OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

JOSE CARLOS MARIATEGUI

 

IX

"LA ESCENA CONTEMPORANEA" Y "7 ENSAYOS DE INTERPRETACION DE LA REALIDAD PERUANA"

LA Escena Contemporánea aparece en 1925, iniciando las publicaciones de la "Editorial Minerva". En las primeras páginas del libro se encuentran estas palabras del autor: «Soy un hombre con una filiación y una fe. Este libro no tiene más valor que el de ser un documento leal del espíritu y la sensibilidad de mi generación».

Un hombre con una filiación y una fe; he allí definida la posición espiritual de José Carlos Mariátegui. Antes que un escritor es un creyente, un místico, un convencido de las nuevas doctrinas que conmueven y estremecen a la humanidad; él no desea aportar una obra literaria, sino un documento grávido de sinceridad al conocimiento de los problemas universales.

Pero el creyente, el místico, el mensajero de la fe socialista es también un escritor fuerte, sobrio, conciso, de una claridad meridiana, de una limpidez, de una transparencia de agua, que maneja el idioma ágilmente, nerviosamente.

Autodidacta, que no ostenta diplomas, ni títulos universitarios y académicos, que se formó en la escuela de la vida y del dolor, es dueño de un es- tilo viviente, terso y diáfano en el que no entra una frase superflua, un vano adorno, un giro alambicado. Sintetiza, penetra al fondo del asunto, exponiendo sin ambigüedad su pensamiento Quizás no se encuentre en el Perú otro escritor con más perfecto don de síntesis, con más transparente luminosidad. Aquí cabe citar a Basadre, que en Perú: Problema y Posibilidad, define a Mariátegui: «Su estilo es preciso como de ingeniero, y aséptico como de médico».

Es La Escena Contemporánea —Mariátegui lo advierte al lector— una serie de artículos publicados en Variedades y en Mundial. Penetrado de las doctrinas socialistas, rico de experiencia europea, Mariátegui analiza en La Escena Contemporánea los problemas surgidos en Europa, a raíz de la guerra del 14. Sus comentarios se desarrollan, agudos y ágiles, alrededor de Mussolini y de los albores del fascismo; de D'Annunzio, el artista suntuoso que devuelve Fiume a su patria; de Wilson, el visionario; de Lloyd George; político del compromiso, de la transacción, de la re- forma. Estudia las ideas y los hechos de la Revolución Rusa y dibuja con certero trazo la figura de Lunatcharsky, Comisario de Instrucción Pública, que realizó la obra de la educación en la U.R.S.S. «En la escuela y en la Universidad de Lunatcharsky —anota Mariátegui con profético acento— se está incubando el porvenir».

El grupo Clarté y Henri Barbusse inspiran a Mariátegui uno de los más conceptuosos capítulos de su libro. Anatole France, Máximo Gorki, George Grosz se proyectan con vigorosos contornos en la pantalla de La Escena Contemporánea.

Gandhi y Rabindranath Tagore ponen el acento de Oriente —Oriente no ha podido sustraerse a la emoción de nuestro tiempo— en las páginas de la obra de Mariátegui. Cito al autor: «Y en esta hora grave y fecunda de la historia humana parece que algo del alma oriental transmigrara al Occidente y que algo del alma occidental transmigrara al Oriente».

La Escena Contemporánea es el libro europeo de José Carlos Mariátegui; nos transporta al clima, a la atmósfera cargada de drama, henchida de anheles de renovación del Viejo Mundo. Los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana es el libro de su amor al Perú.

«Muchos proyectos de libros visitan mi vigilancia, pero sé que sólo realizaré los que un imperioso mandato vital me ordene», dice Mariátegui en su "Advertencia" de los Siete Ensayos.

Escritor en quien la función de escribir no es un acto mecánico o de habilidad profesional, "mete toda su sangre en sus ideas".

Un impulso de amor lo arrastra a estudiar el problema de su país. Este problema—tan trágico y dramático como el de Europa— le robará muchas horas de su vigilia. Enjuicia —esta palabra es muy suya— todos los aspectos de la realidad peruana. Sus juicios están nutridos —él lo confiesa— de sus sentimientos, de su pasión, de sus ideales. Es un escritor apasionado, beligerante, combativo; no le teme a la violencia, al ataque, pero conserva siempre un tono de mesura y de serenidad. No es elocuente, ni lírico, ni abundoso en metáforas y en imágenes. Declara su ambición: "concurrir a la creación del socialismo peruano".

La primera edición de los Siete Ensayos sale en 1928. Suscita interés, admiración; levanta polémicas, provoca discusiones y debates. Su contenido ideológico es combatido por los reaccionarios y conservadores y porque el autor de los Siete Ensayos no es académico ni universitario, se le niega autoridad y alguien lo califica desdeñosamente de "periodista".1

En el Perú nuevo, en la América que siente el hálito de la rebeldía, la lectura de los Siete Ensayos es el alimento de las inteligencias.

Los Siete Ensayos es libro de anunciación, de ardorosa pasión, de pensamiento firmemente cimentado. Mariátegui —tachado de "periodista"— es estudioso y disciplinado, se asienta en datos, estadísticas, observaciones, búsqueda de textos, tanto como cualquier doctor adornado de erudición libresca. Los Siete Ensayos traen al conocimiento integral del Perú, fuerte y original contribución.

Son muchos los males y numerosas las taras de este país profundamente interesante y tan abandonado por los que se han otorgado el dere­cho de conducirlo. La visión de Mariátegui con­templa con potente lucidez la realidad, los males y las taras de su país. Su criterio es constructivo, de esperanza, de amanecer. Señala errores, de­fectos, lacras, pero siempre con fervorosa y noble generosidad. Para el indio reclama la tierra. El problema agrario está estrechamente unido al problema del indio desposeído de todos sus derechos, humillado por siglos de despotismo y la tira­nía. Acusado de europeizante, Mariátegui siente por el indio sincero y hondo afecto. No la simpa­tía del literato que ve en el representante de las antiguas razas peruanas un sugerente motivo de cuento, novela o poema, sino la devoción que nace de las fibras más íntimas del espíritu y del alma. Sus páginas sobre el problema indio son las de un sociólogo, de un pensador, de un revolu­cionario. Su tesis, profundamente humana y pe­ruana, se basa en soluciones y fórmulas econó­micas. El pensamiento de Mariátegui marcha al ritmo de su tiempo y se nutre de las doctrinas marxistas.

En El Proceso de la Literatura ubica a Eguren, Vallejo y Valdelomar como representativos de la poesía y de las letras peruanas. Mariátegui, que conoció íntimamente a Valdelomar, que asistió a la evolución de su talento y de su personalidad, confiesa no encontrar "ninguna definición certe­ra, exacta, nítida del arte de Valdelomar". Pero en esta misma confesión se encuentra el signifi­cado más preciso del espíritu valdelomariano; to­das las facetas de su tristeza, de su nostalgia, de su refinamiento. Vallejo es "el poeta de una estir­pe, de una raza",

«José María Eguren representa, en nuestra historia literaria, la poesía pura».

«Melgar es el primer momento peruano y no —como dice Riva Agüero— un momento curioso de la literatura». (El Proceso de la Literatura).

Hay que observar que otros juicios emitidos por Mariátegui, en El Proceso de la Literatura, se resienten de un exceso de generosidad, que les resta vigor.

(Quiero apuntar aquí, que la segunda edición de los Siete Ensayos, aparecida algunos años después de la muerte de su autor, omitía El Proceso de la Literatura. Fue una edición trunca, que mu­tilaba el pensamiento de Mariátegui. La realizó la "Compañía de Impresiones y Publicidad").

Los Siete Ensayos de interpretación de la realidad peruana es uno de los libros más leídos, consultados y estimados por quienes se preocu­pan del problema peruana. Ha llegado a todos los espíritus libres de América.


NOTA:

1 Si, Mariátegui era periodista. Pero en ese periodista había mucho más calidad espiritual que en el erudito doctor de arcaico criterio que reprochaba al autor de Siete Ensayos su condición periodística.