OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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FIGURAS Y ASPECTOS DE LA VIDA MUNDIAL III |
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EUROPA Y LA BOLSA DE NE YORK*
La Europa capitalista manifiesta cierto optimismo respecto a las consecuencias de la crisis financiera de Nueva York. La caída de los valores se ha detenido a la altura que la salud de Europa puede tolerar. Y el primer efecto que parece lógico predecir para las finanzas europeas es el regreso gradual al viejo continente de los capitales que lo habían abandonado buscando inversiones, si no más fructuosas, más seguras, al menos, en Norteamérica. Cambó, según anunció oportunamente el cable, se contó entre los primeros que señalaron este reflujo. La estabilización capitalista se realiza en Europa con el concurso financiero norteamericano. No es por azar que dos norteamericanos, Dawes y Young, dan su nombre a los complicados acuerdos sobre las reparaciones. El capitalismo yanqui es el principal empresario de la reconstrucción europea. Antes de que los Estados de la Entente pactaran con Norteamérica las condiciones de amortización de su deuda, su nuevo modus vivendi no se sentía establecido. Puede agregarse que en la estabilización capitalista europea los yanquis han mostrado, hasta cierto punto, más confianza que muchos capitalistas europeos, a quienes la amenaza de la revolución proletaria indujo en Alemania, Italia, Francia, a dirigir sus capitales a América. Pero Europa no se resigna a convertirse, poco a poco, en un conjunto de colonias de los Estados Unidos. El paneuropeísmo es la expresión de una corriente defensiva que mira en la fórmula de Briand la defensa válida de los intereses del capitalismo europeo contra el dominio yanqui. A los Estados europeos les satisface, por esto, la probabilidad de recuperar los capitales que se habían retirado de su industria y su comercio para aumentar la congestión de oro de Norteamérica. Estos capitales han sido advertidos enérgicamente por la crisis de Nueva York de los riesgos de la congestión. Naturalmente, si el pánico bursátil de Nueva York hubiese rebasado el límite más allá del cual estaban profundamente en juego todos los intereses de la economía capitalista mundial, las constataciones y vaticinios de los observadores de Europa estarían muy lejos de este optimismo. Las consecuencias de la crisis en Europa no les consentirían ninguna esperanza de compensación satisfactoria. Aun como han ido las cosas, cuantiosos intereses europeos resultan afectados. Pero la caída de los valores en Nueva York ha sido frenada en el nivel que los nervios de los financistas europeos podían resistir sin que los ganase también el vértigo. Y esto es bastante, por el momento para la convalecencia de las esperanzas de Europa.
NOTA:
* Publicado en Mundial, Lima, 20 de Diciembre de 1929, en la sección "Lo que el cable no dice".
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