Escrito: 26 de agosto de
1919
Traduccion: Izquierda revolucionaria, con cuyo
permiso aparece aquí.
Entrevista concedida a representantes de la prensa el 26 de agosto de 1919
Después de haber formado durante decenas de años sus ejércitos, los estados imperialistas entraron en guerra. La Rusia socialista se vio obligada a hacer otro tanto aun antes de haber podido emprender seriamente la fundación de su ejército. Esto es lo que, se niegan a comprender algunos militares pedantes que critican nuestras operaciones bélicas, sin captar que en el curso de éstas no empleamos una fuerza ya existente, sino que la creamos a medida de las circunstancias.
En lo esencial el frente meridional pasó por las mismas fases que el occidental, pero en escala superior: ante todo, nada de ejército cabal, sino justamente algunos débiles destacamentos; en seguida, una primera organización seria, grandes éxitos, insuficiencia de reservas, reveses y repliegues; y por último una nueva tensión heroica, una concentración de fuerzas y medios y un giro: una nueva y decisiva ofensiva.
En el sur los métodos de organización fueron semejantes a los empleados en el oeste. No hace mucho tiempo la Rusia soviética festejó el primer aniversario de la fundación del V Ejército. Es nuestro primer ejército organizado con métodos regulares de construcción, uniendo la técnica y el saber militares al espíritu revolucionario del comunismo. Gran número de trabajadores del V Ejército fueron luego trasladados al sur, y luego de Vorónezh a Ufa. En lo esencial, la crisis del frente occidental esta primavera se debió al hecho de que la trama misma del ejército estaba gastada antes de haber sido consolidada con nuevas reservas. Ese fue también el motivo fundamental de la crisis del frente meridional.
Pero por otra parte la crisis de los ejércitos del sur fue incomparablemente más prolongada. Hubo dos razones, que fueron éstas: en primer lugar, Denikin resultó ser un enemigo más difícil que Kolchak, cosa que hoy por hoy no ofrece ya la menor duda; y en segundo lugar, el frente occidental era más o menos uniforme en toda su extensión, mientras que el frente meridional se veía debilitado en la extremidad de su flanco derecho por la guerrilla ucraniana.
Unidad de las concepciones y los métodos de trabajo
Después que nuestras tropas meridionales próximas a Rostov y Novocherkask hubieron retrocedido algunos centenares de verstas con muy graves pérdidas, la regeneración del frente sur debía comenzar con un ajuste: ¿tenían los responsables del ejército una concepción común, una unidad de métodos, una comunidad de puntos de vista respecto de la dirección de las operaciones? Con motivo de una serie de reuniones de los responsables de todos los ejércitos del frente meridional, las pruebas de los últimos meses se sometieron a la crítica; el resultado de estas reuniones fue la adopción unánime (en un caso hubo una sola voz en contrario, y dos abstenciones en otro) de resoluciones por las que se establecía que los métodos de construcción militar de las autoridades soviéticas habían pasado exitosamente la prueba de fuego, pese a los reveses. La futura actividad de regeneración y desarrollo del frente meridional exigía, no modificaciones fundamentales del sistema militar, sino, por el contrario, su aplicación más sistemática y sostenida.
Era de temer que en Ucrania, donde el mito de la rebelión revolucionaria victoriosa se mantuvo durante largo tiempo, resultaría difícil alcanzar la unidad indispensable con miras a organizar un ejército regular. La realidad fue muy distinta. En la reunión del grupo comunista del Comité Ejecutivo ucraniano y de los responsables de Kiev se aprobó por unanimidad una resolución que reconocía que la salvación de Ucrania estribaba en la eliminación de las rebeliones anarquizantes y en la fundación de unidades militares centralizadas del tipo del Ejército Rojo ruso. Las divergencias sobrevenidas en época del VIII Congreso se encuentran hoy íntegramente disipadas. Gran número de desinteligencias han sido despejadas durante la marcha, y no pocos prejuicios han desaparecido. Actualmente trabajamos de la mano con camaradas a los que un precipicio parecía separar de la política militar "oficial", y no pasa por la mente de nadie el recuerdo de las pasadas disensiones.
El establecimiento de esta comunidad de métodos de construcción militar ya era en sí mismo la mejor garantía del éxito de la regeneración del frente meridional. Tropas de complemento
Los ejércitos necesitaban tropas de complemento. En el curso de los dos últimos meses las había en cantidad suficiente, no por cierto gracias a la movilización de nuevas clases, sino sobre todo merced a la incorporación de los supuestos desertores. Y digo supuestos porque en realidad se trata de centenas de miles de campesinos que en parte alguna desertaron, pero a los que sencillamente ni nuestra propaganda o nuestra organización ni aun la represión misma habían logrado convencer de presentarse al llamado. La presión de Denikin en las provincias meridionales y la consecuente lucha contra la desviación provocaron una gran afluencia de vacilantes a las filas del Ejército Rojo. Llegaban con un excelente estado de ánimo; no se consideraban desertores, sino "voluntarios", e intentaban por todos los medios hacer olvidar su demora: hasta el día de hoy nos han brindado decenas de miles de excelentes soldados. No cabe duda de que la política adoptada para con los campesinos medios tuvo al respecto una feliz influencia.
El suministro seguía siendo un problema en extremo difícil. Ello se debía en gran parte, manifiestamente, al hecho de que las propias autoridades centrales habían descuidado este aspecto. Bajo la influencia de las enseñanzas de los acontecimientos dimos un paso adelante al vincular la antigua comisión extraordinaria de suministro del Ejército Rojo y la oficina central de suministros militares al Comité Superior de Economía Nacional, así como a la Oficina Central de Distribución, órgano de distribución del departamento militar. Fue un paso más hacia la formación de un comisariato del pueblo para el suministro militar dotado de un aparato fuertemente estructurado y para un régimen de disciplina tan severo como el de una organización militar. Todavía no hemos alcanzado el objetivo. La sección central de suministros militares está aún lejos de trabajar con la atención y la precisión necesarias. Pero no dudo que el camarada Rykov, quien tiene ahora la responsabilidad del suministro militar, sabrá obtener los resultados descontados. Por lo demás ya se hace sentir cierta mejora. Sabemos lo que tenemos, sabemos lo que gastamos, sabemos lo que recibiremos mañana, y por eso estamos plenamente seguros de no experimentar reveses en lo que concierne a los suministros militares.
Entretanto hemos llevado a cabo un serio trabajo de ordenamiento de las estructuras de distribución en las unidades militares. Aún tenemos mucho por realizar en este terreno. El camino que siguen el cartucho, la bota y la camisa para llegar desde el camarada Rykov hasta el tirador en la línea de fuego es mucho más largo. Es indispensable abreviarlo. La exactitud de las cuentas no debe en ningún caso incidir sobre la velocidad, la movilidad ni la capacidad de maniobras del aparato de aprovisionamiento. En este campo hay que dar muestra de tanta iniciativa como en el de las operaciones. Finalmente, el éxito de las perspectivas lejanas de nuestra guerra de posición o de movimiento depende en las tres cuartas partes de las cualidades de organización del suministro. Para garantizar la victoria sobre Denikin hay que crear una red tal de bases, medios de trasporte y órganos de estadística y distribución, que el soldado ruso que parte al ataque se vea y se sienta absolutamente satisfecho, que no se lo coma la miseria, que lleve calcetines y botas, que su fusil haya sido limpiado y engrasado a tiempo. Las cosas ya han mejorado de manera sensible. Dentro de los límites del conjunto del Estado Soviético maniobramos trasladando a los mejores funcionarios de los diversos departamentos allí donde más necesario resulta en la actualidad el esfuerzo de los comunistas, y dentro de los límites del departamento militar, en el frente, en determinadas unidades, aprendemos y enseñamos cómo transferir provisionalmente a los mejores responsables al terreno de actividad más importante por el momento: de las secciones políticas de los ejércitos, de las divisiones, de los tribunales, trasladamos temporariamente algunos funcionarios al sector de suministro a fin de echar bases sólidas de estadística y rapidez en la distribución.
En su tiempo la crisis del frente occidental fue una crisis de tropas complementarias debida a su vez, en gran parte, a la insuficiencia de las unidades de reserva. Esto es lo que se repite actualmente en el frente meridional. Como en el oeste en la primavera, como hoy en el sur, nos esforzamos por desarrollar y llevar a un nivel indispensable las unidades de reserva. Juzgando únicamente desde el punto de vista teórico, sería bueno concentrar las unidades de reserva en las manos de las autoridades regionales de la retaguardia. Pero el centro, el empobrecido centro, al que le hemos tomado miles y miles de sus mejores trabajadores, no se halla en condiciones de asumir hoy esta tarea. Como ya dije, primero comenzamos por pelear y solo después emprendimos la creación de nuestro ejército. De ahí que nuestro ejército haya sido fundado de manera esencial en la línea de fuego.
Nuestras unidades de reserva se encuentran en la zona del frente, que es más rica en recursos, y en ellas prestan servicio los trabajadores de, los ejércitos en acción. Para juzgar tal o cual ejército basta con conocer de cerca sus unidades de reserva. Con pleno conocimiento de causa, puede afirmarse hoy por hoy que las unidades de reserva del frente meridional están cabalmente a la altura debida. La continuidad del abastecimiento de los ejércitos en ofensiva se halla plenamente asegurada por buenas tropas complementarias, lo cual significa que también se halla asegurada la continuidad de la ofensiva.
Por el momento la situación de la sección sanitaria no es brillante. Aparte las carencias administrativas -que deberían desaparecer gracias a las medidas adoptadas en acuerdo con el comisariato del pueblo encargado de la salud-, la pasividad de las organizaciones y autoridades soviéticas, del partido y de los sindicatos es la principal culpable de esta desastrosa situación. A comienzos de la guerra los estados burgueses, que disponían de recursos colosales, no lograban pese a todo hacer frente al problema de los soldados heridos o enfermos, y debieron recurrir a la iniciativa pública. El Estado proletario, empobrecido, necesitaba aun más de la ayuda de la opinión pública soviética. Es necesario emprender la más amplia campaña de propaganda y organización en todo el país con la consigna de ayudar a los soldados rojos heridos o enfermos. Es necesario organizar la Jornada del Soldado Rojo Herido. Es necesario crear en todos los centros de alguna importancia comités de ayuda a los soldados rojos heridos o enfermos. Es necesario hacer entrar en el sector sanitario a millares y millares de comunistas, mujeres sobre todo. Es necesario establecer en los servicios ferroviarios organizaciones soviéticas permanentes que vigilen el paso de los convoyes que trasportan heridos. Un control soviético atento y diligente es indispensable en los hospitales militares. El soldado rojo debe convencerse de que las masas trabajadoras cuidan no solo de su familia, sino también de él cuando la cruel mecánica de la guerra lo aleja de su puesto de combate, y que lo hacen solícita y cariñosamente.
La situación general puede considerarse buena. Al tomar el Ural, la República Soviética ha conquistado una segunda base. Prácticamente avanzamos sin pausa en dos direcciones principales: sobre Omsk y sobre Aktiubinsk. La parte más rica de Siberia ya se encuentra bajo bandera soviética... En el sur continuamos adelante. La mejor prueba de ello la constituyen las incursiones de Mamontov: la caballería blanca ha quedado muy atrás; nuestros soldados no han titubeado un segundo y continúan firme y sistemáticamente su desplazamiento hacia el sur. Es cierto que Denikin ha ocupado una buena parte de Ucrania, pero es una ocupación que no tiene nada de solidez ni de estabilidad. Su éxito se debe únicamente a la falsa táctica de guerra que sigue empleando la rebelión ucraniana. En un campo de batalla Denikin habría sido derrotado, pues sus fuerzas de combate en el frente ucraniano son despreciables. Pero al tener que enfrentar a una guerrilla desorganizada y desperdigada, que se esconde tras las líneas ferroviarias, Denikin efectúa, gracias a un hábil ajedrez, unos saltos inmensos, soslayando los centros del ferrocarril, lo cual le permite conquistar grandes espacios sin encontrar una verdadera oposición. La ocupación de Ucrania se trasformará en un lamentable castillo de cartas en el instante mismo en que asestemos un golpe decisivo a su centro y sus bases.
El frente occidental no tiene importancia en sí mismo por el momento: es el valor derivado de los frentes del oeste y el sur. Nuestros reveses en el mediodía han vuelto a dar confianza a la nobleza polaca y a la guardia blanca letona, lituana y estonia... Con posterioridad a la liquidación de Kolchak, el golpe decisivo que habrá de ser asestado en el frente meridional significará asimismo la liquidación de las pretensiones bélicas del imperialismo polaco-rumano -impotente- y del bandidismo de Yudenich y Balajovich. La toma de Pskov por nuestros ejércitos prueba que ya nos hemos fortalecido en el oeste.
Del frente meridional, en el que he estado en repetidas ocasiones a fin de revistar el conjunto de los ejércitos e inspeccionar las diversas divisiones, he regresado con la certeza de la invencibilidad del Ejército Rojo. Una total unidad de puntos de vista en las concepciones y las acciones reina entre los comunistas que organizar-, el ejército. Millares de especialistas militares no se han dejado engañar por los éxitos circunstanciales de Denikin y continúan trabajando honradamente con nosotros, lo que queda confirmado sobre todo por el elocuente llamamiento a los oficiales blancos lanzado por los antiguos oficiales que se hallan hoy en servicio en nuestro XIII Ejército. Se siente en las unidades del Ejército Rojo una profunda voluntad de atacar y vencer. Los refuerzos campesinos tienen una moral excelente. El abastecimiento se ve mejor ordenado semana a semana. Poseemos mucho más que lo que algunos piensan. Las estructuras de los suministros militares serán próximamente retomadas y asegurarán así, plenamente, la satisfacción de las necesidades del ejército. El Ural, nuestra segunda base, duplicará nuestros recursos. Tranquilidad, certidumbre, control de sí, trabajo sostenido: ¡la victoria será nuestra! ●