OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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FIGURAS Y ASPECTOS DE LA VIDA MUNDIAL II |
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LA EX-COMUNION DE "L'ACTION FRANCAISE"*
La política de L'Action Française se definía, hasta hace poco, con estas tres palabras: monarquía, catolicismo, nacionalismo. Estas dos últimas aparecen en la historia en constante desavenencia teórica, no obstante su frecuente entendimiento práctico. La idea de la Nación se presenta como un producto del espíritu renacentista, denunciado por los doctores de la Iglesia como herético y protestante. Por nacionalista —esto es, por herética y protestante en primer o último análisis— fue condenada a la hoguera Juana de Arco. Católico es universal. Pero Charles Maurrás, el filósofo de L'Action Française había encontrado siempre en el recetario de su monarquismo positivista la fórmula no sólo de reconciliar sino hasta de mancomunar catolicismo y nacionalismo. El compromiso entre la Iglesia Católica y el Estado demo-liberal, —afirmado y ratificado en todo el mundo a medida que el liberalismo, después de asegurar el poder a la burguesía, perdió su sentido revolucionario—, favorecía paradojalmente la tesis de Maurrás, enemigo irreducible del Estado demo-liberal, para él siempre herético y absurdo. La extinción de la vieja polémica entre la Iglesia y la Nación suprimía los conflictos teóricos y prácticos que habrían saboteado en otro tiempo su especulación filosófica. Pero ahora el Vaticano, que sabe de oportunismo y de positivismo mucho más que el eminente monarquista, líquida con esa declaración irrevocable el equívoco escondido en su programa. L'Actíon Française ha sido excomulgada. Los libros de Charles Maurrás, puestos en el Index. Y L'Action Française, en vez de abjurar su herejía, la ha reafirmado. Charles Maurrás y León Daudet han respondido con un rotundo "Non posomus" a la sentencia papal. Puestos a elegir entre su catolicismo y su nacionalismo, han optado por éste. O, mejor, por su monarquismo, eludiendo el dilema. Naturalmente, lo que la Santa Sede ha condenado no es el nacionalismo de L'Actíon Française sino el paganismo de Maurrás. En estos tiempos de fascismo, el Vaticano, en flirt diplomático con el fascio littorio, no se aventuraría a romper, imprudentemente, una lanza por el carácter ecuménico, universal, —ergo antinacionalista—, de la catolicidad, a menos que muy fuertes y concretas razones se lo aconsejaran. El anatema cae sobre lo que hay de pagano y hasta de ateo en el fondo de la literatura y la filosofía de Maurrás. Todos saben que el catolicismo de Maurrás es inconfundiblemente oportunista y relativo. Maurrás no está por la Fe, sino por la Iglesia. Su catolicismo reposa en razones prácticas. Ha llegado a él por la vía del positivismo. Es católico por tradición nacional. La monarquía en Francia fue católica; él, legitimista ortodoxo, no puede ser sino católico. Mas de esto estaban enterados desde hace mucho tiempo todos los lectores de Maurrás: adversos, amigos y neutros. La Iglesia era la única que parecía ignorarlo. Le han sido necesarios al menos quince años más que a cualquiera para informarse cabal y definitivamente del espíritu de Maurrás y, por ende, del espíritu de L'Action Française. (Y hay que referirse siempre a Maurrás y no a Daudet porque el que está en causa es Maurrás. La filosofía de L'Action Française es de Maurrás; la literatura, de Daudet. O, mejor, en L'Action Française, Maurrás es el ideólogo. Daudet el panfletista). Los doctores del Vaticano, interpelados, responderían probablemente así: —Es cierto. Todo el mundo sabía que Maurrás no era un católico auténtico. Pero la Iglesia no podía comportarse como todo el mundo. La Iglesia era juez. Maurrás estaba procesado. Su juicio ha durado todo este tiempo. Se dice, en efecto, que la condena definitiva de Maurrás estaba resuelta hace más de diez años. Parece que la guerra la detuvo. El Santo Oficio tenía documentada la peligrosa heterodoxia del pontífice del legitimismo francés. Se vacilaba, por complicadas razones de oportunidad para fulminarlo con un anatema. Para resolverse a condenarlo, el Papa mismo ha estudiado toda su obra. El golpe desde el punto de vista político, no es al nacionalismo. Es, más bien, al legitimismo, al monarquismo. Desde los tiempos del Concordato, el Vaticano ha renunciado completamente a contestar y, más aún, a repudiar el orden burgués en Francia. Republicanos y demócratas son, al mismo tiempo, buenos católicos. El nacionalismo no está acaparado en Francia por la capilla de L'Action Française. El movimiento reaccionario se guarda de identificarse con el movimiento monarquista. El fascismo francés tiene otros capitanes. Tiene hasta otros órganos: el diario dirigido por George Valois. En tanto, se dice que el Vaticano le guarda cierto rencor al anglicanismo que, bajo la monarquía, opuso tantas veces la iglesia nacional a Roma. Por esto mismo, L'Action Française queda gravemente maltrecha. El derecho a llamarse católica le ha sido cancelado por la suma autoridad eclesiástica. El. derecho a llamarse nacional le es contestado cotidianamente por las fracciones concurrentes. A la gaceta polémica de Maurrás y Daudet no le queda, pues, realmente sino su legitimismo, su monarquismo. Esto es, la bendición platónica del duque de Guisse. Y el paganismo de Maurrás, condenado por el Papa. Y la diatriba de Daudet, que no le interesa a la Iglesia, ni a la Historia.
NOTA: * Publicado en Variedades, Lima, 5 de Marzo de 1927.
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