Volver al Archivo León Trotsky |
Digitalizado: Por el Comité Iniciativa Obrera Socialista, Buenos Aires, Argentina. Formato ajustado al del MIA: Noviembre 1999, por Juan R. Fajardo. |
Querido camarada Burnham:
Su carta del 9 de diciembre es del mayor interés para mí. Naturalmente es demasiado fácil ser supersabio a una gran distancia del campo de batalla y decir a cada uno de los combatientes que "exagera un poco". Pero en su controversia con Shachtman me tienta jugar este papel tan poco atractivo.
Es difícil no exagerar en una disputa de opiniones. Pero es muy peligroso esquematizar la exageración. Conozco la posición del camarada Shachtman solamente a través de su interpretación. Como regla general, creo que no es correcto comenzar una discusión con una amenaza de severas consecuencias organizativas. Una discusión es una discusión: es un intento de convencerse el uno al otro. El balance de la discusión puede revelar puntos de vista irreconciliables y llevar a medidas organizativas. Pero es absolutamente claro que la perspectiva de tales medidas no puede considerarse como argumento.
Usted cita a camaradas que dicen que "la más mínima desviación del bolcheviquismo implica una ruptura con éste". Tal afirmación es absurda. Un partido viviente puede sólo alcanzar una política relativamente correcta, por aproximaciones sucesivas; esto es, por desviaciones sucesivas a la derecha y a la izquierda. Lo mismo es verdad individualmente para cada miembro del partido. Si analizáramos la historia del ingreso en el Partido Socialista, el trabajo en él y la ruptura con él, encontraríamos un número de ejemplos que ilustran esta idea. El vigor del partido y la habilidad de sus dirigentes se prueban por sus capacidades de asimilar las desviaciones parciales a tiempo y no permitirles que lleven a una ruptura completa con el marxismo.
También estoy de acuerdo con usted en que la práctica organizativa se desprende de la política general solamente en última instancia. En otras palabras, que tiene, dentro de ciertos límites, una importancia independiente; que puede, por consecuencia, influenciar para bien o para mal, la política general.
Pero aquí comienza el punto donde, si veo correctamente la situación, estoy en desacuerdo con usted. El régimen del partido se construirá, corregirá y mejorará durante años y años en conexión con una política correcta. Una posición falsa sobre la defensa de la Unión Soviética, puede llevar a un derrumbamiento total del partido en un futuro próximo. No puedo poner ambos problemas en el mismo plano. En el momento actual los elementos maduros del partido deberían concentrar todos sus esfuerzos en el problema más importante y agudo: el desenmascaramiento y sujeción del peligro sectario. En su lugar, lucharía en esta etapa en total solidaridad con el Comité Nacional contra los derrotistas y dentro del Comité Nacional contra medidas organizativas prematuras o evitables. Esta "proporción" entre la lucha política y organizativa, me parece por lo menos, desde lejos, más de acuerdo con la situación real del partido ahora.
Usted puede objetar mi posición usando palabras de sus cartas; a saber, que usted está ahora "terminando una base que determinará el carácter del edificio. Un pequeño error de hoy significará un desastre más tarde". Pero aquí está precisamente el punto más débil de su posición. Usted rechaza, y con razón, la afirmación de que "la más mínima desviación del bolchevismo implica necesariamente una ruptura con éste". Pero usted repite en la página siguiente la misma afirmación solamente en relación con el problema organizativo. Desea proveer, de un solo golpe, una base perfecta para el edificio del partido, y este objetivo lo domina con un poder tal, que está listo a renunciar no solamente a una política marxista "perfecta", sino incluso a una lucha común por acercarse a tal política sobre uno de los más importantes problemas de este período histórico. A su concepción le faltan en este punto las proporciones interiores necesarias.
Me encantaría tener la posibilidad alguna vez de discutir personalmente con usted todos estos problemas. Recuerdo muy bien qué gran impresión me causó su artículo en el simposio en Prinkipo1, y con qué insistencia le pregunté por usted a Max Eastman2 con el fin de aclararme la posibilidad futura de que colaboráramos 3. Me alegró mucho saber que usted llegó a la Cuarta Internacional con el American Workers Party (AWP, Partido Americano de los Trabajadores). Sigo con gran interés sus escritos y me gustaría mucho conocerle alguna vez personalmente. ¿Cree que podría ser posible?