Escrito: En 1934.
Historial de publicación: El texto de esta carta,
en el idioma ruso original, fue publicado en la revista Istochnik,
num. 5/6 (1993), pags. 185-191; la traduccion al ingles, realizada por Tom
Campbell, editior de The Russian Reader, fue publicada en el libro Moscow,
editado por Yevgenyi Fiks (Booklyn : Ugly Duckling, 2013). Una copia
notarizada del original de esta carta reside en el Archivo de
la Presidencia de la Federacion Rusa: AP RF, f. 3, op. 57, d. 37, l. 29-45; en
la primera página de este se puede leer una nota en puño y letra de Stalin: “Archivar. Un idiota y un degenerado. J. Stalin”.
Traducción al castellano: Camila Pérez, 2019.
Esta edición digital: Marxists Internet Archive,
abril 2019.
Camarada Stalin,
El contenido de mi apelación es brevemente el que sigue. El autor de esta carta, un integrante del Partido Comunista de Gran Bretaña solicita un fundamento teórico del decreto del 7 de marzo [de 1934] del Comité Ejecutivo Central de la URSS sobre la [institución de la] responsabilidad penal por sodomía. Desde que se ha esforzado por abordar esta cuestión desde una perspectiva marxista, el autor de esta carta considera que el decreto contradice tanto la vida misma como los principios del marxismo-leninismo.
Aquí coloco un resumen de los hechos que son discutidos en detalle en la presente carta:
1) En su totalidad, la condición de los homosexuales bajo el capitalismo es análoga a la de las mujeres, las razas de color, las minorías étnicas y otros grupos que son reprimidos por una razón u otra;
2) La actitud de la sociedad burguesa hacia la homosexualidad está fundada en la contradicción entre:
- La necesidad del capitalismo de una “carne de cañón” y un ejército de reserva (se impulsan leyes contra la homosexualidad, que es considerada como una amenaza para las tasas de natalidad)
- La pobreza cada vez mayor entre las masas bajo el capitalismo (que lleva al colapso de las familias obreras y el aumento de la homosexualidad)
3) La contradicción puede ser resuelta solo en una sociedad en la que la liquidación del desempleo y el crecimiento constante de las condiciones de bienestar material de los trabajadores fomenta las condiciones por las que las personas que son normales en el sentido sexual puedan formen matrimonio
4) La ciencia confirma que solo un porcentaje insignificante de la población sufre de homosexualidad de tipo constitucional
5) La existencia de dicha insignificante minoría no es una amenaza para una sociedad bajo la dictadura del proletariado
6) La nueva ley acerca de la homosexualidad ha provocado las interpretaciones más variadas y contradictorias
7) La ley del 7 de marzo contradice los principios básicos de la ley precedente al respecto
8) La ley del 7 de marzo convoca esencialmente a una “nivelación” en la vida sexual
9) La ley del 7 de marzo es absurda e inexacta desde el punto de vista científico, que ha probado la existencia de homosexuales de tipo constitucional y que no tiene medios a su alcance para cambiar la naturaleza sexual de los mismos.
Querido Camarada Stalin,
A pesar de que soy un comunista extranjero que aún no ha sido promovido al AUCP(b) [luego nombrado PCUS, Partido Comunista de la Unión Soviética], aún así considero que no le parecerá anormal a usted, el líder del mundo proletario, que yo me dirija a usted con la intención de echar luz sobre una pregunta que, según me parece, tiene gran significado para un gran número de comunistas tanto de la URSS como de otros países.
La pregunta es la siguiente: ¿Puede un homosexual ser considerado digno de formar parte del Partido Comunista?
La ley promulgada recientemente acerca de la responsabilidad penal de la sodomía, que fue confirmada por el Comité Ejecutivo Central de la URSS el 7 de marzo de este año, aparentemente plantea que los homosexuales no pueden ser reconocidos como dignos de ser ciudadanos soviéticos. Consecuentemente, mucho menos deberían ser considerados parte del AUCP(b).
Como tengo un interés personal en esta pregunta en tanto yo mismo soy un homosexual, dirigí la misma a una cantidad de camaradas de la OGPU y del Comisariado del Pueblo de la Justicia, a psiquiatras y al Camarada Borodin, el editor en jefe del periódico en el que trabajo [Nota: Mikhail Borodin, 1844-1951, fue el editor en jefe del Diario Moscú (Moscow Daily News). En 1949 fue arrestado y luego desaparecido; pudo haber muerto en un campo de concentración en Siberia en 1951 o haber pudo sido fusilado en 1949, dependiendo de las diferentes fuentes].
Todo lo que logré extraer de ellos fue un compendio de opiniones contradictorias que muestra que entre estos camaradas no hay una comprensión teórica clara acerca de lo que pudo haber servido como base para la aprobación de esta ley. Los primeros psiquiatras a los que pedí ayuda por esta cuestión me aseguraron dos veces (después de verificar esto con el Comisariado del Pueblo para la Justicia) que si son ciudadanos honestos o buenos comunistas, sus pacientes pueden llevar adelante sus vidas como a ellos mejor les parezca. El camarada Borodin, quien dijo que personalmente tenía un punto de vista negativo de la homosexualidad, al mismo tiempo declaró que me considera un gran comunista, que deberían tenerme confianza y que puedo desarrollar mi vida personal como mejor me parezca. Un tanto antes, cuando el arresto de homosexuales recién había comenzado, el camarada Borodin era reacio a verme como un potencial criminal; él no me consideraba un mal comunista y esto se era confirmado por el hecho de que me promovió en mi trabajo poniéndome como jefe del equipo editorial, que es el puesto más alto de supervisión a excepción del comité editorial. Un tiempo después, cuando la versión del 17 de diciembre de la ley ya existía pero antes del decreto del 7 de marzo, me contacté con la OGPU por la detención de diferentes personas con las cuales había mantenido una relación homosexual. Me dijeron que no había nada que me incriminara.
Todas estas declaraciones produjeron la impresión de que los organismos soviéticos de justicia no estaban persiguiendo a la homosexualidad como tal sino solo a algunos homosexuales peligrosos en particular. Si este es el caso, ¿por qué se necesita una ley general?
Por otro lado, sin embargo, después de la emisión de la ley del 7 de marzo, tuve una conversación en la OGPU en la que se me dijo que la ley sería aplicada solo en los casos en los que la homosexualidad saliera a la luz.
En relación con la falta de claridad que existe en este asunto, me dirijo a usted con la esperanza de que pueda hallar el tiempo para darme una respuesta.
Permítame que le explique esta cuestión según como yo la entiendo.
Primero y principalmente, me gustaría señalar que veo la condición de los homosexuales que son originarios de la clase obrera o que son trabajadores como análoga a la condición de las mujeres bajo el régimen capitalista y las razas de color que son oprimidas por el imperialismo. Esta condición es también similar en muchos sentidos a la de los judíos bajo la dictadura de Hitler y, en general, no es difícil de ver en esta en si una analogía con las condiciones de cualquier estrato social sujeto a la explotación y persecución bajo la dominación capitalista.
Cuando analizamos la naturaleza de la persecución de la homosexualidad deberíamos tener en mente que hay dos tipos de homosexuales: primero, quienes los que son tales desde su nacimiento (si los científicos no están de acuerdo con las razones precisas de esto, entonces no hay desacuerdo con que existan ciertas razones profundas); en segundo lugar, están los homosexuales que llevan una vida sexual normal pero posteriormente se vuelcan a la homosexualidad, en algunos casos por perversidad, en otros casos por consideraciones económicas.
Frente al segundo tipo, el problema puede dirimirse de forma relativamente simple. Las personas que se vuelven homosexuales en virtud de su depravación generalmente provienen de la burguesía, un número de miembros toman este camino después de haber saciado su ser con todas las formas de placer y perversidad posibles en las relaciones sexuales con mujeres. Entre las personas que elijen serlo por consideraciones económicas, encontramos miembros de la pequeña burguesía, del lumpenproletariado y (por extraño que parezca) del proletariado. Como resultado de las necesidades materiales, que particularmente se agravan en períodos de crisis, estas personas son forzadas temporalmente a optar por este método para satisfacer sus impulsos sexuales en ausencia de medios los priva de la posibilidad de casarse o de adquirir servicios por parte de las prostitutas. También existen los que se vuelven homosexuales no para satisfacer sus propios impulsos sino para ganarse un sustento mediante la prostitución (este fenómeno se ha visto esparcido especialmente en la Alemania moderna).
Pero la ciencia ha establecido la existencia de homosexuales de tipo constitucional. Investigaciones han demostrado que los mismos existen en proporciones aproximadamente equivalentes en todas las clases de la sociedad. Podemos también considerar como un hecho establecido, con ligeras desviaciones, que los homosexuales en su totalidad constituyen alrededor del dos por ciento de la población. Si aceptamos dicha proporción, de la misma se sigue que hay aproximadamente dos millones de homosexuales en la URSS. Sin mencionar entre estas personas quienes están colaborando en la construcción del socialismo, ¿podría ser realmente posible, como lo demanda el decreto del 7 de marzo, que tan alto número de personas puedan ser sujeto de encarcelamiento?
Al igual que las mujeres de la burguesía sufren un grado significativamente menor las injusticias del régimen capitalista (usted, por supuesto, recordará lo que Lenin dijo al respecto), también los homosexuales natos de la clase dominante padecen mucho menos la persecución que los homosexuales de la clase obrera. Debemos decir que incluso en la URSS hay condiciones que complican la vida cotidiana de los homosexuales y que frecuentemente los colocan en una situación difícil. (Tengo en mente la dificultad de encontrar un compañero para un acto sexual, en tanto los homosexuales son una minoría en la población, una minoría que se ve obligada a esconder sus inclinaciones en un grado u otro).
¿Cuál es la actitud de la burguesía hacia los homosexuales? Aún si tomamos en cuenta las diferencias que existen en las legislaciones de los diferentes países, ¿podemos hablar de una actitud específica de la burguesía en esta cuestión? Sí, podemos. Independientemente de estas leyes, el capitalismo está en contra de la homosexualidad en virtud de toda su tendencia de clase. Esta tendencia puede observarse a lo largo de la historia pero se manifiesta con una fuerza particular ahora, durante el período de crisis general del capitalismo.
El capitalismo, que necesita de un enorme ejército de reserva y de carne de cañón para prosperar, considera a la homosexualidad como un factor que amenaza con disminuir las tasas de natalidad (como sabemos, en los países capitalistas hay leyes en que penalizan el aborto y otros métodos anticonceptivos).
Por supuesto, la actitud de la burguesía hacia la homosexualidad es pura hipocresía. Estas leyes estrictas son causa de molestia en el homosexual burgués. Cualquiera que esté un poco familiarizado con la historia interna de la clase capitalista sabe de los escándalos periódicos que surgen en este sentido; a su vez, los miembros de la clase dominante que se involucran en estos asuntos sufren en un grado insignificante. Puedo citar algunos hechos en relación con esto. La prensa inglesa y americana omite reportar estos hechos, a excepción de Morning Advertiser. Dicho periódico pertenece a fabricantes de cerveza y tenía interés en comprometer al Señor y la Señora Astor, quienes habían estado haciendo una campaña por la introducción de la prohibición. De ese modo el hecho [de la convicción de Astor] se volvió de público conocimiento gracias a las contradicciones al interior de la clase dominante.
Gracias a su riqueza, la burguesía puede evadir las penas legales que recaen con total severidad sobre los trabajadores homosexuales con excepción de quienes más tarde se han prostituido a miembros de la clase dominante.
Ya he mencionado que el capitalismo, que necesita de una carne de cañón y un ejército de reserva de trabajadores, busca combatir la homosexualidad. Pero al mismo tiempo, al empeorar las condiciones de vida de los obreros, el capitalismo produce las condiciones objetivas para el incremento del número de homosexuales que toman dicha dirección en sus vidas en virtud de su necesidad material.
Esta contradicción se refleja en el hecho de que el fascismo, que usó la pedofilia como un arma en su provocación hacia [Marinus] van der Lubbe, al mismo tiempo reprimió brutalmente el movimiento de “liberación” homosexual de la intelligentsia liberal, liderado por Magnus Hirschfeld (Véase el libro Brown Book, que cita el caso de Hirschfeld como una muestra de la barbarie anti cultural de los fascistas). [Nota: van der Lubbe (1909-1934) fue el joven comunista holandés acusado por incendiar el Reichstag alemán el 27 de febrero de 1933, sentenciado a muerte y guillotinado en Leipzig en enero de 1934. Magnus Hirschfeld (1868-1935) fue un doctor alemán, investigador acerca de la sexualidad y defensor de la emancipación homosexual. El libro “Brown Book of the Hitler Terror and the Burning of the Reichstag” fue publicado por el comité mundial por el socorro a las víctimas del fascismo alemán en 1933]
Otro reflejo de esta contradicción es la figura de André Gide, escritor homosexual francés, líder del movimiento antifascista y amigo fervoroso de la URSS. El público general de Francia sabe acerca de la homosexualidad de Gide, dado que él ha escrito acerca de la misma abiertamente en sus libros. Y a pesar de esto, su autoridad entre las masas como un compañero de Francia del partido comunista no ha sido afectada. El hecho de que Gide se haya unido al movimiento revolucionario no ha entorpecido el crecimiento de este o el apoyo de las masas hacia los líderes del partido comunista. Según mi punto de vista, esto muestra que las masas no son intolerantes hacia los homosexuales.
Elogiar la “pureza de la raza” y los valores familiares el fascismo ha constituido una postura aún más severa contra la homosexualidad que los gobiernos anteriores a Hitler. Sin embargo, porque el fascismo destruye a la familia obrera y empobrece más a las masas, este esencialmente estimula el desarrollo del segundo tipo de homosexualidad que describí – este es [la homosexualidad] por necesidad.
La única solución a esta contradicción es la transformación revolucionaria del orden existente y la creación de una sociedad en la que la ausencia del desempleo, el crecimiento de la prosperidad de las masas y la liquidación de la familia como una unidad económica asegure las condiciones en las que nadie se vea forzado a la pederastia por necesidad. En cuanto a los llamados homosexuales constituidos, un porcentaje insignificante de la población, son incapaces de amenazar la tasa de natalidad del Estado socialista.
“Los resultados globales en el crecimiento de la prosperidad material han mostrado que mientras las tasas de mortalidad han aumentado con la pobreza en los países capitalistas, la mortalidad decreció y las tasas de natalidad se incrementaron en la URSS. En comparación con los años anteriores a la guerra, la población de la URSS creció un tercio, mientras que en la Europa capitalista cayó en un diez por ciento. Hoy, nuestro país, con una población de 165 millones de personas muestra el mismo crecimiento demográfico que la Europa capitalista con su población de 360 millones. Como puede ver, en este asunto el ritmo aquí [en la Unión soviética] es furioso (risas).” (Entrevista al camarada Kaganovich sobre el trabajo del Comité Central de la AUCP(b) en la conferencia de la organización de Moscú)
A pesar de las leyes cuantiosamente severas respecto al matrimonio que existen en los países capitalistas, la perversión en el reino de la vida sexual normal está mucho más extendida en dichos países que en la URSS, donde estas leyes son más libres y más racionales que en el resto del mundo. Es cierto que sabemos que en los primeros años de la revolución ciertas personas intentaron abusar de la libertad provista por las leyes soviéticas en el matrimonio. Sin embargo, estos abusos fueron detenidos no por medidas represivas sino por un amplio trabajo de educación política y cultural y por la evolución de la economía hacia el socialismo. Imagino que en cuanto a la homosexualidad (del segundo tipo) una política similar sería mucho más fructífera.
Siempre he considerado un error separar la cuestión de la liberación de los homosexuales de la clase obrera de las condiciones de explotación capitalista. Creo que esta emancipación es inseparable de la lucha general contra la opresión proveniente de la explotación por la propiedad privada.
No tengo intención de convertir esto en un problema sino formular esta pregunta en carácter teórico y buscar una opinión definitiva del Partido. Sin embargo, en el presente, la realidad en si misma ha forzado a hacer este cuestionamiento y considero esencial conseguir una claridad general sobre este tema.
El camarada Borodin me ha indicado que el hecho de que yo sea homosexual en ningún aspecto disminuye mi valor como revolucionario. Me ha mostrado su gran confianza en mí poniéndome como jefe del equipo editorial. Además no me trató como alguien que pudiera volverse o ser un criminal. Él también me indicó que mi vida personal no era algo que pudiera dañar mi lugar como miembro del Partido y trabajador de prensa.
Cuando le pregunté a él por los arrestos, nuevamente (y la OGPU a través de él) me aseguró que en los casos dados, los motivos [de los arrestos] eran de naturaleza política y en ningún aspecto social o moral, aunque la variante del decreto del 17 de diciembre ya existía para ese momento. Después de hacer el requerimiento correspondiente la OGPU, se me dijo “No hay nada en contra suyo que lo incrimine”. Cuando me enteré la variante de la ley del 17 de diciembre, recibí respuestas similares de varias personas. En verdad, el camarada Degot del Comisariado del Pueblo de la Justicia dijo que la razón de la ley fue que la homosexualidad era una forma de burguesa de degeneración.
Los psiquiatras especialistas con los que hable sobre este tema se negaron a creer en la existencia de una ley como esta hasta que les mostré una copia de la misma.
A pesar de la existencia de un número de interpretaciones incorrectas de parte de determinados camaradas, es completamente obvio que en el período precedente la promulgación de la ley, la opinión general en esta cuestión no era hostil hacia los homosexuales. Y esto no me sorprende en absoluto.
Acepté la detención de homosexuales como un fenómeno totalmente natural siempre que lo que ocasionara [los arrestos] fueran motivos políticos. Como ya he mencionado, esto fue totalmente en línea con mi propio análisis sobre el problema (como establecí más arriba) y en el mismo sentido esto no contradice el punto de vista oficial de la Unión Soviética. El camarada Borodin me señaló que no debería dar mucha significancia al artículo sobre la homosexualidad en la Gran Enciclopedia Soviética porque (él dijo) su autor era un homosexual y el artículo fue publicado durante un período en el que numerosas desviaciones aún no habían sido expuestas. Pienso que no debemos desconfiar de una historia sobre el Partido Comunista si fue escrita por un comunista. Si un homosexual, de hecho, escribió este artículo, entonces todo lo que se requería de él era un punto de vista objetivo y científico sobre la homosexualidad. En segundo lugar, conozco lo suficiente sobre la eficacia de las políticas de control soviéticas de la prensa como para no admitir la posibilidad de que un artículo con serias desviaciones pudiera ser impreso en una publicación tal como la Gran Enciclopedia Soviética. Si esto fuera posible cuando se trata de artículos individuales en algún periódico o diario no muy significante, no lo es en la Gran Enciclopedia Soviética. En todo caso, considero que es posible tener total confianza en una publicación entre cuyos editores están personas como Molotov, Kuibyshev y Pokrovsky (o incluso Bukharin, aunque el merezca menos confianza).
Sin embargo, desde el punto de vista que estoy defendiendo, el artículo de la Gran Enciclopedia Soviética no es de gran significado. La actitud de la población soviética hacia este problema fue expresada con la claridad suficiente en la ley que existía hasta la aprobación de la ley del 7 de marzo. Si la ley no decía nada sobre esta cuestión, entonces las dudas podrían haber existido antes. Pero la ley, de hecho, formula una opinión respecto de esto: defendió los intereses de la sociedad mediante la prohibición de la seducción y la perversión de los menores. Pero esto nos llevó a concluir que las relaciones homosexuales entre adultos no estaban prohibidas.
La ley, por supuesto, es dialéctica: la misma cambia cuando las circunstancias cambian. Es obvio, sin embargo, que cuando la primera ley fue ratificada, la cuestión de la homosexualidad fue tomada como parte de un todo (esto, en cualquier caso, es lo que se podría pensar sobre la base de la conclusión que se siguió de la ley). Esta ley estableció que el gobierno soviético rechazó por completo el principio por el cual se perseguía a la homosexualidad. Este principio es de carácter fundamental y sabemos que los principios básicos no se alteran en orden de alinearlos a las nuevas circunstancias. Alterar los principios básicos para tales fines significa ser un oportunista, no un dialéctico.
Soy capaz de entender que el cambio de circunstancias también requiere cambios parciales en la legislación, la aplicación de nuevas medidas para defender la a la sociedad, pero no entiendo cómo el cambio de circunstancias puede forzarnos a cambiar uno de [nuestros] principios básicos.
Visité dos psiquiatras en búsqueda de una respuesta a la pregunta de si era posible “curar” la homosexualidad – quizás usted, sorprendentemente, la encuentre. Admito que fue oportunista de mi parte (en esta ocasión, a lo mejor, esto pueda ser perdonado) pero fui incitado a hacer esto mismo por el deseo de encontrar algún tipo de solución a este maldito dilema. Lo que menos quería era contradecir la decisión del gobierno soviético. Estaba preparado a hacer cualquier cosa tan solo para evitar la necesidad de encontrarme a mi mismo en contradicción con la ley soviética. Di este paso a pesar del hecho de que no sabía si los investigadores contemporáneos habían tenido éxito en establecer la verdadera naturaleza de la homosexualidad y la posibilidad de convertir a los homosexuales en heterosexuales – esto es, en personas que puedan llevar adelante el acto sexual solo con el sexo opuesto. Si tal posibilidad estuviera establecida, entonces todo sería, por supuesto, más simple.
Pero, hablando francamente, incluso si esto fuese posible seguro, de todos modos, cuán deseable sería convertir a los homosexuales en heterosexuales. Por supuesto, puede haber ciertas razones políticas que vuelvan esto deseable. Pero imagino que un procedimiento de tal nivel debería estar apoyado en razones inusualmente fuertes.
Es sin dudas deseable que la mayoría de las personas sea normal en el sentido sexual. Sin embargo, me temo que este no será nunca el caso. Y pienso que mi temor está confirmado por hechos históricos. Pienso que uno puede decir con certeza que la mayoría de las personas desea y seguirá deseando una vida sexual normal. A pesar de todo, realmente dudo de la posibilidad de que todas las personas puedan volverse absolutamente idénticas en sus inclinaciones sexuales.
Le recuerdo que los homosexuales constituidos conforman el dos por ciento de la población. Debería también recordar que entre dos por ciento hubo personas excepcionalmente talentosas como Sócrates, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Shakespeare y Tchaikovsky. Ellos son los que sabemos que eran homosexuales. Pero, ¿cuántos otras personas talentosas ha habido entre los homosexuales que escondieron sus verdaderas inclinaciones? No tengo intención de defender la absurda teoría acerca de que los homosexuales son una especie de superhombres, de que ser homosexual y ser un genio es un sinónimo, de que los homosexuales, presuntamente, algún día tomarán su revancha contra la sociedad por todo su sufrimiento para conquistar a los heterosexuales. Las “teorías” de este estilo ya fueron condenadas con un desprecio considerable (como merecían serlo) por Engels en su carta a Marx del 22 de junio de 1869. En dicha carta, Engels escribe respecto de la “teoría” propugnada por una camarilla de homosexuales burgueses alemanes que habían formado su propia organización. Engels caracteriza todo este asunto con el epíteto “schweinerei” (despreciable).
Esta, que era precisamente la “teoría” política de la organización, no la orientación sexual de sus miembros, la cual causó la ira de Engels, puede verse en su carta a [Friedrich] Sorge del 8 de febrero de 1890. Engels escribió:
Aquí hay otra tormenta en un vaso de agua. Leerá en Labour Elector sobre el alboroto provocado por Peake [?], Editor asistente del Star, quien en uno de los periódicos locales acusó abiertamente a Lord Gastón de sodomía en relación con la escandalosa homosexualidad de la aristocracia local. El artículo fue vergonzoso, pero fue solo de naturaleza personal; el asunto era apenas político. [La traducción es imprecisa y hecha desde el texto en inglés publicado una revista comunista inglesa.]
“El asunto era apenas político”. El hecho de que Engels considerara el caso de un miembro de la clase enemiga quien había sido acusado por sodomía y causado un escándalo en el mundo aristocrático con palabras como “apenas político”, como “una tormenta en un vaso de agua” es de gran y fundamental significancia para nosotros. Si la homosexualidad es vista como un rasgo característico de la degeneración burguesa, entonces es correcto atacar estas manifestaciones individuales, especialmente durante un período en que los escándalos homosexuales estaban muy generalizados en el medio aristócrata. Sin embargo, de la cita de Engels se sigue que él mismo no concebía a la homosexualidad como una forma específicamente burguesa de degeneración. Él atacaba esta solo cuando (como, por ejemplo, casos en los que estaba involucrada Alemania) adoptaba la forma política de una asociación con elementos burgueses. Cuando, en otras situaciones, el asunto no tenía matices políticas (como el citado más arriba), Engels no consideró necesario atacarlo.
Considero que determinados tipos de talento (en particular, el talento en el reino de las artes) está sorprendentemente combinado, de manera frecuente, con la homosexualidad. Esto debería tenerse en cuenta y me parece que debería sopesarse cuidadosamente los peligros de la nivelación sexual precisamente para esta rama de la cultura soviética, cuando en el presente no tenemos aún una explicación suficientemente científica para la homosexualidad.
Me permito citar un pasaje del informe del Camarada Stalin al diecisieteavo Congreso del Partido:
“Cualquier leninista sabe, si es que es genuinamente un leninista, que nivelar el dominio de las necesidades y la vida personal es un absurdo reaccionario digno de una secta ascética primitiva, no de un estado socialista organizado de forma marxista, el cual no puede exigir que todas las personas tengan necesidades y gustos idénticos, que todas las personas vivan su vida diaria y personal acorde a un modelo singular. […]
Concluir a partir de esto que el socialismo requiere el igualamiento, el equiparamiento y la nivelación de las necesidades de los miembros de la sociedad, la nivelación de sus gustos y vidas personales, que en acuerdo con el marxismo todos deberían vestirse con ropa idéntica y comer la misma cantidad de comida que el otro y usar los mismos platos, es equivalente a decir banalidades y difamar el marxismo.” (Stalin, Informe del 17º Congreso del Partido sobre el Trabajo del Comité Central de la AUCP(b). Lenpartizdat, 1934, pp. 54-55. Las itálicas son nuestras – H.W.)
Me parece que este extracto del informe del Camarada Stalin tiene relación directa con la cuestión que estoy analizando.
Lo que es importante, sin embargo, es que aún si uno persigue este tipo de nivelación en el presente, es imposible lograrlo con métodos médicos o legislativos.
Cuando ambos psiquiatras a los que visité fueron forzados por mis preguntas insistentes a confesar que existen casos incurables de homosexualidad, finalmente establecí mi posición respecto al tema.
Uno debería reconocer que existe algo así como la homosexualidad imposible de erradicar – no he encontrado aún pruebas en el mundo que refuten esto – y de ahí, en consecuencia, me parece que debe reconocerse como inevitable la existencia de esta minoría en la sociedad, ya sea en una sociedad capitalista o ya sea en una sociedad socialista. En este caso, no encuentro ninguna justificación para declarar a estas personas como posibles criminales por sus rasgos particulares, rasgos por cuya creación no tienen ningún tipo de responsabilidad y que son incapaces de modificar, incluso si quisieran hacerlo.
Por lo tanto, atendiendo a las razones que concuerdan con los principios del marxismo-leninismo como yo las comprendo, he llegado, finalmente, a la contradicción entre la ley y aquellas conclusiones a las que arribé mediante mi propia línea de razonamiento. Y es solo esta contradicción que me obliga a pedir una declaración autorizada respecto de esta cuestión
Saludos comunistas,
Harry Whyte