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Londres, 9 de octubre de 1866
....Tenía grandes temores en cuanto al primer Congreso en Ginebra, pero contrariamente a mis suposiciones, transcurrió bien[1], en líneas generales. Su repercusión en Francia, Inglaterra y América ha superado todas las esperanzas. Yo no podía ni quería asistir al Congreso, pero escribí el programa de los delegados londinenses[*]. Lo limité intencionadamente a los
[*] Véase el presente tomo, págs. 77-86. (N. de la Edit.)
puntos que hacen posible un acuerdo inmediato para la acción conjunta de los obreros y que pueden satisfacer directamente las necesidades de la lucha de clases y fomentar la organización de los obreros como clase. Los señores de París tienen la cabeza atiborrada de las más hueras frases proudhonianas. Charlan de la ciencia y no saben nada. Mantienen una actitud despectiva hacia todo lo revolucionario, es decir, hacia toda acción que dimane de la propia lucha de clases, hacia todo movimiento social concentrado, que, por tanto, pueda llevarse también por medios políticos (por ejemplo, la reducción legislativa de la jornada de trabajo). Bajo el pretexto de libertad y antigubernamentalismo o individualismo antiautoritario, estos caballeros, que durante dieciséis años vienen soportando tan calladamente el más vergonzoso despotismo, ¡predican de hecho la economía burguesa ordinaria, sólo que idealizada a lo Proudhon! Proudhon ha hecho mucho daño. Su aparente crítica y su aparente oposición a los utopistas (él mismo era solamente un utopista pequeñoburgués, mientras que en las utopías de Fourier, Owen, etc., podemos encontrar el presentimiento y la concepción fantástica de un nuevo mundo) atrajo y conquistó al principio a la jeunesse brilliante, a los estudiantes, y luego a los obreros, sobre todo a los de París, que por estar ocupados en la producción de artículos de lujo se sienten «muy» inclinados, sin que tengan conciencia de ello, hacia la vieja basura. Ignorantes, fanfarrones, presuntuosos, charlatanes, henchidos de retorismo, estuvieron a punto de echarlo todo a perder, pues se presentaron al Congreso en un número que no guardaba ninguna relación con el de sus afiliados. En el informe, sin nombrarles directamente, pienso darles su merecido.
Me ha causado gran alegría el Congreso obrero norteamericano celebrado al mismo tiempo en Baltimore[2]. Allí la consigna ha sido la organización para luchar contra el capital, y es de señalar que la mayoría de las reivindicaciones trazadas por mí para Ginebra han sido planteadas allí, gracias al fiel instinto de los obreros.
El movimiento que se desarrolla aquí en favor de la reforma[3], movimiento al que ha dado vida nuestro Consejo General (quorum magna pars fui[*]) ha alcanzado ahora proporciones inmensas y se hace irresistible. Yo he permanecido todo el tiempo entre bastidores y no me preocupo más por ello, ya que la cosa va por buen camino.
Publicado por vez primera en la revista Die Neue Zeit, Bd. 2, . núm. 2, 1901-1902. |
Se publica de acuerdo con el manuscrito. Traducido del alemán. |
[*] En el cual yo he participado en gran medida (Virgilio, Eneida, Libro II). (N. de la Edit.)
NOTAS
[1] El Congreso de la Internacional celebrado en Ginebra se reunió del 3 al 8 de septiembre de 1866. Asistieron a él 60 delegados del Consejo General, las secciones y sociedades obreras de Inglaterra, Francia, Alemania y Suiza. Como informe oficial del Consejo General se dio lectura a la "Instrucción sobre diversos problemas a los delegados del Consejo Central Provisional" (véase el presente tomo, págs. 77-86), redactada por Marx. La mayor parte de sus puntos, a despecho de los proudhonistas que participaban en los trabajos del Congreso, fue aprobada como resoluciones del mismo. El Congreso de Ginebra aprobó también los Estatutos y el Reglamento de la Asociación Internacional de los Trabajadores.- 440.
[2] La cuestión del establecimiento legislativo de la jornada de 8 horas se discutió en el Congreso obrero norteamericano de Baltimore, celebrado del 20 al 25 de agosto de 1866. El Congreso examinó igualmente las cuestiones siguientes: la actividad política de los obreros, las sociedades cooperativas, la adhesión de todos los obreros a las tradeuniones, las huelgas, etc.- 441
[3] Trátase de la amplia participación de las tradeuniones inglesas en el movimiento democrático general en pro de la segunda reforma del derecho electoral en los años de 1865 a 1867. La primera tuvo lugar en 1831-1832 y dio acceso al parlamento a representantes de la burguesía industrial.
El 23 febrero de 1865, en la asamblea de los partidarios de la reforma del derecho electoral, a iniciativa y con la participación activa del Consejo General de la Internacional, se adoptó el acuerdo de fundar la Liga de la reforma, que se erigió en centro político de dirección del movimiento masivo de los obreros por la segunda reforma. A instancia de Marx, la Liga de la reforma planteó las reivindicaciones del derecho electoral para toda la población masculina adulta del país. Sin embargo, debido a las vacilaciones de los radicales burgueses en la dirección de la Liga, asustados por el movimiento masivo de los obreros, así como a la política de conciliación de los líderes oportunistas de las tradeuniones, la Liga no pudo llevar a la práctica la línea trazada por el Consejo General; la burguesía inglesa consiguió escindir el movimiento, y en 1867 se celebró una reforma mutilada, concediéndose el derecho de elegir nada más que a la pequeña burguesía y a las capas más altas de la clase obrera, de modo que el grueso de la clase obrera siguió privado de derechos políticos.- 441
Fuente: C. Marx & F. Engels, Obras Escogidas, en tres tomos, Editorial Progreso, Moscú,
1974, t. II.
Digitalización y Edición Electrónica: Ediciones Bandera Roja.
Esta Edición: Marxists Internet Archive, abril de 2003.