De las
Obras Escogidas de Mao Tsetung
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
PEKIN
Primera edición 1977
Tomo V, págs. 498-515.
Digitalizado y preparado para el internet: Por el Movimiento
Popular Perú de Alemania, 1993.
Esta edición: Marxists Internet Archive, mayo de 2001.
9 de julio de 1957
En marzo pasado, pronuncié aquí un discurso ante cierto número de cuadros del Partido. Desde entonces han transcurrido cien días, lapso en el cual la situación ha experimentado cambios muy grandes. Hemos librado una batalla contra los derechistas burgueses y el pueblo ha elevado su conciencia política, la ha elevado en grado considerable. Todo eso ya lo preveíamos en aquel momento. Por ejemplo, dije entonces lo siguiente: Cuando los demás se ponen a criticarlo a uno o, expresado en otros términos, cuando el fuego empieza a quemarlo, ¿cómo no va a sentir dolor? Pero es imperativo aguantar endureciendo el cuero cabelludo. Esta parte del hombre se llama cabeza, y la piel que la recubre, cuero cabelludo. Por aguantar endureciendo el cuero cabelludo se quiere decir: Cuando tú me criticas, yo te escucho con la piel tensa, escucho durante un tiempo y luego analizo tus críticas para responder aceptando lo correcto y rebatiendo lo erróneo.
Debemos tener siempre la convicción de que, tanto en el mundo entero como en China, la mayoría de la gente es buena, y por mayoría no me refiero aquí a un 51 por ciento, sino a más del 90 por ciento. Entre los seiscientos millones de habitantes de China, los obreros y los campesinos constituyen nuestras masas básicas. Dentro del Partido Comunista, la Liga de la Juventud y los partidos democráticos, así como entre los estudiantes e intelectuales, invariablemente la mayoría de la gente es buena. Su corazón es bueno y honrado, no abriga astucia ni malas intenciones. Esto lo debemos reconocer, pues así ha quedado demostrado en todos y cada uno de los movimientos registrados hasta hoy. Veamos, por ejemplo, cómo es el caso de los estudiantes en el presente
No es fácil que uno se prenda fuego a sí mismo. He oído decir que algunos camaradas de esta ciudad se lamentan de que el fuego no haya ardido con más fuerza. A mi parecer, el fuego en Shanghai ardió bastante bien, aunque no fue del todo suficiente y no alcanzó a saciar las ganas. Si ustedes se hubieran imaginado lo estupenda que saldría la cosa, ¿no habrían dejado que el fuego ardiese a más y mejor? ¡Que crezcan las hierbas venenosas y que los monstruos y demonios hagan su aparición en la escena! ¿Por qué tenerles miedo? Ya en marzo dije que no había por qué temerlos. Sin embargo, algunos camaradas de nuestro Partido tenían miedo a un gran caos bajo los cielos de China. Debo decir que estos camaradas, si bien devotos y leales a nuestro Partido y nuestro Estado, no supieron apreciar la situación en su conjunto, no alcanzaron a entender que la gran mayoría, esto es, más del 90 por ciento de la gente, es buena. No hay por qué temer a las masas, pues ellas están con nosotros. Es posible que nos regañen, pero nunca nos darán de trompadas. Los derechistas son un ínfimo puñado; en la Universidad de Pekín, corno acabo de decir, no representan más que el 1, 2 ó 3 por ciento de la gente. Esto, por lo que respecta a los estudiantes. En cuanto a los catedráticos y profesores adjuntos, el caso es algo distinto, pues probablemente más o menos un 10 por ciento de ellos son derechistas. Los elementos de izquierda conforman otro 10 por ciento, aproximadamente. Estos dos sectores tienen, pues, fuerzas parejas. Los de centro, por su parte, constituyen algo así como el 80 por ciento. Entonces, ¿qué había en eso de temible? Con todo, algunos camaradas sintieron cierto temor de que la casa se derrumbara y el cielo se desplomase. Desde que el mundo es mundo, sólo el "hombre de Chi temía el desplome del cielo"[1]; era un fulano de la provincia de Jonán a quien atormentaba el miedo de que el cielo se viniese abajo. Nadie, excepto él, ha tenido semejante miedo. Por lo que se refiere a las casas, creo que ésta en que nos hallamos no se va a caer, pues no hace mucho que fue construida. ¿cómo es posible que un derrumbe se produzca tan fácilmente?
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En resumen, dondequiera que sea, más del 90 por ciento de la gente son nuestros amigos y camaradas y, así, no hay motivos para tener miedo. ¿Por qué temer a las masas? No hay razón alguna que lo justifique. Ahora bien, ¿a quienes se llama dirigentes? A los jefes de grupo, jefes de equipo, secretarios de célula del Partido, directores de centros docentes, secretarios de comités del Partido. Además, dirigente es el camarada Ke Ching-shi, y también lo soy yo. Después de todo, no nos falta algún capital político, que es una u otra obra hecha en favor del pueblo. Ahora, al encender el fuego, más del 90 por ciento de la gente desea que nuestros camaradas salgan fortalecidos de él. Todos nosotros tenemos ciertas deficiencias. ¿Quién no las tiene? "Ya que los hombres no son santos, ¡cómo puede estar uno exento de faltas!" Es inevitable que diga o haga algo erróneo, que incurra en vicios como el burocratismo, pero, por lo común, de manera inconsciente.
Es preciso "prender fuego" en forma periódica. ¿Cómo proceder en adelante? ¿Prefieren ustedes encender el fuego cada año o cada tres años? A mi juicio, debemos hacerlo por lo menos dos veces durante cada plan quinquenal, a semejanza de lo que ocurre con el mes intercalar que en los años bisiestos del calendario lunar se repite una vez al tercer año y otra al quinto. Sun Wu-kung, el Rey Mono, salió aún más fuerte luego de ser sometido a las llamas en el Crisol de Octagrama del Sagrado Patriarca. ¿No Fue Sun Wu-kung un personaje de gran poder mágico? Lo llamaban "Gran Santo Par de los Ciclos", pero inclusive él tuvo que pasar por el rigor de las llamas de ese crisol. ¿No solemos hablar de la necesidad de templarnos? Por templar nos referimos a forjar, que significa dar forma a golpes de martillo, así como a fundir, que implica obtener hierro del alto horno, o acero del horno Martín. Luego de fundido, el acero aún necesita ser forjado, lo que actualmente se hace bajo los golpes del martillo neumático. ¡Qué tremendo es este tipo de forja! Nosotros, como seres humanos, también necesitamos templarnos. Hay camaradas que, cuando se les pregunta si están en favor de esta idea, responden de manera muy afirmativa: "¡Ah, yo tengo defectos y ardo en deseos de templarme!" Todos dicen estar deseosos de pasar por un temple. Es muy cómodo hablar de eso en tiempos corrientes. Pero, cuando llega la verdadera hora del temple, cuando a uno le toca el momento de forjarse bajo los golpes del martillo neumático, ya no quiere hacerlo, pues está que se muere de miedo. Es precisamente un temple lo que hemos experimentado esta vez. Por un tiempo, el cielo y la tierra estuvieron sumidos en tinieblas, el sol y la luna se oscurecieron. La realidad era que soplaban dos vientos: uno proveniente de la gran
La nuestra es una revolución del pueblo, una revolución de los seiscientos millones de integrantes del pueblo dirigida por el proletariado, una empresa del pueblo. La revolución democrática fue una empresa del pueblo, la revolución socialista es una empresa del pueblo y lo es también la construcción socialista. Así, pues, ¿son buenas o no la revolución socialista y la construcción socialista? ¿Han tenido o no éxitos? ¿Son lo principal sus éxitos o sus errores? Los derechistas niegan los éxitos de la causa del pueblo. Esto en primer lugar. En segundo, ¿qué rumbo hemos de seguir? Por aquí se sigue el camino socialista y por allá el capitalista. Lo que intentan los derechistas es precisamente torcer nuestro rumbo y hacer que emprendamos el camino capitalista. En tercer lugar, ¿a quién corresponde la dirección en la realización del socialismo? ¿Al proletariado o a la burguesía? ¿Al Partido Comunista o a aquellos derechistas burgueses? Los derechistas dicen que no hace falta la dirección del Partido Comunista. A mi juicio, lo que se produce ahora es un gran debate, un gran debate en torno a esos tres problemas, y está bien que así sea, pues tales problemas nunca habían sido debatidos.
La revolución democrática pasó por largos debates. Los últimos años de la dinastía Ching y la Revolución de 1911, la lucha contra Yuan Shi-kai, la Expedición al Norte y la Guerra de Resistencia contra el Japón, fueron todos períodos precedidos de debates. ¿Se debía o no resistir al Japón? Hubo quienes, preconizando la teoría de que "las armas lo deciden todo", opinaron que China no podía resistir porque no poseía suficientes fusiles. Otros señalaron que eso no importaba, pues el hombre era el factor principal y, por tanto, estábamos en condiciones de combatir aun contando con un armamento inferior. La
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subsiguiente Guerra de Liberación también estuvo antecedida de debates; las negociaciones de Chungching, la vieja Conferencia Consultiva Política celebrada en la misma ciudad y las negociaciones de Nankín fueron todas debates. Chiang Kai-shek no prestó oídos a una sola de nuestras opiniones, de las opiniones del pueblo, pues estaba decidido a recurrir a las armas. Pero el resultado fue que perdió la guerra. De lo anterior se desprende que la revolución democrática estuvo precedida de debates, de una larga preparación moral.
La revolución socialista vino de manera veloz. En seis o siete años se consumó en lo fundamental la transformación socialista de la propiedad capitalista y la de la propiedad individual de los pequeños productores. La transformación del hombre, en cambio, aún deja mucho que desear, pese a que algo se ha hecho en este sentido. La transformación socialista consta de dos aspectos: la del sistema y la del hombre. Por sistema se entiende no sólo la propiedad, sino también la superestructura, que está integrada principalmente por el aparato del Poder y la ideología. La prensa, por ejemplo, entra en la esfera de la ideología. Hay quienes dicen que la prensa no tiene carácter de clase, que no es un instrumento de la lucha de clases. Esta aseveración es incorrecta. Por lo menos hasta que sea eliminado el imperialismo, la prensa y todo lo que pertenezca a la ideología tienen que reflejar las relaciones de clase. Tanto la educación escolarizada como el arte y la literatura se hallan dentro de la ideología, forman parte de la superestructura y tienen todos carácter de clase. Respecto a las ciencias naturales, es preciso enfocarlas desde dos ángulos diferentes. Las ciencias naturales, como tales, no tienen carácter de clase, pero sí lo tiene el problema de quién es el que las estudia y las utiliza. En la universidad, donde más cunde el idealismo es en las facultades de lengua china y de historia. Otro tanto se puede afirmar de los que se dedican al trabajo periodístico. No crean ustedes que el idealismo abunda únicamente en el terreno de las ciencias sociales, pues también en el de las ciencias naturales es mucho el idealismo que hay. Es idealista la concepción del mundo de gran número de los que se consagran a éstas. Cuando se habla de la composición del agua, ellos se conducen como materialistas al decir que ésta se compone de dos elementos. En este aspecto, se sujetan a la realidad. Pero, cuando se habla de la transformación de la sociedad, se comportan como idealistas. La campaña de rectificación, según nosotros, tiene por objeto fortalecer al Partido Comunista, pero algunos de ellos sostienen que debe servir para barrer con el Partido Comunista. He aquí lo que ha quedado al descubierto esta vez.
Durante la ofensiva de los derechistas, aplicamos la política de escuchar sin responder. Por espacio de varias semanas, nosotros, endureciendo el cuero cabelludo y alargando un poco las orejas, no hicimos más que escuchar, sin decir esta boca es mía. Además, no pusimos sobre aviso a los militantes de fila de la Liga de la Juventud ni del Partido, ni a los secretarios de célula ni a los comités de célula del Partido, dejando que, en medio de la entreverada trifulca, cada cual se condujera por su propia cuenta. En los centros docentes, cierto número de elementos hostiles habían logrado colarse en algunos comités y células generales del Partido; tal fue el caso del comité del Partido en la Universidad Chingjua. Ellos transmitían al enemigo la información de toda reunión que se celebraba. A personas como éstas se las llama "elementos sublevados". ¿No ha habido generales sublevados? Pero de lo que aquí se trata es de "civiles sublevados". Este fenómeno agradó al enemigo y también nos agradó a nosotros. Ante la "sublevación" de miembros del Partido, el enemigo pensó que el Partido "se quebraría", y no cabía en sí de contento. ¿Cuántos miembros del Partido se han quebrado esta vez? No conozco las cifras correspondientes a Shanghai. Pero en los centros docentes de Pekín, se ha quebrado probablemente un 5 por ciento de la militancia y el porcentaje es todavía más elevado en la Liga de la Juventud, tal vez con un 10 por ciento o algo más. A mi modo de ver, esta quiebra obedece a la "justicia divina". Sea un 10, 20, 30 ó 40 por ciento, tal quiebra me produce un gran regocijo. Esas personas, que, con la cabeza abarrotada de ideas burguesas e idealistas, lograron infiltrarse en el Partido o en la Liga de la Juventud, están nominalmente por el comunismo, pero, en realidad, son anticomunistas o elementos vacilantes. En cuanto a nosotros, nos regocijamos también ante la aparición de esos "sublevados". De las anteriores campañas de depuración del Partido y de la Liga de la Juventud, ¿ha habido alguna en que se haya obtenido una depuración tan cabal? Ellos se largaron por sí mismos, ahorrándonos el trabajo de depurarlos. Ahora las cosas han cambiado y están al revés. Al ser asediados los derechistas por nosotros y denunciados por muchas personas que no son de su calaña a pesar de haber estado vinculadas con éstos, ya no se producen más "sublevaciones". Los derechistas se ven ahora en un atolladero y algunos han proclamado su insurrección pasándose a nuestro lado. Así de grandes han sido los cambios operados en la situación durante los cien días transcurridos desde mi discurso de marzo pasado.
La presente lucha contra los derechistas es, en esencia, una lucha política. La lucha de clases reviste diversas formas, y la lucha actual
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es, en lo fundamental, política y no militar ni económica. ¿Hay o no esta vez algo de lucha ideológica? Sí. Mas, a mi modo de ver, prima la lucha política. La lucha ideológica se librará principalmente en la próxima etapa y deberá efectuarse entonces con la suavidad de una brisa. La rectificación del estilo de trabajo en el Partido Comunista y en la Liga de la Juventud es una lucha ideológica. Es preciso, pues, elevar nuestro nivel asimilando efectivamente algo de marxismo. Es preciso también que haya una ayuda mutua genuina. ¿Qué defectos tenernos? ¿Estamos acaso limpios de todo subjetivismo y de todo burocratismo? Debemos ponernos a reflexionar de veras con nuestra propia cabeza y tomar algunas notas y, procediendo así durante varios meses, elevar nuestro nivel marxista, nuestro nivel político e ideológico.
El contraataque a los derechistas proseguirá tal vez unas decenas de días, algo más de un mes. No sería conducente seguir publicando en la prensa indefinidamente, este año, el año entrante y otro más, las opiniones de los derechistas. Estos no son más que unos pocos y sus opiniones ya han salido casi totalmente a la luz, de modo que no quedan muchas por publicar. De aquí en adelante, publicaremos algunas de estas, unas veces así y otras asá, pero sólo cuando valgan la pena. Pienso que julio será todavía un mes de intenso contraataque a los derechistas. Lo que más ansiaban ellos era la violencia de una tempestad, y lo que menos les atraía, la suavidad de la brisa y la llovizna. ¿No dijimos que estábamos por esa suavidad? Pero ellos comentaron que con una brisa y llovizna tan suaves, ocurriría lo que durante la temporada de las lloviznas continuas, que echan a perder los retoños de arroz, dando lugar a una hambruna, y que por eso era preferible una violenta tempestad. ¿No hay aquí en Shanghai cierto sujeto que escribió un artículo titulado "Un cuervo que grazna 'en pleno día' "? Fue este "cuervo" el que reclamó una tempestad violenta. Los derechistas decían además: "Ustedes los comunistas no actúan con equidad; en otros tiempos, cuando ustedes nos tomaban a nosotros como blanco de sus campañas de crítica, preferían la tempestad violenta, pero ahora, al tocarles a ustedes el turno, se pronuncian por la suavidad de la brisa y la llovizna." En realidad, al efectuar las anteriores campañas de remodelación ideológica, incluidas las de crítica a Ju Shi y a Liang Shu-ming, señalamos siempre en las instrucciones internas del Partido la necesidad de proceder con la suavidad de la brisa y la llovizna. En el mundo, las cosas siguen invariablemente un curso sinuoso. Por ejemplo, cuando se anda un camino, siempre es sinuoso el recorrido. ¿Estuvieron ustedes alguna vez en la montaña Mokan? Allí, tanto para ascender como para
Los derechistas son excelentes maestros por lo negativo. Así ha ocurrido siempre en China: Ha habido maestros por lo positivo y también maestros por lo negativo. El hombre necesita ser educado con ejemplos tanto positivos como negativos. Los imperialistas japoneses fueron para nosotros los primeros magníficos maestros por lo negativo. Con anterioridad a ellos, tuvimos otros excelentes maestros de ese tipo, como el Gobierno de la dinastía Ching, como Yuan Shi-kai y los caudillos militares del Norte y, más tarde, Chiang Kai-shek. Sin ellos, no habría sido posible educar al pueblo chino como se lo educó, pues no bastaba con el Partido Comunista en su papel de maestro por lo positivo. Ahora ha sucedido lo mismo. Hubo gente que puso oídos sordos a muchas de las cosas que dijimos. ¿Quiénes fueron? Gran cantidad de elementos de centro y, particularmente, los derechistas. Los de centro nos creyeron a medias, mientras que los derechistas no escucharon nada. Muchas fueron las cosas que les dimos a conocer, pero éstos hicieron caso omiso de todo y persistieron en seguir un rumbo aparte. Por ejemplo, cuando nosotros preconizamos el principio de "unidad -- crítica -- unidad", ellos lo desatendieron. Cuando señalamos que en el trabajo de represión a los contrarrevolucionarios los éxitos constituyen el aspecto principal, también nos desoyeron. Cuando hablamos de la necesidad del centralismo democrático y de la dictadura democrática popular dirigida por el proletariado, igualmente nos desoyeron. Y otro tanto sucedió cuando subrayamos el deber de unirnos con los países socialistas y los pueblos del mundo entero amantes de la paz. En fin, todas estas cosas ya estaban dichas, pero ellos no escucharon nada. Otro punto, el que menos quisieron escuchar, fue nuestra afirmación de que es pre-
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ciso extirpar las hierbas venenosas. Hay que dejar que salgan los monstruos y demonios y exhibirlos para que después todos digan que son malos y que deben ser eliminados. Permitimos que las hierbas venenosas hagan su aparición, luego de lo cual las extirpamos y entonces pueden servir de abono. ¿Esto lo habíamos dicho o no? ¿Acaso no lo habíamos dicho ya? Pese a todo, las hierbas venenosas aparecieron. Cada año los campesinos hacen saber a las hierbas que las van a escardar varias veces, pero las hierbas, como quien oye llover, siguen creciendo. Aunque se escarde diez mil años, aquéllas no dejarán de crecer, y seguirá siendo así luego de cien millones de años. Entonces los derechistas no temían la escarda, pues al hacer esta aseveración me limité a hablar de la necesidad de escardar, sin que se hubiera puesto manos a la obra. Más aún, ellos no se consideraban a sí mismos como hierbas venenosas, sino como flores fragantes, mientras que a nosotros nos calificaban de hierbas venenosas, y por tanto no era a ellos a los que se debía extirpar, sino a nosotros. No sospechaban que eran precisamente ellos los que debían ser extirpados.
En el presente, lo que se está debatiendo son las tres cuestiones que acabo de señalar. La revolución socialista advino tan velozmente que la línea general del Partido para el período de transición no pudo ser debatida de modo suficiente ni dentro del Partido ni en el ámbito social. Esto se asemeja a la forma en que los bueyes engullen el pasto: Comienzan por tragarlo de cualquier modo y lo depositan en una bolsa que tienen dentro, para luego rumiar con toda calma. Hemos venido haciendo la revolución socialista del sistema en la propiedad de los medios de producción en primer lugar y, en segundo, en la superestructura, o sea, tanto en el régimen político como en la ideología, pero sin que haya habido un debate suficiente sobre esta cuestión. Lo que hacemos ahora por medio de la prensa, los foros, los mítines y el dazibao, es justamente un debate.
El dazibao es una cosa buena, y creo que debe ser transmitido a las generaciones futuras. Si se nos ha transmitido las Analectas de Confucio, los Cinco Cánones, los Trece Cánones y las Veinticuatro Historias ¿.no será transmitido el dazibao? Pienso que sí, forzosamente. ¿Se empleará el dazibao, por ejemplo, en las fábricas cuando haya campaña de rectificación? Considero que será bueno emplearlo, y cuanto más, mejor. El dazibao, al igual que el idioma, no reviste carácter de clase. La lengua china moderna no tiene carácter de clase, pues la empleamos nosotros en nuestros discursos y la emplea también Chiang Kai-shek. Hoy día, el chino clásico está en desuso y ya nadie habla a la manera
Muchos elementos de centro vacilaron por un momento, cosa que tampoco estuvo mal, pues sus vacilaciones les permitieron adquirir experiencias. Lo que caracteriza a los de centro es justamente su vacilación; de no ser así, ¿Por qué llamarlos de centro? En un polo está el proletariado y en el otro, la burguesía y, en medio de los dos, el gran número de elementos de centro; es decir, los dos polos son pequeños y lo que media entre ellos es grande. Sin embargo, los elementos de centro son, en último análisis, gente buena, aliada del proletariado. La burguesía también procuró ganárselos como aliados suyos y, durante un tiempo, ellos dieron la impresión de serlo, pues también nos criticaron a nosotros, pero de buena fe. Al ver que los elementos de centro nos criticaban, los derechistas salieron a promover disturbios. Aquí, en Shanghai, se conocieron casos de figuras derechistas como Wang Tsao-shi, Lu Yi, Chen Yen-ping y Peng Wen-ying, así como Wu Yin, quienes se presentaron a crear perturbaciones. No bien los derechistas hicieron esto, los elementos de centro quedaron desorientados. Los patriarcas de los derechistas son Chang Po-chün, Luo Lung-chi y Chang Nai-chi, y su lugar de origen es Pekín. Nosotros preferíamos que el desorden en Pekín fuera el mayor y el más completo posible. He aquí una experiencia.
Acabo de hablar del dazibao. Se trata de un problema de forma, de qué forma adoptar en el combate. El dazibao es una de las armas que se emplean en el combate, un arma ligera como el fusil, la pistola o la ametralladora. El papel de bombarderos y cañones lo jugaron quizá periódicos como Wenjui Pao, también Diario Kuangming y algunos
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otros. En un tiempo, la prensa del Partido también reprodujo declaraciones derechistas, pues le habíamos impartido la orden de publicarlas al pie de la letra. Recurriendo a este y otros métodos, ayudamos a las grandes masas a recibir una educación tanto por lo positivo como por lo negativo. Tal es el caso del personal de Diario Kuangming y Wenjui Pao, que ha recibido esta vez una educación muy profunda. En el pasado, no sabía distinguir un periódico proletario de uno burgués, un periódico socialista de uno capitalista. Por algún tiempo, los dirigentes derechistas de ambos diarios los convirtieron en periódicos burgueses. Ellos odiaban al proletariado y al socialismo. A los centros docentes no trataban de conducirlos por el rumbo proletario, sino por el burgués.
¿Necesitan o no remodelarse los burgueses y los intelectuales procedentes de la vieja sociedad? Ellos tienen un miedo cerval a la remodelación, sosteniendo que ésta da origen a un "complejo de inferioridad" y que, cuanto más se remodelen, tanto mayor será dicho complejo. Esta es una opinión errónea. Debe decirse que cuanto más se remodela uno, más se dignifica. Lo que debe haber es un sentimiento de dignidad, que se deriva de la conciencia de la necesidad de remodelarse. Pero ellos, con esa "conciencia de clase" tan alta que tienen, consideran que no necesitan remodelarse y, por el contrario, pretenden remodelar al proletariado. Aspiran a transformar el mundo a imagen y semejanza de la burguesía, mientras que el proletariado aspira a hacerlo a su propia imagen y semejanza. Creo que la mayoría de la gente, más del 90 por ciento, acabará por acceder a remodelarse después de una serie de titubeos, meditaciones, renuencias y vacilaciones. Mientras más se remodelen, mayor necesidad sentirán de ello. Incluso el Partido Comunista lo está haciendo. Rectificación significa remodelación, y en el futuro seguirá siendo necesaria la rectificación. ¿Piensan ustedes que después de la presente campaña de rectificación ya no se necesitarán otras? ¿No habrá más burocratismo luego de esta campaña? Basta que pasen dos o tres años para que uno se olvide de todo y lo invada otra vez el burocratismo. Una característica del ser humano es su mala memoria. De ahí la necesidad de una campaña de rectificación cada cierto tiempo. Si incluso el Partido Comunista la necesita, ¿no van a necesitar la rectificación los burgueses y los intelectuales procedentes de la vieja sociedad? ¿No van a necesitar la remodelación? Creo que ellos, con mayor razón, las necesitan.
¿No están los partidos democráticos empeñados ahora en una campaña de rectificación? La sociedad en su conjunto la requiere. ¿Qué hay de malo en que se proceda a una rectificación? La rectificación no
Dentro del Partido Comunista también existe el problema de la línea, pues en el caso de los "sublevados" -- los derechistas de dentro del Partido Comunista y de la Liga de la Juventud --, es eso lo que está en juego. El dogmatismo no constituye ahora un problema de la línea, porque no ha tomado cuerpo como tal. En el pasado, nuestro Partido conoció en varias ocasiones el dogmatismo como problema de la línea, pues entonces éste tomó cuerpo como sistema, política y programa. El dogmatismo que enfrentamos hoy no ha llegado a tal grado, sino que se manifiesta en cosas un tanto rígidas, que esta vez se han flexibilizado un poco a fuerza de martilleo y de fuego. ¿No es verdad que ya están "bajando la escalera"[2] los dirigentes de las entidades oficiales, centros docentes y fábricas? Están desprendiéndose del estilo de trabajo kuomintanista y de sus aires señoriales, así corno de su comportamiento de señores burócratas. El burocratismo ha decrecido grandemente gracias a que los directores de cooperativas cultivan la tierra junto con las masas y los directores de fábricas y los secretarios de comités del Partido van a los talleres para trabajar junto con los obreros. En el futuro, seguirán siendo necesarias rectificaciones como ésta. Se debe pegar dazibao y convocar foros con miras a clasificar los problemas en que se requieran la rectificación y la crítica, para luego solucionarlos. Además, es menester elevar el nivel estudiando algo de marxismo.
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Estoy convencido de que la mayoría de los chinos es gente buena y de que la nación china es una nación buena. Nuestra nación es muy razonable, entusiasta, inteligente y valerosa. Espero que se cree una situación en la que haya tanto centralismo y unificación como vivacidad, o sea, tanto centralismo como democracia, tanto disciplina como libertad. Que haya lo uno y lo otro, y no una sola cosa. Es inadmisible que sólo haya disciplina y centralismo, con la gente amordazada, sin poder hablar ni criticar lo que, de hecho, es incorrecto. Debemos estimular a la gente a que hable y crear una situación de vivacidad. A todos aquellos que hagan críticas de buena fe se les aplicará el principio de no culpar al que hable. Por más agudas que sean sus críticas y por mucho que nos denuesten, no serán culpados ni sometidos a correctivo alguno, ni se los pondrá en zapatos apretados. Uno se siente incómodo con semejantes zapatos. Ahora bien, ¿a quiénes ponemos en zapatos apretados? A los derechistas. A éstos es necesario tratarlos así, en cierta medida.
No hay que temer a las masas, sino estar junto con ellas. Algunos camaradas tienen tanto miedo a las masas como al agua. ¿Nadan ustedes o no? Yo ando aconsejando la natación dondequiera que llego. El agua es una cosa buena. Siempre que te ejercites en la natación una hora al día, que lo hagas hoy y lo repitas mañana, y así durante cien días continuos, te aseguro que aprenderás a nadar. Pero, en primer término, no debes pedir que nadie te enseñe y, en segundo, no usar salvavidas, pues con éste nunca aprenderás. "¡Pero si mi vida es tan importante, y yo no sé nadar!" Entonces puedes nadar primero allí donde el agua sea poco profunda. Suponiendo que el plazo de aprendizaje sea de cien días, puedes dedicar treinta a nadar en aguas poco profundas, y así aprenderás. Al que ha aprendido a nadar, le da lo mismo hacerlo en el río Yangtsé que en el Océano Pacífico, pues en ambos casos se encuentra con la misma cosa: agua. Algunos dicen que, si uno nada en una piscina, puede ser salvado de inmediato en caso de hundirse, sin riesgo de muerte, pero que nadar en el río Yangtsé es terrible, pues el agua corre tan rápido que, si se hunde, nadie sabrá dónde encontrarlo. Este argumento lo usan para atemorizar a la gente. A mi juicio, hablar así es propio de profanos en la materia. Nuestros campeones de natación, nuestros maestros y profesores de natación en piscinas, que antes no se atrevían a zambullirse en el Yangtsé, ahora se atreven. ¿Acaso no hay ya quienes nadan aquí en el río Juangpu? El Juangpu y el Yangtsé son piscinas donde no se cobra ni un centavo por la entrada. Poniendo metafóricamente al pueblo como el agua y a los dirigentes de todos los niveles como los nadadores, diríamos que éstos no deben apartarse del
La sabiduría proviene de las masas. Siempre he dicho que los intelectuales son los más ignorantes. Esta es una manera de hablar para ir al fondo de las cosas. Si los intelectuales yerguen el rabo, lo tendrán más largo que el de Sun Wu-kung. Sun Wu-kung, que era capaz de metamorfosearse en setenta y dos figuras distintas, cierta vez no tuvo más remedio que hacer pasar su rabo por un largo mástil. ¡Es realmente terrible cuando los intelectuales yerguen el rabo! "Si yo no soy la primera autoridad de la Tierra, soy al menos la segunda." "¿Qué valen ustedes los obreros y campesinos? Ustedes son unos simplones que apenas conocen unos cuantos caracteres." Con todo, los problemas que atañen a la situación general no son decididos por los intelectuales, sino finalmente por los trabajadores y, más aún, por el sector más avanzado de los trabajadores, el proletariado.
¿Debe ser el proletariado el que dirija a la burguesía, o a la inversa? ¿Debe ser el proletariado el que dirija a los intelectuales, o a la inversa? Los intelectuales tendrán que hacerse intelectuales del proletariado; no les queda otra salida. "Desaparecida la piel, ¿a qué podrá adherirse el pelo?"[3] Antes, el "pelo" -- los intelectuales -- estaba adherido a cinco "pieles" distintas, viviendo a costillas de ellas. La primera piel era la propiedad imperialista. La segunda, la propiedad feudal. La tercera, la propiedad del capitalismo burocrático. ¿No se proponía la revolución democrática derribar las tres grandes montañas? Se proponía justamente derribar el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático. La cuarta piel era la propiedad del capitalismo nacional. La quinta, finalmente, era la propiedad de los pequeños pro-
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ductores, o sea, la propiedad individual de los campesinos y los artesanos. En el pasado, los intelectuales estaban adheridos o a las primeras tres pieles o a las dos últimas, y vivían de ellas. ¿Existen aún o no estas cinco pieles? Como antes se decía, "la piel ha desaparecido". Los imperialistas se largaron y nosotros tomamos posesión de sus bienes. La propiedad feudal quedó eliminada y la tierra Fue distribuida entre los campesinos, que hoy, además, se han cooperativizado. Las empresas del capitalismo burocrático fueron confiscadas por el Estado. Las empresas industriales y comerciales del capitalismo nacional se han transformado en empresas mixtas estatal-privadas, pasando a ser en lo fundamental (aún no completamente) socialistas. La propiedad individual de los campesinos y los artesanos se ha convertido en propiedad colectiva, aunque este sistema de propiedad todavía no está consolidado y para ello se requiere aún varios años. Estas cinco pieles han dejado de existir, pero siguen ejerciendo su influencia sobre el "pelo", sobre los capitalistas y los intelectuales, que las evocan siempre, hasta en sueños. Quienes proceden de la vieja sociedad y vienen de transitar los viejos carriles, añoran constantemente la antigua vida y las antiguas costumbres. Por lo tanto, la remodelación del hombre requiere un tiempo más largo.
En el presente, ¿a qué piel están adheridos los intelectuales? A la piel de la propiedad social, al cuerpo del proletariado. ¿Quién les da de comer? Los obreros y los campesinos. Los intelectuales son maestros contratados por la clase obrera y demás trabajadores para enseñar a sus hijos. Si tú desobedeces al contratante e insistes en inculcar a los alumnos tus propias cosas, los ensayos de cliché, la doctrina confuciana o los cachivaches capitalistas y, con tu educación, formas unos cuantos contrarrevolucionarios, eso no lo tolerará la clase obrera, que te despedirá o no te renovará el contrato para el año siguiente.
Como dije hace cien días en este mismo lugar, los intelectuales procedentes de la vieja sociedad ya no tienen ninguna base, pues han perdido su antigua base económico-social; en otras palabras, han desaparecido aquellas cinco pieles, y así a ellos no les queda más alternativa que adherirse a la nueva piel. Algunos intelectuales se sienten intranquilos, andan con el alma en vilo. Flotan en el aire, sin poder prenderse del cielo ni asentar los pies en la tierra. Esas personas, dije entonces, deben ser llamadas "caballeros suspendidos en el vacío". Flotan en el aire sin tener dónde posarse. Desean volver a su vieja querencia, pero como allí no queda nada, como esas pieles ya no existen, es im-
Aquellos intelectuales que se encuentran en una posición de centro deben despertar, en vez de erguir tanto el rabo, pues sus conocimientos son limitados. Yo diría que este tipo de personas son intelectuales y a la vez no lo son, y que más apropiado sería llamarlos semiintelectuales, porque sólo poseen conocimientos así de poquitos e incurren en error cuando abordan problemas de principio. No hablemos ya de los intelectuales derechistas, que son reaccionarios. El error de los intelectuales de centro consiste en que vacilan, no ven claro el rumbo a seguir y se desorientan por momentos. Si tú posees tantos conocimientos, ¿por qué cometes errores? Tú, que eres tan formidable y llevas el rabo tan erguido, ¿por qué vacilas? Hierbas que crecen sobre la tapia se mecen con el viento. De ahí se ve que tus conocimientos no son tan abundantes. En este sentido, los obreros y, de entre los campesinos, los semiproletarios, son los que más conocimientos poseen. Estos, de entrada, se percataron de la falsedad de las cosas preconizadas por Sun Ta-yu. ¿Quiénes son, pues, los que poseen un nivel más alto de conocimientos? Son aquellos que no conocen muchos caracteres. Para decidir las cuestiones que atañen a la situación general y a la orientación fundamental, hay que apelar al proletariado. Soy de los que, antes de abordar un asunto o tomar decisiones importantes, siempre consultan con las rnasas obreras y campesinas hablando y discutiendo con ellas, así como con los cuadros que les son próximos, para ver si las cosas son factibles. Esto exige realizar visitas a diversas partes. ¡Qué desastroso sería permanecer todo el tiempo en Pekín¡ Pekín es un lugar de donde no se puede sacar nada, pues allí no hay materias primas. Las materias primas provienen, en su totalidad, de los obreros y los campesinos y de las instancias locales. El Comité Central del Partido es como una planta de procesamiento que elabora estas materias primas, y debe procesarlas bien, pues hacerlo mal significaría cometer errores. Los conocimientos tienen su origen en las masas. ¿Qué quiere decir tratar correctamente las contradicciones en el seno del pueblo?
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Quiere decir buscar la verdad en los hechos y seguir la línea de masas. En último análisis, significa seguir esta línea. No debemos apartarnos de las masas. Nuestra relación con las masas es como la del pez con el agua, la del nadador con el agua.
¿Es preciso acabar con los derechistas de
un garrotazo? Es del todo indispensable darles unos cuantos palos; de otro
modo, ellos se harían los muertos. ¿No hay que atacarlos?
¿No hay que acosarlos? Sí, es indispensable atacarlos, pero
con el propósito de hacer que se arrepientan. Atacarlos en Forma
efectiva y por todos los medios, para que queden completamente aislados,
y entonces tendremos la posibilidad de ganarlos para nuestro lado, si no
a todos, por lo menos a una parte. Siendo intelectuales, y algunos de alto
coturno, serán útiles si conseguimos ganárnoslos.
Una vez ganados, les permitiremos hacer algún trabajo. Además,
en esta ocasión nos han brindado un gran servicio en su papel de
maestros, educando al pueblo por lo negativo. No nos proponemos lanzarlos
al río Juangpu, sino asumir hacia ellos la actitud de curar la enfermedad
para salvar al paciente. Tal vez algunos no quieran pasarse a nuestro lado.
Si una persona como Sun Ta-yu se mantiene muy testaruda y se niega a corregirse,
allá ella. Ahora tenemos mucho que hacer. Si tuviéramos que
combatirla todos los días durante cincuenta años, ¡a
dónde irían a parar las cosas? A los pocos que rehusen corregirse,
podemos dejarlos así y que, llevando sus errores al ataúd,
se presenten ante los soberanos del Infierno para decirles: "Soy defensor
de las cinco pieles y tengo tal 'integridad moral' que, sin dar el brazo
a torcer, resistí hasta el fin los ataques de los comunistas y las
masas populares." Sin embargo, es bueno que se sepa que ahora los soberanos
del Infierno son otros. El primero es Marx, el segundo es Engels y el tercero,
Lenin. Actualmente hay dos infiernos. Los soberanos del Infierno del mundo
capitalista tal vez sigan siendo los mismos, pero los del Infierno del
mundo socialista son los hombres arriba mencionados. A mi juicio, los derechistas
recalcitrantes no escaparán a que se les aplique correctivos ni
aun después de pasados cien años.
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[1]Véase Lie Tsi, "Tien Yui". [pág. 499]
[2]Con motivo de la campaña de rectificación de 1957, el Comité Central del Partido Comunista de China notificó de antemano a toda la militancia qué era lo que se iba a rectificar en esa campaña, que empezaría formalmente más tarde, y llamó a los camaradas que habían cometido errores a que, al recibir la notificación, tomaran la iniciativa de hacer un autoexamen y de corregir tales errores antes del comienzo de la campaña. El camarada Mao Tsetung comparó dicha medida con la colocación de una escalera para que esos camaradas pudiesen bajar. [pág. 509]
[3]Citado de Tsuo Chuan, "El decimocuarto año del reinado del príncipe Sikung". [pág. 511]