|
De
una herida que se abrió en la tierra,
fue
una estrella colorada
con
sus filos de sangre.
¡José Carlos! |
|
De
una herida que se abrió en la tierra,
fue
un fusil de Diciembre
con
su granada en la punta.
¡José Carlos! |
|
De
una herida que se abrió en la tierra,
fue
el grito de un lucero
con
los puñales del alba.
¡José Carlos Mariátegui! |
|
Floreció de las tumbas
sepultadas
que se cubrieron en
Diciembre,
porque todo él fue
Diciembre:
¡Y que todo fue en
Diciembre! |
|
II |
|
No
te vistieron de celeste,
porque
no sabías ni del Domingo
que
se pone de Fiesta. |
|
No tuviste ni una
pelota de jebe,
porque no sabías ni
del juguete
que dice la canción
del bofe. |
|
Sólo sabías de
caminar ambulando,
de posar con tus pies
pequeños
apoyado en un pilar. |
|
Sólo
sabías de caer en una puerta,
porque
sin zapatos y cansado, sin comer
te dolían
los pies. |
|
Y
tú no sabías del llanto
que
lloran los piés desnudos,
porque
el frío de las piedras
fue
el pan caliente de tu Jornada.
IY
que fue sin zapatos y cansado, sin comer! |
|
III |
|
Tú
no doblaste una esquina.
No
fueron tus calles
las
calles del mundo.
Tú
caminabas por encima
saltando
como un acróbata.
Fuiste
atleta del mundo
—¡Olímpico
como ninguno!—
y
lo pasaste todo, por arriba
con
la garrocha de tu mente,
filón
de tu sangre. |
|
Es
mentira, demasiada mentira
que
fue un día tu muerte.
Mentira
que tuviste un último minuto.
Mentira
que exhaló tu boca de fuego
la
tenue llama de un suspiro.
Todo
eso es mentira, venganza impía.
A
ti se te vió morir a cada rato.
Cada
minuto tuyo, tiene puñales al sol
y
puñales a la luna.
Se
te vió caer en una tumba
y
sin los tres días del Lázaro,
alzarte
al minuto, al segundo. |
|
Cuando
se apagó tu aliento
se
quedaron tus palabras en el mundo
haciendo
gimnasia de vida y de muerte.
¡Que
fuiste un gran atleta! |
|
IV |
|
Fue
tu, vida una mesa redonda
donde
bailaron los rectángulos.
Y
fue en tus pupilas el dibujo
del
triángulo musical del mundo. |
|
Se
partieron las barajas
y
no rodaron los dados
al
sitio de la flor. |
|
No
fue tuya la sonrisa de una pinta.
No
fue tuyo el cariño de un casino.
No
ganaste un póker, una suerte, un partido. |
|
Los
ases reunidos en los ojos del vecino
te
cogieron con la muerte entre los dados,
prisionero. |
|
Fueron
sobre tu cabeza de chispas
los
cuatro palos de las barajas del naipe.
Fue
muy duro el juego de tu vida
y
fueron negativos, los dados de plomo. |
|
No
te alegró un solitario mudo,
jugando
en la pena ni en la buena
los
bastos en docena,
se
enfilaron uno tras uno
y
te pegaron en la pierna
y
en la espalda
y
el costado:
¡duro
en la izquierda! |
|
En
tus barbas se rieron las copas
con
sus satánicas espumas.
Un
filón de espadas de Sacristía
se
desvirgaron en tu cuerpo bajo,
queriendo
acallar el ruido de tus pasos,
sonoros
por la vibración musical de tu sangre. |
|
Los
oros en manos de uñas largas se quemaron en tus ojos abiertos.
Y
solo fue a tu boca de palabra vida un miserable puñado de ceniza.
¡Que
fue muy duro el naipe de tu vida! |
|
V |
|
le
cogieron los dientes y las tijeras
y
te quitaron un zapato.
Pobres
ellos, pobres, no sabían
que
cada palabra tuya,
siempre,
en presente, tiene
una
pierna grande que suena
con
el bronce de su campana eterna. |
|
Pobres
ellos, pobres, no sabían
que
cada pensamiento tuyo
siempre
el presente, tiene
el
martillo rojo de la sangre
para
el poeta que canta
y
el verso musical y niño
para
el obrero de la fragua y del yunque. |
|
Pobres
ellos, pobres, no sabían
que
cada grito tuyo
siempre,
en presente, tiene
los
pies del mundo; taconeando duro
la
campana de la anunciación. |
|
Pobres
ellos, no sabían nada
y
no saben todavía
de
JOSE CARLOS MARIATEGUI
flor
de todas las madres
y
flor de todos los hijos
y
flor de todos los hermanos
y
estrella de todas las flores. |