De las
Obras Escogidas de Mao Tse-tung
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
PEKIN 1972
Primera edición 1968
(2a impresión 1972)
Tomo III, págs. 27-30.
Digitalizado y preparado para el internet: Por el Movimiento
Popular Perú de Alemania, 1993.
Esta edición: Marxists Internet Archive, mayo de 2001.
DISCURSO ANTE LA ASAMBLEA DE
REPRESENTANTES DE LA REGION FRONTERIZA
DE SHENSI-KANSU-NINGSIA
21 de noviembre de 1941
Señores representantes, camaradas: La Asamblea de Representantes de la Región Fronteriza, cuyas sesiones se inauguran hoy, es de gran importancia. La Asamblea tiene un solo objetivo: derrocar al imperialismo japonés y construir una China de nueva democracia, o sea, una China de los Tres Principios del Pueblo revolucionarios. Hoy, el país no puede tener otro objetivo que éste, pues nuestros principales enemigos no son los del interior, sino los fascistas japoneses y los fascistas alemanes e italianos. Actualmente, el Ejército Rojo soviético está luchando por el destino de la Unión Soviética y de la humanidad entera, y nosotros, por nuestra parte, estamos combatiendo al imperialismo japonés. Este continúa su agresión con el propósito de subyugar a China. El Partido Comunista de China está por la unión de todas las fuerzas antijaponesas del país con el fin de derrocar al imperialismo japonés, por la cooperación con todos los partidos y grupos políticos, clases y nacionalidades que resisten al Japón; todos, excepto los colaboracionistas, deben unirse en la lucha común. Esta posición del Partido Comunista se ha mantenido siempre inmutable. Desde hace ya más de cuatro años, el pueblo chino se empeña en la heroica Guerra de Resistencia, mantenida gracias a la cooperación entre el Kuomintang y el Partido Comunista y a la cooperación de las diversas clases, partidos y grupos políticos y nacionalidades. Sin embargo, no se ha logrado todavía la victoria; para obtenerla hay que continuar luchando y poner en práctica los Tres Principios del Pueblo revolucionarios.
¿Por qué tenemos que poner en práctica estos Principios? Porque hasta hoy los Tres Principios del Pueblo revolucionarios del Dr. Sun Yat-sen no han sido hechos realidad en toda China. ¿Por qué no
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pedimos que se implante ahora el socialismo? Por supuesto, el socialismo es un sistema superior; este sistema ha sido instaurado hace tiempo en la Unión Soviética, pero en la China actual todavía faltan condiciones para su instauración. Lo que aplicamos en la Región Fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia son los Tres Principios del Pueblo revolucionarios. Nunca hemos rebasado sus límites al solucionar ninguno de los problemas prácticos. En el presente, de estos Principios, el del Nacionalismo significa derrocar al imperialismo japonés, y los de la Democracia y de la Vida del Pueblo significan trabajar por los intereses de todo el pueblo que lucha contra el Japón, y no por los de un solo sector de la población. Todo el pueblo debe disfrutar de la libertad de la persona, de los derechos políticos y del derecho a la protección de los bienes. Debe tener oportunidad de expresar sus opiniones, y tener ropa, alimentos, trabajo y escuela; en suma, cada uno debe tener lo que le corresponde. La sociedad china es pequeña en los dos extremos y grande en el centro, esto es, el proletariado, en un extremo, y la clase terrateniente y la gran burguesía, en el otro, constituyen sólo minorías, mientras que la gran masa de la población está formada por el campesinado, la pequeña burguesía urbana y las otras clases intermedias. Ningún partido puede manejar bien los asuntos del Estado si su política no tiene en cuenta los intereses de estas clases y si los miembros de ellas no obtienen lo que les corresponde y no gozan del derecho a expresar sus opiniones. Toda la política planteada por el Partido Comunista de China está orientada a unir a todos aquellos que se opongan al Japón y tiene en cuenta los intereses de todas las clases que luchan contra el invasor, especialmente los del campesinado, la pequeña burguesía urbana y las otras clases intermedias. La política del Partido Comunista, que da a todos los sectores del pueblo oportunidad de expresar sus opiniones y les garantiza trabajo y alimentos, es la política de los Tres Principios del Pueblo genuinamente revolucionarios. En cuanto a la cuestión agraria, llevamos a cabo, por una parte, la reducción de los arriendos y los intereses, de manera que los campesinos tengan alimentos, y establecemos, por la otra, el pago por éstos de los arriendos e intereses reducidos para que también los terratenientes puedan vivir. En lo referente a la relación entre el trabajo y el capital, por un lado aplicamos la política de ayuda a los obreros a fin de que tengan trabajo y alimentos y, por el otro, seguimos una política de desarrollo de la industria y el comercio, de modo que los capitalistas puedan obtener algún beneficio. Todo esto tiene por ob-
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jeto unir al pueblo entero para la resistencia común al Japón, y es lo que llamamos política de nueva democracia. Esta política conviene realmente a las actuales condiciones de China; esperamos que su aplicación no se limitará a la Región Fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia y a las bases de apoyo antijaponesas en la retaguardia del enemigo, sino que se extenderá a todo el país.
Hemos aplicado con éxito dicha política, que se ha ganado la aprobación de todo el pueblo. Sin embargo, también existen deficiencias. Algunos comunistas todavía no saben cooperar democráticamente con quienes no son del Partido; mantienen una estrecha actitud de "puertas cerradas" o una actitud sectaria; aún no comprenden el principio de que los comunistas tienen la obligación de cooperar con los partidarios de la Resistencia no pertenecientes al Partido, y no tienen derecho a descartarlos. Esto significa que debemos escuchar atentamente las opiniones de las masas populares y mantenernos en íntima ligazón con ellas, sin apartarnos jamás. Uno de los artículos del Programa Político de la Región Fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia establece que los comunistas deben cooperar democráticamente con quienes no son del Partido y que no deben actuar de manera arbitraria ni monopolizarlo todo. Este artículo está dirigido precisamente a los camaradas que todavía no comprenden la política del Partido. Los comunistas deben escuchar atentamente las opiniones de las personas no pertenecientes al Partido y darles oportunidad de expresarse. Si lo que dicen es correcto, debemos aplaudirlo y aprender de sus aspectos positivos; incluso si esas personas no tienen razón, debemos dejarles terminar sus palabras y, luego, darles con paciencia las explicaciones necesarias. Un comunista nunca debe creerse infalible y comportarse con altanería, pensando que sobresale en todo mientras los demás no tienen nada bueno; jamás debe encerrarse entre cuatro paredes, fanfarronear, ni actuar como tiranuelo. A excepción de los recalcitrantes reaccionarios, que confabulados con los agresores japoneses y los colaboracionistas sabotean la Guerra de Resistencia y la unidad -- quienes, naturalmente, no tienen ningún derecho a hablar --, todos deben gozar de la libertad de expresar sus opiniones, y no importa que éstas sean equivocadas. Los asuntos del Estado son asuntos públicos, de la nación, y no asuntos privados, de un solo partido o grupo político. Por consiguiente, los comunistas tienen la obligación de cooperar democráticamente con quienes no son del Partido, y no tienen ningún derecho a descartarlos y monopolizarlo todo. El Partido Comunista es un partido que trabaja por los intereses de la nación
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y del pueblo y que no persigue ningún fin egoísta. Debe someterse a la vigilancia del pueblo y jamás ir contra su voluntad. Sus militantes deben mantenerse entre las masas populares, y nunca colocarse por encima de ellas. Señores representantes, camaradas: Este principio de nuestro Partido de cooperar democráticamente con los no comunistas es definitivo e inalterable. Mientras exista un partido comunista en la sociedad, los afiliados a él siempre serán una minoría, y las personas que estén fuera constituirán la mayoría; por eso, los militantes de nuestro Partido deben cooperar siempre con éstas, y deben hacerlo bien ahora en esta Asamblea. Creo que, guiados por esta política nuestra, los representantes comunistas recibirán aquí un buen temple y superarán la actitud de "puertas cerradas" y el sectarismo que entre ellos existan. No somos una pequeña secta que se considera infalible; tenemos que aprender a abrir nuestras puertas para cooperar democráticamente con quienes no pertenecen al Partido y aprender a consultar con ellos. Quizás aún haya comunistas que digan: "Si hay que cooperar con otros, no cuenten conmigo." Pero en todo caso, estoy seguro de que tales comunistas son muy escasos. Puedo asegurarles a ustedes que sin duda la inmensa mayoría de nuestros militantes sabrá aplicar la línea del Comité Central de nuestro Partido. Al mismo tiempo, deseo pedir a todos los camaradas no militantes del Partido que comprendan bien cuál es nuestra posición, que el Partido Comunista no es una pequeña secta o camarilla que persigue fines egoístas. ¡No! El Partido Comunista desea sincera y honradamente manejar bien los asuntos del Estado. Empero, tenemos todavía muchos defectos. No tememos hablar de ellos y estamos decididos a corregirlos. Esto lo haremos intensificando la educación dentro del Partido y también cooperando democráticamente con quienes no pertenecen a él. Sólo sometiendo nuestros defectos a tal fuego cruzado, desde dentro y desde fuera, llegaremos a enmendarlos y a manejar realmente bien los asuntos del Estado.
Señores representantes: Se han tomado ustedes
la molestia de venir aquí para participar en esta reunión.
Tengo el placer de saludar a esta distinguida Asamblea y le deseo pleno
éxito.