Escrito: 12 de agosto de
1919
Fuente digital de esta edicion: en el Mia.org
Traduccion: MAtteo David, junio 2019.
La Ucrania soviética está pasando por un momento difícil.
Las fuerzas de los terratenientes y de la nobleza polaca están presionando al país por todos lados. El ejército ucraniano se retira.
El enemigo se regodea. Algunos amigos pusilánimes se están rindiendo.
Echemos un vistazo atrás. Hace un año, la Rusia soviética vivía momentos no menos difíciles que estos. Agosto de 1918 fue el mes más negro en la historia de la República Soviética. La zona occidental, el sur de Ucrania y Finlandia fueron ocupadas por los militaristas alemanes. Las fuerzas anglo-francesas ladronas estaban consolidando sus posiciones en Archangel y Murmansk. Krasnov se rebeló contra el Don. En el Volga la bandera de la insurrección había sido levantada por los asalariados checoslovacos de Francia. Junto con la Guardia Blanca habían tomado Samara, Simbirsk y Kazán, y amenazaban a Saratov, al sur, y a Nizhny-Novgorod, al norte. Habían separado a Rusia de los Urales y de toda Siberia.
Lo que asustaba no eran tanto estos éxitos enemigos temporales como, y mucho más, la impotencia del Ejército Rojo. Joven, inexperto, apenas unido a los destacamentos fortuitos, el ejército oriental se retiraba a lo largo de toda la línea. A principios de agosto Kazán cayó, y parecía que el camino a Moscú estaba abierto para los checoslovacos y Guardias Blancas.
Pero estas calamidades extremas evocaron una intensificación más extrema del esfuerzo de las obreras y campesinos revolucionarios. Todas las personas honestas de nuestro país se dieron cuenta de que lo que estaba en juego era el destino de los trabajadores durante muchos años. Los obreros y campesinos relegaron a un segundo plano sus propias reivindicaciones, sus intereses individuales y colectivos, su descontento; todos comprendieron que su primer deber era aplastar al enemigo.
Junto con esto, al ejército se le aseguró una retaguardia sólida. En agosto del año pasado, los kulaks rusos, y especialmente los del país del Volga, sintieron por primera vez la mano dura del poder soviético. Una movilización amplia y ordenada fue expulsada. Los kulaks que confraternizaron con la Guardia Blanca y los checoslovacos fueron fusilados sin piedad, y sus propiedades confiscadas para el beneficio de los campesinos pobres y las necesidades del Ejército Rojo.
Se introdujeron obreros y campesinos más firmes y valientes en nuestras unidades militares débiles y sin experiencia. Se estableció una disciplina inquebrantable. El personal de mando fue purgado despiadadamente de traidores e indisciplinados `atamanes' que no sabían cómo mandar ni cómo obedecer. El mes de agosto lo pasamos en un trabajo intenso y febril. Todo el país miraba hacia el Este con el corazón hundido: ¿tendríamos al enemigo en el Volga, lo arrojaríamos de vuelta al ala este, o tendríamos que retroceder y abrir de par en par las puertas que nos llevarían a Moscú?
El mes de agosto del año pasado no sólo fue un mal mes de desastres y alarmas, sino que también fue una época de la mayor intensificación de esfuerzos, de trabajo febril dirigido a formar y abastecer a los regimientos soviéticos rojos.
Este trabajo no fue en vano. Septiembre cosechó lo que Agosto había sembrado. El 10 de septiembre, las fuerzas del V Ejército, asistidas por unidades del 2 Ejército, arrancaron a Kazán del enemigo. Dos días después, el vecino 1 Ejército recuperó Simbirsk. Estos acontecimientos significaron un punto de inflexión importante y han entrado para siempre en la historia de la revolución rusa. El Ejército Rojo se sintió fuerte después de estas primeras victorias, mientras que la moral del enemigo disminuyó. Desde entonces hemos conocido tanto derrotas como victorias. Pero, en general, el Ejército Rojo ha ampliado en gran medida las fronteras de la República Soviética durante este período de doce meses y, lo que es más importante, los obreros y campesinos de Rusia saben ahora bien que no están indefensos.
El agosto negro del año pasado se ha repetido ahora para Ucrania. El país está bajo presión enemiga del oeste, este y sur. Nuestro ejército rojo ucraniano es todavía joven y carece de la organización y el temple necesarios en la batalla. Todavía está retrocediendo. El enemigo se está regodeando. Los amigos se preguntan, ansiosamente: ¿sobrevivirán los trabajadores y campesinos Ucranianos?
Pero también para Ucrania, este mes difícil no es sólo un tiempo de derrota, sino también un tiempo de intenso trabajo constructivo. Cientos de miles de los mejores y más conscientes trabajadores y campesinos están entrando en las unidades de Ucrania. Miles y decenas de miles de refuerzos están pasando por los batallones de reserva y se están convirtiendo en reclutas disciplinadas. Los suministros están comenzando a llegar con regularidad y a ser distribuidos como es debido. Y ha comenzado una seria purga en la retaguardia. El poder soviético en Ucrania ha tomado una escoba de alambre de púas con la que barrer las ciudades y pueblos para eliminar a las Guardias Blancas y a los parásitos kulak.
Así, la Ucrania soviética está siendo purgada y fortalecida por ambos lados. Todavía nos estamos retirando. Pero estamos ganando fuerza: el ejército ucraniano se está consolidando y creciendo. El agosto'negro' de Ucrania será seguido por un septiembre de victorias ucranianas.
¡No aflojen sus esfuerzos y no se desanimen, camaradas obreros y campesinos! Ucrania no caerá en manos del terrateniente y del zar! Ucrania seguirá siendo para siempre una tierra proletaria y muzhik (campesino revolucionario) de trabajo honesto. ●
"En el Camino", N°.80, el 12 de Agosto de 1919.