De las
Obras Escogidas de Mao Tse-tung
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
PEKIN 1976
Primera edición 1968
(3a impresión 1976)
Tomo II, págs. 201-18.
Digitalizado y preparado para el internet: Por el Movimiento
Popular Perú de Alemania, 1993.
Esta edición: Marxists Internet Archive, mayo de 2001.
EL PAPEL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CHINA
EN LA GUERRA
NACIONAL (Octubre de 1938 ) |
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Patriotismo e internacionalismo
Los comunistas deben dar el ejemplo en la guerra nacional Unir a toda la nación y combatir a los agentes del enemigo en su seno Ampliar el Partido Comunista y prevenir la infiltración de los agentes del enemigo Mantener firmemente el frente único y la independencia del Partido Tener en cuenta el todo, pensar en función de la mayoría y trabajar junto con los aliados Política de cuadros Disciplina del Partido La democracia en el Partido Nuestro Partido se ha consolidado y robustecido en la lucha en dos frentes La lucha actual en dos frente Estudio Unidad y victoria |
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NOTAS |
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Octubre de 1938
Camaradas: Ante nosotros se abre un futuro luminoso. Nuestro deber es derrotar al imperialismo japonés y construir una nueva China, y alcanzaremos con toda seguridad estos objetivos. Sin embargo, es difícil el camino por recorrer entre el momento actual y ese futuro luminoso. El Partido Comunista de China y el pueblo entero, que luchan por una China esplendorosa, tienen que combatir de manera planificada a los invasores japoneses; sólo podrán derrotarlos por medio de una larga guerra. Ya hemos hablado bastante sobre diversos problemas relativos a esta guerra. Hemos resumido la experiencia adquirida desde el estallido de la Guerra de Resistencia contra el Japón, evaluado la situación actual, definido las tareas urgentes que incumben a la nación entera, explicado por qué y cómo utilizar un frente único nacional antijaponés a largo plazo para sostener una guerra larga, y hemos analizado la situación internacional: ¿Qué problemas quedan entonces? Camaradas, queda uno más: el papel que corresponde al Partido Comunista de China en la guerra nacional, esto es, cómo deben entender los comunistas su propio papel, aumentar su fuerza y estrechar sus filas, a fin de evitar la derrota y conducir esta guerra a la victoria.
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¿Puede un comunista, que es internacionalista, ser al mismo tiempo patriota? Sostenemos que no sólo puede, sino que debe serlo. El contenido concreto del patriotismo es determinado por las condiciones históricas. Existe el "patriotismo" de los agresores japoneses y de Hitler, y existe nuestro patriotismo. Los comunistas deben oponerse resueltamente al "patriotismo" de los agresores japoneses y de Hitler. Los comunistas japoneses y alemanes son derrotistas respecto a las guerras sostenidas por sus países. Responde a los intereses de los pueblos del Japón y Alemania hacer todo lo posible porque fracasen las guerras de los agresores japoneses y de Hitler, y cuanto más completa sea la derrota, tanto mejor. Esto es lo que los comunistas japoneses y alemanes deben hacer y, en efecto, están haciendo. Todo ello se explica porque las guerras desatadas por los agresores japoneses y por Hitler perjudican no sólo a otros pueblos, sino también a los pueblos de sus propios países. El caso de China es distinto, porque ella es víctima de la agresión. Por consiguiente, los comunistas chinos debemos combinar el patriotismo con el internacionalismo. Somos a la vez internacionalistas y patriotas, y nuestra consigna es "Luchar contra el agresor en defensa de la patria". Para nosotros, el derrotismo es un crimen, y pugnar por la victoria en la Guerra de Resistencia, un deber ineludible. Pues únicamente luchando en defensa de la patria podremos derrotar a los agresores y lograr la liberación nacional, y sólo logrando la liberación nacional será posible que el proletariado y todo el pueblo trabajador conquisten su propia emancipación. La victoria de China y la derrota de los imperialistas que la invaden constituirán una ayuda para los pueblos de los demás países. De ahí que, en las guerras de liberación nacional, el patrio-
Por las razones arriba expuestas, los comunistas deben mostrar una gran iniciativa en la guerra nacional, y mostrarla concretamente o sea, desempeñar un papel ejemplar y de vanguardia en todos los terrenos. Nuestra guerra se lleva a cabo en circunstancias adversas: El insuficiente desarrollo de la conciencia, dignidad y confianza nacionales entre las grandes masas populares, la falta de organización de la mayoría de éstas, la debilidad del poderío militar, el atraso económico, la falta de democracia en el sistema político, la corrupción y el pesimismo, la falta de unidad y solidez dentro del frente único, etc.: todas éstas son circunstancias adversas. En consecuencia, los comunistas tienen que asumir conscientemente la gran responsabilidad de unir al pueblo entero para eliminar todo fenómeno negativo. Aquí, el papel de vanguardia de los comunistas y su ejemplo tienen importancia vital. En el VIII Ejército y en el Nuevo 4. Cuerpo de Ejército, los comunistas deben ser modelos de valentía en el combate y dar el ejemplo en la ejecución de las órdenes, la observancia de la disciplina, la realización del trabajo político y el afianzamiento de la cohesión y la unidad internas. En sus relaciones con los partidos y ejércitos
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amigos, los comunistas deben perseverar en la unidad para la resistencia al Japón, persistir en el programa de frente único y dar el ejemplo en el cumplimiento de las tareas de la Resistencia; deben ser fieles a la palabra empeñada y resueltos en la acción, libres de altanería y sinceros en la consulta y cooperación con los partidos y ejércitos amigos, y modelos en las relaciones entre partidos dentro del Frente único. En el trabajo gubernamental, los comunistas deben dar ejemplo de absoluta integridad, abstención de todo favoritismo y trabajo tesonero por poca remuneración. Al trabajar entre las masas, los comunistas deben comportarse como sus amigos y no como sus superiores, como maestros infatigables y no como politiqueros burócratas. En ningún momento y en ninguna circunstancia puede un comunista poner en primer plano sus intereses personales; al contrario, debe subordinarlos a los intereses de la nación y de las masas populares. De ahí que el egoísmo, la desgana en el trabajo, la corrupción, el afán de figurar, etc., sean lo más despreciable, mientras que merezcan respeto el desinterés, el entusiasmo y la energía en el trabajo, la completa dedicación al deber público y el esfuerzo concienzudo y tenaz. Los comunistas deben trabajar en armonía con todos los elementos avanzados que no militan en el Partido, y esforzarse por unir al pueblo entero para eliminar todo fenómeno negativo. Hay qué comprender que los comunistas no son sino un pequeño sector de la nación, y que fuera del Partido existe un gran número de elementos avanzados y activistas, con los que debemos colaborar. Es totalmente erróneo pensar que sólo nosotros somos capaces y que los demás no valen nada. Los comunistas no deben desdeñar o despreciar a las personas políticamente atrasadas, sino acercarse a ellas, unirse con ellas, convencerlas y alentarlas a progresar. A aquellos que hayan cometido errores en su trabajo, salvo los incorregibles, los comunistas no deben dejarlos de lado, sino al contrario, persuadirlos para que se corrijan y emprendan un nuevo camino. Los comunistas deben ser ejemplares tanto por su sentido práctico como por su previsión y clarividencia, porque únicamente el sentido práctico les permitirá cumplir las tareas asignadas, y sólo la previsión y la clarividencia les impedirán extraviarse en el avance. Por lo tanto, los comunistas deben asimismo dar el ejemplo en el estudio y, en todo momento, deben ser alumnos de las masas populares a la vez que sus maestros. Sólo aprendiendo de las masas populares, de cuanto ocurre a su alrededor, de los partidos y ejércitos amigos, y conociéndolos bien, podrán los comunistas tener sentido práctico en su trabajo y ser previsores y clarividentes en cuanto
La única política posible para vencer
las dificultades, derrotar al enemigo y construir una nueva China consiste
en consolidar y ampliar el frente único nacional antijaponés
y movilizar todas las fuerzas vivas de la nación. Sin embargo, como
ya hay dentro de nuestro frente único nacional agentes del enemigo
-- colaboracionistas, trotskistas y elementos projaponeses --, que realizan
una labor de zapa, los comunistas deben estar siempre en guardia contra
estos agentes, denunciar sus actividades criminales con hechos y pruebas,
y prevenir al pueblo para que no se deje engañar por ellos. Los
comunistas deben redoblar su vigilancia política frente a los agentes
del enemigo en el seno de la nación. Deben comprender que la ampliación
y la consolidación del frente único nacional son inseparables
de la denuncia y la eliminación de estos agentes. Es completamente
erróneo atender solamente a un aspecto y olvidar el otro.
Para vencer las dificultades, derrotar al enemigo y construir una nueva China, el Partido Comunista debe ampliar su organización y convertirse en un gran partido con carácter de masas, abriendo sus puertas a un gran número de obreros, campesinos y jóvenes activistas que estén sinceramente dedicados a la revolución, tengan fe en los principios del Partido, apoyen su política y se encuentren dispuestos a observar su disciplina y a trabajar con tesón. En este aspecto, es intolerable la tendencia de "puertas cerradas". Pero, al mismo
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tiempo, no puede relajarse ni en lo más mínimo la
vigilancia contra la infiltración de los agentes del enemigo. Los
servicios secretos del imperialismo japonés tratan constantemente
de minar nuestro Partido y de hacer que, disfrazados de activistas, se
infiltren en él colaboracionistas, trotskistas, elementos projaponeses,
degenerados y arribistas. Ni por un momento debemos relajar nuestra vigilancia
y nuestras estrictas precauciones contra tales individuos. No debemos cerrar
las puertas del Partido por temor a los agentes del enemigo, pues ampliarlo
con audacia es nuestra política ya definida. Pero, al hacerlo, no
debemos aflojar la vigilancia ante los agentes del enemigo y los arribistas
que traten de aprovechar la oportunidad para infiltrarse. Cometeremos errores
si atendemos sólo a un aspecto y olvidamos el otro. La única
política correcta es "Ampliar con audacia el Partido, pero no dejar
penetrar en él ni un solo individuo nocivo".
Sólo manteniendo firmemente el frente único nacional podremos vencer las dificultades, derrotar al enemigo y construir una nueva China. En esto no cabe ninguna duda. Pero, a la vez, todo partido o grupo político que forme parte del frente único, sea el Kuomintang, el Partido Comunista o cualquier otro, debe conservar su independencia ideológica, política y organizativa. En las relaciones entre partidos, el Principio de la Democracia, uno de los Tres Principios del Pueblo, significa admitir tanto la unión de todos los partidos y grupos políticos como la existencia independiente de cada uno de ellos. Hablar solamente de unidad y negar la independencia es abandonar el Principio de la Democracia, y con ello no estará de acuerdo ni el Partido Comunista ni ningún otro partido o grupo político. Por supuesto, la independencia dentro del frente único sólo puede ser relativa y no absoluta; considerarla absoluta significaría socavar la política general de unidad contra el enemigo. Sin embargo, no debe negarse en modo alguno esta independencia relativa; ideológica, política y organizativamente, cada partido debe gozar de independencia relativa, esto es, de libertad relativa. Dejarse despojar de ésta o renunciar voluntariamente a ella, también significaría socavar la política general de unidad contra el enemigo. Esto han de compren-
Lo mismo es válido para la relación
entre la lucha de clases y la lucha nacional. Es un principio establecido
que, en la Guerra de Resistencia contra el Japón, todo debe estar
subordinado a los intereses de ésta. Por consiguiente, los intereses
de la lucha de clases deben estar subordinados a los intereses de la Guerra
de Resistencia, y no en conflicto con ellos. Pero la existencia de las
clases y de la lucha de clases es una realidad, y están equivocados
quienes niegan la realidad de la lucha de clases. Toda teoría que
intente negar la existencia de la lucha de clases es completamente errónea.
No negamos la lucha de clases, sino que la reajustamos. La política
de ayuda y concesiones mutuas que promovemos es aplicable no sólo
a las relaciones entre los partidos, sino también a las relaciones
entre las clases. Para lograr la unidad contra el Japón, hay que
aplicar una política apropiada de reajuste de las relaciones entre
las clases, una política que, por una parte, no deje a las masas
trabajadoras sin garantías políticas y materiales, y, por
la otra, tenga en cuenta también los intereses de los ricos, satisfaciendo
así las exigencias de la unidad contra el enemigo. Es perjudicial
para la resistencia al Japón atender solamente a un aspecto y descuidar
el otro.
Al dirigir a las masas en la lucha contra el enemigo, los comunistas deben tener en cuenta el todo, pensar en función de la mayoría y trabajar junto con los aliados. Deben comprender el principio de subordinar las necesidades de la parte a las del todo. Si una proposición es factible para una situación parcial, pero no para la situación en su conjunto, es necesario subordinar la parte al todo. En el caso contrario, si la proposición no es factible para la situación parcial, pero sí para la situación en su conjunto, es preciso igualmente subordinar la parte al todo. Esto es lo que se entiende por tener en cuenta el todo. Los comunistas nunca deben separarse de la mayoría de las masas, desinteresarse de ella y precipitarse adelante en forma aventurada a la cabeza de una minoría avanzada; deben preocuparse por
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forjar estrechos vínculos entre los elementos avanzados
y las grandes masas. Esto es lo que significa pensar en función
de la mayoría. Dondequiera que haya partidos o individuos democráticos
dispuestos a cooperar con nosotros, la actitud que corresponde a los comunistas
es consultar y cooperar con ellos. Es erróneo tomar decisiones arbitrarias
y actuar de manera autoritaria, sin hacer caso de los aliados. Un buen
comunista debe saber tener en cuenta el todo, pensar en función
de la mayoría y trabajar junto con los aliados. Hemos adolecido
de graves deficiencias a este respecto, y debemos aplicarnos a superarlas.
El Partido Comunista de China es un partido que dirige la gran lucha revolucionaria de una inmensa nación de varios centenares de millones de personas, y no puede cumplir su misión histórica sin un número considerable de cuadros dirigentes capaces y políticamente íntegros. Durante los últimos diecisiete años, nuestro Partido ha formado muchos dirigentes competentes, de modo que ya tenemos una armazón de cuadros en el trabajo militar, político, cultural, de Partido y de masas; esto constituye un orgullo para el Partido y la nación. Pero la armazón existente no basta para soportar el amplio edificio de nuestra lucha; hay que seguir formando en gran escala cuadros competentes. Muchos activistas han surgido y continúan surgiendo en la gran lucha del pueblo chino. Es responsabilidad nuestra organizarlos, formarlos, cuidarlos bien y saber utilizarlos. Una vez determinada la línea política, los cuadros vienen a ser un factor decisivo[1]. Por lo tanto, es nuestra tarea de lucha preparar planificadamente gran número de nuevos cuadros.
Tenemos que preocuparnos no sólo por los cuadros miembros del Partido, sino también por los que no lo son. Fuera del Partido hay muchas personas capaces, y los comunistas no podemos dejarlas de lado. Es deber de cada comunista deshacerse de toda altanería, saber trabajar junto con los cuadros que no militan en el Partido, proporcionarles sincera ayuda, tratarlos con una afectuosa actitud de camaradas y orientar su actividad hacia la grandiosa causa de la Guerra de Resistencia contra el Japón y de la reconstrucción nacional.
Debemos saber valorar a los cuadros. No los juzguemos únicamente por un breve período de su actividad o por un solo hecho de
Debemos saber utilizar a los cuadros. El dirigente tiene, en resumidas cuentas, dos responsabilidades principales: elaborar y utilizar a los cuadros. Preparar planes, tomar decisiones, dar órdenes e instrucciones, etc., entran en el concepto de "elaborar ideas". Para que las ideas sean llevadas a la práctica, el dirigente tiene que unir a los cuadros e impulsarlos a la acción; esto entra en el concepto de "utilizar a los cuadros". En la historia de nuestra nación ha habido siempre dos líneas opuestas en este terreno: el "nombramiento por méritos" y el "nombramiento por favoritismo"'. La primera es honrada y la segunda no lo es. El criterio que debe aplicar el Partido Comunista en su política de cuadros es ver si éstos llevan adelante con firmeza la línea del Partido, observan su disciplina, mantienen estrechos vínculos con las masas, poseen la capacidad de orientarse independientemente en el trabajo y son activos, empeñosos y desinteresados. Esta es la línea de "nombramiento por méritos". La política de cuadros aplicada por Chang Kuo-tao era exactamente la opuesta. Siguiendo la línea de "nombramiento por favoritismo", reunió en torno suyo a sus favoritos, formó una pequeña fracción y acabó por traicionar al Partido y desertar. Esta es una importante lección para nosotros. En vista de ésta y otras lecciones históricas similares, el Comité Central y los dirigentes de todos los niveles tienen la importante responsabilidad de perseverar en la práctica honrada y justa en lo que respecta a la política de cuadros, y de combatir la práctica deshonesta e injusta, para que se consoliden la unidad y la cohesión del Partido.
Debemos saber cuidar bien a los cuadros. He aquí el método:
En vista de las graves infracciones de la disciplina cometidas por Chang Kuo-tao, es necesario reafirmar la disciplina del Partido, a saber:
En la gran lucha en que está empeñado, el Partido Comunista de China exige a todos sus organismos dirigentes, miembros y cuadros que desplieguen al máximo su iniciativa; sólo así será posible la victoria. Esta iniciativa ha de manifestarse concretamente en la actividad creadora de los organismos dirigentes, cuadros y miembros del Partido, en su sentido de la responsabilidad, en el vigor que pongan en el trabajo, en la audacia y habilidad con que planteen los problemas, expongan sus opiniones y critiquen los defectos, así como en la vigilancia camaraderil que ejerzan sobre los organismos y cuadros dirigentes. Sin todo esto, la palabra "iniciativa' carecerá de contenido. Ahora bien, el despliegue de dicha iniciativa depende del grado de democracia existente en la vida del Partido. Sin suficiente democracia, resulta imposible desplegar esta iniciativa. Sólo en un ambiente democrático puede formarse un gran número de hombres capaces. En nuestro país prevalece el sistema patriarcal, propio de la pequeña producción, y, tomado el país en su conjunto, todavía no hay una vida democrática. Esta situación se traduce dentro del Partido en una vida democrática insuficiente. Este fenómeno impide que todo el Partido despliegue plenamente su iniciativa, y conduce asimismo a una democracia insuficiente en el frente único y en los movimientos de masas. Por estas razones, dentro del Partido hay que educar a los militantes en los principios de la democracia para que comprendan qué se entiende por vida democrática, cuál es la relación entre democracia y centralismo y cómo poner en práctica el centralismo democrático. Sólo así se puede ampliar efectivamente la democracia en la vida del Partido y, al mismo tiempo, evitar el ultrademocratismo y la tendencia a dejar pasar las cosas, tendencia que socava la disciplina.
Es también esencial acrecentar, en grado necesario, la vida democrática de las organizaciones del Partido en nuestro ejército, a fin de estimular la iniciativa de los militantes del Partido y aumentar la capacidad combativa de las tropas. Sin embargo no puede haber tanta democracia en dichas organizaciones como en las organizaciones del Partido fuera del ejército. Tanto en unas como en otras, la democracia interna del Partido debe servir para fortalecer la disciplina e incrementar la capacidad combativa, y no para debilitarlas.
La ampliación de la democracia en la vida del Partido debe considerarse como un paso indispensable para su consolidación y desarrollo,
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como una importante arma que le habilitará para ser más
activo y vigoroso en la gran lucha, estar a la altura de sus tareas, crear
nuevas fuerzas y salir airoso de la prueba de la guerra.
Durante los últimos diecisiete años, nuestro Partido ha aprendido en general a utilizar el arma marxista-leninista de la lucha ideológica para combatir las ideas erróneas dentro del Partido en dos frentes: uno, contra el oportunismo de derecha, y el otro, contra el oportunismo de "izquierda".
Con anterioridad a la V Sesión Plenaria del Comité Central elegido en el VI Congreso Nacional[2], nuestro Partido combatió el oportunismo de derecha de Chen Tu-siu y el oportunismo de "izquierda" del camarada Li Li-san. Gracias a la victoria en estas dos luchas internas, el Partido hizo grandes progresos. Después de la V Sesión Plenaria, el Partido conoció otras dos luchas internas de significación histórica: la lucha en la Reunión de Tsunyi y la que desembocó en la expulsión de Chang Kuo-tao.
La Reunión de Tsunyi corrigió los graves errores de principio, de carácter oportunista de "izquierda", cometidos en la lucha contra la quinta campaña de "cerco y aniquilamiento", y unió tanto al Partido como al Ejército Rojo; esto hizo posible que el Comité Central del Partido y las fuerzas principales del Ejército Rojo llevaran la Gran Marcha a su término triunfal, se trasladaran a posiciones avanzadas para resistir al Japón y pusieran en práctica una nueva política, la política de frente único nacional antijaponés. Gracias a la lucha realizada en las Reuniones de Pasi[3] y de Yenán[4] contra el oportunismo de derecha de Chang Kuo-tao (la lucha contra la línea de Chang Kuo-tao comenzó en la Reunión de Pasi y terminó en la Reunión de Yenán), se consiguió reagrupar a todas las fuerzas del Ejército Rojo y reforzar la unidad del Partido entero para la heroica resistencia al Japón. Estos dos tipos de errores oportunistas surgieron durante la guerra civil revolucionaria y se caracterizaron por estar relacionados con la: guerra.
¿Qué lecciones hemos aprendido en estas dos luchas internas del Partido? Helas aquí:
En el futuro desarrollo de la Guerra de Resistencia, tendrá importancia primordial la lucha política contra el pesimismo derechista, aunque seguirá siendo necesario prestar atención a la lucha contra el mal "izquierdista" de la precipitación. En los problemas relativos al frente único, a la organización del Partido y a la organización de las masas, debe continuarse la lucha contra la tendencia "izquierdista" de "puertas cerradas", para poder llevar a efecto la cooperación con todos los partidos y grupos políticos antijaponeses y la ampliación del Partido Comunista y del movimiento de masas. Pero, al mismo tiempo, debe combatirse la tendencia oportunista de derecha, que no pone ninguna condición a la cooperación y la ampliación, porque de otro modo ambas serían obstaculizadas y se convertirían en cooperación capitulacionista y ampliación sin principios.
La lucha ideológica en los dos frentes debe adaptarse a las circunstancias de cada caso concreto; nunca se debe abordar un problema de manera subjetivista, ni permitir que continúe el viejo hábito pernicioso de "aplicar etiquetas" a la gente.
En la lucha contra las desviaciones, hay que prestar seria atención a combatir la duplicidad, porque el mayor peligro de ésta es que puede convertirse en actividad fraccional, como lo muestra la carrera de Chang Kuo-tao. Acatar en público y oponerse en privado; decir si y pensar no; hablar cosas agradables delante de la gente e intrigar a sus espaldas: todas éstas son manifestaciones de duplicidad. Sólo
Hablando en general, todos los militantes del Partido Comunista en condiciones de hacerlo deben estudiar la teoría de Marx, Engels, Lenin y Stalin, nuestra historia nacional y la situación y tendencias del movimiento actual, y, al mismo tiempo, contribuir a educar a los militantes con un nivel cultural relativamente bajo. En particular, es preciso que los cuadros estudien detenidamente estas materias, y con mayor razón deben intensificar este estudio los miembros del Comité Central y cuadros de niveles superiores. Ningún partido político que dirija un gran movimiento revolucionario podrá alcanzar la victoria si no posee una teoría revolucionaria, un conocimiento de la historia y una comprensión profunda del movimiento práctico.
La teoría de Marx, Engels, Lenin y Stalin es universalmente aplicable. No hay que considerarla como un dogma, sino como una guía para la acción. No hay que aprender simplemente términos y frases del marxismo-leninismo, sino estudiarlo como ciencia de la revolución. No sólo hay que comprender las leyes generales formuladas por Marx, Engels, Lenin y Stalin como resultado de su vasto estudio de la vida real y de la experiencia revolucionaria, sino también aprender la posición y el método que adoptaban al examinar y resolver los problemas. Actualmente, la preparación marxista-leninista de nuestro Partido es en cierta medida mejor que antes, pero todavía está lejos de abarcar a todos y de ser profunda. Nuestra misión es dirigir a una inmensa nación de varios centenares de millones de personas en una gran lucha sin precedentes. Por lo tanto, generalizar y profundizar el estudio de la teoría marxista-leninista es para nosotros una gran tarea urgente, que sólo podremos cumplir con esfuerzos concentrados. Espero que, después de esta Sesión Plenaria del Comité Central, se realice en todo el Partido una emulación en el estudio; así se verá quién habrá aprendido realmente algo, quién habrá aprendido más y mejor. Si entre los camaradas encargados de las principales responsabilidades en el trabajo de dirección, hay de cien a doscientos con una comprensión del marxismo-leninismo sistemática y no fragmentaria, real y no huera, la capacidad combativa de nuestro Partido será
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considerablemente acrecentada y aceleraremos nuestra victoria sobre el imperialismo japonés.
Nos incumbe otra tarea: estudiar nuestro patrimonio histórico y sintetizarlo con espíritu crítico, aplicando el método marxista. La historia varias veces milenaria de nuestra nación posee características propias y encierra innumerables tesoros. En este aspecto somos todavía simples escolares. La China de hoy proviene de la China del pasado; enfocamos la historia como marxistas, y no debemos amputarla. Debemos sintetizar nuestro pasado, desde Confucio hasta Sun Yat-sen, y tomar posesión de su valioso legado. Esto nos ayudará mucho a guiar el gran movimiento de nuestros días. Como marxistas, los comunistas somos internacionalistas; pero sólo podremos poner en práctica el marxismo integrándolo con las características específicas de nuestro país e imprimiéndole una forma nacional. La gran fuerza del marxismo-leninismo está precisamente en su vinculación con la práctica revolucionaria concreta de cada país. Para el Partido Comunista de China, eso supone aprender a aplicar la teoría de! marxismo-leninismo a las circunstancias específicas de China. Si los comunistas chinos, que son parte de la gran nación china, carne de su carne y sangre de su sangre, hablasen del marxismo separándolo de las características de China, su marxismo no pasaría de ser abstracto y vacío. Por ello, el problema que todo el Partido ha de comprender y resolver con urgencia es cómo aplicar el marxismo concretamente en China, de modo que todas sus manifestaciones tengan un carácter inequivocamente chino, es decir, aplicar el marxismo a la luz de las características de nuestro país. Debe eliminarse el estilo de cliché extranjero[5], debe haber menos cantinelas abstractas y vacías, y debe mandarse a descansar al dogmatismo, dando paso al estilo y espíritu chinos llenos de vida y lozanía; que gustan a la gente sencilla de nuestro país. Separar el contenido internacionalista de la forma nacional es la práctica de quienes no entienden nada de internacionalismo. Nosotros, por el contrario, debemos ligar los dos estrechamente. Los graves errores que a este respecto se cometen en nuestras filas deben ser corregidos a conciencia.
¿Cuáles son las características del actual movimiento? ¿Cuáles son sus leyes? ¿Cómo dirigirlo? Todos éstos son problemas prácticos. Hasta hoy, todavía no lo conocemos todo sobre el imperialismo japonés ni sobre China. El movimiento se desarrolla, y surgirán ante nosotros nuevas cosas; lo nuevo nace sin cesar. Estudiar este movimiento en su integridad y en su desarrollo es una gran tarea que
La complacencia es enemiga del estudio. Si realmente
queremos aprender algo, debemos comenzar por deshacernos de la complacencia.
Nuestra actitud hacia nosotros mismos debe consistir en "ser insaciables
en aprender", y hacia los demás, "ser infatigables en enseñar".
La unidad dentro del Partido Comunista de China es
el requisito fundamental para lograr la unidad de toda la nación,
la cual permitirá ganar la Guerra de Resistencia y construir una
nueva China. El Partido Comunista de China, que se ha templado durante
diecisiete años, ha aprendido muchos métodos para alcanzar
su propia unidad, y es ahora un Partido mucho más fogueado. Así,
podemos formar un sólido núcleo en el seno del pueblo chino
para ganar la Guerra de Resistencia y construir una nueva China. Camaradas,
siempre que permanezcamos unidos, alcanzaremos con seguridad este objetivo.
[1]En enero de 1934. Stalin dijo en su informe ante d XVII Congreso del PC (b) de la URSS: "[. . .] después de trazada una línea política certera, es el trabajo de organización el que lo decide todo. incluso la suerte de la línea política misma, su cumplimiento o su fracaso. " Aquí, Stalin trató de la "acertada selección de los hombres". En su discurso de mayo de 1935. pronunciado en el Palacio del Kremlin ante la promoción de mandos salidos de las academias del Ejército Rojo, Stalin , planteó y aplicó la consigna: "Los cuadros lo deciden todo" En marzo de 1939. Stalin dijo en su informe ante el XVIII Congreso del PC (b) de la URSS: "Una vez elaborada una línea política acertada, comprobada en la práctica, los cuadros del Partido vienen a ser la fuerza decisiva para la dirección del Partido y del Estado." [pág. 208]
[2]Se refiere al período que va desde la reunión de emergencia del Buró Político del Comité Central elegido en el V Congreso Nacional del Partido Comunista de China hasta la V Sesión Plenaria del Comité Central elegido en el VI Congreso Nacional del Partido. la primera se celebró en agosto de 1927, y la segunda, en enero de 1934. [pág. 212]
[3]Reunión del Buró Político del Comité Central realizada en agosto de 1935, en Pasi al Noroeste de la capital del distrito de Sungpan. Noroeste de Sechuán, cerca del límite sudoriental de Kansú. Chang Kuo-tao, que dirigía una parte
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del Ejército Rojo, rompió con el Comité Central, desobedeció sus órdenes y trató de socavarlo. El Comité Central decidió en esta Reunión abandonar la zona de peligro, y se dirigió al Norte de Shensí con aquellas fuerzas del Ejército Rojo que obedecían sus órdenes. En cambio, Chang Kuo-tao condujo a las unidades del Ejército Rojo por él engañadas hacia el Sur, a la zona de Tiench¸an, Lushan, Tachinchuan y Siaochinchuan y Apa, donde estableció un comité central espurio y se declaró públicamente en contra del Partido. [pág. 212]
[4]Reunión ampliada del Buró Político del Comité Central del Partido, celebrada en Yenán en abril de 1937. Antes de esta Reunión, gran número de cuadros y soldados de las unidades del Ejército Rojo que estaban bajo el mando de Chang Kuo-tao, ya conscientes del engaño sufrido marcharon al Norte hacia la región fronteriza de Shensí-Kansú. Sin embargo, en su camino, algunas unidades siguieron órdenes erróneas y cambiaron de rumbo dirigiéndose al Oeste hacia la zona de Kanchou, Liangchou y Suchou. la mayor parte de estas unidades fueron aniquiladas por el enemigo; el resto siguió hasta Sinchiang, y sólo después llegó a la región fronteriza de Shensí-Kansú, cuando hacía tiempo que las demás unidades habían llegado a esta región y juntado sus fuerzas con el Ejército Rojo Central. El propio Chang Kuo-tao también llegó al Norte de Shensí y asistió a la Reunión de Yenán. En ella se condenó sistemática y concluyentemente su oportunismo y rebelión contra el Partido. Chang Kuo-tao simuló conformidad, pero en realidad se preparaba a traicionar definitivamente al Partido. [pág. 212]
[5]Véase el párrafo sobre el estilo de cliché extranjero del artículo "Contra el estilo de cliché del Partido", Obras escogidas de Mao Tse-tung, t. III. [pág. 216]