Archivo Marx/Engels | Indice de la Correspondencia



F. Engels


Carta a
THEODOR CUNO

En Milán



Londres, 24 de enero de 1872

...Bakunin, que hasta 1868 había intrigado contra la Internacional, ingresó en ella después del fracaso sufrido en Berna, en Congreso de la Paz, inmediatamente se puso a conspirar desde dentro contra el Consejo General. Bakunin tiene una teoría original, que es una mezcolanza de proudhonismo y comunismo. Por cierto, el punto básico de su proudhonismo es la idea de que el mal más grave, con el que hay que acabar, no es el capital, no es, por tanto, el antagonismo de clase que el desarrollo social crea entre los capitalistas y los obreros asalariados, sino el Estado. Mientras la gran masa de obreros socialdemócratas comparte nuestro punto de vista de que el poder del Estado no es más que una organización adoptada por las clases dominantes --los terratenientes y los capitalistas-- para proteger sus privilegios sociales, Bakunin afirma que el Estado es el creador del capital, que el capitalista posee su capital únicamente por obra y gracia del Estado. Y puesto que el Estado es, por tanto, el mal principal, hay que acabar ante todo con él, y entonces el capital hincará el pico por sí solo. Nosotros, en cambio, sostenemos lo contrario: acabar con el capital, que es la concentración de todos los medios de producción en manos de unos pocos, y el Estado se derrumbará por sí solo. La diferencia entre los dos puntos de vista es fundamental: la abolición del Estado sin una revolución social previa es un absurdo; la abolición del capital es precisamente la revolución social e implica un cambio en todo el modo de producción. Pero como para Bakunin el Esado representa el mal principal, no se debe hacer nada que pueda mantener la existencia del Estado, tanto si es una república, como una monarquía o cualquier otra forma de Estado. De aquí, la necesidad de abstenerse por completo de toda política. Cualquier acto político, sobre todo la participación en las elecciones, es una traición a los principios. Hay que hacer propaganda, desacreditar al Estado, organizarse; y cuando se haya conquistado a todos los obreros, es decir, a la mayoría, se liquidan los organismos estatales, se suprime el Estado y se le sustituye por la organización de la Internacional. Este gran acto, que marca el comienzo del reino milenario, se llama liquidación social.

Todo suena a algo muy radical, y es tan sencillo que puede ser aprendido de memoria en cinco minutos. He aquí la razón de que la teoría bakuninista haya encontrado tan pronto una acogida favorable en Italia y en España entre los jóvenes abogados, doctores y otros doctrinarios. Pero las masas obreras jamás aceptarán la idea de que los asuntos públicos de sus respectivos países no son a la vez sus propios asuntos; los obreros son políticos activos por naturaleza, y quien les proponga abandonar la política se verá, tarde o temprano, abandonado por ellos. Predicar a los obreros la abstención política en todas las circunstancias equivale a ponerlos en manos de los curas o de los republicanos burgueses.

La Internacional, según Bakunin, no ha sido creada para la lucha política, sino para ocupar el lugar de la vieja organización del Estado tan pronto como se lleve a cabo la liquidación social, y por eso debe parecerse lo más posible a la sociedad futura, tal como la concibe el ideal bakuninista. En esta sociedad no habrá, ante todo, autoridad alguna, pues la autoridad, que equivale al Estado, es el mal absoluto. (No se nos dice nada, naturalmente, acerca de cómo se las van a arreglar estos señores para hacer funcionar las fábricas y los ferrocarriles y gobernar los barcos, sin una voluntad que decida en última instancia y sin una dirección única.) Cesa también la autoridad de la mayoría sobre la minoría. Cada individuo y cada comunidad son autónomos, pero Bakunin vuelve a guardar silencio acerca de cómo puede existir una sociedad, integrada aunque sólo sea por dos individuos, sin que cada uno de ellos no renuncie a parte de su autonomía.

Pues bien; también la Internacional debe ser estructurada según este modelo. Cada sección es autónoma y también cada individuo dentro de la sección. ¡Al diablo las resoluciones de Basilea [1], que confieren al Consejo General una autoridad perniciosa y para él mismo desmoralizadora! Aun en el caso de que esa autoridad se confiera voluntariamente, debe ser abolida ¡precisamente porque es autoridad!

Aquí tiene usted en pocas palabras los puntos principales de esta superchería. Pero, ¿quiénes son los autores de las resoluciones de Basilea? ¡El propio señor Bakunin y consortes!

Cuando estos caballeros vieron en el Congreso de Basilea que no lograrían su propósito de trasladar el Consejo General a Ginebra, es decir, apoderarse de él, cambiaron de táctica. Fundaron la Alliance de la Démocratie Socialiste --una asociación internacional dentro de la gran Internacional--, con el pretexto, que volverá a encontrar usted ahora en la prensa bakuninista italiana ("Proletario", "Gazzettino Rosa" [2]), de que para los pueblos fogosos de raza latina se requiere un programa más llamativo que para los pueblos nórdicos, fríos y lentos. Este plan de medio pelo fracasó por la oposición del Consejo General, que no podía, naturalmente, tolerar la existencia de una organización internacional aparte dentro de la Internacional. Desde entonces este plan ha vuelto a ser presentado bajo las formas más diversas, pues Bakunin y sus secuaces no cejan en sus intentos de suplantar el programa de la Internacional por el programa de Bakunin. Por otra parte, la reacción, desde Julio Favre y Bismarck hasta Mazzini, siempre que ha querido atacar a la Internacional ha escogido como blanco las frases vacuas y jactanciosas de los bakuninistas. De aquí la necesidad de mi declaración contra Mazzini y Bakunin, hecha pública el 5 de diciembre e insertada también en el "Gazzettino Rosa".

El núcleo de los bakuninistas lo forman unas docenas de jurasianos que apenas arrastran en total a unos 200 obreros; la vanguardia está constituida por abogados, doctores y periodistas jóvenes de Italia, que ahora se presentan en todas partes como portavoces de los obreros italianos. En Barcelona y en Madrid puede hallarse gente, muy poca, de la misma calaña, y algunos individuos aislados --entre los que apenas figuran obreros-- en Lyon y en Bruselas. El único ejemplar que tenemos por aquí [*] es Robin.

La Conferencia convocada ante la imposibilidad de reunir el Congreso, fue el pretexto; y al contar con la mayoría de los franceses emigrados en Suiza, que se pasaron a su lado (pues, además de los motivos personales, tenían, como proudhonistas, muchos puntos de contacto), los bakuninistas iniciaron la campaña. Claro está que en todas partes pueden encontrarse dentro de la Internacional minorías descontentas y genios no reconocidos. Con ellos contaban, y no sin razón.

Sus fuerzas de combate están integradas actualmente por:

1.- Bakunin en persona, el Napoleón de esta campaña.

2.- Los 200 jurasianos y unos 40 ó 50 miembros de las secciones francesas (emigrados en Ginebra).

3.- En Bruselas, Hins, director de "Liberté"[3], quien, sin embargo, no se manifiesta abiertamente en favor de ellos.

4.- Aquí (en Londres), los restos de la Sección francesa de 1871[4], jamás reconocida por nosotros, y que ya se ha escindido en tres grupos que se atacan unos a otros; además, unos 20 lassalleanos del tipo de Herr von Schweitzer, expulsados de la sección alemana (por su proposición de abandonar en masa las filas de la Internacional), y que como partidarios de una centralización extrema y de una organización rígida vienen al pelo para una alianza con los anarquistas y los autonomistas.

5.- En España, unos cuantos amigos personales y secuaces de Bakunin, que, al menos, desde el punto de vista teórico, han ejercido una gran influencia entre los obreros,  particularmente en Barcelona. Pero como, por otra parte, los españoles son muy celosos de la organización, pronto advierten en lo demás los efectos de su falta. Sólo el Congreso que habrán de celebrar los españoles en abril permitirá ver si Bakunin puede contar aquí con probabilidades de éxito. Sin embargo, no tengo motivos para estar intranquilo, pues en el Congreso predominarán los obreros.

6.- Por último, en Italia, las secciones de Turín, Bolonia y Girgenti se pronunciaron, según tengo entendido, en favor de que se anticipase la convocatoria del Congreso. La prensa bakuninista afirma que 20 secciones italianas se han adherido a ellos. No conozco tales secciones. En todo caso, los puestos de dirección se hallan en casi todas partes en manos de amigos y partidarios de Bakunin, que arman un gran alboroto. Pero si se examina más de cerca la cuestión, se verá tal vez que la gente que les sigue no es tan numerosa, ya que, en fin de cuentas, la gran masa de los obreros italianos está integrada por mazzinistas, que lo seguirán siendo mientras ahí sigan identificando a la Internacional con la abstención política.

Sea lo que fuere, en Italia los amos de la situación en la Internacional son, por ahora, los bakuninistas. El Consejo General no tiene siquiera la intención de quejarse de ello. Los italianos son muy dueños de hacer todas las tonterías que les parezca, y el Consejo General sólo se opondrá a ellos mediante una controversia pacífica. También pueden manifestarse en pro de la convocatoria del Congreso, a tono con los jurasianos, aunque, ciertamente, resulta muy extraño que unas secciones que acaban de ingresar en la Internacional y no han tenido tiempo de enterarse de las cosas, de buenas a primeras tomen partido en una cuestión como ésta, ¡sobre todo sin haber escuchado antes a las dos partes! Ya he expuesto francamente mi opinión sobre el particular a la sección de Turín, y también se la expondré a todas las que han hecho análogas declaraciones. Pues cada una de estas manifestaciones de adhesión a las exigencias de la circular [5] es una aprobación indirecta de las falsas acusaciones y de las calumnias lanzadas por la circular contra el Consejo General. Por cierto que éste se dispone a girar en breve una circular relativa a esta cuestión[**]. Si puede usted impedir, antes de la aparición de la circular, que los milaneses hagan una declaración semejante, habrá satisfecho usted nuestros deseos.

Lo más cómico de todo ello es que esa misma gente de Turín, que se ha pronunciado a favor de los jurasianos y que, por consiguiente, nos tacha a los de aquí de autoritarios, exija de pronto que el Consejo General intervenga autoritariamente contra sus rivales, la "Federación Operaia"[***] de Turín, en una forma como nunca hasta ahora lo ha hecho: excomulgando a Beghelli, del "Ficcanaso" [6], que ni siquiera pertenece a la Internacional, etc. Y todo esto antes incluso de haber escuchado la opinión que sobre el particular pueda tener la "Federazione Operaia".

Este lunes [*] le he enviado la "Révolution Sociale"[7] con la circular de los jurasianos, un ejemplar de la "Égalité"[8] de Ginebra (por desgracia no me quedan ejemplares del número con la respuesta del Comité Federal de Ginebra[9], que representa a veinte veces más obreros que los jurasianos) y un ejemplar del "Volksstaat"[10], por el que verá usted lo que piensan de todo esto en Alemania. La Asamblea regional de Sajonia --120 delegados de 60 localidades-- se ha pronunciado unánimemente a favor del Consejo General[11]. El Congreso celebrado por los belgas el 25 y 26 de diciembre ha exigido la revisión de los Estatutos, pero en el Congreso ordinario que habrá de celebrarse en septiembre[12]. De Francia recibimos a diario manifestaciones aprobatorias. Aquí, en Inglaterra, todas esas intrigas no encuentran, como es lógico, terreno favorable. El Consejo General no piensa, naturalmente, convocar un Congreso extraordinario con el único fin de dar gusto a un puñado de intrigantes y engreídos. Mientras estos señores no se salgan del terreno legal, el Consejo les dejará actuar. Esta coalición de elementos tan heterogéneos no tardará en descomponerse por sí sola. Pero en cuanto hagan algo que contradiga a los Estatutos o a las decisiones de los congresos, el Consejo General cumplirá con su deber.

Si pensamos en que estos individuos han organizado su conspiración en el preciso momento en que la Internacional es objeto en todas partes de las más feroces persecuciones, no podremos renunciar a la idea de que en todo este asunto andan mezclados los señores de la policía internacional. Y así es, en efecto. Los bakuninistas ginebrinos tienen de corrresponsal en Béziers al comisario de policía[****]. Dos prominentes bakuninistas que han estado aquí, Albert Richard, de Lyon, y Leblanc se han dirigido a un obrero de Lyon llamado Scholl y le han dicho que la restauración de Bonaparte en el trono es la única forma de derribar a Thiers, y que por eso ellos andan viajando por cuenta de Bonaparte, para hacer propaganda entre los emigrados ¡en pro de una restauración bonapartista! ¡He aquí lo que estos caballeros llaman abstención política! El "Neuer Social-Demokrat"[13] de Berlín, subsidiado por  Bismarck, entona la misma canción. Por el momento dejo abierta la cuestión de saber hasta qué punto se halla mezclada en todo esto la policía rusa, pero Bakunin ha estado metido hasta el cuello en el asunto de Necháev (él, claro está, lo niega, pero aquí tenemos los originales en ruso de los informes, y como Marx y yo entendemos el ruso, Bakunin no podrá hacernos comulgar con ruedas de molino)[14]. Si Nechaév no era un agente provocador ruso, actuaba por lo menos como tal. Además, entre los amigos rusos de Bakunin figuran tipos sospechosos de toda clase.

Lamento mucho que haya perdido usted su puesto. En mis cartas ya le había indicado expresamente que evitase usted todo lo que pudiera implicar tales consecuencias, y que su presencia en Milán tenía mucha más importancia para la Internacional que el pequeño efecto que se logra con intervenciones públicas; que también se pueden hacer muchas cosas obrando calladamente, etc. Si puedo ayudarle proporcionándole traducciones, lo haré con sumo gusto. Dígame únicamente de qué idiomas y a qué idiomas puede traducir usted y en qué puedo serle útil.

Por lo visto, esos perros sarnosos de la policía han interceptado también mi fotografía. Le envío otra y le ruego que me mande dos suyas; una de ellas me ha de servir para convencer a miss Marx de que me entregue para usted una de su padre (ella es la única que aún tiene buenas fotografías de él).

Le ruego una vez más que tenga cuidado con todas las personas relacionadas con Bakunin. La solidaridad interna y la intriga son rasgos característicos de todas las sectas. Puede estar usted seguro de que cualquier información que usted les proporcione será transmitida inmediatamente a Bakunin. Uno de sus principios fundamentales afirma que la fidelidad a la palabra dada y otras cosas por el estilo no son más que prejuicios burgueses, y que todo revolucionario auténtico debe despreciarlos en interés de la causa. En Rusia lo predica abiertamente; en la Europa Occidental es una doctrina que sólo comunica a los iniciados.

Contésteme cuanto antes. Sería una gran cosa si pudiéramos conseguir que la sección de Milán no participase en el coro general de las demás secciones italianas....


Publicado por vez primera en
forma abreviada en el libro: F. Engels. Politisches Vermächtnis.
Aus unveröffentlichten Briefen
, Berlin, 1920;
en forma completa en la revista Die Geselschaft, núm. 11,
Berlin, 1925.
Se publica de acuerdo con el
manuscrito.
Traducido del alemán.

 

 

 

 

NOTAS

[*] En Londres. (N. de la Edit.)

[**] Véase el presente tomo, págs. 262-302. (N. de la Edit.)

[***] Federación Obrera. (N. de la Edit.)

[****] El 22 de enero. (N. de la Edit.)

[*****] Bousquet. (N. de la Edit.)

 

[1] 296. Trátase de las resoluciones del Congreso de Basilea (véase la nota 105) sobre problemas de organización, que ampliaban las atribuciones del Consejo General.- 450.

[2] 297. "Il Proletario", véase la nota 236.

"Gazzettino Rosa" («El Periódico Rojo»), diario italiano, órgano del ala izquierda de los partidarios de Mazzini, se publicó en Milán de 1867 a 1873; en 1871 defendió la Comuna de París y publicó materiales de la Internacional; a partir de 1872 se hallaba bajo la influencia de los bakuninistas.- 450.

[3] 298. "La Liberté" («La Libertad»), periódico demócrata belga, se publicó en Bruselas de 1865 a 1873; a partir de 1867, órgano de la Internacional en Bélgica.- 451.

[4] 299. La Sección francesa de 1871 se formó en Londres en septiembre de 1871 integrada por una parte de los emigrados franceses. La dirección de la sección estableció estrecho contacto con los bakuninistas en Suiza y se adhirió a los ataques de estos últimos contra los principios de organización de la Internacional. La sección no fue admitida en la Internacional, ya que ciertos puntos de sus Estatutos contradecían los Estatutos Generales. En lo sucesivo, la sección se dividió en varios grupos.- 451.

[5] 300. Trátase de la "Circular a todas las federaciones de la Asociación Internacional de los Trabajadores" adoptada en el Congreso de la Federación del Jura, de los bakuninistas, celebrado el 12 de noviembre de 1871, en Sonvillier. Rechazando los acuerdos de la Conferencia de Londres y negando los derechos del Consejo General, la circular proponía a todas las federaciones que exigieran la convocatoria inmediata del Congreso para revisar los Estatutos Generales de la Internacional y condenar el Consejo General.- 452.

[6] 301. "Ficcanaso" («El Perillán»), diario satírico republicano italiano, órgano de los mazzinistas de izquierda; se publicó en Turín de 1868 a 1872.- 453.

[7] 227. La "Révolution Sociale" («La Revolución Social»), hebdomadario, se publicó en Ginebra en francés de octubre de 1871 a enero de 1872. Desde noviembre de 1871 fue órgano oficial de la Federación anarquista del Jura.- 275, 453

[8] 114. "L'Égalité" («La Igualdad»), hebdomadario suizo, órgano de la Federación de la Internacional de la Suiza francesa, se publicó en francés en Ginebra de diciembre de 1868 a diciembre de 1872. Estuvo cierto tiempo bajo la influencia de Bakunin. En enero de 1870, el Consejo de la Federación de la Suiza francesa logró que se apartase a los bakuninistas de la redacción, después de lo cual, el periódico pasó a apoyar la orientación del Consejo General.- 184, 270, 453

[9] 302. Engels se refiere a la "Respuesta del Comité de la Federación de la Suiza Francesa a la circular de los 16 participantes del Congreso de Sonvillier".- 453.

[10] 54. "Der Volksstaat" («El Estado del pueblo»), órgano central del Partido Socialdemócrata Obrero de Alemania (los eisenachianos), se publicó en Leipzig del 2 de octubre de 1869 al 29 de setiembre de 1876. La dirección general corría a cargo de G. Liebknecht, y el director de la editorial era A. Bebel. Marx y Engels colaboraban en el periódico, prestándole constante ayuda en la redacción del mismo. Hasta 1869, el periódico salía bajo el título "Demokratisches Wochenblatt" (véase la nota 94).

Trátase del artículo de J. Dietzgen "Carlos Marx. «El Capital. Crítica de la Economía política»", Hamburgo, 1867, publicado en "Demokratisches Wochenblatt", núms. 31, 34, 35 y 36 del año 1868.- 96, 178, 314, 324, 452, 455

[11] 303. El Congreso de Sajonia de los socialdemócratas se celebró en Chemnitz, el 6 y el 7 de enero de 1872. Entro otros problemas (derecho electoral, sindicatos), el Congreso exeminó el de la actitud hacia la circular de Sonvillier (véase la nota 300) y la lucha contra los anarquistas que se libraba dentro de la Internacional. El Congreso apoyó unánimemente al Consejo General y aprobó las resoluciones de la Conferencia de Londres de 1871.- 453.

[12] 304. El Congreso de la Federación Belga de la Internacional, celebrado el 24 y el 25 de diciembre de 1871 en Bruselas, al discutitr la circular de Sonvillier, no apoyó las exigencias de los anarquistas suizos acerca de la convocatoria inmediata de un congreso general, pero, al propio tiempo, encargó al Consejo Federal belga que redactase un proyecto de nuevos Estatutos de la Internacional para discutirlo en el Congreso de La Haya (véase la nota 242).- 453.

[13] 238. "Neuer Social-Demokrat" («El Nuevo Socialdemócrata»), periódico alemán, se publicó en Berlín de 1871 a 1876. Organo de la Asociación General de Obreros Alemanes fundada por Lassalle. Sostenía una lucha contra la dirección marxista de la Internacional y el Partido Obrero Socialdemócrata Alemán. Apoyaba a los bakuninistas y los representantes de otros partidos antiproletarios.- 299, 453, 455.

[14] 216. El proceso Necháev, tramado contra jóvenes estudiantes acusados de actividad revolucionaria secreta, tuvo lugar en Petersborgo en julio-agosto de 1871. Ya en 1869, Necháev entró en contacto con Bakunin, desplegó la actividad para crear en varias ciudades de Rusia la organización conspirativa «Venganza del pueblo», en la que se preconizaban ideas anárquicas de «destrucción absoluta». Jóvenes estudiantes de orientación revolucionaria y elementos de la población de procedencia plebeya entraban en la organización de Necháev atraídos por la acerba crítica que se hacía del régimen zarista y los llamamientos a la lucha enérgica contra este último. Valiéndose de la credencial de representante de la «Unión Revolucionaria Europea» que le había dado Bakunin, Necháev intentó hacerse pasar por representante de la Internacional, engañando de este modo a los miembros de la organización creada por él. En 1871, la organización fue destruida, y en el proceso judicial se hicieron públicos los métodos aventureros empleados por Necháev para lograr sus objetivos.

La Conferencia de Londres encargó a Utin que redactase un breve informe sobre el proceso Necháev. En lugar del informe, Utin mandó a Marx, a fines de agosto de 1872, para el Congreso de La Haya, un extenso informe confidencial sobre la actitud de Bakunin y Necháev, hostil a la Asociación.- 270, 454.




Fuente: C. Marx & F. Engels, Obras Escogidas, en tres tomos, Editorial Progreso, Moscú, 1974, t. II.
Digitalización y Edición Electrónica: Marxists Internet Archive, abril de 2003.