OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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IDEOLOGÍA Y POLITICA |
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INDIGENISMO Y SOCIALISMO[1] INTERMEZZO POLÉMICO[2]
No me tocaría responder a la crítica de Luis Alberto Sánchez -que en el ultimo número de "Mundial” arremete contra el indigenismo de los costeños- si en uno de sus acápites no me mencionara y -refiriéndose sin duda a lo que he dicho a veces en "Mundial"- no me atribuyera la diversión teorética de oponer, como gallos o boxeadores, colonialismo e indigenismo. Y si, además, no citara la revista de doctrina y polémica que dirijo. Porque, en verdad, no me siento responsable de las contradicciones y ambigüedades que Sánchez denuncia, ni he asumido, en general, la actitud que mi colega condena, uniformando inexactamente en ella a todos los escritores costeños, sin excluirse él mismo, acaso porque de otro modo su artículo no habría podido empezar con la palabra "nosotros". Con la impaciencia y nerviosidad peculiares a "nosotros los costeños", Sánchez reclama absoluta coherencia y rigurosa unidad -tal vez si hasta unanimidad- en algo que no es todavía un programa sino apenas un debate, en el cual caben voces e ideas diversas, que se reconozca animadas del mismo espíritu de renovación. La crítica de Sánchez mezcla y confunde todas las expresiones positivas y negativas del movimiento indigenista, Sin distinguir al menos las expresiones teoréticas de las estéticas y de las prácticas, exige una perfecta congruencia entre especulaciones críticas, afirmaciones doctrinales e imágenes poéticas, de todo lo cual hace previamente una ensalada para enfadarse, luego, de encontrar juntas tantas cosas. Mi estimado colega, me permitirá que le diga que la confusión está más en el sujeto que en el objeto. Los indigenistas o pseudo-indigenistas, a su juicio, adoptan simultáneamente los puntos de vista de Valcárcel y López Albújar. Pero éste es un error de su visión. Que se contraste, que se confronte dos puntos de vista, no quiere decir que se les adopte. La critica, el examen de una idea o un hecho, requieren precisamente esa confrontación, sin la cual ningún seguro criterio puede elaborarse. Las tendencias o los grupos renovadores no tienen todavía un programa cabalmente formulado ni uniformemente aceptado. Como he escrito, polemizando con Falcón, mi esfuerzo no tiende a imponer un criterio, sino a contribuir a su formación. Y, a riesgo de resultar demasiado lapalissiano, debo recordar a Sánchez que un programa no es anterior a un debate sino posterior a él. El conflicto entre la tesis de Valcárcel y López Albújar, por otra parte, no está esclarecido. No es cierto, como Sánchez pretende, que del estudio de López Albújar "surja la necesidad de ir a la raza indígena, pero para exterminarla". Nó, querido Sánchez. Seguramente, López Albújar, -cuya aptitud para opinar sobre las consecuencias de su propio estudio es inobjetable-, no piensa de este modo. Sánchez llega a una conclusión precipitada, simplista, dogmática, corno las que reprocha a los indigenistas de la hora undécima. Si relée "con la calma y la hondura precisas". El estudio de López Albújar encontrará que el novelista piurano hace preceder sus observaciones sobre la “psicología del indio huanuqueño” por una prudente advertencia. "El indio –escribe- es una esfinge de dos caras: con la una mira al pasado y con la otra al presente, sin cuidarse del porvenir. La primera le sirve para vivir entre los suyos; la segunda para tratar con los extraños. Ante los primeros se manifiesta corno es; ante los segundos, como no querría ser". "Esta dualidad -agrega- es la que norma su vida, la que lo exhibe bajo esta doble personalidad, que unas veces desorienta e induce al error y otras hace renunciar a la observación por creerlo impenetrable. Una cosa es pues el indio en su ayllu, en su comunidad, en su vida íntima y otra en la urbe del misti, en sus relaciones con él, corno criado suyo o como hombre libre”. La mayor parte de las observaciones de López Albújar corresponde a la actitud del indio ante el blanco, ante el misti. Retratan la cara que López Albújar, desde su posición, pudo enfocar mejor. La llamada hipocresía del indio, según Valcarcel, es una actitud defensiva. Esto, López Albújar no lo ha contradicho en ninguna parte. El autor de “Cuentos Andinos” se ha limitado a registrar las manifestaciones de esa actitud defensiva. En cambio, su cuento "Ushanan Jampi" es una confirmación de la tesis de Valcárcel sobre la nostalgia andina. De Otro lado el trabajo de Valcárcel es de índole distinta del trabajo de López Albújar. Valcárcel es lírico, López Albújar, crítico. Hay en Valcárcel el misticismo, el mesianismo de la generación post-bélica, hay en López Albújar el naturalismo, el criticismo, tal ves hasta el escepticismo, de la generación anterior. Los planos en que ambos actúan son, en fin, diversos. No trataré, por mi parte, de conciliarlos. Pero niego a su diferencia -más que oposición- el alcance que Sánchez le supone. El "indigenismo" de los vanguardistas no le parece sincero a Luis Alberto Sánchez. No tengo por qué convertirme en fiador de la sinceridad de ninguno. Es a Sánchez, además, a quien le toca precisar su acusación, especificando los casos en que se apoya. Lo que afirmo, por mi cuenta, es que de la confluencia o aleación de "indigenismo" y socialismo, nadie que mire al contenido y a la esencia de las cosas puede sorprenderse. El socialismo ordena y define las reivindicaciones de las masas, de la clase trabajadora. Y en el Perú las masas, -la clase trabajadora- son en sus cuatro quintas partes indígenas. Nuestro socialismo no seria, pues, peruano, -ni sería siquiera socialismo- si no se solidarizase, primeramente, con las reivindicaciones indígenas. En esta actitud no se esconde nada de oportunismo. Ni se descubre nada de artificio, si se reflexiona dos minutos en lo que es socialismo. Esta actitud no es postiza, ni fingida, ni astuta. No es más que socialista. Y en este "indigenismo" vanguardista, que tantas aprensiones le produce a Luis Alberto Sánchez, no existe absolutamente ningún calco de "nacionalismos exóticos"; no existe, en todo caso, sino la creación de un "nacionalismo peruano". Pero, para ahorrarse todo equivoco, -que no es lo mismo que equivocación como pretende alguien-, en lo, que me concierne, no me llame Luis Alberto Sánchez "nacionalista", ni "indigenista", ni "pseudo-indigenista", pues para clasificarme no hacen falta estos términos. Llámeme, simplemente, socialista, Toda la clave de mis actitudes -y, por ende, toda su coherencia, esa coherencia que lo preocupa a usted tanto, querido Alberto Sánchez- está en esta sencilla y explícita palabra. Confieso haber llegado a la comprensión, al entendimiento del valor y el sentido de lo indígena, en nuestro tiempo, no por el camino de la erudición libresca, ni de la intuición estética, ni siquiera de la especulación teórica, sino por el camino, -a la vez intelectual, sentimental y práctico- del socialismo. "El indigenismo", contra el cual reacciona belicosamente el espíritu de Sánchez, no aparece, exclusiva, ni aún principalmente, como rola elaboración de la inteligencia o el sentimiento costeños. Su mensaje viene, sobre todo, de la sierra. No somos "nosotros los costeños" los que agitamos, presentemente, la bandera de las reivindicaciones indígenas. Son los serranos; son particularmente, los cuzqueños. Son los serranos más auténticos. Y, además, los más insospechables. El "Grupo Resurgimiento" no ha sido inventado en Lima. Ha nacido, espontáneamente, en el Cuzco. Y es él, con su primer manifiesto, el que se ha encargado de responder al señor José Ángel Escalante. No hay en mi dogmatismo alguno. Lo que sí hay es convicción, pasión, fervor. Esto creó que el propio Luis Alberto Sánchez lo ha dicho, generosamente, más de una vez. Mi espíritu no es dogmático; pero sí afirmativo. Creo que espíritus constructivos son los que se apoyan en una afirmación, sin temor exagerado a su responsabilidad y a sus consecuencias. Mi posición ideológica está esclarecida. La que está aún por esclarecer es, en todo caso, la de Luis Alberto. Si nos atenemos a su último artículo, tendremos que considerarlo, en este debate, un "espectador". Yo soy un combatiente, un agonista. Seguramente, es, ante todo, por esto, que no coincidimos. NOTAS: 1 Bajo el epígrafe “Indigenismo y Socialismo”, reunió, José Carlos Mariátegui en “Amauta”, las dos notas polémicas con Luis Alberto Sánchez ("Intermezzo Polémico" y "Réplica a Luis Alberto Sánchez”) reproducidas de “Mundial", como se indica en el lugar correspondiente de esta compilación. Agregó, además, una breve respuesta al señor José A. Escalante. "Polémica Finita", nota que da fin al diálogo polémico con Sánchez, apareció en el mismo número de “Amauta”, en la primera parte de la revista. Los artículos de Luis Alberto Sánchez a que se refieren los comentarios de Mariátegui son los siguientes: "Batiburrillo indigenista...”, "Respuesta a José Carlos Mariátegui", "Ismos" contra “ismos", "Punto final con José Carlos Mariátegui" y "Más sobre lo mismo", publicados en "Mundial" el 18 de febrero, y el 4, 11, 18 y 25 de marzo de 1927. Nota de los Editores. 2 Publicado en "Mundial", Lima, 25 de febrero de 1927 y en "Amauta", Nº 7, págs. 37-38 (Boletín “El Proceso del Gamonalismo"), Lima, marzo de 1927.
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