Nosotros, comunistas, no debemos separar el estudio teórico de la educación ideológica que nos damos a nosotros mismos. Debemos transformarnos y consolidar nuestra ideología proletaria no sólo en la práctica de la revolución, sino también en el curso del estudio de la teoría del marxismo-leninismo.
Está bastante difundida entre ciertos miembros de nuestro Partido la idea de que una posición proletaria y comunista, firme e irreprochable, no tiene nada que ver con la comprensión y la perfecta posesión de la teoría y del método del marxismo-leninismo. Creen que se puede comprender a fondo y poseer realmente la teoría y el método del marxismo-leninismo, incluso si no se tiene una posición proletaria muy firme ni una ideología bien pura (es decir, si se guardan todavía vestigios de la ideología no proletaria). Piensan que se puede aprender perfectamente la teoría y el método del marxismo-leninismo con sólo estudiarlos en los libros. Esta manera de pensar es errónea.
El marxismo-leninismo es la ciencia de la revolución proletaria, la ciencia con la que la clase obrera construye el socialismo y el comunismo. Sólo los que tienen una posición proletaria consecuente y los que hacen suyos los ideales del proletariado, pueden comprenderlo y poseerlo a fondo. Sin la posición firme y los ideales puros del proletariado, ninguno puede comprender a fondo ni poseer realmente esta ciencia del marxismo-leninismo. Esta no es en absoluto útil al que no es un revolucionario auténtico, un revolucionario consecuente del proletariado, al que no desee realizar el socialismo y el comunismo en el mundo entero y liberar a toda la humanidad, al que no quiera hacer la revolución o quiera detenerse a medio camino sin proseguirla hasta el final.
Con frecuencia hemos encontrado comunistas de origen obrero, y de los mejores, que, poco versados en la teoría del marxismo-leninismo, tal vez no llegarían más lejos que los otros si tuvieran que citar, en un examen, pasajes o fórmulas sacadas de las obras marxistas-leninistas. Pero cuando estudian la teoría marxista-leninista, muestran muy a menudo, con tal que se les explique esta teoría en un lenguaje accesible, un interés más vivo y una comprensión más profunda que miembros del Partido que provienen de un medio intelectual. Por ejemplo, la parte de El capital que trata de la plusvalía les resulta difícil de comprender a ciertos miembros del Partido, pero no a los miembros de origen obrero. Ya que en el proceso de producción y en la lucha contra los capitalistas, los obreros aprenden demasiado bien cómo los capitalistas calculan los salarios y las horas de trabajo, cómo los capitalistas los explotan, para obtener ganancias, cómo los oprimen. Ocurre, pues, con frecuencia que nuestros miembros de origen obrero están en condiciones de comprender mejor la teoría de Marx sobre la plusvalía que algunos de nuestros miembros surgidos de otras clases. Cuando decimos que muchos miembros del Partido provenientes de la clase obrera se asimilan con más facilidad el marxismo-leninismo, no entendemos por eso por supuesto, que hayan nacido marxistas-leninistas a causa de su origen social. Queremos decir que, con la condición de estudiar la teoría marxista-leninista con modestia y aplicación, y de saber efectivamente buscar la verdad en los hechos, todos los camaradas que tienen una posición firmemente y puramente proletaria y que están libres de prejuicios o de otros defectos, sabrán con seguridad examinar y resolver los problemas prácticos con más prontitud y exactitud que otros camaradas. En la lucha se mostrarán más aptos para discernir la verdad, más entusiastas para sostenerla, sin desconcertarse con vanos escrúpulos.
También con frecuencia hemos advertido que los miembros de origen no proletario llegan a resultados diferentes según la actitud que adoptan con respecto a la relación entre el estudio de la teoría del marxismo-leninismo y su propia educación ideológica. De una manera general, en el momento en que se unen a la revolución, estos miembros no tienen una posición proletaria muy firme, muy neta, ni una ideología muy correcta y pura; todavía conservan, en grados diferentes, toda clase de ideas no proletarias que provienen de la antigua sociedad. Es evidente que estas ideas entran en conflicto directo con los principios del marxismo-leninismo. Y como esos camaradas han tomado actitudes diferentes, los resultados del conflicto difieren igualmente. En el estudio del marxismo-leninismo, unos unen correctamente el estudio teórico con su educación ideológica, sirviéndose de los principios del marxismo-leninismo para combatir y vencer lo que hay de atrasado en su espíritu; de este modo afianza su posición proletaria, purifican su ideología y aprenden a aplicar los principios del marxismo-leninismo a la solución de los problemas prácticos. Nuestro Partido posee muchos miembros que están en este caso. Otros, por el contrario, siguen un camino opuesto; han acumulado en ellos un montón de antiguallas -costumbres invertebradas, prejuicios, apetencias, segundas intenciones- y no están decididos a transformarse a sí mismos. Cuando estudian el marxismo-leninismo, no utilizan sus principios para criticar y repudiar lo que ellos tienen de atrasado en su espíritu; tratan, por el contrario, de servirse de esos principios como de un arma para fines personales; consiguen precisamente desnaturalizar, a causa de sus prejuicios, los principios del marxismo-leninismo; si bien ellos no se encuentran en un estado capaz de comprender convenientemente estos principios y de compenetrarse con el espíritu y con la esencia del marxismo-leninismo. Cuando tratan los diferentes problemas prácticos de la lucha revolucionaria, las costumbres y los prejuicios que han conservado de la antigua sociedad y sus cálculos individualistas los llevan a considerar todo desde el ángulo de sus ventajas personales, se muestran importantes para pensar en todo, quedan irresolutos y vacilantes. Incapaces de ir al fondo de las cosas, libremente y sin violencia, y de sostener la verdad con coraje, disimulan y desnaturalizan la verdad inconscientemente o incluso conscientemente. Estas personas son absolutamente incapaces de aplicar correctamente los principios del marxismo-leninismo a la conducta de su vida y de resolver los diferentes problemas prácticos con prontitud, corrección y realismo, de acuerdo con dichos principios. Ocurre incluso que ellos adoptan una actitud negativa, cuando los problemas prácticos han quedado ya resueltos correctamente de acuerdo con esos principios por la organización del Partido o por otros camaradas que no son ellos. Tales casos no son ni raros ni extraños, son muy corrientes.
Así, podemos decir de un miembro del Partido que no tiene una posición proletaria neta y firme, ni una ideología proletaria correcta y pura, que no será capaz de comprender a fondo o de poseer realmente la teoría y el método del marxismo-leninismo, y de hacer de ella un arma en la lucha revolucionaria. En otros términos, un comunista que quiere adquirir una buena formación teórica en el marxismo-leninismo debe adoptar la noble posición del proletariado.
Por otra parte, debemos decir igualmente que un miembro del Partido no puede mantenerse firmemente en la posición del proletariado y hacerse la expresión concreta de la ideología proletaria en las diversas luchas de la revolución, si no se esfuerza por estudiar la teoría y el método del marxismo-leninismo, si no hace del marxismo-leninismo el guía de su pensamiento y de su acción.
Hay también miembros del Partido que piensan esto: poco importa que se estudie o no la teoría del marxismo-leninismo, que se perfeccione o no en ella, con tal que se tenga decisión en la revolución y coraje en la lucha. Ciertos camaradas se figuran incluso que un origen o una pertenencia de clase irreprochables bastan para hacer de ellos combatientes de vanguardia del proletariado sin que tengan que estudiar el marxismo-leninismo. Otros, finalmente, no han estudiado nunca con seriedad el marxismo-leninismo en el curso de su trabajo y de su lucha, aunque reconocen en general la importancia de la teoría. Está claro que todas estas actitudes son erróneas.
La teoría del marxismo-leninismo es el arma que utilizamos para examinar todos los fenómenos y resolver todos los problemas, en particular los fenómenos y los problemas sociales. Si no sabemos manejar el arma de la teoría marxista-leninista, no podremos conocer bien ni resolver, como hace falta, los diferentes problemas que se plantean en la lucha revolucionaria; corremos el riesgo de extraviarnos, de alejarnos de la posición revolucionaria del proletariado, e incluso de convertirnos, consciente o inconscientemente, en oportunistas de una clase o de otra, en prisioneros y en simples ecos de la burguesía.
La firmeza en la revolución y el coraje en la lucha son las cualidades preciosas que debe poseer todo comunista. Además de estas cualidades, los comunistas deben saber cómo conducir la revolución y cómo dirigir la lucha en los períodos históricos y condiciones diferentes, si quieren hacer triunfar la revolución y realizar el ideal supremo del comunismo. Sólo aplicando el marxismo-leninismo resolveremos correctamente cuestiones tan importantes en la lucha revolucionaria como la cuestión de saber sobre quién hay que apoyarse, con quién hay que unirse y a quién hay que destruir; la cuestión de saber quiénes son nuestros aliados directos, quién es nuestro enemigo principal y quiénes son nuestros enemigos secundarios; la cuestión de la concentración de todos los aliados posibles, comprendiendo ahí, en ciertas condiciones, a los enemigos secundarios, para vencer al enemigo principal y la cuestión del cambio de estrategia y de táctica en el momento adecuado para responder a los cambios ocurridos en la situación. Sin saber manejar el arma del marxismo-leninismo, sin tener una buena formación marxista-leninista, es totalmente imposible mantener una firme y correcta posición proletaria cada vez que uno se encuentre ante un problema importante de la lucha revolucionaria; es imposible también, cuando se enfrenta a situaciones complejas y a cambios bruscos y cuando es necesario tomar un camino sinuoso, determinar la orientación política más ventajosa para la causa de la revolución proletaria, o representar el interés general y a largo plazo de la lucha revolucionaria del proletariado.
Consideremos la experiencia de nuestro Partido en la aplicación de la política del frente unido nacional contra el Japón. Antes del incidente del 7 de julio [18], algunos camaradas no comprendían que la contradicción entre la nación china y el imperialismo japonés se había convertido en la contradicción principal, mientras que la contradicción entre los diferentes grupos políticos del país quedaba relegada a un segundo plano; por eso se oponían a la política del Partido tendente a formar un frente unido nacional anti-japonés, tendente a agrupar a todas las clases y estratos sociales patrióticos, todos los partidos y grupos sociales patrióticos en la lucha común contra el Japón, y, en particular, se oponían a la política de alianza del Partido con el Kuomintang en esta lucha. Al oponerse a la justa política del Partido, estos camaradas creían mantenerse firmemente en la posición del proletariado; en realidad, se apartaban de ella y se hundían en el sectarismo, en la actitud de “puerta cerrada”. Si hubiéramos actuado según el punto de vista de ellos, el proletariado y su Partido no hubieran podido unir todas las clases y estratos sociales patrióticos, todos los partidos y grupos sociales patrióticos, y conducirlos a la victoria en la lucha contra el imperialismo japonés; en lugar de eso, las fuerzas del frente unido nacional contra el Japón habrían quedado debilitadas, el proletariado y su Partido habrían quedado aislados, en detrimento de la lucha entablada contra el Japón y por la salvación de la patria. Después del incidente del 7 de julio, cuando nuestro Partido hubo establecido con el Kuomintang el frente unido nacional anti-japonés, ciertos camaradas se fueron al otro extremo: creían que, al participar también el Kuomintang en la residencia, no había ya diferencia alguna entre éste y el Partido Comunista. Adoptaban una política de capitulación, de arreglos con los grandes propietarios terratenientes y con la alta burguesía, lo mismo que con el Kuomintang, y se oponían a la política de independencia del Partido en el seno del frente unido; sobrestimaban la fuerza del Kuomintang, tenían una confianza excesiva en él y referían todas sus esperanzas a él en cuanto a la resistencia frente al Japón y en cuanto a la salvación de la patria; no tenían confianza en la fuerza del Partido Comunista y del pueblo y no colocaban sus esperanzas en el Partido Comunista; por ello no se atrevía a desarrollar con atrevimiento el Partido y las fuerzas revolucionarias anti-japonesas del pueblo, ni a luchar resueltamente contra la política del Kuomintang, tendente a combatir y a contener al Partido Comunista. Los camaradas que tenían este punto de vista se vanagloriaban de ser representantes auténticos del proletariado, pero, en realidad, su política habría puesto al proletariado bajo la dependencia y al remolque de la burguesía, le habría hecho perder su papel dirigente en el frente unido nacional anti-japonés. Estos errores “de izquierda” y de derecha son ejemplos sorprendentes del desfallecimiento que sufren los que en el momento en que ocurren grandes cambios en la situación política, no saben mantenerse firmemente en la posición del proletariado, a fin de reconocer la vía correcta en la que hay que plantear la revolución para que progrese.
El proletariado no puede limitarse a emanciparse a sí mismo; no podrá liberarse definitivamente más que luchando por la liberación de todos los trabajadores de la nación y de la humanidad entera. No obtendrá su emancipación verdadera y definitiva más que librando de una vez para siempre a la sociedad humana de la explotación, de la opresión y de la lucha de clases. Por consiguiente, una firme postura proletaria debe distinguirse rigurosamente de la actitud de puerta cerrada y de sectarismo. En la lucha, el proletariado y su Partido deben establecer un lazo estrecho con la gran masa de los trabajadores, formar alianzas revolucionarias con otras clases y partidos revolucionarios y asegurarse la dirección de la gran masa de los trabajadores y de todos sus aliados para que vayan juntos adelante; deben hacerse los intérpretes de los intereses de la gran masa de los trabajadores, de todas las clases revolucionarias y de la nación, es decir, de los intereses de más del noventa por ciento de la población del país. Tener una firme postura proletaria significa representar, en cada momento y en cada circunstancia, el interés supremo de la inmensa mayoría de la población, comprender que este interés representa también el supremo interés de clase del proletariado. Por otra parte, una firme postura proletaria debe distinguirse rigurosamente de la complacencia y de la capitulación. En la lucha revolucionaria el proletariado y su Partido deben distinguirse netamente no sólo de la clase de los terratenientes y de la burguesía, sino también de los demócratas revolucionarios de la pequeña burguesía; deben incluso, en una cierta medida, distinguirse de las masas trabajadoras. En la lucha revolucionaria, deben siempre mantener su independencia y preservarse de todo influjo de la burguesía y de otras clases no proletarias. En cada época del desarrollo de la revolución, deben unir los intereses particulares con los intereses del conjunto, unir los intereses inmediatos con los intereses a largo plazo. Como decían Marx y Engels de los comunistas:
“1. En las diferentes luchas nacionales de los proletarios, destacan y hacen valer los intereses comunes a todo el proletariado, independientemente de la nacionalidad.
2. Y por otra parte, en las diferentes fases de desarrollo por que pasa la lucha entre el proletariado y la burguesía, representan siempre los intereses del movimiento en su conjunto.”[19]
Cuando luchaba por la organización de un partido proletario del siglo XIX, Lenin decía:
“La conciencia de las masas obreras no puede ser una verdadera conciencia de clase si los obreros no aprenden, a base de hechos y acontecimientos políticos concretos y, además, necesariamente de actualidad, a observar a cada una de las otras clases sociales, en todas las manifestaciones de la vida intelectual, moral y política de esas clases; si no aprenden a aplicar en la práctica el análisis materialista y la apreciación materialista de todos los aspectos de la actividad y de la vida de todas las clases, capas y grupos de la población.”[20]
Y Lenin añadía:
"El ideal del socialdemócrata no debe ser el secretario de trade unión, sino el tributo popular, que sabe reaccionar contra toda manifestación de arbitrariedad y de opresión, dondequiera que sea la capa o la clase social a que afecte; que sabe sintetizar todos estos hechos para trazar un cuadro de conjunto de la brutalidad policíaca y de la explotación capitalista; que sabe aprovechar el menor detalle para exponer ante todos sus convicciones socialistas y sus reivindicaciones democráticas, para explicar a todos y a cada uno la importancia histórico-mundial de la lucha emancipadora del proletariado.”[21]
Para cumplir las condiciones exigidas por Lenin en los dos pasajes citados, nosotros, comunistas, debemos, por supuesto, tomar parte sin cesar en la práctica revolucionaria para acrecentar el conocimiento sensible y acumular experiencia práctica. Pero, hay que destacar que el conocimiento sensible y la experiencia práctica no bastan por sí solos. Como lo dice el camarada Mao Tse-tung:
“Para reflejar plenamente una cosa en su totalidad, para reflejar su esencia y sus leyes internas, hay que proceder a una operación mental, someter los ricos datos suministrados por las sensaciones a una elaboración que consiste en desechar la cáscara para quedarse con el grano, descartar lo falso para conservar lo verdadero, pasar de un aspecto a otro y de lo externo a lo interno, formando así un sistema de conceptos y teorías; es necesario dar un salto del conocimiento sensorial al racional.”[22]
Así, en el curso de la práctica revolucionaria, debemos estudiar con el mayor cuidado la teoría y el método del marxismo-leninismo.
La teoría del marxismo-leninismo es la suma de la experiencia del movimiento obrero internacional, se ha formado en el curso de la práctica revolucionaria y se pone a su vez al servicio de ésta. Si estudiamos, aplicamos y poseemos bien esta teoría, uniéndola estrechamente con la práctica revolucionaria, sabremos captar los lazos internos de los cambios que se producen alrededor de nosotros y sabremos comprender cómo y en qué sentido evolucionan y evolucionarán las clases; sabremos determinar nuestra línea de conducta y tendremos confianza en el porvenir del movimiento revolucionario.
Precisamente porque la teoría del marxismo-leninismo desempeña un papel tan importante decía Lenin: “sólo un partido dirigido por una teoría de vanguardia puede cumplir la misión de combatiente de vanguardia”[23]. Los comunistas deben ligar estrechamente el estudio de la teoría y del método del marxismo-leninismo con sus esfuerzos por educarse y por aguerrirse desde el punto de vista ideológico; no deben en ningún caso separar una cosa de otra.
El camarada Mao Tse-tung ha subrayado muchísimas veces qué importancia extrema tiene el adquirir una formación marxista-leninista.
Ha dicho:
"Para el marxismo, la teoría es importante, y su importancia está plenamente expresada en la siguiente frase de Lenin: "Sin teoría revolucionaria, no puede haber tampoco movimiento revolucionario."[24] Pero el marxismo subraya la importancia de la teoría precisa y únicamente porque ella puede servir de guía para la acción.”[25]
El camarada Mao Tse-tung ha recomendado siempre a todos los comunistas, en cuanto sean un poco capaces de hacerlo, estudiar la teoría marxista-leninista, las condiciones reales del movimiento presente, la historia de nuestro país y la historia del mundo, aprender a guiar su acción por la teoría del marxismo-leninismo y ayudar a los camaradas cuyo nivel cultural y teórico es más bajo. Nuestro Partido entero debe tener constantemente en su espíritu esta recomendación del camarada Mao Tse-tung.
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[18] El 7 de julio de 1937, las fuerzas de agresión japonesas asaltaron la guarnición china de Lukeukiao, que se encuentra a poco más de diez kilómetros al suroeste de Pekín. Sostenida por el entusiasmo de la nación entera, que se había alzado contra el invasor, la guarnición china les opuso resistencia. Así comenzó la heroica guerra de resistencia del pueblo chino, que debía durar ochoaños. (Nota del autor.)
[19] C. Marx y F. Engels: Manifiesto del Partido Comunista, pág. 44, Moscú. Progreso.
[20] V. I. Lenin: “¿Qué hacer?”, Obras escogidas, t. I, pág. 175, Moscú. Progreso.
[21] Ibíd. pág. 184.
[22] Mao Tse-tung: “Sobre la práctica”, Obras escogidas, t. I, página 326, Madrid, Fundamentos.
[23] V. I. Lenin: “¿Qué hacer?”, Obras escogidas, t. I, pág. 138, Moscú, Progreso.
[24] Ibíd., pág. 137.
[25] Mao Tse-tung: “Sobre la práctica”, Obras escogidas, t. I, páginas 326, Madrid, Fundamentos.