OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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FIGURAS Y ASPECTOS DE LA VIDA MUNDIAL III |
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LA EXPULSION DE EDUARDO ORTEGA Y GASSET
El reaccionarismo de Tardieu no se manifiesta únicamente en la extrema movilización de sus policías y tribunales contra "L'Humanité", la C. G. T. U. y el partido comunista. Tiene otras expresiones secundarias, de más aguda resonancia quizá en el extranjero, por la nacionalidad de las víctimas. A este número pertenece la expulsión de Hendaya del político escritor liberal Eduardo Ortega y Gasset. La presencia de Eduardo Ortega y Gasset en Hendaya, como la de Unamuno, resultaba suma-mente molesta para la dictadura de Primo de Rivera. Ortega y Gasset publicaba en Hendaya, esto es en la frontera misma, con la colaboración ilustre de Unamuno, una pequeña revista, "Hojas Libres", que a pesar de una estricta censura, circulaba considerablemente en España. Las más violentas y sensacionales requisitorias de Unamuno contra el régimen de Primo de Rivera se publicaron en "Hojas Libres". Muchas veces se había anunciado la inminente expulsión de Eduardo Ortega y Gasset cediendo a instancias del gobierno español al de Francia; pero siempre se había esperado que la mediación de los radicales-socialistas, y en general de las izquierdas burguesas, ahorraría aún por algún tiempo a la tradición liberal y republicana de Francia este golpe. El propio Eduardo Herriot había escrito protestando contra la amenazada expulsión. Pero lo que no se atrevió a hacer un gabinete Poincaré, lo está haciendo desde hace tiempo, con el mayor desenfado, bajo la dirección de André Tardieu, un gabinete Briand. Tardieu, que ha implantado el sistema de las prisiones y secuestros preventivos, sin importarle un ardite las quejas de la Liga de los Derechos del Hombre, no puede detenerse ante la expulsión de un político extranjero, aunque se trate de un ex ministro liberal como Eduardo Ortega y Gasset. Hendaya es la obsesión de Primo de Rivera y sus gendarmes. Ahí vigila, aguerrido e intransigente, don Miguel de Unamuno. Y este solo hombre, por la pasión y donquijotismo con que combate, inquieta a la dictadura jesuítica más que cualquier morosa facción o partido. La experiencia española, como la italiana, importa la liquidación de los viejos partidos. Primo de Rivera sabe que puede temer a un Sánchez Guerra, pero no a los conservadores, que puede temer a Unamuno, pero no a los liberales.
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