La Nueva Política Económica del gobierno soviético comenzó con el abandono de la política de requisas en la aldea, y su reemplazo por un impuesto en especie. La diferencia entre las dos políticas consiste, antes que nada, en que los campesinos de aquí en más tendrán que pagar sólo un impuesto de un monto fijo, mientras que antes habían sido blanco de requisas que variaban según las necesidades perentorias de los ejércitos y las ciudades. El impuesto en especie les quita a los campesinos mucho menos que antes. Por lo tanto, es un aliento para que extiendan el área sembrada, y para que la cultiven en forma más eficiente. Esto es así porque ahora ellos retienen un excedente por encima de lo necesario para su subsistencia y del impuesto, al cual lo pueden intercambiar por productos industriales. Con esto, las concesiones a los campesinos implican concesiones a la burguesía urbana y al capital comercial que se preservó bajo el ropaje ilegal de la especulación. En sí mismas, las concesiones a los campesinos no tienen porqué redundar en concesiones al capital comercial. Si la Rusia soviética tuviera a su disposición importantes stocks de mercaderías, el campesino podría intercambiar su excedente de cereales con el estado a cambio de productos industriales entregados vía las cooperativas. Las concesiones al capital comercial resultan de la debilidad industrial del estado, y de la falta de crédito. Pero otras consecuencias de desprenden de ellas. Incluso la burguesía comercial no posee suficientes stocks de mercaderías. Esta trata de acumular mercancías ya sea mediante el contrabando —el comercio exterior es de hecho un monopolio estatal— o adquiriéndolas en el mercado interno. La burguesía comercial sólo puede conseguir mercancías entre los kustari, los pequeños artesanos. El trabajo doméstico de los kustari, sin embargo, solamente produce una cantidad muy restringida de bienes, en lo que respecta tanto a calidad como a cantidad.[69] Si la Rusia soviética no desea agravar artificialmente la falta de productos —y está claro que no hay ninguna razón sensata para hacer esto— debe naturalmente permitir la reconstrucción de la pequeña y mediana industria. El estado debe renunciar conscientemente a dirigir esta industria. Esto de hecho conllevaría la dispersión de sus fuerzas de organización, que ya no son muy numerosas de por sí. Es por esta razón que el gobierno soviético ha autorizado el arrendamiento de empresas pequeñas y medianas por parte de cooperativas obreras, así como también por propietarios privados. Pero el límite de las concesiones que el gobierno soviético es obligado a efectuar en su retirada no ha sido alcanzado todavía. El gobierno soviético necesita de ayuda técnica extranjera, ya que sus recursos financieros son demasiado endebles como para comprar suficientes máquinas en el exterior. Para obtenerlas, el gobierno soviético debe tratar de atraer al capital extranjero por otros medios. Este es el papel que juegan las concesiones, es decir, la autorización dada al capital extranjero de hacerse cargo, sobre la base de condiciones acordadas, de industrias que ya existían o que es necesario crear desde cero. Pero así, el gran capital extranjero irrumpe en un área cuyo control es clave para la Rusia soviética: la industria pesada.
La política del gobierno soviético contiene concesiones de muy larga duración, que abarcan el periodo histórico que sigue, y concesiones de índole más temporaria. Las concesiones a los campesinos, indudablemente, forman parte del primer tipo. En un país donde la población es esencialmente pequeño burguesa, en un país donde el pequeño y el mediano campesino representan la gran mayoría de la población, el progreso hacia formas económicas colectivas superiores en la aldea sólo puede tener lugar cuando el estado proletario sea capaz de mostrar a los campesinos una vida de progreso gracias a la gran superioridad técnica, y a una importante ayuda técnica. Ya que, en la medida en que la Rusia soviética no esté cubierta por una red de usinas eléctricas, en la medida en que el uso de modernas máquinas agrícolas no se haya generalizado en la aldea, el campesino seguirá siendo un pequeño propietario, libre e independiente. Las cosas son diferentes en lo que atañe a las concesiones hechas a la burguesía comercial y a los pequeños arrendatarios capitalistas industriales. En cuanto empiece a funcionar la gran industria, en cuanto ésta sea capaz de satisfacer de un modo u otro la demanda de bienes, desbancará a la pequeña industria por medio de la competencia. El desarrollo de las cooperativas conquistará el terreno del comercio minorista, y más rápidamente sucederá esto cuanto más enérgicamente apoye el estado a las cooperativas. Las concesiones al capital extranjero están vinculadas con la situación internacional, y surgen de una necesidad doble: por un lado obtener los medios de producción del capital extranjero, y por otro lado poner freno a las tendencias intervencionistas del capital mundial. La duración de estas concesiones está vinculada a la duración del actual equilibrio mundial relativo.
¿Qué reconstrucción social de clases resulta de la Nueva Política Económica del gobierno soviético? El campesinado constituye una clase pequeño burguesa. A él están vinculadas la pequeña y mediana burguesía en el proceso de restauración. El capital extranjero concesionario constituye la clase del gran capital. El proletariado está en oposición a estas clases, por un lado en la gran industria estatal, por el otro en la pequeña y mediana industria arrendataria, y por último en las grandes empresas industriales concesionadas. No hace falta insistir que esto no representa una relación de fuerzas favorable para la clase obrera. La situación encierra de por sí grandes peligros. La pequeña y mediana burguesía urbana, concentrada en los centros culturales del país, tratará, sobre la base de sus relaciones comerciales con el campesinado, de organizarlo como clase contra el proletariado. En primer lugar, intentará aliarse con los elementos más poderosos del campesinado. Para empezar, el capital extranjero, apoyado por los gobiernos capitalistas, tratará de modificar a su favor las condiciones con que el gobierno soviético le permitió el acceso a Rusia. Sin duda, éste intentará romper el obstáculo más importante a su expansión: el monopolio estatal del comercio exterior. El tipo de ayuda ofrecida a una Rusia hambreada por Lloyd George en su discurso del 16 de septiembre deja esto muy en claro. Todo el plan de hecho consistía en que el gobierno británico asignaría créditos comerciales a las firmas británicas, que luego intercambiarían en Rusia productos industriales por alimentos, de acuerdo con el libre comercio. De esta manera, el capital extranjero forjaría, naturalmente, relaciones económicas independientes con los campesinos rusos.
Por cierto, el gobierno soviético no cierra los ojos ante los peligros que plantea esta situación, pero éstos están contrabalanceados por el hecho de que el proletariado detenta el poder estatal. El proletariado, como clase dominante, es el propietario de los medios de producción. Aunque el campesinado explote la tierra libremente, ésta no obstante sigue siendo propiedad nacionalizada, esto es, permanece en manos del estado. Este derecho jurídico tiene significación social, ya que evita la formación de una clase de grandes propietarios de tierras, y previene la formación de un campesinado rico como fuerza contrarrevolucionaria organizada. Le otorga al poder estatal proletario toda una serie de medios con respecto a la burguesía rusa y extranjera, cuya actividad industrial está vinculada a la cuestión de la tierra. En la medida en que el estado se limite a arrendar las empresas industriales a propietarios privados —allí donde no las controla él mismo—, en la medida en que no desnacionaliza la industria, mantiene el control sobre ella. No sólo regula la relación de los arrendatarios con la clase obrera, lo que asegura, en tanto él representa los intereses del proletariado, el vínculo con las masas trabajadoras y le permite mantenerlas como base social, sino también la posibilidad de influenciar la actividad económica de los arrendatarios. Éste cuenta con los medios para hacer que esta actividad se ajuste, dentro de lo posible, a la de la industria estatal. En este contexto, la posesión de los medios de transporte y de comunicaciones es de importancia decisiva para influenciar la actividad económica de los elementos burgueses.
El cuadro general de la situación social, que es el objetivo y el resultado de la Nueva Política Económica, es éste: el estado proletario se apoya en la propiedad de las principales ramas de la industria. Obligado a ceder parte de ellas al capital extranjero, trata no sólo de fortalecer permanentemente su base social, sino que también busca ampliarla, haciendo todo lo que está a su alcance para obtener nuevos medios de producción. Controla las pequeñas y medianas industrias arrendadas, así como también aquel sector de la industria que se ha visto obligado a arrendar al capital extranjero. No sólo protege a la fuerza de trabajo proletaria, sino que también, apoyado en un poder económico real, se erige en regulador de la vida económica. Por un lado, las concesiones al campesinado persiguen el objetivo de fortalecer y renovar la alianza entre la clase y el campesinado, que condujo a la victoria en Octubre, y por otro lado buscan obtener del campesinado, gracias al desarrollo de la economía rural, nuevos recursos para la industria pesada. Las concesiones al capital comercial e industrial arrendado permiten que el estado por un lado obtenga los productos necesarios para satisfacer las necesidades de la agricultura. Las concesiones al gran capital extranjero tienen como objetivo liberar recursos para el desarrollo de la industria estatal. Obviamente, el resultado obtenido no representa una organización comunista de la sociedad, pero aún así contiene toda una serie de medidas que aseguran el desarrollo de la economía rusa. Es sobre esta base que el poder de la clase obrera será fortalecido, y ella le permitirá organizar cada vez más la vida económica y controlar la anarquía pequeño burguesa.
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[69] Los kustari eran pequeños artesanos que hacían hilados o cerámicos en
forma amateur.