Escrito: Septiembre de 1918
Fuente de esta edicion: MIA.org
Traduccion: Matteo David, noviembre 2018.
Html: Marxists Internet Archive.
El pánico es gregario, un miedo ciego y sin objeto, el pánico se desata por uno o dos disparos, un oscuro rumor: "nos están desbordando...", y la unidad retrocede por terror sin sentido. ¿Por qué perdimos Kazán a principios del mes de agosto? Debido a que algunas unidades fueron presas del pánico ignorantes, vergonzoso, y escapa ante fuerzas insignificantes del enemigo. [*] Kazán podría haber sido tomada el 5 de agosto, con muy pocas bajas. Pero ahora vamos a tener que tomar Kazán con un gasto mucho mayor de fuerzas y vidas.
El soldado ignorante, inconsciente, defectuoso y cobarde, está sujeto a entrar en pánico. Y es más probable que pierda, que alguien mas, por temor sin sentido por parte de un mal consejero. Un hombre en las garras de pánico se precipita, sin pensar, y con frecuencia se encuentra con un peligro real y perece. Los soldados conscientes, valientes no ceden al pánico. Pesa todas las circunstancias, conserva la calma necesaria, y por lo tanto a menudo salva su vida incluso en las condiciones más difíciles. Los cobardes mueren mas que los hombres valientes.
Hay soldados que siembran el pánico. Son los que siempre pasan el chisme alarmante y que son los primeros en levantar el grito: "Nos desbordan... Tenemos que retroceder." Debido a esas criaturas sin valor miles de hombres a veces se retiran antes de unas pocas docenas.
22.000 checoslovacos en total. Los agentes de la Guardia Blanca no son también muy numerosos. Podríamos tener un acuerdo con ellos en un par de días si nuestras unidades jóvenes no se hubieran tomado por la enfermedad del vil pánico. Debemos poner fin a la misma de una vez por todas. Los Comisarios, comandantes, soldados avanzaron, los agitadores comunistas, todos deben declarar la guerra implacable contra el pánico. ¡Acabar con el pánico! ¡Castigo severo para los que siembran el pánico! ●
Septiembre de 1918
[*] En la derrota de Kazán el pánico fue tan grande que el Comandante en Jefe Vatsetis, acompañado de seis hombres del Ejército Rojo del 5º regimiento letón, tuvieron que luchar para salir de la ciudad, y sólo sobrevivió por buena suerte.