OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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CARTAS DE ITALIA |
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EL CISMA DEL SOCIALISMO1
La escisión de los socialistas tiene en Italia la misma índole que en los otros países, pero no la misma fisonomía. Las modalidades de la escisión italiana son singulares. No hay aquí un partido que siga a la Tercera Internacional y otro que siga a la Segunda. No hay tampoco un partido que se pronuncie por los organizadores de una nueva Internacional. Esto es, por los "reconstructores" que acaban de celebrar su primer congreso en Viena. Aquí hay un partido que sigue a la Tercera Internacional y otros que, según sus declaraciones, quieren también seguirla. Los partidarios de la Segunda Internacional están desde hace mucho tiempo fuera del socialismo oficial italiano. Se titulan socialistas reformistas, socialistas nacionales. Se llaman Ivanoe Bonomi, Arturo Labriola, ministros del Rey. Son colaboradores de Nitti o Giolitti. Aparentemente, pues, la división producida en el Congreso de Livorno no es una división lógica. Es más bien, una división inexplicable. Porque resulta una división de socialistas de igual fe programática y de igual orientación táctica. Pero ésta no es sino la apariencia. En verdad no existe sino un partido efectivamente maximalista: el partido de Bombacci, de Bórdiga, de Graziadei. El partido que se ha separa-do del socialismo oficial en el Congreso de Livorno a causa de que la mayoría del socialismo oficial quería suscribir el programa de Moscú con varias reservas escritas y demasiadas reservas mentales. El otro partido, el partido mayoritario, no sigue a la Internacional de Moscú, aunque tampoco sigue a la Internacional de Berna ni a la Internacional de Viena. Es un partido que, no obstante sus protestas de fidelidad a la Internacional de Moscú, está fuera de todas las internacionales. Su posición dentro del socialismo: la tendencia derechista, representada por Turati; la tendencia centrista, representada por Serrati; la tendencia izquierdista, representada por Bombacci. Sólo que la tendencia centrista hasta la víspera del Congreso de Livorno, casi no se había dejado sentir. Había preferido confundirse con la tendencia izquierdista en la lucha contra la tendencia de Turati. Unicamente a la víspera del Congreso de Livorno se apartó de la tendencia comunista, agitando la bandera de la unidad del partido. Bandera puramente formal, puesto que ha conducido a sus sostenedores a romper con sesenta mil comunistas por no romper con veinte mil social-democráticos. La fracción derechista diferenciándose de las demás fracciones derechistas europeas, no estaba con la Segunda Internacional. Verbalmente, lo mismo que la fracción centrista, estaba con la Internacional de Moscú. Pero realmente la adhesión de ambas al maximalismo, no era sino retórica, tal vez, más que de que se sintiesen con la Tercera Internacional, de que no se sentían con la Segunda. Zinoviev, en sus polémicas con los centristas, ha explicado estas particularidades de la crisis del socialismo italiano. Ha dicho que los socialistas derechistas y centristas italianos parecen más a la izquierda que los derechistas y los centristas de otros partidos socialistas europeos, porque Italia se halla en un período revolucionario más avanzado. Pero que la Tercera Internacional no puede reputarles menos derechistas ni menos centristas que los derechistas y los centristas franceses, ingleses o alemanes. La división ha sido, por esto, inevitable y necesaria. La Tercera Internacional se ha mantenido intransigente con las fracciones de mayoría. Ha hecho suyos los puntos de vista de la fracción minoritaria de Bombacci. Y, en consecuencia, no habiendo aceptado la mayoría de los puntos de vista, la fracción minoritaria ha tenido que constituir un partido independiente. La división se ha producido en condiciones ventajosas para la mayoría, por la sugestión sentimental de la bandera de la unidad, tremolada por la fracción de Serrati, que se denominaba comunista sanitaria, que protestaba su fidelidad al maximalismo y que arrastraba consigo, por estos motivos, a muchos elementos comunistas vinculados a Serrati y seducidos por el Avanti. Estos elementos son los que ahora contrapesan en el partido socialista la influencia del ala derecha. Pero su acción no puede evitar que el partido, después del Congreso de Livorno, vire a la derecha cada día más. Ni que el pensamiento de Turati vaya readquiriendo en él su antigua influencia. Cosa natural, por otra parte, desde que Serrati, el líder unitario, carece de las condiciones necesarias para dar al partido una dirección y un programa. No es más que un buen ejemplar de propagandista, de agitador, de orador de comicios, a quien la dirección de Avanti y una larga y honesta foja de servicios, ha conferido en la última crisis una autoridad superior a su estatura intelectual. El Partido Comunista, entre tanto, ha recogido el programa maximalista adoptado por la mayoría socialista hace dos años en el Congreso de Boloña y abandonado ayer en el Congreso de Livorno. Obediente a ese programa, el Partido Comunista trabaja exclusivamente por la revolución y para la revolución. Esta preparación para la revolución no es como se comprende, una preparación material. Es una preparación principalmente espiritual. Sus directores son, por esto, intelectuales. Son el abogado Terraccini de L'Ordine Nuovo, de Turín, el profesor Graziadei, el ingeniero Bórdiga. La figura del Bombacci —evangélica barba, iluminados ojos, romántico chambergo—, pasa a ratos a segundo término. Como la figura del director de Avanti, en el sector mayoritario.
NOTA: 1 Fechado en Roma. marzo de 1921; publicado en El Tiempo, Lima, 12 de junio de 1921.
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