Guillermo Lora

 

Carta a los trabajadores mineros de Siglo XX

 


Redactado: La Paz, agosto de 1963.
Publicado por vez primera: La carta fue enviada a la dirección del Sindicato de Siglo XX, de las secciones, y se distribuyó entre los trabajadores.  Luego fue publicada en el folleto de Guillermo Lora, Respuesta a la burocracia, Bolivia, 1963.
Fuente de la versión digital: Partido Obrero Revolucionario, Sección Boliviana del CERCI, http://www.masas.nu.
Esta edición: Marxists Internet Archive, febrero de 2011.  


 

 

La Paz, agosto de 1963

Compañeros trabajadores:

Les escribo desde mi refugio (la barbarie pazestenssorista me ha obligado a sumergirme en la clandestinidad) para hacer llegar hasta ustedes algunas reflexiones que creo pueden ayudarles a orientarse en este momento lleno de dificultades por el que atraviesan.

 

El sindicato instrumento de lucha en las manos obreras

Tenemos una rica experiencia sindical y no es aconsejable echarla por la borda, pues se volverían a cometer no pocos errores que nos han costado muy caro.

Si el sindicato no es un instrumento de lucha en manos de los trabajadores no sirve a los intereses de la clase obrera. El primer deber de las organizaciones laborales es la de luchar incansable e incondicionalmente en defensa de los intereses de sus afiliados. Este objetivo sólo puede cumplirse si el sindicato se levanta sobre la más amplia democracia, vale decir, si permite que las bases sean las que controlen e inspiren directamente la conducta de los dirigentes.

Los altos dirigentes tienen que estar al servicio de la masa y no esta última al de aquellos, como desgraciadamente ocurre casi siempre.

El deber del momento consiste en lograr que nuestras organizaciones laborales superen la ruptura (esto quiere decir algo más que una simple diferenciación) entre las altas cumbres dirigentes y el grueso de las bases. Si se persiste en ahondar este lamentable estado de cosas quiere decir que se tiene la voluntad de convertir a los sindicatos obreros en organismos extremadamente débiles y totalmente burocratizados, que dejarán de defender a los trabajadores y se transformarán en refugio de la burocracia.

 

La democracia sindical

Una democracia interna irrestricta debe ser la norma básica de la vida sindical.

Los obreros tienen el derecho intocable de abrazar la ideología política que crean conveniente o de permanecer al margen de ella. Nadie debe ni puede ser perseguido por sus ideas políticas o creencias religiosas y menos de caer en el extremo de perder su fuente de trabajo como castigo por sus convicciones más íntimas.

El sindicato es un frente único de clase elemental y por eso debe garantizarse la más amplia discusión y cooperación entre todos los explotados. Lo que los obreros de base no deben permitir, bajo ningún pretexto, es que las organizaciones laborales se conviertan en instrumentos al servicio del sectarismo partidista; no deben tolerar que el aparato sindical sirva exclusivamente a determinado partido político (no importa del color que sea éste). Si esto ocurre quiere decir que la lucha sindical se ha prostituido.

 

Honestidad y capacidad en la lucha

Cuando en el plano de las direcciones se forman camarillas excluyentes que, debido a intereses bastardos, se oponen al surgimiento de nuevos dirigentes, significa que la alta jerarquía caduca y la burocracia se confunde con la incapacidad.

Los burócratas dejan de ser la expresión de la gran capacidad creadora de las masas y que se mueven como simples individuos que concluyen como simples muñecos en manos de los explotadores.

Debe lucharse contra esta tendencia hacia la degeneración de movimiento sindical. La dirección de las organizaciones obreras debe ser la expresión de la capacidad colectiva e individual. No hay que tener miedo de llevar hasta los más altos cargos a elementos nuevos, si éstos han demostrado suficiente capacidad en la actividad diaria.

Sin embargo, la capacidad no es suficiente. Hay un otro factor, mucho más importante. Me refiero a la honestidad que debe distinguir a los dirigentes sindicales. Los que estamos en la trinchera obrera estamos luchando por los intereses del pueblo y relegando a segundo plano toda ambición personal. La dirección sindical no debe servir, en ningún caso, para el enriquecimiento de ciertos malos individuos.

El manejo de los dineros sindicales debe ser limpio y transparente como el agua más pura.

Es esto lo que ustedes, compañeros trabajadores de Siglo XX, tienen que cuidar como la niña de sus ojos.

No deben permitir que ningún elemento de dudosa trayectoria llegue hasta la dirección sindical.

 

Por una dirección digna del baluarte de la revolución

Compañeros trabajadores: la historia los ha emplazado a cumplir una gran tarea, tienen la misión de darse una dirección digna del gran Sindicato de Siglo XX, que es el baluarte inexpugnable de la revolución boliviana.

No olviden que ustedes son los herederos de miles de héroes que han caído en plena batalla, de innumerables compañeros que purgan en las cárceles pazestenssoristas por su adhesión incondicional a la clase obrera.

A tiempo de emitir su voto para elegir la directiva del sindicato, tienen que cuidar que sea el voto bien meditado y honesto.

No tienen que olvidar ni por un instante que está en vuestras manos el destino de la tradición de la gloriosa Federación de Trabajadores Mineros de Bolivia, que durante el sexenio rosquero timoneó la lucha revolucionaria del pueblo boliviano y que ahora está llamada a acaudillar la lucha de la nación oprimida por el imperialismo por la liberación nacional y social y contra el oscurantismo del agotado Movimiento Nacionalista Revolucionario, vale decir, contra el desgobierno pazestenssorista.

Los sindicatos de hoy no solamente son organismos obreros de resistencia a la superexplotación patronal, sino que, paralelamente a la evolución de la conciencia de clase del proletariado, se han convertido en canales de movilización de las masas hacia la revolución social y la dictadura del proletariado.