CONSTRUCCIÓN MILITAR |
Carta a los Consejos Militares
Revolucionarios
de los ejércitos y
los frentes
El suministro
La experiencia prueba que la unificación de los frentes es real,
sobre todo en lo que concierne a las operaciones. Pero en rigor tanto en
el campo económico como en el político los ejércitos
llevan una existencia en gran parte independiente del centro del frente.
Las tentativas de organizar en este terreno una centralización bien
rigurosa no han arrojado hasta ahora resultados satisfactorios. Nuestros
ferrocarriles trabajan con demasiada lentitud para atenernos a ellos y
hacer maniobrar los cargamentos militares a partir del centro. Por eso
el suministro de los ejércitos del frente no puede basarse en los
stocks del frente. Los stocks y las reservas del ejército desempeñan
un papel decisivo según las necesidades.
En realidad, la tarea de los órganos de suministro del frente
no consiste en concentrar datos sobre las reservas materiales a fin de
distribuirlas en la medida de las necesidades; consiste antes bien en asegurar
a tiempo a cada cuerpo de ejército las reservas indispensables para
un largo período. Los órganos de suministro del frente deben
asimismo organizar en cada cuerpo de ejército un aparato de distribución
que sea serio, práctico y capaz de iniciativas y que pueda disponer
con toda independencia de las reservas, teniendo al día el inventario
y sin despilfarro alguno. En otros términos, el papel de los órganos
de suministro del frente es, en primer lugar, un papel de intermediario,
de control e inspección.
Sin impulsar demasiado lejos los objetivos de una centralización
excesiva del suministro del frente, hay que montar organismos que sean
vigorosos, capaces de tomar iniciativas y de impartir instrucciones; su
tarea consistirá en crear un mecanismo de suministro de los ejércitos
para asegurar una rápida disponibilidad y a tiempo de botas, fusiles,
grasa y municiones a los soldados que tengan necesidad de ello. Es indispensable
liquidar al precio que sea las criminales demoras administrativas de los
órganos de suministro del ejército y el estéril burocratismo
que han ocupado el lugar del caos anterior sin eliminarlo, sino completándolo.
Las demandas van de la compañía al regimiento y de la brigada
o de la división hasta el ejército con una lentitud suprema,
y el objeto de la demanda sigue exactamente el mismo camino, pero en sentido
inverso: mientras que el papel iba de abajo hacia arriba, el objeto va
de arriba hacia abajo. Entretanto, las unidades que necesitaban diferentes
cosas
cambian de posición, se mezclan, son reformadas o asignadas a otras
formaciones, etc. De este modo, la bota no llega a ser calzada por el pie
del soldado. Es indispensable que los responsables del suministro militar
lleguen a tener a la vista un claro detalle de las reservas y las necesidades
de cada unidad, y que lo mantengan constantemente al día basándose
en los recorridos de sus inspectores y en las relaciones políticas
y operacionales; los propios responsables del suministro deben disponer
del envío de trenes militares y de columnas con el material indispensable
hacia las unidades que irás lo necesiten. Este tipo de trasportes
debe ir acompañado por escoltas, que entregarán a quien corresponda
el suministro necesario y establecerán las debidas relaciones. Hay
que obligar a los responsables del suministro a dar por sí solos
con el soldado falto de botas o con la cartuchera vacía, a fin de
calzar al primero y llenar la segunda sin esperar pasivamente el arribo
de informes y echar la culpa al papelerío, sin tomar para nada en
cuenta las características de la guerra de movimiento, que exige,
no obstante, rápidas iniciativas de la dirección del suministro
militar.
Dar al suministro militar una amplia independencia, poner a su disposición
reservas que sean importantes, enseñarle a valerse de su independencia
en interés de la situación y castigar con severidad la lentitud,
la burocracia y el despilfarro de los bienes públicos: tales son
las tareas de la dirección del suministro del frente y de las instancias
que la sostienen.
Con un régimen así las unidades del ejército tendrán
que preocuparse mucho, menos por las menudencias y el suministro de todo
tipo. Sin embargo, considerando el volumen de las exigencias de nuestra
novena división, la insuficiencia de los medios de trasporte y la
diversidad de lugares en los que, se desarrollan las operaciones, resulta
indispensable darse cuenta de que ninguna medida de previsión de
las instancias superiores libera a la administración de la división
misma de la necesidad de cubrir ciertas exigencias con almacenamientos
independientes. Por el momento, tales operaciones poseen un carácter
semiclandestino, cuando no son completamente ilegales; precisamente por
esto suelen superar los límites de la estricta necesidad. Esto es
igualmente válido en lo que concierne a los préstamos que
diferentes autoridades toman de los stocks cuando las unidades siguen la
línea de fuego o a raíz de un repliegue. Como las operaciones
locales e independientes de suministro, o los préstamos tomados
de las reservas locales sin las órdenes correspondientes, se deben
a urgentes necesidades, claro está que semejantes operaciones difícilmente
pueden ser reglamentarias. Ello no impide que puedan y deban ser legalizadas
y reglamentadas mediante la aplicación de instrucciones generales
a este respecto. Hay que hacerles comprender bien tanto a los comandantes
y los comisarios como a las autoridades locales que, sin dejar de respetar
el centralismo y las formas, es preciso ante todo tomar en cuenta los intereses
de la causa; cuando estos son evidentes, se vuelve indispensable una iniciativa
independiente del marco de comando respectivo en colaboración con
las correspondientes autoridades soviéticas y bajo su común
responsabilidad. Por ejemplo, a raíz del repliegue de nuestras unidades
en las provincias de Karjov, Kursk y Vorónezh, el estado mayor más
próximo no llegaba a tomar la decisión de requisar los caballos
que, no obstante, necesitaba. Los comisariatos locales se atrincheraban
tras la falta de instrucciones regionales. Y finalmente los caballos cayeron
en manos de Denikin, quien los utilizó para rechazar un poco más
lejos a las unidades rojas. Con el objeto de justificar semejante escándalo,
algunos comandantes y comisarios pusieron por delante su temor de ser pasibles
de juicio por insubordinación. Y para castigar tan pasiva y culpable
indiferencia es necesario adoptar, cuando las condiciones lo exigen, medidas
tan severas como las que se toman para castigar el despilfarro del bien
público.
Las secciones políticas y los comisarios
Como consecuencia de la trasformación de las secciones políticas
del ejército en pequeñas células, vimos desarrollarse
una tendencia a transferir el centro de gravedad del trabajo de las secciones
políticas del ejército a las secciones políticas divisionarias.
Es una tendencia cabalmente justa. Esto no quiere decir, sin embargo, que
deba llevar, como se ha visto en ciertas unidades, a la supresión
casi total de las secciones políticas del ejército, lo cual
anularía la posibilidad de un control permanente y la posibilidad,
asimismo, de la dirección del trabajo por los comunistas en las
unidades militares. Una de las tareas primordiales de las secciones políticas
del ejército sigue siendo la dirección, por todos los medios
posibles, de la actividad de los comisarios, sobre todo de regimiento,
en los que descansa en gran parte la organización del ejército.
En ciertos círculos del partido se ha dado a observar que los
comisarios solían limitar su papel a un control formal del trabajo
de los especialistas militares a fin de impedir las maniobras contrarrevolucionarias
y sin entrar, pese a todo, en lo vivo de su actividad. Por cierto que hay
casos como esos, en la medida en que hay asimismo malos comisarios, malas
secciones políticas y consejos de guerra revolucionarios poco enérgicos.
Ni que decir que el comisario no está llamado en modo alguno a remplazar
al comandante del regimiento o al responsable de la sección económica,
y menos aun a separarlos cuando están en su puesto; pero se halla
íntegramente habilitado para completarlos no solo gracias a un vigilante
control a fin de cubrir todas las necesidades del regimiento, sino también
con iniciativas directas, con un trabajo concreto de la mano con el comandante
o el responsable económico. Es lo que ocurre cada vez que el comisario
está a la altura de su tarea, cuando no se siente representante
responsable del poder de los obreros y los campesinos, y cuando, extraño
a las intrigas y los embrollos, conquista su posición de dirigente
del regimiento gracias a su vigilancia, a su atención y a su absoluta
falta de desmayo.
La proposición de candidatos capaces en el puesto altamente
responsable de comisario de regimiento es uno de los deberes más
importantes de la sección política del ejército.
Asuntos de formación
El Ejército Rojo de hoy se ha formado y continúa formándose
de dos maneras: a partir de los destacamentos irregulares o semirregulares
de guerrilleros, originados durante la guerra civil, y a partir de formaciones
elaboradas en la retaguardia según las instrucciones del Estado
Mayor Supremo Panruso. Tanto unas como otras, estas unidades han estado
y siguen estando sometidas a una prolongada formación en el frente,
lo cual las hace aptas para el combate.
La mala atención de una serie de unidades llegadas de la retaguardia
al frente ha levantado reproches muy naturales por parte de los responsables
de éste y hasta ha dado origen a la exigencia de eliminar toda formación
en la retaguardia, limitando así el papel de esta última
al simple reclutamiento de tropas complementarias. Ha habido quienes, un
tanto retrógrados, han llegado incluso a retomar este punto de vista
a propósito del primer período de construcción del
ejército, proclamando que intentar organizar la menor división
en la retaguardia es un error fundamental.
Salta sin embargo a la vista que, antes de formar algunos cuadros más
o menos estables en el frente mismo, la construcción del Ejército
Rojo no podía llevarse a cabo de un modo que no fuera el de las
formaciones en la retaguardia. La formación de retaguardia desempeñó,
gracias a una justa organización de las estructuras de aprovisionamiento,
de los convoyes militares, etc., un papel tan considerable en la organización
de tropas actualmente consolidadas en el frente como las unidades combatientes
irregulares.
Aun después de la creación de unidades estables en los
frentes, no podía tratarse de limitar la formación del ejército
a la provisión de tropas complementarias. La marcha de las operaciones
y el desarrollo de los frentes exigían siempre que de tiempo en
tiempo nuevas reservas se pusieran a disposición tanto del comando
central como del comando de los frentes. Estas reservas frescas estaban
justamente constituidas por las nuevas formaciones. Así se formó
últimamente una gran parte de las unidades, en particular en las
regiones fortificadas. El Consejo de Guerra Revolucionario de la República
ha procurado acercar a los frentes los centros de formación, confiando
a los primeros la vigilancia de la formación misma.
Es importantísimo verificar la experiencia adquirida en este
terreno. Son muchos los responsables que afirman que, de acuerdo con las
últimas comprobaciones, los regimientos formados en la retaguardia
son en fin de cuentas los mejores, los mejor organizados desde un primer
momento y susceptibles de ser luego educados y aguerridos en el frente.
Es absolutamente indispensable que los Consejos de Guerra Revolucionarios
lleguen a una justa estimación de los regimientos que componen sus
respectivos ejércitos, sobre la base de los datos que están
en posesión de ellos y teniendo en cuenta la historia del regimiento,
es decir, si ha sido formado a partir de un destacamento de guerrilleros,
si ha sido formado en la retaguardia o si es el producto combinado de ambas
cosas. Solo una evaluación como ésta puede arrojar indicaciones
valederas para el futuro.
Estamos obligados a fundar y desarrollar un ejército en condiciones
absolutamente excepcionales y ejemplares por su rigor. Tendiendo a una
exactitud total en la formación, al mismo tiempo debemos cuidarnos
de todo estereotipo. Es indispensable, apreciar con suma atención
los frutos de nuestro propio trabajo, y también evitar embarcarnos
en nuestras pequeñas chifladuras: centralización mecánica
del suministro, exigencia de renunciar por completo a las formaciones de
retaguardia, etc. Es, pues, absolutamente indispensable que los Consejos
de Guerra Revolucionarios de los ejércitos expongan sus conclusiones
en todos los problemas presentados en la presente carta, después
de haber solicitado la opinión de sus responsables más altamente
ubicados, tanto los especialistas como los dirigentes políticos.
En vista de que resulta en extremo difícil separar del ejército
a los responsables para efectuar una reunión, particularmente en
el período crítico que actualmente atravesamos, es dable
hasta cierto punto remplazar ese tipo de averiguación por un indispensable
intercambio de experiencias y valerse en seguida de éstas como documentación
preciosa para la elaboración de las medidas consideradas en interés
del desarrollo y la consolidación del Ejército Rojo.
Es indispensable enviar las respuestas, aun preliminares, a más
tardar el 15 de agosto.
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