OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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IDEOLOGÍA Y POLITICA |
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VERDADEROS ALCANCES DE LA
La conciencia de clase de los trabajadores debe estar alerta contra un peligro que, disfrazado capciosamente, se insinúa en las filas obreras. En una época en que en el mundo entero, las mutualidades son consideradas como un sistema primitivo de asociación profesional, al cual el progreso de los seguros sociales por una parte y de los sindicatos de oficio por otra, ha privado de toda importancia y utilidad, en el Perú se inicia una activa propaganda mutualista. ¿Qué se propone esta propaganda? ¿Cuáles son sus verdaderos objetivos? No es difícil descubrirlo. Si en algún país hay razón para que el mutualismo esté desacreditado, es en el nuestro, como en todos aquellos donde debido a un artesanado retrógrado, que no ha sabido emanciparse del servilismo y de los hábitos de inferioridad y lacayismo contraídos en una sociedad feudal, el mutualismo ha vegetado miserablemente, sin aptitud para elevarse sobre sus rudimentarios orígenes, pronto siempre a suministrar aduladores y cortesanos a todos los poderosos. Las sociedades de auxilios mutuos de tipo criollo han conservado una fisonomía funeraria, desde el punto de vista de sus servicios, y una tendencia a la librea, desde el punto de vista de su papel social y espiritual. El Estado mayor de las asambleas seudo-obreras y mercenarias, que han prostituído siempre el nombre de la clase trabajadora, ¿dónde ha reclutado invariablemente sus miembros? Y toda esa gente ignorante y conservadora, ¿cuando ha tenido siquiera conciencia de lo que era la mutualidad en otros países y de les posibilidades de desenvolverla y mejorarla? Se explicaría, sin duda, el que las sociedades mutualistas se esforzaran por presidir e impulsar un movimiento de organización de cajas de ahorro, cooperativas, etc., si, en el terreno de la mutualidad hubiesen sabido ponerse a tono con el progreso de esta institución social en Europa. si tuviesen un órgano que acusase preparación intelectual y técnica para semejante empresa, si en alguna forma representasen un conjunto respetable y prestigioso de asociaciones dignas, a las cuales no hubiese que echar en cara su retraso y su servilismo. Pero, en ausencia de todos estos factores, no hay nada que autorice la propaganda mutualista en el Perú, como actividad progresista y espontánea de un sector de la clase trabajadora. Y resulta claro que de lo que se trata es de aprovechar un instante de temporal crisis de la organización sindical para apartar a los obreros de su propia: vía, enrolándolos en idílicas asociaciones mutualistas donde, mediante algunos subsidios interesados, ciertos patrones y algunos incautos, conjurarán con himnos melifluos a la mutualidad el demonio del sindicalismo. Porque no se hace sólo propaganda de la mutualidad, con prescindencia de otros aspectos de la organización obrera. Si así fuera, la campaña mutualista no nos preocuparía y nada tendríamos que decir sobra sus móviles. Lo que se persigue es convertir a la mutualidad en la única meta del obrero, asegurándole que no existe medio más eficaz y práctico de organización. Y es esto lo que hay que denunciar, para que obreros de verdad no caigan en una trampa, buena para cierto género de artesanos y pequeño-burgueses, asequibles a todas estas y a peores prédicas. El señor Tizón Bueno, mentor de este movimiento, con intención manifiesta ha dicho: "Hay que luchar enarbolando en alto tan sólo la bandera del mutualismo". Estas palabras confirman el sentido general de su propaganda, dirigida a adormecer al proletariado industrial, como vanguardia de su clase, desviándolo de. los sindicatos, de la acción efectivamente clasista. Este movimiento; sin duda alguna, fracasará porque, en la práctica más elemental de la vida de las fábricas, los obreros descubren por sí mismos que necesitan un órgano de cohesión y defensa y que éste no puede ser otro que el sindicato, al cual deben estar subordinadas todas las otras actividades corporativas. Pero la propaganda mutualista, por disponer de medios económicos, de páginas periodísticas y mil otros elementos, que revelan el interés de la clase patronal en sostenerla, puede causar, con todo, mucha confusión y prestar vida, aunque sea aparente, a organismos como la Asociación para el fomento de la Mutualidad en el Perú, instalada el 6 de enero último, con gran lujo de declaraciones y actos anti-clasistas. El obrero que secunda esta propaganda, es, según su conocimiento o ignorancia de lo que verdaderamente representa, un traidor consciente o inconsciente de su clase. El capitalismo actúa detrás de todas estas maniobras al parecer inocentes, pero claramente encaminadas a corromper a los sectores fáciles o retrasados del proletariado, a minar y estorbar la organización sindical, a relajar el sentimiento clasista de los trabajadores, a colocar a éstos bajo la influencia interesada de elementos políticos que, por mucho que hagan protestas sobre el carácter apolítico de su labor, no pueden disimular el espíritu real de ésta, ni sus vinculaciones con los elementos más conservadores y reaccionarios de la política nacional. El sindicato es, -contra todo lo que digan los interesados en desmoralizar a la organización sindical, para así más fácilmente aplastarla-, la forma de organización natural y racional de los obreros, la única que puede defender sus derechos, la sola apta para representar sus intereses, frente al capital. Las cajas mutuales, de ahorro, de asistencia, pueden y deben estar anexas a la organización sindical, mientras no existan en el Perú los seguros sociales. Pues, aunque los directores, de la propaganda mutualista lo oculten, los seguros sociales son la institución que reemplaza en los Estados mirados como modelos, las viejísimas y desacreditadas sociedades de auxilios mutuos. Donde las mutualidades subsisten es porque han logrado ascender por si mismas a las funciones y estructura de esa nueva institución. Es anacrónico hablar, en un país por organizar aún, de mutualismo. La propaganda mutualista abusa, en éste como en otros aspectos, del modo más inverosímil, de la ingenuidad de sus oyentes o lectores. Así, por ejemplo, cuando el emprendedor ingeniero mentor de estas campañas, dice que "uno de les secretos del éxito relativo que han alcanzado hasta hoy las sociedades mutualistas ha sido su apartamiento de la política activa". ¿Se refiere el señor Tizón y Bueno a las sociedades mutualistas del Perú? ¿Pero quién ignora, que en su mayor parte, han obedecido a camarillas que han actuado siempre como clubs de capituleros? ¿Qué otra cosa, si no, han querido decir esas interminables listas de socios patronos y honorarios que constituyen la característica de estas instituciones? ¿Cuándo el presidente y los vicepresidente honorarios no han sido políticos? ¿Esta misma Asociación para el fomento de la Mutualidad en el Perú no ha comenzado por aclamar socios fundadores a varios políticos? Ahora, puede ser que la frase del señor gerente de "La Victoria" tenga otra intención y que por ese haya hablado de "política activa". Las sociedades mutualistas no habrían hecho política activa, -demasiado honor sin duda- sino política pasiva, esto es política de adulación, de abyección, de servidumbre, de vasallaje. ¡Alerta, obreros conscientes! ¡Alerta al peligro! Hay que vigilar más que nunca contra todas las infiltraciones peligrosas. "La emancipación de la clase trabajadora será obra de los trabajadores mismos". Este debe ser hoy como siempre vuestro lema. NOTA: 1 Publicado en "Labor", Nº 5, pág. 2. Lima, enero de 1929.
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