Informe del Comité Central al VI Congreso Extraordinario del Partido Comunista de El Salvador
Fecha: Agosto de 1970.
Fuente: Texto ubicado y digitalizado por el Centro de Estudios Marxistas "Sarbelio Navarrete" (CEM); puesto en internet por el Servicio Informativo Ecuménico y Popular (SIEP), enero de 2009.
Esta edición: Marxists Internet Archive, noviembre de 2010. Al citar o reproducir el documento, aparte de marxists.org, favor de mencionar al CEM y al SIEP como las fuentes originales de la versión digital.
SAN SALVADOR, AGOSTO DE 1970
Camaradas:
A un año de distancia del VI Congreso Extraordinario, el C.C. presenta a la Base del Partido el informe presentado en aquella oportunidad, con sus reformas y conclusiones, en las históricas deliberaciones de aquel Congreso.
Conjuntamente a lo negativo de la tardanza en la presentación del informe, este lo positivo de su conveniencia, pues estamos en vísperas del VII Congreso Ordinario en el cual se dará solución a las resoluciones contenidas en el VI Congreso Extraordinario. Se considera positivo refrescar en nuestras mentes los viejos problemas perjudiciales; de forma que vayamos al VII Congreso con un renovado panorama, del cual servirnos adecuadamente, a fin de elevar al Partido a la altura de verdadera vanguardia.
Lenin nos enseña que: no debemos envanecernos en los triunfos ni desmayar en las derrotas. Como verdaderos marxistas-leninistas evaluar nuestros errores para, con mayor entusiasmo y empuje combatir en los dos frentes: el interno y el externo.
La agudización de la crisis general del capitalismo esta llegando al estado de la fiera herida, en el cual su ferocidad se acrecienta. La oligarquía salvadoreña, como parte de la jauría capitalista mundial empieza a dar zarpasos. La violencia del enemigo la afronta el Movimiento Comunista Mundial, del cual es parte el P. C. S. Alineémonos en pie de combate. Para ello preparémonos para responder como destacamento de vanguardia, elevando nuestra capacidad de soldados del Movimiento Comunista Mundial. (...)
Hubo que tomar medidas de protección y de distracción del enemigo, contra posibles ataques a secciones vitales del Partido por las infidencias del traidor incrustado en la organización. Las discusiones preparatorias del informe del Comité Central al Congreso se retrasaron también en la dirección, aun cuando a partir de octubre se desarrollaban a toda plenitud. Se traslada así tentativamente la fecha del Congreso para el mes de abril de 1969.
3. Pese a que se habían tomado serias medidas para el estudio de los documentos en las células, éstas se retrasaron y tardaron en mandar sus opiniones, sugerencias y propuestas, cosa que dificultaron hacer la redacción final de los documentos con la anticipación que el caso exigía. Ante esta situación, el Comité Central consideró que era mejor posponerlo para el mes de agosto (1969). Sin embargo, el Congreso no pudo realizarse para entonces en vista del desencadenamiento del conflicto con Honduras. Luego, vinieron las discusiones internas sobre la actuación del Partido durante el conflicto y la particular situaci6n que se creó a partir de entonces, pospusieron el Congreso una vez más.
4. En noviembre de 1969, sin embargo, ante la imposibilidad de realizar a corto plazo el Congreso ordinario tal como se ambicionaba y en vista del mayor desmejoramiento de la capacidad de la dirección, la Comisión Política acordó por unanimidad proponer al Comité Central convocara a la mayor brevedad la celebración de un Congreso Extraordinario, con la exclusiva intencionalidad de elegir un nuevo Comité Central que estuviera más a tono con las necesidades del Partido y con las tareas de éste ante las masas, y que pudiera organizar como se debe la realizaci6n del Congreso ordinario, al que correspondería la aprobación de nuestro programa y la elaboración de la línea general del Partido. Cuando los preparativos se conducían hacia esta meta, se sucedieron los siguientes hechos:
A. El c. Saúl[1] comenzó a levantar la idea de que el Congreso como máxima autoridad del Partido que es, puede introducir virajes en la 1ínea política aun cuando no hubiera sido convocado con ese propósito: “Si el Congreso quiere, lo puede hacer”, razonaba.
B. Saúl propuso también que el Congreso debiera estar integrado así: 1) los asistentes a los plenos ampliados últimos (balance sobre el conflicto con Honduras), más diez delegados de la Juventud, todos con derecho a voz y voto. 2) 0 bien así: asistentes al Pleno ampliado, más un delegado por cada célula, más diez delegados de la juventud: todos con derecho a voz y voto.
C — Saúl propuso también se reformara el artículo 14 de los estatutos contiene los requisitos para ser miembro del Comité Central, bajando a dos años el requisito de militancia activa en el Partido para ser miembro del Comité Central, en vez de tres años como dice el estatuto vigente. Esta moción era contraria a la de la Comisión de Congreso, de la que é1 formaba parte, que proponía se aumentara a cuatro años el mencionado requisito.
Examinemos esas propuestas:
A. La propuesta primera (sobre el viraje de la línea) está reñida con lo dispuesto por los estatutos que en el artículo 42 establecen el procedimiento para la elaboración de los documentos, en los que se expresan la línea política del Partido.
Art. 42 “....El orden del día y los materiales y proyectos del mismo deberán ser elaborados por el Comité Central y después de haber sido aprobados por éste serán entregados a las organizaciones de base, por lo menos con tres meses de anticipación, para que puedan ser conocidos y discutidos ampliamente por todos los militantes del Partido.
“El Comité Central tendrá la obligación de recoger y sintetizar las opiniones y sugerencias de las bases, fruto del estudio y discusión de estos materiales, y de darlos a conocer al Congreso, para que los acuerdos del mismo, sean el resultado del esfuerzo creador de todo el Partido”. (Subrayados nuestros).
B. La propuesta segunda (sobre la integración del Congreso), es anti-estatutaria. E1 artículo 41 dice expresamente: “El Congreso del Partido es su más alta autoridad y se integra con los miembros del Comité Central y con los delegados electos por las células, de acuerdo con una proporción acordada por el Comité Central. Podrán asistir los candidatos a miembros del Comité Central y otros invitados con voz pero sin voto.”
Esta propuesta además estaba íntimamente vinculada con la primera, pues pretendía lograr una integración del Congreso adecuada a sus objetivos y en el que, según esperaba Saúl, los delegados de la Juventud podrían hacer fuerte presión atraídos emocionalmente por una línea de lucha armada a corto plazo.
Llamó la atención también que Saúl hubiera cambiado tan pronto de criterio sobre algunas cuestiones básicas en cuanto a las relaciones entre el Partido y la Juventud, pues hasta hacía pocas semanas exigía la calidad de miembro del Partido para ser miembro de los órganos de dirección de la Juventud, la militancia de esos compañeros en células del Partido y la absoluta supeditación de la Juventud al Partido. Ahora proponía que miembros de la Juventud, sin ser miembros del Partido, asistieran al Congreso de este como delegados con derecho a voz y voto y decidieran sobre su línea general.
B. La tercera propuesta de Saúl (reforma al Art. 14) era la culminación del plan. No sólo proponía introducir viraje desconocido a la línea del P. a espaldas de éste, apoyándose en una composición del Congreso que –según sus cálculos-le sería favorable, sino que también aspiraba a llevar al Comité Central a personas de su grupo, que no tenían tres años de militancia como los miembros de la Base FRANK PAIS, Claudio y otros.
Ante esas evidencias, que vinieron a descubrir las intenciones perseguidas por los que a esas a1turas ya formaban un grupo fraccional que se refugiaban en el manto de “abanderados de la lucha ideológica” el Comité Central en su reunión del 6 de diciembre de 1969, decidió no convocar el Congreso extraordinario propuesto y se pronunció por realizar el Congreso ordinario, cumpliendo con las exigencias estatutarias para el caso. Resolvió asimismo, disolver la Comisión de Congreso que venía funcionando y encargó a la Comisión Política la responsabilidad de garantizar que los trabajos preparatorios del Congreso culminaran en la fecha prevista, encargando la redacción del informe del Comité Central por partes a distintos compañeros responsables de las Comisiones Nacionales, con el fin de que éstas tuvieran oportunidad de vertir en él sus experiencias.
Vino entonces la agudización de las discusiones en la Comisión Política y el Comité Central con motivo, de la decisión de participar o no en las elecciones de comienzos de año; y luego vino la actividad fraccional organizada, con sus publicaciones y su trabajo en las filas del Partido y de la Juventud, y consiguientemente la mayor agudeza en la polémica dentro de los organismos dirigentes del Partido. Hubimos de concentrar atención y trabajo la campaña electoral. En tales condiciones y dentro del marco de un Comité Central, una Comisión Política y un Secretariado deteriorado de sus capacidades, el Congreso tampoco pudo realizarse en la fecha prevista.
Después de la renuncia de Saúl, que venía a unirse a la renuncia colectiva de los miembros de la célula FRANK PAIS, el Comité Central debió enfrentar la tarea de defender al Partido y a la Juventud de las pretensiones de dominación de parte de los fraccionalistas y al mismo tiempo acordó realizar redoblados esfuerzos para rea1izar el Congreso ordinario, pero la práctica demostró que la capacidad del Comité Central y su autoridad habían sido más deterioradas aun por la lucha fraccional, y que no se encontraba en condiciones de dar cumplimiento a la tarea del Congreso. Fue así como se decidió retornar a la idea de realizar un Congreso Extraordinario con el propósito exclusivo de elegir un nuevo Comité Central, una de cuyas tareas centrales e inmediatas tendría que ser la realización pronta del Congreso y la reforma de los Estatutos.
En rea1idad hay ya bastante trabajo documental adelantado para la realización del Congreso ordinario. Algunos de esos documentos son conocidos ya por el Partido. Nos referimos a las tesis para nuestra línea general, a los proyectos de programa general y de programa agrario, al proyecto de reforma a los Estatutos. Sólo falta elaborar el informe del Comité Central, dentro del cual se contendrían las mencionadas tesis, y las tesis relacionadas con el trabajo político-militar del partido, sobre las que ya hay documentos que serán entregados al nuevo Comité Central.
5. Finalmente, es preciso reconocer de manera autocrítica, que junto a todas las causas apuntadas como trabas que han imposibilitado la celebración del VI Congreso ordinario del Partido, también se encuentra una buena parte de responsabilidad del Comité Central que no ha realizado un trabajo de preparación del Congreso persistente y sostenido.
CARACTERISTICAS DE LOS ORGANOS NACIONALES DE DIRECCION
Los organismos de dirección nacional fueron reestructurados en el V Congreso de acuerdo a los nuevos estatutos. Sin embargo, algunos de los vicios que se arrastraban desde hacia muchos años no fueron superados completamente en los nuevos organismos, lo que trajo con el tiempo, deformaciones cada vez más marcadas que incidieron en su trabajo y en las debilidades de todo el Partido.
1. El Comité Central tal como fue integrado por el V Congreso representaba en ese momento el conjunto de los mejores cuadros del Partido y daba al organismo cierta representatividad y amplitud. Los nuevos miembros constituían aproximadamente el 60%, varios de los cuales llegaron con deseo de trabajar y responder a la confianza depositada en ellos por el Partido. El resto de sus componentes eran todos los miembros del Comité Central anterior que constituían la parte más experimentada de la nueva dirección nacional, Exceptuando a dos camaradas, el resto de ellos quedó integrando la Comisión Política del Comité Central.
El nuevo Comité Central tenía a su favor grandes ventajas, así como importantes desventajas. Una adecuada política de formación de cuadros hubiera producido en un plazo prudencial, un cambio cualitativo notable en la capacidad de dirección de los órganos nacionales del Partido, sin embargo, la ausencia de un método adecuado en el que se aprovecharan los rasgos positivos de los nuevos miembros del Comité Central, junto a la experiencia de los dirigentes más antiguos, se interpuso a lo que pudo llegar acser un paso más acertado dado por el Comité Central electo por el V Congreso.
En un comienzo, se hizo esfuerzos por planificar, distribuir y controlar el trabajo del Comité Central y efectivamente se elaboraron planes a corto plazo y en algunos aspectos también a largo plazo: se distribuyeron las responsabilidades y se organizaron varias de las principales comisiones nacionales; sin embargo, después se abandonó el trabajo planificado y el control del mismo. Por otra parte se fue progresivamente concentrando atribuciones en pocos compañeros, en la medida en que éstas no eran cumplidas por quienes fueron sus encargados. El fenómeno se produjo por no haber hecho serios esfuerzos por redistribuir las tareas tomando provisiones, para asegurar el desarrollo de los cuadros a fin de que se mantuviera la organización inicial. También al principio, y en vista de los considerables desajustes en la capacidad y el nivel teórico de los componentes del Comité Central se tomaron medidas para ayudar al desarrollo de todos los miembros de ese organismo, pero no fueron persistentes tales esfuerzos y desaparecieron, sin conseguir sus propósitos más que muy relativamente. Así se crearon condiciones para que prosiguieran con plena vigencia errores anteriores en métodos decdirección y estilo de trabajo. Dio base para que proliferaran durante un largo período, deformaciones y vicios como los que se apuntan en este informe. También influyó para que los evidentes desajustes en la capacidad y nivel teórico de los miembros del Comité Central persistieran.
Con el correr del tiempo, varios miembros desmejoraron notablemente y en algunos casos ha habido francas defecciones (Benjamín y César) Los cargos y responsabilidades que se han encomendado a varios del Comité Central no han sido atendidos con responsabilidad e incluso, algunos compañeros abandonáronlas (Julio, Chano, Eusebio, Memo). En más de un caso, el deterioro de la actividad de otros camaradas no se ha debido a irresponsabilidad o a falta de espíritu o voluntad de entrega, sino que ha sido consecuencia natural del desmejoramiento de su salud. E1 fallecimiento de dos de sus miembros redujo el número de componentes del Comité Central (Aníbal y Fidel). También se da el caso de compañeros que gradualmente han venido perdiendo su sensibilidad por los problemas del pueblo, han disminuido su espíritu de sacrificio y desmejorado incluso su militancia de base, a tal grado que en sus células están en entredicho, siendo fuente continua de mal ejemplo para los miembros de base.
Si bien el Comité Central siempre ha adolecido de serias debilidades, su situación se agravó al extremo en los últimos meses. A estas alturas de los problemas nacionales y del Partido; sus miembros actúan con gran superficia1idad en dicha tarea primordial; no se preparan a conciencia para las discusiones; o simp1eente se agregan a las opiniones de otros compañeros. En ese estado no es extraño que tanto documentos como soluciones políticas estén plagados de debilidades, así como de serios errores, como los que la dirección ha venido cometiendo en los últimos dos años.
Es preciso hacer notar que la mayoría de los miembros del Comité Central no se preocupan por su elevación ideológica y no existen en ellos la práctica del estudio individual. Eso unido al desligamiento del trabajo de masas por parte de buena proporción de ellos y al hecho de estar concentrados la mayoría de miembros en la ciudad capital, ha creado una base objetiva para profundos desajustes en lascinterpretaciones y enfoques entre unos y otros miembros del Comité Central.
2. Los fundamentos de la Dirección colectiva han sufrido serios perjuicios en la mayor parte del tiempo que ha durado la gestión del Comité Central que hoy rinde este informe.
El Secretario del Comité Central se constituyó en el centro de dirección política y administrativa del partido, concentrándose en él casi todos los atributos de dirección, con excepción de aquellos que claramente corresponden al Comité Central y al Congreso. En este terreno, sustituyó prácticamente a la Comisión Política en algunas de sus funciones de dirección, con lo cual se contribuyó a que dicho organismo no haya ocupado durante considerable tiempo el papel que le correspondía jugar.
En tal situación se desarrollaron deformaciones tales como las siguientes: a)la membresía del Partido se acostumbró a considerar como dirigentes casi exclusivamente a los miembros del Secretariado (Saúl, Emilio, Pablo, Bobby): b) los nuevos cuadros de dirección se vieron despersonalizados y no encontraron las condiciones para el desarrollo de su personalidad como dirigentes; c) no hubo una actitud correcta hacia la crítica en la dirección y tampoco se estimuló el ejercicio de este principio por la base del Partido.
Tal panorama estuvo vigente hasta los primeros meses de 1968, año en que hicieron crisis las discrepancias ideológicas en el seno del Secretariado y tuvo por la fuerza de las circunstancias que trasladarse los problemas para ser ventilados en la Comisión Política, a partir de entonces el Secretariado ha venido siendo cada vez más un organismo administrativo que no interfiere en las tareas de la Comisión Política. También se ha verificado cambios en su composición: la primera en noviembre de 1968 cuando se sustituyó uno de sus originales miembros; la última fue en ocasión de la renuncia de Saúl del cargo de Secretario General a principios de abril del presente año.
En los últimos tres meses, el Comité Central confió al Secretariado la función de coordinar el trabajo de la dirección del Partido, en vista de que no consideró necesario elegir un sustituto del renunciante. Es así como los miembros del Secretariado son loscque colectivamente han tomado en sus manos esa labor de coordinación que es específica al Secretario General.
3. Como se indica más arriba, el irrespeto de las normas de la dirección colectiva y la suplantación por el Secretariado, de las funciones de la Comisión Política, determinaron que la Comisión Política durante casi cuatro años no haya jugado su papel de dirección política del Partido. A esto hay que agregar que no todos sus componentes se entregaron de lleno con entusiasmo y responsabilidad al desempeño de sus obligaciones.
Durante el último período de dos años la Comisión Política desde el punto de vista de sus atribuciones ha jugado su papel, sin existir obstáculos que le minaran su autoridad y papel.
Las debilidades de la Comisión Política están referidas a su pobre capacidad de dirección política, que es expresión del mal general por el que atraviesa toda la dirección del Partido. La deficiencia de la Comisión Política se agrava con el hecho de que sólo e 50% de sus miembros trabaja a tiempo completo en las tareas del Partido.
4. La excesiva centralización, la ausencia de una clara política de cuadros, la falta de responsabilidad de muchos compañeros, los malos métodos de trabajo han impedido la formación de Comisiones auxiliares del Comité Central estables, consolidadas y eficientes. Esta es una de las mayores debilidades del Partido, puesto que las Comisiones son un eslabón indispensable para la racional distribución del trabajo, para la preparación y desarrollo de los cuadros y para impulsar el trabajo del partido. También el funcionamiento de buenas comisiones junto con una adecuada coordinación y armonización de su trabajo evitaría el trabajo doble y vació, así como el despilfarro de recursos materiales y humanos.
En los seis años que han corrido desde que se celebró el V Congreso se ha hecho algunos esfuerzos por crear las comisiones indispensables del Comité Central, pero a estas alturas únicamente funcionan cuatro: organización, Rural, Sindical, C. M. que no son un modelo de funcionamiento, capacidad y eficacia, pero que pueden llegar a serlo en un relativo corto plazo. El trabajo de propaganda ha conseguido mejorarse, pero camina con retraso la formación de la comisión respectiva.
5. En lo que se refiere a la Secretaría General, en ningún momento ha jugado a cabalidad su papel de coordinación de la actividad de las distintas comisiones del Comité Central y sus miembros. La falta de claridad sobre el significado de este cargo y la abundancia del estilo artesanal del compañero Saúl, fueron los factores principales que incidieron a ello.
6. En su actividad, los organismos de dirección han practicado un estilo de trabajo impropio, del cual se destacan los siguientes rasgos más característicos:
a) La ausencia de una seria planificación y control estricto del trabajo que se ha realizado, rindiéndole un extraordinario culto a la espontaneidad, sin objetivos claros, sin fijación de planes ni plazos. Esta práctica ha sido lesiva puesto que no permite ver las proyecciones generales del trabajo del Partido, se presta a bandazos, a la improvisación y al desperdicio de recursos humanos y materiales. Es muestra del predominio de los métodos y concepciones artesanales en el trabajo.
b) Ha estado ausente la comunicación e identificación constante de los organismos de dirección con las células, tanto para ganar a la base en la aplicación de la línea del Partido, como para informar a la membresía del desenvolvimiento de las tareas de la organización en su conjunto. También para recibir de las bases la información sobre la situación d las masas, de su estado de ánimo y recibir criticas y opiniones de los miembros del partido. Esta falla en la aplicación de elementales normas del centralismo democrático –el abuso del excesivo centralismo- ha traído constantes reclamos de las células que exigen ser escuchadas y tener participación en las discusiones de importantes problemas de la aplicación de la línea general.
c) El liberalismo también ha estado presente en los órganos de dirección nacional, al sustituir la crítica y la vigilancia revolucionaria por la complacencia, el amiguismo, la tolerancia, tanto ante la conducta personal, como en el cumplimiento de las tareas partidarias y errores de los miembros de dirección así como de base.
d) Uno de los elementos que más han perjudicado el trabajo de la dirección son las discusiones, a veces intrascendentes, continuadas, sobre los mismos problemas que volvieron a estos organismos en “círculos de discusión.” Desligados del trabajo práctico y a espaldas del Partido que ha ignorado por mucho tiempo lo que en las “alturas” venía sucediendo. Tal estilo se desarrolló ante todo en el Secretariado y la Comisión Política., no así en el Comité central que tardíamente conoció de las discrepancias postergadas indefinidamente. Ello es el resultado de los malos métodos utilizados en la discusión y del afán de hacer prevalecer la propia opinión a toda costa; en creer que siempre se tiene la verdad y que no puede haber equivocación en las propias opiniones. También ha sido producto de la subestimación de la importancia de mantener y profundizar la lucha ideológica en el seno de todo el Partido.
7. La excesiva centralización ha sido el elemento más dañino habido en la dirección del Partido. Esto produjo un enorme grado de influencia y poder de decisión, sobre los más diversos problemas, entre los miembros del Secretariado del Comité central, lo que al desarrollarse, ha causado serios daños al Partido y a los propios compañeros, así como al desarrollo de otros cuadros en formación.
La exagerada centralización consolidó un fenómeno lesivo a la dirección colectiva y que denominamos departamentalismo, con lo que se trata de explicar la incorrecta práctica de que un sólo camarada centralizaba gran cantidad de las más diversas tareas: abiertas y secretas, internas y externas, disponiendo este compañero de crecido número de cuadros de dirección nacional e intermedia y de activistas, lo mismo que de gran cantidad de medios materiales y económicos.
En este medio florecieron métodos de dirección incorrectos, absolutistas y personalistas, alejados del estilo camaraderil. Los cuadros de dirección nacional e intermedia no se desarrollaban como dirigentes con sus propias responsabilidades, sino desempeñaban en la práctica, el papel de “ayudantes” del compañero que estaba al frente de tal departamento.
Este fenómeno, debe ser examinado como efecto de determinadas causas colectivas e individuales, materiales y subjetivas, sociales e ideológicas y en ningún momento atribuirlo al deseo de uno o de un grupo de compañeros por crear esas situaciones. El Partido está en el deber de estudiarlo con detenimiento y profundidad para sacar las enseñanzas necesarias a fin de erradicar esos vicios que han lesionado gravemente su dirección colectiva y han dado origen a determinados métodos de dirección y estilo de trabajo no leninista.
BALANCE PANORAMICO DE LA APLICACION DE LA LINEA TRAZADA POR EL V CONGRESO
Corresponderá al próximo Congreso ordinario rea1izar un balance profundo de la aplicación de la línea aprobada por el V Congreso. Sin embargo, será electo un nuevo Comité Central y es necesario que el actual, electo en el V Congreso, presente aunque sea un informe panorámico de sus trabajos por llevar a la práctica los acuerdos de este, que es del cual recibió su mandato.
1. Entre otras, de las tareas planteadas por el V Congreso se destacan tres por su importancia:
A- Desarrollar la lucha de masas en sus múltiples formas.
B- Preparar los instrumentos orgánicos para la lucha armada.
C- Impulsar la construcción del Partido y su crecimiento numérico.
La orientación fundamental que trazó el V Congreso fue la de ligar el desarrollo del Partido, de la Juventud, del movimiento sindical, del movimiento revolucionario y de las organizaciones de masas en general, al proletariado industrial y agrícola. Para cumplir esta orientación el V Congreso encomendó poner mucho énfasis en la lucha reivindicativa, la cual había sido prácticamente abandonada en los años 1961-1963 al caer en una aguda unilatera1ización la táctica de nuestro Partido (experiencia de nuestra táctica con el PUAR). Promoviendo a las masas a luchar por sus reivindicaciones inmediatas y más sentidas se podría impulsar su organización, se podría desarrollar al Partido reclutando a los mejores luchadores destacados por las masas. Esta orientación que dio en llamarse la “línea de masas” es la que constituye la esencia de la línea trazada por el V Congreso.
El V Congreso mantuvo vigente la tesis, aprobada desde julio de 1960, ratificada en el pleno de abril de 1961, de que en nuestro país la toma del poder ha de realizarse por la vía armada. Al mismo tiempo, el Informe del Comité Central ante el V Congreso sostenía que no deben desecharse ni subestimarse las posibilidades de un transito de la revolución al poder por la vía pacífica. En todo caso, el Informe del Comité Centra1 ante el V Congreso sostuvo la tesis de que la base de todo el trabajo revolucionario, la vía al poder por medio de la lucha armada (tomada como la más probable o por una vía no armada, está en el desarrollo de la lucha de masas y las organizaciones de las masas y que, por consiguiente, debía corregirse el error de unilateralidad de nuestra táctica en el período anterior (durante el surgimiento y desarrollo del FUAR), que se concentraba en la agitación política, en el anuncio de la revolución armada y en los preparativos militares para ella. En adelante debían combinarse las distintas formas de lucha.
La línea trazada por el V Congreso se presenta así como una 1ínea aparentemente multifacética y completa. Sin embargo, en los esfuerzos por corregir la ya mencionada unilateralidad -que constituía un evidente error izquierdista— siendo nuestro Partido débil ideológicamente y teniendo una composición social marcadamente inclinada hacia la pequeña burguesía, en el mismo proceso de elaboración de la línea que después aprobó el V Congreso, se produjo una tendencia a incurrir en errores del tipo contrario.
Nuestra actividad durante los dos primeros años siguientes al Congreso demostró en la práctica que esa era la tendencia surgida del proceso de lucha ideológica habido dentro del Comité Central anterior.
2. 1964 y 1965 fueron años en los que la Dirección prestó importante atención a la tarea de sacar al sector sindical influido por nuestro Partido del lamentable estado de debilidad al que había llegado. La orientación de ligar el desarrollo del movimiento sindical al proletariado de las fábricas y de las plantaciones capitalistas era aceptada en teoría, pero su aplicación encontró los obstáculos que le opusieron viejas costumbres de trabajo y también las viejas costumbres del pensamiento, con las cuales hubo que entablar una lucha que se prolongó hasta fines de 1965, cuando pudimos culminar con éxito la reorganización legal del sector sindical mencionado. Esta reorganización legal fue ya un paso decisivo de avance para salir de aquel estado de debilidad, puesto que pudo abarcarse con ella a un grupo de fuertes sindicatos de obreros industriales.
Durante esos dos años la Dirección del Partido puso también atención al trabajo educativo. Entre otros esfuerzos, fue fundada y funcionó una escuela para cuadros integrantes de organismos de dirección intermedia y de comisiones nacionales del Partido, lo mismo que para cuadros de dirección de la Juventud y otros compañeros con cualidades para ser promovidos al desempeño de algunos de esos cargos.
Así también fue emprendido el trabajo de reorganización de la Juventud, que era una organización exclusivamente clandestina, para que tomara la tarea de promover la lucha y la organización de masas de los jóvenes, en especial de los jóvenes obreros. Sobre la base de los avances en esta tarea se fundaría después la Juventud Comunista. La marcha de esta reorganización fue lenta y hubo momentos críticos en los que el estado orgánico de la Juventud lindó con la desaparición.
Durante 1964-65 nuestro trabajo en el movimiento estudiantil se enfrascó en las tareas de la Reforma Universitaria, las cuales se burocratizaron, dejando a la masa de estudiantes en una expectación pasiva, que sólo fue rota durante las jornadas promovidas en torno del convenio de la Universidad de El Salvador con la Universidad Lomonosov de Moscú.
Fueron organizadas o reorganizadas varias de las Comisiones Nacionales auxiliares del Comité Central: la Comisión Sindical, la de Educación, la Rural, la Militar y se hizo esfuerzos por planificar todo el trabajo del Partido. No obstante, la Dirección no fue capaz de superar los obstáculos en cuanto a la falta de cuadro ni sus propios viejos métodos artesanales y la mayoría de esas comisiones fueron entrando en un proceso de languidecimiento y desaparición.
En 1964-65 continuaba el reflujo iniciado a fines de 1962, y tales condiciones dificultaban la aplicación de la línea trazada por el V Congreso. Esa línea encerraba cierta tendencia a unilateralizar el trabajo en el sentido de la lucha económica reivindicativa, lo cual, unido a las condiciones del reflujo hizo que durante esos dos años desapareciera de nuestra parte, casi totalmente, la agitación política y la lucha política de masas.
3. En 1963 se produjo la reforma de la Ley Electoral que permitió la representación proporcional en la Asamblea Legislativa y el PDC se lanzó a la conquista de las masas politizadas por nosotros, con sus campañas por la “revolución cristiana” y por la “revolución de los pobres”. Las elecciones de marzo de 1964 se realizaron cuando nos encontrábamos en los preparativos finales para el V Congreso y cuando habían culminado ya las agudas discusiones en el anterior Comité Central. El evento electoral nos encontró sin una orientación política clara. Sabíamos que debíamos hacer en el terreno de la lucha reivindicativa abierta, pero no lo que debíamos hacer en la lucha política abierta y legal. Tuvimos que improvisar una posici6n frente a las elecciones y, como no podía ser de otro modo a causa de nuestra incompleta línea general, llamamos a “votar contra el gobierno”, lo cual tendía a favorecer a la democracia cristiana. Nuestra participación en las elecciones para diputados y munícipes en marzo de 1966 fue también el resultado de una discusión y una preparación tardía de parte de la Comisión Política y del Comité Central, pero tuvo el mérito de obligar a todo el Partido a analizar mejor la necesidad de su participación activa en la lucha política, poniéndolo sobre el camino de subsanar el vació que se había creado durante 1964 y 1965. Además, nuestra participación en 1966, pese a los pobres resultados que obtuvimos, nos preparó para evaluar la situación, nos permitió conocer mejor el pensamiento de las masas y trazarnos planes acertados para nuestra participación en las elecciones presidenciales de 1967.
Sin duda alguna, nuestra participación en la campaña electoral y las elecciones presidenciales de 1967 fue un acierto. La idea central de esa campaña consistió en llevar a las masas la conciencia de la necesidad de cambios profundos en nuestro país para resolver sus problemas sociales y políticos y en obligar a las demás fuerzas políticas a tomar posición sobre ese planteamiento. El eje de la propaganda durante la campaña estuvo en la difusión de la necesidad de una reforma agraria profunda, los nexos causales de la concentración de la tierra en manos de la oligarquía, con los graves problemas de la injusta distribución del ingreso nacional, del atraso cultural, de la desocupación, de la miseria y el hambre. Aunque el programa de la campaña comprendía también el problema de la dependencia económica y política, los planteamientos en torno de esta cuestión clave fueron muy poco difundidos durante la campaña. La campaña electoral que hicimos consiguió en amplia proporción sus objetivos: la conciencia de la necesidad de cambios se difundió extensamente, pero sobre todo en las ciudades. Las masas del campo, que eran presumiblemente el destino de nuestra propaganda sobre la reforma agraria, no reaccionaron como se esperaba porque pudo más la campaña de atemorizamiento y porque nuestros métodos de trabajo hacia el campo no eran los apropiados. La campaña dejó en este sentido una valiosa lección.
Objetivo principal de nuestra campaña fue el de recobrar nuestra influencia entre las masas obreras de San Salvador y otros centros industriales que habían caído bajo la influencia de la democracia cristiana mediante su propaganda sobre la “revolución de los pobres”. Este objetivo fue alcanzado no sólo en San Sa1vador, sino también en Santa Ana y otras ciudades.
En conjunto la campaña nos llevó a importantes avances y amplias bases de influencia para continuar avanzando. Esto se pudo notar aun, antes de las elecciones, cuando en enero de 1967 se inició el movimiento huelguístico recesado casi absolutamente durante los 20 años anteriores. El despertar del proletariado urbano, cuya composición era mayoritariamente industrial (proletariado nuevo y joven de edad), indudablemente fue ayudado y alentado por nuestra gran campaña política, uno de cuyos brazos más activos fue el que tendió hacia las fábricas. Del movimiento huelguístico hablaremos más adelante.
No obstante tales progresos, una vez pasada la campaña presidencial se abrió un vacío, se puso de manifiesto la ausencia de un plan de largo plazo y la improvisación sustituyó al trabajo planificado de los meses anteriores. Habíamos ganado influencia entre las masas y aliados, pero no teníamos plan para la consolidación y desarrollo de esa influencia ni para el trabajo con 1os aliados. Con estos surgieron discrepancias en torno a como defender la 1egalidad del Partido que había servido de vehículo y sobre otras cuestiones y esas discrepancias, que no supimos manejar, se convirtieron en factor de enfriamiento del trabajo en el frente político, hasta que de nuevo llegó a desaparecer casi totalmente.
La debilidad principal de nuestro trabajo durante la campana electoral consistió en que fue desatendido el funcionamiento y desarrollo de nuestro propio Partido. El funcionamiento de la mayor parte de organismos partidarios a todo nivel se desorganizó y tampoco fue impulsado su crecimiento con base en los nuevos y amplios vínculos con las masas que conseguimos entonces.
Esta experiencia negativa, que se ha repetido en relación con otros movimientos de masas durante los años recientes, enseña que sin elevar a niveles superiores el funcionamiento orgánico del Partido y sin construir los organismos de base y dirección intermedia a escala de todo el país, no pueden consolidarse los avances que logra nuestra influencia entre las masas, ni puede continuarse planificadamente la lucha de masas y, lo que es peor, aparecen fenómenos regresivos, como la pérdida de confianza en la capacidad del Partido y especialmente en su Dirección, para conducir toda lucha. Esto anula los avances y hasta ha llevado a un deterioro mayor.
4. Entre tanto el movimiento huelguístico cobraba desarrollo e iba hurgando nuestra atención.
Las huelgas surgieron sin que la dirección del Partido lo previera y sin que trazara una orientación para las mismas. Esto fue debido, en parte, a no existir una seria penetración del Partido en el proletariado industrial, Habían madurado las condiciones objetivas y subjetivas que las hicieron necesarias y posibles y brotaron contagiosamente. La primera huelga la realizó un sindicato afiliado a la Federación influida por nosotros, pero después hicieron huelgas numerosos sindicatos afiliados a una central cuyos dirigentes les han predicado por muchos años “la inconveniencia de las huelgas”.
El movimiento huelguístico de 1967-68 ha tenido una alta significación para nuestro partido y para todo el movimiento revolucionario: puso a prueba nuestras viejas modalidades y concepciones de trabajo en el frente sindical, sacando a flote virtudes y defectos de sus cuadros; puso a prueba la capacidad de dirección táctica de los organismos superiores del Partido, poniendo a la vista de todos las virtudes y defectos de sus cuadros integrantes, demostrando lo erróneo de ciertas concepciones que habíamos venido conservando sin la crítica de la vida y la ineficiencia de nuestra organización a todo nivel. E1 movimiento huelguístico y en particular huelgas de panificadores y la de maestros, mostraron nuestra debilidad y rezago en la tarea de preparación político-militar.
El movimiento huelguístico de 1967 contagió a un gremio que pertenece a las capas medias -el de los maestros- que recurrió a la huelga para defender su organización de las calculadas maniobras que el gobierno puso en juego para destruirla. La huelga de los maestros a principios de 1968, promovió un extenso apoyo popular, que se hizo sentir por medio de gigantescas manifestaciones y concentraciones de masas, quizá sin precedentes en las luchas reivindicativas de nuestro país.
Si en 1966-67 la campaña política electoral que realizamos influyó sobre el movimiento reivindicativo, ayudando a que surgieran las huelgas de hecho, a principios de 1968 fue el movimiento huelguístico de los maestros y los criminales actos represivos en contra de la clase obrera por prestar solidaridad activa a ese movimiento, los que influyeron para propinar fuertes reveses electorales al gobierno. Pero esta vez nuestra línea frente a las elecciones estuvo llena de vacilaciones y oscurecida por el manejo poco inteligente que hicimos de las alianzas qué debíamos realizar para tener acceso a la participación legal en ellas. Así nuestro movimiento no aprovechó en lo político los efectos de aquellos sucesos.
Las huelgas de hecho de 1967 enfrentaron una terca intransigencia patrona1, pero la derrotaron en casi todas las veces (con. excepción de la huelga de panificadores). Por su parte el gobierno de J. A. Rivera se veía en la necesidad de adoptar una línea de tolerancia demagógica hacia las huelgas de hecho, porque le era indispensable rodear de condiciones favorables la campaña electoral presidencial de su partido. Después de las elecciones y antes de entregar la Presidencia a Sánchez Hernández intentó sustituir la tolerancia por medidas de coacción y amenazas de represión en contra de los huelguistas, pero fue entonces que la Huelga General Progresiva derrotó juntas a la intransigencia patronal y a la línea “dura” que intentó Rivera.
Después de la Huelga General Progresiva la burguesía industrial cerró más sus filas dentro de la ASI para enfrentarse a las huelgas y exigir del Gobierno una actitud represiva contra las mismas; y el gobierno de Sánchez Hernández, plegándose a esas exigencias, lanzó la policía a culatear los piquetes de los panificadores que sostenían su huelga y más tarde lanzó a la Guardia Nacional a romper sangrientamente los piquetes de la huelga obrera que, bajo la consigna de la Huelga General, comenzaban a desplegarse en apoyo de los maestros a principios del 68. El asesinato de nuestros compañeros —Oscar Gilberto y. Saúl Santiago—, los atentados terroristas contra destacados militantes revolucionarios y demócratas, el asesinato del Dr. Vásquez Cárcamo, la captura de cientos de activistas de las organizaciones populares, pasaron a sustituir a la tolerancia, actitud anterior del gobierno. Heroicamente y en combate resistió esa embestida el poderoso movimiento de apoyo a la ANDES y terminó derrotándolo, tanto en el terreno de las demandas de la huelga magisterial misma, que no pudo ser desarticulada y terminó airosa, como también en el terreno político. La represión y los crímenes hicieron pagar un precio político al gobierno y eso lo llevó a revisar sus métodos agresivos, los cuales no aparecieron durante las huelgas de comienzos de 1969.
Frente al movimiento huelguístico de 1967 una parte de nuestros cuadros en el frente sindical, encabezados por Saúl, mostró sensibilidad y puso en práctica ágiles iniciativas para realizar una activa y sacrificada cooperación práctica y promover la solidaridad con los huelguistas así como la unidad de acción cuando se trataba de sindicatos afiliados a otra centra1. Así el Partido pudo influir hasta cierto punto en el desenvolvimiento y los éxitos de varias huelgas. Experiencia culminante de esos métodos ágiles, amplios y combativos fue la de abril de ese año, en torno a la huelga de los trabajadores de la fábrica Acero S. A. que condujo a la victoriosa Huelga General Progresiva. La unidad de acción de las dos centrales fue clave en el éxito de la Huelga General, si bien contó a su favor con ciertas condiciones políticas del momento (sucesión presidencial, contradicciones en el PCN que afectaban a los más encumbrados directivos de la (CGS), fue en realidad forzada a concertarse por la presión de los huelguistas ganados para la idea de la unidad de acción por los métodos empleados por los compañeros a que hemos aludido, quienes, no obstante sus méritos y aciertos, comenzaron entonces a sacar deducciones equivocadas de sus mismas experiencias, que los llevarían a incurrir en la desviación izquierdista.
Fue precisamente sobre la base de las condiciones que crearon las huelgas y las dos campañas electorales (1967 y 1968) que surgieron las discusiones en los organismos de dirección del Partido, las cuales iniciaron el proceso que finalmente desembocó en el fraccionalismo.
La huelga general progresiva arrojó importantes enseñanzas, pero su asimilación por el conjunto de la Comisión Política y del Comité Central fue obstaculizada por las acusaciones que Saúl planteó entonces en contra de los otros tres miembros del Secretariado, a quienes imputaba haber estado en contra de la huelga general, lo cual no era verdad. Las discusiones agrias en torno a la dilucidación de ese punto no permitieron un balance suficientemente profundo de las enseñanzas de aquella victoriosa jornada pero, de todas maneras, el balance estableció algunas deducciones importantes que fueron aceptadas en apariencia unánimemente. Entre esas conclusiones estuvo la de que no debía menospreciarse las condiciones políticas en las cuales se produjo la huelga general, las cuales facilitaron concertar la unidad de acción de dos centrales sindicales, sin la cual la Huelga General Progresiva no habría tenido la gran fuerza y capacidad arrolladora de avance que desplegó, factores estos que determinaron su pronta victoria. El balance sacó la conclusión de que no debía jugarse a la huelga general, envalentonándonos por el triunfo alcanzado, pues las huelgas generales no pueden producirse a voluntad, independientemente de las condiciones reinantes en cada momento e independientemente del grado de desarrollo de la conciencia, la organización y la disciplina en el movimiento sindical.
Corno es sabido, Saúl y el grupo de compañeros cercanos a él, sacaron en realidad la deducción de que la huelga general se puede producir a voluntad, independientemente de las condiciones existentes en cada momento, pues lo que permite hacerla o no es nuestro deseo, nuestra voluntad combativa, a partir de la cual todo es posible; y por esa deducción se guiaron en adelante.
Con esa concepción distinta a la que extrajo colectivamente la Comisión Política y el Comité Central de la experiencia de la huelga general progresiva de abril, fue organizada la huelga de panificadores a fines de 1967. La huelga del pan estaba destinada a triunfar “porque se desataría en su apoyo la huelga general, al menos de los sindicatos afiliados a la FUSS, tal fue el esquema táctico principal que fue difundido entre los trabajadores afiliados a el sindicato respectivo. El fracaso de esa táctica, asentada en una concepción voluntariosa y, por tanto falsa, dio origen a la desesperada marcha de Saúl hacia el izquierdismo, buscando en las acciones de violencia espontánea y en su propio sacrificio personal, un asidero para sa1var la huelga, mientras se predicaba la acusación de que la dirigencia de la FUSS había traicionado e impedido la huelga general. No había más que dos caminos a escoger en aquella situación: reconocer el error táctico y trazarse un plan para llevar el conflicto a una salida negociada, con las menores concesiones posibles, pero haciendo concesiones, para impedir el desbande de la masa en derrota y salvar el sindicato; o mantenerse tercamente en el error, achacar los resultados a la culpa de otros, oponerse a la negociación y aferrarse con todas las fuerzas a la idea de “producir” la huelga general a todo trance y a la idea de “quebrar la resistencia patronal” y “paralizar a los rompehuelgas” mediante la violencia. Saúl escogió el segundo camino y jamás admitió su error, el cual progresivamente lo ha llevado al extremo de menospreciar al propio movimiento sindical y al movimiento abierto de masas en general.
Durante la huelga de los maestros a principios de 1968 resurgió la idea de la huelga general. La Comisión Política, impresionada por las manifestaciones masivas en la calle a favor de los maestros, no hizo un análisis serio de las condiciones existentes y aprobó el llamamiento a la huelga general después de algunos paros parciales en algunas fábricas. Las fuerzas represivas, ya lo habían hecho en menor escala contra la huelga del pan, embistieron violentamente y derrumbaron el plan de huelgas que, aparte de algunos centros de trabajo, no contaba con apoyo real dentro de la masa obrera de la mayor parte de las empresas. La consigna de huelga general se quiso mantener vigente voluntariamente, pero la realidad obligó a cesarla y a buscar una salida negociada al conflicto, sobre la base de reorganizar la propia huelga magisterial que ya se quebraba y del redoblamiento del apoyo de masas, mediante mítines y manifestaciones.
Esta vez los errores de voluntarismo fueron colectivos, aunque la responsabilidad individual tuvo una cuota distinta dentro de la Comisión Política. Cuando después se procedió al balance, la autocrítica dio origen a una agria discusión en el Comité Central con el c. Saúl. Aquí fue donde se originó su folleto “Apertura a la Derecha”, en el cual se presenta una versión falsa de las intervenciones de distintos compañeros en el Comité Central, y en vez de reconocer errores, el c. Saúl lanzaba la acusación de traición en contra de miembros de la Comisión Política. El recurso de presentar versiones falsas de la opinado y sucedido en los organismos de dirección y el de lanzar acusaciones de traición se convirtió después en método de la lucha fraccional que encabezó Saúl.
En el curso de las discusiones de balance de la huelga de panificadores y de la huelga magisterial, se había sentado, pues, las bases ideológicas y metodológicas que, al desarrollarse, conducirían al fraccionalismo.
5. Nuestra participación en las elecciones de 1968 se realizó sin una planificación elaborada con suficiente anticipación y sin la preparación de las condiciones legales oportunamente. Nos vimos envueltos en una carrera de improvisaciones en cuanto a alianzas para conseguir el requisito legal, nuestra campaña electoral no contó con plan, como la de 1967. La campaña electoral coincidió con la huelga de los maestros y con las grandes conmociones políticas a que ella dio origen. Nosotros tuvimos una concentrada participación en las actividades de movilización popular de apoyo a esa huelga pero no supimos relacionar nuestra campaña electoral con las condiciones creadas por la huelga. Por el contrario, estuvimos vacilando hasta el último momento acerca de la justeza o no de nuestra participación electoral a tal grado que en los últimos días el Comité Central tomó el acuerdo de boicotear las elecciones, acuerdo que tuvimos que revocar poco después a partir del rechazo que este mereció de parte de nuestros compañeros de base, de activistas no miembros del Partido y de nuestros aliados cercanos en todos 1os lugares del país donde habíamos apoyado la postulación de candidatos. La improvisación y las vacilaciones nos hicieron víctimas de las maniobras canallescas de engaño de parte de aquellos con quienes habíamos pactado para tener acceso a la legalidad; y con todos esos errores, concluimos obteniendo pobres resultados y un lastre de quejas y reclamos contra el Partido, de parte de quienes han formado el cinturón de apoyo más cercano a él.
Lo peor de la experiencia realizada en las elecciones de 1968 es que ella no fue objeto de un análisis profundo y, después, se incurrió en el menosprecio casi total de nuestro trabajo en el frente político abierto, creando la impresión de que no tenemos interés en ese trabajo excepto en tiempo de elecciones, de lo cual no costaba llegar a 1a conclusión falsa pero con respaldo en nuestro culto al espontaneísmo, de que el Partido se ha vuelto “electorero y oportunista”. El propio Saúl y su grupo fraccional, aunque conocían bien la verdad, utilizaron más tarde sin ningún escrúpulo esa acusación en contra del Partido.
A consecuencia de nuestra inestable línea para el trabajo en el frente político legal o semi-legal, de la desatención hacia la tarea de construir y consolidar nuestro propio Partido y de otras condiciones que han rodeado a este frente de masas en los últimos cuatro años (como la ilegalización sufrida en el 67) el desarrollo organizativo del mismo ha experimentado altibajos radicales.
Después de casi dos años de abandono del trabajo en este frente, la Comisión Política acordó medidas para reconstruir su organización, las cuales s vienen aplicando desde septiembre del año pasado. Nuestra participación en la campaña electoral de principios del año en curso tuvo entre sus objetivos el de impulsar la organización semi—legal en el frente político abierto. Sobre la base de los resultados obtenidos, se realiza hoy un trabajo organizativo permanente que ha permitido en algunos lugares mantener e incluso superar los niveles orgánicos alcanzados, durante la campaña, pese a la natural tendencia al decaimiento del entusiasmo y el interés de las masas en la actividad partidista después de unas elecciones. En otros lugares la organización ha podido ser mantenida, pero encuentra muchas dificultades de diversa índole para desarrollarse y en muchos otros lugares el bajón que sigue a las elecciones desorganizo los núcleos que habían sido creados durante la campaña, pero se realizan ahora esfuerzos que han permitido ya algunos avances en la tarea de reconstruir los organismos y e1evar su funcionamiento.
Crear una amplia y bien organizada entidad política de masas requiere una atención permanente y sistematizada y para ello es indispensable construir organismos de base y dirección intermedia de nuestro propio Partido, pues sólo organismos sólidos, con una ideología y una disciplina de vanguardia son capaces de realizar esa labor esmerada y sistemática. El reclutamiento para nuestro Partido en base de los centenares de activistas promovidos de entre las masas durante la campaña electoral reciente y de otro que habíamos movilizado en los años anteriores, se encuentra ahora en marcha y en ello se destacan en especial algunas células, algunos compañeros y algunos organismos locales o regionales de dirección.
6. La línea del V Congreso fue incompleta en cuanto a orientar el trabajo político-militar del Partido. En los documentos de ese Congreso si encuentran varias frases relacionadas con esta cuestión, pero ellas no hacen avanzar nuestras concepciones en comparación con las que adoptó el Pleno Ampliado del Comité Central en abril de 1961. No fueron abordados problemas estratégicos principales tales como: la preparación del Partido y su papel en la dirección y aplicación de la línea político-militar; en especial la preparación de los órganos dirigentes del Partido (Comité Central, Comisión Política) para convertirse en supremos conductores políticos-militares. Las tareas y atribuciones fundamentales de esos y de todos los organismos del Partido a los diferentes niveles en el proceso de elaboración y ejecución de su línea político-militar, tanto en el período de la preparación como el de la acción armada; la preparación de las masas y de sus organizaciones para esta tarea, etc. Salimos del Congreso conservando la idea de que la cuestión militar era un asunto del que debía encargarse en exclusiva la CM y no una tarea estratégica que debían dirigir la Comisión Política y el Comité Central, y que debía tomar en sus manos todo el Partido. Durante varios años no existió interés en el Comité Central ni en la Comisión Política, por estudiar estos problemas; folletos y artículos sobre la experiencia de la lucha armada revolucionaria en varios países, distribuidos por la CM entre los miembros de esos organismos, fueron recibidos con indiferencia.
A la altura del V Congreso aun existía el FUAR, el cual subsistió casi dos años más, pero en proceso de mengua; y los preparativos para la lucha armada, aunque no se decía así de manera expresa, se consideraban más ligados a esa organización que al propio Partido. Por eso los esfuerzos que en el terreno se hicieron durante los meses siguientes al Congreso se orientaron a solicitar al FUAR y secundariamente al Partido, que proporcionara reclutas para formar los organismos militares, lo cual condujo a obtener apenas un poco más de dos decenas de compañeros, quienes en su mayoría hubieron de ser depurados a causa de sus vicios de conducta y otras debilidades. Se optó entonces por agrupar a los cuadros que recibieron instrucción en el extranjero y a los pocos que pudieron ser asimilados aquí de aquel reclutamiento, en organismos de refrescamiento de lo aprendido. Esos organismos carecían de una perspectiva clara de desarrollo y en ellos la combinación de lo político y lo militar se efectuaba sólo en sus reuniones de estudio, sin asumir tareas entre las masas. Se vino formando así un débil y reducido aparato, separado del Partido y a1 margen de la conducción efectiva de los órganos de dirección de éste.
Con motivo de los preparativos para la campaña electoral presidencial 1966-67 el Comité Central aprobó la propuesta de la CM de extender la instrucción militar a las células; pero nuestra reducida capacidad orgánica para cumplir una tarea como ésta, al mismo tiempo que emprendíamos la preparación de la campaña y, después, la campaña misma, hizo que aquel acuerdo solo pudiera cumplirse para una parte de las células (si bien la mayoría) a las cuales se impartió instrucción de baja calidad.
Cuando se elevó la lucha de masas en 1967-68 y vinieron las agresiones sangrientas del enemigo (incluso el asesinato de compañeros), surgió un intenso interés por nuestros preparativos militares, por vencer su rezago y analizar sus problemas. Se organizaron entonces con cierta facilidad, nuevos y relativamente numerosos organismos para-militares a los que se asignó la función de la autodefensa y se realizaron los primeros esfuerzos serios por analizar los problemas estratégicos planteados a la lucha armada en nuestro país y por elaborar una concepción político-militar del Partido. No obstante, los nuevos organismos creados y las ideas alcanzadas, mantuvieron el rasgo de la separación del aparato militar respecto del Partido, de las organizaciones y de la lucha de masas En tales condiciones, una vez pasada la parte más aguda de la represión y al ser absorbidos muchos de los integrantes de las brigadas de auto-defensa por tareas en sus respectivas organizaciones de masas o secretas, fue decayendo el funcionamiento de dichas brigadas y, más tarde, fueron incluso desmembrándose.
A fines de 1968 se abrió en la Comisión Política una discusión sobre nuestro trabajo político-militar que condujo a una revisión crítica de nuestras concepciones y métodos. El trabajo militar, se sacó en conc1usión, es una tarea de todo el Partido, de todos sus organismos y debe estar dirigido por la Comisión Política, y en última instancia por el Comité Central; el trabajo de construcción de los organismos para-militares y militares debe marchar íntimamente ligado a1 desarrollo de la organización y la lucha masas. Esa discusi6n, más el conocimiento de algunas experiencias internacionales, han permitido elaborar mejor nuestras concepciones político-militares y trazar orientaciones definidas para el desarrollo de nuestro trabajo practico. En la actualidad el Comité Central ha aprobado ya documentos fundamentales que rigen este trabajo y, conforme a un plan, nos encontramos llevando los conocimientos de la experiencia internacional en esta materia y de esos documentos nuestros a los organismos de Dirección Nacional, Departamental, Municipal y Regional, a las Comisiones Nacionales del Comité Central y al Comité Ejecutivo de la Juventud, para que, con la directa participación todos estos organismos emprendamos la preparación de todo el Partido, con el fin de que pueda cumplir las tareas de la construcción, la preparación, y conducción de las fuerzas políticas y militares revolucionarias.
7. El V Congreso señaló la tarea de construir la Juventud Comunista. El trabajo por construir la Juventud Comunista fue orientado por la Comisión Política desde los meses siguientes al Congreso, bajo la línea de avanzar en esa dirección en la medida que se avanzara en el esfuerzo por ligar nuestro trabajo juvenil a las masas de jóvenes obreros industriales y de asalariados agrícolas.
La organización juvenil revolucionaria había sido una entidad clandestina, afiliada al FUAR. En ella se hacía difusión del marxismo-leninismo y había una actitud de acatamiento hacia nuestro Partido, pero no era aquella organización propiamente del Partido. Era necesario, además, para dar seguimiento a las orientaciones principales del V Congreso, proceder a su fundación para que emprendiera el trabajo abierto entre las masas juveniles y las promoviera a la lucha por sus reivindicaciones. Fueron así creados frentes abiertos de trabajo de la Juventud, uno hacia la juventud obrera, otro hacia la juventud estudiantil de educación media, otro concebido con características de Club, atendiendo a las inclinaciones de la Juventud hacia las actividades recreativas, culturales y deportivas. No es posible hacer aquí un balance de todas esas actividades, pero en resumen puede decirse que ya en 1968 podían considerarse maduras las condiciones necesarias para proceder a la constitución de la Juventud Comunista.
La Comisión Política elaboró entonces un conjunto de directrices para resolver los problemas organizativos que se presentaban en cuanto a las relaciones entre Partido y Juventud. Esas directrices concretas estaban dentro del marco de las siguientes orientaciones fundamentales:
a) La Juventud Comunista es una organización auxiliar del Partido, que posee autonomía en su funcionamiento, pero que se encuentra supeditada en instancia superior al Partido, acata su línea general y se esfuerza por llevarla a la práctica en las condiciones específicas que caracterizan a las masas juveniles. Con el fin de aplicar la línea general del Partido a las condiciones propias de la juventud y a sus problemas, la Juventud Comunista elabora una línea concreta y sus correspondientes planes de trabajo por los cuales rige su actividad.
El Partido en su conjunto debe trabajar en la construcción de la Juventud Comunista y prestar cooperación práctica a sus actividades, lo mismo vigilar su desarrollo y su orientación.
A fines de 1968 se intensificó la polémica en el seno de la Comisión Política torno a los métodos de dirección principalmente. Saúl buscaba ya un punto de apoyo para sus planes en cuanto a la línea del Partido y aprovechaba esa polémica para ese fin, tratando de hacerla desembocar en lucha contra algunos compañeros de la Comisión Política. Ese elemento presente en las reuniones las prolongó más de lo debido, afectando muchas tareas del Partido, entre ellas las relacionadas con la creación de la Juventud Comunista, y su fecha de fundación hubo de ser pospuesta sucesivamente.
En los días anteriores a la guerra contra Honduras se había dado ya cima a los preparativos para el Congreso de fundación de la Juventud Comunista, pero las tareas que nos impuso ese conflicto desde que se inicio en julio (atención a los repatriados) y luego el desencadenamiento mismo de la guerra impidieron la celebración de este Congreso. Después vino la aguda polémica acerca de la actuación del partido durante el conflicto con Honduras, la polémica de nuestra participación e las elecciones y el trabajo fraccional, que hizo de la Juventud uno de sus campos de acción predilectos.
En el Comité ejecutivo de la Juventud había –llevados allí por nuestro Partido- elementos que participaban de un modo u otro en el trabajo fraccional, y ellos sumieron a ese organismo en interminables discusiones; le impusieron la absurda norma de que “nada puede hacerse mientras no se discute todo.”Mediante ese método impusieron a la Juventud la abstención respecto de la campaña electoral que librábamos (1970) y la abstención también prácticamente en todos los demás trabajos que la misma organización se había trazado desde antes. Así, los organismos de la Juventud de todo nivel fueron entrando primero en la inacción y después en el desmoronamiento, que es lógica consecuencia de la inacción y la confusión ideológica y política. Los organismos de base de la Juventud en la Universidad se disolvieron de hecho y varios otros organismos de base, especialmente en San salvador y Santa Ana corrieron la misma suerte.
Después de un intenso esfuerzo en el terreno de la lucha ideológica, el Partido, apoyándose en sus propios militantes que participan en esa organización y mediante la discusión franca a nivel del Comité Ejecutivo, ampliado con invitados, discusión en la que la Dirección del Partido fue flexible y sincera con los jóvenes, se ha podido atajar el proceso de su destrucción y entrar en el esfuerzo por reconstruirla y hacerla avanzar. Creemos que los resultados de ese esfuerzo se notaran pronto y que la aplazada fundación de la Juventud Comunista podrá realizarse en un plazo no muy lejano.
8. El V Congreso trazo la orientación de desarrollar el Partido ligándolo al proletariado industrial y agrícola, principalmente. La orientación fue fundamentada con amplitud por los análisis contenidos en los documentos del Congreso acerca de las características de nuestro país, cuyo modo de producción predominante era ya el capitalismo, con un proletariado industrial mayoritario en comparación con los obreros de talleres manuales y con un proletariado agrícola también mayoritario en comparación con la masa de campesinos.
Desarrollar al Partido nutriéndolo de l proletariado industrial y agrícola constituye la premisa más importante para sacarlo de sus bandazos ideológicos y para hacerlo tomar el lugar de vanguardia de la revolución nacional liberadora, agraria, democrática y popular. Así lo comprendió el V Congreso, aunque hay que decir también que la tara de desarrollar al Partido no encuentra dentro del contexto de todas las tareas planteadas por el Congreso, el lugar central que le corresponde.
El V Congreso planteó también la necesidad de desarrollar al Partido en sentido nacional, poniendo fin a su excesiva concentración en San Salvador.
Hay que decir sin rodeos que el cumplimiento de esta tarea vital no estuvo en el centro de las preocupaciones de los organismos dirigentes del Partido, sino hasta fines de 1968, a raíz de las discusiones promovidas en la Comisión Política. En 1965 pudimos realizar un gran progreso en el frente sindical al crear la FUSS, cuya composición estuvo desde entonces dominada por el proletariado industrial. Desde entonces hemos conseguido nuevos avances en cuanto a abarcar más sindicatos de obrero de la industria. En 1967 el proletariado industrial pudo avanzar en su conciencia de clase y su combatividad, irrumpiendo en la vida nacional con sus huelgas de hecho. En este despertar cabe a nuestro Partido una cuota de conducción bastante alta. Desde ese año, las huelgas de hecho se han convertido en un fenómeno bastante extendido, aún en las filas de centrales capitaneadas por agentes del imperialismo. Con nuestra campaña electoral presidencial, con nuestra participación en apoyo de la huelga magisterial y en otras luchas, hemos influido más o menos extensamente en las masas de obreros de la industria en los últimos tiempos, en especial desde el año pasado, hemos avanzado en la tare de promover a la organización y a la lucha a los trabajadores del campo. Pero los esfuerzos por construir el Partido apoyándonos en esos avances, estuvieron casi ausentes hasta finales de 1968 y principios de 1969, cuando fue reorganizada la distribución de responsabilidades en la dirección del Partido y fue creada una Comisión Nacional de Organización que ha estado desde el comienzo compenetrada de su cometido. Ahora ya no puede afirmarse que nuestro Partido esta desproporcionalmente concentrado en San Salvador, pues existen organismos de base en diez departamentos y ha sido creado organismos de dirección intermedia regionales que promueven el trabajo de construcción del Partido planificadamente en sus respectivas comprensiones territoriales, dirigiendo los esfuerzos hacia los centros de mayor concentración de obreros industriales y agrícolas. El número de los que renunciaron del partido siguiendo a Saúl y a los miembros de la Frank Paíz, ha sido superado por los nuevos reclutamientos en el interior del país.
Por lo que se refiere a la construcción del Partido en las fábricas y en los sindicatos de san salvador, la tarea se encuentra rezagada, pero ya se ha cobrado conciencia de es necesidad y hay planes bastante concretos en preparación de parte de la Comisión sindical.
Esta tarea de la construcción del Partido no es sólo organizativa, es también una gran tarea para el trabajo educativo partidario, el cual, después de mucho tiempo de receso, se encuentra ahora, una vez reorganizada la Comisión Nacional de Educación, en proceso de emprenderse con bríos. Otro tanto puede decirse de la propaganda del Partido en la cual se han conseguido algunos avances, en especial en cuanto a la impresión de La Verdad, cuya irregularidad ha sido un termómetro de la inscontancia y la falta de plan en la dirección.
Desde luego que en materia de la construcción del Partido estamos aun muy lejos de conseguir los mínimos satisfactorios, pero deben consignarse los avances logrados. Lo principal en este terreno está en que durante mucho tiempo la construcción del Partido estuvo fuera de las preocupaciones diarias de la dirección y que esa debilidad ha comenzado a ser superada. La construcción del Partido entre el proletariado industrial y agrícola prioritariamente es la condición de mayor importancia para que éste pueda conquistar la dirección de todo el movimiento revolucionario; y para construir al Partido bajo tal orientación, es indispensable impulsar la lucha y la organizaci6n de las grandes masas del proletariado industrial y agrícola.
El desarrollo del Partido entre las capas medias urbanas, en especial entre las capas medias asalariadas (maestros, empleados, etc.) y entre las masas de campesinos pobres y medios, es también una gran necesidad para que éste pueda encauzar el movimiento de estas capas hacia la alianza con el proletariado y hacia la revolución nacional liberadora, agraria, democrática y popular.
Hasta ahora ha tomado conciencia de esta tarea vital de la construcción del Partido la Comisión Nacional de Organización y una parte de los cuadros de dirección nacional e intermedia del Partido. Será necesario compenetrar a todo el Partido, a todos sus organismos y militantes, de la idea de que la construcción del Partido es un eslabón clave entre todas las tareas que tenemos planteadas, para dar un impulso vigoroso a la acumulación de fuerzas para la revoluci6n en nuestro país.
El nuevo Comité Central que seré elegido en este Congreso, deberá corregir las debilidades del actual Comité Central en cuanto a la construcción del Partido y hacer de esa tarea un potente pilar de toda su planificación.
9. Nuestro Partido ha sufrido el ataque a su unidad emprendida bajo las banderas del izquierdismo. Durante el desarrollo de la actividad fraccional, que duró pocos meses, se puso a prueba la convicción y la tradición unitaria de nuestro Partido. Los fraccionalistas fracasaron en su intento de provocar una división en dos bloques y no pudieron avanzar mucho más allá de sus propios límites de grupo. Pero todo esto no quiere decir que el peligro esta conjurado y mucho menos que no hay nada que corregir. Tampoco quiere decir que ninguno de los argumentos y señalamiento de los fraccionalistas carezca de justeza o que no amenace al Partido más que la desviación izquierdista. Nuestro Partido adolece de muchos defectos .La dirección del Partido ha cometido errores de derecha. Tal es el caso de los errores cometidos durante el conflicto con Honduras, que fueron sometidos a crítica durante tres sesiones ampliadas del Comité central en octubre de 1969 y cuyo pliego de conclusiones esta anexo a este informe.
El peligro del oportunismo de derecha es una realidad y no una invención de los fraccionalistas; y al ir amenguando el peligro izquierdista, el oportunismo de derecha pasa a sustituirlo como peligro principal, a cuyas múltiples manifestaciones habrá que presentar creciente combate ideológico y, aplicar diversas medidas correctivas en el inmediato futuro.
Tendremos que comenzar por estudiar la teoría leninista y la experiencia actual de otros partidos en cuanto a la desviación de derecha; tendremos que analizar las manifestaciones concretas de esa tendencia en nuestro Partido, sus raíces clasistas concretas y sus fuentes ideológicas. Hay que recordar que tal análisis nos se ha realizado aún. Conocemos bastante en lo relativo a la desviación izquierdista, pero muy poco en cuanto a la derechista.
Los organismos superiores del Partido y especialmente alguno de sus miembros han sido acusados de derechismo por Saúl y por otros compañeros. Independientemente de la condena del trabajo fraccional que ellos realizaron, habrá que profundizar en el balance del periodo siguiente al V Congreso, y quizás más atrás, para llegar a conclusiones serias y responsables sobre esos señalamientos en bien del Partido.
Las acusaciones de derechismo se han dirigido también contra nuestro trabajo sindical y en particular contra algunos de nuestros cuadros. En cuanto a esas acusaciones debemos comenzar diciendo que el frente de masas de nuestro Partido más desarrollado es el frente sindical (más desarrollado en comparación con los demás); y para lograrlo ha sido factor determinante el abnegado y sacrificado trabajo de años de nuestros cuadros sindicalistas, entre ellos los que son objeto de señalamientos. Los cuadros sindicalistas de Partido, pese a sus defectos, han adquirido una experimentada capacidad para desempeñar su labor. Las condiciones en las que surgieron las críticas y acusaciones en este frente fueron las ya referidas del movimiento huelguístico de 1967-68.
Al mismo tiempo que en el movimiento sindical apareció el método correcto y ágil de practicar la unidad de acción combinando la lucha ideológica que desenmascaraba el trabajo corruptor del imperialismo en los sindicatos, comenzó también a perfilarse en algunos compañeros la tendencia a la comodidad, al temor, al burocratismo y al economismo. Después de la huelga de panificadores, bajo el ataque agrio de Saúl, algunos compañeros respondieron y fueron rebajando el debate ideológico al nivel de las habladurías fuera de los organismos partidarios. La ruptura de la disciplina, el liberalismo en la conducta personal y ante el Partido, el liberalismo en el manejo de la lucha ideológica, la formación de grupos con elementos no miembros del Partido para apoyar sus posiciones, etc., tales recursos fueron sentando escuela en el movimiento sindical. Se formaron bandos proteccionistas entre nuestros cuadros y activistas en los sindicatos y abundaron las acusaciones reciprocas de inmoralidad. Saúl y sus compañeros maniobraban con métodos ajenos al Partido y apoyándose en ciertos casos en elementos no miembros del Partido. El otro grupo maniobraba también, se apoyaba en elementos ajenos al Partido. Unos empujaron a los otros a posiciones más y más extremas en cuanto a sus concepciones respectivas acerca de la línea de desarrollo del movimiento sindical.
Al renunciar Saúl,han renunciado también algunos de los que lo seguían en el frente sindical, perola secuela de malos métodos, el liberalismo, el burocratismo, la inclinación al economismo, el no tratamiento de los nuevos cuadros, persisten. Parece haber conciencia de esto en muchos cuadros del Partido; el Secretariado y la Comisión Política han formulado críticas y llamamientos a esos compañeros, pero habrá que librar aun una lucha enorme contra sus desviaciones y defectos, o habrá que resignarse a que el movimiento sindical vegete dentro de un esquema en el que el contenido revolucionario se esfuma. Se trata de una lucha de ideas contra los métodos y concepciones erróneas, pero también de una lucha por ganar a la ideología socialista a decenas y cientos de activistas obreros jóvenes, a los cuales habrá que forjar como cuadros comunistas y se trata también de elaborar una línea para el desarrollo del movimiento sindical, que esté limpia de economismo y de sectarismo izquierdista.
Especialmente sensible es la falta de una línea concreta y clara para promover la unidad del movimiento sindical. Cuando la unidad de acción había demostrado ante decenas de miles de obrero en la experiencia de la Huelga General Progresiva de abril de l967 la tremenda fuerza de la clase unida, nosotros debíamos haber lanzado audazmente una gran ofensiva a favor de la unidad del movimiento sindical, pero nos dejamos obscurecer la visión por el sectarismo izquierdista que comenzaba a asomar en las ideas de Saúl y de sus compañeros y en vez de eso pusimos en práctica una campaña por desenmascarar a la otra Central, creyendo que podíamos desmoronarla por completo y culminar así la tarea de unificación del movimiento sindical, uniendo a todos los sindicatos en torno de la FUSS. Eso fue un error; a los divisionistas no se les puede derrotar desmoronándolos, pues siempre encontraran dentro del sistema el apoyo suficiente para organizar nuevos sectores obreros, para hacer uso del anti-comunismo y hacer prevalecer en muchos casos como último recurso la consigna de la “neutralidad” de los sindicatos, etc. La experiencia de numerosos países de la América Latina demuestra que la derrota de los divisionistas puede alcanzarse mediante una clara línea de unidad, dentro de la cual juega un papel importante es cierto, el desenmascaramiento de los agentes del imperialismo pero juegan también su papel los pasos encaminados conseguir acuerdos unitarios con ellos. La presión de “abajo”, de las bases locales posesionadas de la necesidad de la unidad orgánica, idea parida por las masas en la múltiple experiencia de la unidad de acción, es el factor determinante en la lucha por la unidad sindical según lo demuestra la experiencia de esos países. Con presión de “abajo” deben buscarse inteligentemente los compromisos por “arriba” y crearse las condiciones para tales compromisos. La presión de abajo es lo determinante, pero no puede haber unidad sólo con esa presión, se necesitan los compromisos por arriba; pero también puede haber unidad sólo con tales compromisos por arriba.
No estamos ni podemos estar en contra del desmembramiento de sindicatos de las centrales dirigidas por los agentes del imperialismo, y su incorporación hacia la central que nosotros influimos. Pero esa no puede ser la línea general de trabajo hacia la unificación del movimiento sindical. En algunos casos lo mejor será desmembrar, en otros casos lo mejor será que esos sindicatos donde hayamos adquirido influencia trabajen a favor de la unidad dentro de centrales divisionistas. Esta es una cuestión a decidir a la vista de cada situación concreta, pero siempre al servicio de la línea general de trabajo por la unidad del movimiento sindical trazada para un plazo más o menos largo.
10. No obstante los errores cometidos y las debilidades no superadas por la dirección del Partido, una simple mirada comparativa a la situación existente en los meses anteriores al V Congreso muestra los importantes avances logrados en estos años. En efecto:
-El movimiento sindical que orienta nuestro Partido fue sacado de su insignificancia hasta una situación de importante amplitud orgánica, de composición mayoritaria industrial, con un prestigio sólido y más extenso entre la clase obrera y una mayor influencia en la vida política del país. Es cierto que hay allí muchas debilidades, defectos y hasta desviaciones, pero ese movimiento existente tiende a ensancharse y el Partido está tomando conciencia de las mencionadas debilidades, defectos y desviaciones que, por consiguiente pueden ser superadas haciendo crecer poderosamente a nuestro Partido en las filas obreras.
-El movimiento huelguístico de l967-68 marcó el fin de una etapa y el inicio de una nueva en el sindicalismo de nuestro país. La acción de los sindicatos gremiales, más antiguos y politizados pero más débiles, que se caracterizó, principalmente por la agitación sin huelgas durante las dos décadas anteriores, cedió el paso a la acción del proletariado industrial organizado, falto aún de politización, pero más poderoso, con mayor capacidad para producir una influencia más amplia en el resto del pueblo. Estos pasos nuevos se aprecian mejor al comparar el movimiento sindical que en la actualidad orienta nuestro Partido, con el que encabezaba y que también orientaba nuestro Partido.
—Los maestros se encontraban en la absoluta desorganización en gran parte, bajo la influencia política oficialista. Ahora poseen una organización verdaderamente de masas, que los abarca en un 90% y cuenta con prestigio entre el pueblo. En la organización y luchas de los maestros ha correspondido a nuestro Partido una cuota que no puede despreciarse. Es cierto que hay en esa organización corrientes reaccionarias, prejuicios anti-comunistas latentes y en ciertos momentos más o menos activos, pero en conjunto los maestros han avanzado hacia una posición progresista y existen buenas condiciones para realizar un trabajo serio por derrotar ideológicamente las posiciones reaccionarias y para construir amplias bases de nuestro Partido.
—Nuestro trabajo en el campo ha mejorado bastante desde 1968, cuando se reorganizó la Comisión Rural del Comité Central. Ahora es más amplio y, a diferencia de nuestro trabajo rural de los años 196l-63 que era clandestino, está hoy más ligado a las luchas del proletariado agrícola y de los campesinos, por resolver problemas inmediatos (desalojos, alta venta de la tierra, malos tratos, etc.) y plantea el problema de la tierra, levantando la bandera de la reforma agraria. La perspectiva de este trabajo en el campo
a corto plazo es favorable para organizar un amplio movimiento de masas, unido al movimiento sindical obrero y apoyado por el Partido.
-Nuestra contribución al adelanto ideológico del movimiento estudiantil y de la enseñanza universitaria misma, ha sido muy alta. Hay ahora desorganización y dispersión política en el movimiento estudiantil, fenómeno que afecta todos los partidos y otros organismos que han venido trabajando en su seno. La organización de nuestro
Partido en la Universidad ha sufrido un deterioro radical. Esa situación ha sido posible sobre la base de la composición pequeño-burguesa acomodada que predomina en el estudiantado, refleja la falta de influencia del movimiento obrero en la. Universidad y las influencias de las activas corrientes ‘izquierdistas pequeño-burguesas latinoamericanas, que han crecido de manera tan expansiva en los últimos 10 años. Por lo mismo, si conseguimos desarrollar la conciencia revolucionaria en el seno de la clase obrera, si logramos poner en pie un movimiento de masas en el campo y logramos hacer predominar una línea revolucionaria justa en el movimiento popular podrá ser superada la inestabilidad orgánica y la dispersión del movimiento estudiantil y podrá esta convertirse en un poderoso aliado del proletariado.
Es en1a Universidad donde ha tenido su punto de apoyo y su impacto principal la labor fraccional. Los fraccionalistas trataron de convencer al Partido de que su prestigio había rodado por el fango, principalmente en la Universidad, basándose en la chismografía de
Cafetín, muy propia de ese medio, impulsado por ciertos grupos de elementos izquierdistas y de resentidos con nosotros. Los hechos demostraron durante los sucesos de fines del año anterior y comienzos del presente, que tales afirmaciones eran carentes de fundamento. Los cuadros más conocidos y destacados del Partido en la Universidad salieron de la prueba fortalecidos en su prestigio y existen sin duda buenas condiciones allí para reconstruir al Partido y a la Juventud sobre una base nueva y más sólida, en un plazo no largo.
Ahora en nuestro país es mucho más extensa en la década pasada la influencia de las ideas revolucionarias entre las masas trabajadoras, entre las cuales existe hoy mucho interés por saber del socialismo; diversos sectores de las capas medias urbanas se han visto precisadas a tomar posición a favor de los cambios radicales y este problema a pasado a constituir el centro de la lucha política. En la producción de este fenómeno se destaca la influencia del desarrollo de la lucha revolucionaria, anti-imperialista a nivel mundial, especialmente los éxitos del socialismo en la URSS, el poderos influjo de la Revolución Cubana y el ejemplo heroico del pueblo vietnamita. En la extensión de las ideas revolucionarias en nuestro país, cabe también una cuota importante de contribución al abnegado trabajo de nuestro Partido, pero siguen siendo insuficientes y débiles sus esfuerzos por difundir el marxismo-leninismo y el conocimiento del socialismo.
-Se ha podido constatar (por ejemplo en el Congreso de Reforma Agraria celebrado por convocatoria de la Asamblea Legislativa en enero de este año) que existe una coincidencia amplia de diversas fuerzas políticas en torno a la profundidad de los cambios necesarios en nuestro país. En el PDC existe un fuerte impulso hacia la radicalización cuyo centro motor es su Juventud y sus bases campesinas.
En todo este fenómeno corresponde a nuestro partido una cuota importante de contribución que no puede menospreciarse, especialmente ahora cuando el imperialismo y su gobierno sirviente emprende el camino del reformismo reaccionario para fortalecer el sistema capitalista dependiente de desarrollo. Existen ahora condiciones muy superiores a cualquier época pasada, para enfrentar la visión del imperialismo y de toda otra política reaccionaria, desde posiciones de una línea revolucionaria con una amplia base social y una amplia concurrencia política de diversas fuerzas organizadas y personalidades.
Nuestro Partido debe a breve plazo trazar con la mayor objetividad posible una línea inteligente para realizar un activo trabajo por el frente único en nuestro país.
Una de las tareas que trazó el V Congreso fue precisamente la de sentar al menos las bases del frente único. El sectarismo ha podido más que el leninismo en cuanto a esta tarea durante los años transcurridos desde el V Congreso. Durante algunos períodos (como el de la campaña electoral presidencial de 1967) avanzamos en el trabajo por atraer aliados, pero después no fuimos capaces de conservarlos y multiplicarlos a causa de nuestras concepciones y métodos estrechos. Ahora puede verse que las condiciones para este trabajo han madurado en apreciable medida y que nuestro Partido debe elaborar un lineamiento concreto, con una clara esencia clasista proletaria, para convertir esas condiciones y posibilidades maduras en actuante realidad.
La experiencia internacional es unánime en señalar que el trabajo por el frente único es sólido si se apoya en un movimiento obrero vigoroso y si este movimiento obrero ha logrado ganar a las masas del campo. También es unánime la experiencia internacional en señalar que en la época en la cual el movimiento obrero revolucionario es débil y es débil nuestro Partido, el error más frecuente en el trabajo por el frente único es el error del sectarismo y que la tendencia al error de derecha en este trabajo tiende a aparecer cuando el movimiento obrero y nuestro Partido son fuertes.
4. EL FRACCIONALISMO EN NUESTRO PARTIDO.
El PCS se había mantenido ileso frente a distintas marejadas fraccionarias surgidas en el Movimiento Comunista Internacional, especialmente después de la segunda guerra mundial. El “brauderismo” no logró dividir a nuestro Partido, tampoco lo pudo hacer la corriente izquierdista del “maoísmo” en su momento más floreciente. Durante varios años resistió el PCS el” impacto del izquierdismo extendido en la América Latina en torno de la estrategia “foquista”. Pero en los últimos tiempos pudo formarse un grupo fraccionario que pretendió dividir a nuestro Partido y que decidió separarse de él al no conseguir el éxito que había calculado.
Cooperó en buena medida a la formación del grupo fraccional el aliento de dirección que le imprimió quien era el Secretario Genera1 del Comité Central. Sin su concurso le hubiera sido difícil al grupo de compañeros opositores a la dirección y a la línea del Partido organizarse como fracción. Las causas del fenómeno son empero más profundas. El fuerte componente pequeño-burgués en las filas del Partido, la débil proletarización ideológica y práctica de sus cuadros (en especial de sus cuadros dirigentes) y los errores cometidos por la actual dirección, sus métodos atrasados y burocráticos de trabajo, forman el marco de condiciones que hizo posible que causaran fuerte impacto las corrientes izquierdistas pequeño-burguesas, tan activas en América Latina, y a las cuales el imperialismo ha dado, de un modo u otro, enorme publicidad para favorecer su contagio. No cabe duda que la actitud del imperialismo es en este sentido calculada y perversa.
Las concepciones políticas predominantes en el grupo fraccional difícilmente pueden considerarse como formadas por las tesis que Saúl vino sosteniendo en los últimos tres años. Es cierto que en las debilidades teóricas de esas tesis suyas se encuentran las brechas por las que más tarde pasaría, hasta envolverlo, una concepción estratégica por entero distinta a la que el decía impulsar, pero cometeríamos un error si buscamos en las opiniones del ex-secretario General durante los años anteriores, las piezas componentes de la línea que rige al grupo desprendido de nuestro Partido. Ese error nos podía conducir o bien a condenar absolutamente todas esas opiniones de él, muchas de las cuales son correctas y valiosas, o bien a errar el blanco en la lucha ideológica contra las concepciones izquierdistas pequeño-burguesas, haciendo contra ellas un combate irracional que empuje a nuestro Partido a posiciones de derecha consolidadas.
Por ejemplo, Saúl comenzó en 1967 acusando a los tres restantes miembros del Secretariado de ser renuentes al desarrollo de la lucha de masas, de mantenerse alejados de la lucha de masas y de adoptar por eso una actitud burocrática, insensible ante el creciente desarrollo de la lucha de masas, que en abril de ese año culminó con la Huelga General Progresiva. Acusó a los tres restantes miembros del Secretariado de haberse opuesto a que se realizara esa huelga (lo que en realidad fue una falsedad). Después fue más lejos, acusando a la Comisión Política y al Comité Central de miedo a la lucha de masas y de querer frenarla (balance de la huelga de maestros) Si Saúl fuera hoy fiel a esa posición, estaría impulsando una línea de desarrollo de la lucha de masas, estaría exigiendo y organizando un trabajo de mayor amplitud y agilidad para promover la lucha de las extensas filas del proletariado agrícola, que siguen al margen y bajo la influencia enemiga. Pero no es esa su posición actual, sino otra. El su grupo consideran que la forma de organización debe ser absolutamente clandestina, que no vale la pena ocuparse de ocuparse de difundir por medio de la propaganda y la agitación la línea revolucionaria, que esa son formas “superadas”, que lo que está necesitándose es de la lucha armada y que, ella puede realizarse en nuestro país bajó la forma de la guerrilla urbana (intervención de Saúl ante el Comité Ejecutivo ampliado de la Juventud, después de su renuncia) Miembros de su grupo, muy fieles a las orientaciones de él (como Tania)se pronuncian acerca de la lucha sindical como algo “superado” y anuncian su
Decisión de dedicarse a otras formas de lucha “más revolucionarias.” Otros miembros de ese grupo, afines a él, se dedican en la Universidad a difundir folletos foquistas. Han estado hablando a nombre del leninismo, pero no se preocupan por difundir las obras de Lenin, sus libros, folletos y artículos, sino que se empeñan por dar difusión a la literatura anti-partido que copiosamente se ha producido en nuestro Continente y en Europa durante los últimos diez años, incluso de parte de escritores dudosamente
relacionados con la CIA.
Saúl sostuvo en varias ocasiones dentro de la dirección del partido la necesidad de combinar la lucha reivindicativa y política de las masas, con acciones de violencia. Ahora su grupo sostiene una línea que opone una cosa a la otra.
Dos son, a nuestro juicio, los factores que empujaron a Saúl a esa metamorfosis ideológica.
Primero, sus concepciones no marxistas acerca de las condiciones objetivas y subjetivas de la revolución. Según él, en nuestro país están “más que maduras las condiciones objetivas” y solamente falta hacer madurar las condiciones subjetivas. Saúl ha considerado siempre que las condiciones objetivas son dadas por la miseria de las masas, y puesto que en nuestro país el hambre y la miseria son extensas y graves, dichas condiciones están maduras. Hay que reconocer que tal esquema no leninista acerca de las condiciones objetivas ha estado siendo utilizado durante mucho tiempo en los documentos y publicaciones de nuestro Partido, sin merecer una discusión seria en nuestra dirección cuya debilidad teórica es muy grande.
De esa premisa sobre las condiciones objetivas, Saúl arrancaba un lineamiento táctico y estratégico voluntarista. Puesto que están dadas las condiciones objetivas, todo depende ahora de nuestra voluntad, nosotros podemos menospreciar las condiciones de cada momento y tomar decisiones tácticas radicales porque las masas, pese a cualquier obstáculo surgido de esas condiciones, apoyarán inevitablemente nuestra orientación ya que ellas viven en una situación objetiva madura para la revolución. Tal era en esencia el esquema que guiaba a Saúl. Por eso creía que podíamos realizar huelga general siempre que nos empeñáramos en ello, que podíamos impulsar la violencia si así lo quisiéramos y que, por consiguiente, si discutíamos las condiciones para realizar o no huelga general, boicot electoral o violencia, si discutíamos sobre los resultados que podíamos obtener estábamos frenando, por miedo o traición, el desarrollo de la lucha.
En el resto de la dirección, más que conocimiento marxista-leninista, se oponía a esas concepciones argumentos surgidos de la intuición, del sentido común, y quizás por eso, como reacción ante las opiniones tácticas de Saúl, cuya equivocación saltaba a la vista, surgieron algunas opiniones a las que cabe bien el calificativo de derechistas. En esas opiniones se menospreciaba lo positivo de los métodos de acción que Saúl impulsaba, como aquel de ligarse personalmente con las masas en huelga y ese menosprecio tomó, en boca de algunos cuadros sindicales, la forma de la burla irracional y burda.
Guiándose por sus concepciones voluntaristas, Saúl se lanzó a la huelga de hambre, aún sin el acuerdo de la Comisión Política. Creía que su sacrificio conmovería a las masas sindicalizadas y las llevaría a lanzarse ala huelga general. Otras formas de movilización solidaria de los sindicatos no le satisfacían en ese momento y como no pudo realizarse la Huelga General, y ni siquiera las huelgas parciales pese a que la dirección decidió impulsarlas y se hizo esfuerzos en ese sentido, entonces Saúl sacó la conclusión de que la culpa de ello estaba en la “traición” de los cuadros sindicalistas dirigentes que habían caído presas del oportunismo. No pudo aceptar y no aceptó jamás, que no existían condiciones apropiadas en aquel momento para impulsar las huelgas de solidaridad y que, al contrario, habían muchos factores en contra, ya que eso habría contrariado su esquema según el cual las condiciones objetivas están maduras y en adelante depende de nosotros. Entrado por la brecha de esa inconsistencia tenemos que Saúl fue siendo progresivamente absorbido por las concepciones izquierdistas foquistas. A causa de la debilidad teórica de la dirección no se dio una discusión de profundidad que hubiera podido armar ideológicamente a nuestro Partido y llevarlo a realizar un trabajo sólido para su propia instrucción y para la consolidación de su influencia entre las masas, y quizás a sacar a Saúl de sus erróneos enfoques. Una discusión así se ‘intentó en los
Plenos Ampliados de marzo y abril de l968, pero no alcanzó ella la profundidad debida, además de que se vio después interrumpida. El esfuerzo de esos Plenos Ampliados, que abarcó el examen de casi todos los problemas estratégicos básicos de nuestra línea, pudo haber sido el comienzo de un proceso de estudio de la dirección y de lucha ideológica seria y profunda. Con motivo de la elaboración de las tesis y de los Proyectos de programa que serán sometidos al Congreso ordinario, se produjo otra valiosa oportunidad para desarrollar un esfuerzo de estudio y discusión en profundidad, pero tampoco fuimos capaces de ello. Las discusiones en torno de esos documentos no contaron con el esfuerzo colectivo de estudio y, cosa sintomática, en la mayoría de casos fueron aprobados por unanimidad, incluyendo el voto favorable de Saúl.
Se ha alegado que en esos Plenos se cometió el error de no enviar a las bases el folleto de Saúl “apertura a la Derecha”, porque eso habría, dicen, conducido a la discusión que se necesitaba. Sostenemos que esa opinión es err6nea, “Apertura a la derecha” más que un planteamiento teórico, es una intriga contra compañeros de la dirección del Partido y su difusión, como lo ha demostrado después la difusión de otras producciones similares (“carta al Comité Central” -sobre el acuerdo de participar en las elecciones, por ejemplo) habría producido más confusión y dudas que interés de profundizar en el trasfondo ideológico y teórico. La dirección debió aprovechar el impulso de aquellos Plenos Ampliados, y de la cohesión que alrededor de ellos se consiguió, para impulsar el debate sobre los problemas de nuestra línea, y para organizar el estudio del marxismo-leninismo estrechamente ligado a nuestra realidad y a nuestra experiencia concreta, pero no lo hizo y una vez más la vorágine de los sucesos que vinieron después (llegada de Johnson, descubrimiento del confidente Germán, captura y reaparición de G. T., sucesos de Checoslovaquia, etc.) distrajeron por entero la atención de la Comisión Política y del Comité central de aquellas necesidades fundamentales.
Segundo: el otro factor son las características de la personalidad y de la formación del propio Saúl. Su apasionamiento personalista, su formación dogmática, su místico posesionamiento de la idea de ser él una especie de guardián y encarnación de la pureza proletaria en el Partido, sus complejos psicológicos de inferioridad, su tendencia enfermiza al subjetivismo, que lo llevaba en ocasiones a inventar incluso versiones enteras de como -según él- habían ocurrido tales o cuales hechos que no había vivido y sobre cuáles habían sido las intenciones íntimas de distintos compañeros en el transcurso de esos hechos inventados, no digamos ya su tendencia a deformar los hechos e intenciones que si había .vivido. Después de formarse él una versión se aferraba intransigentemente a ella y cualquier opinión que tratara de corregirla era rechazada por él con ataques de diverso tipo, incluso si esas correcciones vinieran del resto de miembros del Comité Central y sobre asuntos debatidos en el propio Comité Central. Si el Comité Central actuaba corrigiendo sus versiones, entonces él acusaba al Comité Central de estar bajo el mangoneo de la “camarilla de derecha,”si en el Comité Central surgían opiniones coincidentes con la suya, entonces el Comité Central era un altísimo organismo al cual la “camarilla” no quería escuchar o contra el cual esa “camarilla” ponía en práctica maniobras de parlamentarismo burgués”
Los rasgos de su personalidad lo llevaron también a adoptar una conducta dual en cuanto a los problemas estratégicos y en cuanto a su actitud hacia los demás partidos comunitas. Mientras aquí se precipitaba hacia el izquierdismo foquista, en las reuniones preparatorias de la conferencia mundial del Movimiento Comunista Internacional en las que él participó se alineaba en una posición completamente contraria. Sus rasgos negativos de personalidad le llevaron a presentar ante otros Partidos una imagen deformada de las posiciones de la Dirección y de algunos de sus componentes, a los cuales insistió en presentar como “antisoviéticos.”Esas actuaciones suyas causaron daño alas relaciones internacionales del PCS y han podido ser superados en lo fundamental gracias a las medidas urgentes y ágiles que el Comité Central adoptó al tener conocimiento de esa situación.
Ahora bien, la línea que el grupo desprendido del Partido parece impulsar, no es, como ya dijimos, la suma de opiniones sostenidas por Saúl en los últimos tres años. Lo que allí predomina es el izquierdismo pequeño-burgués del tipo anti-partidista que se ha difundido en América Latina en una lucha por superar teórica e ideológicamente al Partido, empezando por su misma dirección, que deberá tomar eso muy en cuenta.
La experiencia nos demuestra que si tales desviaciones no son enfrentadas mediante un esfuerzo por asimilar la ciencia marxista.-leninista, y de construir el Partido entre el proletariado, se corre el riesgo de incurrir en desviaciones de opuesto tipo y se deja brechas abiertas para que las concepciones extrañas inunden el pensamiento de los cuadros. Pero el estudio del marxismo-leninismo sin relacionarlo íntimamente con el estudio de nuestras condiciones históricas concretas ha demostrado también no ser capaz de armarnos suficientemente para impedir el surgimiento de desviaciones ni para elaborar una línea revolucionaria certera. Muchos cuadros de nuestro Partido han realizado cursos más o menos completos de la teoría marxista-leninista en el extranjero y ello no se ha traducido en un fortalecimiento satisfactorio teórico-ideológico del Partido. Debemos seguir enviando cuadros a realizar esos estudios, pero la Comisión Política y el Comité Central están obligados a realizar aquí un estudio teórico permanente en el marco de un esfuerzo serio por aplicar esos conocimientos a nuestras condiciones concretas, porque sólo así podría aprovecharse la valiosa ayuda que otros Partidos nos prestan en el terreno de la formación de los cuadros.
Simultáneamente con el estudio de la teoría marxista-leninista y de los esfuerzos por aplicarla a nuestra realidad, la Comisión Política y todo el Comité Central deberán mantenerse informados ágilmente sobre la producción teórica de las corrientes desviacionistas contemporáneas, para no ser tomados por sorpresa por planteamientos espectaculares y atractivos. Esta es una perentoria necesidad, puesto que el imperialismo se encuentra operando activamente en éste terreno de la creación de esquemas desviacionistas con apariencia científica. Para ello se hace uso de la sociología burguesa y sus técnicas investigativas, lo mismo que de las contemporáneas escuelas burguesas en el terreno de la historia, la filosofía y la economía política. El irnperia1ismo busca así descomponer nuestras filas.
El balance del impacto orgánico causado por el fracciolismo y de otros aspectos del estado del Partido será presentado en un informe especial.
PROCESO DE APARECIMIENTO Y DESARROLLO DE LA ACTIVIDAD FRACCIONAL
Aunque las discrepancias en los organismos de Dirección datan de varios años atrás, la existencia y funcionamiento de la fracción fue en realidad de poca duración (agosto de 1969 a marzo de 1970). Comenzó con una serie de reuniones promovidas por la Base FRANK PAIS a las que invitaba a compañeros de otras células y de la Juventud, a espaldas del Comité Departamental y de la Comisión Política. Esas reuniones, realizadas con el conocimiento y respaldo de Saúl que era el Secretario General del Comité Central y estaba obligado a defender la unidad del Partido, se dedicaban a la crítica y a los ataques contra la Dirección por sus actuaciones durante el conflicto con Honduras.
Cuando esas reuniones se iniciaron, la Comisión Política, había llamado a todo el Partido a discutir sobre nuestra actuación en tal conflicto, y se había fijado fecha con anticipación suficiente para realizar una reunión del Comité Central, ampliada con invitados, que se dedicaría a culminar el balance de esa actuación. No había, pues, ninguna necesidad de transgredir las normas de vida partidarias para producir esa discusión y la consiguiente condena de los errores cometidos y de las responsabilidades individuales y colectivas en ellos. No había, por otra parte, ningún intento tendiente a no escuchar o dejar al margen de la discusión a quienes sustentaban un punto de vista crítico o lanzaban ataques en contra de la Dirección que pudiera servir de pretexto para el trabajo fraccional que empezaba a manifestarse. Todo lo contrario, fueron invitados al pleno del Comité Central cuatro miembros de la Base FRANK PAIS y la mayoría de los compañeros que sostenían una posición crítica y tanto el extenso documento de Saúl, las tres cartas de la FRANK PAIS, y las cartas de otros compañeros fueron reproducidas y distribuidas entre los miembros del Comité central y los invitados para aquella reunión de balance. (Este Pleno Ampliado tuvo lugar en noviembre de 1969. Nota de Roberto Pineda)
Durante el desarrollo del pleno ampliado, predominó el frontal y coordinado ataque de todo el grupo fraccional contra la Comisión Política utilizando toda clase de calificativos agrios y haciendo gala de un tono marcadamente agresivo. Saúl llegó a acusar a algunos de los miembros de la Comisión Política de cometer actos deliberados de traición. También fue formulada la propuesta de Saúl de cesar la calidad de miembros del Partido a todos sus militantes, para 1uego escoger a aquellos que merecieran tal calidad, a fin de crear así “un Partido de nuevo tipo”; por otra parte abundaron argumentos de autores de conocida posición antipartido en apoyo de los puntos de vista que ellos estuvieron sustentando. Aparte de esos retazos de su posición, el grupo no explicó en realidad la línea que pretendía imponer al Partido.
Como se sabe, el pleno ampliado del Comité Central, terminó aprobando un pliego de conclusiones críticas y autocríticas que recogía en gran medida las que habían formulado Saúl, la base FRANK PAIS y todo el grupo. El pliego, junto con los documentos que sirvieron de base al pleno (el de Saúl, y las cartas de células y compañeros) fueron remitidos después a todas las bases del Partido. El pleno ampliado acordó asimismo abrir la discusión en el Partido no sólo en lo relativo a nuestra conducta durante la guerra, sino también sobre la línea estratégica y táctica del Partido, advirtiendo expresamente que tal discusión debía desarrollarse dentro del estricto respeto a las normas estatutarias, para preservar la unidad del Partido y al mismo tiempo sacar todo el provecho posible de la discusión. La Comisión Nacional de Educación, quedó encargada de organizar ese proceso de discusión.
La Comisión Nacional de Educación dio pasos para organizar la discusión en las bases de San Salvador, utilizando como método el estudio individual y la discusión colectiva en la que según sus acuerdos debían de estar presentes compañeros de la Comisión Nacional de Educación y de la Comisión Política en calidad de invitados. Esto último no fue comunicado a la Comisión Política, por lo que sus miembros no se hicieron presentes a ninguna reunión convocada. Ello fue aprovechado por los dos elementos fraccionales que formaban parte de la Comisión Nacional de Educación, Tomás e Ignacio, de la base FRANK PAIS, para acusar a la mayoría de la Comisión Política de rehuir la discusión negándose a enviar delegados suyos para polemizar con ellos. Aprovechaban esas reuniones para hacer propaganda a las opiniones de su grupo, llevando desconcierto a la membresía. Este tipo de reuniones fueron pendidas por el Secretario General del Comité Departamental de San Salvador, que se negó a seguir organizándolas por la improcedencia del método que la Comisión Nacional de Educación había adoptado.
Las páginas de la “Verdad” también fueron utilizadas para reproducir un suplemento de autor izquierdista desconocido contra la posición del Partido Comunista Chileno en materia electoral y sus métodos de lucha.
Esto fue posible tanta en la Comisión nacional de Organización como en “La Verdad” por varias razones: a) el estado de desorganización en que la Comisión Nacional de Educación se encontraba y b) por la particular actitud del compañero Rabin, responsable de la Comisión Nacional de Educación, que se prestaba al juego de los dos fraccionalistas dentro de la Comisión Nacional de Educación, y o) por la tolerancia de sus actividades de parte de los órganos de Dirección Nacional.
La Comisión Política acordó en el mes de enero del presente año, las normas para impulsar la discusión en el Partido. E1 grupo fraccional sin embargo las violó conscientemente (ejemplo, intervención escrita de Saúl en el Pleno de1 18 de enero del Comité Central que se publicó adjunta a Carta Semanal), Por su parte no había modo de que aquellas normas establecidas y la discusión misma se llevaran a la práctica, pues la Comisión Nacional de Educación y principalmente su responsable el c. Rabín, no respondían al llamado del Secretariado y el Responsable de la Comisión de Educación.
En esa misma reunión sin embargo, Saúl ante los acuerdos tomados expresó que la “discusión era extemporánea” que “ya no era hora de discutir” que todo había sido ya dicho”. Rabin por su parte también se expresó en ese mismo sentido.
Dos posiciones quedaban al desnudo: la del fraccionalista que eludía la discusión cuando se pretendió organizarla y que culminaría su labor de distracción y perjuicio quince días después, presentando su renuncia del Partido y la del liquidacionista pequeño-burgués que perdiendo la perspectiva del Partido, así como su confianza en el mismo, coincidía en la palabra y en la acción con los fraccionalista, aun cuando alegaba tener distinta posición.
La participación en las elecciones de 1970 y su utilización por los fraccionalistas.
La discusión sobre participar o no en las elecciones acumuló más elementos de confusión y conflicto, que pudieron ser aminorados si se hubiera producido esa discusión con mayor amplitud dentro del Partido y con la anticipación suficiente. La Comisión Política estuvo trabajando en torno a nuestra participación electoral desde fines de septiembre, sin elevar esto a conocimiento del Comité Central, sino hasta fines de noviembre, y sólo después de la resolución de éste fue organizado el informe a todo el Partido. A la par, se tomaron medidas, para reconstruir nuestro trabajo en el frente político.
Al mismo tiempo se preparaba y producía la discusión de balance de nuestra actuación en el conflicto con Honduras. Todo esto influyó en el hecho de que no se organizara la información a todo el Partido, y la consiguiente consulta sobre esta cuestión. Pero también influyeron nuestros tradicionales métodos de dirección y otros factores a que se alude enseguida.
En el mes de agosto de l969 fue realizada por la Comisión Política una discusión especial para analizar la situación creada después de la guerra así como para tomar las medidas necesarias para la actuación del Partido. El pliego de las medidas concretas propuestas, se acordó que fueran dadas a conocer a breve plazo a los organismos intermedios y a las comisiones nacionales del Partido, para que organizaran la discusión y su ejecución. Tal tarea que le correspondía cumplir al Secretario General no fue cumplida por Saúl, pese a los reiterados reclamos. Así la discusión sobre la táctica en las elecciones no fue impulsada por esas orientaciones acordadas por la Comisión Política, pero cuando el tiempo corrió, fue Saúl mismo el que enarboló la bandera de la necesidad de consultar al Partido. Se trataba, pues, de una maniobra y en adelante la lucha fraccional iba a actualizar sus estandartes: la crítica de ellos sobre la actuación durante la guerra había sido aceptada en gran medida —y reconocidas por el Comité Central, las responsabilidades colectivas e individuales— y por consiguiente, no podía ya jugar el papel de vía para “profundizar la crisis en el Partido”, en cambio la participación electoral podía ser utilizada como pólvora fresca para los mismos fines.
Todo esto no libera de responsabilidad a la Comisión Política, por el rezago en llevar el asunto electoral al Comité Central; ni su negligencia para organizar la discusión amplia y oportuna en todo el Partido, pero explica la situación en la que se trabajaba entonces en ese organismo de dirección.
Cuando se produjeron las discusiones acerca de nuestra participación en las elecciones, ya el proceso fraccional se encontraba en franco desarrollo. La oposición a participar en las elecciones, los argumentos en contra de las alianzas, las acusaciones de electoralismo, eran repetidos con iguales formulaciones por todos los miembros del grupo en las reuniones de información que fueron organizadas por la dirección en todo el Partido y esos argumentos fueron utilizados más como pretextos que como razonamientos serios.
Durante la campaña electoral los fraccionalistas se dedicaron a boicotear nuestro trabajo, desalentando a los activistas y cuadros. Lograron paralizar la participación de la Juventud y de muchos afiliados a la organización femenina. El trabajo fraccional se hizo más evidente para todo el Partido y adquirió personalidad pública con las publicaciones del llamado “ Comité de Orientación Revolucionaria’ (COR). En variadas ocasiones fueron sorprendidos componentes del grupo fraccional en la tarea de distribuir clandestinamente las hojas agitativas del COR. Sin embargo, la dirección no dispuso de ninguna sanción en contra de ellos. La Comisión Política en nombre del Comité Central se limitó a enviar un llamamiento a todo el Partido para realizar la defensa de su unidad y rechazar cualquier labor fraccionalista. En el documento se dijo, eso sí, que había compañeros que se encontraban haciendo esa labor fraccional y que ello violaba nuestros estatutos y terminaría haciendo objeto de sanciones a los infractores. En realidad la Comisión Política trataba de agotar pacientemente las posibilidades que pudieran quedar para evitar la ruptura. Ya por entonces las discusiones se habían vuelto inútiles como medio para la persuasión, pues Saúl llegaba a las reuniones con criterios formados sobre los problemas y hasta con intervenciones escritas que luego divulgaban, y sin la menor intención de escuchar los argumentos contrarios o de cambiar en ninguna medida sus opiniones, utilizaba en realidad su asistencia a la Comisión Política o al Comité Central, únicamente como un medio para oficializar sus intervenciones, con el fin después de divulgarlas pretextando que no se trataba de opiniones vertidas a espaldas de los organismos superiores, sino expresadas precisamente en las reuniones de estos. En esas intervenciones escritas se contenían deliberadas deformaciones de las opiniones vertidas en las reuniones del Comité Central, y las resoluciones y procedimientos de éste. En aquel momento, pues, ya no podía caber duda de que la fracción preparaba el desenlace conforme a plazos trazados por ella.
Actividad fraccional en el exterior
Mención especial merecen los trabajas que Saúl venía realizando a su vez en el campo de las relaciones internacionales de nuestro Partido. Durante sus viajes este compañero aprovechó para forjar en la mente de compañeros de algunos partidos hermanos una imagen negativa de otros miembros de la Comisión Política, acusándolos de anti-sovietismo, de frenadores de la lucha de masas, etc. En cuanto a su propia imagen, Saúl procuró ocultar ante los partidos hermanos sus marcadas tendencias izquierdistas y para ello, adopta las opiniones opuestas. Esto último, se puso de manifiesto especialmente durante las reuniones preparatorias de la última Conferencia Mundial de Partidos Comunistas y Obreros, y en la propia conferencia realizada en junio del año pasado, como pudo ser comprobado por otros compañeros de la dirección que lo acompañaron a ésta última, y también por dirigentes de partidos de Centroamérica y otros países.
Cuando la crisis fraccionalista se encontraba en su punto álgido, varios partidos hermanos -especialmente el PCUS- mostraron sumo interés en ayudarnos a resolver bien el problema. El Comité Central aceptó aquella iniciativa fraternal y tomó medidas para ir a su encuentro. En un principio los partidos hermanos tenían, no sólo una información parcial, sino deformada de las cosas que en el Partido sucedían, lo que les llevó a creer incluso que en el Comité Central existían claramente definidas dos posiciones, dos agrupamientos con fuerte tendencia a convertirse en fracciones. También, de que en el Comité Central había una marcada posición antisoviética y separatista del Movimiento Comunista Internacional. Por ello, el Comité Central tomó la decisión de informar oficialmente a esos partidos para que tuvieran a mano mejores elementos. Nombró así, una delegación de su seno para que viajara al exterior con tal propósito; además se acordó enviar todos los documentos internos producidos durante los últimos tres años. En esa misma oportunidad, el Comité Central sostuvo que sería incorrecto trasladar la discusión interna fuera del país; recomendó a la delegación que escuchara con atención las sugerencias, aceptara los ofrecimientos fraternales de colaboración y responder con toda amplitud a las preguntas formuladas.
Posteriormente, y ante la expresa invitación para que los compañeros Emilio, Pablo y Saúl viajaran a tener conversaciones con camaradas de un Partido vecino, el Comité Central rechazó las pretensiones de Saúl de que esa delegación fuera al exterior investida de “plenos poderes” y tomara allí decisiones obligatorias para nuestro Partido.
Como pudieron comprobarlo después los delegados del Comité Central y varios contactos internacionales, los partidos hermanos no tenían ninguna intención de intervenir en nuestros asuntos internos, pero eso sí querían ayudarnos con sus experiencias a resolver nuestro problema. Al enterarse de la propuesta sostenida reiteradamente por Saúl, contestaron que ellos no habrían aceptado participar en un arreglo de esa clase y que lo actuado por nuestro Comité Central era lo correcto. Además, una y otra vez han reiterado que sus relaciones son con el Partido y no con personas o personalidades, por más relevancia o prestigio que éstas tuvieran.
De todas maneras, la 1aor de Saúl ha dejado cierto saldo de dudas en otros partidos, que han venido disipándose, y que necesitarán de mayor tiempo y de mayor intercambio de informaciones para que terminen de disiparse.
Con franqueza, como deben ser las relaciones entre los partidos comunistas, nuestro Partido continuaré esforzándose por informar a los partidos hermanos y debe seguir escuchando sus opiniones y estimulando sus críticas a nuestra línea y a nuestras actuaciones.
Renuncias.
En el mes de marzo de este año, comenzaron a producirse las renuncias de los componentes del grupo fraccional. Primero se produjo la renuncia colectiva de los cuatro miembros de la Base FRANK PAIS, cuyo texto fue dado a conocer por la Dirección a todo el Partido. E1 31 de marzo, Saú1 presentó su renuncia, expuesta por él, en dos extensos documentos que también fueron divulgados entre las células. Este, aunque con palabras diferentes, repite los argumentos de los ex-miembros de la Base FRANK PAIS. Luego las demás renuncias siguieron el mismo patrón.
Al mismo tiempo que declaraban al Partido un organismo inútil e insalvable, los renunciantes hacían hincapié en un concepto distinto acerca de la Juventud, en donde concentraron sus esfuerzos por ganarla hacia su lado. Cuando fue evidente que tampoco les era posible ganar más que algunos elementos, entonces comenzaron a promover allí el mismo tipo de acusaciones, que culminaron con la renuncia de tres compañeros, a la par de la expulsión dictada por el Comité Central de la Juventud en contra de uno de los principales miembros del grupo fraccional que ya había renunciado del Partido, pero pretendía permanecer en la dirección de la Juventud.
El trabajo de los fraccionalistas logró paralizar casi por completo a la Juventud, llevándola a un estado de inactividad, anarquía y confusión. Este frente es el que más impacto ha sufrido, pues ha quedado totalmente desorganizado. En este frente venían haciendo crisis la orientación y el estilo de trabajo de las principales dirigentes, hoy renunciantes del Partido, y al arreciar la actividad fraccional, ellas fueron las que se encargaron de frenar totalmente lo poco que quedaba.
Hemos dicho atrás que muchos de los señalamientos de los disidentes son justos y deben ser atendidos por el bien del Partido y de su causa. En eso es que radica precisamente el atractivo para algunos camaradas que se sienten atraídos hacia ellos. Pero es necesario también señalar el grave error que han cometido al renunciar del partido y los faltos pretextos que han empleado para justificar su error.
Pretextaron que no se había permitido discutir, y eso es totalmente falso, como puede deducirse de la simple relación de los hechos apuntados.
Se quejaban que la Dirección había organizado la persecución contra ellos valiéndose mañosamente de los estatutos, y eso también es falso. Ninguno de ellos fue sancionado, ninguno salió del Partido por medidas disciplinarias. Es más hasta este mismo momento, no se ha aplicado sanción alguna contra ningún adepto al grupo disidente.
Levantaron el argumento de que la unidad del Partido es un asunto “formal” y no de principio y que, por consiguiente no debía “mantenerse la unidad”, cuando había discrepancias tan profundas. Este es también un faso argumento. Porque precisamente se había abierto un período de lucha interna en busca de una línea estratégica y táctica acertada: se buscaba en palabras, cohesionar al Partido en torno a una línea elaborada por él mismo.
Los fraccionalistas pues, adoptaron una posición muy oscura en a la unidad. Por un lado sostenían que éste era un asunto formal, que no podía sostenerse ni invocarse cuando había discrepancias tan profundas, pero por otro lado, sostenía Saúl que todo podría arreglarse por medio de una delegación investida de plenos poderes que fuera al exterior a ponerse de acuerdo, con el apadrinamiento de partidos hermanos; o bien que un integrado fuera de los estatutos y con una composición al gusto de ellos, podría adoptar una nueva línea sin que ella fuera previamente discutida por todo el Partido. En resumen, los fraccionalistas admiten la unidad pero con una sola condición: que ella se rea1izara en torno de su línea y de su dirección. Cuando se cercioraron de que esto no era posible, renunciaron.
El grupo fraccional, en vez de exponer su línea a todo el Partido para que la discutiera, rompió con él. Así se, consolidó una situación en la que se tiende a mantener vivas las discrepancias, oponiendo al Partido otra organización. Tendremos que hacer muchos esfuerzos para que el enemigo aproveche en el menor grado posible esta situación que le favorece.
Composición del grupo fraccional y otras características suyas
Aunque el grupo siempre estuvo hablando a nombre del proletariado y endilgando a la direcci6n el señalamiento de sustentar una posición pequeño-burguesa propia de intelectuales burócratas universitarios, la verdad es que el grupo no posee propiamente una composición proletaria. Por el contrario, posee un fuerte componente pequeño-burgués. Otra característica que sobresale es la de los vínculos de parentesco que unen a algunos de sus componentes y que han influido poderosamente en sus decisiones de renunciar del Partido.
Es interesante tener en cuenta también la militancia partidaria de estos quince ex-miembros. Los de la Base FRANK PAIS, tuvieron una militancia irregular; buena durante algunos períodos, defectuosa durante otros. Claudio y Tito fueron incluso sancionados a principios de 1969 por su incumplimiento con las elementales exigencias de militancia partidaria y continuaron siendo después malos militantes. Saúl, Oneida y Cristina sí demostraron un buen nivel de militancia celular, el resto han sido malos militantes que no cumplían con los mínimos requisitos leninistas de pertenencia al Partido.
En cuanto a sus características ideológicas, ya hemos dicho atrás que el grupo se encuentra dominado por las posiciones izquierdistas pequeño-burguesas que están en boga en América Latina. Saúl dirige al grupo, pero en rea1idad son sus elementos intelectuales los que le imprimen orientación política e ideológica. La querella que sostuvo Saúl en favor de impulsar resue1tamente la lucha de masas reivindicativas elevándolas a planos superiores: la necesidad de combinar la lucha reivindicativa de las masas con acciones violentas, etc., han desaparecido y su lugar ha sido ocupado por:
por: la línea de crear grupos clandestinos dedicados a prepararse para “utilizar otros medios de lucha”; el desprecio por la organización sindical y otras formas de organización abiertas; el desprecio por las manifestaciones y concentraciones de masas; el desprecio por la propaganda política, la exaltación y el panegírico de cualquier noticia de acción violenta que se produce en cualquier país latinoamericano; la reproducción de documentos anti-partido.
Con el tiempo, este grupo podría llegar a constituirse en una organización paralela al Partido que desplegará actividades, quizás espectaculares y, que llegará a crear confusión entre ciertos sectores de la parte más avanzada de las masas. El Partido debe tomar en cuenta esa posibilidad al trazar sus planes y su política hacia ese y otros grupos.
Actitud de la Dirección frente a la actividad fraccional
La Comisión Política, no se encontraba firmemente cohesionada cuando apareció la actividad fraccional y por eso no elaboro desde el comienzo un plan determinado para oponerlo a esa actividad. En los meses finales de 1968, se abrió un proceso de discusión de las principales cuestiones del Partido, centrándose la atención en los incorrectos métodos de dirección de los órganos nacionales del Partido. La forma abrupta de la misma, como el método utilizado, causaron fuerte impacto en los miembros de la Comisión Política. El aprovechamiento por Saúl de la situación creada y la semejanza de sus planteamientos con lo que sustentaban otros camarada originó cierta identificación entre ellos. También se produjo un nucleamiento entre los camaradas que eran objeto de más fuerte crítica, con los que fueron impresionados por la discusión franca, pero llevada incorrectamente. Luego, en clara violación de las normas partidarias, más de un compañero divulgó referencias fragmentarias e indebidas de lo que en el seno de la Comisión Política acontecía Todo ello había influido para crear una atmósfera de dispersión y mutuas reservas, lo cual favoreció a la espontaneidad con la que se enfrentó a la fracción.
La ofensiva fraccional, produjo en el primer momento desconfianza, dudas e interrogantes. No estaba claro aun que se trataba de un trabajo de fracción organizado y solamente sobresalían sus argumentaciones señalando errores y debilidades, falta de capacidad, etc., a la dirección. Ante esas críticas, algunos miembros de la Comisión Política obrando espíritu autocrítico, reconocieron sus errores y debilidades, así como reiteraron ante el pleno, su determinación de dejar sus cargos en la dirección como lo habían expresado en la Comisión Política y en el Comité Central en oportunidades anteriores. Pero, a medida que fue poniéndose en claro que lo que estaba en marcha era una planificada labor fraccional, la actitud de los miembros de la Comisión Política y después del Comité Central, fue cambiando, se fue produciendo la cohesión de estos organismos y el aislamiento de los fraccionalistas.
Sin obedecer a un plan trazado la dirección optó, con el consenso de todos sus miembros, por llevar adelante una política basada en los esfuerzos por resolver las discrepancias dentro del Partido y no en la aplicación de medidas disciplinarias. Por eso Saúl no fue removido de su cargo de Secretario General, aunque ya estaba por completo aislado en el Comité Central y no hubiera sido difícil de concretar esa medida. Tampoco se sancionó a otros y la Dirección se limitó a hacer llamamientos y advertencias en este terreno. Desde luego, que de no haberse producido las renuncias, habría sido preciso considerar la necesidad de aplicar sanciones, pues la actividad fraccional se había desbordado ya y, tolerarla por más tiempo habría redundado en peores efectos para el Partido.
La gran tradición de unidad cultivada en nuestro Partido por mucho tiempo, es sin duda, el factor subjetivo más fuerte que se levantó como muro de contención frente a la actividad fraccional, tanto en los organismos de dirección como en el Partido en conjunto.
Cuando se produjo la renuncia de la Base FRANK PAIS, la Comisión Política, decidió darla a conocer al Partido. Había el consenso tácito de los miembros de la Comisión Política, de que ello ayudaría a que todo el partido discutiera el problema, conociera los argumentos de los fraccionalistas y tomara parte activa en su solución. Cuando se produjo la renuncia de Saúl se hizo evidente que aquello obedecía a un plan y que vendrían después más renuncias. El Comité Central aceptó entonces la renuncia por unanimidad de los presentes (faltaron Oneida y Rabin, que renunciaron después y
Guillermo, Boby y Pío por estar cumpliendo tareas especiales) y con clara conciencia del problema decidió por una parte dar a conocer los dos extensos documentos de renuncias de Saúl a todo el Partido y al mismo tiempo dar a conocer también a todos los organismos un llamamiento para defender la unidad e integridad del Partido. Se decía expresamente en el llamado que todos los organismos y miembros debían de pronunciarse acerca de esa demanda en defensa de la integridad del Partido, sin que ello significara una condici6n de alineamiento con las posiciones de la Dirección o de algunos o alguno de sus componentes en el terreno estratégico y político, lo cual se encontraba y se encuentra en discusi6n con vistas al congreso ordinario, sino, de un llamamiento a pronunciarse a favor de la unidad y defensa de la integridad de nuestro Partido, amenazados por la labor fraccional. Solo conservando la integridad del Partido se puede proceder a superar sus errores y debilidades. Permitir la destrucción del Partido sería el error más grande, la peor traición.
La Dirección se incorporó así a la actividad de defensa del Partido y de la Juventud. La cohesión de sus filas sustituyó a la dispersión. Por eso fue necesario volver a la idea de convocar a este Congreso extraordinario para renovar al Comité Central, y sentar así la premisa orgánica principal para poner rumbo seguro hacia la superación de las debilidades del Partido, hacia su desarrollo como legítima vanguardia del proletariado y de todo el pueblo.
NUESTRAS RELACIONES EN EL CAMPO INTERNACIONAL
En el terreno de nuestras relaciones con el conjunto del Movimiento Comunista Internacional, los principios por los que se ha guiado la dirección del Partido han sido los siguientes: igualdad e independencia de todos los partidos; actitud crítica fraternal para juzgar las actuaciones de otros partidos y para escuchar las críticas al nuestro, por encima de las formas “diplomáticas” que por mucho tiempo ha caracterizado al movimiento comunista Internacional; unidad de acción con todas las fuerzas revolucionarias y anti—imperialistas, pese a cualesquiera diferencias de orden ideológico o de concepciones tácticas y estratégicas; colaboración y solidaridad en la lucha contra el enemigo común: el. imperialismo y la reacción internacional; fidelidad a los principios del marxismo-leninismo; reconocimiento del papel que juega el PCUS como destacamento de vanguardia del Movimiento Comunista Internacional; solidaridad con Cuba Socialista, como avanzada de la revolución liberadora de todos los pueblos latinoamericanos; solidaridad con el pueblo de Vietnam y con todos los pueblos que libran una lucha cruenta cruenta contra los opresores imperialistas; coordinación de la lucha de los Partidos Comunistas y demás movimientos revolucionarios, a nivel centroamericano y latinoamericano, por el triunfo de la revolución democrático-anti-imperialista y eventualmente, de la revolución socialista en nuestros países.
En los hechos, el Comité Central y la Comisión Política de nuestro Partido han desarrollado su preocupación por estar presentes en diversos actos de significación para el Movimiento Comunista Internacional y lucha liberadora de los pueblos.
En 1964, nuestro Partido se hizo representar en la fase final de la campaña electoral presidencial que se desarrolló en Chile y que atrajo la atención internacional. Posteriormente, delegaciones nuestras participaron en Congresos realizados por los Partidos Vanguardia Popular de Costa Rica, Partido Comunista de Chile y Comunista de México.
Nos hicimos representar, igualmente, en la Conferencia Tricontinental que se efectuó en 1966 en la Habana, Al año siguiente, en 1967, una delegación nuestra asistió a la Conferencia de O.L.A.S., también en La Habana, a sabiendas de que la realización y los objetivos de tal reunión respondían fundamentalmente a concepciones estratégicas que nosotros no compartíamos para la marcha revolucionaria do toda América Latina. Nuestra decisión de asistir, sin embargo, estuvo basada en nuestra convicción de que era importante estar presente, exponer en forma franca y crítica nuestros puntos de vista, y aportar nuestro concurso a la unidad de las fuerzas revolucionarias continentales contra el enemigo, por encima de diferencias subalternas. Es interesante tener en cuenta que algunos Partidos Comunistas latinoamericanos, con un criterio distinto, prefirieron no asistir a OLAS.
El hecho de que nuestra representación en OLAS actuara sobre la base de este criterio, divergiendo con los lineamientos sostenidos por representaciones de otras organizaciones revolucionarias e impugnando ataques contra los Partidos Comunistas Latinoamericanos y críticas injustas a la política internacional de la Unión Soviética, dio lugar a la polémica con delegados de movimientos revolucionarios de otros países y con los camaradas cubanos, quienes sustentaban en ese momento en relación con estos problemas, criterios que ellos mismos se han encargado ya de corregir.
Posteriormente hemos dado pasos por desarrollar normalmente nuestras relaciones con el Partido Comunista de Cuba. En 1968 se acordé el viaje de nuestro Secretario General a La Habana y fue significativo que los cubanos, que se habían negado a recibir delegaciones de otros Partidos latinoamericanos, estuvieron dispuestos a recibir a nuestro delegado. Este informó a su regreso que había sido recibido en forma fraternal y que se le habían dado facilidades para visitar distintos lugares del interior del país.
En el período más reciente, no hemos tenido nuevos contactos con los camaradas cubanos ni se ha producido hecho ninguno que en forma práctica desarrolle las relaciones entre nuestros dos Partidos. En diciembre del año pasado, con ocasión de la visita hecha a México por un camarada de la Dirección, se intentó hacer contacto con los representantes cubanos, para expresarles directamente nuestra buena disposición de desarrollar las relaciones amistosas, en diversas formas, pero el intento resultó infructuoso por las dificultades prácticas para hacer el contacto. Sabemos que actualmente la dirección del Partido Comunista de Cuba ha adoptado una actitud positiva en cuanto a las re1aciones con los Partidos Comunistas de Latinoamérica y otros países. Este es un hecho que, debe tenerse en consideración para hacer nuevos esfuerzos por un reacercamiento con los camaradas cubanos.
Nuestro Partido se ha preocupado destacadamente por cultivar las relaciones de amistad y solidaridad con los partidos hermanos de Centroamérica, por condiciones especia1es, esas relaciones han sido más estrechas y más efectivas con unos partidos que con otros. Hemos tomado parte en reuniones de todos los partidos de la región (Centroamérica, Panamá y México) que, si Bien la práctica no se han traducido en una coordinación vigorosa de la lucha contra los enemigos comunes, han permitido el intercambio de experiencias y la unificación de criterios sobre algunos problemas comunes. Habrá que esforzarse colectivamente por dar a estas reuniones un nuevo contenido, en relación con las tareas que plantea la lucha de nuestros pueblos por su liberación.
En el caso del conflicto hondureño-salvadoreño, promovido por el imperialismo y las camarillas gobernantes en estos países, fue una falla muy seria no pudiera producirse un entendimiento concreto con los camaradas hondureños. En los días anteriores a la guerra y contando con la cooperación de otro Partido hermano, hicimos de nuestra parte esfuerzos para reunirnos con los camaradas de la Dirección del Partido Comunista de Honduras, pero problemas de orden práctico parecen haber impedido a estos compañeros concurrir al lugar de la reunión. Nuestros partidos enfrentaron así el conflicto separadamente, cada uno de acuerdo con las condiciones internas del país, en ausencia práctica de los principios del internacionalismo proletario, y cometiendo graves errores, uno y el otro. Reconocemos nuestra cuota de responsabilidad en que los hechos se produjeran de esta manera. Ha sido hasta recientemente que pudo producirse un encuentro de delegados nuestros y del Partido Comunista de Honduras, para examinar la situación todavía delicada que existe entre los dos países, habiéndose desarrollado así conversaciones en un espíritu de fraternal entendimiento y mutua cooperación. Por lo demás, entre el .Partido Comunista de Honduras y el PCS ha existido una ya larga tradición de excelentes relaciones fraternales y activa cooperación práctica.
Debemos mencionar otros hechos registrados en el terreno de nuestras relaciones internacionales.
Merece citarse que una delegación nuestra estuvo presente en los actos en la Unión Soviética con motivo del Cincuenta Aniversario de la Revolución Socialista de Octubre en 1967, y que en ese año estuvimos asimismo representados en una reunión de Partidos comunistas Latj0 nos que tuvo lugar en la Revista Internacional, en Praga.
A propósito de la mencionada publicación, debemos consignar que, durante tres años, de 1964 a 1967, tuvimos un representante permanente en la redacción de la Revista, pero que al ser removido ese camarada no se designo un substituto, por falta de cuadros en la dirección, y nos hemos quedado en los últimos tiempos, sin representante en el importante órgano teórico del Movimiento Comunista Internacional.
Al producirse en 1968 el envió de tropas de los países signatarios del Pacto de Varsovia a Checoslovaquia, nuestro Partido se pronunció públicamente en el país analizando el suceso. Nos faltaron en aquel momento elementos de juicio propios e información para exponerlos y para que fueran aceptados por la opinión pública salvadoreña. Hicimos, sin embargo, reconocimiento de que el envió de tropas de otros países socialistas a Checoslovaquia estaba justificado si el socialismo estaba en peligro en este país por la conspiración del imperialismo y de los enemigos internos.
Nuestro apoyo a lo sucedido en Checoslovaquia fue así condicionado. En el tiempo transcurrido desde entonces, este pronunciamiento no ha planteado problemas internos en el Partido, aunque hay que decir que Saúl utilizó sistemáticamente aquel pronunciamiento nuestro en provecho de su propia causa, calificándolo como una peligrosa muestra más de “derechismo” y como expresión de una postura “anti-soviética”. El Pleno del Comité Central celebrado en noviembre de l68 , que escuchó un informe de Saúl a su regreso de tareas como delegado de nuestro Partido a reuniones preparatorias de la Conferencia Mundial del Movimiento Comunista Internacional, tomó resolución aprobando lo actuado por los miembros del Pacto de Varsovia en Checoslovaquia, aunque entonces no consideró necesario hacer una nueva declaración pública.
Entretanto, a partir de principios de 1968, nuestro Partido se hizo representar en todas las reuniones preparatorias que se celebraron antes de la Conferencia Mundial de Partidos Comunistas, También estuvimos en la propia Conferencia. En todas esas oportunidades y dentro de nuestras propias limitaciones, defendimos resueltamente la causa del restablecimiento de la unidad en el Movimiento Comunista Internacional y pugnamos por el desarrollo del más amplio entendimiento y coordinación de los movimientos progresistas y revolucionarios en escala internacional, por encima de las diferencias existentes en concepciones tácticas y estratégicas. Una delegación de nuestro Partido estuvo presente en el Congreso del Partido Polaco en noviembre de 1968 y otra delegación nos representó en abril último en los actos celebrados en Moscú con motivo del centenario de Lenin.
La solidaridad que en el país hemos desarrollado con la lucha del pueblo de Vietnam ha sido muy pobre. Reconocemos este hecho en forma autocrítica. Por nuestras propias debilidades y deficiencias, no hemos estado en este terreno a la altura que plantean los deberes de la solidaridad internacional. Hemos desarrollado algunos esfuerzos, esporádicamente, sin llegar a desarrollar un trabajo con alcance de masas. En un período contribuimos a la formación y funcionamiento de un Comité de Solidaridad con Vietnam, más o menos representativo, pero el mismo tuvo una actividad estrecha y efímera. En 1968 un camarada de la dirección hizo una visita a la República Democrática de Vietnam. Fue esta la primera oportunidad que tuvimos para visitar al heroico pueblo y conocer de cerca sus extraordinarias experiencias. Nuestro camarada fue recibido con gran espíritu fraternal por camaradas dirigentes del Partido y del gobierno de la R.D.V. Su visita fue una magnifica ocasión para manifestar a los camaradas vietnamitas nuestros sentimientos (de amistad) y para sentar las bases de una cooperación más estrecha entre nuestros dos partidos.
Aparece en otra parte de este informe que Saúl, a lo largo de los últimos años, aprovechó sus viajes al extranjero para presentar una visión deformada de la dirección de nuestro Partido, hasta el grado de acusarla de tener actitudes anti-soviéticas. Esto fue nocivo a nuestras relaciones con otros partidos. A1 enfrentar de lleno al problema fraccional, nuestra dirección supo dar pasos ágiles para corregir los efectos de esa labor. En los últimos meses, diversas delegaciones del PCS han viajado expresamente al exterior para hacer contactos e informar a algunos partidos hermanos, obteniendo de inmediato buenos resultados pero sin duda que serán necesarios otros esfuerzos para mejorar el conocimiento de nuestro Partido y para desarrollar normalmente nuestras relaciones con los demás destacamentos del Movimiento Comunista Internacional.
Concluimos diciendo que el trabajo de relaciones internacionales que ha realizado la dirección del Partido no puede considerarse satisfactorio. No contamos a estas alturas con una verdadera Comisión de Relaciones y nuestro trabajo en este terreno marcha en una forma espontánea, sujeto siempre a los acontecimientos del momento. En lo general, los contactos y las relaciones con otros Partidos son ocasionales. Hay diversos aspectos en el trabajo de relaciones que no se atienden en forma sistematizada y permanente. Es indispensable y urgente que la nueva direcci6n nacional del Partido, que surja de este Congreso, organice planificadamente su trabajo de relaciones, creando la comisión respectiva y dotándola de los elementos y recursos que sean necesarios.
CONCLUSIONES DEL INFORME
1. La nueva dirección surgida del V Congreso no tuvo un trabajo bien equilibrado desde el principio. Se intentó en un comienzo un trabajo planificado, pero no se persistió en el esfuerzo. Hubo también un intento por elevar el nivel ideológico de todos los compañeros, pero no se prolongó mucho tiempo. El no haber hecho el Congreso en el plazo que señalan los Estatutos, y no haber reorganizado por tanto la dirección del Partido, dejó libre la posibilidad de un deterioro creciente y profundo en la calidad del Comité Central, como efectivamente se ha producido.
2. Los organismos de dirección han practicado un estilo de trabajo impropio, en el que ha habido ausencia de una seria planificación, la comunicación con las bases no ha sido constante, se ha practicado ampliamente el liberalismo, y se ha permitido que los organismos de dirección se conviertan en “círculos de discusión” y de discusión interminable.
La dirección colectiva no ha sido una práctica constate en nuestro partido y en algunos períodos ha sido seriamente atropellada. Esto ha conducido a otras graves deformaciones en los estilos de trabajo y de dirección.
3. Por la excesiva centralización y otras causas, el Comité Central no se ha rodeado de las Comisiones Auxiliares, en el número y con la eficiencia necesaria. Esta es una seria debilidad del Partido, que afecta todo su trabajo, interno y de proyección hacia las masas.
La excesiva centralización de responsabilidades y funciones abrió paso al desarrollo del “departamentalismo”, consistente en el hecho de que un mismo compañero asumiera gran cantidad de las más diversas tareas: abiertas y secretas, internas y externas; y concentrara asimismo bajo su control a numerosos cuadros y gran cantidad de recursos materiales, y económicos.
4. En la aplicación de la línea trazada por el V Congreso, que aparece ser aparentemente
multifacética y completa, se incurrió en una nueva forma de unilateralidad.
Entre otras cosas, 1964 y 1965 fueron años en los que nuestra actividad se concentró casi exclusivamente en el trabajo sindical, en tanto que la lucha política la dejamos completamente abandonada.
5. Si nuestra participación en las elecciones de 1964, se había visto subrayada por el espontaneísmo y la improvisación, también nuestra participación en las elecciones de 1966 fue el resultado de una discusión y una preparación tardías de parte de la dirección del Partido. Sin embargo, la incorporación activa de todo el Partido a la lucha política fue el inicio de la rectificación del error antes cometido. La participación en la campaña y las elecciones de 1967 fue un acierto, particularmente en la medida en que permitió llevar a amplias masas la conciencia de la necesidad de cambios profundos en el país. Un aspecto negativo fue la absorción del Partido en la campaña electoral, que condujo al abandono de otras tareas, sobre todo en el frente interno.
6- La participación en las elecciones de 1967 nos llevó a recobrar influencia entre- masas populares y sobre todo entre las masas obreras de San Salvador. Logramos en este sentido importantes avances y amplias bases de influencia para continuar avanzando. No obstante, pasada la campaña presidencial, se abrió un vacío, se puso de manifiesto la ausencia de un plan a largo plazo y una vez más la improvisación sustituyó al trabajo planificado. El trabajo en el frente político se enfrió y llegó de nuevo a desaparecer casi totalmente.
Considerando los errores y debilidades cometidos en nuestro trabajo de aliados en el frente político-electoral; el Congreso recomienda al Comité Central, la elaboración de una línea sobre esta táctica, a manera de evitar en lo posible las alianzas desesperadas-caso de 1968-, con 1o Partidos Políticos.
7-. En enero de 1967 se inició el movimiento huelguístico recesado casi absolutamente durante los 20 años anteriores. Esto fue signo del despertar del proletariado urbano, cuya composición era mayoritariamente industrial (proletariado nuevo y joven de edad). Las huelgas surgieron sin que la dirección del Partido previera y sin que trazara una orientación para las mismas. Esto fue debido en parte a no existir una seria penetración del Partido en el proletariado industrial. Las huelgas se extendieron contagiosamente, se caracterizaron por ser prácticamente todas “de hecho”, con lo cual quedaron rotos en la práctica los obstáculos y limitaciones contenidos en el Código de Trabajo. Una parte do nuestros militantes en el frente sindical mostró desde el primer momento sensibilidad hacia el fenómeno y puso en práctica un nuevo estilo de trabajo. Esas huelgas abrieron una nueva etapa en las luchas de las masas obreras de nuestro país; dejaron a la clase trabajadora y a nuestro Partido grandes enseñanzas.
8— Las importantes enseñanzas dejadas por el movimiento huelguístico obrero no pudieron ser asimiladas plenamente; desde el primer momento, por la dirección del Partido, en gran medida por que ésta se vio embargada por una discusión que duró meses en torno de los errores cometidos y en torno de las acusaciones lanzadas por Saúl contra otros miembros de la Dirección. Sí bien el balance de los primeros movimientos dejó la conclusión de que no debía jugarse a la huelga general, posteriormente, sin embargo, se puso en práctica una concepción voluntariosa, y por tanto falsa, de cómo y cuándo recurrir a la huelga general, lo que dio origen a una marcha desesperada hacia el izquierdismo por el propio Secretario General del Partido. Este enseguida, en lugar de reconocer sus errores, intensificó sus ataques contra otros miembros de la dirección, a los que acusó inclusive do traición, La discusión en estos términos hubo de causar grave daño a la Dirección y a todo el Partido, impidiéndoles aprovechar la experiencia hecha para un mejor y más vigoroso trabajo de masas entre la clase obrera.
9. La línea del V Congreso fue también incompleta en cuanto a orientar el trabajo político-militar del Partido. Los problemas más importantes para dar una correcta orientación a nuestro trabajo militar no fueron abordados, Después del V Congreso se mantuvo la idea de que la cuestión militar era un asunto exclusivo de la Comisión respectiva y el interés do lo dirección del Partido por estudiar estos problemas fue durante varios años inexistente. A esto contribuyó el fenómeno del departamentalismo antes señalado. En los últimos tiempos, el trabajo militar tiene un plan bastante definido y se esta haciendo esfuerzo porque deje de ser algo aparte del Partido y de las organizaciones y de la lucha de masas, pero aún se encuentra con bastante rezago en relación con la aplicación de la lucha de línea genera1 aprobada por el V Congreso y en relación con la necesidades que se van derivando de la lucha por la liberación de nuestro pueblo.
El Congreso constató como un grave error, el hecho de que el Partido en su conjunto no participo en la formulación de los planes militares y demandó la superación inmediata de esta situación promoviendo la educación político-militar, y gradualmente dar instrucción en ese renglón a toda la membresía del Partido.
10. El V Congreso señaló la tarea de construir la Juventud Comunista. En el período posterior inmediato, ese trabajo fue orientado en relación con el esfuerzo por ligar nuestro trabajo juvenil a las masas de jóvenes obreros industriales y de asalariados agrícolas. En 1968 fueron intensificados los preparativos pera crear la JC, pero la polémica recrudecida en ese mismo año, en la CP, en torno de los métodos de dirección, afectó aquellos preparativos, ¡La fecha do fundación fue pospuesta sucesivamente! Tampoco se pudo realizar en 1969 por las tareas impuestas por la guerra contra Honduras y por las divergencias planteadas posteriormente en la dirección del Partido. El trabajo fraccional surgido enseguida hizo de la Juventud uno de sus campos predilectos. Elementos fraccionalistas enquistados en la dirección de la Juventud, impusieron a ésta interminables discusiones y provocaron el estancamiento del trabajo. Posteriormente, una actitud flexible y franca de la dirección del Partido hacia la Juventud, ha detenido el proceso de su destrucción. Se desarrolla actualmente un esfuerzo positivo por reconstruirla y hacerla avanzar. Esta planteada, hoy con más urgencia que antes, la tarea de la fundación de la Juventud Comunista.
Para este trabajo el Comité Central debe destacar a los mejores cuadros jóvenes que impulsando esa tarea la lleven a cabo, dentro de un merco que garantice una efectiva coordinación entre el Partido y la Juventud; y por otra parte, que elimine todo liberalismo adoptando una conducta enteramente revolucionaria.
l1. El V Congreso trazó la orientación de desarrollar al Partido ligándolo al proletariado industrial y agrícola, fundamentalmente. Esta era y sigue siendo la premisa más importante para sacarlo do sus bandazos ideológicos y para hacerlo tomar el lugar de vanguardia en el proceso de la revolución. Igualmente, el V Congreso trazó la necesidad de desarrollar al Partido en sentido nacional, poniendo fin a su excesiva concentración en San Salvador. Empero, esta tarea vital no estuvo en el centro de las preocupaciones de la dirección sino hasta finales do 1968, cuando fue creado una Comisión Nacional de Organización que estuvo desde el comienzo compenetrada de su cometido. El Partido ya no esta ahora excesivamente concentrado en San Salvador; existen organismos de base en10 departamentos y han sido creado organismos de dirección intermedia regional que promueven el trabajo de construcción del Partido hacía los centros de mayor concentración de obreros industriales y agrícolas. La construcción del Partido en los sindicatos de San Salvador se encuentra rezagada. El nuevo CC que elija este Congreso debe impulsar la construcción del Partido, haciendo de esta tarea un potente pilar de toda su organización, pero poniendo en cuenta además que esta tarea no es sólo organizativa, es también una gran tarea para al trabajo educativo partidario. Será necesario compenetrar o todas las bases y todos los organismos de la idea de que la construcción del Partido es tarea clave para dar un impulso vigorosa a la acumulación de fuerzas para la revolución. La construcción del Partido entre el proletariado industrial y agrícola prioritariamente, es la condición de mayor importancia poro que éste pueda conquistar la dirección de todo el movimiento revolucionario.
Este trabajo debe impulsarse a nivel nacional integrando en él, a los elementos que dentro del Partido se muestren más decididos al sacrificio que una tarea de tal naturaleza demanda. Esta tarea debe ir acompañada de medidas tales como la agitación previa en las bases del Partido y posteriormente un chequeo de la labor realizada, acompañando todo esto, de una política de cuadros formados en la práctica de la realidad nacional.
El desarrollo del Partido entre las capes medias urbanas, en especial entre las capas medias asalariadas (maestros, empleados, etc.) y entre las masas de campesinos pobres y medios, es también una necesidad para encausar a estas capas hacia la alianza con el proletariado y hacia la revolución.
12— El movimiento sindical que orienta nuestro Partido fue sacado de su insignificancia hasta una situación de importante amplitud orgánica, de composición mayoritariamente industrial, con un prestigio más sólido y más extenso entre la clase obrera y una mayor influencia en la vida política del país. Pese a debilidades, defectos y hasta desviaciones, ese movimiento existe y tiende a ensancharse. Una deficiencia seria es la falta de línea concreta y clara para promover la unidad del movimiento sindical. En años recientes, desarrollamos una campaña para desmembrar a la Central oficialista. Ese fue un error. Es correcto el desmembramiento de sindicatos de las centrales dirigidas por los agentes del imperialismo, y su incorporación a la central que influenciamos. Pero esa no puede ser la línea general de trabajo hacia la unificación del movimiento sindical. La derrota de los divisionistas puede alcanzarse mediarte una ágil y clara línea de unidad, dentro de la cual juega un papel importante el desenmascaramiento de los agentes del imperialismo pero juegan también su papel los pasos encaminados a conseguir acuerdos unitarios con ellos. La presión de “abajo”, de las bases sindicales posesionadas de la necesidad do la unidad orgánica, es el determinante en1a lucha por la unidad sindical; pero sobre la base de esa presión debe buscarse los compromisos por “arriba” y crearse las condiciones para tales “compromisos”.
Al resaltar los importantes avances conseguidos en el frente sindical el VI Congreso Extraordinario, hizo notar la necesidad de fortalecer orgánica e ideológicamente la Comisión Sindical del CC y dar una atención preferente a este frente de parte de los organismos permanentes de dirección, a fin de fortalecer la influencia del Partido, así como para superar problema en el estilo y métodos de trabajo de nuestros compañeros en el frente sindical. También señalo el Congreso la necesidad de que el Partido conozca la línea sindical trazada por la dirección para estar en condiciones de ayudar a su impulso y desarrollo exitoso.
13. El trabajo que desarrolla nuestro partido en el campo es ahora más amplio y está más ligado a la lucha de los trabajadores por reso1ver sus problemas inmediatos. Puede decirse que se ha inaugurado un estilo nuevo de trabajo en el campo, gracias a la existencia en los últimos tiempos de una Comisión Rural que demuestra una percepción acertada de lo que debe ser ese trabajo, que desarrolla iniciativa y que despliega su actividad constantemente, en distintas zonas del país. Los frutos que han comenzado a obtenerse son positivos y estimulan. La perspectiva de este trabajo en el campo es favorable para organizar un movimiento de masas abierto, unido al movimiento sindical obrero y apoyado por él. La nueva dirección nacional del Partido deberá prestar aún más atención al trabajo en este frente, deberá conocerlo más en detalle, tendrá que aprovechar las experiencias positivas y dotar a la Comisión Rural de los elementos humanos y recursos materiales que sean necesarios para el logro de sus objetivos. El partido entero debe compenetrarse de la importancia clave de este trabajo e impulsar las tareas que sean necesarias.
14. El Comité Central debe tomar las medidas necesarias en la reestructuración del frente femenino. Dentro de ello puede realizar una compulsa entre las compañeras del Partido para establecer que posibilidades existen. También se recomienda a todos los miembros del Partido que realicen una labor de persuasión para que sus esposas puedan incorporarse a. ese trabajo que ha permanecido inactivo.
15. El PCS se había mantenido ileso a las distintas marejadas divisionistas que surgieron en el Movimiento Comunista Internacional, especialmente después de la segunda guerra mundial.
En el último período, nuestro Partido sufrió el ataque a su unidad emprendido bajo las banderas del izquierdismo. Durante el desarrollo de la actividad fraccional, que duró pocos meses, se puso a prueba la convicción y la tradición unitaria de nuestro Partido. Los fraccionalistas fracasaron en su intento de provocar una división en dos bloques y no pudieron avanzar mucho más allá de sus propios límites de grupo. El grupo fraccional terminó por separarse del Partido sin conseguir el éxito que habían calculado.
Cooperó en buena medida a la formación del grupo fraccional el aliento y la dirección que lo imprimió quien era el secretario general del Partido, sin embargo, hay que tener en cuenta dos hechos. El primero es que las causas del fenómeno son profundas. El fuerte
componente pequeño-burgués en las filas del Partido, la débil proletarización ideológica y práctica de sus cuadros (en especial sus cuadros dirigentes) y los errores cometidos en la actual dirección, sus métodos atrasados y burocráticos de trabajo, forman el marco de condiciones en que pudo aparecer el grupo fraccional con sus banderas izquierdistas pequeño-burguesas. Por otra parte; las concepciones políticas predominantes en el grupo fraccional difícilmente pueden considerarse como formadas por las tesis que Saúl vino sosteniendo en los últimos tres años. Saúl sostuvo en varias ocasiones dentro de la dirección del Partido la necesidad de combina la lucha reivindicativa y política de las masas con acciones do violencia. Ahora, su grupo aunque no ha asumido públicamente una denominación determinada, sostiene una línea que opone una cosa a la otra. Considera que la forma de organización debe ser absolutamente clandestina. Lo que predomina en las concepciones de ese grupo es el izquierdismo pequeño-burgués del tipo anti-partido que se ha difundido en América Latina. Es evidente que Saúl fue absorbido por las concepciones foquistas, por su propia inconsistencia teórica. Pero es cierto también que la dirección del Partido, por su propia debilidad teórica, no fue capaz do desarrollar una discusión de profundidad que hubiera podido armar ideológicamente a todo el Partido y llevarlo a realizar un trabajo sólido para su propia construcción y para la consolidación de su influencia entre las masas y quizás a sacar a Saúl de sus erróneos enfoques.
16. El hecho de que el grupo fraccional hay salido del Partido no quiere decir que el peligro está conjurado ni mucho menos que no haya nada que corregir. Tampoco quiere decir que
ninguno de los argumentos y señalamientos de los fraccionalistas carezcan de justeza., o que no amenace al Partido más que la desviación izquierdista. No podemos rechazar todas las opiniones del grupo fraccional, muchas de las cuales son correctas y valiosas, ni tampoco debemos desarrollar contra las concepciones izquierdistas pequeño-burguesas, un combate irracional que empujaría a nuestro Partido a posiciones de derecha consolidada. Hay que tener en cuenta, a este respecto, que el peligro del oportunismo de derecha es una realidad en nuestro Partido y no una invención de los fraccionalistas. La dirección del Partido es responsable por errores de clara tendencia derechista, como el caso de la conducta observado frente al conflicto armado con Honduras. En el frente sindical, al menos en una parte do los compañeros que atienden ese frente, ha sido manifiesta en los últimos años la tendencia a la comodidad, al temor, al burocratismo y al economismo. Parece haber conciencia de esto en muchos cuadros sindicales del Partido pero habrá que librar aún una lucha firme contra esas desviaciones y tendencias, o habrá que resignarse a que el movimiento sindical vegete dentro de un esquema en el que el contenido revolucionario se esfuma.
Considerando al Partido en su conjunto, no debe perderse de vista que, al ir amenguando el peligro izquierdista, el oportunismo de derecha pasa a sustituirlo como peligro principal, a cuyas múltiples manifestaciones habrá que presentar creciente combate ideológico y aplicar diversas medidas correctivas en el inmediato futuro.
El Congreso, al constatar que en el último período la tendencia izquierdista ha sido el peligro principal en el Partido desde el punto de vista ideológico, previene contra el peligro de derecha que puede generarse en la lucha contra la primera desviación, en un partido que como el nuestro, tiene una base social proclive a desviaciones de distinto tipo. Recomienda también el estudio sistematizado y profundo de las causas que dieron origen al trabajo fraccional que ha ocupado al Partido en el ultimo año, en vista de que según se trasluce en el informe presentado a este Congreso, hay una serie de aspectos del mismo que son abordados superficialmente o bien de manera mecanicista, La necesidad de conocer la experiencia internacional en estos terrenos sería de mucha utilidad y de gran valor aleccionador.
Al encarar el problema de los grupos izquierdistas existentes en el país, el Congreso comprobó que el Partido tiene poca información sobre ellos, además de que se carece de una líneo de conducta en ese aspecto. En tal sentido, el Congreso acordó encomendar a los órganos de dirección que fueren electos, estudiar, informarse y conocer la actividad de esos grupos, así como trazar la línea de conducta del Partido ante ellos.
17. Los delegados del VI Congreso Extraordinario acuerdan por unanimidad, dar un voto de apoyo al Comité Central en su conducta seguida frente a la labor fraccionalista y en defensa de la unidad del Partido.
El VI Congreso Extraordinario condena la labor fraccionalista como una labor contraria a los principios leninistas de organización del Partido y nociva a la unidad y la disciplina del mismo.
El VI Congreso Extraordinaria llama a todas las bases a la defensa de la unidad y la integridad del Partido y sus organiciones, y a empeñarse en la construcción del mismo en escala nacional, sobre la base de las conclusiones y resultados exitosos de este Congreso.
18. Partiendo de la experiencia que ha dejado el aparecimiento de un grupo fraccional en el Partido y de como fue posible que este fenómeno se diera, debe hacerse a partir de ahora un redoblado esfuerzo por superar teórica o ideológicamente al Partido, comenzando por su misma Dirección. Las desviaciones izquierdistas pequeño-burguesas deben ser enfrontadas mediante un esfuerzo por asimilar la ciencia marxista-leninista, y por construir el Partido entre el proletariado, a riesgo de que si n se hace así se incurrirá en mayores desviaciones de opuesto tipo y se dejara brechas abiertas para que concepciones extrañas invadan el pensamiento de los cuadros. El estudio del marxismo-leninismo debe ir relacionado íntimamente con el estudio de nuestras condiciones históricas concretas. Al mismo tiempo que se envía a más cuadros a hacer cursos de marxismo-leninismo en el extranjero, la Comisión Política y el Comité Central están obligados a realizar aquí, un estudio teórico permanente, en el marco serio por aplicar esos conocimientos a nuestras condiciones concretas. Solo de esta manera se podrá alcanzar un fortalecimiento satisfactorio teórico-ideológico de todo el Partido, se armará a este para impedir el surgimiento de nuevas desviaciones y se le pondrá en condiciones de elaborar una línea revolucionaria certera.
El VI Congreso Extraordinario del Partido señala como una de las más graves deficiencias del Partido, el estado de descuido en que se encuentra el frente de educación interna. Recomendó a los órganos de dirección correspondientes, tomar las medidas pertinentes siguientes:
-organizar y hacer funcionar permanentemente en el país, la Escuela de cuadros.
-Elaborar una adecuada política cuadros que comprenda la promoción de camaradas obreros y campesinos, combinando su formación en el país con estudios en el exterior.
-Organizar y garantizar el estudio permanente de 1os miembros de la dirección nacional pare lograr superación constante y mayor capacidad política.
19. Las ideas revolucionarias y de cambio en general, han alcanzado en los últimos años una extraordinaria difusión en nuestro país. Han contribuido a este suceso el prestigio internacional creciente de las ideas del socialismo, la autoridad y el poderío de la Unión Soviética y demás países socialistas, el auge de los movimientos de liberación en Latinoamérica y otros con continentes, y la propia labor realizada por nuestro partido dentro del país. Ahora es mucho más extensa, en sentido nacional, la influencia de las ideas revolucionarias; diversos sectores de las capas medias urbanas se han visto precisados a tomar posición a favor de los cambios radicales y este problema ha pasado a constituir el centro de la lucha política. Algunos acontecimientos recientes han permitido constatar que existe una coincidencia amplia de muy diversas fuerzas políticas entorno de la necesidad de los cambios profundos en nuestro país. Esto determina hoy la existencia de condiciones muy superiores a las de cualquier época pasada para enfrentar la línea del imperialismo y toda otra política reaccionaria., desde las posiciones de una línea revolucionaria con una amplia base social y una amplia concurrencia política de diversas fuerzas organizadas y personalidades. Una de las tareas que trazó el V Congreso fue la de “sentar al menos las bases del frente único”. Pero el notorio sectarismo obstaculizo el cumplimiento de esa tarea en los años posteriores. En las condiciones que ahora han madurado tan considerablemente, nuestro Partido debe a breve plazo trazar con la mayor claridad posible una línea inteligente para realizar un activo trabajo por el frente único en este país. Esa debe ser una línea con una nítida presencia clasista proletaria, que convierta en actuante realidad las condiciones y posibilidades maduras del momento y que enfrente victoriosamente la política reformista reaccionaria emprendida por el imperialismo y su gobierno para fortalecer 1a vía capitalista dependiente de desarrollo.
20. En nuestras relaciones con el conjunto del Movimiento Comunista Internacional, los principios por los que se ha guiado la dirección del Partido han sido los siguientes: igualdad e independencia de todos los Partidos; actitud crítica fraternal parara juzgar las actuaciones de otros Partidos y para escuchar las criticas al nuestro; colaboración y unidad firmes contra el enemigo común -el imperialismo y la reacción internacional-, por encima de cualesquiera diferencias de orden ideológico o de concepciones tácticas y estratégicas; fidelidad a los principios del marxismo-leninismo; reconocimiento del papel de vanguardia que juega el PCUS en el Movimiento Comunista Internacional; solidaridad con Cuba, como avanzada de la revolución liberadora en Latinoamérica; solidaridad con el pueblo de Vietnam y con otros pueblos que libran una lucha cruenta contra los opresores imperialistas; coordinación de la lucha de los Partidos Comunistas y demás movimientos revolucionarios, a nivel centroamericano y latinoamericano, por el triunfo de la revolución democrático-antiimperialista y, eventualmente, de la revolución socialista en nuestros países. En los hechos,, la dirección de nuestro Partido ha desarrollado su preocupación por hacerse presente en diversos acontecimientos de significación para el Movimiento Comunista Internacional y para la lucha liberadora de los pueblos. Nuestro Partido se ha preocupado destacadamente por cultivar las relaciones de amistad y solidaridad con los partidos hermanos de Centroamérica. Se ha hecho representar en todas las reuniones de los partidos de la región, pero considera que el contenido de éstas debe cambiar a tono con las tareas quo plantea la lucha revolucionaria de nuestros pueblos. En conclusión, no puede considerarse satisfactorio el trabajo de relaciones internacionales que hemos venido realizando. Es indispensable que la nueva dirección nacional que surja de este Congreso, organice planificadamente ese trabajo, creando la comisión respectiva, dotándola de los elementos y recursos que sean necesarios.
21, El VI Congreso Extraordinario, considerando que la forma colectiva de dirección es la más indicada en este momento, acuerda en lo referente a los estatutos y de manera transitoria la reforma de los artículos siguientes en la forma que sigue: (...)
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[1] Problemente se refiere a Salvador Cayetano Carpio quien llevaba entonces el seudónimo de "Saúl" y quien había ascendido a la dirección del partido en el V Congreso de 1964. (N. de marxists.org)