Leon Trotsky

INFORME DE LA DELEGACIÓN SIBERIANA

 


Escrito:1903
Datos sobre la publicacion: Ediciones Espartaco Internacional; I.S.B.N.: 84-607-5108-2; Depósito legal: B-36.726-2002; IMPRESO EN ROMANYÀ VALLS, S.A. La publicación de este texto en español se hace con autorización de la asociación Les Amis de Spartacus 8, impasse Crozatier 75012 Paris
Publicado por primera vez: En 1903 como Vtoroi S'ezd Ros. Sots. Dem. R.P. Otchet Sibirskoi Delegatsii
Fuente de esta edicion: Título en versión francesa: RAPPORT DE LA DÉLÉGATION SIBÉRIENNE, Traductor: Emilio Madrid Expósito; Primera edición en español: Julio de 2002
Fuente digital de la version al español: Ediciones Espartaco Internacional
Traduccion: Traducido del ruso por Denis Authier.
HTML: Marxists Internet Archive.


 

Nota de los editores

No es necesario subrayar la importancia, en el movimiento obrero ruso, del 2º congreso del Partido Obrero Social-Demócrata de Rusia que vio, en 1903, la escisión entre “minoritarios” y “mayoritarios” (mencheviques y bolcheviques).

Al haber sido muy viva la polémica, numerosos delegados redactaron inmediatamente informes sobre el congreso. Entre los más importantes citamos los de Lenin, Martov, Trotsky y Krasikov.

Hasta ahora no se conocían más que los informes de Lenin, sintetizados en Un paso adelante, dos pasos atrás. Hoy publicamos el informe de Trotsky, cuyo interés histórico y político, para una apreciación menos mitificada del bolchevismo, es evidente.

Desde hace algunos años, las obras de Trotsky son ampliamente publicadas y es restablecido su papel en el movimiento revolucionario ruso. La gigantesca empresa de falsificación estalinista de la Historia y de la Revolución rusa se hunde y este hundimiento no puede más que acelerarse con la crisis del capitalismo ruso y el renacimiento de corrientes de oposición. En este contexto, la presente publicación merece, no obstante, una mención especial. Pues si el estalinismo ha intentado, con un éxito pasajero, borrar hasta el recuerdo de Trotsky y de su papel, en lo concerniente al período 1903-1917, la corriente desmitificadora choca con una segunda empresa de falsificación: la de las corrientes trotskistas mismas que ocultan (o ignoran) todo lo que, en Trotsky, ha podido ser antileninista. Éstas siguen, agravándolo, el ejemplo de Trotsky que se opuso, hasta el final de su vida, a la publicación nuevamente de su informe y de Nuestras tareas políticas, texto de la misma época que desarrolla los mismos temas

La reaparición del proletariado en la escena mundial no se traduce únicamente en un cierto número de acontecimientos (Alemania del Este 1953, Polonia y Hungría 1956, Bélgica, invierno de 60-61, motines del proletariado negro americano, motines obreros de América latina – Santo Domingo, Córdoba, Curaçao – Francia 1968, “Mayo rampante” italiano; esta lista no es, evidentemente, exhaustiva), sino también en el renacimiento de la teoría crítica con la que el movimiento intenta, entre otras cosas, apropiarse de nuevo de su historia, de donde surge la renovación del interés por ciertos textos ya antiguos y polémicas aparentemente nuevas.

Así, una traducción oral de Nuestras tareas políticas y del Informe de la delegación Siberiana sirvió a la reflexión y al trabajo de algunos compañeros. Y cuando Daniel Guérin nos ha hecho partícipes de su intención de publicar Nuestras tareas políticas en una colección de la que es director literario, en las ediciones Pierre Belfond, le hemos propuesto a uno de nosotros como traductor. Como se suponía, nuestro compañero redactó, además, un prefacio. Daniel Guérin se opuso a su publicación por diversas razones literarias y formales (prefacio confuso, mal escrito, que aclaraba insuficientemente un texto muy difícil, etc.), pero acabó por revelarnos que se encontraba en una “situación inextricable”, pues el albacea testamentario de Trotsky se oponía lisa y llanamente a la publicación de este prefacio. De este modo supimos de la existencia de un ejecutor (!) testamentario (¡uf!) de Trotsky, encargado al parecer de realizar la revolución mundial y de vigilar por su permanencia, pero armado en todo caso del poder legal de decretar lo que el movimiento obrero puede conocer o debe ignorar de la obra de Trotsky (por consiguiente, de la historia del movimiento obrero ruso) y al que Daniel Guérin reconocía, además, el derecho moral de decidir lo que se debe pensar acerca de ello y de lo que es conveniente decir sobre lo mismo. Nuestra colaboración con las ediciones Pierre Belfond se detuvo ahí.

Nuestro interés es que Nuestras tareas políticas aparezca lo más pronto posible. Mientras tanto, publicamos el prefacio rechazado en el mismo folleto que el Informe de la delegación siberiana, no constituyendo esta yuxtaposición ni un artificio ni un remedio para salir del paso, en la medida en que Nuestras tareas políticas es un desarrollo de los principales temas del Informe y se inscribe en el mismo contexto.

Noviembre de 1969.

Denis AUTHIER, Pierre GUILLAUME, Jean- Pierre CARASSO

Prefacio

No me he decidido inmediatamente a publicar este trabajo. Fue concebido para los comités de nuestro Partido en los dos días que siguieron al final del Congreso. Fue escrito deprisa con fines de agitación que no toleraban ningún retraso. El carácter candente de las cuestiones que abordo en este folleto le ha valido ser difundido más ampliamente de lo que yo calculaba. Sin embargo, no tiene más que la forma de un informe que presento como delegado al Congreso de la organización por la Unión siberiana. Se han hecho copias de lo que había escrito y copias de estas copias, abundantes - repitiendo las palabras del monje Laurent 25 - en pasajes olvidados, añadidos y escritos de nuevo. Este proceso natural se encuentra en un estadio de desarrollo tal que aparece como casi inevitable la intervención de Joseph Gutenberg.

Pero no son sólo las "faltas de copista" las que me empujan a publicar mi informe. Hay asimismo razones más importantes. Las divergencias en materia de organización que se han revelado en el Congreso no han vuelto a desaparecer cuando el presidente ha pronunciado su última palabra. Estas divergencias han prorrumpido fuera de la sala de las sesiones y se han propagado por todo el Partido. Hoy, con la declaración oficial sobre el Congreso 26 , las divergencias han emergido definitivamente de la clandestinidad. No se las puede callar, ni esquivarlas; hay que superarlas.

Todos los elementos del Partido, consciente, semiconsciente o inconscientemente, se agrupan alrededor de dos tendencias. Estas divergencias se transforman en choques, tanto más fácilmente cuanto que son divergencias en materia de organización. En el proceso de esta práctica, las dos tendencias se definen cada vez más, pero cada una a ritmos desiguales. Si la concepción más compleja, "dialéctica", de la organización del Partido, a la que se adhiere el autor de este informe, no ha podido hasta ahora perfilarse más que a grandes rasgos, por el contrario, las concepciones organizativas extremadamente simplificadas de la parte adversa han tenido tiempo de darse una forma casi irreprochablemente "pura" (cf. por ejemplo, las actas del Congreso de la Liga) 27 ; en muchos aspectos, incluso se han invertido apresuradamente, sin ganar nada con ello, por lo demás 28 .

El informe no hace más que fijar el punto de partida de estas dos corrientes y, desde este punto de vista, tiene sobre todo un interés "histórico". Pero aquel a quien interese vivamente el futuro posible de estas dos tendencias (y no puede dejar de interesar a cada miembro del Partido), debe confrontar su estado actual con su pasado próximo; y para esto, mi informe guarda todavía hoy y guardará mañana su actualidad. El autor ha sentido una gran satisfacción moral al leer un artículo escrito no hace mucho tiempo en la Iskra por un compañero muy autorizado 29 (Lo que no hay que hacer, nº 52), en el cual ciertos aspectos particulares del "centralismo" desorganizador 30 son caracterizados en términos parecidos a los que yo utilizo en mi informe.

Esto se explica por el hecho de que las definiciones salen por sí mismas de la pluma.

En mi manuscrito, he suprimido algunos pasajes de carácter secundario o personal que habrían tenido cabida en una misiva clandestina a los comités, pero que no eran para poner en un folleto impreso. Por lo demás, el informe ha sido impreso tal como ha sido escrito.

N. TROTSKY. 31

LEÓN TROTSKY

Informe de la Delegación Siberiana
sobre el segundo Congreso del Partido
Obrero Social-Demócrata de Rusia

(Ginebra, 1903)

Queridos camaradas:

Nos habéis confiado 32 la representación de la Unión siberiana en el II Congreso del Partido. En el momento presente, este mandato está realizado. El II Congreso, el objeto de esperas tan apasionadas, de esperanzas tan grandes, el momento final de un trabajo organizativo previo enorme, el punto de partida de una vida política común a todo el Partido, el II Congreso es ya un hecho histórico realizado. Digámoslo enseguida: el congreso no ha justificado las esperanzas puestas en él. No sólo no ha añadido muchas cosas, sino que ha quitado muchas. Nos resulta difícil, cuando aún no se han aplacado los altercados acalorados que han surgido de modo tan inesperado en este lugar en que, aparentemente, se los debía esperar menos, nos resulta difícil contar los más y los menos del Congreso, hacer un balance político de sus trabajos. El historiador futuro de la Social-Democracia rusa lo hará mejor y de modo más imparcial que nosotros. Pero nosotros tampoco tenemos derecho a no hacer este informe. Las decisiones del II Congreso son la base formal que servirá de punto de partida en nuestra política de Partido y a la cual nos referiremos con frecuencia. Y esto, por un período cuya duración no se puede determinar... ¡hasta el III Congreso, camaradas! No habríamos cumplido todos nuestros deberes hacia vosotros si no nos hubiésemos esforzado en poner en claro, en los trabajos del Congreso, los síntomas que han aparecido en él, no tanto en virtud de la lógica subjetiva de nuestros camaradas de Congreso como en virtud de la lógica objetiva del desarrollo de nuestro Partido. No habríamos cumplido con todos nuestros deberes ante vosotros si no nos hubiésemos tomado el trabajo de explicar, mejor que puedan hacerlo las actas, el sentido y las razones políticas de nuestra conducta en el Congreso. Expresamos la esperanza de que nuestro informe servirá de guía a algunos camaradas cuando deseen conocer los voluminosos materiales de las actas oficiales. El historiador futuro de nuestro Partido quizá utilice además esta carta como un "documento humano"...

Camaradas, sabéis de qué modo considerábamos el Congreso. De antemano, le hemos reservado un lugar honorable en el destino de nuestro Partido. Pero nadie nos reprochará el pecado de haber sobrestimado el valor creador del Congreso. Ni un solo instante hemos pensado que el Congreso era capaz de transformar el agua en vino o satisfacer el hambre de las masas con unas migajas de pan. El Partido no es la suma aritmética de los comités locales. El Partido es una totalidad orgánica. He ahí por qué el Congreso es capaz de crear el Partido en la medida en que el Partido es creado por un trabajo prolongado, realizando su unificación técnica e ideológica. Nosotros realizamos este trabajo "con el sudor de nuestra frente". Llega un momento en que sentimos la necesidad de fijar formalmente nuestras conquistas. Es entonces cuando el Congreso interviene con pleno derecho. Hace pasar al dominio de la conciencia todo lo que se había desarrollado a medias a nuestras espaldas, registra la resultante de nuestros esfuerzos colectivos e individuales, dibuja los contornos formales, elabora normas jurídicas, erige estatutos, crea títulos, inscribe los párrafos.

El Congreso es un registrador, un controlador, pero no un Creador. Por lo que sabemos, todos los camaradas no estaban dispuestos a apreciar el Congreso visto bajo este aspecto. Tememos que esperanzas exageradas den lugar a una decepción exagerada e incluso a un pesimismo ilegítimo. Pero vosotros, camaradas, no os separáis naturalmente de nosotros sobre la concepción del papel del Congreso. La prueba de ello es la resolución 33 que en su momento habéis recomendado a la atención del Comité de organización 34 .

Hemos dicho que el Congreso no es más que un registrador. No se debe entender esto de una manera formal.

El Congreso mismo debe ser parte integrante del trabajo orgánico de unificación del Partido. Cuando, en largos párrafos, registramos un trabajo ya efectuado, no hacemos más que cumplir un rito jurídico; abstraemos, del análisis de los elementos de práctica que aportamos con nosotros, datos extremadamente preciosos y trazamos las vías de una técnica más perfecta para el trabajo posterior, en otras palabras: efectuamos un trabajo de autoeducación, haciéndonos partícipes los unos a los otros de los resultados de nuestra experiencia práctica y teórica. El Congreso debía hacer que se encontrasen, durante algunas semanas, camaradas provenientes de lugares diversos, de ramas diversas en el trabajo del Partido y, lo que es más importante, prácticos y teóricos. Los teóricos debían confrontarse con los que tienen la tarea de encarnar sus conclusiones en la práctica 35 . Los prácticos debían llevarse nuevas reservas de ideas generales para alimentar su trabajo de agitación. Es P.B. Axelrod quien ha subrayado con una insistencia particular este aspecto educativo del Congreso a través de discusiones que tuvo el año pasado con camaradas rusos o extranjeros.

En qué no ha respondido el Congreso a nuestras espectativas*

[* Los subtítulos son del traductor, D. Authier.]

Todo el mundo tiene derecho a esperar que un informe sobre el II Congreso (Congreso que fue esencialmente, y no sólo formalmente, constitutivo) ofrezca ante todo el panorama de una elaboración colectiva del programa y de las resoluciones de táctica, el cuadro de un trabajo colectivo, que establece los rasgos fundamentales de nuestro pensamiento y de nuestra acción, rasgos que nos dan el derecho a llamarnos Partido Social-Demócrata.

El que espere un relato así, se equivoca.

El Congreso nos ha dado, es verdad, un programa o, más exactamente, ha adoptado sin correcciones de fondo el proyecto de programa presentado por la redacción de la Iskra y de la Zaria 36 . Y aunque esta parte de sus trabajos ha sido positiva sin ninguna duda, no hay nada que decir sobre ello pues, en realidad, el Congreso ha constatado solamente que en este dominio "todo iba bien". Las voces críticas de los camaradas Martynov y Akimov 37 y de algunos delegados del Bund han resonado aisladamente. En cuanto a las resoluciones de táctica 38 , no hemos dispuesto de suficiente tiempo para juzgarlas. Con excepción de dos o tres, fueron propuestas y redactadas por la "minoría" (ver más adelante), que las examinó rápidamente en los minutos libres del Congreso; fueron adoptadas por el Congreso en las dos o tres últimas horas de la última sesión.

Si los camaradas no encuentran en nuestro informe lo que buscaban, no tendrán que echar la culpa a los que lo han redactado. Ellos mismos no han encontrado en el Congreso lo que buscaban y, naturalmente, no pueden dar más de lo que han recibido. Si en el informe lo esencial está ocupado por el registro y la caracterización de los votos sobre algunas cuestiones de estatutos y sobre las elecciones, es únicamente porque en estos dominios residía el centro de gravedad del Congreso. Durante la segunda mitad de sus sesiones, el Congreso se ha transformado simplemente en un juego de azar electoral.

En lugar de registrar en su conciencia, de dar sentido al trabajo organizativo ya realizado, el Congreso lo ha borrado todo, y se ha puesto a grabar las tablas de la ley bajo la inspiración divina. No ha contado con las organizaciones que se han formado en los hechos, que se han reforzado y han adquirido influencia. ¡No! Con una mano libre, o más exactamente, con sus manos libres (había veinticuatro) 39 , ha pegado unidades desemparejadas en nuevos grupos y, por medio de párrafos, ha intentado insuflarles la vida. Pensaba crear, y sólo ha destruido.

Para sorpresa vuestra, os apercibiréis de que algunos detalles de los estatutos de organización, secundarios, al parecer, son proyectados al proscenio, que las divergencias sobre estos detalles han creado una "mayoría" agrupada sobre una base muy estrecha y que, sin embargo, se ha consagrado a la liquidación de las antiguas organizaciones, formadas en la lucha y para la lucha. Os apercibiréis de que lo que ha agitado al Congreso no son las cuestiones que afectan a la profundización y ampliación de la lucha política, sino la cuestión de la "cooptación recíproca" de los miembros del Comité central y de la redacción del Órgano central. Dos tercios de los obreros organizados se encuentran en algunas ciudades fuera de la dirección de los Comités locales: no es esta cuestión la que ha sido objeto de acaloradas disputas, sino la de saber si había que hacer entrar nuevos miembros en el Comité Central sobre la base de dos tercios o por unanimidad. No es la cuestión de las manifestaciones armadas la que ha absorbido un tiempo precioso; no, es la cuestión del "quinto", de ese personaje misterioso que ha surgido de modo inesperado en el Congreso y que ahora casi se ha convertido en una cuestión de vida o muerte para la socialdemocracia revolucionaria.

Hay que tomar los hechos tal como se nos dan. Más allá de estos hechos, hay que descubrir las causas generales; hay que explicar que los debates sobre la "cooptación mutua" y sobre "la unanimidad" no han sido una pura gimnasia jurídica del espíritu, hay que mostrar que el "quinto" no es un deus ex machina. He ahí nuestra tarea.

Por qué el Bund fue excluido del Partido

El Congreso es un registrador, un controlador, pero no un creador. Esto apareció en primer lugar con el Bund 40 , que nos ha hecho perder mucho tiempo. La actitud de su delegación en el Congreso se resume en una frase: presentar su balance. Por supuesto, ya sabéis que el resultado ha sido su salida del Partido. Este acto no era sino la expresión jurídica de las relaciones de hecho del Bund y de nuestro Partido, de esas "relaciones de hecho", o más exactamente: de su ausencia.

El Bund ha crecido y se ha reforzado durante el período anárquico que ha atravesado nuestro Partido.

Estamos dispuestos a dar su merecido a la energía práctica de sus dirigentes. Han formado sus organizaciones "a pesar de los elementos", pero, desgraciadamente, también "a pesar de la razón", si no a pesar de la razón estrecha de los intereses de parroquia, al menos a pesar de la razón de los intereses comunes a todo el Partido. Los esfuerzos que han prodigado en el terreno estrecho de la "zona de residencia judía" 41 hubieran podido dar resultados decuplicados si se hubiese llevado el trabajo a un dominio más vasto.

Para ellos, el Partido era una ficción, una firma oficial. Y su relación con las tareas vitales del Partido era puramente administrativa, es decir, ficticia. Cuando fue constituido el Comité de Organización, enviaron a él a su delegado. He ahí todo a lo que les obligaba su pertenencia al Partido 42

El destino del Bund estaba dominado por el destino trágico del Partido después de 1898. El aislamiento organizativo del Bund ha encerrado la energía revolucionaria de sus militantes en un depósito estrecho y ha limitado despiadadamente, y parece que por mucho tiempo, el horizonte político de sus jefes... "Cuanto menor es el número de individuos que toman parte en un movimiento social dado, menos aparece este movimiento como un movimiento de masas, y menos aparecen en ellos lo general y lo necesario y más predomina en ellos lo fortuito y lo personal". (Kautsky, La Revolución Socialista, p. 21). El Partido proletario no puede tener otros límites que los límites políticos, no puede desarrollarse más que en el marco del Estado. Sólo en este caso lo "general" y lo "necesario", es decir, los principios de la socialdemocracia, se ponen en la base del movimiento. La esfera de acción del Bund no es el Estado, sino la nación. El Bund es la organización del proletariado judío. En el 1er Congreso, esta proposición no tenía un sentido político, sino técnico (desde un punto de vista "amplio"). El Bund era la organización del Partido adaptada a los lugares en que la mayoría habla yiddish. Durante el período de relajamiento y fraccionamiento, el Partido ha jugado con demasiada frecuencia el papel de una ficción triunfante; lo "fortuito" y lo "particular" se han impuesto a lo "general" y lo "necesario". Un hecho organizativo y técnico se ha erigido en "teoría" nacional-política. El V Congreso del Bund, que ha precedido al II Congreso del Partido, ha avanzado una nueva tesis: "el Bund es una organización socialdemócrata (?) cuya actividad no puede ser encerrada en el marco de las secciones; es la organización del proletariado judío y es miembro del Partido en calidad de único representante del proletariado judío". De esta manera se ha resuelto en el Bund la lucha entre lo "particular" y lo "general". Si, no obstante, al menos en la intención, el Bund era el representante de los intereses del Partido socialdemócrata en una parte del proletariado judío, ahora se ha transformado en representante de los intereses del proletariado judío ante el Partido socialdemócrata. Mucho más: "En el territorio en que trabaje el Bund no puede intervenir otra organización, perteneciente al Partido, en nombre de todo el proletariado local más que si consigue la participación del Bund". El punto de vista de clase es sometido al punto de vista nacional, el Partido es sometido al control del Bund, lo "general" se pone bajo el principio de lo "particular". Hemos hecho mucho para liquidar la sicología política de ciudad - el patriotismo estrecho de "su" ciudad - y para colocarnos en el punto de vista del Estado. El Congreso debía coronar este trabajo. Ahora bien, nos hemos enfrentado a la delegación del Bund, cuya fisonomía política tenía la impronta del provincianismo militante y del espíritu de parroquia, pesada herencia del período del inmediato pasado de nuestra vida revolucionaria. Las tendencias nacionalistas, como fundamento teórico del separatismo organizativo, añadieron pocas cosas positivas a este cuadro. Lo "general" y lo "particular" se encontraron frente a frente en el Congreso. Sólo faltaba contar los votos. Cuarenta contra cinco, pertenecientes al Bund, y tres abstenciones. Y el Bund salió del Partido.

La escisión entre bolcheviques y mencheviques

El Congreso no es más que un registrador, no un creador. Las dudas más grandes, concernientes a la justeza de esta tesis, aparecen cuando nos aproximamos al momento más dramático del Congreso, momento de la lucha enérgica y apasionada a propósito de la elaboración de los estatutos del Partido y de la creación de sus "centros": esta lucha ha hecho estallar la mayoría "iskrista" compacta que, por unanimidad, había rechazado las pretensiones federalistas del Bund, designado la Iskra como órgano del Partido y adoptado el programa presentado por la redacción de la Iskra y de la Zaria. Se sienten ganas de decir: si el Congreso no es un creador, es un destructor, y un destructor de iniciativa caprichosa. Pues ¿quién habría podido suponer que el Congreso "iskrista" aplastaría despiadadamente al colectivo de la redacción de la Iskra, es decir, del periódico que acababa de reconocer como Órgano central del Partido? 43 . ¿Qué astrólogo político habría podido prever que los camaradas Martov y Lenin intervendrían en el Congreso como los jefes de dos fracciones enemigas?

Fue como un trueno en un cielo azul. Sin embargo, hechos tan inesperados, y tanto más dolorosos, no eran sino un elemento indispensable en las cuentas que el Partido tenía que hacer. Los muertos dictaban su voluntad a los vivos. Se nos substrajeron sumas astronómicas para pagar las deudas del pasado inmediato: la Historia, despiadada como el Shylock de Shakespeare, exigía la carne del organismo vivo de nuestro Partido. Debimos pagar.

Hablamos de las exigencias impersonales de la Historia. Evidentemente, no tenemos intención, al hacer esto, de negar la responsabilidad personal del camarada Lenin. En el II Congreso de la Social-Democracia rusa, este hombre, con toda la energía y todo el talento que le caracterizan, ha jugado el papel de un desorganizador. Pero echarle a él toda la culpa provocaría una simplificación inadmisible del problema. Detrás de Lenin, durante el segundo período de los trabajos del Congreso, había una nueva mayoría compacta de "iskristas" duros, opuestos a los "iskristas" blandos. Nosotros, delegados de la Unión siberiana, estábamos en el número de los blandos. Y ahora, tras haber juzgado seriamente nuestros actos, no creemos haber mancillado nuestros formularios revolucionarios. ¡Sí! El Congreso fue el triunfo de la tendencia "política" en el programa y la táctica, y de la tendencia "centralista" en la organización. Pero este mismo Congreso ha revelado que para muchos camaradas la "política" y el "centralismo" no continúan teniendo sino un valor puramente formal, que no son más que la antítesis vacía del "economicismo" y del "diletantismo" 44 . "La agitación política, escribía con razón no hace mucho tiempo un camarada, ha tomado entre nosotros, durante el último período, un carácter demasiado abstracto, está demasiado poco ligada a la vida concreta y a las exigencias diarias de las masas obreras. Nuestra agitación política se transforma por momentos en una declamación política completamente vacía". (Iskra nº 43, Carta a la redacción) . Se pueden resumir las cosas de un modo extremadamente esquemático: antes éramos sindicalistas (donde hacíamos como si lo fuésemos, ciertamente con las mejores intenciones del mundo). Ahora intentamos empujar a las masas, pasadas por la escuela del sindicalismo, a la lucha contra el zarismo; y esto, por medio de una fraseología democrática completamente vacía. En el arsenal del agitador social- demócrata no se encuentra nada por el momento que no sean fórmulas "políticas" sacramentales, llamamientos estereotipados a derrocar la autocracia, fórmulas y llamamientos que, por su abstracción, han llegado a estar vacíos de todo contenido revolucionario. Esa "política", que acompaña con mucha frecuencia a la desconfianza hacia toda lucha profesional de los obreros (juzgada no segura políticamente) no es más que la antítesis formal del "economicismo". Y al mismo tiempo no es más que su traducción en "lenguaje político".

Se puede establecer un proceso de evolución perfectamente idéntico en el dominio de las concepciones organizativas. Ahí también el "diletantismo", que parecía haber sido pulverizado finalmente, ha aprendido la lengua del "centralismo". Ahí también el "centralismo" mismo aparece no como la síntesis de las tareas locales y generales, sino simplemente como la antítesis lógica del "diletantismo", como una construcción formal a contrario.

Si no se teme la pedantería filosófica, se puede afirmar que las concepciones de numerosos camaradas, tanto en materia de táctica como en materia de organización, se encuentran aún en el nivel de la metafísica y no de la dialéctica. Si antes, durante el período "economicista", estos camaradas no podían o no querían ligar los intereses profesionales particulares que defendían con las tareas generales de la política de clase que desconocían, hoy, en la época "política", se revelan incapaces de ligar las tareas de la lucha revolucionaria política (que, en el fondo, no reconocen más que formalmente) con las reivindicaciones inmediatas, cotidianas, y en especial, con las necesidades profesionales, limitadas 45 . Si antes, en tiempos del "diletantismo", no podían o no querían ligar en su conciencia las tareas de detalle local con la necesidad de crear un aparato central de combate común a todo el Partido, ahora, en pleno "centralismo", hacen total abstracción, en sus juicios y resoluciones sobre este aparato, de toda la complejidad práctica y del carácter concreto de las tareas que debe realizar el Partido; tareas con las que el aparato organizativo debe estar en conformidad, tareas que son las únicas que permiten a este aparato existir. Por esta razón, diríamos anticipándonos un poco, el "centralismo" uni- lineal, es decir, puramente formal de Lenin, tenía como más fervientes partidarios a algunos "ex-economicistas". Son ellos precisamente los que se han revelado como los "iskristas" más duros.

Primer enfrentamiento: el artículo 1 de los estatutos

Las divergencias no han surgido repentinamente en el Congreso. Se han acumulado en el transcurso de discusiones privadas y en los intentos de conciliación; han permanecido tapadas largo tiempo. El punto de partida de la escisión entre los "iskristas" oficiales (es decir, los miembros de la organización de la Iskra, presentes en el Congreso) apareció con la cuestión de la composición del Comité central y las modalidades de su designación.

Alrededor de esta cuestión se han acumulado a su vez toda una serie de divergencias relativas a la relación mutua que debe existir entre los centros (Órgano central y Comité central) 46 . En la medida en que las reuniones privadas de la organización de la Iskra - uno de nosotros, el autor del informe, asistía a ellas - no nos acercaban a la unificación sino que por el contrario nos alejaban cada vez más de ella, es natural que estas divergencias hayan buscado ciegamente una salida. El primer punto de los estatutos - la definición del concepto "miembro del partido" - sirvió de base al primer choque abierto. Este conflicto se produjo realmente sobre un punto que no tenía una relación directa inmediata con las cuestiones que nos dividían. A pesar de todo, este conflicto tuvo un carácter providencial: el Congreso se agrupó alrededor de dos fórmulas suministradas por la comisión de los estatutos, la de Martov y la de Lenin, la fórmula del "iskrismo" blando y la del "iskrismo" duro. Es cierto que muchos congresistas estaban ligeramente desorientados. Aún nos preguntábamos: ¿quién es el blando? ¿Quién es el duro? Resultado: El voto fue más bien abigarrado. La lucha había sido ya apasionada. Se presentía lo que iba a venir.

Recordemos las dos concepciones: Fórmula de Lenin: es miembro del Partido el que reconoce su programa, lo apoya materialmente y participa en la actividad de una de las organizaciones del Partido. Fórmula de Martov: es miembro del Partido el que reconoce su programa, lo apoya con medios materiales y le proporciona una colaboración personal regular bajo la dirección de una de sus organizaciones.

No vamos a someter esto a una crítica detallada.

Este trabajo ha sido realizado en el Congreso y se encuentra registrado en las actas. Señalemos solamente un rasgo, muy instructivo: el carácter totalmente abstracto de la posición del camarada Lenin. Es necesario un control sobre los miembros del Partido. Este control no puede ser asegurado más que si es posible llegar a cada miembro. Ahora bien, esto no es posible más que si todos los miembros del Partido están fijados jurídicamente, es decir, si están inscritos de la manera que convenga en una de las organizaciones del Partido. Entonces, el Comité central, omnipresente, penetrándolo todo y considerándolo todo, podrá alcanzar a cada miembro del Partido en el lugar del crimen. En realidad, es un sueño burocrático bastante inocente; si la cuestión se hubiese quedado en ese nivel, se podría haber dejado despreocupadamente a los partidarios de la fórmula de Lenin la satisfacción platónica de saber que el II Congreso del P.O.S.D.R. había descubierto el remedio estatutario más seguro contra el oportunismo y el individualismo intelectual. Pero si se pasa de este formalismo estéril a las cuestiones reales que se plantean al Partido, la fórmula del camarada Lenin presenta entonces un cierto número de inconvenientes. No es un secreto para nadie que en toda una serie de ciudades hay, al lado del Comité del Partido, una gran oposición organizada (Petersburgo, Odesa, Ekaterinoslav, Voronej...). La fórmula del camarada Lenin pone a los miembros de todas estas Organizaciones Obreras fuera del Partido, cuando sus ediciones han aparecido siempre bajo su patrocinio. Para no excluir del Partido a estos grupos, el Comité central habría debido declararlos - según la fórmula de Lenin - organizaciones del Partido. Pero no lo hará, no podrá hacerlo porque no están construidas según los principios que el Partido juzga adecuados. Sólo queda decir a los miembros de estas Organizaciones: Señores, si ustedes desean seguir en el Partido, disuélvanse y adhiéranse a las organizaciones legales del Partido. ¡"Disuélvanse"! Sin ninguna duda, se trata de una manera muy simplista, típicamente administrativa, de resolver una cuestión práctica seria, solución a la cual se inclinan, esto cae de su peso, numerosos "iskristas" cualificados. Esta solución "centralista" no nos parece que sea el producto de una sabiduría política superior. La Organización Obrera se preocupará poco de saber si es "miembro" o no y no se disolverá. Creemos que en lugar de ocuparse de la disolución verbal de los grupos de oposición y, en general, en lugar de pasar el tiempo en gesticulaciones "centralizadoras", el Comité central haría mejor realizando un trabajo más serio en el Partido; haría mejor reeducando, reestructurando y utilizando racionalmente todas las Organizaciones obreras posibles, engendradas durante la época de descomposición del Partido. Para esto no hace falta comenzar declarándolas fuera de la ley, cosa a la que nos habría obligado el proyecto de párrafo I de Lenin. Por el contrario, la fórmula de Martov puede convertirse en un instrumento excelente en manos del Comité central (y Martov mismo lo ha indicado). "Si ustedes desean permanecer en el Partido, les dirá a los representantes de la Organización Obrera, deben ponerse bajo la dirección de la organización del Partido, el Comité local". Esto bastará para que la Organización Obrera acepte entre ellos a un representante del Comité, y éste intentará hacer pasar en los hechos la "línea" conforme a los puntos de vista generales del Partido, sólo por la fuerza de su influencia, bien entendido.

A este respecto, no es inútil hacer resaltar que los mismos "agentes" que impedían dormir a los adversarios de los planes organizativos de Lenin se encontrarían ahora fuera del Partido, según la fórmula de Lenin. Así, por ejemplo, los agentes del Comité central que trabajan bajo la dirección de esta organización del Partido pero no entran en su composición, se encontrarían rechazados más allá de los límites estatutarios. A menos que sean obligados, simplemente para entrar en el Partido, a formar una ¿Organización de los Agentes del Comité central? La fórmula del camarada Martov tiene, pues, también la ventaja de que da cobertura jurídica a los "parias" del Partido: los "agentes" que tanto han aguantado en la última polémica interna.

Dinámica de las relaciones entre los centros del Partido La organización tripartita del "gobierno" del Partido ha sido calificada de monstruosa por un congresista. Es demasiado severo; simplemente, es demasiado compleja. Es difícil prever en qué medida se revelará viable: nuestro Partido, al no tener casi ninguna experiencia en el dominio de la organización, tiene que escribirlo todo en una hoja en blanco.

Todo lleva a pensar que el edificio monstruoso del centro tripartito servirá mejor las necesidades comunes a todo el Partido que un Comité central uno e indivisible, tan seductor por su simplicidad misma. La redacción de la Iskra se ha erigido ya en centro natural de la dirección ideológica. A su lado se necesita que haya otro que se ocupe ante todo del trabajo práctico, organizativo. El embrión de este centro era el Comité de Organización. Las dos instituciones son totalmente autónomas, cada una en el dominio que le corresponde. Es la única garantía que permite a la redacción apreciar de modo imparcial la práctica del Partido. Es ahí donde reside la garantía de la independencia del Comité central, esto le da la posibilidad de aparecer como un elemento poderoso en el Partido. Pero es también un factor de conflicto entre los centros autónomos del Partido, y estos conflictos, al acumularse, pueden conducir a una escisión.

Es entonces cuando surgió la idea del Consejo, organismo conciliador y unificador, construido según el principio de un tribunal tripartito. La idea del Consejo ha sufrido en unos días metamorfosis extraordinarias. Para él, la atmósfera del Congreso ha sido una atmósfera de presión. De cámara de conciliación, se ha convertido en unos días en la instancia suprema del Partido. En los comienzos modestos de su carrera, el Consejo estaba colocado entre el Comité central y el Órgano central; en el Congreso, se elevó por encima de ellos. En tanto que cámara de conciliación, debía componerse de delegaciones paritarias del Comité central y del Órgano central (siendo cooptado el quinto por los otros cuatro) y reunirse a petición de uno de los centros.

En tanto que instancia suprema, el Consejo debía ser elegido en su totalidad por el Congreso mismo; para convocar el Consejo, basta entonces que dos de sus miembros lo pidan.

Es en este nivel donde se detuvo el camarada Lenin en el desarrollo de la idea del Consejo.

Observemos los momentos fundamentales de este desarrollo. Independencia del Órgano central con relación al Comité central y, en esta medida, negación categórica de la idea de un centro único: he ahí el punto de partida. Lo inevitable de dos centros y, por tanto, de un Consejo como regulador, he ahí la etapa siguiente. La transformación del Consejo en ese centro único que se rechazaba al principio, he ahí el punto final. Resultado de estas metamorfosis ovidianas: se garantiza al Órgano central y al Comité central la independencia de uno respecto del otro, pero simplemente en la medida en que pierden esta independencia respecto del Consejo. Continuemos: según la intención del camarada Lenin, el Congreso elige al Consejo entre los miembros de la redacción del Órgano central y del Comité central, no menos de dos personas por cada organismo. En otras palabras: el Congreso elige tres miembros de la redacción y dos del Comité central 47 . La "mayoría compacta" estaba dispuesta a todo y no cabe ninguna duda de que ni siquiera se habría podido elegir para el Consejo más que miembros de la Redacción; el camarada Lenin no llegó tan lejos. Se detuvo en el esquema siguiente: tres redactores reciben una fuerza determinante en el Consejo, el Consejo recibe una fuerza determinante sobre la Redacción y el Comité central.

"Tesis": Redacción y Comité central autónomos.

"Antítesis": tres miembros de la Redacción tienen el derecho de modificar las decisiones del Comité central. "Síntesis": todavía no la hay. Así se ha acabado la Saga estatutaria de los dos centros "independientes".

En una de las sesiones del Congreso, el camarada Plejanov ha hecho observar que el concepto de dos centros es contrario a la lógica matemática. Un congresista le había recordado que en la cabeza de nuestro Partido existen "dos centros". "Entonces, esto se llama focos", ha objetado inmediatamente Plejanov. Esta respuesta astuta va mucho más allá de lo que pensaba su autor. De dos focos (en óptica), uno es siempre virtual; esto se aplica también, al parecer, en ciertas circunstancias, a los "focos" de los partidos.

Si el Consejo "a la primera manera" aspiraba a la autoridad moral, no era más que como consecuencia de la manera misma como había sido creado; si esperaba tener una influencia política, era únicamente porque era la forma inevitable de conciliación del trabajo de dos centros dirigentes independientes. El "nuevo" Consejo no puede aspirar al poder sino porque ha recibido la gracia de la voluntad formal del Congreso soberano. Por sí misma, la "gracia" no es suficiente, y esto lo ha comprendido muy bien el camarada Lenin. Para realizar su voluntad soberana, el Consejo necesita medios materiales. Pero el aparato técnico del poder se encuentra, y no puede dejar de encontrarse, en manos del Comité central. Por consiguiente: si el Comité central es efectivamente independiente (independiente no sólo de toda la redacción, privada de influencia política directa por el "nuevo" Consejo, sino también de los tres miembros de la Redacción que han recibido en este Consejo una fuerza determinante), entonces el Comité central, para liberarse de la tutela puntillosa del Consejo, deberá, por las buenas o por las malas, cortar en la medida de lo posible "el extranjero" de todo lazo vivo con la práctica del Partido en Rusia, dejando así al Consejo el puro placer especulativo de concebirse como "la instancia suprema del Partido". La constitución inglesa "asegura" al rey una enorme amplitud de poder. No hay que olvidarlo.

Tutela de la Iskra sobre el Comité central

El camarada Lenin lo recordaba, lo recordaba incluso demasiado bien. Y decidió que había que tomar medidas para que el Comité central no se sintiese independiente. Con este fin, el control de principio es insuficiente (control del Consejo sobre el trabajo del Comité central). Es indispensable que haya un control directo de la Redacción sobre los miembros del Comité central. Esto se formula así: la cooptación a la Redacción y al Comité central se produce por acuerdo mutuo. De este modo se mantiene la igualdad. Ahora bien, la antigua Redacción de la Iskra ha trabajado siempre con el mismo personal durante tres años, mientras que el Comité central se verá obligado, aunque sólo sea como consecuencia de simples desapariciones, a cooptar nuevos miembros, y esto con bastante frecuencia; no es difícil comprender entonces que bajo la apariencia de la "cooptación mutua", bajo esta igualdad de derecho estilístico, se esconde la tutela de la Redacción sobre el Comité central. He ahí el desarrollo de la idea de "la autonomía" de los dos centros.

¡Tutela de la Redacción sobre el personal del Comité central! Ahora bien, cuatro miembros de la Redacción, los camaradas Axelrod, Zazulich, Martov y Starover, no quieren una tutela semejante. No ven en ella más que el medio más seguro de engendrar fricciones superfluas y conflictos inútiles entre el Comité central y la Redacción. El camarada Lenin es el único en querer esta tutela "en nombre de la solidaridad moral" (de los dos centros). La oposición de cuatro miembros de la Redacción a la "cooptación mutua", he ahí una de las razones para efectuar sobre el antiguo colegio redaccional una operación despiadada y para liberarse, por ahí mismo, de la mayoría de la antigua Redacción que no quiere seguir a Lenin por la vía del "poder fuerte". Veremos a continuación que la lucha por el poder que siguió hizo, para Lenin, de una tal operación una necesidad absoluta.

La tutela de la Redacción sobre el personal del Comité central debía convertirse, por consiguiente, en una de las garantías de la "solidaridad moral" de los dos colegios, o dicho más llanamente: de la dependencia personal del Comité central con relación a la Redacción. Lenin intentó encontrar otra garantía exigiendo la unanimidad para la cooptación de nuevos miembros al Comité central. Basta, efectivamente, introducir en el Comité central un hombre "seguro" para que pueda oponer su veto contra toda persona provista del vicio de la iniciativa personal y de la independencia. Sobre este punto, el camarada Lenin ha expuesto en el Congreso dos opiniones directamente opuestas. Primero, por una "mayoría cualificada" (2/3 ó 3/4), contra "la unanimidad"; unos días después, por "la unanimidad" contra la "mayoría cualificada". Este movimiento está determinado seguramente por el hecho de que un cierto número de camaradas de la base, en los que Lenin no podía dejar de ver candidatos eventuales al Comité central, han tomado una posición netamente negativa con relación al uso que Lenin había decidido hacer del estado de espíritu del Congreso "iskrista". Si estos camaradas entraban en el Comité central, en la coyuntura dada, entablarían inevitablemente una lucha por la independencia de este foco "virtual". En tales condiciones, el poder del Consejo habría sido completamente formal. Es contra estos candidatos eventuales al Comité central contra los que se presentó la doble batería de la "cooptación mutua" y de la "unanimidad".

Los estatutos, tal como han sido adoptados por el Congreso, tienen el aspecto de un mosaico de apartados. El punto sobre la "cooptación mutua" es rechazado. Se adopta "la unanimidad". El camarada Martov introduce una enmienda: si no se alcanza la unanimidad necesaria para la cooptación de una nueva persona en el Comité central o la Redacción, la mayoría puede transmitir el problema al Consejo y, tras casación de su parte, la cuestión es resuelta, en el colegio dado, por mayoría simple. La enmienda es adoptada. Se rechaza la propuesta del camarada Lenin de elegir todos los miembros del Consejo en el Congreso. Es la propuesta de Martov la que se adopta: la Redacción y el Comité central delegan cada uno dos de sus miembros al Consejo. Queda la cuestión del quinto miembro. El camarada Martov propone dejar que los otros cuatro lo coopten. Para el camarada Lenin, es el Congreso mismo el que debe elegir, en caso contrario la instancia suprema del Partido puede quedar "sin techo", los otros cuatro quizá no se ponen de acuerdo en la elección del quinto, el Consejo irá río abajo, etc. La camarada Zazulich hace observar: 1) que los arbitrajes siempre han existido, 2) que si los cuatro miembros del Consejo no se ponen de acuerdo en la elección del quinto, el Consejo muestra por ahí mismo su incapacidad para arreglar los problemas que podrían surgir entre los dos centros. Estas observaciones no convencen al camarada Lenin. El Congreso adopta su propuesta y arregla así de antemano la cuestión de saber si la Redacción ganará numéricamente sobre el Comité central en el Consejo.

Se ha decidido, pues, dar predominio numérico a la Redacción en el Consejo; pero esto no da ninguna seguridad en cuanto a la política que seguirá el Consejo. En efecto, cuatro miembros de la Redacción han intervenido en el Congreso como adversarios decididos de la transformación del Comité central en foco virtual. Estos cuatro, al constituir la mayoría de la Redacción, podrían enviar dos de los suyos al Consejo. La Wille zur Macht, la "voluntad de poder" que guía al camarada Lenin choca, pues, con un dilema planteado en términos claros: o bien renunciar a la influencia en el Consejo, o bien librarse de una parte de la Redacción. Escoger la primera eventualidad significaría batirse en retirada. Ahora bien, el camarada Lenin es lógico. Decide intervenir para que el Congreso elija un colegio redaccional de tres personas, en lugar de confirmar a la antigua redacción en su conjunto, como había propuesto al principio.

Tal es la dialéctica de la "lucha por el poder". Su punto de partida era: asegurar la independencia del Órgano central contra eventuales presiones del Comité central. El problema del segundo momento: crear las garantías estatutarias para asegurar la dependencia del Comité respecto de la Redacción. La última deducción: destruir la Redacción que está por la defensa de la independencia del Comité central.

Hablamos de "lucha por el poder". No introducimos en estas palabras ningún contenido personal. La lucha personal ha revestido un carácter de principio. Ha sido, por así decir, despersonalizada. Era una consecuencia del sistema. El "estado de sitio" sobre el que Lenin ha insistido con tal energía, exige un "poder fuerte". La práctica de la desconfianza organizada exige una mano de hierro. El sistema del Terror es coronado por un Robespierre. El camarada Lenin ha pasado revista mentalmente a los miembros del Partido, y ha llegado a la conclusión de que esta mano de hierro no podía ser más que él. Y ha tenido razón. La hegemonía de la socialdemocracia en la lucha liberadora significaba, según la lógica del "estado de sitio", la hegemonía de Lenin sobre la Social-Democracia. En este contexto, la "lucha por el poder" perdía su carácter personal, aparecía como el último eslabón del sistema. El éxito de Lenin era el éxito del sistema. Tanto más funesto puede llegar a ser para el Partido.

Las elecciones y la destrucción de la Iskra

Llegamos al momento de la designación, por el Congreso, de las instancias supremas del Partido. En este instante, las relaciones están ya definidas. La "mayoría" (de cuatro votos) está ya formada 48 . La cuestión de las elecciones adquirió, para las dos partes, una significación de primer orden, porque en esta cuestión se resumía y, por así decir, se personificaba la lucha de principio entre la táctica del orden constitucional normal y la táctica del "estado de sitio" reforzado por la dictadura.

Hemos evocado ya una serie de reuniones privadas en el curso de las cuales las dos tendencias en el interior de la Redacción y de la organización de la Iskra intentaron llegar a un acuerdo sobre la modalidad de las elecciones y sobre la elección de los futuros miembros del Comité central. Estas reuniones sólo probaron una cosa: era imposible ponerse de acuerdo, las divergencias debían ser discutidas en las sesiones del Congreso. Hay que decir que la elección de la Redacción no era un problema para nadie. La confirmación de la antigua Redacción de la Iskra se sobreentendía por sí misma.

No sucedía lo mismo con las elecciones al Comité central. Muchos delegados estaban desconcertados y esperaban que se les hiciese una señal. La opinión de la Redacción y de la organización de la Iskra habría tenido un peso determinante. Pero, con la esperanza de un acuerdo, nos hemos abstenido de compartir nuestros puntos de vista a este respecto en las conversaciones privadas, y esto a pesar de las preguntas solícitas de numerosos camaradas. Al mismo tiempo, la otra parte hacía una agitación desenfrenada contra los candidatos que proponíamos en las reuniones entre "iskristas". Cuando nos dimos cuenta, ya era demasiado tarde. Una "Mayoría" había sido reclutada, fijada y separada de nosotros por un verdadero muro.

La víspera de las elecciones hubo una reunión preparatoria de los veinticuatro votos. El camarada Martov pidió por escrito, para él, para los otros tres miembros de la Redacción (Zazulich, Axelrod, Starover) y para el camarada Deutsch, miembro del grupo Liberación del Trabajo, permiso para asistir a esta reunión; cosechó un rechazo, igualmente por escrito.

Al día siguiente, camaradas, enterrábamos la Iskra. La resolución sobre el mantenimiento en ejercicio del antiguo colegio redaccional, fundador de la Iskra, fue rechazada 49 . La propuesta para elegir una nueva Redacción de tres miembros fue adoptada por una mayoría de dos votos. Sólo quedaba pasar a las elecciones. De cuarenta votos, veinte rehusaron participar en la elección. Resultado: para el camarada Plejanov, veintitrés votos; para el camarada Martov, veintidós votos; para el camarada Lenin, veintitrés votos; para el camarada Koltsov, tres votos 50 . De esta manera, el camarada Martov fue elegido por la mayoría de los duros, hostiles a él: era un tributo inevitable, pagado por el papel que el camarada Martov había jugado en la Iskra. La candidatura del camarada Martov había sido adoptada, pues, en esa misma reunión de los veinticuatro votos a la que se le había prohibido el acceso en cuanto era "blando". El camarada Martov rehusó entrar en la combinación de los tres, creada artificialmente sobre las ruinas de la antigua Redacción. Esta combinación era moralmente inaceptable para él. Políticamente lo condenaba a quedar constantemente en minoría. Los camaradas que conocen el papel periodístico de Martov estarán de acuerdo con nosotros: la "mayoría compacta" soberana, al poner a Martov en la imposibilidad política y moral de trabajar para la Iskra, ha traicionado criminalmente a este periódico en nombre de la idea del centralismo de buró, encarnado en el Consejo. A partir de ahora, ya no hay Iskra. No se puede hablar de ella sino en pasado. El Consejo, que todavía no ha hecho nada, el Consejo que no está todavía más que en el estadio de la intención, que no se ha aplicado todavía a su trabajo administrativo, ha sido comprado a un precio demasiado elevado.

El camarada Koltsov se niega a reemplazar a Martov. Koltsov, que había sido el primero en proponer la confirmación de la antigua Redacción de la Iskra. Después de este rechazo, se hacen las siguientes propuestas: 1º) proceder a nuevas elecciones en la medida en que las primeras no han conducido al resultado necesario; 2º) nombrar un solo redactor; 3º) en vista de las nuevas condiciones, mantener la redacción de la Iskra en su conjunto. Estas tres proposiciones son rechazadas. La proposición adoptada es la que deja que Plejanov y Lenin constituyan la Redacción. La "minoría" ya no tenía más que recordar a Lenin sus propias palabras: "cuatro miembros del Consejo pueden no ponerse de acuerdo en la elección del quinto. No hay que dejar una instancia suprema del Partido que vaya a la aventura".

La técnica de las elecciones en este Congreso estaba calculada perfectamente, como por azar, para traer este llamamiento inesperado al respeto a la "democracia" en la cuestión de la nominación de la Redacción. Esta técnica conducía de hecho al aventurerismo más completo. En efecto, en las elecciones no se exigía la mayoría absoluta. No había segunda votación. Después del rechazo, cualquier economicista u oportunista podía entrar en la Redacción: le bastaba obtener un voto solamente. Quizá habría sido justo dar esta lección al camarada Lenin. Nosotros no hemos llegado hasta ahí.

Mal que bien, se había puesto en pie la Redacción del Órgano central, que había guardado por equivocación el glorioso título de Iskra. La "mayoría compacta" había construido uno de los dos "focos".

Quedaba por pasar a la elección del Comité central. Se había decidido elegir a tres personas. Voto secreto. Cada cual escribe tres nombres de su elección en un trozo de papel. El camarada Martov señala que tal forma de votar no puede asegurar la capacidad de trabajo del colegio.

Admitamos que la lista presentada por cada uno de los cuarenta y cuatro votantes combina un trío capaz de trabajar juntos. Pero los elegidos pueden revelarse ser personas que vienen de listas diferentes: tres técnicos, tres teóricos, etc.

Para evitar esto es necesario votar según listas declaradas abiertamente, seguidas de un cierto número de firmas, listas de candidatos agrupados en algunas troikas. Se hacen esfuerzos para denigrar este procedimiento reprochándole que no respeta las leyes de la conspiración. No hay que revelar las listas de los candidatos. ¡Como si, en las reuniones privadas, no se hubiese pasado revista a todos los candidatos posibles! Veinticuatro votos rechazan la proposición de Martov.

Elección al Comité central: veinticuatro votos participan en la elección. Los otros veinte se niegan. Se confía al presidente de la sesión la tarea de contar los votos y anunciar el nombre de uno de los camaradas elegidos. Surge un problema: ¿Se va a revelar al Congreso el número de votos que ha obtenido cada uno de los tres miembros del Comité central? La "mayoría" está en contra; esta vez, desgraciadamente, no se puede invocar la conspiración que había servido de cobertura a la "mayoría" cuando la elaboración de las listas de candidatos. La cuestión se somete a votación y el Congreso se divide en dos. Veintidós solamente quieren ocultar las cifras: uno de los delegados de la "mayoría" vota con sus dos votos al lado de la "minoría".

Por tanto, basta que un delegado recule, y ¡nada de "mayoría" victoriosa, se acabó la "mayoría" que ha aplastado la Redacción de la Iskra! De este modo, la proposición de ocultar los resultados de la votación, que constituía una excepción al reglamento de conjunto del Congreso, es rechazada. El Presidente nombra uno de los miembros, elegido de nuevo, del Comité central y declara que los tres son elegidos por veinticuatro votos, de veinticuatro votantes; ¡y esto en el curso de una votación secreta, sin que haya habido candidatura colectiva pública!

Es así, camaradas, como fue constituido el segundo "foco", por emplear la feliz expresión del camarada Plejanov.

Queda por elegir el quinto miembro del Consejo: se plantea la cuestión de saber si se revelará el nombre del elegido tras la votación. El delegado N., miembro de la "mayoría", propone que se lo declare, en la medida en que el quinto miembro del Consejo será naturalmente un "emigrado". Así pues, ¿está ya decidido? Pregunta alguno de la "minoría". Pero la "mayoría compacta" vota contra la publicación del nombre del quinto. Resultado: un camarada es elegido por veintiún votos, dos en blanco, contra un voto por otro camarada. Veinte personas no participan en la votación 51 .

Fin de las elecciones.

¿Quiénes eran los mencheviques?

¡Veinticuatro contra veinte! ¡Los "iskristas" auténticos contra la "coalición"! 52 . No pasaremos lista a la "mayoría": aparte de los camaradas Plejanov y Lenin, no encontramos en ella ningún nombre conocido y ligado a la tendencia revolucionaria de la Social-Democracia rusa.

Digamos unas palabras sobre la composición de la "minoría". Se nos ha calentado los oídos con el representante de la Organización Obrera de Petersburgo 53 que, como nosotros, ha rehusado participar en la votación para elegir la Redacción, el Comité central y el quinto. Al ser un adversario de principio del centralismo y de las ideas de la Iskra en general, esta camarada estaba tan poco inclinada a votar por la Redacción en su conjunto como por una de sus partes. Si la oposición de esta camarada al "centralismo" se ha expresado exteriormente bajo la misma forma que nuestra protesta contra la empresa organizada de convertir en burla el "centralismo", es decir, bajo la forma del rechazo a participar en la votación, esto no cambia nada el fondo, esperémoslo. Por lo demás, si las naturalezas puntillosas políticamente no están satisfechas con nuestra explicación, tendremos el placer de señalarles que la delegada de la Organización Obrera de Petersburgo ha votado a favor de la versión del párrafo I de los estatutos redactada por Lenin.

En el momento de las elecciones, los delegados del Bund ya no estaban presentes en el Congreso. Durante el examen de los estatutos, se han abstenido la mayor parte del tiempo, salvo en una o dos cuestiones en que nos han apoyado contra la "mayoría compacta" que se estaba formando 54 . De este apoyo se ha intentado hacer un "espantajo", pero con poco fundamento. Comprendemos extremadamente bien todo lo que les falta a los jefes del Bund en el aspecto político. Pero nadie se negará a reconocerles lo que les falta a la mayoría de los camaradas rusos: la experiencia de la organización.

Continuemos. Con nosotros se encontraban los delegados de Nikolayev, de Crimea, de Jarkov, de la Unión Minera, de Siberia (dos votos), de Moscú, de Rostov, de Ufa y de Odesa (un voto). Todos estos comités y organizaciones habían reconocido en su momento la Iskra como su órgano dirigente.

Sabéis, camaradas, que el grupo Yujny Rabotchi 55 se había unido mucho tiempo antes del Congreso a la Organización de la Iskra.

La resolución sobre el reconocimiento de la Iskra como Órgano central del Partido había sido adoptada en el Congreso del grupo Yujny Rabotchi. Los dos delegados del grupo estaban con nosotros.

Camaradas, conocéis el papel de la Organización de la Iskra en el trabajo del Partido en general y en la preparación del II Congreso en particular. El único delegado de esta organización, el camarada Martov (dos votos) estaba con nosotros.

El grupo Liberación del Trabajo no tiene necesidad de ser presentado, pienso yo. Uno de sus dos delegados, Deutsch, estaba con nosotros 56 .

La redacción de la Iskra: de seis miembros, cuatro estaban con nosotros. ¡Por desgracia, tres de ellos sólo tenían voz consultiva! Este derecho, según los reglamentos de la convocatoria del Congreso, había sido dado a algunos militantes destacados del Partido que no habían conseguido mandato.

Dos miembros del Comité de Organización 57 , el camarada Koltsov y un camarada del Cáucaso, ambos con voz consultiva, estaban con nosotros. Desgraciadamente, las voces consultivas, pertenecientes a militantes destacados del Partido, como los camaradas Zazulich, Starover, Axelrod, no tenían más que un carácter moral y ningún peso jurídico. Y fuimos vencidos.

Hemos observado anteriormente que uno de los delegados de la "mayoría" se había pasado a nuestro lado tras la destrucción de la Iskra y de este modo había igualado la "mayoría" y la "minoría". Hay que añadir que hacia el final del Congreso, exactamente el último día de sus trabajos, cierto número de delegados de la "mayoría" ya no tenían la dureza requerida. Así se explica que, durante la última sesión, en el momento en que se adoptaba a la ligera las resoluciones de táctica, la "minoría" se reveló ser ya mayoría. Hemos hecho pasar toda una serie de resoluciones (redactadas por los camaradas Axelrod, Martov y Starover), algunas a pesar de la oposición de la "mayoría"; en la resolución presentada por los camaradas Lenin y Plejanov hemos introducido correcciones radicales, sin tener en cuenta su resistencia. En la comisión (de tres personas), nombrada para la publicación de las actas (que no es responsable ni ante el Comité central ni ante el Órgano central), hemos hecho pasar dos miembros de la "minoría".

Para comprometer definitivamente las esperanzas de la "mayoría compacta", que tanto había devastado y tan poco creado, sólo faltaba volver a proponer la confirmación de la antigua Redacción de la Iskra, o el cambio de nombre del Órgano central. No hemos llegado hasta ahí.

Así, las resoluciones fundamentales de táctica, adoptadas por el II Congreso, pueden ser calificadas de "iskristas" (y ya se ha hecho) sólo en el sentido bien definido de que la mayoría de estas resoluciones ha sido elaborada sin que tome parte en ello la nueva 58 redacción de la Iskra; algunas de estas resoluciones incluso han sido adoptadas contra su voluntad. La claridad jamás hace daño.

Tales han sido, camaradas, los resultados de los trabajos del Congreso en su segunda mitad. Su carácter principal es liquidador. La Redacción está liquidada. El Comité central está liquidado para mucho tiempo. Se tiene derecho a pensar que la idea misma del "centralismo", que al parecer debía presentarse en el Congreso como el triunfador en el carro de la victoria, corre el riesgo serio de ser liquidada también. ¡He ahí el resultado de la victoria de los "iskristas" duros y de los "centralistas cualificados"! Camaradas, hemos hecho todo lo que estaba en nuestro poder.

Hemos defendido la inviolabilidad del antiguo colegio redaccional de la Iskra, pues nos considerábamos como "iskristas" y no conocíamos a la Iskra más que como la creación de un personaje colectivo. Hemos defendido la independencia y la autonomía de la cabeza militante del Partido, el Comité central, pues nos considerábamos como "centralistas".

Hemos soportado la derrota, pues en los libros del destino estaba predeterminado, no la victoria del centralismo, sino la de un ego-centralismo que encuentra su apoyo en la sicología de los economicistas y de los diletantes arrepentidos. He ahí la fórmula en la cual se encuentra la explicación del hecho y la justificación histórica de los "vencedores", pues a nuestro parecer, no son los vencidos sino los "vencedores" los que necesitan ser justificados ante el Partido.

Los bolcheviques, "economicistas arrepentidos"

La "mayoría" de la segunda mitad del Congreso ha dado muestras de mucha Wille zur Macht... contra sí misma. Los hechos y los gestos de la "mayoría" han mostrado claramente que el doblez sicológico de esa "voluntad de poder" vuelto del revés estaba constituido, no por un sentimiento desarrollado de la disciplina del Partido, sino por el sentimiento de estar perdido, sentimiento resultante del crac del diletantismo anárquico. "Venid a reinar y gobernadnos" 59 : He ahí cómo se puede formular el estado de espíritu de la "mayoría". Un practicismo estrecho, que se había revelado impracticable, ha sido reemplazado por una desconfianza total hacia los militantes de la base y por una fe insensata en la omnipotencia de la Redacción en el exilio.

Por lo demás, esta fe de la desesperación se ha expresado de modo apenas velado, no en el Congreso, sino lejos de él, en la desembocadura del Volga en el Caspio, exactamente en Astracán. El Comité local, en la persona de su delegación en el Congreso proponía (desgraciadamente, esta declaración no fue leída en el Congreso por falta de tiempo), en la medida en que los militantes en Rusia están expuestos permanentemente a ser detenidos, nombrar a la Redacción "Comité central del Partido"; según ellos, es aquélla la que debía dirigir desde el extranjero el país ruso por medio de agentes. Así, el centro militante dirigente del Partido debía estar sometido al exilio, para salvaguardar su fidelidad a los principios. ¿Y? Este proyecto totalmente rocambolesco - basta recordar los acontecimientos de Rostov, el pogromo de Kichinev, las huelgas generales en el Sur - fue de hecho sancionado en el Congreso por la "mayoría", bajo una forma un poco menos clara. El Comité central, creado por el II Congreso, no es nada más que una agencia colocada bajo la administración del Consejo, el cual, a su vez, no es más que la segunda hipóstasis de la Redacción. Evidentemente, un tal Comité central no corre el peligro de convertirse en una dirección política. No hay que esperar de él que se ponga a actuar y a pensar de modo independiente. El trabajo creador supone la libre iniciativa; ésta puede llevar a la "insumisión". El papel del Comité central, según Lenin, es totalmente diferente. Debe ser el centinela del centralismo.

Disuelve las oposiciones y cierra las puertas del Partido. Para expresar ante el Congreso el significado del Comité central, el camarada Lenin ha mostrado... el puño (hablamos sin metáfora) como símbolo político del Comité central. No sabemos si esta mímica centralista está registrada en las actas. Deseémoslo, pues este puño corona todo el edificio. Cuando un periodista ha acusado a la Iskra de traicionar la ortodoxia y ha calificado al camarada Martov "de oportunista típico", especulaba con "la pobreza intelectual de los otros lectores", como ha dicho el camarada Plejanov (Iskra nº 43). Con una pobreza intelectual de un cierto tipo, añadiremos nosotros. Con la pobreza intelectual 92 del bernsteiniano y del "economicista" en bancarrota 60 , pasados por un período de penitencia en que se han rehecho una ortodoxia.

Al tomar conciencia de su relajación teórica y de su impotencia práctica ante los imperativos de la vida política, se han puesto a quemar todo lo que habían adorado y a adorar todo lo que habían quemado. Con esta sicología, palabras como "economicismo", "oportunismo", tienen una influencia hipnótica. El periodista mencionado ha intentado utilizar este medio superpoderoso. Pero, mala suerte para los que llegan demasiado tarde. No ha tenido éxito. Ha habido que esperar al Congreso para oírse decir que entre el oportunismo "auténtico" y el "iskrismo" pura sangre, hay el "iskrismo" blando o girondino. Nuestros arrepentidos ardían en deseos de ser útiles. Se les lanzó la consigna: "¡La patria está en peligro! ¡Las puertas del Partido están abiertas de par en par!" Y pronto los dos tercios de la Redacción fueron reconocidos como sospechosos. En la Montaña ortodoxa, comenzó un proceso de autofagia. "¡La patria está en peligro! ¡Caveant Consules!" 61 ; y el camarada Lenin transformó el modesto Consejo en un Comité de Salvación Pública todopoderoso, a fin de representar en él el papel del Incorruptible. Todo lo que se encontraba en su camino debía ser barrido. La perspectiva de la destrucción de la Montaña iskrista no ha detenido al camarada Lenin. Se trataba simplemente de instituir sin resistencia, por medio del Consejo, una "República de la Virtud y del Terror".

La dictadura de Robespierre por medio del Comité de Salvación Pública sólo podía tenerse en pie si se seleccionaba a gentes "fieles" en el Comité mismo, y si se colocaba en todas las funciones importantes del Estado a criaturas del Incorruptible. Si no, el dictador todopoderoso hubiese quedado suspendido en el aire. La primera condición se dio, en nuestra robespierrada caricaturesca, con la liquidación de la antigua Redacción. Una segunda condición fue igualmente asegurada: selección apropiada de los miembros del Comité central, y, por otra parte, institución del filtro de la "unanimidad" y de la "cooptación mutua".

El nombramiento de todos los otros "dignatarios" depende del Comité Central; el trabajo de este último está colocado bajo el control vigilante del Consejo. He ahí, camaradas, el aparato administrativo que debe gobernar la República de la "Virtud" ortodoxa y del "Terror" centralista.

Un régimen semejante no puede durar eternamente.

El sistema del Terror desemboca en la reacción. El proletariado parisino había elevado a Robespierre esperando que éste le sacaría de la miseria. Pero el dictador le dio demasiadas ejecuciones y demasiado poco pan. Robespierre cayó y arrastró en su caída a la Montaña y, con ella, la causa de la democracia en general.

Un grave peligro nos amenaza en la hora actual: el hundimiento inevitable, y al mismo tiempo próximo, del "centralismo" leninista corre el peligro de comprometer, a los ojos de muchos camaradas rusos, la idea del centralismo en general. Las esperanzas puestas en el "gobierno" del Partido eran demasiado grandes, infinitamente grandes. Los Comités estaban seguros de que les daría hombres, literatura, órdenes, medios materiales. Ahora bien, un régimen que, para subsistir, comienza por expulsar a los mejores militantes en los dominios teórico y práctico, un tal régimen promete demasiadas ejecuciones y demasiado poco pan.

Suscitará inevitablemente una decepción que puede revelarse fatal, no sólo para los Robespierre y los ilotas del centralismo, sino también para la idea de una organización de combate única en general. Serán los "termidorianos" del oportunismo socialista los que se quedarán entonces como dueños de la situación, y las puertas del Partido se abrirán efectivamente de par en par.

Ojalá que no suceda.

Algunas palabras a guisa de conclusión

El centralismo orgánico, superación del centralismo leninista.

El Congreso ha terminado 62 . Los delegados han vuelto a casa. "Entonces nos hemos puesto a repasar las heridas". Heridas, hay muchas. Camaradas, pocos. Esto se limita, por lo demás, a los primeros tiempos, cuando la hipnosis del "centralismo" no había comenzado todavía a debilitarse - gracias en parte a la propaganda de la "oposición" y, sobre todo, al "trabajo" organizativo autofágico de la "mayoría".

La Redacción creada por veinticuatro manos se ha revelado inviable. El camarada Martov salió de ella desde el Congreso. El camarada Lenin, el inspirador de la "reforma", después del Congreso. Es bien evidente que los colegios periodísticos dirigentes no se crean con "votos".

Con la salida del camarada Lenin de la Redacción, las concepciones organizativas de la "mayoría" se invierten completamente en lo concerniente a las relaciones mutuas entre los centros. 63 Pero ahí comienza un nuevo capítulo, todavía sin escribir, de la historia de nuestro Partido.

Bien entendido, las divergencias organizativas se encontraron desde el primer día incómodamente en el restringido marco de las relaciones entre el Comité central y el Órgano central. Toda una serie de cuestiones concretas, referentes a las relaciones entre el Comité central y los comités locales, surgieron ante el Partido. Y sobre casi todas estas cuestiones, "la oposición" da una respuesta y la "mayoría" da otra.

La tarea inmediata de la "minoría" es formular de manera exacta, y caracterizar en el detalle, sus concepciones organizativas. En la espera, el autor se limita a recuperar una exposición que había escrito hace dos años. 64 El punto de partida de esta exposición es el siguiente: "Nos hemos encontrado, para emplear una vez más esta comparación, en la situación de los aprendices de brujo que, repitiendo fórmulas hechas, han suscitado una fuerza enorme y que, cuando ha habido que dominarla, se han encontrado totalmente incapaces". No hay más que una salida: una organización común a todo el Partido, con un Comité central a su cabeza. Un Congreso convocado a este efecto no puede resolver la cuestión. Es indispensable crear primero el centro, antes de proclamarlo. He ahí el fondo de esta exposición no impresa. El autor se complace con frecuencia en recordar que algunos camaradas, que hace dos años habían encontrado esta exposición "narodovolista" 65 (a causa de sus tendencias "no democráticas") han llegado hoy tan lejos en el camino del centralismo que el autor del Informe les parece contaminado por los prejuicios "anti- centralistas". ¡Tal es la velocidad con la que nuestro Partido avanza por el camino del progreso!

"Si una de las organizaciones locales, dice la exposición, rehusa reconocer los plenos poderes del Comité central, éste tendrá la fuerza (N.B.) y el derecho de no reconocer a esta organización. La cortará del mundo revolucionario rompiendo los lazos con ella; dejará de enviarle literatura y otros instrumentos de trabajo; enviará al campo de su actividad un destacamento propio y, habiéndole proporcionado todos los medios de acción necesarios, lo proclamará comité local.

"Pero una medida tan heroica, prosigue la exposición, no tiene más que una aplicación excepcional. Como regla general, el empleo de medidas de represión material sería absurdo: significaría que el Comité central se esfuerza en ir contra una corriente que arrastra a todo el Partido, ¡sueño irrealizable!"

"Pero si el Comité central tiene tacto organizativo y comprende las tareas del movimiento, los conflictos entre él y los comités locales son imposibles, pues en caso de desarrollo normal de estas relaciones, las disposiciones del Comité central no son más que la formulación de las exigencias comunes a todo el Partido... Vigilando bien que los comités locales vayan al mismo paso que el Partido, el Comité central se abstendrá de toda intromisión en los asuntos de las organizaciones locales".

Estas ideas son extremadamente elementales, pero para nuestros tiempos "centralistas", hay que imprimirlas al menos en cursiva.

Polémica con Lenin

El informe estaba ya corregido cuando apareció la Carta a la Redacción de la Iskra 66 escrita por el camarada Lenin a fin de explicar su salida de la Redacción. Es un documento extremadamente extraño.

El camarada Lenin se queja de que la "minoría" haya creado una literatura "clandestina (¡sic!) que inunda la emigración, los comités y que comienza ya a volver parcialmente de Rusia al extranjero". En esta "literatura clandestina" (¿o anónima?) se incluye, entre otros, el Informe del delegado de Siberia. ¿Qué es lo que el camarada Lenin quiere decir exactamente con eso? ¿Es que nos reprocha no haber hecho público este informe? Pero era imposible hacerlo antes de la publicación de la declaración concerniente al Congreso del Partido. A menos que el camarada Lenin quiera indicar con eso que el informe, ¿circulaba solamente en ciertos grupos y entre ciertas personas? Pero entonces no se comprende tampoco muy bien sobre qué base cita Lenin en la prensa un documento que no está destinado a ser impreso. Continuemos. El camarada Lenin, ¿quiere decir que él mismo jamás ha recurrido a esta especie de literatura que él llama clandestina? Si ha recurrido a ello, ¿no considera como obligatorio, después que se ha permitido citar documentos literarios "clandestinos" que le han "llegado", publicar sus propios documentos más o menos "clandestinos"? ¿O es que simplemente no está dispuesto a reconocer este derecho a la "minoría"? Esperamos que el camarada Lenin nos dé las explicaciones que se imponen.

La literatura clandestina está llena de "las acusaciones más divertidas" a propósito de Lenin; se le acusa "de autocracia", de haber creado un "régimen robespierrista de ejecuciones" (¡sic!). Estamos dispuestos a regocijarnos de que el camarada Lenin se haya "divertido" por los reproches "divertidos" de la literatura "clandestina". Únicamente, que es en vano que haya tomado las ejecuciones "robespierristas" en serio. El Informe "clandestino" del delegado de Siberia habla de una robespierrada caricaturesca. Se distingue de su gran modelo como la farsa vulgar se distingue en general de la tragedia histórica. Estamos dispuestos a reconocer que, efectivamente, no hay nada más divertido que una "autocracia" que no dirige nadie, y "ejecuciones" que permiten a los "ejecutados" realizar funciones importantes en el Partido.

El camarada Lenin piensa, o al menos imprime, que las divergencias organizativas son "presentadas" por nosotros de tal manera que embellecen la posición de la "minoría" y los procedimientos de la lucha para la transformación de la composición personal de los "centros". El camarada Lenin no conoce ningún "centralismo burocrático". Por el contrario, conoce infinitamente intrigas maquinadas por la "minoría" para penetrar en los centros del Partido. Cada cual no ve más que aquello que le es dado ver. Pero nosotros pensamos que, en un futuro bastante próximo, aparecerá un folleto que comenzará así:

"En nuestra literatura socialdemócrata en el extranjero se lleva, desde hace cierto tiempo, una discusión bastante extraña para el lector no ilustrado; su tema es: ¿existe, o no existe en la joven Social-Democracia rusa una tendencia conocida bajo el nombre de centralismo burocrático? Según la opinión de una de las partes presentes, por ejemplo, P. Axelrod, no sólo existe tal tendencia sino que en ciertas condiciones puede tener una influencia muy dañina en el desarrollo ulterior del Partido. La otra parte, el camarada Lenin, no quiere ponerse de acuerdo con el camarada Axelrod. Piensa que su opinión está desprovista de todo fundamento.

"Un hombre que se mantenga apartado de los asuntos internos de nuestro Partido podría considerar tal disputa falta de interés, tanto más cuanto que las partes en lucha se expresan a veces por semi-alusiones, y raros son los que pueden comprenderlas. En realidad, esta disputa tiene una gran importancia práctica. Y por esta razón la "minoría" estima útil colaborar en la solución de esta discusión, publicando la siguiente colección de materiales".

El camarada Lenin quizá se acuerde: el Vademécum consagrado al Rabotcheie Dielo comenzaba de esta manera. Nos ha hecho falta simplemente reemplazar "economicismo" por "centralismo burocrático" y, en lugar de la Redacción del Rabotcheie Dielo, poner el nombre del camarada Lenin. En cuanto al camarada Axelrod, no hemos tenido que reemplazarlo. Él ha sido el primero en constatar el "economicismo" y en formular los reproches "divertidos" de "centralismo burocrático". Añadamos también que los acontecimientos que han seguido, como dice el Vademécum, han dado una prueba brillante e irrefutable de "la perspicacia y el alcance de los puntos de vista de P. Axelrod".

¿Qué respondieron a las acusaciones del camarada Axelrod los camaradas del Rabotcheie Dielo? Confirmaron "que su disputa con el grupo Liberación del Trabajo no fue provocada por divergencias programáticas, sino porque este grupo se oponía a todo cambio en la composición de la Redacción. Tal es su verdad oficial."

"La historia se repite"...

El camarada Lenin niega la existencia de divergencias organizativas serias. Parece que se ha apresurado a olvidar lo que él mismo declaró en el Congreso del Partido sobre la táctica del "estado de sitio" y en el Congreso de la Liga sobre la necesidad de excluir a los "bundófilos", los "rabotchedielistas" y "yujnorabotchistas". 67

El camarada Lenin niega las divergencias. ¿No cree que así se obliga a explicar a la faz del Partido las causas que no son de principio y que lo han impulsado a exigir del Congreso la destrucción de la antigua Redacción? Ahora escuchamos al camarada Lenin declarar que: "en opinión de la mayoría, es posible y necesario hacer prevalecer sus puntos de vista en el Partido, que la composición personal de los centros sea modificada a medida".

Ahora bien, el camarada Lenin exigía él mismo "la modificación de la composición personal de los centros" incluso si, como se confirma ahora, al hacerlo no tenía ningún "punto de vista propio", ningún punto de vista que le hubiese sido necesario "hacer prevalecer en el Partido". ¿No es evidente que los ultimátum son inadmisibles en tales condiciones, "en opinión de la mayoría"?

El camarada Lenin vuelve sin cesar sobre la coalición de la "minoría iskrista" y elementos "no-iskristas". Estamos dispuestos a asombrarnos sinceramente de la obstinación del camarada Lenin, tanto más cuanto que él mismo no puede dejar de saber que las actas del Congreso y de la Liga no dejan piedra sobre piedra de sus afirmaciones.

El presente Informe puede precisar cierto número de cosas a este respecto.

Y además, ¿qué significa, en el lenguaje actual del camarada Lenin, "iskristas duros, por consiguiente centralistas"?

Personalmente, hemos dedicado tiempo a comprender algo de esto, hasta que un camarada nos lo aclara, afirmando: "el iskrista duro, por consiguiente, centralista" es el que construye su concepción según el principio cartesiano: "soy reconocido por el Comité central, luego existo".

En cuanto a los "iskristas blandos, es decir, los que no son reconocidos y que por tanto apenas existen, sólo representan, según Lenin, un "círculo de emigrados". Ocurre que este círculo boicotea el Órgano central, obstaculiza las decisiones del Comité central y provoca, con su "actividad desorganizadora, que frena "todo el trabajo", la reacción de toda una serie de comités del Partido. ¡"Un círculo de emigrados" que frena todo el trabajo" del Partido! El camarada Lenin infringe aquí los cánones elementales de la lógica.

Para rehabilitar, en su espíritu, las verdaderas proporciones, el lector sólo tiene que recordar que hemos dejado el Congreso con veintidós contra veintidós.

Al acabar de leer la Carta del camarada Lenin, titulada Por qué he dejado la Redacción de la Iskra, el lector no dejará de preguntarse: "Pero por qué exactamente el camarada Lenin ha salido de la Redacción de la Iskra?" Y si este lector relaciona esta pregunta con lo que se le suministra en la Carta, se dirá:

"El camarada Lenin se ha batido en el Congreso por el "cambio del personal de los centros del Partido". En esta lucha, no tenía ninguna base de principio. A pesar de todo, ha tenido éxito. La Redacción de la Iskra y el Comité de organización fueron destruidos. Ahora bien, el resultado más inmediato de esta destrucción ha sido la salida del mismo Lenin de la Redacción. La táctica del camarada Lenin, "que no estaba guiada por consideraciones de principio", se ha resentido evidentemente de cierto número de lagunas. Pero esto no debe ocurrir en empresas tan delicadas. Esto ha acabado mal para el camarada Lenin. Esto pasa a todo el mundo. En este caso, conviene retirarse lo más discretamente posible y molestando lo menos posible".

Al razonar así, el lector tendrá razón. ●

 

(Traducido del ruso por Denis Authier, según el ejemplar del Informe de la Delegación Siberiana conservado en la Biblioteca de Documentación Internacional Contemporánea, París).

 

*    *    *

25 El monje Laurent ha dejado la copia más importante de la Povest Vremennych Let, el relato más o menos legendario de los inicios de la historia rusa. (Nota del traductor, D. Authier).

26 Esta declaración apareció en el nº 53 de la Iskra, órgano central de la socialdemocracia rusa, es decir, al final de noviembre de 1903, tres meses después del final del Congreso y un mes después de la marcha de Lenin de la redacción de la Iskra. (Nota del traductor, D. Authier).

27 La Liga de la Social-Democracia Revolucionaria Rusa en el Extranjero. Había sido fundada por los "iskristas" y los viejos del Grupo de la Liberación del Trabajo (cf. prefacio) en 1901 (1er Congreso), es decir, por los elementos que ya no podían realizar su trabajo específico en la primera organización de los socialdemócratas rusos emigrados (fundada en 1894), la Unión de los Social-Demócratas Rusos en el Extranjero que, en su mayoría, había adoptado la orientación "economicista" (cf. prefacio). La Liga fue confirmada por el II Congreso del P.O.S.D.R. como único representante del Partido en el extranjero. En octubre de 1903, la Liga celebró igualmente su II Congreso en el curso del cual se enfrentaron nuevamente bolcheviques y mencheviques. Los mencheviques tenían una mayoría aplastante y los bolcheviques, con Lenin, abandonaron el Congreso en su cuarta sesión. La Liga siguió siendo, hasta su desaparición en 1905, un valladar del menchevismo. (Nota del traductor, D. Authier).

28 Esta inversión fue especialmente clara en la cuestión de las relaciones entre el Comité central y el Órgano central. Las condiciones del trabajo en Rusia (la represión policial) hacía que la cabeza del Partido en Rusia misma pudiese ser destruida en cualquier momento. El "centro" más estable del Partido era, por tanto, el Órgano central (la Iskra). Uno de los problemas debatidos en el Congreso había sido el de las relaciones entre los dos "centros". Lenin había intervenido entonces resueltamente por la supremacía del Órgano central sobre el Comité central. Cuando, en desacuerdo con Plejanov (cf. más adelante), abandonó la redacción de la Iskra, se hizo cooptar por el Comité central y le pidió que preparase, sin saberlo el otro" centro", un tercer Congreso, afirmando con ello la supremacía del Comité central sobre el Órgano central que ya no controlaba (cf. Bertram D. Wolfe, Lenin y Trotsky, cap. V. Edit. Calmann-Lévy). (Nota del traductor, D. Authier).

29 Se trata de Plejanov. Lenin y él eran, después del II Congreso, los dos únicos redactores de la Iskra (cf. más abajo). Plejanov, que parecía tener las mismas posiciones "duras" que Lenin, fue sacudido por la actitud intransigente de los mencheviques en el Congreso de la Liga. Entonces tomó la resolución de cooptar a los antiguos miembros de la redacción convertidos en mencheviques: Axelrod, Zazulich y Potresov, "en interés de la unidad del Partido". Lenin estuvo en completo desacuerdo con él y le envió una carta el 1º de noviembre anunciándole que dimitía de la redacción de la Iskra y también del Consejo del Partido (cf. más abajo). Plejanov redactó él solo el nº 52 del periódico (7 de noviembre), con el artículo al que Trotsky hace alusión como editorial, donde criticaba a Lenin y daba los primeros pasos hacia los mencheviques. En el nº 53 (25 de noviembre), Plejanov anuncia que, "basándose en los párrafos 12 de los estatutos", ha cooptado a los cuatro antiguos miembros de la redacción, Martov, Axelrod, Zazulich y Potresov. (Nota del traductor, D. Authier).

30 El de Lenin. (Nota del traductor, D. Authier).

31 Lev Davidovich Bronstein tomó en 1902, cuando su evasión de Siberia, el seudónimo de N. Trotsky. Este nombre era el del carcelero jefe de la prisión de Odesa, en la cual el autor de este informe había pasado más de un año. No fue sino después de la revolución cuando N. Trotsky se convertirá en L. Trotsky. (Nota del traductor, D. Authier).

32 El informe está escrito en nombre de los dos delegados de la Unión. (Nota de Trotsky).

33 El sentido de esta resolución era el siguiente: el Congreso no debía legítimamente tener lugar más que cuando estuviese suficientemente consolidada la unidad de hecho del Partido. (Nota de Trotsky).

34 Se trata del Comité de Organización para la preparación del II Congreso. Fue instituido en 1902 por una conferencia que se había reunido en Rusia (la conferencia de Bialystock) a iniciativa del Bund (opuesto a la Iskra de Lenin, Plejanov, Martov, etc.). El delegado de la Iskra y los comités rusos que aplicaban la misma línea que ella consiguieron que este Congreso no contase como II Congreso del Partido, sino conferencia preparatoria de este Congreso. De allí salió el Comité de Organización que, al principio, estaba compuesto esencialmente de "bundistas" y de "economicistas". Pero este primer Comité fue rápidamente desmantelado por la policía. La Organización de la Iskra en Rusia (cf. prefacio), impulsada por Lenin, constituyó inmediatamente un segundo comité, compuesto esencialmente por "iskristas". Su trabajo desembocó en la formación de una mayoría favorable a la Iskra, en 1903, para el II Congreso. (Nota del traductor, D. Authier).

35 Trotsky comparte, por tanto, la posición reaccionaria de Kautsky (proseguida por Lenin) sobre las relaciones entre teóricos y proletarios revolucionarios. Cf. Jean Barrot, El "renegado" Kautsky y su discípulo Lenin en Kautsky, Las tres fuentes del Marxismo, Spartacus A nº35.

36 La Zaria era, con relación a la Iskra, un órgano estrictamente teórico. Sólo hizo aparecer cuatro números. El proyecto de programa en cuestión había sido escrito por Plejanov. Antes del Congreso, Lenin se había pronunciado en su contra, en la medida en que no se trataba de un programa adaptado concretamente a la lucha en Rusia. (Nota del traductor, D. Authier).

37 Los dos representantes del Rabotcheie Dielo, periódico de tendencia economicista publicado en el extranjero.(Nota del traductor, D. Authier).

38 Las resoluciones de táctica se referían a la actitud que los social- demócratas debían tomar frente a la corriente liberal, los sindicatos creados por la policía, etc. (Nota del traductor, D. Authier).

39 Los veinticuatro votos de la mayoría de Lenin (los bolcheviques). (Nota del traductor, D. Authier).

40 El Bund: Unión General de los Obreros Judíos. Fundado en 1897, el Bund agrupaba a los obreros judíos de Rusia, Ucrania, Polonia y Lituania. Penetró igualmente en el proletariado eslavo. Era, de lejos, la organización obrera más importante del Imperio ruso. Se ocupaba en gran medida de la lucha nacional para la emancipación política de los Judíos. Estaba representada sólo por cinco delegados en el II Congreso del Partido Social- Demócrata, que rechazó su exigencia de autonomía. (Nota del traductor, D. Authier).

41 Las regiones en que los Judíos podían vivir en el Imperio ruso. (Nota del traductor, D. Authier).

42 Lo que dice Trotsky es manifiestamente falso. (Ver Bertram D. Wolfe, op. cit., cap. IV y V). El Bund quería unificar el Partido socialdemócrata alrededor de él; y la Iskra deseaba lo mismo, pero alrededor de ella. Con este fin el Bund había reunido la conferencia de Byalistock (cf. más arriba). Y si no hubo más que un solo representante del Bund en el Comité de organización, fue porque los "iskristas" que lo habían investido lo habían decidido así. (cf. más arriba). (Nota del traductor, D. Authier).

43 Se trata de la evicción de Axelrod, Vera Zazulich y Potresov de la redacción de la Iskra (cf. nuestro prefacio). (Nota del traductor, D. Authier).

44 "Diletantismo artesanal" de los "economicistas" en materia de organización (cf. ¿Qué hacer?). (Nota del traductor, D. Authier).

45 Este problema será recogido por Trotsky esencialmente en El Programa de Transición. (Nota del traductor, D. Authier).

46 Para comprender esta argumentación es necesario invertir el problema. En el espíritu de Lenin, era el Órgano central (la Iskra), situado en el extranjero y, por tanto, estable, el que debía ser la verdadera cabeza del Partido. El Comité central debía estar subordinado a él. Un sistema de cooptación adecuado debía permitir al Órgano central (ocupado entonces por Lenin) componer como le pareciese el Comité central (expuesto permanentemente a ser destruido por la policía). Ello no impide que el problema se haya planteado primero al revés, como sucede con frecuencia en tales circunstancias. (Nota del traductor, D. Authier).

47 Nadie lo entendió de otra manera y el camarada Pavlovitch, miembro del buró, testimonió abiertamente, en una de las sesiones del Congreso, que esto era lo que él mismo pensaba a propósito de la composición del Consejo (cf. las actas). (Nota de Trotsky).

48 Por la marcha de delegados "anti-iskristas": Bund, Rabotcheie Dielo. (Nota del traductor, D. Authier).

49 Esta resolución había sido presentada por Trotsky. (Nota del traductor, D. Authier)

50 Uno de los delegados de la "mayoría", el camarada Ts., era partidario de una Redacción con una sola persona. Evidentemente, nosotros habríamos dado nuestros dos votos sólo al camarada Plejanov. (Nota de Trotsky).

51 El quinto era Plejanov. (Nota del traductor, D. Authier).

52 Los veinte votos (los mencheviques) son llamados por los bolcheviques la "coalición de los iskristas inconsecuentes", "ciénaga" (seis delegados que habían llegado al Congreso sin estar ni por ni contra la Iskra) y elementos "anti-iskristas". (Nota del traductor, D. Authier).

53 Esta delegada seguía la línea llamada economicista. (Nota del traductor, D. Authier).

54 En especial sobre el párrafo I de los estatutos. (Nota del traductor, D. Authier).

55 Ver nuestro prefacio. Lenin, por su parte, (cf. Un paso adelante...) no considera a los delegados del Yujny Rabotchi como mencheviques sino como miembros del "pantano" centrista. (Nota del traductor, D. Authier). 56 El otro era Plejanov. (Nota del traductor, D. Authier).

57 De cinco miembros del Comité de Organización presentes en el Congreso, cuatro estaban con la minoría. (Nota de Trotsky).

58 Recordamos que este informe fue escrito antes de la restauración de la antigua Redacción (menos el camarada Lenin). (Nota de Trotsky).

59 Pasaje muy célebre en Rusia, extraído de una crónica de los comienzos de la historia rusa: "Ellos (los eslavos) rechazaron a los Varegos (tribu escandinava) más allá del mar, no les pagaron más impuestos y se pusieron a gobernarse ellos mismos. Pero no había justicia entre ellos: una familia se levantaba contra otra, y se pusieron a combatir los unos contra los otros. Y se dijeron: "busquémonos un príncipe que nos gobierne y nos juzgue según la justicia". Y fueron al otro lado del mar, a los Varegos, a los Rusos. Estos Varegos se llamaban Rusos como otros se llamaban Suecos y otros Normandos (...) Los Eslavos dijeron: "nuestra tierra es grande y rica pero no está ordenada. Venid a reinar y gobernadnos". (Nota del traductor, D. Authier). 60 Esta tesis es presentada igualmente por B.D. Wolfe. La juventud de Lenin. Calmann-Lévy, p. 245. (Nota del traductor, D. Authier). 61 Que los Cónsules se pongan en guardia. (Nota del traductor, D. Authier).

62 La "conclusión" está escrita para este folleto. No formaba parte del "informe". (Nota de Trotsky).

63 Efectivamente, habiendo abandonado Lenin la Redacción de la Iskra y el Consejo, se hace cooptar por el Comité central, junto con un cierto número de otros bolcheviques. Asigna el primer papel a este órgano pidiéndole que prepare, a escondidas de los otros dos "centros", un tercer Congreso del Partido, para eliminar definitivamente a los mencheviques (Wolfe, op. cit, cap. VI). (Nota del traductor, D. Authier). 64 El autor estaba entonces totalmente aislado del trabajo práctico y periodístico (Nota del traductor, D. Authier: Trotsky estaba exiliado en Siberia). No conocía todavía la Iskra y no sabía nada del trabajo de la organización de este periódico en Rusia. El folleto del camarada Lenin ¿Qué hacer? no había aparecido todavía. La exposición está escrita bajo la influencia de las informaciones parciales sobre los acontecimientos de 1901. (Nota de Trotsky).

65 Del nombre de la organización populista conspiradora Narodnaia Volia (cf. ¿Qué hacer?, cap. IV: La organización "conspiradora" y el "democratismo"). (Nota del traductor, D. Authier).

66. Lenin, Obras completas, tomo VII, p. 119 y ss. (Nota del traductor, D. Authier).

67 Partidarios del Bund, partidarios del Rabotcheie Dielo, partidarios del Yujny Rabotchi. (Nota del traductor, D. Authier).