Escrito: 1 de junio de 1919.
Fuente de esta edicion: MIA.org
Traduccion: Matteo David, mayo 2019.
[De acuerdo la tradición de los marineros, en una tormenta en el mar la novena ola es la más peligrosa para un barco: si sobrevive a eso, el barco puede ser considerado seguro.]
Lo que estamos experimentando ahora es la novena ola de la contrarrevolución. Nos presiona en los frentes occidental y meridional. Amenaza a Petrogrado. Pero, al mismo tiempo, sabemos bien que, ahora, la contrarrevolución ha reunido sus últimas fuerzas y ha lanzado a todas sus reservas a la batalla. Esta es su ultima, su novena ola.
¡Qué inmensa diferencia con la situación del verano del año pasado! Entonces todavía teníamos poderosos enemigos internacionales que podría habernos aplastado con un asalto directo armado. Por el momento, el sangriento conflicto internacional los retuvo. En ese momento el Conde Mirbach se sentaba en Moscú como representante del poderoso militarismo alemán. En el Este los mercenarios checoslovacos de la Francia burguesa se rebelaron. Las primeras fuerzas anglo-americanas expedicionarias desembarcaron en el norte. La Rusia soviética estaba cara a cara con el militarismo europeo, armado hasta los dientes y su poder apenas sacudido.
Al mismo tiempo, la situación dentro del país era extremadamente tensa e inestable. Los campesinos aún no se habían comprendido la necesidad de la guerra que los capitalistas y terratenientes, de nuestro propio país y de otros, nos habían impuesto. Estábamos dando los primeros pasos en el camino de la movilización obligatoria. Los campesinos a menudo se resistían a estos pasos. El estado de ánimo de los campesinos se reflejó en nuestros primeros regimientos, apenas unidos. Una ola de motines sin sentido, sin propósito, pero a menudo extremadamente sangrientos, se produjo durante la primavera del año pasado, a través de las unidades del Ejército Rojo. La confusión y el vago descontento entre una parte considerable de los campesinos y soldados infectaron incluso a la parte más atrasado de los trabajadores. Los partidos pequeñoburgués mencheviques y Eseristas dirigieron, abierta o semi-abierta, la revuelta contra el poder soviético.
Detrás de la tapadera que proporcionaban, los elementos de la Guardia Blanca organizaron conspiraciones monárquicas.
¡Qué inmensa diferencia entre la situación interna e internacional de la República Soviética entonces y ahora!
Grandes masas del campesinado han llegado a comprender por experiencia, tanto de nuestras derrotas militares como de nuestros éxitos, que nuestra guerra es su guerra, que nuestro ejército defiende los intereses de los campesinos. A pesar de que el poder soviético se vio obligado a reclutar a una serie grupos etarios de campesinos, a pesar de que la carga de la guerra se ha hecho mucho más pesada durante este año, hemos visto al mismo tiempo un gran paso adelante en la dirección de la identificación completa de los campesinos con el poder soviético. Los campesinos, por supuesto, están descontentos con la guerra, pero se han dado cuenta de que no se debe al poder soviético, sino a los enemigos burgueses del pueblo trabajador. Después de los insignificantes brotes de marzo, hemos visto una calma absoluta entre los campesinos y la movilización se ha desarrollado satisfactoriamente en casi todas las provincias. Si exceptuamos los movimientos pogromos aislados como la revuelta en Gómel, o el motín de Grigoriyev, en localidades que han conocido el poder soviético sólo en los últimos meses, vemos en todo el resto del país, un crecimiento de solidaridad y disciplina en los regimientos del Ejército Rojo. En cuanto al proletariado, ha demostrado a través de sus movilizaciones voluntarias su vínculo inquebrantable con el orden soviético.
La situación internacional ha cambiado en la misma medida. El Militarismo alemán y austrohúngaro se ha hecho añicos. El Militarismo francés y británico sigue existiendo por fuera, pero está podrido por dentro y es incapaz de luchar. Ni Estados Unidos ni Gran Bretaña, y todavía menos Francia, están en condiciones de enviar un solo cuerpo militar a Rusia para luchar contra el poder soviético. Todavía tienen a su disposición un enorme aparato material de guerra, un sinnúmero de armas, ametralladoras, proyectiles y cartuchos de coches, coches blindados y tanques. Obligados por la fuerza de los obreros y campesinos franceses y británicos a abstenerse de luchar directamente contra nosotros, los bandidos anglo-francesas están suministrando armas mortales a la contrarrevolución rusa.
Hay que admitir que este último se ha fortalecido mucho durante el último año. En mayo de 1918 los capitalistas y terratenientes rusos dependían exclusivamente de los checoslovacos y, en general, de las bayonetas extranjeras. Desde entonces, han logrado crear sus propias fuerzas armadas. En este asunto, la burguesía fue ayudada al máximo, por un lado, por los eseristas y mencheviques, que organizaron para Kolchak su Ejército "popular" bajo la bandera de la Asamblea Constituyente, y, por otro, por los imperialistas anglo-franceses, que proporcionaron al Ejército Blanco los materiales y los instructores que necesitaba. Hace un año tenía motivos para temer que, después de deshacernos de Krasnov y Dutov, nos encontráramos cara a cara con nuestro principal enemigo, con el militarismo alemán o anglo-francés. Hoy sabemos con certeza que al deshacernos de Kolchak y Denikin lograremos la invulnerabilidad total de la República Soviética y daremos un poderoso estímulo para la revolución en Europa y en todo el mundo.
La contrarrevolución no tiene ni tendrá fuerzas mayores que las que Denikin, Kolchak, los estonios blancos y los finlandeses Blancos han movilizado contra nosotros. En el frente sur, en el Este y ante Petrogrado la contrarrevolución rusa, y con ella la contrarrevolución mundial, han apostado todo su destino a una sola carta. Por nuestra parte, necesitamos un último esfuerzo de todas nuestras fuerzas físicas y morales para rechazar el último ataque desesperado de las fuerzas oscuras de la vieja sociedad burguesa.
La contrarrevolución ha lanzado contra nosotros su novena oleada: romperá contra el pecho blindado de nuestros regimientos de obreros y campesinos.
En la Estación de Yevstratovka. ●
[Yevstratovka está a unos 100 kilómetros al este de Valuiki, en la línea ferrea de Vorónezh a Rostov sobre el Don.]
El 1 de junio de 1919. En el camino, No.50