Las acusaciones gratuitas, a menudo injustas, lanzadas contra los especialistas
militares, antiguos oficiales de carrera que trabajan ahora en el Ejército
Rojo, crean en parte de los cuadros un clima de incertidumbre y confusión.
Por otro lado los antiguos oficiales que ocupan en la retaguardia funciones
civiles, en vista de la desconfianza que inspiran, artificialmente promovida
por elementos desequilibrados en las filas soviéticas, temen pasar
al Ejército Rojo. Es fácil imaginar hasta qué punto
esos fenómenos perjudican los intereses de un ejército en
campaña.
En consecuencia, considero indispensable declarar: la hostilidad no
fundada hacia los antiguos oficiales de carrera es extraña tanto
al poder soviético como a las mejores unidades en campaña.
Todo oficial que quiera defender al país contra la violencia del
imperialismo extranjero y de sus agentes del tipo de Krasnov y Dutov será
un trabajador bienvenido. Cada oficial que pueda y quiera participar en
la organización interior del ejército para que, éste
alcance sus objetivos con el menor precio de sangre de trabajadores y campesinos
será un colaborador bienvenido del poder soviético; tendrá
derecho al respeto, y lo hallará en las filas del Ejército
Rojo.
El poder soviético trata con rigor a los rebeldes, y en el futuro
castigará a los traidores, pero en su política se guía
por los intereses del pueblo trabajador y la utilidad revolucionaria, y
no por un sentimiento ciego de venganza.
Para el poder soviético es perfectamente comprensible que los
millares y decenas de millares de oficiales surgidos de la escuela del
antiguo régimen, y que han recibido determinada formación
burguesa monárquica, no puedan asimilar de golpe al nuevo régimen,
comprenderlo y aprender a respetarlo. Pero, después de trece meses
de poder soviético, para muchos oficiales es ahora evidente que
el poder soviético no es una casualidad, sino un régimen
que ha surgido regularmente, que se apoya en la voluntad de millones de
trabajadores. Para muchos, muchos antiguos oficiales resulta claro, actualmente,
que ningún otro régimen es capaz de garantizar hoy la libertad
e independencia del pueblo ruso frente a los actos de violencia por parte
del extranjero.
Los oficiales que, guiados por esta nueva conciencia, entren de buena
fe en nuestras filas comprobarán que hemos pasado completamente
la esponja sobre los crímenes contra el pueblo en los que habían
participado, empujados por su pasado y por su falta de madurez política
y revolucionaria.
En Ucrania, en las filas de Krasnov, en Siberia, en el norte, las filas
de los imperialistas anglofranceses, hay buen número de antiguos
oficiales que, si no temiesen una justicia sumaria e implacable por sus
actos pasados, estarían ahora dispuestos a un arrepentimiento honorable
ante la República Soviética. Para ellos, para todos esos
renegados arrepentidos, confirmamos lo que antes dijimos acerca de toda
la política del gobierno obrero y campesino: sus actos están
guiados por la utilidad revolucionaria y no por una venganza ciega, y él
abrirá sus puertas a todo ciudadano honesto que quiera trabajar
en las filas soviéticas.