucha. El procedimiento de Suiyuán consiste en conservar deliberadamente intacta, o casi intacta, parte de las tropas del Kuomintang, es decir, hacerles concesiones temporales, lo que contribuye a ganarlas políticamente para nuestro lado o a neutralizarlas. De este modo podemos concentrar nuestras fuerzas para terminar primero con la parte principal de lo que queda de las fuerzas del Kuomintang y proceder, después de cierto tiempo (digamos unos meses, medio año o un año), a reorganizar a dichas tropas en unidades del Ejército Popular de Liberación de acuerdo con el sistema de éste. Esa es otra forma de lucha. Con ella subsistirán los vestigios y la influencia política de la contrarrevolución en mayor
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medida y durante más tiempo que con el procedimiento de
Peiping. Pero no cabe la menor duda de que serán eliminados finalmente
estos vestigios y esta influencia. No hay que creer nunca que, una vez
sometidos a nosotros, los contrarrevolucionarios se convierten en revolucionarios
y sus ideas y propósitos contrarrevolucionarios dejan de existir.
Nada de eso. De estos contrarrevolucionarios, muchos serán reeducados,
algunos serán desechados, y ciertos elementos, los contumaces, serán
reprimidos.
El Ejército Popular de Liberación siempre
es un destacamento de combate. Incluso después de la victoria nacional,
continuará siéndolo durante el período histórico
en que aún no hayan sido abolidas las clases en nuestro país
y exista todavía en el mundo el sistema imperialista. Respecto a
este punto no debe haber ningún malentendido ni vacilación.
El Ejército Popular de Liberación es también un destacamento
de trabajo, y lo será especialmente cuando en las diferentes regiones
del Sur los problemas se resuelvan según el procedimiento de Peiping
o el de Suiyuán. A medida que disminuyan las hostilidades, aumentará
su función como destacamento de trabajo. Es posible que no pase
mucho antes que todo el Ejército Popular de Liberación sirva
también de destacamento de trabajo; debemos prever esta situación.
Los 53.000 cuadros que ahora se aprestan a partir al Sur con el ejército
están lejos de ser suficientes para las extensas regiones nuevas
que pronto ocuparemos, y debemos preparamos para hacer de todos los ejércitos
de campaña, con sus 2.100.000 hombres, un destacamento de trabajo.
De este modo, habrá suficientes cuadros y podrá desarrollarse
el trabajo en extensas zonas. Debemos considerar a nuestros ejércitos
de campaña, con sus 2.100.000 hombres, como una gigantesca escuela
de cuadros.
Desde 1927 hasta hoy, el centro de gravedad de nuestra labor ha estado en las aldeas: acumular fuerzas en las aldeas, utilizar las aldeas para rodear las ciudades y después tomarlas. Ahora ha terminado
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el período en que aplicábamos tal método
de trabajo. Ha comenzado el período: "de la ciudad al campo" y "la
ciudad dirige al campo". El centro de gravedad de la labor del Partido
se ha desplazado del campo a la ciudad. En las regiones del Sur, el Ejército
Popular de Liberación ocupará primero las ciudades y después
las aldeas. Hay que prestar atención tanto a la ciudad como al campo
y enlazar estrechamente el trabajo urbano con el rural, los obreros con
los campesinos y la industria con la agricultura. En ninguna circunstancia
se debe dejar de lado el campo para prestar atención sólo
a la ciudad, porque esto sería enteramente erróneo. No obstante,
el centro de gravedad de la labor del Partido y del ejército debe
estar en las ciudades; debemos esforzamos al máximo por aprender
el trabajo de administración y de construcción de las ciudades.
Debemos aprender a librar en las ciudades la lucha política, económica
y cultural contra los imperialistas, el Kuomintang y la burguesía,
y también la lucha diplomática contra los imperialistas.
Debemos aprender a mantener contra ellos no sólo luchas abiertas,
sino también luchas encubiertas. Si no prestamos atención
a estos problemas, si no aprendemos a sostener tales luchas contra ellos
y no logramos la victoria en esas luchas, no podremos mantener nuestro
Poder, no podremos mantenemos firmes, y fracasaremos. Después de
eliminados los enemigos armados, quedarán aún los enemigos
no armados, los cuales entablarán inevitablemente una lucha a muerte
contra nosotros; jamás debemos subestimarlos. Si ahora no planteamos
ni comprendemos el problema de este modo, cometeremos errores muy graves.
En la lucha en las ciudades, ¿en quién nos apoyaremos? Algunos camaradas con un embrollo en la cabeza piensan que debemos apoyamos no en la clase obrera, sino en las masas indigentes. Otros camaradas, con un embrollo aún mayor, creen que debemos apoyamos en la burguesía. En cuanto a la orientación del desarrollo de la industria, algunos camaradas de pensamiento embrollado sostienen que es preciso ayudar principalmente al desarrollo de las empresas privadas y no al de las estatales, mientras que otros sostienen, al contrario, que basta con ocuparse de las empresas estatales y que las privadas poseen poca importancia. Tenemos que criticar estas ideas embrolladas. Debemos apoyamos de todo corazón en la clase
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obrera, unimos con el resto de las masas trabajadoras, ganamos a los intelectuales y procurar que se ponga de nuestro lado, o se mantenga neutral, el mayor número posible de elementos de la burguesía nacional y de sus representantes susceptibles de cooperar con nosotros, para que podamos así luchar resueltamente contra los imperialistas, el Kuomintang y la clase capitalista burocrática y vencer gradualmente a estos enemigos. Mientras tanto, emprenderemos nuestro trabajo de construcción, aprenderemos paulatinamente a administrar las ciudades y restauraremos y desarrollaremos su producción. Con respecto al problema de la restauración y el desarrollo de la producción, debemos tener bien claro lo siguiente: lo primero es la producción de la industria estatal; lo segundo, la de la industria privada, y lo tercero, la artesanal. El mismo día que tomemos posesión de una ciudad, debemos dirigir nuestra atención a la restauración y el desarrollo de su producción. Debemos guardamos de actuar ciegamente y al azar, olvidando la tarea central hasta tal punto que, varios meses después de conquistada una ciudad, la producción y la construcción no estén aún bien encarriladas y muchas industrias permanezcan atascadas, con lo que se originarían desocupación, descenso del nivel de vida de los obreros y descontento de éstos con el Partido Comunista. Semejante estado de cosas sería absolutamente inadmisible. Por lo tanto, nuestros camaradas deben esforzarse al máximo por aprender la técnica de la producción y los métodos de administración y deben iniciarse en las demás actividades estrechamente relacionadas con la producción, como el comercio y la actividad bancaria. Sólo cuando se restaure y desarrolle la producción en las ciudades, cuando las ciudades consumidoras se transformen en productoras, podrá consolidarse el Poder popular. Los demás trabajos en las ciudades, como, por ejemplo, el trabajo de organización del Partido, el trabajo en los órganos del Poder, en los sindicatos y en otras organizaciones populares, el trabajo en el dominio de la cultura y educación, el trabajo de liquidación de los contrarrevolucionarios, el trabajo en la agencia de noticias, los periódicos y las emisoras, deben girar todos en tomo de la tarea central de producción y construcción y ponerse a su servicio. Si no sabemos nada de la producción y no llegamos a adquirir rápidamente los conocimientos necesarios, si no logramos restaurar y desarrollar la producción lo más pronto posible y obtener éxitos reales de modo que mejore la vida del pueblo en general, ante todo la de los obreros, no podremos mantener nuestro Poder, no podremos mantenernos firmes, y fracasaremos.
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Las condiciones en el Sur no son las mismas que en
el Norte, y por lo tanto las tareas del Partido deben ser diferentes. El
Sur está todavía bajo la dominación del Kuomintang.
Allí las tareas del Partido y del Ejército Popular de Liberación
consisten en aniquilar las fuerzas armadas reaccionarias del Kuomintang
en las ciudades y en las aldeas, crear organizaciones del Partido, instituir
los órganos del Poder, movilizar a las masas, establecer sindicatos,
asociaciones campesinas y otras organizaciones populares, organizar fuerzas
armadas populares, acabar con los restos de las fuerzas del Kuomintang
y restaurar y desarrollar la producción. En el campo, nuestra tarea
consiste, ante todo, en luchar sistemáticamente para liquidar a
los bandidos, combatir a los tiranos locales, es decir, al sector de la
clase terrateniente que se halla en el Poder local, y dar cima a los preparativos
para la reducción de los arriendos y de los intereses, a fin de
realizar dicha reducción dentro de uno o dos años después
de la llegada del Ejército Popular de Liberación y crear
así las condiciones previas para la distribución de la tierra.
Al mismo tiempo, hay que utilizar toda posibilidad para mantener el nivel
actual de la producción agrícola y evitar su descenso. En
el Norte, con excepción de las pocas regiones liberadas nuevas,
las condiciones son completamente distintas. Aquí se ha derrocado
la dominación del Kuomintang, se ha establecido la del pueblo y
se ha resuelto radicalmente el problema agrario. Aquí la tarea central
del Partido es movilizar todas las fuerzas para restaurar y desarrollar
la producción; éste es el centro de gravedad de toda nuestra
labor. También es necesario restaurar y desarrollar las actividades
en el terreno de la cultura y educación, liquidar los restos de
las fuerzas reaccionarias, consolidar todo el Norte y apoyar al Ejército
Popular de Liberación.
Ya hemos emprendido una vasta construcción económica; la política económica del Partido ha sido aplicada en la práctica y ha logrado éxitos notables. Sin embargo, sobre la cuestión de por qué debemos adoptar tal política económica y no otra, cuestión teórica y de principio, existen todavía en el Partido muchas ideas embrolladas. ¿Cómo hay que responder a esta cuestión? En nuestra opinión, hay
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que responder así. Antes de la Guerra de Resistencia contra el Japón, las proporciones de la industria y la agricultura dentro del total de la economía nacional de China eran: la industria moderna, alrededor del 10 por ciento, y la agricultura y la artesanía, alrededor del 90 por ciento. Tal es el resultado de la opresión imperialista y feudal; tal es la expresión, en lo económico, del carácter semicolonial y semifeudal de la sociedad de la vieja China; tal es también nuestro punto de partida fundamental para abordar todos los problemas durante el período de la revolución china y durante un período bastante largo después de la victoria de la revolución. De aquí surge una serie de cuestiones concernientes a la estrategia; a la táctica y a la política de nuestro Partido. Una tarea importante para nuestro Partido en la actualidad es alcanzar una comprensión más clara y una solución mejor de estos problemas. Esto quiere decir:
1. China dispone ya de una industria moderna que constituye aproximadamente el 10 por ciento de su economía; esto es un factor de progreso, esto difiere de los tiempos antiguos. Como resultado, China tiene ya nuevas clases y nuevos partidos políticos: el proletariado y la burguesía, el partido proletario y los partidos burgueses. El proletariado y su partido, oprimidos por múltiples enemigos, se han templado y están calificados para dirigir la revolución popular china. Quienquiera que pase por alto este punto o aminore su importancia cometerá errores oportunistas de derecha.
2. China aún tiene una agricultura y una artesanía dispersas e individuales que constituyen aproximadamente el 90 por ciento de toda su economía; esto es un factor de atraso, esto no difiere mucho de los tiempos antiguos; el 90 por ciento, más o menos, de nuestra vida económica permanece aún en el nivel de los tiempos antiguos. Ahora hemos abolido, o pronto aboliremos, la secular propiedad feudal de la tierra. En este sentido, nuestra economía ya es, o pronto será, diferente de la de los tiempos antiguos, y tenemos, o pronto tendremos, la posibilidad de modernizar gradualmente nuestra agricultura y artesanía. No obstante, en lo que se refiere a su forma fundamental, nuestra agricultura y artesanía son hoy todavía, y serán durante un tiempo bastante largo, dispersas e individuales, es decir, parecidas a lo que eran en los tiempos antiguos. Quienquiera que pase por alto este punto o aminore su importancia cometerá errores oportunistas de "izquierda".
3. La industria moderna de China está sumamente concentrada, aunque el valor de su producción llega sólo al 10 por ciento aproxima-
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damente del valor global de la producción de la economía nacional; la parte mayor y más importante del capital está concentrada en manos de los imperialistas y de sus lacayos, los capitalistas burocráticos chinos. La confiscación de esta parte del capital y su traspaso a la república popular dirigida por el proletariado permitirán a ésta controlar las arterias vitales de la economía del país y a la economía estatal convertirse en el sector dirigente de toda la economía nacional. Este sector de la economía es de carácter socialista, y no capitalista. Quienquiera que pase por alto este punto o aminore su importancia cometerá errores oportunistas de derecha.
4. La industria capitalista privada de China, que ocupa el segundo lugar en la industria moderna del país, representa una fuerza que no debe ser pasada por alto. La burguesía nacional de China y sus representantes, oprimidos o restringidos por el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático, a menudo han tomado parte o mantenido una posición neutral en las luchas de la revolución democrática popular. Por esta razón y debido a que la economía china está todavía atrasada, será necesario, durante un período bastante largo después de la victoria de la revolución, aprovechar hasta donde sea posible los factores positivos del capitalismo privado de la ciudad y del campo, en interés del desarrollo de la economía nacional. En dicho período, hay que permitir que existan y se desarrollen todos los elementos capitalistas de la ciudad y del campo que no sean perjudiciales, sino beneficiosos para la economía nacional. Esto no sólo es inevitable, sino también económicamente indispensable. el capitalismo en China, sin embargo, no existirá ni se desarrollará de manera ilimitada y desenfrenada como en los países capitalistas. Será limitado de varias maneras: con la restricción de su esfera de operaciones, con la política de impuestos, con los precios de mercado y con las condiciones de trabajo. Adoptaremos una política adecuada y flexible para limitar el capitalismo de distintas maneras, de acuerdo con las condiciones específicas de cada lugar, cada rama y cada período. Nos es necesario y útil emplear la consigna de Sun Yat-sen de "control del capital"[2] Sin embargo; en interés del conjunto de la economía nacional y en el interés presente y futuro de la clase obrera y de todo el pueblo trabajador, no debemos limitar de manera excesiva ni demasiado rígida la economía capitalista privada, sino que debemos dejarle un margen para que exista y se desarrolle en el marco de la política y la planificación económicas de la república popular. La política de limitación del capitalismo privado
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encontrará inevitablemente resistencia, en diversos grados y formas, por parte de la burguesía, especialmente de los grandes propietarios de empresas privadas, o sea, de los grandes capitalistas. La limitación y la resistencia a la limitación constituirán la forma principal de la lucha de clases en el Estado de nueva democracia. Es enteramente erróneo creer que en la actualidad no necesitamos limitar el capitalismo y que podemos abandonar la consigna de "control del capital"; éste es un punto de vista oportunista de derecha. Pero también es del todo errónea la opinión opuesta de que debemos imponer una limitación excesiva o demasiado rígida del capital privado, o que podemos simplemente eliminarlo en forma muy rápida; éste es un punto de vista oportunista de "izquierda" o aventurero.
5. La agricultura y la artesanía dispersas e individuales, que representan el 90 por ciento del valor total de la producción de la economía nacional, pueden y deben, en su desarrollo, ser conducidas con prudencia, paso a paso, pero activamente, hacia la modernización y la colectivización; es erróneo el punto de vista de que se puede permitir su desarrollo espontáneo. Hay que organizar cooperativas de producción, de consumo y de crédito, así como sus órganos dirigentes nacionales, provinciales, municipales, de distrito y de territorio. Tales cooperativas son organizaciones económicas colectivas de las masas trabajadoras, basadas en la propiedad privada y bajo la orientación del Poder estatal dirigido por el proletariado. El atraso cultural del pueblo chino y su carencia de tradición en materia de cooperativas pueden causamos dificultades; pero las cooperativas pueden ser organizadas, y deben ser organizadas, generalizadas y desarrolladas. Si nuestra economía contara sólo con el sector estatal, sin el sector cooperativo, nos sería imposible conducir gradualmente hacia la colectivización la economía individual del pueblo trabajador, imposible pasar de la sociedad de nueva democracia a la futura sociedad socialista, imposible consolidar la hegemonía del proletariado en el Poder estatal. Quienquiera que pase por alto este punto o aminore su importancia cometerá también errores sumamente graves. La economía estatal es socialista por su carácter y la economía cooperativa, semisocialista; ambas, más el capitalismo privado, más la economía individual, más la economía del capitalismo de Estado; en la cual actúan conjuntamente el Estado y el capital privado, serán los sectores principales de la economía en la república popular y constituirán la estructura económica de nueva democracia.
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6. La restauración y el desarrollo de la economía nacional de la república popular serán imposibles sin una política de control del comercio exterior. Aun cuando hayan sido eliminados en China el imperialismo, el feudalismo, el capitalismo burocrático y la expresión concentrada de todos ellos -- el régimen del Kuomintang --, permanecerá sin resolver el problema del establecimiento de un sistema industrial independiente e íntegro, y será resuelto definitivamente tan sólo cuando nuestro país se haya desarrollado mucho económicamente y se haya transformado de país agrícola atrasado en país industrial avanzado. Sin el control del comercio exterior será imposible lograr este objetivo. Después de conquistada la victoria de la revolución china en todo el país y resuelto el problema agrario, existirán todavía dos contradicciones fundamentales en China. La primera, de orden interior, es la contradicción entre la clase obrera y la burguesía; la segunda, de orden exterior, la contradicción entre China y los países imperialistas. En consecuencia, después de la victoria de la revolución democrática popular, no debe ser debilitado, sino fortalecido, el Poder estatal de la república popular dirigida por la clase obrera. La limitación del capital en el país y el control del comercio exterior serán los dos principios políticos fundamentales del Estado en la lucha económica. Quienquiera que pase por alto este punto o aminore su importancia cometerá errores sumamente graves.
7. China ha heredado una economía atrasada,
pero el pueblo chino es valiente y laborioso, y, con la victoria de la
revolución popular china y la fundación de la república
popular, con la dirección del Partido Comunista de China, a las
cuales se agrega la ayuda de la clase obrera de todos los países,
principalmente la ayuda de la Unión Soviética, el ritmo de
la construcción económica en nuestro país no será
muy lento, sino que puede ser bastante rápido; no está lejano
el día en que China alcance el florecimiento. Carecen de todo fundamento
los juicios pesimistas sobre el florecimiento económico de China.
La vieja China era un país semicolonial dominado por el imperialismo. La revolución democrática popular de China, por su carácter consecuentemente antiimperialista, ha atraído sobre sí el odio feroz de los imperialistas, que no han escatimado esfuerzo alguno por ayudar al Kuomintang. Esto ha suscitado una indignación aún más
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profunda del pueblo chino contra los imperialistas y les ha quitado su última migaja de prestigio entre nuestro pueblo. Al mismo tiempo, el sistema imperialista en su conjunto se ha debilitado mucho después de la Segunda Guerra Mundial, mientras que el frente antiimperialista mundial, encabezado por la Unión Soviética, es hoy más fuerte que nunca. En estas circunstancias, podemos y debemos adoptar la política de destruir sistemática y completamente la dominación imperialista en China. Esta dominación se manifiesta en lo político, económico y cultural. En cada ciudad o lugar en donde son aniquiladas las tropas del Kuomintang y derrocados sus órganos del Poder, se derroca con ello la dominación política de los imperialistas, como asimismo su dominación económica y cultural. Pero quedan aún las empresas económicas y las instituciones culturales administradas directamente por los imperialistas, y también el personal diplomático y los periodistas reconocidos por el Kuomintang. Debemos ir resolviendo todos estos problemas en forma apropiada y por orden de urgencia. Rehusar reconocer el status legal de todos los organismos diplomáticos extranjeros del período del Kuomintang y de su personal, denunciar todos los tratados de traición nacional de ese período, suprimir todas las oficinas de propaganda creadas por los imperialistas en China, controlar de inmediato el comercio exterior y reformar el sistema aduanero: éstos son los primeros pasos que debemos dar al entrar en las grandes ciudades. Una vez hecho todo esto, el pueblo chino se habrá alzado con toda su estatura frente al imperialismo. En cuanto a las restantes empresas económicas e instituciones culturales de los imperialistas, se puede permitir que subsistan por el momento, sujetas a nuestra supervisión y control, y dejar la resolución del problema para después de la victoria nacional. En cuanto a los simples extranjeros que residen en China, sus intereses legítimos serán protegidos y no lesionados. En lo que atañe a la cuestión del reconocimiento de nuestro Estado por los países imperialistas, no sólo no hay que tener prisa por ahora, sino que, durante un período bastante largo después de la victoria nacional, no habrá tampoco necesidad de apresurarse a resolverla. Estamos dispuestos a establecer relaciones diplomáticas con todos los países de acuerdo con el principio de igualdad; sin embargo, los imperialistas, que siempre han sido y son hostiles al pueblo chino, de ningún modo empezarán pronto a tratamos como a iguales. En tanto los países imperialistas no cambien su actitud hostil, no les concederemos status legal en China. En lo que se refiere al comercio con los extranjeros, no hay problema; si existe posi-
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bilidad de comerciar, lo haremos; y ya hemos comenzado a hacerlo;
hombres de negocios de varios países capitalistas compiten ahora
por comerciar con nosotros. Debemos, en la medida de lo posible, comerciar
en primer lugar con los países socialistas y las Democracias Populares;
al mismo tiempo, estamos dispuestos también a comerciar con los
países capitalistas.
Todas las condiciones están maduras para convocar la Conferencia Consultiva Política y formar un gobierno democrático de coalición. Todos los partidos democráticos, organizaciones populares y personalidades democráticas sin partido están de nuestro lado. La burguesía de Shanghai y del valle del Yangtsé procura trabar relaciones con nosotros. Se han restablecido la navegación y las comunicaciones postales entre el Norte y el Sur del país. el Kuomintang, dividido y desintegrado, se ha aislado totalmente de las masas. Nos preparamos para negociar con el gobierno reaccionario de Nankín[3]. Por parte de éste, las fuerzas que impulsan las negociaciones con nosotros son los caudillos militares de la camarilla de Kuangsí, las fracciones del Kuomintang que están en favor de la paz y la burguesía de Shanghai. Su propósito es obtener participación en el gobierno de coalición, conservar el máximo posible de tropas, preservar los intereses de la burguesía de Shanghai y del Sur y hacer todos los esfuerzos por moderar la revolución. Estos grupos admiten nuestras ocho condiciones como base para negociar, pero pretenden regatear, a fin de que sus pérdidas no sean demasiado grandes. Quienes tratan de torpedear las negociaciones son Chiang Kai-shek y sus secuaces fanáticos. Chiang Kai-shek todavía dispone de sesenta divisiones al Sur del Yangtsé, que siguen preparándose para la lucha. Nuestra política consiste en no rehusar las negociaciones y exigir que la otra parte acepte íntegras las ocho condiciones sin ningún regateo. En compensación, nos abstendríamos de combatir a la camarilla de Kuangsí y demás fracciones del Kuomintang que están en favor de la paz, aplazaríamos un año más o menos la reorganización de sus tropas, permitiríamos que algunas personalidades del gobierno de Nankín tomaran parte en la Conferencia Consultiva Política y en el gobierno de coalición y accederíamos a proteger algunos intereses de la burguesía de Shanghai y del Sur. Las negociaciones han de ser de carácter general. Si resultan fructuosas, suprimirán muchos obs-
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táculos en nuestro avance hacia el Sur y en la toma de
las grandes ciudades allí situadas, lo que será muy ventajoso
para nosotros. Si resultan infructuosas, se mantendrán por separado
negociaciones de carácter local después que nuestro ejército
emprenda el avance. Las negociaciones de carácter general están
previstas para los últimos diez días de marzo. Esperamos
ocupar a Nankín en abril o mayo, celebrar luego la Conferencia Consultiva
Política en Peiping, formar un gobierno de coalición y establecer
la capital en Peiping. Ya que hemos accedido a negociar, debemos estar
preparados para las numerosas complicaciones que surgirán luego
del éxito de las negociaciones, y debemos estar listos, con la mente
lúcida, para hacer frente a la táctica que el adversario
empleará a ejemplo de Sun Wu-kung, el Rey de los Monos,
quien se metió en el vientre de la Princesa del Abanico de Hierro
para hacer trastadas diabólicas[4].
Mientras estemos del todo preparados moralmente, podremos derrotar a cualquier
Sun Wu-kung con sus trastadas. Ya sean de carácter general o local
las negociaciones de paz, debemos preparamos de esta manera. No debemos
negamos a entrar en negociaciones por miedo a las molestias y por el deseo
de evitar complicaciones, ni debemos aceptar las negociaciones con la mente
ofuscada. Seamos firmes en los principios; tengamos también toda
la flexibilidad permisible y necesaria para realizarlos.
La dictadura democrática popular, dirigida por el proletariado y basada en la alianza de los obreros y los campesinos, exige que nuestro Partido una concienzudamente a toda la clase obrera, a todo el campesinado y a las amplias masas de intelectuales revolucionarios; se trata de la fuerza dirigente y las fuerzas fundamentales de esta dictadura. Sin esa unidad, no puede consolidarse esta dictadura. Exige también que nuestro Partido una en tomo suyo al mayor número posible de representantes de la pequeña burguesía urbana y de la burguesía nacional que puedan cooperar con nosotros, así como a sus intelectuales y grupos políticos, para que podamos, durante el período de la revolución, aislar las fuerzas de la contrarrevolución y derribar por completo las fuerzas contrarrevolucionarias e imperialistas en China y, después de la victoria de la revolución, restaurar y desarrollar rápidamente la producción, hacer frente al imperialismo extranjero, transformar con pasos seguros a China de país agrícola en país industrial y
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construir un gran Estado socialista. Por lo tanto, la política
de nuestro Partido, política de cooperación a largo plazo
con las personalidades democráticas no pertenecientes a él,
debe afirmarse claramente en el pensamiento y en el trabajo de todo el
Partido. Debemos considerar a la mayoría de las personalidades democráticas
no pertenecientes al Partido como a nuestros propios cuadros, consultar
y resolver con ellas sincera y francamente los problemas que exijan consulta
y solución, confiarles tareas, darles la responsabilidad y la autoridad
correspondientes a sus cargos y ayudarlas a obtener éxitos en su
trabajo. Partiendo del deseo de unirlas en tomo nuestro, debemos criticar
o combatir de manera seria y apropiada sus errores y defectos, a fin de
alcanzar el objetivo de la unidad. Sería erróneo adoptar
una actitud acomodaticia ante sus errores o defectos. También sería
erróneo adoptar para con ellas una actitud de puertas cerradas o
una actitud puramente formal. En cada ciudad grande o mediana, en cada
región estratégica y en cada provincia, debemos preparar
cierto número de personalidades democráticas no pertenecientes
al Partido que tengan prestigio y puedan cooperar con nosotros. La actitud
errónea que se adoptaba para con las personalidades democráticas
no pertenecientes al Partido a consecuencia del estilo de puertas cerradas,
aparecido en nuestro Partido durante la Guerra de la Revolución
Agraria, no fue superada íntegramente durante la Guerra de Resistencia
contra el Japón y reapareció en 1947 durante el auge de la
reforma agraria en las bases de apoyo. Esta actitud no serviría
sino para aislar a nuestro Partido, impedir la consolidación de
la dictadura democrática popular y dejar que el enemigo consiguiera
aliados. Ahora que va a celebrarse pronto la primera Conferencia Consultiva
Política de China bajo la dirección de nuestro Partido, ahora
que se formará pronto un gobierno democrático de coalición
y que pronto triunfará la revolución en el país entero,
todo el Partido debe efectuar un examen serio de este problema y comprenderlo
acertadamente; debe combatir tanto la desviación derechista, o sea,
la actitud acomodaticia, como la desviación "izquierdista", o sea,
la actitud de puertas cerradas o puramente formal, y adoptar una actitud
del todo correcta.
Muy pronto obtendremos la victoria en el país entero. Esta victoria quebrantará el frente oriental del imperialismo y tendrá gran
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importancia internacional. Ya no se requiere mucho tiempo ni gran
esfuerzo para conquistar esta victoria, pero sí para consolidarla.
La burguesía pone en duda nuestra capacidad para construir el país.
Los imperialistas calculan que terminaremos por pedirles limosna para poder
vivir. Con la victoria, pueden surgir dentro del Partido ciertos estados
de ánimo: la arrogancia, la presunción de ser hombre meritorio,
la inercia y la falta de deseo de progresar, la afición a los placeres
y la aversión a continuar una vida dura. Con la victoria, el pueblo
nos estará agradecido y la burguesía se presentará
a adularnos. Ya se ha probado que el enemigo no nos puede vencer por la
fuerza de las armas. Sin embargo, la adulación de la burguesía
puede vencer a los débiles de carácter que haya en nuestras
filas. Puede que existan entre los comunistas algunos que el enemigo no
ha podido vencer con fusiles y que ante él se han hecho merecedores
del título de héroes, pero que, incapaces de resistir a los
proyectiles almibarados, caerán derrotados bajo el fuego de estos
proyectiles. Debemos estar prevenidos contra eso. Triunfar en todo el país
es sólo el primer paso de una larga marcha de diez mil li.
Este paso, aunque sea digno de nuestro orgullo, resulta relativamente minúsculo;
lo que aún está por venir será mucho más digno
de nuestro orgullo. La victoria de la revolución democrática
popular de China, mirada retrospectivamente después de varios decenios,
parecerá sólo el breve prólogo de un largo drama.
Un drama comienza por el prólogo, pero el prólogo no es la
culminación. La revolución china es grandiosa, pero después
de la revolución, el camino será aún más largo
y nuestra tarea, aún más grandiosa y más ardua. Es
éste un punto que hay que dilucidar desde ya en el Partido, para
que los camaradas sigan siendo modestos, prudentes y libres de arrogancia
y de precipitación en su estilo de trabajo y para que perseveren
en su estilo de vida sencilla y lucha dura. Tenemos el arma marxista-leninista
de crítica y autocrítica. Podemos libramos del mal estilo
y conservar el bueno. Podemos aprender lo que ignorábamos. No sólo
sabemos destruir el viejo mundo, sino que también sabemos construir
uno nuevo. El pueblo chino no sólo puede vivir sin pedir limosna
a los imperialistas, sino que vivirá mejor de lo que se vive en
los países imperialistas.
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[1]El 19 de septiembre de 1949, Tung Chi-wu, gobernador kuomintanista de la provincia de Suiyuán, y Sun Lan-feng, comandante de ejército del Kuomintang, se sublevaron y se pasaron a nuestro lado con más de cuarenta mil hombres. La reorganización de estas tropas se inició el 21 de febrero de 1950 bajo la dirección del mando de la zona militar de Suiyuán del Ejército Popular de Liberación. Quedaron reorganizadas el 10 de abril en unidades del Ejército Popular de Liberación. [pág. 375]
[2]"Control del capital" fue una de las famosas consignas de Sun Yat-sen. El Manifiesto, publicado el 23 de enero de 1924, del I Congreso Nacional del Kuomintang, en el cual colaboraron el Kuomintang y el Partido Comunista, interpretaba esta consigna como sigue:
[3]En lo que se refiere a las negociaciones de paz con el reaccionario gobierno Kuomintanista de Nankín, el Comité Central del Partido Comunista de China adoptó el 26 de marzo de 1949 las siguientes decisiones:
[4]Acerca de la leyenda de cómo Sun Wu-kung, el Rey de los Monos, se transformó en un insecto minúsculo, se metió en el vientre de la Princesa del Abanico de Hierro y así la venció, véase la novela mitológica china Peregrinación al Oeste, cap. LIX. [pág. 387]