OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
|
SIGNOS Y OBRAS |
|
|
"EL DIARIO DE KOSTIA RIABTZEV"1
Pocos libros rusos han logrado, en tan breve plazo, la resonancia internacional de El Diario de Kostia Riabtzev de G. Ognev, que Julio Alvarez del Vayo menciona como una de las más sugestivas obras de la última literatura soviética. Publicado en ruso en 1926, sus ediciones inglesa y francesa se han sucedido con gran éxito. Los públicos inglés y norteamericano, sobre todo, parecen haber reconocido en este diario uno de los más vivientes e interesantes documentos de la nueva Rusia. El niño, el escolar, en naciones que se preocupan tanto de la educación, interesa más que el adulto. Y Kostia Riabtzev, alumno de un gimnasio soviético, precoz hombre de partido, tiene a pesar de sus dieciséis años, o justamente por sus dieciséis años, todas las condiciones necesarias para ser, en la imaginación de las girls2 y los boys3 de Londres y Nueva York, el héroe por excelencia de la Revolución rusa. Se anuncia ya la traducción española de este diario. El interés hispánico por el diario del protagonista, aunque España, según la acusada versión de Waldo Frank, es algo matriarcal, se me antoja que va a ser menor. Matriarcado y pedagogía no son cosas coincidentes ni solidarias. Kostia Riabtzev es un escolar de la Rusia de ahora, de la Rusia de la Nep y de Stalin. Los tiempos de hambre y de sangre de la Revolución han pasado, cuando él empieza a anotar, en un diario meticuloso y circunspecto de estudiante bolchevique, sus impresiones de la escuela y de la calle. El diario comienza, exactamente, el 15 de setiembre de 1923. El duelo de Rusia por la muerte de Lenin enluta las últimas páginas del primer cuaderno con su franja negra. Kostia Riabtzev ha adoptado el nombre de Vladlen (formado por las dos primeras sílabas de Vladimir Lenin). La muerte de Lenin; he ahí un suceso en cuya posibilidad él no había podido pensar nunca. «Me parece que es el fin del mundo y que espesas tinieblas han invadido la Tierra. Son ya las tres de la mañana... Sentado ante mi mesa, yo no puedo acordar mis ideas ni representarme lo que ha acontecido». Pero no son estas frases ni las que le siguen, la expresión más patética que logra en el diario de su emoción por este acontecimiento. Es más bien esta anotación en cursiva: «Las tres páginas siguientes del diario están totalmente borradas». Era así, con tres páginas escritas primero premurosamente y en seguida borradas, como Kostia Riabtzev tenía que registrar su duelo. Ocho días después, estas líneas agregan todo lo que era posible agregar: «Habría querido describir lo que he visto. Mas no lo puedo. Me harían falta palabras de que no dispongo. Todo lo que sé es que en estos días he envejecido diez años y que las palabras que un niño habría podido inventar, yo no las encuentro más». La fidelidad con que están expresados los sentimientos de un estudiante de segunda enseñanza de la Rusia soviética, imprime al libro un acento verista que en ningún instante suena falso, un timbre de verdad que percute argentinamente en la subconsciencia de la niñez lejana o próxima del lector. Mientras recorremos las páginas de este libro, tenemos siempre la impresión de comunicarnos directamente con Kostia Riabtzev, sin ninguna mediación de la literatura. El Diario de Kostia Riabtzev, no nos parece una obra literaria. La literatura decadente y "deshumanizada" nos ha habituado tanto al ruido de su tramoya que esta obra en la que funcionan silenciosamente las ruedas y las poleas del artificio, nos llega con la naturalidad de un mensaje directo de la vida. Y ahí está, precisamente, la prueba de su excelencia literaria. He apuntado comentando Los Artamonov, de Máximo Gorki, que sólo el arte socialista o proletario podía ser verdaderamente realista. El cinema, la novela, el teatro ruso de hoy sufragan unánimes y fehacientes esta tesis. El realismo burgués o pequeño burgués, no se ha desprendido nunca de una mitología, de una idealización, cuyo mecanismo secreto se le escapaba. Era un realismo a medias. El espíritu marxista exige que la base de toda concepción esté formada por hechos, por cosas. La fuerza del film ruso proviene de la severa y rigurosa elección de sus materiales. El valor de una creación no es asunto de técnica, de tema o da inspiración exclusivamente. El espíritu, el símbolo, la unidad de la obra se obtienen por la sabia armonía de sus elementos materiales —plásticos y dinámicos—. El creador debe pensar en imágenes vivientes y móviles. Mantenedor ortodoxo de la fórmula heterodoxa de Oscar Wilde, André Gide diría que Kostia Riabtzev no ha existido nunca en la vida, y que sólo ahora, creado ya por la literatura, empezará a ser en la vida, un tipo frecuente y real. El arte suministra sus modelos a la vida. La vida copia, en serie desigual, los personajes que el arte crea obedeciendo a no se sabe qué ignorado designio. Tesis wildeana que Bontempelli ha reelaborado, con menos rigor, para uso del novecentismo italiano y que el suprarrealismo, posterior a Freud y usufructuario de su experiencia, ha superado en la teoría y en la creación. Volvamos a Kostia Riabtzev, desandando el fácil sendero de esta digresión. El diario del escolar soviético está a tal punto exento de todo vaniloquio apologético, a tal punto construido fuera de todo plan corriente de "idealización" que no han faltado quienes le han sospechado intenciones satíricas. «Desde el punto de vista de la información documentada —anota el editor francés— no hay ninguna reserva que formular sobre la exactitud con que las costumbres escolares de la Rusia roja son descritas en esta curiosa obra». El colegio de Kostia Riabtzev adopta los métodos más científicos y perfectos de estudio e investigación, aunque los libros y materiales indispensables escaseen. Los maestros están trazados, con los rasgos, entre ingenuos y caricaturescos, de los dibujos infantiles. El matemático Almakfisch que, ante todos los problemas se ratifica en esta fórmula: «Cualitativamente, todas nuestras experiencias están más allá del bien y del mal y, cuantitativamente, prueban la riqueza de nuestra época»; Nikpetoje que en la teoría sigue siempre una línea exacta y, con su conducta, no puede impedirse la falla sentimental de excederse en la simpatía por una de sus discípulas, falta que encontrará inexorable el adolescente Kostia; Zenaida Pavlowna oscilante entre un larvado sentimiento maternal de solterona y una severa responsabilidad de pedagoga de colegio mixto revolucionario, todos los adultos que actúan sobre la conciencia y los sentimientos de Kostia Riabtzev están pintados con el humor y verismo de la genuina novela rusa. Pero, los pequeños fracasos, los grandes contrastes, las desproporciones grandes y pequeñas entre el ideal y la realidad, no sirven en el libro, sino para dar mayor relieve y gravedad a este hecho: la formación de una juventud nueva, que resuelve con más fecundo empleo de su propia energía sus crisis de la adolescencia, que se siente precozmente responsable de una tarea histórica y que asegura, con sus impávidos y gallardos equipos de konzomolzen4 el vigoroso desenvolvimiento futuro de la nueva Rusia.
NOTAS:
1 Publicado en Variedades: Lima, 14 de Agosto de 1929. 2 Muchachas. 3 Muchachos. 4 Grupos de trabajo de la Juventud Comunista de la U.R.S.S.
|
|