Leon Trotsky - La revolución traicionada
INTRODUCCIÓN
¿QUÉ ES Y A DÓNDE
VA LA UNIÓN SOVIÉTICA?
Este libro fue escrito cuando el poderío de la burocracia soviética
parecía inquebrantable y su autoridad indiscutible. El peligro del
fascismo alemán atraía naturalmente la simpatía de
los medios democráticos de Europa y de América hacia los
soviets. Generales ingleses, franceses y checoslovacos participaban en
las maniobras del Ejército Rojo y cantaban loas a oficiales, soldados
y técnica. Estas alabanzas eran perfectamente merecidas. El nombre
de los generales Iakir y Uborevich, comandantes de las divisiones militares
de Ucrania y de la Rusia Blanca, era citado con respeto en las páginas
de la prensa mundial. En el mariscal Tujachevski se veía, con toda
razón, al futuro generalísimo. En esos momentos, numerosos
periodistas extranjeros de "Izquierda" y no solamente del tipo de Duranty,
sino también algunos perfectamente conscientes, escribían
extasiados sobre la nueva Constitución soviética como "la
más democrática del mundo".
Si este libro hubiera visto la luz inmediatamente después de
ser escrito, muchas de sus conclusiones hubieran parecido paradójicas
o, lo que es peor, dictadas por una pasión personal. Pero algunos,
"azares" de la suerte del autor hicieron que apareciera en diversos países
con un retraso considerable. Mientras tanto se desarrolló la serie
de procesos de Moscú que sacudieron al mundo entero. Toda la vieja
guardia bolchevique fue sometida al exterminio físico, fusilados
los organizadores del partido, los participantes en la Revolución
de Octubre, los edificadores del Estado soviético, los dirigentes
de la industria, los héroes de la guerra civil, los mejores generales
del Ejército Rojo, entre ellos Tujachevski, Iakir y Uborevich, de
los que hablamos antes. En cada una de las diversas repúblicas de
la Unión Soviética, en cada provincia, en cada región,
la depuración fue sangrienta, no menos feroz que en Moscú,
aunque más anónima. La preparación de las elecciones
"más democráticas del mundo" va acompañada de fusilamientos
en masa que barren de la tierra a la generación de la revolución.
En realidad nos encontramos en vísperas de uno de esos plebiscitos
cuyo secreto conocen tan bien Hitler y Goebbels. Si Stalin tiene el 100%
de los votos o "solamente" el 98'5%, no depende de la población,
sino de las prescripciones dadas desde arriba a los agentes locales de
la dictadura bonapartista. El futuro Reichstag de Moscú tendrá
como misión, podemos predecirlo desde ahora, coronar el poder personal
de Stalin bajo el nombre de presidente plenipotenciario, de jefe vitalicio,
de cónsul inamovible o -¿quién sabe?- de emperador.
En cualquier caso, los "amigos" extranjeros, demasiado celosos, que han
cantado himnos a la "Constitución" estalinista, corren el peligro
de caer en una difícil situación. Les manifestamos de antemano
nuestra compasión.
El exterminio de la generación revolucionaria y la depuración
implacable entre la juventud, atestigua la tensión terrible de las
contradicciones entre la burocracia y el pueblo. En el presente libro hemos
tratado de proporcionar un análisis social y político de
esta contradicción antes de que apareciera tan violentamente a la
luz pública. Las conclusiones que, hace más de un año,
hubieran parecido paradójicas, se exhiben hoy ante los ojos de la
humanidad en toda su trágica realidad.
Algunos de los "amigos" oficiales, cuyo celo es pagado en rublos de
buena ley y en divisas de otros países, tuvieron la imprudencia
de reprochar al autor que su libro ayudaba al fascismo. ¡Cómo
si las represiones sangrientas y las bribonadas judiciales no hubieran
sido conocidas sin eso! Identificar la Revolución de Octubre y los
pueblos de la URSS con la casta dirigente, es traicionar los intereses
de los trabajadores y ayudar a la reacción. El que realmente quiera
servir la causa de la emancipación de la humanidad, debe tener el
valor de mirar la verdad de frente, por amarga que ésta sea. Este
libro no dice sobre la Unión Soviética más que la
verdad. Está impregnado de un espíritu de hostilidad implacable
hacia la nueva casta de opresores y de explotadores. Por eso, sirve a los
verdaderos intereses de los trabajadores y a la causa del socialismo.
El autor cuenta firmemente con la simpatía de los lectores reflexivos
y sinceros de los países latinoamericanos.
L. Trotsky
México, septiembre de 1937
OBJETO DE ESTE TRABAJO
El mundo burgués fingió en un principio que no observaba
los éxitos económicos del régimen de los soviets,
es decir, la prueba experimental de la viabilidad de los métodos
socialistas. Ante el ritmo, sin precedente en la historia, de su desarrollo
industrial, los sabios economistas al servicio del capital tratan aún
con frecuencia de guardar un profundo silencio, o se limitan a invocar
"la explotación excesiva de los campesinos". Dejan escapar, de este
modo, una excelente oportunidad para explicarnos por qué la explotación
de los campesinos en China, en el Japón o en la India, por ejemplo,
jamás ha provocado un desarrollo industrial que pueda compararse,
siquiera de lejos, con el de la URSS.
Sin embargo, los hechos cumplen su objetivo. Las librerías de
los países civilizados están invadidas por estudios consagrados
a la URSS. Esto no tiene nada de asombroso: fenómenos semejantes
no se producen con frecuencia. La literatura dictada por un odio ciego
ocupa en esta producción un sitio cada vez menos importante; por
el contrario, gran parte de las obras recientes está impregnada
de una simpatía creciente, cuando no de admiración. Hay que
felicitarse de la abundancia de obras pro soviéticas como de un
índice de lo que ha mejorado la reputación del Estado recién
llegado. Por lo demás, es infinitamente más loable idealizar
a la URSS que idealizar a la Italia fascista. Pero el lector buscaría
vanamente en las páginas de estos libros una apreciación
científica de lo que en realidad sucede en el país de la
Revolución de Octubre.
Las obras de los "amigos de la URSS" se clasifican en tres categorías.
El periodismo de los diletantes, el género descriptivo, el reportaje
de "izquierdas" -más o menos- proporciona el mayor número
de libros y de artículos. A su lado se colocan, aunque con mayores
pretensiones, las obras del "comunismo" humanitario, lírico y pacifista.
El tercer lugar lo ocupan las esquematizaciones económicas al viejo
estilo alemán del socialismo de cátedra. Louis Fisher y Duranty
son suficientemente conocidos como los representantes del primer tipo de
autores. El difunto Barbusse y Romain Rolland son los que mejor representan
la categoría de los "amigos humanitarios": no es, por cierto, una
casualidad que antes de llegar a Stalin, el uno haya escrito una Vida de
Jesús, y el otro una Vida de Ghandi. En fin, el socialismo conservador
y pedante ha encontrado en la infatigable pareja fabiana de los Webb sus
representantes más autorizados.
Lo que une a estas tres categorías tan diferentes es su adoración
de los hechos consumados y su inclinación hacia las generalizaciones
tranquilizadoras. Todos estos autores no tienen la fuerza de rebelarse
en contra de su propio capitalismo, lo que los inclina a apoyarse sobre
una revolución extranjera, por lo demás, apaciguada. Antes
de la Revolución de Octubre y muchos años después,
ninguno de estos hombres, ninguno de sus padres espirituales se preguntaba
seriamente por qué caminos podría llegar a este mundo el
socialismo. Por esto mismo les es tan fácil aceptar como socialismo
lo que sucede en la URSS. Esto les confiere un aspecto de hombres de progreso
que están con su época, y también cierta firmeza moral,
sin comprometerlos a nada. Su literatura contemplativa y optimista, nada
destructiva, que coloca todos los errores en el pasado, ejerce sobre los
nervios del lector una influencia tranquilizadora que les asegura un buen
recibimiento. Así se forma insensiblemente una escuela Internacional
que podemos llamar la del bolchevismo para uso de la burguesía ilustrada
o, en un sentido más estrecho, la del socialismo para turistas radicales.
No tratamos de polemizar con las producciones de este género,
pues no ofrecen ocasiones serias para la polémica. Los problemas
terminan para donde en realidad comienzan. El objeto del presente estudio
es dar una justa apreciación de la realidad para comprenderla mejor.
No nos detendremos ante los días ya transcurridos más que
en la medida en que esto nos ayude a comprender el día de mañana.
Nuestra exposición será crítica; todo el que se inclina
ante los hechos consumados es incapaz de preparar el porvenir.
El desarrollo económico y cultural de la URSS ha pasado ya por
varias fases sin alcanzar todavía -está muy lejos de ello-
el equilibrio interno. Si se recuerda que la tarea del socialismo es la
de crear una sociedad sin clases, fundada en la solidaridad y la satisfacción
armoniosa de todas las necesidades, no existe aún, en este sentido
fundamental, el menor socialismo en la URSS. Es cierto que las contradicciones
de la sociedad soviética difieren profundamente, por su naturaleza,
de las del capitalismo, pero no son menos ásperas. Se expresan por
la desigualdad material y cultural, por la represión, por la formación
de grupos políticos, por la lucha de las fracciones del partido.
El régimen policíaco ahoga y deforma la lucha política
sin eliminarla. Las ideas puestas en el índex ejercen a cada paso
su influencia sobre la política del Gobierno al que fecundan o contrarían.
En estas condiciones, el análisis del desarrollo de la URSS no puede
separarse un solo instante de las ideas y de los eslóganes bajo
los cuales se desarrolla en aquel país una lucha política
sofocada, pero apasionada. La historia se mezcla aquí con la política
viva.
Los filisteos bien pensantes de "Izquierda" repiten gustosos que hay
que observar la mayor circunspección para criticar a la URSS con
el objeto de no perjudicar la edificación del socialismo. Nosotros
no creemos que el Estado soviético sea tan frágil. Sus enemigos
están mucho mejor enterados de lo que pasa en ella que sus amigos
verdaderos, los obreros de todos los países. Los estados mayores
de los Estados imperialistas llevan una cuenta precisa del activo y del
pasivo de la URSS, que no se basa únicamente en los informes publicados.
Los enemigos pueden, por desgracia, aprovechar las debilidades del Estado
obrero, pero no podrían, en ningún caso, aprovechar la crítica
de las tendencias de este Estado que ellos mismos consideran como positivas.
La hostilidad de la mayor parte de los "amigos" oficiales de la URSS hacia
la crítica, disimula, en realidad, la ansiosa fragilidad de sus
propias simpatías más que la fragilidad de la URSS misma.
Alejemos, pues, con serenidad estas advertencias y estos temores. Los hechos
deciden, no las ilusiones. Queremos mostrar un rostro, no una máscara.
León Trotsky
4 de agosto de 1936
P.S.- Este libro estaba terminado y acababa de enviarse a
los editores en el momento en que se anunció el proceso de los "terroristas"
de Moscú, que no pudo, por tanto, comentarse. Es de gran importancia
subrayar que este trabajo explica, de antemano, el proceso de los "terroristas",
y hace aparecer su mística como una mistificación.
Septiembre de 1936
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