Anton Pannekoek

Lenin filósofo

Consideraciones críticas sobre los fundamentos filosóficos del leninismo

1938


Título original: "Lenin als Philosoph. Kritische Betrachtung der philosophischen Grundlagen des Leninismus"
Publicado: en Bibliothek der Rätekorrespondenz, Nº 1. Ausgabe der Gruppe Internationaler kommunisten en Amsterdam, 1938.
Digitalización: Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques
HTML: Jonas Holmgren


Índice de materias:


VII. LENIN

La influencia creciente de las ideas de Mach en el movimiento socialista ruso se explica fácilmente por las condiciones sociales existentes. La joven "intelectualidad" rusa no había encontrado todavía, como en Europa occidental, su función social al servicio de la burguesía. El orden social era todavía bárbaro, preburgués. Sólo podía, pues, tender a una cosa: derrocar el zarismo adhiriéndose al partido socialista ruso. Pero al mismo tiempo seguía estando en conexión espiritual con los intelectuales occidentales y participaba de las diversas corrientes del pensamiento occidental. Así era inevitable que se intentasen esfuerzos para combinar estas corrientes con el marxismo.

Lenin, por supuesto, tenía toda la razón para oponerse a ello. La teoría marxista no puede sacar nada importante de las ideas de Mach. En la medida en que los socialistas necesitan un conocimiento más a fondo del pensamiento humano, pueden encontrarlo en la obra de Dietzgen. La obra de Mach era importante porque deducía de la práctica de las ciencias de la naturaleza ideas análogas a las de Dietzgen y eran útiles a los sabios para sus trabajos. Está de acuerdo con Dietzgen cuando reduce el mundo a la experiencia, pero se detiene a medio camino e, impregnado por las corrientes antimaterialistas de su clase social y de su época, da a estas concepciones una forma vagamente idealista. Esto no puede de ningún modo injertarse en el marxismo y, más aún, justo aquí es donde se hacía necesaria la crítica marxista.

 

La crítica

Sin embargo, al atacar Lenin las concepciones de Mach, comienza por presentar esta oposición de una manera inexacta. Partiendo de una cita de Engels, dice:

"Ahora bien, no se trata por ahora de tal o cual definición del materialismo, sino de la antinomia entre materialismo e idealismo, de la diferencia entre las dos vías fundamentales de la filosofía. ¿Hay que ir de las cosas a la sensación y al pensamiento? ¿O bien, del pensamiento y de la sensación a las cosas? Engels se atiene a la primera vía, la del materialismo. Mach se atiene a la segunda, la del idealismo."[1]

Está claro que ésa no es la expresión verdadera de la antítesis. Según el materialismo, el mundo material da origen al pensamiento, a la conciencia, al espíritu, a todo lo que es espiritual. La doctrina contraria, según la cual lo espiritual da origen al mundo material, enseñada por la religión, se encuentra en Hegel, pero en absoluto en Mach. La expresión "Ir de... a" no sirve aquí más que para mezclar dos cosas completamente diferentes. Ir de las cosas a la sensación y al pensamiento quiere decir que las cosas dan origen a los pensamientos. Ir, no de los pensamientos a las cosas, como Lenin le hacía decir equivocadamente a Mach, sino de las sensaciones a las cosas, significa que no es sino a través de nuestras sensaciones como podemos llegar al conocimiento de las cosas. Toda su existencia (de las cosas) está construida a partir de nuestras sensaciones; y para subrayar esta verdad, Mach dice: ellas consisten en sensaciones.

Aquí aparece claramente el método seguido por Lenin en su controversia. Intenta imputar a Mach concepciones que éste jamás ha tenido. Y especialmente la doctrina del solipsismo. Y prosigue así:

"Ningún subterfugio, ningún sofisma (de que encontraremos aún una multitud infinita) ocultarán el hecho indiscutible y bien claro de que la doctrina de Ernst Mach, según la cual las cosas son complejos de sensaciones, no es más que idealismo subjetivo, machaconería de la teoría de Berkeley. Si, según Mach, los cuerpos son "complejos de sensaciones", o, como decía Berkeley, "combinaciones de sensaciones", de ello se sigue necesariamente que el mundo entero no es más que representación. Partiendo de este principio no se puede admitir la existencia de los otros hombres, sino únicamente de sí mismo: puro solipsismo. Por más que Mach, Avenarius, Petzoldt y Cía lo refuten, en realidad no pueden deshacerse del solipsismo sin recurrir a patentes absurdos lógicos."[2]

Ahora bien, si hay algo que se puede afirmar sin ninguna duda posible acerca de Mach y Avenarius, es ciertamente que su doctrina no tiene nada que ver con el solipsismo; el fundamento mismo de su concepción del mundo es precisamente la existencia, deducida con una lógica más o menos estricta, de otros hombres semejantes a mí mismo. Sin embargo, Lenin no se preocupa manifiestamente por saber lo que Mach piensa en realidad, lo único que le interesa es lo que debería pensar si siguiese la misma lógica que la suya.

"De ahí, una sola conclusión: "el mundo no está hecho más que de mis sensaciones". Mach no tiene derecho a poner, como lo hace, "nuestras" en lugar de "mis"."[3]

En verdad, ése es un método agradable para discutir. Lo que yo escribo como la opinión de mi adversario, ¡éste tiene el descaro de reemplazarlo sin razón aparente por sus propios escritos! Por lo demás, Lenin sabe muy bien que Mach habla de la realidad objetiva del mundo, como atestiguan los numerosos pasajes que él mismo cita. Pero Lenin no se deja engañar por Mach, como tantos otros.

"Asimismo Mach, tomando como punto de partida el idealismo (...), se desvía con frecuencia hacia la interpretación materialista de la palabra "experiencia"..."[4]

"Aquí la naturaleza es considerada como dato primero, la sensación y la experiencia como dato segundo. Si Mach se atuviese con espíritu consecuente a este punto de vista en las cuestiones fundamentales de la gnoseología, se habrían evitado a la humanidad muchos estúpidos "complejos" idealistas (...). Aquí, la "filosofía" personal de Mach es arrojada por la borda y el autor adopta instintivamente la manera de pensar de los sabios, que tratan la experiencia como materialistas."[5]

¿No hubiese sido mejor que intentase comprender el sentido que Mach da a la afirmación de que los objetos se componen de sensaciones?

Lenin tiene también muchas dificultades con los "elementos". Resume en seis tesis la concepción de Mach de los elementos; encontramos en las tesis tres y cuatro:

"3º dividir los elementos en físicos y psíquicos, siendo estos últimos los que dependen de los nervios del hombre y, en general, del organismo humano; los primeros no dependen de él;

4º afirmar que los vínculos de los elementos físicos y de los elementos psíquicos no pueden existir separadamente; sólo pueden existir conjuntamente."[6]

Cualquiera que conozca por poco que sea a Mach, se da cuenta inmediatamente de que su teoría es deformada aquí hasta convertirse en absurda. He aquí lo que Mach afirma en realidad: cada elemento, aunque descrito por numerosas palabras, es una unidad inseparable, que puede formar parte de un complejo que llamamos físico, pero que, combinado con otros elementos diferentes, puede formar un complejo que llamamos psíquico. [Cuando siento el calor de una llama, esta sensación, con otras sensaciones sobre el calor, las indicaciones de los termómetros, entran, con ciertos fenómenos visibles, en el complejo "llama" o "calor", que pertenecen al dominio de la física.] Combinada con otras sensaciones de dolor o de placer, con recuerdos y percepciones del sistema nervioso, la misma cosa entra entonces en el dominio de la fisiología o la psicología. "Ninguna (de estas relaciones) existe sola, dice Mach, ambas están siempre presentes al mismo tiempo". Pues de hecho son los mismos elementos de un mismo todo combinados de modos diferentes. Lenin deduce de ello que las relaciones no son independientes y no pueden existir más que conjuntamente. Mach no separa en ningún momento los elementos en elementos físicos y elementos psíquicos, como tampoco distingue en estos mismos elementos una parte física y una parte psíquica; el mismo elemento será físico en cierto contexto y psíquico en otro. Cuando se ve de qué manera aproximada e ininteligible reproduce Lenin las concepciones de Mach, no se extrañará uno de que él la encuentre absurda y que hable del "ensamblaje más incoherente de concepciones filosóficas opuestas"[7]. Si no se toma uno la molestia, o si se es incapaz de descubrir las verdaderas opiniones de su adversario, si se cogen algunas frases por aquí y por allí para interpretarlas a su manera, no es de extrañar que el resultado no tenga ni pies ni cabeza. Y nadie puede llamar a esto una crítica marxista de Mach.

Lenin deforma de la misma manera a Avenarius. Reproduce un pequeño cuadro de Avenarius dando una primera división de los elementos en dos categorías: lo que yo encuentro presente es, en parte, lo que llamo el mundo exterior (por ejemplo, veo un árbol) y, en parte, otra cosa (me acuerdo de un árbol, me represento un árbol). Avenarius llama a los primeros elementos-objetos (sachhaft), y a los segundos elementos-pensamiento (gedankenhaft). Sobre esto, Lenin grita indignado:

"Se nos asegura primeramente que los "elementos" son algo nuevo, a la vez físico y psíquico, y a continuación se introduce furtivamente una pequeña corrección: en lugar de una grosera distinción materialista de la materia (cuerpos, cosas) y de lo psíquico (sensaciones, recuerdos, imaginaciones) se nos sirve la doctrina del "positivismo moderno" sobre los elementos materiales y los elementos mentales."[8]

Evidentemente, ni sospecha hasta qué punto golpea en falso.

En un capítulo titulado irónicamente "¿Piensa el hombre con el cerebro?", Lenin cita[9] el pasaje en que Avenarius dice que el pensamiento no es habitante, etc., del cerebro (ver supra p. 321). De ahí saca la conclusión de que, según Avenarius, ¡el hombre no piensa con su cerebro! Sin embargo, un poco más adelante, Avenarius explica, en su terminología artificial, ciertamente, pero no obstante con bastante nitidez, que las acciones del mundo exterior sobre nuestro cerebro son las que producen lo que llamamos los pensamientos. Pero de esto, Lenin no se ha percatado. Manifiestamente, no ha tenido la paciencia de traducir en términos comunes el lenguaje abstruso de Avenarius. Pero para combatir a un adversario se necesita ante todo conocer su punto de vista. La ignorancia jamás ha podido servir de argumento. Lo que Avenarius impugna no es el papel del cerebro, sino el hecho de que el pensamiento sea bautizado como producto del cerebro, que le asignemos, en tanto que ser espiritual, una sede en el cerebro, que digamos que vive en el cerebro, que lo rige, que sea una función del cerebro. Ahora bien, como hemos visto, la materia cerebral ocupa precisamente un lugar central en su filosofía. Sin embargo, Lenin considera que todo esto no es más que un "engaño":

"Avenarius sigue aquí el consejo del estafador de Turguenev: Levántate con la máxima energía contra los vicios que te reconozcas. Avenarius se esfuerza en aparentar que combate el idealismo (...). Desviando la atención del lector con la ayuda de ataques parciales contra el idealismo, Avenarius defiende en realidad, con una terminología apenas modificada, este mismo idealismo: el pensamiento no es una función del cerebro[10], el cerebro no es el órgano del pensamiento, las sensaciones no son una función del sistema nervioso, son "elementos"..."[11]

El crítico Lenin echa pestes contra un autoembaucamiento sin ninguna base real. Encuentra idealismo en el hecho de que Avenarius parte de elementos primarios y que estos elementos sean las sensaciones. Sin embargo, Avenarius no parte de sensaciones, sino simplemente de lo que el hombre primitivo e inculto encuentra alrededor de él: árboles, [cosas,] el entorno que lo rodea, sus semejantes, [un mundo,] sus sueños, sus recuerdos. Lo que el hombre encuentra delante de sí no son sensaciones, sino el mundo. Avenarius intenta construir, a partir del dato, una descripción del mundo sin utilizar el lenguaje corriente (cosas, materia, espíritu) con sus contradicciones. Se encuentra con que hay árboles, que en los hombres hay cerebros y, al menos eso cree, variaciones en los cerebros producidas por estos árboles, y actos, palabras de los hombres determinadas por estas variaciones. Claramente, Lenin no sospecha siquiera la existencia de todo esto. Intenta transformar el sistema de Avenarius en "idealismo" al considerar el punto de partida de Avenarius, la experiencia, como constituida por sensaciones personales, por algo "psíquico", si se cree en su propia interpretación materialista de ello. Su error aquí consiste en tomar la oposición materialismo-idealismo en el sentido del materialismo burgués, tomando por base la materia física. Así se cierra completamente a toda comprensión de las concepciones modernas que parten de la experiencia y de los fenómenos en tanto que realidad dada.

Lenin invoca entonces toda una serie de testigos para los que las doctrinas de Mach y Avenarius sólo son idealismo y solipsismo. Es natural que la multitud de filósofos profesionales, conforme a la tendencia del pensamiento burgués de afirmar la primacía del espíritu sobre la materia, se esfuerce en desarrollar y subrayar el lado anti-materialista de las dos concepciones; también para ellos el materialismo no es nada más que la doctrina de la materia física. ¿Y puede uno preguntar cuál es la utilidad de tales testigos? Los testigos son necesarios cuando los hechos litigiosos deben ser esclarecidos. Pero, ¿para qué sirven cuando se trata de opiniones, de teorías, de concepciones del mundo? Para determinar el contenido verdadero de una concepción filosófica hay que [simplemente leer cuidadosamente y reproducir fielmente los pasajes en que se expresa] intentar comprender y reproducir sus fuentes; es el único medio de encontrar las semejanzas o las diferencias con otras teorías, de distinguir los errores de la verdad.

Sin embargo, para Lenin las cosas son diferentes. Su libro se inscribe en un proceso judicial y por esta razón importaba hacer desfilar a toda una serie de testigos. El resultado de este proceso era de una importancia política considerable. El "machismo" amenazaba con romper las doctrinas fundamentales, la unidad teórica del partido. Los representantes de esta tendencia debían ser puestos fuera de combate rápidamente. Mach y Avenarius constituían un peligro para el Partido; por consiguiente, lo que importaba no era buscar lo que había de verdadero y válido en sus teorías, ver lo que se podía sacar de ellas para ampliar nuestras propias concepciones. Se trataba de desacreditarlos, de destruir su reputación, de presentarlos como espíritus embrolladores[12], llenos de contradicciones internas, que no cuentan más que idioteces sin pies ni cabeza, intentando permanentemente disimular sus verdaderas opiniones y que ni siquiera creen en sus propias afirmaciones[13].

Todos los filósofos burgueses, [ante la novedad de estas ideas] buscaron analogías y relaciones entre las ideas de Mach y Avenarius y los sistemas filosóficos precedentes; uno felicita a Mach por enlazar nuevamente con Kant, otros le descubren una semejanza con Hume, o Berkeley, o Fichte. En la multitud y la variedad de los sistemas filosóficos, no es difícil encontrar en todas partes vínculos y similitudes. Lenin recoge todos estos juicios contradictorios y ¡así es como descubre el confusionismo de Mach! Igual método para hundir a Avenarius. Por ejemplo:

"Y es difícil decir cuál de los dos desenmascara más dolorosamente al mistificador Avenarius, Smith con su refutación limpia y directa[14], o Schuppe con su elogio entusiasta de la obra final de Avenarius. El abrazo de Wilhelm Schuppe no vale más en filosofía que el de Piotr Struve o M. Menchikov en política."[15]

Pero cuando se lee la "carta abierta" de Schuppe en la que expresa su acuerdo con Avenarius en términos elogiosos, uno se da cuenta de que no había entendido en absoluto la esencia de las ideas de Avenarius. Interpreta Avenarius de un modo tan falso como Lenin, con la diferencia de que lo que a él le place, a Lenin le disgusta; cree que su punto de partida es "el yo" mientras que Avenarius construye precisamente este "yo" a partir de los elementos que uno encuentra ante sí, a partir de los datos inmediatos. En su respuesta, Avenarius, en los términos corteses al uso entre profesores, expresa su satisfacción ante la aprobación de un pensador tan célebre, pero no deja de exponer una vez más el verdadero contenido de su pensamiento. Pero Lenin ignora completamente esta puesta a punto que refuta sus conclusiones, y no cita más que las cortesías comprometedoras.

 

Las ciencias de la naturaleza

A las ideas de Mach, Lenin opone las concepciones materialistas, la realidad objetiva del mundo material, de la materia, del éter, de las leyes de la naturaleza, tal como las aceptan las ciencias de la naturaleza y el buen sentido humano. Pero se debe admitir que estas dos autoridades, muy importantes, por lo demás, apenas tienen peso en esta controversia. Lenin cita con ironía la confesión de Mach de que no ha encontrado apenas aprobación entre sus colegas. Sin embargo, no se puede vencer a un crítico que aporta nuevas ideas con el simple argumento de que las viejas teorías criticadas son aceptadas generalmente por todos. Y en cuanto al simple buen sentido, es decir, el conjunto de las opiniones del hombre de la calle, generalmente representa las concepciones científicas de una época anterior que, poco a poco, han llegado hasta las masas gracias a la enseñanza y a la difusión de los libros populares. El hecho de que la tierra gire alrededor del sol, que el mundo esté constituido por materia indestructible, que la materia esté compuesta por átomos, que el universo sea eterno e infinito, todo esto ha penetrado gradualmente en los espíritus, primero, de las clases cultivadas, después, de las masas. Todo este conocimiento antiguo, este "sentido común", puede oponerse muy bien a los progresos de las ciencias hacia concepciones nuevas y mejores.

La ingenuidad con la que Lenin se apoya en estas dos autoridades (por lo demás, de una manera inexacta) aparece claramente cuando dice:

"Para todo sabio que la filosofía profesoral no ha descarriado, lo mismo que para todo materialista, la sensación es efectivamente el lazo directo de la conciencia con el mundo exterior, la transformación de la energía de la excitación exterior en un hecho de conciencia. Esta transformación, todo el mundo la ha observado millones de veces y continúa observándola efectivamente a cada instante,"[16]

Esta "observación" no deja de recordar la manera siguiente de concebir la visión: vemos miles de veces que nuestro ojo ve y que la luz da en nuestra retina. En realidad, no se ve que se vean las cosas o que la retina reciba la luz; vemos los objetos y deducimos de ello la existencia y el papel de nuestra retina. No observamos la energía y sus transformaciones; observamos fenómenos, y de estos fenómenos los físicos han sacado el concepto de energía. La transformación de la energía es una formulación de la física que resume una multitud de fenómenos en los que una cantidad medida decrece mientras que otra crece. Eso son buenos conceptos y buenas fórmulas en los que nos podemos apoyar para prever los fenómenos futuros, y por eso pensamos que son verdaderos. Lenin toma esta verdad en un sentido tan absoluto que cree expresar un hecho observado "admitido por todos los materialistas", cuando de hecho expone una teoría física. Además, no la expone correctamente. El hecho de que la energía de una excitación luminosa se transforme en conciencia quizá ha sido creído por los materialistas burgueses, pero la ciencia no lo admite. Según la física, la energía se transforma exclusiva y completamente en otra forma de energía; la energía de la excitación luminosa que penetra en los nervios y el cerebro se transforma en energía química, eléctrica, térmica; pero la conciencia no es considerada por la física como una forma particular de la energía.

Esta confusión entre los hechos observados realmente y los conceptos físicos se encuentra a todo lo largo del libro de Lenin. Engels designaba con el nombre de materialistas a todos aquellos para los que la naturaleza es la cosa original de la que hay que partir. Lenin habla de un materialismo que "de pleno acuerdo con las ciencias de la naturaleza, considera la materia como el dato primero".[17]

y, por otro lado, de la materia que es:

"la fuente exterior, objetiva, de nuestras sensaciones, de la realidad objetiva que corresponde a nuestras sensaciones".[18]

Para Lenin, naturaleza y materia física son idénticas; la palabra materia tiene para él el mismo sentido que "mundo objetivo". En esto está de acuerdo con el materialismo burgués que, de igual modo, considera que la materia es la verdadera sustancia del mundo. Se comprende entonces fácilmente su indignada polémica contra Mach. Para Mach, la materia es un concepto abstracto formado a partir de los fenómenos o, más exactamente, a partir de las sensaciones. Por eso Lenin, que encuentra en ello ya sea una negación de la realidad de la materia, ya sea una constatación pura y simple de la realidad del mundo, no comprende lo que toma por una confusión pura y simple. La primera afirmación lo lleva a decir que Mach niega la existencia del mundo exterior y que es un solipsista, y la segunda a unirse a Mach porque rechaza enteramente "su filosofía" y regresa a una concepción científica.

Lo mismo ocurre con la cuestión de las leyes de la naturaleza. Mach piensa que las causas, los efectos, las leyes naturales, no existen de hecho en la naturaleza sino que son formulaciones elaboradas por el hombre según ciertas regularidades observadas en los fenómenos naturales. Y Lenin afirma que esta concepción es idéntica a la de Kant:

"el hombre dicta las leyes a la naturaleza, y no la naturaleza al hombre. Lo esencial no es repetir con Kant el apriorismo (...) lo esencial es que el espíritu, el pensamiento, la conciencia, constituyen en él lo primario y la naturaleza, lo secundario. La razón no es una parcela de la naturaleza, uno de sus productos supremos, el reflejo de sus procesos; la naturaleza es una parcela de la razón, que se convierte entonces, por extensión, partiendo de la ordinaria razón humana familiar a todos, en la razón misteriosa, divina, "excesiva", como decía J. Dietzgen. La fórmula de Kant-Mach: "El hombre dicta las leyes a la naturaleza" es una fórmula del fideísmo."[19]

(Por fideísmo se designa la doctrina de la fe religiosa.)

Este pasaje confuso, que cae completamente fuera de contexto, no puede ser comprendido más que si se considera que, para Lenin, "la naturaleza" se compone no sólo de la materia, sino también de las leyes naturales que gobiernan sus fenómenos, flotando en alguna parte del universo como mandamientos rígidos a los que las cosas deben obedecer. Por tanto, para él, negar la existencia objetiva de estas leyes es negar la existencia misma de la naturaleza; hacer del hombre el creador de las leyes naturales significa, para él, hacer del espíritu humano el creador del mundo. Pero el salto que permite pasar del espíritu humano a la divinidad como creador del mundo sigue siendo un enigma para el lector ordinario.

Ya dos páginas antes Lenin escribía:

"La cuestión verdaderamente importante de la teoría del conocimiento que divide las corrientes filosóficas no es saber qué grado de precisión han alcanzado nuestras descripciones de las relaciones de causalidad, ni si estas descripciones pueden ser expresadas en una fórmula matemática precisa, sino si la fuente de nuestro conocimiento de estas relaciones está en las leyes objetivas de la naturaleza o en las propiedades de nuestro espíritu, en su facultad de conocer ciertas verdades a priori, etc. Eso es lo que separa para siempre los materialistas Feuerbach, Marx y Engels de los agnósticos Avenarius y Mach (discípulos de Hume)."[20]

Que Mach haya dotado al espíritu humano de la facultad de conocer ciertas verdades a priori, eso es un descubrimiento puramente imaginario de Lenin. En los pasajes en que Mach trata de las capacidades prácticas del espíritu para sacar de la experiencia reglas generales abstractas y atribuirles una validez ilimitada, Lenin, impregnado de las concepciones filosóficas tradicionales, no ve sino descubrimiento de verdades a priori. Y prosigue:

"Mach, al que acusaríamos equivocadamente de ser consecuente, "olvida" con frecuencia, en ciertos pasajes de sus obras, su concordancia con Hume y su teoría subjetivista de la causalidad para razonar "simplemente" como sabio, es decir, desde un punto de vista espontáneamente materialista. Así leemos en su Mecánica: "La naturaleza nos enseña a reconocer esta uniformidad en sus fenómenos" (p. 182 de la traducción francesa). Si reconocemos la uniformidad en los fenómenos de la naturaleza, ¿hay que llegar a la conclusión de que esta uniformidad tiene una existencia objetiva, fuera de nuestro espíritu? No, Mach enuncia sobre esta misma cuestión de la uniformidad de la naturaleza cosas como éstas: (...) "Que nos creyésemos capaces de formular predicciones con ayuda de una tal ley prueba solamente (!) la uniformidad suficiente de nuestro entorno, pero de ningún modo la necesidad del éxito de nuestras predicciones" (Wärmelehre, p. 383).

¡De ello se sigue que se puede y se debe buscar una especie de necesidad fuera de la uniformidad del entorno, es decir, de la naturaleza![21]

Aquí Lenin presenta a Mach admitiendo la uniformidad de la naturaleza (primera cita) sin considerarla como real. Para apoyar esta última afirmación, cita un segundo pasaje de Mach en que éste admite esta realidad de manera patente, pero rechaza la necesidad. Lenin insiste en esta necesidad. El confusionismo de estas frases embrolladas, mejorado más por fórmulas corteses que no reproducimos aquí, se esclarece si recordamos que, para Lenin, la uniformidad de la naturaleza equivale a la necesidad de la realización de nuestras previsiones; en otros términos, él no diferencia entre las regularidades tal como aparecen más o menos claramente en la naturaleza, y la forma apodíctica de las leyes naturales precisas. Y prosigue:

"¿Dónde buscarla? (esta necesidad). Ése es el secreto de la filosofía idealista que no osa ver, en la facultad de conocer del hombre, un simple reflejo de la naturaleza."[22]

En realidad, no hay necesidad si no es en la formulación de las leyes de la naturaleza; en la práctica encontramos siempre desviaciones que expresamos en forma de leyes complementarias. Una ley de la naturaleza no determina lo que la naturaleza hará necesariamente, sino lo que se espera que haga. Y después de todo lo que se ha dicho podemos ahorrarnos discutir la observación simplista de que nuestra facultad de conocer sólo sería un reflejo de la naturaleza. Lenin concluye así:

"Mach define incluso, en su última obra, Conocimiento y error, las leyes de la naturaleza como una "limitación de la expectativa" (2ª ed., p. 450 y sig.)! El solipsismo se lleva, a pesar de todo, su parte."[23]

Pero esta afirmación no tiene ningún sentido puesto que todos los sabios trabajan para establecer leyes naturales que determinan nuestra expectativa.

La condensación de un cierto número de fenómenos en una fórmula breve, una ley natural, ha sido elevada por Mach al nivel de un principio de investigación, "la economía de pensamiento". Se podría esperar que el reducir de esta suerte la teoría abstracta a la práctica del trabajo (científico) tuviese buena acogida entre los marxistas. Pero "la economía de pensamiento" no encuentra eco en Lenin, quien traduce su incomprensión en algunas chanzas:

"Si introducimos en la gnoseología una concepción tan absurda, es más "económico" "pensar" que existo solo yo y mis sensaciones. Eso está fuera de discusión.

¿Es más "económico" "pensar" que el átomo es indivisible, o que está compuesto de electrones positivos y negativos? ¿Es más "económico" pensar que la revolución burguesa rusa es hecha por los liberales o contra los liberales? Sólo hay que plantear la cuestión para ver hasta qué punto es absurdo y subjetivo aplicar aquí la categoría de la "economía del pensamiento"."[24]

Y a esto opone su propia concepción:

"El pensamiento del hombre es "económico" cuando refleja exactamente la verdad objetiva: la práctica, la experiencia, la industria, suministran entonces el criterio de su exactitud. ¡Sólo negando la realidad objetiva, es decir, los fundamentos del marxismo, se puede tomar en serio la economía del pensamiento en la teoría del conocimiento!"[25]

¡Qué simple y evidente parece esto! Tomemos un ejemplo. La antigua concepción del universo establecida por Ptolomeo colocaba la tierra inmóvil en el centro del mundo y hacía girar alrededor de ella el sol y los planetas, y las órbitas de estos últimos eran epiciclos, es decir, la combinación de dos círculos. Copérnico colocaba el sol en el centro y hacía girar alrededor la tierra y los planetas en simples círculos. Los fenómenos visibles son exactamente los mismos según las dos teorías porque nosotros vemos únicamente los movimientos relativos, y son absolutamente idénticos. ¿Cuál de las dos describe exactamente el mundo objetivo? La experiencia práctica no puede zanjar la cuestión pues las previsiones en ellas son idénticas. Como prueba decisiva, Copérnico invocó las paralajes de las estrellas fijas; sin embargo, en la vieja teoría, cada estrella podía muy bien describir una órbita circular y hacer una revolución por año, lo que da el mismo resultado. Pero entonces todo el mundo dirá: es absurdo hacer describir una órbita circular anual a los millones de cuerpos celestes simplemente para que la tierra pueda permanecer inmóvil. ¿Por qué absurdo? Porque esto complica inútilmente la imagen del mundo. Ya estamos: se elige el sistema de Copérnico afirmando que es verdadero porque es el sistema del universo más simple. Este ejemplo basta para mostrar que es verdaderamente ingenuo creer que elegimos una teoría porque refleja exactamente la realidad cuando se toma la experiencia como criterio.

Kirchhoff ha expresado el verdadero carácter de la teoría científica de la misma manera diciendo que la mecánica, en lugar "de explicar" los movimientos por las "fuerzas" que las producen, tiene como tarea "describir los movimientos en la naturaleza de la manera más completa y simple". Esta observación barre el mito fetichista de las fuerzas consideradas como causas, como demonios haciendo su trabajo: no son sino un medio útil y simple para describir los movimientos. Desde luego, Mach llama la atención sobre la similitud de sus concepciones con las de Kirchhoff. Y Lenin, para probar que no tenía la menor idea de qué se trataba, al estar él mismo impregnado por este mito, exclama en un tono indignado:

"¿No es eso un ejemplo de confusión? La "economía del pensamiento", de la que Mach deducía en 1872 la existencia exclusiva de las sensaciones (punto de vista que él mismo debió reconocer más tarde como idealista), ¡es puesta en el mismo plano que el apotegma puramente materialista del matemático Grassmann sobre la necesidad de coordinar el pensamiento con el ser! ¡en el mismo plano que la descripción más simple (de la realidad objetiva que Kirchhoff jamás había puesto en duda!)."[26]

Hay que señalar además que el pensamiento jamás puede describir la realidad "exactamente", completamente; la teoría es una imagen aproximada que sólo da cuenta de los rasgos, de los caracteres generales de un grupo de fenómenos.

Después de haber examinado las ideas de Lenin sobre la materia y las leyes naturales, tomaremos como tercer ejemplo el espacio y el tiempo.

"Ved ahora la "doctrina" del "positivismo moderno" a este respecto. Leemos en Mach: "El espacio y el tiempo son sistemas bien coordinados (o armonizados, wohlgeordnete) de series de sensaciones" (Mecánica, 3ª edic. alemana, p. 498). Absurdidad idealista evidente, consecuencia obligada de la doctrina según la cual los cuerpos son complejos de sensaciones. Según Mach, no es el hombre con sus sensaciones el que existe en el espacio y el tiempo; son el espacio y el tiempo los que existen en el hombre, que dependen del hombre, que son creados por el hombre. Mach siente que se desliza hacia el idealismo y "resiste" multiplicando las restricciones y ahogando la cuestión, como Dühring, en disertaciones interminables (ver, sobre todo, Conocimiento y error) sobre la variabilidad de nuestros conceptos del tiempo y del espacio, sobre su relatividad, etc. Pero esto no lo salva, no puede salvarlo, pues no se puede superar verdaderamente el idealismo, en esta cuestión, más que reconociendo la realidad objetiva del espacio y del tiempo. Y es precisamente esto lo que Mach no quiere a ningún precio. Edifica una teoría gnoseológica del tiempo y del espacio basada en el principio del relativismo, nada más. Este esfuerzo sólo puede llevarlo al idealismo subjetivo, como hemos mostrado ya al hablar de la verdad absoluta y de la verdad relativa.

Resistiendo a las conclusiones idealistas que sus principios imponen, Mach se levanta contra Kant y defiende el origen experimental del concepto de espacio (Conocimiento y error, 2ª edic. alemana, pp. 350, 385). Pero si la realidad objetiva no nos es dada en la experiencia (como pretende Mach)..."[27]

¿Para qué continuar con este género de citas? Son golpes en falso porque sabemos que Mach acepta ciertamente la realidad objetiva del mundo y que piensa que todos los fenómenos que constituyen este mundo tienen lugar en el espacio y en el tiempo. Lenin habría podido darse cuenta de que se equivocaba, por medio de un cierto número de frases que conoce y que cita en parte, aquellas en que Mach discute acerca de las investigaciones matemáticas sobre los espacios con varias dimensiones. Mach se expresa así en la Mecánica[28]:

"Lo que llamamos espacio es un caso especial real entre casos imaginados mucho más generales (...) El espacio de la vista y del tacto es una multiplicidad de tres dimensiones, tiene tres dimensiones (...) Las propiedades de un espacio dado aparecen directamente como objetos de la experiencia (...) Respecto de un espacio dado, únicamente la experiencia puede decirnos si es finito, si se cruzan líneas paralelas, etc. Para muchos teólogos que experimentan dificultades en el sentido de que no saben dónde colocar el infierno, y para los espiritistas, una cuarta dimensión podría ser muy bienvenida."

Pero "esta cuarta dimensión seguirá siendo siempre un producto de la imaginación". Estas citas pueden ser suficientes. Y, ¿qué respuesta da Lenin a todo esto, aparte cierto número de burlas e invectivas desprovistas de todo fundamento?:

"¡Muy bien! Mach no quiere marchar en compañía de los teólogos y de los espiritistas. ¿Y cómo se separa de ellos en su teoría del conocimiento? ¡Constatando que el espacio de tres dimensiones es el único espacio real! Pero, ¿qué vale esta defensa contra los teólogos y compañía si usted no reconoce al espacio y al tiempo una realidad objetiva?"[29]

¿Qué diferencia puede haber entre el espacio real y la realidad objetiva del espacio? En todo caso, Lenin no puede desembarazarse de su error.

¿Cuál es, pues, esa frase de Mach que ha dado lugar a toda esta verborrea? En el último capítulo de la Mecánica, Mach trata de las relaciones que existen entre las diferentes ramas de la ciencia. Y he aquí lo que dice:

"Primeramente observamos que tenemos una confianza mucho más grande en todas las experiencias sobre el espacio y el tiempo y les atribuimos un carácter más objetivo y real que a las experiencias sobre los colores, los sonidos o los olores (...) Sin embargo, cuando se mira en ello más de cerca, se da uno cuenta pronto de que las sensaciones del espacio y del tiempo son completamente semejantes a las sensaciones de colores, sonidos y olores; únicamente que estamos más habituados a las citadas en primer lugar, por tanto, somos más conscientes que en el caso de las últimas. El espacio y el tiempo son sistemas bien ordenados de series de sensaciones..."

Mach parte aquí de la experiencia; nuestras sensaciones son la única fuente de nuestro conocimiento; todo nuestro universo está basado en estas sensaciones, comprendido todo lo que se sabe del tiempo y del espacio. ¿Cuál es el significado del tiempo absoluto y del espacio absoluto? Para Mach, esta cuestión no tiene sentido; el único problema que se supone hay que plantearse es éste: ¿cómo aparecen el espacio y el tiempo en nuestra experiencia? De la misma manera que para el cuerpo y la materia, se puede edificar una concepción científica del tiempo y del espacio únicamente con ayuda de abstracciones sacadas de la totalidad de nuestras experiencias. Desde nuestra más joven edad, somos duchos en el esquema espacio-tiempo, que nos parece completamente simple y natural y en el que clasificamos todas estas experiencias. De qué manera se presenta esto en la ciencia experimental, no se lo puede expresar mejor que con las palabras de Mach mismo: sistemas bien ordenados de series de experiencias.

Lo que Lenin piensa del espacio y del tiempo aparece en la cita siguiente:

"La física contemporánea (dice Mach) está dominada todavía por la concepción de Newton sobre el tiempo y el espacio absolutos (pp. 442-44), sobre el tiempo y el espacio como tales. Esta concepción "nos" parece absurda, continúa Mach, sin sospechar, evidentemente, la existencia de los materialistas y de la teoría materialista del conocimiento. Pero esta concepción era inofensiva (unschädlich, p. 442) en la práctica, y por esta razón la crítica se ha abstenido durante mucho tiempo de tocar en ella."[30]

Por tanto, según Lenin, el "materialismo" acepta la teoría de Newton que descansa en la afirmación de que existe un tiempo absoluto y un espacio absoluto.

Esto significa que se puede fijar un punto en el espacio de manera absoluta sin tomar como referencia otras cosas, y que se lo puede encontrar sin ninguna vacilación. Cuando Mach dice que ésa es la opinión de los físicos de su época, ve a sus colegas más retrasados de lo que lo estaban, pues ya en esa época se aceptaba comúnmente que las grandes teorías físicas sobre el movimiento, etc., eran concepciones relativas, que el lugar de un cuerpo está determinado siempre en relación con el lugar de los otros cuerpos, y que la idea misma de posición absoluta no tiene ningún sentido.

No obstante, reinaba cierta duda. El éter, que llenaba todo el espacio, no podía servir de sistema de referencia[31] para un espacio absoluto, sistema de referencia respecto del cual movimiento y reposo podrían ser llamados entonces a justo título movimiento y reposo absolutos. Sin embargo, cuando los físicos intentaron evidenciarlo estudiando la propagación de la luz, no pudieron desembocar nada más que en la relatividad: la famosa experiencia de Michelson y Morley en 1889, concebida para probar directamente el movimiento de nuestra tierra con relación al éter, tuvo un resultado negativo; la naturaleza permaneció muda, como si dijera: vuestra pregunta no tiene sentido. Para explicar este resultado negativo se comenzó por suponer que había siempre fenómenos secundarios que anulaban pura y simplemente el resultado esperado. Finalmente, Einstein, en 1905, con la teoría de la relatividad, logró combinar todos los hechos de suerte que el resultado de la experiencia se hacía evidente. El concepto de "posición absoluta" en el éter quedó al mismo tiempo vacío de sentido y, poco a poco, la idea misma de éter fue abandonada, y desapareció de la ciencia toda idea de espacio absoluto.

No parecía ocurrir lo mismo con el tiempo: se pensaba que un instante en el tiempo era algo absoluto. Pero fueron precisamente las ideas de Mach las que trajeron cambios en este dominio. En lugar de discusiones sobre concepciones abstractas Einstein introdujo la práctica de la experiencia. ¿Qué hacemos cuando fijamos un instante en el tiempo? Miramos un péndulo y comparamos los diferentes péndulos; no hay otro medio. Siguiendo este modo de argumentación, Einstein logró destruir la noción de tiempo absoluto y demostrar la relatividad del tiempo. La teoría de Einstein fue aceptada pronto universalmente por los sabios (a excepción de algunos físicos antisemitas de Alemania que, en consecuencia, fueron proclamados las lumbreras de la física nacional-socialista "alemana").

Cuando Lenin escribió su libro no podía conocer este último desarrollo de la ciencia. Pero el carácter de sus argumentos queda manifiesto cuando escribe:

"La concepción materialista del espacio y del tiempo ha permanecido "inofensiva", es decir, tan conforme como antes con las ciencias de la naturaleza, mientras que la concepción contraria de Mach y compañía sólo ha sido una capitulación "nociva" ante el fideísmo."[32]

Así califica de materialista la creencia según la cual los conceptos de tiempo y espacio absolutos (teoría que la ciencia sostenía en otros tiempos, pero que debió abandonar después) son la verdadera realidad del mundo[33]. Porque Mach se opone a la realidad de estos conceptos y afirma que lo mismo vale para el tiempo y el espacio que para cualquier otro concepto, es decir, que no podemos deducirlos más que de la experiencia, Lenin le cuelga un "idealismo" que lleva al "fideísmo".

 

El materialismo

No es a Mach a quien queremos discutir en esta obra, sino a Lenin. Mach ocupa un lugar considerable en ella porque la crítica que Lenin hace de él nos permite descubrir sus propias concepciones filosóficas. Desde el punto de vista del marxismo hay muchas cosas que criticar en Mach; pero Lenin coge el problema por el lado malo. Como hemos visto, recurre a las teorías antiguas de la física, tales como están difundidas en la opinión popular, para oponerlas a las críticas modernas de los fundamentos de estas teorías. Hemos visto igualmente que identifica la realidad objetiva del mundo con la materia física, como lo hacía antes el materialismo burgués. Intenta demostrarlo con los argumentos siguientes:

"Si la realidad objetiva nos es dada, hay que atribuirle un concepto filosófico; ahora bien, este concepto está establecido desde hace tiempo, mucho tiempo, y este concepto es el de la materia. La materia es una categoría filosófica que sirve para designar la realidad objetiva dada al hombre en sus sensaciones, que la copian, la fotografían, la reflejan, y que existe independientemente de las sensaciones."[34]

Perfecto: nosotros estamos seguramente todos de acuerdo en la primera frase. Sin embargo, cuando se quiere restringir toda realidad sólo a la materia, entonces estamos en contradicción con la primera definición. La electricidad también forma parte de la realidad objetiva; no obstante, ¿es materia física? Nuestras sensaciones nos muestran la existencia de la luz; ésta es una realidad, pero no es materia; los conceptos introducidos por los físicos para explicar estos fenómenos luminosos, es decir, en primer lugar el éter, después los fotones, difícilmente pueden ser calificados de materia. Y la energía, ¿no es tan real como la materia física? Más directamente que las cosas materiales mismas, es su energía la que se manifiesta en toda experiencia y la que da origen a nuestras sensaciones. Por eso Ostwald declaraba hace medio siglo que la energía es la única sustancia real del mundo; y él llama a esto "el fin del materialismo científico". Y finalmente, lo que nos es dado a través de nuestras sensaciones cuando nos hablan nuestros semejantes no son sólo los sonidos que salen de su garganta y de sus labios, y no sólo la energía de las vibraciones del aire, sino también y sobre todo, sus pensamientos, sus ideas. Las ideas humanas pertenecen a la realidad objetiva con tanta certeza como los objetos palpables; el mundo real está constituido tanto de cosas espirituales como de cosas llamadas materiales en física. Si en nuestra ciencia, de la que tenemos necesidad para nuestra actividad, queremos representar todo nuestro mundo de experiencia, el concepto de materia física no basta; necesitamos otros conceptos como la energía, el espíritu, la conciencia.

Si de acuerdo con la definición de más arriba, la materia debe ser considerada como el nombre del concepto filosófico que denota la realidad objetiva, este término abarca muchas más cosas que la materia física sola. Llegamos entonces a la noción expresada en varias ocasiones en los capítulos precedentes en la que se consideraba que el término de "mundo material" designaba toda la realidad observada. Y ése es el significado de la palabra materia, materia, en el materialismo histórico que designa todo lo que existe realmente en el mundo, "comprendido el espíritu y las quimeras", como decía Dietzgen. Por consiguiente, no son las teorías modernas de la estructura de la materia las que llevan a criticar el materialismo de Lenin, como indica éste un poco más arriba, en la misma página, sino el hecho de que identifica materia física y mundo real.

El significado de la palabra materia en el materialismo histórico tal como acabamos de definirla, por supuesto que es completamente extraño a Lenin; contrariamente a su primera definición, él restringe este significado sólo a la materia física. De ahí proviene su ataque contra el "confusionismo" de Dietzgen:

"El pensamiento es función del cerebro", dice J. Dietzgen (Das Wesen der menschlichen Kopfarbeit, 1903, p. 52. Hay una traducción rusa: La esencia del trabajo cerebral). "El pensamiento es producto del cerebro... Mi escritorio, como contenido de mi pensamiento, coincide con este pensamiento, no se distingue de él. Pero fuera de mi cabeza, este escritorio, objeto de mi pensamiento, es completamente diferente" (p.53). Sin embargo, estas proposiciones materialistas perfectamente claras son completadas en Dietzgen por ésta: "Pero la representación que no proviene de los sentidos es igualmente sensible, material, es decir, real... El espíritu no se distingue más de la mesa, de la luz, del sonido, de lo que estas cosas se distinguen las unas de las otras" (p. 54). El error aquí es evidente. Que pensamiento y materia sean "reales", es decir, que existan, esto es justo. Pero decir que el pensamiento es material es dar un paso en falso hacia la confusión del materialismo y el idealismo. En el fondo, en Dietzgen es más bien una expresión inexacta. En efecto, en otro lugar se expresa en términos más precisos: "El espíritu y la materia tienen al menos en común que existen"(p. 80)."[35]

Aquí, Lenin repudia su propia definición de la materia como la expresión filosófica de la realidad objetiva. ¿O quizá la realidad objetiva es algo diferente de lo que existe realmente? Lo que Lenin quiere expresar, pero que no llega a formular sin "expresiones inexactas", es que los pensamientos existen realmente, sin duda, pero la realidad objetiva pura y verdadera no se encuentra más que en la materia física.

El materialismo burgués, al identificar la realidad objetiva con la materia física, debía hacer de toda otra realidad, como las cosas espirituales, un atributo o una propiedad de esta materia. Por consiguiente, no es de extrañar que encontremos ideas análogas en Lenin. A la afirmación de Pearson: "No es lógico decir que toda materia tiene conciencia", Lenin replica:

"Es ilógico afirmar que toda la materia es consciente" "(por el contrario, es lógico suponer que toda materia tiene la propiedad de reflejar las cosas exteriores, propiedad que, en el fondo, se emparienta con la sensación)."[36]

Y aún es más claro cuando se revuelve contra Mach: "En cuanto al materialismo, al que Mach opone aquí otra vez sus concepciones sin nombrar franca y rotundamente al "enemigo", el ejemplo de Diderot[37] nos ha mostrado cuál era la verdadera manera de ver de los materialistas. No consiste en desprender la sensación del movimiento de la materia, o en llevarla a él, sino en considerar la sensación como una de las propiedades de la materia en movimiento. En este punto Engels compartía el punto de vista de Diderot."[38]

Pero no indica dónde Engels habría hecho esta profesión de fe. Tenemos derecho a preguntarnos si la convicción de que Engels compartía los puntos de vista de Lenin y de Diderot descansa en pruebas precisas. En el Anti-Dühring, Engels se expresa de una manera muy distinta: "la vida es la forma de existencia de las materias albuminoides", es decir, la vida no es una propiedad de toda la materia sino que aparece sólo en estructuras moleculares muy complicadas, como la albúmina. Por tanto, apenas es probable que haya podido considerar la sensibilidad, que, como sabemos, es propia sólo de la materia viva, como una propiedad de toda la materia. Esta manera de generalizar a la materia en general propiedades que sólo han sido observadas en ciertos casos particulares, es muestra de un carácter burgués no dialéctico.

Se puede señalar aquí que Plejanov manifiesta ideas semejantes a las de Lenin. En su libro Cuestiones fundamentales del marxismo, critica al botánico Francé a propósito de la "espiritualidad de la materia", de "la doctrina según la cual la materia en general y, sobre todo, la materia orgánica tiene siempre cierta sensibilidad". Después Plejanov expresa así su propio punto de vista:

"Francé ve ahí lo contrario del materialismo. En realidad es la traducción de la doctrina materialista de Feuerbach (...) Se puede afirmar con certeza que Marx y Engels (...) habrían seguido esta corriente de pensamiento con el mayor interés"[39].

La prudencia de esta afirmación muestra bien que Marx y Engels jamás manifestaron en sus escritos un interés cualquiera por esta tendencia. Además, Francé, como naturalista limitado, no conoce más que las oposiciones existentes dentro del pensamiento burgués; pretende que los materialistas no creen más que en la materia, por tanto, según él, la doctrina según la cual hay algo espiritual en toda materia no tiene nada que ver con el materialismo. Por el contrario, Plejanov piensa que esta doctrina constituye una pequeña modificación del materialismo, que se encuentra reforzado por ello.

Lenin era perfectamente consciente de la concordancia que existía entre sus concepciones y el materialismo burgués del siglo XIX. Para él, el "materialismo" es la base común del marxismo y del materialismo burgués. Precisa que Engels, en su libro sobre Feuerbach, hacía tres reproches a estos materialistas, a saber, que conservaban las doctrinas materialistas del siglo XVIII, que su materialismo era mecánico, y que en el dominio de las ciencias sociales permanecían aferrados al idealismo y no comprendían nada del materialismo histórico, y prosigue:

"¡Exclusivamente por estas tres razones, exclusivamente en estos límites, Engels rechaza el materialismo del siglo XVIII y la doctrina de Büchner y Cía.! En todas las demás cuestiones, más elementales, del materialismo (deformadas por los discípulos de Mach) no hay, no puede haber ninguna diferencia entre Marx y Engels, por una parte y todos estos viejos materialistas, por otro."[40]

Hemos demostrado en las páginas precedentes que eso era una ilusión por parte de Lenin; estos tres reproches conllevan en sus consecuencias una oposición fundamental en las concepciones epistemológicas. Lenin hace una amalgama análoga cuando escribe que Engels estaba de acuerdo con Dühring en la cuestión del materialismo:

"Para Engels, por el contrario, Dühring, en tanto que materialista, no era ni bastante firme, ni bastante claro y consecuente."[41]

[Prueba de ello, la manera como Engels acaba con Dühring en términos notablemente despectivos.]

El acuerdo de Lenin con el materialismo burgués y su desacuerdo con el materialismo histórico se manifiestan en numerosas circunstancias. El materialismo burgués había luchado y luchaba principalmente contra la religión, y lo que Lenin reprocha en primer lugar a Mach y a sus adeptos es sostener el fideísmo. Lo hemos podido constatar en varias citas que hemos hecho y se encuentran cientos de ejemplos en su libro, en el cual el fideísmo es considerado como el contrario del materialismo. Marx y Engels no hablan de fideísmo; para ellos, la línea de demarcación se encuentra entre materialismo e idealismo. En el termino "fideísmo", el acento se pone en la religión. Lenin explica dónde ha tomado esta palabra:

"se llama en Francia fideístas (del latín fides, fe) a aquellos que colocan la fe por encima de la razón"[42]

Oponer la religión a la razón es una reminiscencia de la época pre-marxista, de la emancipación de la burguesía cuando se recurría a la "razón" para atacar la fe religiosa, considerada como enemigo principal en la lucha social; el "libre pensamiento" se oponía al "oscurantismo". Blandiendo constantemente el espectro del fideísmo como la consecuencia más peligrosa de las doctrinas que combate, Lenin muestra que para él también, en el mundo de las ideas, la religión sigue siendo el enemigo principal.

Así ataca a Mach cuando éste escribe que el problema del determinismo no puede ser resuelto de manera empírica: en la investigación científica, dice Mach, todos los sabios deben ser deterministas, pero en la vida práctica, siguen siendo indeterministas.

"¿No es dar prueba de oscurantismo cuando se separa cuidadosamente la teoría pura de la práctica? Cuando se reduce el determinismo al dominio de la "investigación", y en moral, en la vida social, en todos los otros dominios salvo la "investigación", se deja la cuestión a la apreciación "subjetiva" (...) He ahí ciertamente un reparto amistoso[43]: ¡la teoría a los profesores, la práctica a los teólogos!"[44]

Así todos los problemas son abordados desde el punto de vista de la religión. Evidentemente, Lenin ignoraba que la doctrina calvinista, que es profundamente religiosa, era de un determinismo muy estricto, mientras que los materialistas burgueses del siglo XIX creían en el libre albedrío, y por eso mismo profesaban el indeterminismo. Por otro lado, un pensador verdaderamente marxista no habría desaprovechado la ocasión de explicar a los "machistas" rusos que es el materialismo histórico el que ha abierto el camino al determinismo en el dominio social; hemos mostrado más arriba que la convicción teórica, (que las reglas y las leyes son válidas en ciertos dominios, lo que equivale al determinismo), no puede fundarse en bases sólidas más que cuando logramos establecer prácticamente tales leyes y tales relaciones. Se ha visto más arriba que Mach, dado que pertenecía a la burguesía y, por tanto, conservaba una línea de pensamiento fundamentalmente burgués, era indeterminista necesariamente en sus concepciones sociales y, por consiguiente, sus ideas iban con retraso con respecto a las de Marx y eran incompatibles con el marxismo. Pero nada de esto se encuentra en Lenin; en ninguna parte se menciona el hecho de que las ideas están determinadas por la clase social; las divergencias teóricas planean en el aire sin vínculo con la realidad social. Por supuesto que las ideas teóricas deben ser criticadas con ayuda de argumentos teóricos. Sin embargo, cuando se pone el acento tan vehementemente en las consecuencias sociales, al menos habría que tomar en consideración los orígenes sociales de las ideas criticadas. Pero este aspecto esencial del marxismo no parece existir en Lenin.

Por eso no es de extrañar que, entre los autores precedentes, es sobre todo Ernst Haeckel al que aprecie y colme de elogios. En un último capítulo titulado "Ernst Haeckel y Ernst Mach" los compara y los opone:

"Adhiriéndose, en el fondo, al idealismo filosófico, Mach entrega las ciencias al fideísmo (...) Y es esta doctrina "sacrosanta" de toda la filosofía y de la teología profesorales la que es abofeteada en cada página del libro de Haeckel. El sabio que expresa seguramente las opiniones, las disposiciones de espíritu y las tendencias más duraderas, aunque insuficientemente cristalizadas, de la mayoría de los sabios de finales del siglo XIX y comienzos del XX, muestra de golpe, con facilidad y simplicidad, lo que la filosofía profesoral intentaba ocultar al público y ocultarse a sí misma, a saber: que hay una base cada vez más amplia y potente contra la que vienen a estrellarse los vanos intentos de las mil y una escuelas del idealismo filosófico, del positivismo, del realismo, del empiriocriticismo y de cualquier otro confusionismo. Esta base es el materialismo de las ciencias de la naturaleza."[45]

A Lenin no le incomoda en sus alabanzas que Haeckel combine, como todo el mundo sabe, la ciencia popular con una filosofía de las más someras; Lenin mismo habla de "candidez filosófica" y dice que Haeckel "no entra en el detalle de las cuestiones filosóficas y no sabe oponer unas a las otras las teorías materialistas e idealistas del conocimiento"[46]. Lo esencial para él es que Haeckel sea un adversario encarnizado de las principales doctrinas religiosas.

"La tempestad levantada en los países civilizados por los Enigmas del Universo de E. Haeckel ha hecho resaltar con relieve particular el espíritu de partido en filosofía, en la sociedad contemporánea, por un lado y, por el otro, el verdadero alcance social de la lucha del materialismo contra el idealismo y el agnosticismo. La difusión de este libro por cientos de miles de ejemplares, inmediatamente, traducido a todas las lenguas y divulgado en ediciones a buen precio, atestigua con evidencia que esta obra "ha ido al pueblo", y que E. Haeckel ha conquistado por esto masas de lectores. Este librito popular se ha convertido en un arma de la lucha de clase. En todos los países del mundo, los profesores de filosofía y de teología se han puesto de mil maneras a refutar y a partir de un tajo a Haeckel."[47]

¿De qué lucha de clase se trata? ¿Qué clase está representada aquí por Haeckel y contra qué otra clase lucha? Lenin no lo dice. ¿Se debe entender que piensa implícitamente que Haeckel, sin quererlo, actuaba como portavoz de la clase obrera contra la burguesía? Pero en este caso, hay que precisar que Haeckel se oponía violentamente al socialismo y que en su defensa del darwinismo intentaba hacer admitir esta doctrina a la clase dirigente subrayando que el principio de la selección natural del más apto era una teoría de esencia aristocrática que podía muy bien servir para refutar "esa absurdidad total del socialismo igualitario". Lo que Lenin llama una tempestad levantada por "los Enigmas del Universo" (Welträtsel) no era en realidad sino una ligera borrasca en el seno de la burguesía, que representaba el último estadio de su abandono del materialismo por una concepción idealista del mundo. Este libro de Haeckel fue el último sobresalto, muy debilitado, del materialismo burgués; sin embargo, las tendencias idealistas, místicas y religiosas eran ya tan fuertes en la burguesía y en los intelectuales, que estallaron los ataques de todas partes contra el libro de Haeckel y desvelaron sus debilidades. Hemos indicado más arriba lo que este libro tenía de importante para la masa de sus lectores de la clase obrera. Cuando Lenin habla aquí de lucha de clases prueba hasta qué punto ignoraba la naturaleza de la lucha de clases en los países de capitalismo desarrollado, y que él la veía sobre todo bajo la forma de una lucha por y contra la religión.

 

Plejanov

El parentesco entre el pensamiento de Lenin y el materialismo burgués que se manifiesta en su libro, no es una deformación del marxismo propia de Lenin. Se encuentran ideas análogas en Plejanov, quien, en la época, era considerado como el primer y más importante teórico del socialismo ruso. En su libro Cuestiones fundamentales del marxismo, escrito primero en ruso y traducido después al alemán en 1910, comienza por enfocar de un modo general la concordancia de los puntos de vista entre Marx y Feuerbach. Lo que comúnmente se designa como "Humanismo" en la obra de Feuerbach, explica, no es, de hecho, sino un paso que parte del hombre para llegar a la materia.

"La cita de Feuerbach sobre la "cabeza del hombre" reproducida más arriba, muestra que la cuestión de la "materia cerebral" fue resuelta en aquella época en un sentido puramente materialista. Esta manera de ver fue también la de Marx y Engels, y se convirtió en la base misma de su filosofía."

Por supuesto que Marx y Engels pensaban que las ideas humanas son producidas en el cerebro, como también pensaban que la tierra gira alrededor del sol. Pero Plejanov añade: Cuando se examina esta tesis de Feuerbach, uno se familiariza al mismo tiempo con el aspecto filosófico del marxismo. Después cita esta frase de Feuerbach:

"El ser engendra el pensamiento y no el pensamiento el ser. El ser existe en sí mismo y por sí mismo, la existencia posee en sí misma su base"; y concluye: "Esta manera de enfocar la relación entre ser y pensamiento se ha convertido, en Marx y Engels, en la base de la concepción materialista de la historia"[48].

Cierto, pero el problema es saber lo que entienden por "ser". Esta palabra, en apariencia incolora, mezcla sin distinción muchos conceptos opuestos que se despejaron ulteriormente. Nosotros llamamos ser a todo lo que nos es perceptible; desde el punto de vista de las ciencias de la naturaleza, "ser" puede significar materia, desde el punto de vista de las ciencias sociales la misma palabra puede designar a la sociedad entera. Para Feuerbach, se trataba de la sustancia corporal del hombre: "Der Mensch ist was er isst"[49] (el Hombre es lo que come). Para Marx, es la realidad social, es decir, la sociedad de los hombres, de las relaciones de producción y de las herramientas, la que determina la conciencia.

Plejanov habla de la primera de las tesis sobre Feuerbach[50]; dice que Marx "completa y profundiza allí las ideas de Feuerbach"; explica que Feuerbach consideraba al hombre en sus relaciones pasivas, y Marx en sus relaciones activas hacia la naturaleza. Cita esta frase del "Capital":

"Al actuar sobre la naturaleza exterior y transformarla, el hombre transforma al mismo tiempo su propia naturaleza", y añade: "la profundidad de este pensamiento aparece claramente a la luz de la teoría del conocimiento de Marx (...) Sin embargo, se debe admitir que la teoría del conocimiento de Marx se deriva directamente de la de Feuerbach o, más exactamente, es una profundización general de la teoría del conocimiento de Feuerbach"[51].

Y en la página siguiente vuelve a hablar del "materialismo moderno, el materialismo de Feuerbach, Marx y Engels". De hecho, los tres han empleado simplemente esta frase ambigua: "el ser determina el pensamiento", y la doctrina materialista según la cual el cerebro produce el pensamiento no es sino un aspecto muy accesorio del marxismo y no contiene de hecho ningún esbozo de una verdadera teoría del conocimiento.

El aspecto esencial del marxismo es lo que le distingue de las otras teorías materialistas, las cuales son la expresión de luchas de clases diferentes. La teoría del conocimiento de Feuerbach forma parte del combate por la emancipación de la clase burguesa y descansa en la ausencia de las ciencias de la sociedad en tanto que realidad todopoderosa que condiciona el pensamiento humano. La teoría marxista del conocimiento parte de la influencia de la sociedad - ese mundo material que el hombre mismo hace - sobre el espíritu, y por eso mismo pertenece a la lucha de clase del proletariado. Sin duda, la teoría del conocimiento de Marx procedía históricamente de las ideas de Hegel y de Feuerbach; pero igualmente cierto es que se ha convertido en algo totalmente diferente de lo que han podido escribir Hegel o Feuerbach. Para comprender las concepciones de Plejanov es significativo señalar que él no ve este antagonismo y que él da una importancia capital a un lugar común - que no tiene ninguna importancia real en el verdadero problema -: los pensamientos son producidos por el cerebro.

 

VIII. LA REVOLUCIÓN RUSA

 


Notas:

[1] V. I. Lenin: Materialismo y empiriocriticismo, op. cit., p. 40.

[2] Id., p. 40.

[3] Ibíd., p. 42.

[4] Ibíd., p. 154.

[5] Ibíd., p. 155.

[6] Ibíd., p. 53.

[7] Ibíd., p. 53.

[8] Ibíd., pp. 56-57. El cuadro al que se alude se encuentra unas líneas más arriba.

[9] Ibíd., p. 87.

[10] Sin embargo, según Avenarius, los actos, las percepciones, las declaraciones (Aussagen) son una propiedad del cerebro. (Nota de A. P.)

[11] V. I. Lenin: Materialismo y empiriocriticismo, op. cit., p. 89.

[12] Ver, por ejemplo, en Materialismo y empiriocriticismo, op. cit.: "Hay que ser de una ingenuidad excesiva para dar fe a las declaraciones de este confusionista..." (p. 110) "El idealista Wundt ha arrancado sin contemplaciones la máscara gesticulante de Avenarius..." (p. 91). (Nota de A. P.)

[13] Ver V. I. Lenin: Materialismo y empiriocriticismo, op. cit., p. 42: "Lo que prueba simplemente que su filosofía se reduce a una fraseología ociosa y vana en la que ni el autor mismo cree." (Nota de A. P.)

[14] Smith retraduce a Avenarius al lenguaje de la filosofía tradicional y descubre que este último jamás habla de "significado". (Nota de A. P.)

[15] V. I. Lenin: Materialismo y empiriocriticismo, op. cit., p. 73.

[16] Id., p. 50.

[17] Ibíd., p. 44.

[18] Ibíd., p. 150.

[19] Ibíd., p. 166.

[20] Ibíd., p. 164.

[21] Ibíd., pp. 164-165.

[22] Ibíd., p. 165.

[23] Ibíd., p. 65.

[24] Ibíd., p. 175.

[25] Ibíd., p. 175.

[26] Ibíd., p. 176.

[27] Ibíd., pp. 183-184.

[28] Este pasaje es resumido por Lenin en Materialismo y empiriocriticismo, op. cit., p. 187. (n.d.t.f.)

[29] Ibíd., p. 187.

[30] Ibíd., pp. 184-185.

[31] Se trata de sistema de referencia en el sentido matemático del término. Es decir, un sistema de coordenadas fijo y absoluto. (n.d.t.f.)

[32] V. I. Lenin: Materialismo y empiriocriticismo, op. cit., p. 187.

[33] Estas ideas extrañas, parte esencial del leninismo, es decir, de la filosofía de Estado en Rusia, fueron impuestas a continuación a la ciencia rusa. Puede uno darse cuenta de ello leyendo la obra de Waldemar Kaempfert, "La ciencia en la Rusia soviética", de la que ofrecemos este pasaje: "Hacia el final de la purga de los trotskistas, el Departamento de Astronomía de la Academia de las Ciencias votó algunas resoluciones vehementes que fueron firmadas por el presidente y dieciocho miembros, declarando que "la cosmogonía burguesa moderna estaba en un estado de profunda confusión ideológica que resultaba de su negativa a aceptar el único concepto verdadero del materialismo dialéctico, a saber, la infinitud del universo en espacio y en tiempo", y denunciando como "contrarrevolucionaria" la creencia en la relatividad". (Nota de A. P. a la edición inglesa.)

[34] V. I. Lenin: Materialismo y empiriocriticismo, op.cit., p. 132.

[35] Id., p. 253.

[36] Ibíd., p. 93.

[37] Diderot, uno de los enciclopedistas del siglo 18, había escrito que: "La sensibilidad es una propiedad general de la materia, o producto de su organización" (ver Lenin: Materialismo y empiriocriticismo, p. 35). El último miembro de la frase, que amplía singularmente el alcance de esta afirmación, es descuidado totalmente por Lenin en esta discusión. (Nota de A. P. a la edición inglesa.)

[38] V. I. Lenin: Materialismo y empiriocriticismo, op. cit., p. 46.

[39] G. Plejanov: Cuestiones fundamentales del marxismo, pp. 42 y sig. de la edición alemana.

[40] V. I. Lenin: Materialismo y empiriocriticismo, op. cit., p. 250.

[41] Id., pp. 251-252.

[42] Ibíd., p. 267.

[43] "Mach escribe en La mecánica: las opiniones religiosas del hombre siguen siendo estrictamente privadas en tanto no se esfuerce uno en imponerlas a otro o aplicarlas a otro dominio." (Nota de Lenin)

[44] Ibíd., p. 198.

[45] Ibíd., pp. 363 y 365.

[46] Ibíd., p. 366.

[47] Ibíd., p. 363.

[48] G. Plejanov: Cuestiones fundamentales del marxismo, op. cit., p. 48.

[49] Juego de palabras sobre ist: es, e isst: come. Ver supra, p. 264.

[50] Ver K. Marx - Tesis sobre Feuerbach, en M. Rubel, Páginas escogidas para una ética socialista - París, 1948, p 31. "El defecto principal de todo el materialismo conocido hasta ahora - comprendido el de Feuerbach - es que la realidad concreta y sensible no es concebida en él más que bajo la forma del objeto o de la representación, pero no como actividad sensorial del hombre, como práctica humana, no subjetivamente. Por esta razón, el aspecto activo se encuentra desarrollado de un modo abstracto, en oposición con el materialismo, por el idealismo que, naturalmente, no conoce la actividad real, sensorial, como tal. Feuerbach quiere objetos concretos, realmente distintos de los objetos del pensamiento: sin embargo, no concibe la actividad humana misma como actividad objetiva. Por tanto, en la Esencia del Cristianismo no considera como verdaderamente humano más que el comportamiento teórico, mientras que la práctica no es concebida allí más que en su manifestación judaica sórdida. Por consiguiente, no capta el significado de la actividad "revolucionaria" práctico-crítica". (n.d.t.f.)

[51] G. Plejanov: Cuestiones fundamentales del marxismo, op. cit., p. 18.