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Redactado: 6 de diciembre de 1937.
Digitalización: Contribuída por el Comité Iniciativa Obrera Socialista (Buenos Aires, Argentina), 1999.
Publicacion en marxists.org: Noviembre de 1999.
Queridos camaradas:[1]
Acabo de recibir su "Declaración de Principios" y su informe respecto a los derrotistas en el partido. Por supuesto, no he podido aun estudiar la primera. Pero la he leído dos veces con atención y puesto que esto tiene un significado particular, quiero expresarme inmediatamente sobre el asunto.
La declaración está dedicada a defender el "derecho" de los derrotistas a permanecer en el partido y de ocuparse en propaganda derrotista. El acercamiento mismo al problema me parece totalmente abstracto e inoportuno.
Ambos se declaran defensistas en cuanto al problema de la Unión Soviética. La discusión continúa en el partido y esta cuestión tiene un tremendo significado. Toda organización que se coloque en posición falsa o vacilante sobre este asunto será destrozada en la marcha de los acontecimientos. Es importante para nuestro partido tener una posición clara y distinta .¿Es conveniente, correcto y oportuno, bajo estas condiciones, ocuparse en discursos puramente formales, abstractos y jurídicos, en cuanto al "derecho" de los derrotistas a defender su posición falsa, aun después de que el partido llegue a una conclusión sobre la cuestión? Tal acercamiento los convierte de partidarios políticos del defensismo, en defensores jurídicos del derrotismo. Así, a pesar de su buena voluntad, ustedes solamente ayudan a los derrotistas a fortalecer su posición manifiestamente falsa y preparan un inevitable rompimiento con ellos.
Me preguntan: "¿Eso significa que usted apoya una ruptura organizacional inmediata con los derrotistas?". No, respondo. Apoyo una ruptura política inmediata con el derrotismo. Este es el primer problema y el más importante. Al mismo tiempo prefiero tomar todas las medidas necesarias con el fin de facilitar la futura asimilación del partido de los actuales derrotistas. Deberíamos darles el tiempo necesario para meditar seriamente sobre el problema. Algunos de ellos renunciarán rápida e indudablemente a su punto de vista, que es en esencia antimarxista. Pero otros, por el contrario, harán de su error ultraizquierdista una plataforma perenne. Por supuesto con estos últimos la ruptura será inevitable. Toda la marcha del movimiento mundial de los trabajadores, comenzando con julio de 1914, demuestra que derrotistas y defensistas no pueden permanecer en el mismo partido, si el concepto de partido tiene en general cierto sentido. La tarea básica de la discusión actual consiste en demostrar la absoluta incompatibilidad del derrotismo respecto a la Unión Soviética y la calidad de miembro de un partido revolucionario proletario. Solamente una campaña tan vigorosa - marxistas y no de abogados - contra el derrotismo es capaz de obligar a la mayor parte de los derrotistas a reexaminar su punto de vista.
En defensa de su posición jurídica, no política, ustedes invocan los principios democráticos del partido. Hasta donde puedo juzgar, su discusión continúa ahora con una adhesión estricta a las normas de la democracia en forma y esencia. Pero la democracia presupone, primero que todo, una base común programática. Es verdad que presupone igualmente una actitud atenta y paciente de parte de la mayoría hacia la minoría (en cuanto esta actitud "paciente" esté autorizada por el desarrollo de los acontecimientos y en cuanto esté justificada por la conducta de la minoría). Pero la democracia del partido no significa en absoluto transformarlo en una arena para los ejercicios libres de individuos sectarios, desatinados y ambiciosos. La democracia del partido no significa el derecho de la minoría a perturbar el trabajo de la mayoría. Un partido revolucionario no es un club de debates sino una organización militante. El problema de la guerra, junto al problema de la revolución, es el criterio de un partido revolucionario. Aquí ninguna equivocación es permitida. La decisión de principio es de antemano clara: defensismo y derrotismo son tan incompatibles como el agua y el fuego. Es necesario decir esto primero que todo. Esta verdad debe enseñarse a los miembros del partido. Es necesario reunir una conferencia sobre esta base. Es necesario establecer esta idea en el propósito de la conferencia. Al mismo tiempo podemos y debemos demostrar la actitud más atenta a cada camarada sinceramente equivocado. Solo así podemos defender el partido de la confusión y el caos y de paso reducir a un mínimo el número de aquellos ultraizquierdistas que algún día tarde o temprano se encontrarán fuera del partido, sumergiéndose en una inexistencia política (como los oehleristas, weisbordistas, fieldistas, etcétera).[2]
Con sinceros saludos de camarada,
L. Trotsky.
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[1] Carta a Burnham y Carter, quienes enviaron a Trotsky una copia del borrador de Burnham de la Declaración de Principios, adoptada más tarde por la convención del Socialist Workers Party, y del documento donde defienden el derecho de los derrotistas a seguir siendo miembros del partido aunque éste adoptara una posición "defensista" hacia el estado soviético. Es necesario notar el uso especial de dichos términos en la discusión de entonces: un defensista era alguien (como Trotsky) que defendía a la Unión Soviética contra todos los asaltos imperialistas o capitalistas, a pesar de la oposición a la dirección soviética. Un derrotista era alguien que negaba a la Unión Soviética cono estado obrero y que por lo tanto, en caso de una guerra, no apoyaba a la URSS más que cualquier otro estado capitalista. El uso más generalizado de estos términos data de la Primera Guerra Mundial antes de que existiese el primer estado obrero, cuando el movimiento revolucionario estaba dividido entre defensistas, que apoyaban a sus gobiernos capitalistas, y derrotistas (como Lenin y Trotsky) que se oponían a los gobiernos capitalistas tanto en la guerra como en la paz. En esta carta Trotsky también usa los términos en ese sentido, como por ejemplo en el cuarto párrafo. En la convención del SWP había sólo dos delegados que favorecían el derrotismo hacia la Unión Soviética. [Anotación del CIOS; Esta nota originalmente constituía una introducción al artículo - marxists.org]
[2] B.J. Field: expulsado de la Communist League of América (CLA, Liga Comunista de Norteamérica) por violar la disciplina del partido en 1934. Organizó la League for a Revolutionary Workers Party (Liga para formar el Partido Obrero Revolucionario), que pronto desapareció. Albert Weisbord (n. 1900): expulsado del Partido Comunista norteamericano en 1929, organizó un pequeño grupo, Communist League of Struggle (Liga Comunista de Lucha), que proclamó su adherencia a la Oposición de Izquierda Internacional a comienzos de la década del treinta, aunque su política vaciló entre la Oposición de Izquierda y la de Derecha. Más tarde rompió con el marxismo y se volvió organizador de la AFL. [Nota del CIOS]