Se debe subordinar el interés personal al interés del Partido, el interés de la organización local del Partido al interés de todo el Partido, el interés parcial al interés general y el interés temporal al interés a largo plazo: tal es el principio marxista-leninista que debe observar todo comunista.
Un comunista debe tener una idea clara de la relación correcta de su interés personal con el interés del Partido.
El Partido Comunista es el partido del proletariado y no tiene ningún interés propio fuera del de la emancipación del proletariado. La emancipación final del proletariado es necesariamente la emancipación de toda la humanidad. El proletariado no podría emanciparse completamente si no emancipara a la humanidad entera. La causa de la emancipación del proletariado es idéntica a la causa de la emancipación de todos los trabajadores, de todas las naciones oprimidas, de toda la humanidad, y es inseparable de ella. Por consiguiente, el interés del Partido Comunista es la emancipación del proletariado y de toda la humanidad, es el comunismo y el progreso social. Decir que el interés personal de un comunista está subordinado al interés del Partido supone decir que está subordinado a la causa de la emancipación de la clase y de la nación, al interés del comunismo y del progreso social.
El camarada Mao Tse-tung ha dicho:
"En ningún momento y en ninguna circunstancia puede un comunista poner en primer plano sus intereses personales; al contrario, debe subordinarlos a los intereses de la nación y de las masas populares. De ahí que el egoísmo, la desgana en el trabajo, la corrupción, el afán de figurar, etc., sean lo más despreciable, mientras que merezcan respeto el desinterés, el entusiasmo y la energía en el trabajo, la completa dedicación al deber público y el esfuerzo concienzudo y tenaz."[29]
Para juzgar de la fidelidad de un comunista al Partido, a la revolución, a la causa del comunismo, es necesario ver, si es capaz o no, en todas las circunstancias, de subordinar absoluta e incondicionalmente su interés personal al interés del Partido.
En todo momento y en toda cuestión, un comunista debe considerar ante todo el interés general del Partido y colocarlo en primer plano, por encima de sus problemas y de su interés personal. El interés del Partido por encima de todo, ése es el supremo principio que rige el pensamiento y la acción de un comunista. De acuerdo con este principio, cada comunista debe asegurarse de que, en sus pensamientos lo mismo que en sus actos, su interés personal se identifique completamente con el interés del Partido. Debe ser capaz, si hay conflicto entre ellos, de someter el primero al segundo, de sacrificarlo sin la menor vacilación y sin la menor repugnancia. Estar dispuesto a sacrificar sin vacilación alguna su interés personal e incluso su vida por el Partido y el proletariado, por la liberación nacional y la liberación de toda la humanidad, es la manifestación de lo que denominamos habitualmente tener el “espíritu de Partido”, la “noción de Partido” o el “punto de vista de la organización”. Es la manifestación más elevada de la moral comunista, del espíritu de principio del partido proletario y de la conciencia más pura de clase proletaria.
Los miembros de nuestro Partido no deben tener fines personales que sean independientes del interés del Partido. Sus fines personales deben siempre estar de acuerdo con el interés del Partido. Si el fin que se proponen es de estudiar la teoría marxista-leninista, acrecentar su capacidad de trabajo, crear organizaciones revolucionarias y guiar a las masas en las luchas revolucionarias victoriosas, si su fin es hacer más por el Partido, entonces este fin está en consonancia con el interés del Partido. Eso son los miembros y los cuadros que se necesitan en gran cantidad para el Partido. Pero fuera de este fin, los miembros del Partido no deben tener fines personales independientes, como adquirir una posición o adquirir gloria, hacer de héroes o ligarse a cualquier otra consideración individual; si no, se apartarían del interés del Partido y se convertirían incluso en arribistas.
Si un miembro del Partido no tiene en su cabeza más que el interés y los fines comunistas del Partido, si es verdaderamente desinteresado y no tiene ni consideraciones ni fines personales que estén divorciados del interés del Partido, si se dedica sin cesar a educar su conciencia política en la práctica revolucionaria y al estudio del marxismo-leninismo, los efectos serán los siguientes
En primer lugar, habrá una excelente moral comunista. Al tener una postura proletaria neta y firme, se mostrará leal hacia todos los camaradas, hacia todos los revolucionarios y hacia todo el pueblo trabajador y les testimoniará afecto, les ayudará sin reserva, los tratará en pie de igualdad y no se permitirá nunca el dañar a ninguno de ellos por interés. Sabrá sentir lo que sienten los otros, considerar los problemas de los demás poniéndose en su lugar, penetrar en sus dificultades. Por otra parte, sabrá combatir resueltamente a las termitas que corroen la humanidad, y sabrá luchar con perseverancia por la defensa de los intereses del Partido, del proletariado, de la liberación nacional y de la liberación de la humanidad. Será “el primero en preocuparse y el último en alegrarse”[30]. Sea en el Partido o en el seno del pueblo, será el primero en soportar los sufrimientos y el último en concederse algún placer, nunca comparará las condiciones materiales que le han dado con las que han acordado a otros, sino que se medirá con ellos en el trabajo revolucionario y en la resistencia en la lucha. En la adversidad, se lanzará audazmente adelante; en los momentos difíciles, hará su deber lo mejor que pueda. Tendrá la firmeza y la integridad revolucionaria de “aquel que no se deja ni corromper por las riquezas y los honores, ni envilecer por la pobreza y la humillación, ni someter por la autoridad y la fuerza”.[31]
En segundo lugar, será capaz del más grande coraje revolucionario. Libre de todo egoísmo, no tendrá nada que temer. No habiendo nunca “actuado contra su conciencia”, podrá desvelar y corregir con atrevimiento sus errores y sus insuficiencias, que serán como los “eclipses de sol o de luna”[32]. Seguro de la causa justa que defiende, no tendrá nunca miedo a la verdad; la sostendrá con coraje, la hará conocer a los otros y combatirá por ella. Si al actuar así sufriera daño por algún tiempo y, en la defensa de la verdad, se expusiera a toda clase de ataques, se atrajera la oposición y la crítica de la mayoría de la gente y se encontrara por ello reducido a un aislamiento temporal (y honorable), si tuviera que arriesgar incluso su vida, sabrá todavía, para defender la verdad, resistir a la corriente, sin dejarse arrastrar por ella.
En tercer lugar, sabrá mejor que nadie asimilarse la teoría y el método del marxismo-leninismo. Sabrá servirse de ellos para examinar los problemas con penetración, para captar y transformar la realidad. Al tener una postura proletaria clara y firme, y una formación marxista-leninista, estará libre de todo temor y de toda pretensión personal, de manera que nada vendrá a perturbar su observación de las cosas o a deformar su comprensión de la verdad. Buscará la verdad en los hechos, pondrá a prueba todas las teorías y distinguirá lo verdadero de lo falso en el curso de la práctica revolucionaria. Su manera de abordar el marxismo-leninismo no será ni dogmática ni empírica, unirá la verdad universal del marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución.
En cuarto lugar, será el más sincero, el más franco y el más dichoso de los hombres. Al no tener deseos egoístas, al no tener nada que ocultar al Partido, “nada que no pueda decir a los otros”, no se preocupará de las ganancias o pérdidas personales y no tendrá otra preocupación que la relativa a los intereses del Partido y de la revolución. Incluso cuando trabaje con toda independencia, sin ningún control, encontrándose así en condiciones de actuar mal, sabrá “vigilarse a sí mismo estando solo”[33], y no hará nada perjudicial. El trabajo que habrá hecho podrá siempre ser verificado, no temerá de ninguna manera el control. No tendrá miedo a la crítica y, al mismo tiempo, sabrá criticar a los otros con valor y con sinceridad.
En quinto lugar, tendrá el mayor respeto hacia sí mismo y el mayor amor propio. Por la causa del Partido y de la revolución, se mostrará, frente a los camaradas, como el más indulgente y el más tolerante, y estará dispuesto a “tolerar una injusticia por el interés general”. Si esto es necesario, soportará incluso toda clase de malentendidos y de humillaciones, sin experimentar la menor amargura.
No tendrá ni fines personales ni intenciones particulares que le lleven a adular a los otros, y no deseará tampoco que los otros lo adulen. Sabrá solucionar perfectamente sus problemas por sí mismo y no tendrá necesidad alguna de rebajarse a implorar la asistencia de los demás. Sabrá también, en interés del Partido y de la revolución, tener cuidado de sí mismo, elevar su nivel teórico y acrecentar sus capacidades. Pero si es necesario soportar humillaciones y asumir responsabilidades pesadas, para conseguir ciertos fines importantes del Partido, se encargará sin la menor duda de las tareas más difíciles y más importantes; no dejará nunca las dificultades a los otros.
Un comunista debe poseer las virtudes más grandes y más nobles del hombre, y mantenerse neta y firmemente en la posición del Partido y del proletariado (es decir, poseer el espíritu del Partido y el espíritu de clase). Nuestra moral es elevada precisamente porque es proletaria y comunista. Esta moral no está fundada en la salvaguardia de los intereses de tal o cual individuo o de un pequeño número de explotadores, sino en el interés del proletariado y de la gran masa de los trabajadores, en el interés de las grandes causas: la emancipación definitiva de toda la humanidad, la liberación del mundo de todos los males del capitalismo, la edificación de un mundo comunista dichoso y bello; está blindada en la teoría marxista-leninista del comunismo científico. A los ojos de un comunista, nada es más vano, nada se justifica menos que el consentir sacrificios por el interés de un individuo o de una pequeña minoría, pero nada hay más meritorio, nada hay más justificable que el consentir sacrificios por el Partido, por el proletariado, por la liberación de la nación, por la liberación de toda la humanidad, por el progreso social, por los intereses supremos de la inmensa mayoría del pueblo. Innumerables miembros de nuestro Partido han afrontado así, tranquilamente, la muerte, aceptando el último sacrificio sin la menor vacilación. La mayoría de los comunistas consideran que es completamente natural morir por una causa noble y dar su vida por la justicia, cuando lo exigen las circunstancias. Y no los empuja a ello un fanatismo revolucionario o una sed de gloria, sino su comprensión científica del desarrollo social y su alta conciencia política. En una sociedad de clases, no existe ninguna moral comparable a esta elevada y noble moral comunista. Una moral que pretende ser universal y al margen de las clases no es más que una mistificación; es, de hecho, una moral destinada a salvaguardar los intereses del pequeño número de explotadores. Esta concepción de la moral es siempre idealista. Sólo nosotros, comunistas, fundamos nuestra moral sobre la base científica del materialismo histórico y proclamamos públicamente que el fin de una tal moral es la de salvaguardar los intereses del proletariado y de la humanidad en la lucha por su emancipación.
El Partido comunista representa los intereses generales y a largo plazo del proletariado y de toda la humanidad en lucha por su emancipación; el interés del Partido representa esta causa bajo una forma condensada. No se debe considerar nunca al Partido comunista como un pequeño grupo corporativo que trata de satisfacer los intereses de sus miembros. El que tenga una opinión así no es un comunista.
Un miembro del Partido tiene sus intereses propios que pueden, en ciertos momentos, encontrarse en contradicción con el interés del Partido e incluso convertirse en antagónicos. En esos casos, debe sacrificar sus propios intereses sometiéndose sin reserva al interés del Partido; no debe alegar excusa alguna, no debe dar ningún pretexto para sacrificar el interés del Partido a sus propios intereses. En todo momento y en todas las circunstancias, debe luchar, con una completa entrega por el interés y el desarrollo del Partido; debe considerar como suyo todo éxito y toda victoria del Partido y del proletariado. Debe esforzarse por acrecentar sus capacidades y desarrollar sus talentos para ponerles al servicio del pueblo. Ahora bien, no puede hacerlo más que en la lucha por el progreso, por el éxito y por la victoria de la causa del Partido, y no puede trabajar en su desarrollo personal separándose de la lucha para hacer avanzar la causa del Partido. Por otra parte, los hechos han probado que sólo comprometiéndose en esta lucha con una completa dedicación es como un miembro del Partido puede esperar acrecentar sus capacidades y desarrollar sus talentos. De otra manera le es absolutamente imposible progresar y elevar su nivel. Así, el interés personal de un miembro del Partido debe y puede identificarse con el interés del Partido.
Un miembro de nuestro Partido no es un simple particular. Es un combatiente de vanguardia y consciente del proletariado. Debe ser el representante consciente de los intereses de clase y de la ideología de clase del proletariado. No debe, pues, nunca colocar su interés personal por encima del interés, del Partido y del proletariado. En cuanto a los cuadros y a los dirigentes del Partido, con más razón es necesario que sean encarnaciones vivientes de los intereses generales del Partido y del proletariado, y que funden por completo su interés personal en el interés y en los fines generales del Partido y del proletariado. En China, en las circunstancias actuales, el proletariado solo representa del modo mejor posible los intereses de la liberación nacional; los miembros de nuestro Partido deben, pues, ser los mejores campeones del interés de la nación en su conjunto.
Los miembros del Partido deben subordinar su interés personal al interés del Partido, y se exige de ellos que lo sacrifiquen por el interés del Partido, si fuese necesario. Sin embargo, esto no significó de ninguna manera que nuestro Partido no reconozca o quiera negar el interés personal de sus miembros, o incluso que tenga la intención de ahogar la personalidad de ellos. Cada uno de nuestros miembros tiene problemas personales que resolver y, además, tiene la necesidad de desarrollarse según su personalidad y sus aptitudes. Mientras que el interés del partido no quede lesionado, un miembro del Partido puede, pues, tener una vida privada y familiar, desarrollar su personalidad y sus aptitudes. Además, en la medida de lo posible, el Partido ayudará a sus miembros a desarrollar su personalidad y sus aptitudes conforme a su interés, les dará un trabajo apropiado, lo mismo que condiciones adecuadas, y les otorgará incluso recompensas. Y, en cuanto sea posible, el Partido tomará en consideración y protegerá los intereses esenciales de sus miembros; por ejemplo, les dará la posibilidad de instruirse y de estudiar, les ayudará a resolver los problemas que concernientes a su salud y a su familia y, en caso de necesidad, renunciará incluso a ciertas actividades, a fin de garantizar la seguridad de los camaradas que trabajan bajo un régimen reaccionario. Pero todo esto no tiene otra finalidad que el interés general del Partido. Para realizar las tareas del Partido, es necesario, en efecto, asegurar a sus miembros las condiciones indispensables de vida material, de trabajo y de instrucción que les permitan dedicarse a su tarea con toda tranquilidad y con entusiasmo. Al inclinarse sobre los problemas de los miembros del Partido, los responsables deben dirigir su atención a todos estos puntos.
Resumamos. Cada miembro del Partido debe, por su parte, someterse sin reserva al interés del Partido y consagrarse con abnegación a la cosa pública. No debe tener ni consideraciones ni fines personales que se opongan al interés del Partido. No debe pensar sólo en sí mismo, acosar al Partido con demandas personales o quejarse de que no se le haya hecho avanzar o que no le hayan concedido recompensas. En todas las circunstancias, debe estudiar con asiduidad, tratar de hacer progresos, luchar con coraje, elevar sin cesar su conciencia política y profundizar sin descanso en su comprensión del marxismo-leninismo, a fin de aportar una contribución más grande al Partido y a la revolución. Las organizaciones y los responsables del Partido deben, por su parte, darse cuenta, al examinar los problemas referentes a sus miembros, de las condiciones en las que éstos trabajan, viven y se instruyen, y darles la posibilidad de trabajar mejor por el Partido, de desarrollarse constantemente y de elevar sin cesar su conciencia política en el curso de las luchas revolucionarias del proletariado. En particular, hay que conceder una mayor atención a los camaradas que están realmente consagrados a la cosa pública. Sólo utilizando este camino, es decir, prestando atención a estos dos aspectos y armonizándolos, se podrá servir del mejor modo posible al interés del Partido.
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[ 29] Mao Tse-tung: “El papel del Partido Comunista en la Guerra Nacional”, Obras escogidas, t. II, pág. 204, Madrid, Fundamentos.
[ 30] Véase: Yue yang leu ki, por Fan Tchong-yen (989-1.052), bajo la dinastía de los Songo (Nota del autor.)
[ 31] Sacado de Mencius, libro III, “Teng Wen Kong”, parte II, (Nota del autor.)
[ 32] Véase: Conversaciones de Confucio, libro XIX, “TseTchang”, capítulo 21. “Las faltas de un sabio son comparables a los eclipses del sol o de la luna. Cuando aparecen, todo el mundo los ve; cuando los corrige, todo el mundo lo admira.” (Nota del autor.)
[ 33] Esta expresión, propia de la escuela de Confucio, significa que incluso solo se debe observar escrupulosamente los principios de la moralidad. El texto original se lee también en el libro El medio invariable: “Nada es más visible que lo que está oculto, nada está más manifiesto que lo que es mínimo. Por eso un sabio se vigila a sí mismo estando solo.” (Nota del autor.)