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Escrito: En México, en 1930.
Traducción: Andreu Nin.
Digitalización: Juan Mari Madariaga, para la Red Vasca Roja, 1999-2000.
Fuente: Red Vasca Roja, abril 2000.
Esta Edición: Marxists Internet Archive, abril de 2000.
Radek dice:
"El rasgo fundamental que distingue de la teoría leninista al conjunto de ideas que llevan el nombre de teoría y táctica (fijaos en ello: ¡y táctica! L. T). de la 'revolución permanente' es la confusión de la etapa de la revolución burguesa con la etapa de la revolución socialista."
Con esta acusación fundamental están relacionadas, o se desprenden de ella, otras no menos graves: Trotski no comprendía que "en las condiciones de Rusia era imposible una revolución socialista que no surgiera sobre la base de la democrática", de donde se deducía "el salto por encima del peldaño de la dictadura democrática". Trotski "negaba" el papel de los campesinos, lo cual "identificaba sus ideas con las de los mencheviques". Todo esto, como ya se ha recordado, tiende a demostrar, con ayuda del sistema de indicios indirectos, lo erróneo de mi posición en lo que atañe a los problemas fundamentales de la Revolución china.
Naturalmente, desde el punto de vista formal, Radek puede apelar de vez en cuando a Lenin. Y es lo que hace: esta parte de los textos, todo el mundo la "tiene a mano". Pero, como demostraré más adelante, las afirmaciones de este género hechas por Lenin respecto a mí tenían un carácter puramente episódico y eran erróneas, esto es, no caracterizaban en modo alguno mi verdadera posición, ni aun la de 1905. El mismo Lenin sostiene opiniones completamente diferentes, directamente opuestas y mucho más fundamentales sobre mi verdadera actitud ante las cuestiones fundamentales de la revolución. Radek ni tan siquiera intenta reducir a un todo armónico las opiniones diversas y aun contradictorias de Lenin, y explicar estas contradicciones polémicas comparándolas con mis ideas reales (1).
En 1906, Lenin dio a conocer el artículo de Kautsky sobre las fuerzas motrices de la Revolución rusa, acompañándolo de un prefacio suyo. Yo, sin tener noticias de esto, recluido en la cárcel, traduje también dicho artículo y lo incluí, acompañándolo también de un prefacio, en mi libro En defensa del partido. Tanto Lenin como yo expresamos una solidaridad completa con el análisis de Kautsky. A la pregunta de Plejánov de si nuestra revolución era burguesa o socialista, Kautsky contestaba en el sentido de que no era ya burguesa no era aún socialista, esto es, que representaba una forma transitoria de la una a la otra. Lenin escribía a este propósito en su prefacio: "Por su carácter, nuestra revolución ¿es burguesa o socialista? Es ésta una forma rutinaria de plantear la cuestión, responde Kautsky.
"No se puede plantear así, no es ésta la manera marxista de plantearla. La revolución en Rusia no es burguesa, pues la burguesía no se cuenta entre las fuerzas motoras del actual movimiento revolucionario ruso. Y la Revolución rusa no es tampoco socialista", (T. VIII, p. 82).
Antes y después de este prefacio, se pueden encontrar no pocos pasajes de Lenin en los que califica categóricamente la Revolución rusa de burguesa ¿Hay en ello contradicción? Si se examina la producción de Lenin valiéndose de los procedimientos de los críticos actuales del "trotsquismo", se pueden encontrar, sin trabajo, docenas y centenares de contradicciones de ese género, que para un lector serio y concienzudo se explican por la manera distinta de enfocar la cuestión en los distintos momentos, sin que ésto quebrante en lo más mínimo la unidad fundamental de las ideas leninistas.
Por otra parte, no se ha negado nunca el carácter burgués de la revolución en el sentido de sus fines históricos y de momento, sino únicamente en el de sus fuerzas motrices y de sus perspectivas. He aquí cómo empieza mi trabajo fundamental de aquel entonces (1905-1906) sobre la revolución permanente:
"La Revolución rusa ha sido algo inesperado para todos, con excepción de la socialdemocracia El marxismo tenía predicho desde hacía mucho tiempo la inevitabilidad de la Revolución rusa, la cual debía desencadenarse como consecuencia del choque de las fuerzas del desarrollo capitalista con las del absolutismo inerte. Al calificarla de burguesa, indicaba que los fines objetivos inmediatos de la revolución consisten en la creación de condiciones "normales" para el desarrollo de la sociedad burguesa en su conjunto. Se ha visto que el marxismo tenía razón, y ésto no es necesario ya negarlo ni demostrarlo. Ante los marxistas se plantea una misión de otro género: poner al descubierto las "posibilidades" de la revolución que se está desarrollando mediante el análisis de su mecánica interna. La Revolución rusa tiene un carácter completamente peculiar, que es el resultado de las peculiaridades de todo nuestro desarrollo histórico-social y que, a su vez, abre perspectivas históricas completamente nuevas." (Nuestra revolución, 1906, art. "Resultados y perspectivas", p. 224).
"La definición sociológica general -revolución burguesa- no resuelve los objetivos político-tácticos, las contradicciones y dificultades que plantea toda revolución burguesa." (Op. cit., p.269).
Por lo tanto, yo no negaba el carácter burgués de la revolución que se estaba discutiendo ni confundía la democracia con el socialismo. Pero demostraba que la dialéctica de clase de la revolución burguesa en nuestro país llevaría el poder al proletariado, y que sin la dictadura de este último no podrían tener realización los objetivos democráticos.
En este mismo artículo (1905-1906), se dice:
"El proletariado crece y se robustece a la par que progresa el capitalismo. En este sentido, el desarrollo del capitalismo es el del proletariado hacia la dictadura. Pero, el día y la hora en que el poder pase a las manos de la clase obrera, depende directamente no del nivel de las fuerzas productivas, sino de los factores de la lucha de clases, de la situación internacional y, finalmente, de una serie de circunstancias objetivas : tradiciones, iniciativas, espíritu combativo...
"En un país económicamente atrasado, el proletariado puede llegar al poder antes que en un país capitalista avanzado. La idea de que existe una cierta dependencia automática entre la dictadura proletaria y las fuerzas técnicas y los recursos del país, representa en sí un prejuicio propio de un materialismo "económico" simplista hasta el extremo. El marxismo no tiene nada de común con esta idea.
"A nuestro juicio, la Revolución rusa es susceptible de crear condiciones tales, que el poder puede --y en caso de victoria de la revolución debe-- pasar a manos del proletariado antes de que los políticos del liberalismo burgués tengan la posibilidad de desarrollar su genio de gobernantes en toda su amplitud." (Op. cit., p. 245).
Estas líneas encierran ya una crítica contra el marxismo "vulgar" dominante en 1905-1906, el mismo que había de dar el tono a la asamblea de los bolcheviques en mayo de 1917, antes de la llegada de Lenin, y que, en la conferencia de abril del mismo año, halló su expresión más destacada en Ríkov. En el VIº Congreso de la Internacional Comunista, ese seudomarxismo, esto es, el sentido común del filisteo adulterado por la escolástico, constituyó la base "científica" de los discursos de Kuusinen y de muchos otros. i Y esto, diez años después de la Revolución de Octubre!
En la imposibilidad de exponer aquí en toda su extensión las ideas desarrolladas en mis Resultados y perspectivas, reproduciré un pasaje de un articulo mío publicado en el periódico Nachalo (1905), en que dichas ideas aparecen resumidas.
"Nuestra burguesía liberal obra contrarrevolucionariamente ya antes de que culmine la revolución. Nuestra democracia intelectual, en los momentos críticos, no hace más que demostrar su impotencia. Los campesinos constituyen en si, en su conjunto, un factor espontáneo de revuelta que puede ser puesto al servicio de la revolución únicamente por la fuerza que tome en sus manos el poder del Estado. La posición de vanguardia que ocupa la clase obrera en la lucha revolucionaria; el contacto directo que se establece entre ella y el campo revolucionario; el atractivo que ejerce sobre el ejército, ganándoselo, todo la empuja inevitablemente hacia el poder. La victoria completa de la revolución implica la victoria del proletariado. Esta última implica, a su vez, el carácter ininterrumpido de la revolución." (Nuestra Revolución, p. 172).
Por lo tanto, la perspectiva de la dictadura del proletariado surge aquí precisamente de la revolución democrático~burguesa, contrariamente a todo lo que dice Radek. Por eso esta revolución se llama permanente (ininterrumpida). Pero la dictadura del proletariado aparece no después de la realización de la revolución democrática --como resulta de la tesis de Radek--; en este caso, en Rusia hubiera sido sencillamente imposible, pues, en un país atrasado, un proletariado poco numeroso no hubiera podido llegar al poder si los objetivos de los campesinos hubieran sido resueltos en la etapa precedente. No; la dictadura del proletariado aparecería como probable y aun inevitable sobre la base de la revolución burguesa, precisamente porque no había otra fuerza ni otras sendas para la realización de los objetivos de la revolución agraria. Pero, con ello mismo, se abrían las perspectivas para el trueque de la revolución democrática en socialista.
"Al entrar en el gobierno, no como rehenes impotentes, sino como fuerza directora, los representantes del proletariado destruyen, ya por este solo hecho, la frontera entre el programa mínimo y el programa máximo, poniendo el colectivismo a la orden del día. El punto en que el proletariado se detenga ante este problema, dependerá de la correlación de fuerzas, pero en modo alguno de los propósitos primitivos del partido proletario.
He aquí por qué no se puede ni siquiera hablar de una forma peculiar de dictadura proletaria en el transcurso de' lo revolución burguesa; es decir, de la dictadura democrática del proletariado (o del proletariado y los campesinos). La clase obrera no puede asegurar el carácter democrático de la dictadura que encarne sin rebasar las fronteras de su programa democrático.
"Tan pronto como el proletariado haya tomado el poder luchará por él hasta las últimas consecuencias. Y si es cierto que uno de los medios de esta lucha por la conservación y la consolidación del poder será la agitación y la organización sobre todo en el campo, no lo es menos que otro será el programa colectivista. El colectivismo se convertirá, no sólo en una consecuencia inevitable del hecho de la permanencia del partido en el poder, sino en el medio de asegurar esta permanencia apoyándose en el proletariado." (Resultados y perspectivas, p. 258).
Prosigamos:
"Conocemos un ejemplo clásico dé revolución --escribía yo en 1908, contra el menchevique Cherevanin-- en el cual las condiciones de predominio de la burguesía capitalista fueron preparadas por la dictadura terrorista de los sans-culottes victoriosos. Pero esto era en una época en que la masa principal de la población urbana estaba formada por la pequeña burguesía artesana y comercial. Los jacobinos arrastraron a esa masa. La masa de la población de las ciudades de Rusia está formada, hoy, por el proletariado industrial. Esta sola diferencia basta para sugerir la idea de la posibilidad de una situación histórica en que la victoria de la revolución "burguesa" sólo sea posible mediante la conquista del poder revolucionario por el proletariado. ¿Dejará por ello esta revolución de ser burguesa? Sí y no. Dependerá, no de la definición formal, sino de la marcha ulterior de los acontecimientos. Si el proletariado se ve eliminado por la coalición de las clases burguesas, incluídos los campesinos emancipados por él, la revolución conservará su carácter burgués, limitado. En cambio, si consigue poner en movimiento todos los recursos de su hegemonía política para romper el marco nacional de la revolución, ésta se puede convertir en el prólogo de la transformación socialista mundial. La cuestión de saber en qué etapa se detendrá* la Revolución rusa, sólo permite, naturalmente, una solución condicional. Pero lo indudable e indiscutible es que la simple definición de la Revolución rusa como burguesa no dice absolutamente nada acerca de las características de su desarrollo interno, ni siquiera, en todo caso, que el proletariado deba adaptar su táctica a la conducta de la democracia burguesa como único pretendiente legítimo del poder." (L. Trotski, 1905, p. 263 de la edición rusa).
He aquí otro fragmento del mismo artículo:
"Nuestra revolución, burguesa por los fines que la engendran, no conoce, a consecuencia de la diferenciación extrema de clases de la población industrial, una clase burguesa que pueda ponerse al frente de las masas populares uniendo su peso social y su experiencia política a la energía revolucionaria de estas últimas. Las masas obreras y campesinas, entregadas a sí mismas, deberán ir sentando, en la severa escuela de contiendas implacables y duras derrotas, las premisas políticas y de organización necesarias para triunfar. No tienen otro camino." (L. Trotski, 1905, p. 267-268).
Y todavía tenemos que reproducir otro pasaje, sacado de Resultados y perspectivas y referente al punto más discutido: el que se refiere a la clase campesina. He aquí lo que yo escribía, en un capítulo dedicado especialmente a "El proletariado en el poder, y los campesinos" :
"El proletariado no puede consolidar su poder sin ensanchar la base de la revolución.
"Muchos sectores de las masas que trabajan, sobre todo en el campo, se verán arrastrados por vez primera a la revolución, y solos, adquirirán una organización política después que la vanguardia de la revolución, el proletariado urbano, empuñe el timón del Estado. La agitación y la organización revolucionarias se efectuarán con la ayuda de los recursos del Estado. Finalmente, el propio poder legislativo se convertirá en un instrumento poderoso para revolucionar a las masas populares...
"El destino de los intereses revolucionarios más elementales de los campesinos --incluso de todos los campesinos como clase-- se halla ligado con el de toda la revolución, esto es, con el del proletariado. El proletariado en el poder será, respecto a los campesinos, la clase emancipadora.
"La dominación del proletariado señalará no sólo la igualdad democrática, la administración autónoma libre, una política fiscal que hará recaer todo el peso de los impuestos sobre las clases poseedoras, la conversión del Ejército permanente en el pueblo armado, la supresión de los tributos obligatorios a la Iglesia, sino también el reconocimiento de todas las transformaciones revolucionarias -confiscaciones-, llevadas a cabo por los campesinos en el régimen agrario. El proletariado convertirá estas transformaciones en el punto de partida de medidas gubernamentales ulteriores en la esfera de la agricultura. En estas condiciones, en el transcurso del primer periodo, el más difícil, los campesinos rusos estarán en todo caso no menos interesados en sostener el régimen proletario que los campesinos franceses lo estaban en sostener el régimen militar de Napoleón Bonaparte, que garantizaba con la fuerza de las bayonetas a los nuevos propietarios la inviolabilidad de sus parcelas de tierra...
¿Pero pueden los campesinos eliminar al proletariado y ocupar su sitio? Es imposible. Contra esta suposición protesta toda la experiencia histórica, la cual demuestra que los campesinos son completamente incapaces de desempeñar un papel político independiente." (Op. cit., p. 251).
Todo esto fue escrito no en 1929, ni en 1924, sino en 1905. Quisiera saber si es ésto lo que llaman "ignorar" a los campesinos, "saltarse por alto" la cuestión agraria. ¿ No es hora ya, amigos, de proceder honradamente ?
Fijaos, por lo que a "honradez" se refiere, en lo que dice Stalin. Hablando de los artículos sobre la Revolución de Febrero de 1917, escritos por mí desde Nueva York y que coincidían en lo esencial con los enviados desde Ginebra por Lenin, Stalin escribe :
"Las cartas del camarada Trotski "no se parecen en nada" a las de Lenin, ni por su espíritu. ni por sus consecuencias, pues reflejan enteramente la consigna antibolchevista del autor: "i Abajo el zar, y viva el gobierno obrero!", consigna que implica la revolución sin los campesinos. (Discurso pronunciado en la fracción del Consejo Central de los Sindicatos de la URSS, 19 noviembre 1924).
Son realmente notables estas palabras acerca de la consigna "antibolchevista" atribuida a Trotski: "iAbajo el zar y viva el gobierno obrero!" Por lo visto, según Stalin, la consigna bolchevista debía estar concebida así: "iAbajo el gobierno obrero y viva el zar!" Pero ya hablaremos más adelante de la pretendida "consigna" de Trotski. Ahora, oigamos a otra mentalidad contemporánea, acaso menos inculta, pero ya definitivamente divorciada de la conciencia teórica del partido; me refiero a Lunacharski:
"En 1905, Leo Davidovich Trotski se inclinaba a la idea de que el proletariado debía actuar aislado sin ayudar a la burguesía, pues otra cosa sería oportunismo; pero era muy difícil que el proletariado pudiera hacer por sí solo la revolución, pues en aquel entonces no representaba más que el 7 o el 8 % de la población, y con cuadros tan reducidos no se podía combatir. En vista de esto, Leo Davidovich resolvió que el proletariado debía mantener en Rusia la revolución permanente, esto es, luchar por los mayores resultados posibles hasta que los tizones de ese incendio hicieran saltar todo el polvorín mundial." (A. Lunacharski: "Sobre las características de la Revolución de Octubre", en la revista El poder de los Soviets, n' 7, 1927, p. 10).
El proletariado "debe actuar aislado", hasta que los tizones hagan saltar el polvorín... No escriben mal algunos comisarios del pueblo, que, por el momento, no actúan aún "aislados", a pesar del estado amenazador de sus propios "tizones"(2).
Pero no nos mostremos severos con Lunacharski; cada cual hace lo que puede. Al fin y al cabo, sus absurdas chapucerías no lo son más que muchas otras.
Pero, veamos: ¿es cierto que, según Trotski, el proletariado debiera "actuar aislado"? Reproduzcamos un pasaje sobre el particular, sacado de mi folleto sobre Struve(3), 1906. Digamos entre paréntesis que cuando apareció dicho folleto, Lunacharski le tributó elogios inmoderados. Mientras que los partidos de la burguesía --se dice en el capítulo sobre el Soviet de Diputados obreros-- "permanecían completamente al margen" de las masas en pleno auge, "la vida política se concentraba alrededor del Soviet obrero. La actitud de la masa neutra con respecto al Soviet era de evidente simpatía, aunque poco consciente. Todos los oprimidos y humillados buscaban defensa en él. La popularidad del Soviet se extendió mucho más allá de las fronteras de la ciudad. Recibía "súplicas" de los campesinos esquilmados, adoptaba resoluciones campesinas, y ante él se presentaban delegaciones de las sociedades rurales. En él, precisamente en él, se concentraba la atención y la simpatía de la nación, de la auténtica, de la no falsificada nación democrática." (Nuestra revolución, p. 199).
Como se ve, en todos estos extractos --cuyo numero se podría doblar, triplicar, decuplicar-, la revolución permanente aparece expuesta como una revolución que incorpora al proletariado organizado en Soviet a las masas oprimidas de la ciudad y del campo, como una revolución nacional que lleva al proletariado al poder, y abre con ello la posibilidad de la transformación de la revolución democrática en socialista. La revolución no es un salto dado aisladamente por el proletariado, sino la transformación de toda la nación acaudillada por el proletariado. Así concebía y así interpretaba yo, a partir de 1905, las perspectivas de la revolución permanente.
iii
Por lo que se refiere a Parvus (4), con cuyas opiniones tenía muchos puntos de contacto mi concepción de la Revolución rusa de 1905, sin coincidir, sin embargo, enteramente con ellas, tampoco tiene razón Radek cuando repite la consabida frase de Parvus relativa al "salto" desde el gobierno zarista al socialdemócrata. En rigor, Radek se refuta a sí mismo cuando en otro pasaje del artículo indica, de pasada, pero acertadamente, en qué se distinguían propiamente mis concepciones sobre la revolución de las de Parvus. Éste no entendía que el gobierno obrero, en Rusia, derivara en el sentido de la revolución socialista, esto es, que pudiera transformarse en dictadura socialista en el transcurso de la realización por él mismo de los objetivos de la democracia. Como lo demuestra el extracto de 1905, reproducido por el propio Radek, Parvus limitaba los objetivos del gobierno obrero a los de la democracia. ¿Dónde, en este caso, está el salto hacia el socialismo? Parvus, ya en aquel entonces, preveía la instauración, como resultado de la revolución, de un régimen obrero de tipo "australiano". Después de la Revolución de Octubre --cuando se hallaba, desde hacía mucho tiempo, en la extrema derecha del socialreformismo--, Parvus seguía estableciendo el parangón entre Rusia y Australia. Bujarin afirmaba con este motivo que Parvus había "inventado" Australia retroactivamente, a fin de lavar sus viejas culpas por lo que se refería a la revolución permanente. Pero no es verdad. En 1905, Parvus veía ya en la conquista del poder por el proletariado la senda hacia la democracia y no hacia el socialismo; esto es, reservaba al proletariado exclusivamente el papel que en efecto desempeñó en nuestro país durante los primeros ocho o diez meses de la Revolución de Octubre. Parvus apuntaba ya por entonces hacia la democracia australiana de aquellos tiempos, es decir, hacia un régimen en que el partido obrero gobernaba, pero no dominaba, realizando sus reivindicaciones reformistas únicamente como complemento al programa de la burguesía. Ironía del destino: la tendencia fundamental del bloque de la derecha y del centro de 1923-1928 había de consistir precisamente en acercar la dictadura del proletariado a una democracia obrera de tipo australiano, es decir, al pronóstico de Parvus. Esto aparecerá con especial evidencia si se recuerda que los "socialistas" pequeño burgueses rusos de veinte o treinta años atrás pintaban a Australia, en la prensa rusa, como un país obrero-campesino, preservado del mundo exterior por tarifas arancelarias elevadas, que desarrollaba una legislación "socialista", y por este medio edificaba el socialismo en un solo país.
Radek hubiera obrado acertadamente si hubiera puesto de relieve este aspecto de la cuestión en vez de repetir las patrañas relativas a mi fantástico salto por encima de la democracia.
NOTAS
(1) Recordaré que en el VIIº Pleno del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista grité a Bujarin, que echaba mano de los mismos extractos empleados ahora por Radek: "¡Pero en Lenin hay otros textos completamente opuestos!" Después de un breve momento de confusión, Bujarin contestó: "Ya lo sé, ya lo sé; pero tomo lo que me conviene a mí y no lo que le conviene a usted." ¡Tal es el ingenio de ese teórico! [L. T.]
(2) Alusión a la situación inestable de Lunacharski en su cargo de comisario de Instrucción pública, del cual fue, en efecto, destituido en 1930. [NDT].
(3) Uno de los fundadores de la socialdemocracia rusa, que se pasó al liberalismo burgués y es actualmente monárquico de extrema derecha. [NDT].
(4) Hay que recordar que, en aquel periodo, Parvus se hallaba situado en la extrema izquierda del marxismo internacional. [L.T.]
Parvus era un socialdemócrata ruso emigrado en Alemania, donde tomó una participación activa en el movimiento socialista. Volvió a Rusia en 1905. Durante la guerra fue agente del imperialismo alemán. Murió en 1924. [NDT].