Un considerable número de amistades y provocadores de la nobleza polaca, enemigos del proletariado y del poder obrero y campesino, permanece detrás de las regiones liberadas por parte del Ejército Rojo. Al principio les derribaron. Pero cuando nuestras fuerzas del Ejército Rojo sufrieron un revés temporalmente, estos mercenarios polacos y lagartijas de la Guardia Blanca levantaron sus manos en nuestra retaguardia. Inician un despliegue de rumores de que las fuerzas del Ejército Rojo podría acercarse más marchando a Bielorrusia. Este estúpido rumor fue tomado por parte de los especuladores comprados por la moneda extranjera. Los provocadores actúan a favor de la nobleza polaca, quienes a veces (como, verbigracia en Smolensk) se hacen llamar Socialistas Revolucionarios, intentan dar al campesino de Bielorrusia en las barracas la idea de que la guerra podría acabar de inmediato ni bien el Ejército Rojo deje Bielorrusia.
Casi natural, el campesino de Bielorrusia, quienes gruñen por un año bajo el yugo de la ocupación polaca, no puede convencerse de tales habladurías. El campesino sabe que el Ejército Rojo no busca la guerra. La guerra fue iniciada por parte de la nobleza polaca. Les echamos de Bielorrusia. No diseñamos el territorio de Polonia. La guerra se detendrá de inmediato si Polonia renuncia a su intromisión en Ucrania, Bielorrusia y Lituania. El campesino de Bielorrusia necesita de paz, como lo desea todos los obreros y campesinos de Rusia.
Pero, hasta que los terratenientes y capitalistas no suscriban el tratado de paz, y sigan amenazando al pueblo laborioso de Bielorrusia, debemos y deberemos librar una guerra despiadada en contra las fuerzas de las Guardias Blancas del Pan Pilsudki y contra sus agentes en nuestra retaguardia.
Es responsabilidad de todos los organismos militares y del poder soviético generalmente en la zona del frente occidental intensificando la vigilancia en los pueblos, a lo largo de todas las líneas férreas y de los pueblos, y tomando las mas severas medidas contra los problemáticos agentes provocadores de Pilsudski, bajo cualesquiera de sus nombres pueden ocultarse. ¡Muerte a los enemigos del proletariado. Viva la Bielorrusia soviética!