F. ENGELS

CARTA A AUGUSTE BEBEL



Primera edición: La colección de la correspondencia de Marx y Engels se publicó por vez primera en alemán en 1934 a cargo del Instituto Marx-Engels-Lenin de Leningrado. La segunda edición, ampliada, se realizó en inglés en 1936.
Fuente  de la versión castellana de la presente carta: C. Marx & F. Engels, Correspondencia, Ediciones Política, La Habana, s.f.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 2011.


 

 

Eastbourne, 30 de agosto de 1883

EL Manifiesto de la Federación Democrática de Londres ha sido lanzado por unas veinte o treinta pequeñas sociedades que, con diferentes nombres (y siempre la misma gente), han estado tratando repetidamente, por lo menos durante los últimos veinte años, y siempre con la misma falta de éxito, de darse importancia. Lo único importante es que ahora por lo menos están obligadas a proclamar abiertamente nuestra teoría (la que durante el período de La Internacional les parecía dictada desde afuera), como propia de ellas y que está surgiendo una multitud de jóvenes intelectuales burgueses que, es preciso decirlo, para desgracia de los obreros ingleses, comprenden mejor las cosas y las toman con mayor pasión que los obreros. Porque incluso en la Federación Democrática los obreros aceptan el programa en su mayoría sin entusiasmo y como cuestión de forma. El jefe de la Federación Democrática, Hyndman, es un arribista archiconservador y chauvinista en extremo, pero nada estúpido, que se portó muy despreciablemente con Marx (a quien se lo presentó Rudolf Meyer), por cuya razón dejamos de tener relaciones personales con él.

A ningún precio deje engañarse creyendo que aquí hay un verdadero movimiento proletario. Sé que Liebknecht trata de engañarse a sí mismo y a todo el mundo sobre esto, sin fundamento alguno. Los elementos actualmente activos pueden cobrar importancia desde el momento en que han aceptado nuestro programa teórico adquiriendo así una base, pero únicamente a condición de que surja un movimiento espontáneo entre los obreros y de que logren obtener su control. Mientras tanto seguirán siendo espíritus individuales, tras los cuales no hay otra cosa que una mezcolanza de sectas confusas, restos del gran movimiento cartista. Y, aparte de lo imprevisible, aquí aparecerá un movimiento obrero realmente general, sólo cuando los obreros sientan el hecho de que el monopolio mundial ejercido por Inglaterra se ha quebrado.

La participación en el dominio del mercado mundial fue y sigue siendo la base de la nulidad política de los obreros ingleses. Cola de la burguesía en la explotación económica de este monopolio, pero compartiendo con todo sus ventajas, en política son naturalmente la cola del “gran Partido Liberal”, que por su parte les dedica pequeñas atenciones, reconoce que los sindicatos y las huelgas son factores legítimos, ha abandonado su brega en favor de una jornada de trabajo ilimitada y le ha concedido el voto a la mayoría de los obreros de buena posición. Pero una vez que Norteamérica y la competencia combinada de los demás países industriales hayan provocado una brecha decente en este monopolio (y en el hierro esto está sucediendo rápidamente, pero por desgracia todavía no ha ocurrido en el algodón) usted verá algo aquí.