OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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FIGURAS Y ASPECTOS DE LA VIDA MUNDIAL III |
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POLITICA ALEMANA*
Aunque acaba de obtener un triunfo enfático sobre la derecha nacionalista, el gabinete de coalición que preside Herman Müller está deshaciéndose. La dimisión de su Ministro de Finanzas, Rudolf Hilferding, no es sino la abierta declaración de una crisis que se incuba desde las primeras jornadas de este ministerio heteróclito. Hilferding es la personalidad de más relieve entre los socialistas que forman parte del equipo ministerial de Müller. La celebridad del autor de El Capital Financiero, como teórico del socialismo moderno, se apuntala desde hace más de dos lustros en las reiteradas citas que de ese libro contiene uno de los más universales volúmenes de Lenin. Luego, las requisitorias comunistas contra el reformismo de este convicto y confeso fautor de la colaboración de clases, no han sido el combustible menos activo de la notoriedad de su nombre. Pero ni su personalidad ni su reformismo lo han congraciado suficientemente con la burguesía industrial o bancaria del Volkspartei. Herr Schacht es asaz poderoso para prevalecer sobre el Ministro de Finanzas del partido más fuerte del Reichstag. Los millones de votos del partido socialista no pesan bastante al lado de la autoridad de este fiduciario implacable de la burguesía. Todo esto en régimen de estricta democracia y sufragio universal. La interinidad del ministerio Müller estaba prevista desde las difíciles gestiones de su constitución. Como todo ministerio de coalición entre fuerzas distintas y opuestas, el de Müller reposa en un compromiso precario. Que los socialistas intenten ejecutar cualquier plan que toque seriamente algún grueso interés capitalista. El partido popularista les notificará sin demora la imposibilidad de contar con sus votos en el Reichstag. Con la esperanza de salvar la coalición del naufragio, los socialistas se han avenido a echar por la borda a Rudolf Hilferding. El sacrificio de este Jonás meticuloso y escéptico, que no irá a predicar a ninguna Nínive capitalista, no conjura ni resuelve el verdadero problema. Lo que a la industria y la banca representadas electoral y parlamentariamente por el Volkspartei les interesa no es que la social-democracia sacrifique a Hilferding, sino que sacrifique íntegra y radicalmente al socialismo. Con la misma condición gobierna en la Gran Bretaña el Labour Party y su elocuente pastor Mr. Mac Donald. Los nacionalistas, como lo demuestra el plebiscito contra el plan Young, están batidos. Esto también lo ha decidido, sin deliberación explícita y visible, la burguesía de Schacht a la que también podríamos llamar en lenguaje más universal la burguesía de Stresseman. El pangermanismo y la revancha constituyen un programa inoportuno y romántico para la industria alemana, que, sin mucha nostalgia, se ha pronunciado por el ahorro resuelto de la monarquía. Los más incandescentes nacionalistas no significan una amenaza para la República. Y, en tanto, las incógnitas de la estabilización capitalista, vale decir de la colaboración de clases, residen siempre en la economía. Los partidos burgueses de Alemania, y aun el partido socialista, han anunciado demasiadas veces la liquidación inminente y definitiva del partido comunista por dispersión de sus masas. Pero, como lo han demostrado recientemente las elecciones municipales de Berlín, mientras la desocupación siga arrojando obreros a la calle, a la extrema izquierda no le costará mucho esfuerzo mantener y aumentar sus efectivos electorales.
NOTA:
* Publicado en Mundial, Lima, 28 de Diciembre de 1929, en la sección "Lo que el cable no dice"
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