Leon Trotsky

PROBLEMAS INMEDIATOS DE LA CONSTRUCCIÓN MILITAR

 


Escrito: 12 de julio de 1919
Fuente de esta edicion: MIA.org
Traduccion: Izquierda revolucionaria, con cuyo permiso aparece aquí.


 

Carta a los Consejos Militares Revolucionarios de los ejércitos y los frentes Vorónezh-Kursk, 12 de julio de 1919

En el curso de los últimos meses los ejércitos de la República Soviética han sufrido graves reveses, pero también han logrado grandes victorias. Haciendo abstracción de causas especiales, nuestros fracasos derivan de una fuente fundamental: la insuficiencia del abastecimiento, que no ha permitido enviar a tiempo al frente los refuerzos. Esa falta de suministro se debía, por su parte, en gran medida, a la mala organización de las instancias superiores: la Oficina Central de Distribuciones Militares dependía tan pronto del Departamento Militar y tan pronto del Consejo Superior de Economía Nacional; el Comité Extraordinario de Distribuciones Militares se veía arrinconado entre dos departamentos y no poseía siquiera sus propias estructuras. Por último, la Oficina Central de Distribución no era más que un simple órgano de reparto, independiente de los órganos de suministro en cuanto a su organización. Bajo la influencia de duras lecciones, actualmente se ha elaborado una organización que dará los resultados descontados por la aplicación seria y enérgica de los métodos previstos. El camarada Rykov ha sido designado al frente del conjunto del aprovisionamiento militar. La Oficina Central de Distribuciones Militares, el Comité Extraordinario de Distribuciones Militares y la Oficina Central de Distribución estarán en adelante bajo sus órdenes.

Amplios círculos del partido no siempre captan con claridad los motivos fundamentales de nuestros fracasos. Por otra parte éstos parecen por sí mismos mucho más alarmantes por lo mismo que están lejos de la línea del frente. También es comprensible. En el frente los responsables no solo conocen mejor las causas de los fracasos, sino que además se dan cabal cuenta de que bastaría muy poco para llegar a un giro y asegurar la victoria. Nuestros reveses en el frente sur, indudablemente muy lamentables, de nuevo han suscitado en la retaguardia, además del pánico, un alzamiento de escudos contra las bases mismas de nuestro sistema militar, fruto de una larga experiencia y del trabajo colectivo de innumerables militantes del partido. Esta vez las voces de los miembros del partido que se conforman con pasar rápidamente por el frente han dominado a todas las demás en la prensa partidaria y en el curso de las reuniones convocadas en la retaguardia; son observaciones superficiales que pasan por ser las últimas conclusiones de la práctica militar. Los militantes que por su incapacidad demostrada para hacer frente a responsabilidades militares han sido enviados de vuelta por los consejos de guerra revolucionarios de diversos frentes también gozan de cierta autoridad. Y de ello resulta una imagen alterada de la situación real. En diferentes círculos del partido se intenta, por ejemplo, poner sobre el tapete el problema de los especialistas militares, cuando en nuestros ejércitos mejor organizados y coordinados este problema ha dejado de serlo. Por otra parte los verdaderos problemas engendrados por el desarrollo del ejército permanecen al margen de toda discusión práctica basada en la experiencia adquirida.

El deseo expresado por el congreso, de convocar periódicamente a reuniones de militantes responsables del partido que trabajen en el departamento militar, es de muy difícil realización, sobre todo en este momento, particularmente duro; la reunión tendría más importancia y se revestiría de mayor autoridad si se tratara de un congreso de los responsables superiores; no obstante, es absolutamente imposible desvincularlos del frente en una época tan crítica.

Las relaciones directas entre los responsables superiores del ejército pueden remplazarse hasta cierto punto por intercambios escritos de, opiniones en forma de resoluciones, informes, etc., a propósito de los asuntos más importantes y urgentes de la construcción militar. La presente circular destaca algunos de esos problemas. El suministro

La experiencia prueba que la unificación de los frentes es real, sobre todo en lo que concierne a las operaciones. Pero en rigor tanto en el campo económico como en el político los ejércitos llevan una existencia en gran parte independiente del centro del frente. Las tentativas de organizar en este terreno una centralización bien rigurosa no han arrojado hasta ahora resultados satisfactorios. Nuestros ferrocarriles trabajan con demasiada lentitud para atenernos a ellos y hacer maniobrar los cargamentos militares a partir del centro. Por eso el suministro de los ejércitos del frente no puede basarse en los stocks del frente. Los stocks y las reservas del ejército desempeñan un papel decisivo según las necesidades.

En realidad, la tarea de los órganos de suministro del frente no consiste en concentrar datos sobre las reservas materiales a fin de distribuirlas en la medida de las necesidades; consiste antes bien en asegurar a tiempo a cada cuerpo de ejército las reservas indispensables para un largo período. Los órganos de suministro del frente deben asimismo organizar en cada cuerpo de ejército un aparato de distribución que sea serio, práctico y capaz de iniciativas y que pueda disponer con toda independencia de las reservas, teniendo al día el inventario y sin despilfarro alguno. En otros términos, el papel de los órganos de suministro del frente es, en primer lugar, un papel de intermediario, de control e inspección.

Sin impulsar demasiado lejos los objetivos de una centralización excesiva del suministro del frente, hay que montar organismos que sean vigorosos, capaces de tomar iniciativas y de impartir instrucciones; su tarea consistirá en crear un mecanismo de suministro de los ejércitos para asegurar una rápida disponibilidad y a tiempo de botas, fusiles, grasa y municiones a los soldados que tengan necesidad de ello. Es indispensable liquidar al precio que sea las criminales demoras administrativas de los órganos de suministro del ejército y el estéril burocratismo que han ocupado el lugar del caos anterior sin eliminarlo, sino completándolo. Las demandas van de la compañía al regimiento y de la brigada o de la división hasta el ejército con una lentitud suprema, y el objeto de la demanda sigue exactamente el mismo camino, pero en sentido inverso: mientras que el papel iba de abajo hacia arriba, el objeto va de arriba hacia abajo. Entretanto, las unidades que necesitaban diferentes cosas cambian de posición, se mezclan, son reformadas o asignadas a otras formaciones, etc. De este modo, la bota no llega a ser calzada por el pie del soldado. Es indispensable que los responsables del suministro militar lleguen a tener a la vista un claro detalle de las reservas y las necesidades de cada unidad, y que lo mantengan constantemente al día basándose en los recorridos de sus inspectores y en las relaciones políticas y operacionales; los propios responsables del suministro deben disponer del envío de trenes militares y de columnas con el material indispensable hacia las unidades que irás lo necesiten. Este tipo de trasportes debe ir acompañado por escoltas, que entregarán a quien corresponda el suministro necesario y establecerán las debidas relaciones. Hay que obligar a los responsables del suministro a dar por sí solos con el soldado falto de botas o con la cartuchera vacía, a fin de calzar al primero y llenar la segunda sin esperar pasivamente el arribo de informes y echar la culpa al papelerío, sin tomar para nada en cuenta las características de la guerra de movimiento, que exige, no obstante, rápidas iniciativas de la dirección del suministro militar.

Dar al suministro militar una amplia independencia, poner a su disposición reservas que sean importantes, enseñarle a valerse de su independencia en interés de la situación y castigar con severidad la lentitud, la burocracia y el despilfarro de los bienes públicos: tales son las tareas de la dirección del suministro del frente y de las instancias que la sostienen.

Con un régimen así las unidades del ejército tendrán que preocuparse mucho, menos por las menudencias y el suministro de todo tipo. Sin embargo, considerando el volumen de las exigencias de nuestra novena división, la insuficiencia de los medios de trasporte y la diversidad de lugares en los que, se desarrollan las operaciones, resulta indispensable darse cuenta de que ninguna medida de previsión de las instancias superiores libera a la administración de la división misma de la necesidad de cubrir ciertas exigencias con almacenamientos independientes. Por el momento, tales operaciones poseen un carácter semiclandestino, cuando no son completamente ilegales; precisamente por esto suelen superar los límites de la estricta necesidad. Esto es igualmente válido en lo que concierne a los préstamos que diferentes autoridades toman de los stocks cuando las unidades siguen la línea de fuego o a raíz de un repliegue. Como las operaciones locales e independientes de suministro, o los préstamos tomados de las reservas locales sin las órdenes correspondientes, se deben a urgentes necesidades, claro está que semejantes operaciones difícilmente pueden ser reglamentarias. Ello no impide que puedan y deban ser legalizadas y reglamentadas mediante la aplicación de instrucciones generales a este respecto. Hay que hacerles comprender bien tanto a los comandantes y los comisarios como a las autoridades locales que, sin dejar de respetar el centralismo y las formas, es preciso ante todo tomar en cuenta los intereses de la causa; cuando estos son evidentes, se vuelve indispensable una iniciativa independiente del marco de comando respectivo en colaboración con las correspondientes autoridades soviéticas y bajo su común responsabilidad. Por ejemplo, a raíz del repliegue de nuestras unidades en las provincias de Karjov, Kursk y Vorónezh, el estado mayor más próximo no llegaba a tomar la decisión de requisar los caballos que, no obstante, necesitaba. Los comisariatos locales se atrincheraban tras la falta de instrucciones regionales. Y finalmente los caballos cayeron en manos de Denikin, quien los utilizó para rechazar un poco más lejos a las unidades rojas. Con el objeto de justificar semejante escándalo, algunos comandantes y comisarios pusieron por delante su temor de ser pasibles de juicio por insubordinación. Y para castigar tan pasiva y culpable indiferencia es necesario adoptar, cuando las condiciones lo exigen, medidas tan severas como las que se toman para castigar el despilfarro del bien público.

Las secciones políticas y los comisarios

Como consecuencia de la trasformación de las secciones políticas del ejército en pequeñas células, vimos desarrollarse una tendencia a transferir el centro de gravedad del trabajo de las secciones políticas del ejército a las secciones políticas divisionarias. Es una tendencia cabalmente justa. Esto no quiere decir, sin embargo, que deba llevar, como se ha visto en ciertas unidades, a la supresión casi total de las secciones políticas del ejército, lo cual anularía la posibilidad de un control permanente y la posibilidad, asimismo, de la dirección del trabajo por los comunistas en las unidades militares. Una de las tareas primordiales de las secciones políticas del ejército sigue siendo la dirección, por todos los medios posibles, de la actividad de los comisarios, sobre todo de regimiento, en los que descansa en gran parte la organización del ejército.

En ciertos círculos del partido se ha dado a observar que los comisarios solían limitar su papel a un control formal del trabajo de los especialistas militares a fin de impedir las maniobras contrarrevolucionarias y sin entrar, pese a todo, en lo vivo de su actividad. Por cierto que hay casos como esos, en la medida en que hay asimismo malos comisarios, malas secciones políticas y consejos de guerra revolucionarios poco enérgicos. Ni que decir que el comisario no está llamado en modo alguno a remplazar al comandante del regimiento o al responsable de la sección económica, y menos aun a separarlos cuando están en su puesto; pero se halla íntegramente habilitado para completarlos no solo gracias a un vigilante control a fin de cubrir todas las necesidades del regimiento, sino también con iniciativas directas, con un trabajo concreto de la mano con el comandante o el responsable económico. Es lo que ocurre cada vez que el comisario está a la altura de su tarea, cuando no se siente representante responsable del poder de los obreros y los campesinos, y cuando, extraño a las intrigas y los embrollos, conquista su posición de dirigente del regimiento gracias a su vigilancia, a su atención y a su absoluta falta de desmayo.

La proposición de candidatos capaces en el puesto altamente responsable de comisario de regimiento es uno de los deberes más importantes de la sección política del ejército.

Asuntos de formación

El Ejército Rojo de hoy se ha formado y continúa formándose de dos maneras: a partir de los destacamentos irregulares o semirregulares de guerrilleros, originados durante la guerra civil, y a partir de formaciones elaboradas en la retaguardia según las instrucciones del Estado Mayor Supremo Panruso. Tanto unas como otras, estas unidades han estado y siguen estando sometidas a una prolongada formación en el frente, lo cual las hace aptas para el combate.

La mala atención de una serie de unidades llegadas de la retaguardia al frente ha levantado reproches muy naturales por parte de los responsables de éste y hasta ha dado origen a la exigencia de eliminar toda formación en la retaguardia, limitando así el papel de esta última al simple reclutamiento de tropas complementarias. Ha habido quienes, un tanto retrógrados, han llegado incluso a retomar este punto de vista a propósito del primer período de construcción del ejército, proclamando que intentar organizar la menor división en la retaguardia es un error fundamental.

Salta sin embargo a la vista que, antes de formar algunos cuadros más o menos estables en el frente mismo, la construcción del Ejército Rojo no podía llevarse a cabo de un modo que no fuera el de las formaciones en la retaguardia. La formación de retaguardia desempeñó, gracias a una justa organización de las estructuras de aprovisionamiento, de los convoyes militares, etc., un papel tan considerable en la organización de tropas actualmente consolidadas en el frente como las unidades combatientes irregulares. Aun después de la creación de unidades estables en los frentes, no podía tratarse de limitar la formación del ejército a la provisión de tropas complementarias. La marcha de las operaciones y el desarrollo de los frentes exigían siempre que de tiempo en tiempo nuevas reservas se pusieran a disposición tanto del comando central como del comando de los frentes. Estas reservas frescas estaban justamente constituidas por las nuevas formaciones. Así se formó últimamente una gran parte de las unidades, en particular en las regiones fortificadas.

El Consejo de Guerra Revolucionario de la República ha procurado acercar a los frentes los centros de formación, confiando a los primeros la vigilancia de la formación misma.

Es importantísimo verificar la experiencia adquirida en este terreno. Son muchos los responsables que afirman que, de acuerdo con las últimas comprobaciones, los regimientos formados en la retaguardia son en fin de cuentas los mejores, los mejor organizados desde un primer momento y susceptibles de ser luego educados y aguerridos en el frente. Es absolutamente indispensable que los Consejos de Guerra Revolucionarios lleguen a una justa estimación de los regimientos que componen sus respectivos ejércitos, sobre la base de los datos que están en posesión de ellos y teniendo en cuenta la historia del regimiento, es decir, si ha sido formado a partir de un destacamento de guerrilleros, si ha sido formado en la retaguardia o si es el producto combinado de ambas cosas.

Solo una evaluación como ésta puede arrojar indicaciones valederas para el futuro.

Estamos obligados a fundar y desarrollar un ejército en condiciones absolutamente excepcionales y ejemplares por su rigor. Tendiendo a una exactitud total en la formación, al mismo tiempo debemos cuidarnos de todo estereotipo. Es indispensable, apreciar con suma atención los frutos de nuestro propio trabajo, y también evitar embarcarnos en nuestras pequeñas chifladuras: centralización mecánica del suministro, exigencia de renunciar por completo a las formaciones de retaguardia, etc. Es, pues, absolutamente indispensable que los Consejos de Guerra Revolucionarios de los ejércitos expongan sus conclusiones en todos los problemas presentados en la presente carta, después de haber solicitado la opinión de sus responsables más altamente ubicados, tanto los especialistas como los dirigentes políticos.

En vista de que resulta en extremo difícil separar del ejército a los responsables para efectuar una reunión, particularmente en el período crítico que actualmente atravesamos, es dable hasta cierto punto remplazar ese tipo de averiguación por un indispensable intercambio de experiencias y valerse en seguida de éstas como documentación preciosa para la elaboración de las medidas consideradas en interés del desarrollo y la consolidación del Ejército Rojo.

Es indispensable enviar las respuestas, aun preliminares, a más tardar el 15 de agosto. ●