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Querido camarada Stanley:
Contesto con un poco de retraso su carta del 11 de octubre.
1. Dice que "no debe haber serios enfrentamientos ni diferencias" en la cuestión rusa. Si es así, ¿por qué esa terrible alarma en el partido contra el Comité Nacional, es decir, contra su mayoría? No debe sustituir sus concepciones personales por las de la minoría del Comité, que considera la cuestión lo bastante seria como para provocar una discusión justo en el umbral de la guerra.
2. Pero no estoy de acuerdo con usted en que mi argumento no contradice los del camarada M. S. La contradicción implica dos puntos fundamentales:
a) La naturaleza de clase de la URSS.
b) La defensa de la URSS.
Sobre el primer tema, el camarada M. S. plantea una cuestión de principio, lo que significa que deja de reconocer la antigua decisión y toma una nueva. Un partido revolucionario no puede vivir entre dos decisiones, una aniquilada, otra adoptada sin ser previamente propuesta. En el problema de la defensa de la URSS y los nuevos territorios ocupados contra Hitler (o Inglaterra) el camarada M. S. propone una revolución contra Hitler y Stalin a la vez. Esta fórmula abstracta significa negar la defensa real en una situación concreta. Intento aclarar este punto en un nuevo artículo que mandé ayer por avión al Comité Central.
3. Estoy completamente de acuerdo con usted en que sólo una discusión seria clarificará el asunto, pero no creo que votando simultáneamente por la propuesta de M. S. y por la de la mayoría vaya a clarificar nada.
4. Afirma en su carta que el problema principal no es la cuestión rusa, sino el "régimen interno". He oído esa acusación bastante a menudo desde el comienzo de nuestro movimiento en EE.UU. Varían un poco las formulaciones y los grupos, pero siempre hay una parte de nuestros camaradas que está en contra del "régimen". Estaban, por ejemplo, contra la entrada en el Partido Socialista (no hace falta irse muy atrás en el tiempo). Pero inmediatamente dijeron que el "principal problema" no era entrar en el Partido Socialista, sino el "régimen". Ahora se repite la misma fórmula en relación con la cuestión rusa.
5. Por mi parte, creo que la entrada en el Partido Socialista fue una medida muy saludable para la mayor extensión de nuestro partido y que el "régimen" (o la dirección) que llevó a cabo la fusión estaba en lo cierto, al contrario que la oposición, que, además, en este caso representaba la tendencia al estancamiento.
6. Ahora, al comienzo de la guerra, surge una nueva y aguda posición, basada en la cuestión rusa. Afecta a la correcci6n de nuestro programa, elaborado a través de innumerables discusiones, polémicas y disputas a lo largo de diez años. Naturalmente, nuestras decisiones no son eternas. Si alguien de la dirección del partido tiene dudas y sólo dudas, es su deber hacia el partido clarificarse mediante estudios y discusiones dentro de la dirección, antes de lanzar la cuestión a todo el partido, y no en forma de nuevas decisiones, sino de dudas. Desde luego, desde el punto de vista de los estatutos, cualquiera, hasta un miembro del Comité Político, tiene derecho a hacerlo, pero no creo que este derecho se haya usado de tal manera que haya contribuido a mejorar el régimen del partido.
7. En el pasado, he oído a menudo acusaciones de camaradas contra el Comité Nacional en su conjunto -sobre su falta de iniciativa y demás-. No soy el abogado defensor del Comité Nacional y estoy seguro de que ha dejado de hacer muchas cosas que podría haber hecho. Pero insisto en que es preciso concretar las acusaciones. Me he dado cuenta a menudo que el disgusto con la propia actividad local, con la propia falta de iniciativa, se transformaba en una acusación al Comité Nacional, que se suponía debía ser Omnipotente, Omnipresente y Omnibenevolente.
8. En el caso presente, el Comité Central es acusado de "conservadurismo". Creo que defender las decisiones tomadas, hasta que no se tomen otras nuevas, es deber elemental del Comité. Creo que este "conservadurismo" está dictado por el instinto de conservación del propio partido.
9. Hay otros dos asuntos sobre los que los camaradas actualmente disconformes con el "régimen" han adoptado, en mi opinión, una postura políticamente falsa. El régimen debe ser un instrumento al servicio de la política adecuada. Cuando la incorrección de su política es manifiesta, sus protagonistas tienden a decir que tal asunto no es tan importante como el régimen en general. Durante el desarrollo de la Oposición de Izquierda y de la IV Internacional me he opuesto cientos de veces a esta sustitución. Cuando Vareecken, Sneevliet e incluso Molinier fueron derrotados en todos sus puntos de diferencia, declararon que el auténtico problema de la IV Internacional no era tal o cual decisión, sino su régimen.
10 No quiero hacer una analogía entre los líderes de la presente oposición en el Partido americano y los Vareeckenes, Snevliets y compañía. Sé muy bien que los líderes de la oposición actual son camaradas muy cualificados y espero sinceramente que seguiremos trabajando juntos tan amistosamente como hasta ahora. Pero no voy a aportar nada positivo inquietándome, porque alguno de ellos vaya a cometer el mismo error, a cada nueva etapa en el desarrollo del partido, apoyándose en un grupo de adherentes personales. Creo que en la presente discusión esta actitud debe analizarse y condenarse severamente por la opinión general del partido, que en este momento tiene enormes tareas que cumplir.
Con los mejores saludos del camarada,
Crux (Leon Trotsky)
P. S. -Como hablo de la mayoría y la minoría del Comité Nacional, y especialmente de los camaradas de la resolución M. S., voy a enviar copia de esta carta a los camaradas Cannon y Schatman.
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