Este folleto está constituido por artículos escritos en diferentes momentos de los últimos dos años y medio. Para decirlo con mayor precisión: desde la ofensiva de la coalición fascista-bonapartista-realista del 6 de febrero de 1934 hasta la grandiosa huelga de masas de fin de mayo-comienzos de junio de 1936. ¡Qué grandioso movimiento del péndulo político! Los dirigentes del Frente Popular se inclinan, por supuesto, a atribuir el movimiento producido hacia la izquierda a la clarividencia y sabiduría de su política. No es ese el caso. El acuerdo tripartito se ha revelado como un factor de tercera línea en el desarrollo de la crisis política. Comunistas, socialistas y radicales nada han previsto y nada han dirigido: los acontecimientos pasaron sobre sus cabezas. El golpe, inesperado para ellos, del 6 de febrero de 1934, obligó a cada uno de ellos a dejar de lado las consignas y las doctrinas de la víspera y buscar la salvación en la alianza con los otros. La huelga de mayo-junio de 1936, igualmente inesperada, dio a este bloque parlamentario un golpe mortal. Lo que podría aparecer, ante una mirada superficial, como el apogeo del Frente Popular es, en realidad, su agonía.
Como las diferentes partes del folleto aparecieron en distintos momentos, reflejando las diversas etapas de la crisis que atraviesa Francia, el lector hallará en estas páginas, inevitables repeticiones. Eliminarlas significarla destruir completamente la construcción de cada una de las partes, y lo que es más importante, privar a todo el trabajo de su dinámica, que refleja la dinámica de los propios acontecimientos. El autor ha preferido mantener las repeticiones. Ellas pueden, incluso, no carecer de utilidad para el lector. Vivimos en una época de liquidación general del marxismo en las direcciones oficiales del movimiento obrero. Los prejuicios más vulgares sirven actualmente de doctrina oficial a los dirigentes políticos y sindicales de la clase obrera francesa. Por el contrario, la voz del realismo revolucionario resuena en esta acústica artificial, como la voz del “sectarismo”. Con mayor razón es necesario repetir y repetir las verdades fundamentales de la política marxista ante el auditorio de los obreros avanzados.
En tales o cuales afirmaciones particulares del autor, el lector encontrará, quizás, algunas contradicciones. No las hemos eliminado. De hecho, esas supuestas “contradicciones” surgen simplemente de que se han subrayado distintos aspectos de un único fenómeno, en diferentes etapas dci proceso. Creemos que el folleto, en su conjunto, ha soportado la prueba de los acontecimientos y, quizás, se mostrará capaz de facilitar su comprensión.
Los días de la huelga general tuvieron, sin duda, el mérito de renovar la atmósfera estancada, putrefacta de las organizaciones obreras, purificándolas de las miasmas del reformismo y del patriotismo, en sus variedades “socialista”, “comunista” y “sindicalista”. Por supuesto, esto no se producirá de un solo golpe ni por sí solo. Tenemos por delante una terca lucha ideológica sobre la base de una áspera lucha de clases. Pero la marcha futura de la crisis pondrá en claro que solo el marxismo permite captar a tiempo la trama de los acontecimientos y prever su desarrollo futuro.
Los días de febrero de 1934 marcaron la primera ofensiva seria de la contrarrevolución unificada. Los días de mayo-junio de 1936 son el signo de la primera ola poderosa de la revolución proletaria. Estos dos hitos marcan dos caminos posibles: el italiano y el ruso. La democracia parlamentaria, en nombre de la cual actúa el gobierno Blum, quedará reducida a polvo entre dos gigantescas ruedas de molino. Cualesquiera que sean de ahora en adelante las próximas etapas, las combinaciones y los reagrupamientos transitorios, los flujos y reflujos momentáneos, los episodios tácticos, no se puede elegir más que entre el fascismo y la revolución proletaria. Tal es el sentido del presente trabajo.
10 de junio de 1936
L. TROTSKY