OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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FIGURAS Y ASPECTOS DE LA VIDA MUNDIAL III |
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LA CRISIS FRANCESA*
La tentativa de Chautemps ha ido más allá del punto que alcanzó la tentativa Daladier; pero no ha podido afrontar con éxito la primera batalla parlamentaria. En torno del gabinete formado por el partido radical-socialista, con el concurso de Briand, Loucheur y algún otro miembro del gobierno de Tardieu, se han concentrado 277 votos solamente, contra 299 adversos a este experimento. Se habla de disolución del parlamento y convocatoria a elecciones, como único medio de obtener un gobierno de mayoría estable. Pero nada garantiza, en caso de elecciones, este resultado. A pesar de la ley de elecciones, que favorece a los cacicazgos electorales en daño de los partidos de masas y de sus candidaturas, el escrutinio último, en el apogeo del poincarismo, envió a la Cámara un número de socialistas y radicales-socialistas que impide a cualquier jefe de la derecha o del centro contar con una mayoría sólida y segura. La mayoría poincarista, aunque entonada sin discrepancias a un espíritu ortodoxamente conservador, no es bastante compacta. Su unidad reposa en el acuerdo de diversos grupos. Puede fallar en cualquier votación difícil, por un leve desmoronamiento de grupo. No logra estabilidad sino con la colaboración de elementos como Briand y Loucheur, oportunistas diestros, prontos como se sabe a entrar también en una fórmula de izquierdas. Tardieu ha trabajado activamente en el Ministerio del Interior con miras a "sus elecciones". La preparación técnica, policial, de unas elecciones derechistas está, sin duda, bien avanzada; pero no se puede decir lo mismo de la preparación sentimental, política. El humor del electorado francés amenaza siempre con sorpresas. Si el resultado del próximo escrutinio fuese aproximadamente el del pasado, sería una derrota para los que piden al electorado una cerrada mayoría conservadora. Habría que recurrir de nueva a las combinaciones y a los compromisos, con mengua del crédito de la estrategia reaccionaria y de sus hombres. La consulta al electorado se presenta como una operación riesgosa, a la que Tardieu prefiere, ciertamente, una concentración burguesa, en la que entren con sus huestes, las de Chautemps, Herriot y Daladier. Es decir una suite poincarista, una reanudación de la mayoría de estabilización del franco. Dentro de esta combinación, propensa a romperse en cualquier ruda prueba parlamentaria, Tardieu maniobraría por atraer agua a su molino electoral. Más de una vez he escrito que la estabilización capitalista importaba, en cierto grado, la estabilización democrática y parlamentaria, contra lo que podía sugerir su génesis más o me-nos fascista. Europa occidental tiende a un mismo nivel en uno y otro plano. En Inglaterra, los laboristas gobiernan aunque sin mayoría; en Alemania los socialistas se mantienen en el poder, a costa de Concesiones a los grupos que los acompañan en la coalición dirigida por Müller. Diferida la amenaza revolucionaria, la burguesía y la pequeña burguesía reconsideran una parte de sus quejas contra la democracia y el parlamento. Se avienen a un régimen de escasa mayoría, de composición aleatoria, de complicado equilibrio. Francia, dentro de esta situación europea, no puede decidirse por una fórmula categóricamente derechista. El tono de su política tiene que seguir siendo poincarista por algún tiempo.
NOTA:
* Publicado en Mundial, Lima, 1º de Marzo de 1930, en la sección "Lo que el cable no dice".
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