OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

EL ARTISTA Y LA EPOCA

 

 

LA OBRA DE JOSE SABOGAL1

 

La obra de José Sabogal, quien parte esta semana para Buenos Aires, ganará en divulgación y nombradía continentales todo lo que, guardada dentro de los conventuales muros de la Escuela de Bellas Artes, no le estaba consentido alcanzar ni pretender, no obstante su sólido mérito. Buenos Aires es el primer mercado artístico y literario de la América Latina. Puede juzgarse prematura su ambición al título de meridiano —voz de guerra de sus equipos de vanguardia, en oposición y respuesta a tina nostálgica y extemporánea reivindicación de Madrid— pero objetivamente todos tienen que convenir en que, por el volumen de su población, su salud de urbe grande y próspera, su comunicación creciente con la mayor parte de los países de Sudamérica y el número y calidad de sus elementos de cultura, Buenos Aires llena ya, en muchas cosas; función de capital sudamericana.

Aunque se cruzan en Buenos Aires muchas co­rrientes internacionales —o precisamente por es­to— la urbe más cosmopolita de la América La­tina concurre intelectual y artísticamente, con vigilante interés y encendida esperanza, a la for­mación de un espíritu indo-americano fundado en los valores indígenas y criollos. El arte de Sabogal, que es un gran aporte a este trabajo de definición de la cultura y la personalidad de Indo-América, está destinado a impresionar ex­traordinariamente la inteligencia y la sensibili­dad argentinas.

En la gestación de esta obra no aparecen en ningún momento ni la improvisación ni el arti­ficio. Tiene un proceso biológico, espontáneo, ordenado. Sabogal posee las cualidades del cons­tructor. Sin prisa, sin impaciencia, aguarda su hora. Su arte está identificado, con su vida, ínte­gramente colmada del gozo y la fatiga de la creación.

Y los óleos y xilografías que lleva a Buenos Aires tienen para nosotros el valor de no cons­tituir únicamente un conjunto de logradas obras artísticas, sino de significar uno de los factores espirituales de la nueva peruanidad. Sabogal pin­ta sin la preocupación de la tesis. La pintura en sí misma le basta. Su obra es puramente plásti­ca, pictórica. Pero esto no impide que, por cier­ta íntima asonancia con sentimientos y reivin­dicaciones de la época, trascienda e influya po­derosamente en la vida actual del Perú. El pintor piensa y sueña en imágenes plásticas. Más, en el movimiento espiritual de un pueblo, las imágenes del pintor son a veces expresión culminante. Las imágenes engendran conceptos, lo mismo que los conceptos inspiran imágenes. Sabogal apareo. así, por su labor, ajena en su intención a toda trascendencia ideológica, como uno de los cons­tructores del porvenir de este pueblo.

Repetiré sobre Sabogal algo que ya he expre­sado. Que señala con su obra un capítulo de la historia del arte peruano. Es uno de nuestros valores-signos. Sólida, honrada, vital, su obra no reclama los elogios que se prodigan, entre nosotros, tan barata y fácilmente. La empequeñecería, en vez de avalorarla, una consagración criolla. Sabogal no es aún bastante conocido; pero esto no le preocupa a él y tiene razón. Lo que importa es que a su tiempo sea "reconocido". Y este "reconocimiento': se lo asegura ya el trabajo realizado.

Sabogal es, ante todo, el primer "pintor peruano". Antes de él habíamos tenido algunos pintores, pero no habíamos tenido, propiamente, ningún "pintor peruano". Sabogal reivindicará probablemente este título para algunos de los indios que, anónima pero a veces genialmente, decoran mates en la sierra. Mas, si bien esta aserción tendrá un poco de verdad, tendrá también un poco de ironía. Ese poco de ironía que a Sabogal le gusta poner en su lenguaje. El indígena sufre todavía un evidente ostracismo de la peruanidad. El empeño de los espíritus nuevos quiere, precisamente, poner término a este ostracismo.

El espíritu de Sabogal ha madurado en un instante en que se constata la decadencia, la disolución del arte occidental. Espíritu fuerte y hondo de constructor, de creador, dotado de una sensibilidad genial, este arte anárquico e individualista que, según sus elegantes críticos y exegetas, se deshumaniza, no ha podido conquistarlo. Ha sido en parte por haber arribado a Europa en este período de caos —en el cual no se define y concreta todavía una corriente constructiva, aunque la prometan las búsquedas sinceras y las tentativas inteligentes— que Europa no ha logrado europeizarlo. Pero su defensa la ha tenido Sabogal, sobre todo, eh su personalidad, en su instinto de artista.

Creo, sin embargo, en la utilidad de su experiencia europea. El trato directo con las escuelas y artistas de Europa, el estudio personal de los maestros de todos los tiempos, no sólo ha enriquecido y afinado, sin duda, su temperamento, y ha templado su técnica, forjada en la fragua de una revolución artística. Sobre todo, lo ha ayudado —por reacción contra un mundo en el cual se sentía extranjero—. a descubrirse y reconocerse, Su autonomía le debe mucho a la experiencia europea. Sabogal ha comprendido o, por lo menos, esclarecido en Europa la necesidad de un humus histórico, de una raíz vital en toda gran creación artística. Y si Europa no se lo ha asimilado, en cambio él se ha asimilado a Europa, en la formación de su técnica.

No es el interés genérico del pintor por lo pintoresco ni por lo característico, lo que ha movido a este artista admirable a encontrar la riqueza plástica de lo autóctono. Sabogal siente sus temas. Se identifica con la naturaleza y con la raza que interpreta en sus cuadros y en sus xilografías. Después de él, se ha propagado la moda del indigenismo en la pintura, pero quien tenga mirada penetrante no podrá confundir jamás la profunda y austera versión que de lo indio nos da Sabogal, con la que nos dan tantos superficiales explotadores de esta veta plástica, en la cual se ceba ahora hasta la pintura turística. Se podría decir que en el arte de Sabogal renacen elementos del arte incaico, a tal punto se le siente consustanciado con sus temas vernáculos.

Severo con los demás, pero severo también consigo mismo, como todo creador auténtico, tiene Sabogal la probidad artística de esos maestros pre-renacentistas que le son tan queridos. No se encuentra en su obra concesiones al mercado ni coqueterías con la frivolidad del ambiente. Trabaja por realizarse libre y plenamente. Por eso, su obra pertenece ya a la historia, mientras otras no pasarán de la crónica.  

 


NOTA:

1 Publicado en Mundial: Lima, 28 de junio de 1928. Desde el cuarto párrafo transcribe los conceptos sus­critos «a propósito de la publicación en Amauta (Nº 6, pp. 8-9; Lima, Febrero de 1927) de fotografías de al­gunos de sus cuadros» y para expresar el deseo de «percibir y traducir su espíritu y su significación».