OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

FIGURAS Y ASPECTOS DE LA VIDA MUNDIAL III

 

       

EL SEGUNDO EXPERIMENTO LABORISTA

 

No es todavía tiempo de enjuiciar definitivamente el segundo experimento laborista; pero sí de descartar la posibilidad de que importe, en alguna forma, la inauguración de una política socialista en el gobierno de la Gran Bretaña. El Labour Party no tiene ningún deseo de encontrar unidos en el parlamento los votos de los conser­vadores y los liberales, en alguna cuestión ad­ministrativa. Para que no le falten los votos de los liberales, sin los cuales quedaría en minoría, el partido laborista tendrá que hacer una polí­tica liberal que no se diferenciará de la que po­dría haber actuado el viejo y ralo partido de los whigs sino en la ausencia. del estilo personal de Mr. Lloyd George. Esta es, sin duda, la últi­ma victoria del liberalismo. No lo compensará de sus derrotas electorales; pero queda desde ahora, inscrita al mismo título, en la historia.

A algunos les puede haber chocado que Mr. William Jowit, elegido diputado con el voto de los liberales, se enrolase en los rangos del La­bour Party al día siguiente de su victoria. Este cambio de etiqueta ha permitido a Mr. Jowit ob­tener en el gabinete de Mac Donald el puesto de attorney general. Pero, en verdad, no ha impues­to al distinguido abogado ningún grave despla­zamiento ideológico. El liberalismo, como práxis, está reducido en nuestros días a un oportunismo que no excluye la suscripción del método de una social democracia temperante y parsimoniosa. Mr. Jowit ha dado su adhesión no a un partido sino a un gobierno del que, prácticamente, ninguna realidad lo separa.

El partido laborista no ha afirmado hasta ahora más que su intención de desarrollar un programa pacifista. Mac Donald personalmente era ya pacifista en los días en que la Gran Bretaña estaba aún en guerra con los imperios centrales. Pacifismo de consciencious objector que puede impedirle formar parte, como Henderson, de un ministerio de guerra; pero que no lo conmina a combatir activamente la guerra misma. El programa de paz del ministerio laborista comprendía la reanudación de las relaciones con los Soviets. Y ya hemos visto cómo este propósito ha quedado diferido. El antagonismo más profundo de la época es el que ¿lía a día se exacerba sordamente entre la Gran Bretaña y los Estados Unidos. Los gobiernos británico y norteamericano son, sin embargo, los que mayor empleo hacen de fórmulas pacifistas: pacto Kellogg, limitación de armamentos, etc. Ni siquiera en esto, el Labour Party tiene en el poder un rol original. Entendido literalmente, Mr. Kellogg no era menos pacifista que Mr. Henderson.