Escrito: 1930.
Publicado por primera vez: Artículo de A. I.
Uliánova-Elizárova para la recopilación Cartas a los
familiares, ediciones de 1931 y 1934. (Ed.)
Fuente de esta edicion: V. I. Lenin, Obras
Completas, Tomo 41, Editorial Akal.
Html: Rodrigo Cisterna, 2014
La correspondencia personal es importante para la biografía de un hombre y para presentarlo como individuo, porque lo muestra en su vida cotidiana, en sus relaciones con la gente, y de esa manera arroja luz sobre ciertos aspectos de su carácter, que su actividad científica y pública muestra insuficientemente o que simplemente no muestra; en todo caso, la correspondencia personal agrega nuevos rasgos a la descripción de su carácter. Aun cuando las cartas de Vladímir Ilich son generalmente muy breves y concisas, y están desprovistas de toda efusividad, cosa que nunca le gustó, así como no le gustaban otras formas de verbosidad aun cuando tras las cartas se siente al hombre de acción, acostumbrado a dedicar poco tiempo a todo lo personal, no obstante reflejan en mayor o menor medida el carácter de quien las escribe.
No hay que olvidar que la correspondencia fue mantenida en las condiciones que imponía la censura zarista, cuando había que estar preparado siempre para que las cartas fueran leídas por la policía, por lo cual debían ser particularmente breves y concisas. "Es muy difícil [... ] mantener correspondencia como uno quisiera" [2], escribía Vladímir Ilich a mi hermana María. Las cartas escritas con tinta simpática permitían más libertad. En ellas, además de los asuntos puramente prácticos, uno se encuentra con las últimas noticias del partido, de los congresos y conferencias, y con caracterizaciones precisas, en dos o tres palabras, de los hombres, partidos y tendencias trazadas por Vladímir Ilich, así como las expresiones agudas, definidas, que usaba en la conversación libre, corriente. Pero esas cartas tenían que ser destruidas de inmediato, una vez leídas, y, como es natural, ni una sola de ellas se ha conservado. Eran escritas entre las líneas de otras cartas o, más frecuentemente, en las interlíneas de libros, revistas o alguna otra publicación. Y cuando Vladímir Ilich acusaba recibo de los libros y escribía que recibió Dnievnik Siezda de técnicos o las separatas de los archivos y decía: "Gracias por todo, y especialmente a Aniuta por el último que es muy interesante"[3] quería decir que había recibido la carta secreta. Tampoco conservé las cartas escritas con tinta corriente, pero que no fueron enviadas a mi dirección personal, como por ejemplo las cartas que recibí en 1913-1914 en la oficina de la revista Prosveschenie, bajo un seudónimo que habíamos acordado. Y no siempre era conveniente conservar las cartas enviadas a mi dirección personal; recuerdo un par de ellas, que el mismo Vladímir Ilich me pidió que destruyera.
Hay que decir, respecto de las cartas contenidas en esta recopilación, que si bien estaban dirigidas a personas allegadas al autor-debido a lo cual trataban en su mayor parte de asuntos puramente familiares y de escaso interés general-, como los destinatarios eran personas allegadas a Vladímir Ilich no sólo por vínculos de sangre, sino también por sus convicciones, les escribía asimismo sobre las tareas, de suerte que muchas veces las cartas legales eran un complemento de las otras y, por lo tanto, formaban un eslabón en toda la cadena de la correspondencia. Vladímir Ilich, claro está, no escribía a nuestra madre sobre las tareas, pero al mismo tiempo, por supuesto, nada tenía que ocultarle, ya que sabía que ella compartía por entero sus esfuerzos revolucionarios y toda su labor. En consecuencia, en la mayor parte de los casos una carta dirigida a un miembro de la familia, estaba destinada a todos. Las que escribía a nuestra madre contenían a menudo encargos para nosotros: sus hermanas, su hermano y su cuñado, y solían ser leídas por todos los miembros de la familia; si alguien se encontraba en otra ciudad, a menudo se la reexpedían.
La significación de las cartas de Vladímir Ilich a sus familiares naturalmente es mayor porque fueron escritas en el cuarto de siglo en que surgió y se forjó nuestro partido, por cuya organización él tanto hizo.
La correspondencia más intensa y sustancial pertenece a los períodos 1897-1899 y 1908-1909, en los cuales se publicaron dos voluminosos libros de Vladímir Ilich: El desarrollo del capitalismo en Rusia y Materialismo y empiriocriticismo, porque esas cartas contenían encargos referentes a la edición de las dos obras, a la corrección de pruebas, etc. Aparte de esto, las cartas correspondientes al primero de esos períodos son de más contenido, y más frecuentes, pues fueron escritas cuando Vladímir Ilich estaba en el destierro en Siberia, situación en que la reclusión involuntaria y la falta de contacto con la vida del mundo exterior predisponen a escribir aun a las personas más retraídas. Las cartas escritas por él en dicho período, en especial las más detalladas, las que dirigía a nuestra madre, nos brindan un excelente cuadro de las condiciones en que vivía, sus inclinaciones y hábitos; en estas cartas se destaca, si puede decirse así, con mayor relieve como persona.
Además-y esto es lo más importante-, en sus cartas desde el exilio Vladímir Ilich demuestra que no está desligado de la vida, pues en ellas alude a problemas de la teoría y la práctica marxista más vitales de aquella época. Por las cartas vemos-- aunque en forma velada, la única forma posible-, su actitud hacia miembros del grupo "Emancipación del Trabajo", hacia Plejánov y Axelrod, su completo acuerdo con ellos y su profundo respeto hacia ellos, sus relaciones con ambos, tanto por carta como por las conversaciones que, cumpliendo sus indicaciones, mantuve con ellos durante mi viaje al extranjero en 1897. En esas cartas Vladímir Ilich señaló categóricamente que es del todo inadmisible "aislarse de la vida política", riesgo contra el cual Axelrod había prevenido ya. "Creo que en eso el autor tiene mil veces razón, en especial, contra los estrechos partidarios del 'economismo'" [4]. En cuanto a estos últimos, se refería a Máslov y Cía., es decir, a la Redacción del periódico Samarski Viéstnik, que acusaba a la revista Novóle Slovo, dirigida por Struve, de liberalismo y de simpatías por la burguesía. Vladímir Ilich consideraba que en esa época la tarea inmediata era no limitar la propaganda y la agitación sólo a la lucha económica. "Es importante impedir que se difunda la ilusión de que se obtendrá algo únicamente mediante la lucha contra los patronos", me dijo poco antes de su arresto. "Es necesario despertar, desde el comienzo mismo, la conciencia política de los obreros". Fue por esa razón que Vladímir Ilich, en completo acuerdo con el grupo "Emancipación del Trabajo", se puso del lado de Struve en sus diferencias con escritores de Samarski Viéstnik, como también lo hicieron Fedoséiev y Mártov, y escribió a Máslov y Cía. en defensa de Struve. Una de las cartas de Vladímir Ilich, según afirma Máslov, era de tono combativo, y terminaba con estas palabras: "Si quieren guerra, que haya guerra". En sus cartas de 1899, Vladímir Ilich habló repetidas veces contra los de Samara.
"En cuanto a los de Samara, dudo mucho de que hayan dicho una sola cosa inteligente (ya me escribieron sobre la acusación de 'simpatías burguesas')" (carta del 13 de febrero de 1899) [5] Respecto de la reseña del libro de Gvózdiev, escribe: "pero escribir el comentario no me agradó. No me gustó el libro; nada nuevo, lugares comunes, en algunos pasajes un estilo increíble". "Sería muy útil y muy interesante que se presentara la oportunidad de hablar de ello [del artículo sobre la herencia. A. E.] con quienes no se limitan a las teorías de Gvózdiev (¿leyó el libro sobre los kulaks? [6] En mi opinión es muy, muy débil)".[7]
En tanto que continuaba la lucha contra el "economismo", Vladímir Ilich, de acuerdo con Axelrod y Plejánov-quienes en 1895, en la época del primer viaje de Vladímir Ilich al extranjero, insistían en la necesidad de acabar con las discusiones entre los círculos y los populistas, romper el aislamiento, y pasar a la organización del partido político de los socialdemócratas-señala que Axelrod exagera en su folleto otro aspecto (las relaciones entre la democracia liberal y la democracia socialista en Rusia). Vladímir Ilich muestra que el autor no asigna suficiente importancia al carácter de clase del movimiento, que es demasiado benevolente con los agrarios frondistas, y que debía hablar de utilizarlos pero no de apoyarlos.
En estas cartas se expresa algo de la indignación de Vladímir Ilich ante la tendencia revisionista que apareció en aquella época: el libro de Bernstein, los artículos de los revisionistas alemanes publicados por la revista Neue Zeit y un artículo de Bulgákov. Sobre este último escribió: "Bulgákov me enfurece: ¡semejante absurdo, semejante absurdo absoluto y semejante eterna presunción profesional, ¿qué diablos es eso?..." "Deforma abiertamente a Kaustky." "Pienso escribir algo 'sobre el libro de Kautsky'" [contra Bernstein. A. E.] (véase la carta del 1.V.1899). [8]
Acerca de Bernstein, escribió lo siguiente: "Nadia y yo comenzamos en seguida a leer el libro de Bernstein; hemos leído más de la mitad, y a medida que avanzamos su contenido nos asombra cada vez más. Desde el punto de vista teórico es increíblemente débil. Hay repetición de las ideas de otro. Frases sobre la crítica, pero ningún intento de crítica seria, independiente. Prácticamente, es oportunismo [...] y además, oportunismo cobarde, pues Bernstein no quiere atacar el programa directamente [...]. Nos llenó de indignación la afirmación de Bernstein de que muchos rusos concuerdan con él [...] Resulta que todos nosotros nos hemos vuelto Viejos' y 'quedado atrás' en cuanto al 'nuevo lenguaje' [...] copiado de Bernstein. Pronto escribiré a Aniuta en detalle sobre este tema."[9]
Vladímir Ilich pide a su hermana María que le procure los informes del congreso del partido de Hannover (carta del 22.VIII. 1899), que debía realizarse en octubre. El problema principal, como es natural, era el de Bernstein. Cuando Vladímir Ilich envió su reseña del artículo de Bulgákov a Novóie Slovo (se publicó en Naúchnoie O&ozrerae) [10] [35o*** escribió: "La polémica entre nosotros, como es natural, es desagradable, y he procurado suavizar el artículo, pero, mantenerse tranquilo acerca de las diferencias no sólo es desagradable, es simplemente perjudicial; y además, no es posible mantenerse tranquilo acerca de las diferencias principales entre 'ortodoxia' y 'crítica' que aparecieron en el marxismo alemán y ruso". [11]
También lo indigna Tugán-Baranovski (carta del 20.VI. 1899): "He visto Naúchnoie Obozrenie núm. 5, y encuentro que el artículo de Tugán-Baranovski es monstruosamente tonto y absurdo: para refutar a Marx lo único que hace es modificar arbitrariamente la norma de plusvalía; supone un absurdo: un cambio en la productividad del trabajo sin un cambio en el valor del producto. No sé si vale la pena escribir sobre cada artículo absurdo; mejor será esperar a que el autor cumpla su promesa de desarrollarlo de modo más circunstanciado. En general soy adversario cada vez más decidido de la nueva 'orientación crítica' en el marxismo, así como del neokantismo (que ha engendrado, dicho sea de paso, la idea de que las leyes sociológicas están separadas de las económicas). Tiene mucha razón el autor de Beitrage zur Geschichte des Materialismus [12] , cuando declara que el neokantismo es una teoría reaccionaria de la burguesía reaccionaria, y cuando toma posición contra Bernstein".[13]
El segundo artículo de Vladímir Ilich-Algo más sobre la teoría de la realización [14]-estaba dirigido en lo fundamental contra Struve, cuya simpatía por el revisionismo era cada vez más evidente. Es cierto que la crítica que hace entonces Vladímir Ilich tenía todavía carácter fraternal, ya que criticaba a un camarada.
"Estoy terminando un artículo en respuesta a Struve. A mi juicio éste lo confunde todo y su artículo puede provocar no pocas incomprensiones entre los amigos y el júbilo malintencionado cíe los adversarios." (7.III) [15]
Pero a medida que pasó el tiempo surgieron temores más serios, que aparecieron en forma más marcada en sus cartas de ese año dirigidas a Potrésov (Léninski Sbórnik, núm. IV). Escribe también que ha comenzado a estudiar filosofía con los pocos libros de filosofía de que dispone.
Nadiezhda Krúpskáia escribe a nuestra madre (20.VI. 1899): "Volodia lee con dedicación todo tipo de filosofías (es ahora su ocupación oficial); Holbach, Helvetius, etc." [16]
Por último, estaba el documento conocido como el "Credo", posiblemente el acontecimiento político más importante de aquel período, y la respuesta a éste[17] redactada por 17 socialdemócratas; también esto se menciona en las cartas.
"Pronto escribiré más detalladamente[18] a Aniuta sobre el 'Credo' (asunto que a todos nos interesa e indigna)" (l.VIII. 1899) [19]
"Respecto del Credo der Jungen, quedé asombrado por la vacuidad de las frases. No es un credo, sino simplemente ¡un lastimoso montón de palabras! Escribiré más en detalle sobre ello (25.VIH.1899)"[20]
Yo envié a Ilich este documento, y por pura casualidad le di ese nombre. No le asigné importancia particular alguna, y en carta con tinta simpática le dije con la mayor brevedad: "Te envío un 'Credo' de los jóvenes".
Tiempo después, cuando el nombre llegó a ser aceptado y se comenzó a hablar del "Anticredo", me inquieté por haber exagerado la importancia del documento con ese nombre incorrecto, y le escribí a Ilich sobre ello con tinta simpática. Parece que no leyó ese pasaje de mi carta, pues cuando regresó del destierro y le dije que el documento no era el "símbolo de fe" de ningún grupo de jóvenes, sino que provenía de la pluma de dos autores, Kuskova y Prokopóvich, y que el nombre de "Credo" se lo había dado yo, Vladímir Ilich se sorprendió y preguntó: "¿Tú?" Pero después, tras un breve silencio, dijo que de todas maneras había sido necesario responder. Y así fue cómo el documento recorrió el mundo con ese nombre.
Así vemos que en las cartas desde el exilio a sus familiares Vladímir Ilich reaccionaba ante todos los problemas de más importancia de la vida del partido en aquella época; en esas cartas hay indicios del rumbo principal que él trazaba, el rumbo que permitiría evitar a un tiempo la estrechez del economismo, el riesgo de dispersión que significaba ofrecer favores a los liberales, y la atracción, puramente intelectual, hacia el revisionismo, y la crítica por la crítica. Mientras todavía estaba en el exilio seleccionó ya a los camaradas para la futura organización del partido y para la "literatura sin disfraz" [21], acerca de cuya necesidad escribió a Potrésov, y nombró para ocuparse de ella sólo a uno de sus camaradas de exilio, a Mártov, "el único que toma todo esto [las cuestiones de la revista y el partido] con energía y gran sinceridad". Esbozó, además, el plan de Iskra.
En las cartas de Vladímir Ilich correspondientes al período 1908-1909-fecha en que apareció su libro Materialismo y empiriocriticismo-hay también referencias a cuestiones generales, en especial al tema de su libro, aunque tales referencias son menos frecuentes que en las cartas enviadas desde Siberia, que eran, en general, mucho más detalladas. Los intentos de revisar el marxismo en el aspecto filosófico (encabezados en Rusia por Bogdánov y Lunacharski) indignaron a Vladímir Ilich no menos que la revisión política y económica de Bernstein. Advertimos que esta tendencia neokantiana en el marxismo lo impulsó ya, cuando todavía estaba en Siberia, a ponerse a estudiar filosofía. En los años de reacción posteriores a nuestra primera revolución, la tendencia representada por los "buscadores de Dios" lo impulsó a emprender seriamente el estudio de la filosofía, y a escribir un libro que analizase esta desviación del marxismo.
"Mi enfermedad ha retrasado considerablemente mi trabajo sobre filosofía-escribió a su hermana María Ilínichna el 13. VII. 1908-. Pero ahora ya estoy casi del todo repuesto, y escribiré el libro sin falta. He trabajado mucho acerca de los machistas, y creo haber desentrañado toda su indecible trivialidad (y también la del 'empiriomonismo')"[22]
Vladímir Ilich se indignaba terriblemente por el " clericalismo", término que utilizaba para cualquier búsqueda de Dios y cualquier otra tentativa de introducir en el marxismo, bajo una u otra forma, las concepciones religiosas. A causa de la censura, propuso remplazar en todos los lugares la palabra "clericalismo" por "fideísmo", con una nota aclaratoria ("Fideísmo: doctrina que pone a la fe en lugar del conocimiento, o por extensión, que atribuye importancia a la fe"). [23]
En el libro apareció así. En el manuscrito la frase a la cual se agregó esta nota dice lo siguiente: "Apoyándose en todas estas supuestas novísimas doctrinas, nuestros destructores del materialismo dialéctico llegan intrépidamente hasta el clericalismo directo (en Lunacharski se ve esto con la mayor claridad, ¡mas no es él el único, ni mucho menos!)". Y Vladímir Ilich atacó inflexiblemente a estos "destructores"; me pidió que no suavizara nada de lo que se refería a ellos; y me resultó difícil lograr que admitiera suavizar ciertas cosas a causa de la censura.
"Será necesario sustituir 'crea mentalmente'... diremos, por eufemismo, 'ideas religiosas' o algo semejante."[24]
Esta expresión aparece en el manuscrito con la siguiente formulación: "Los hombres pueden pensar y proyectar mentalmente para sí mismos cualquier clase de infiernos, toda especie de demonio. Lunacharski hasta proyecta mentalmente para sí un dios". En los momentos en que no se aplicaba la censura me escribió: "Por favor, no suavices nada en las partes contra Bogdánov, Lunacharski y Cía. No hay que suavizar. Eliminaste el pasaje en que se dice que Chernov es un adversario 'más honesto' que ellos, y es una gran lástima. El matiz que has dado no es el que yo quiero. Ahora no hay una total consecuencia en mis acusaciones. Lo fundamental es que nuestros machistas son deshonestos y enemigos ruines y cobardes del marxismo en filosofía". Más adelante dice: "Te ruego no suavices los pasajes contra Bogdánov y el clericalismo de Lunacharski. Con ellos hemos roto definitivamente. No hay por qué suavizarlos ni vale la pena (9.III. 1909).
"¡En especial no suprimas a Purishkiévich y a los otros en la parte sobre la crítica del kantismo!", escribe el 21 de marzo. [25]
Ilich comparaba a los machistas con Purishkiévich porque este último afirmó una vez que era más consecuente y decidido en la crítica a los kadetes que los marxistas, en tanto que los machistas aseguraban ser más consecuentes y decididos en la crítica a Kant que los propios marxistas. Pero, señor Purishkiévich, le dice Lenin, "ustedes han criticado a los kadetes porque son demasiado demócratas, mientras que nosotros los hemos criticado porque no son bastante demócratas. Los machistas critican a Kant porque es demasiado materialista, y nosotros lo criticamos porque no es bastante materialista. Los machistas critican a Kant desde la derecha, y nosotros desde la izquierda" (Obras, t. XIII, pág. 163). [26]
Cuando más tarde me envió el complemento aj § 1 del capítulo IV de ¿Desde qué lado abordó N. G. Chernishevski la crítica del kantismo?, me escribió: "Considero sumamente importante contraponer Chernishevski a los machistas"[27]. Vladímir Ilich mencionaba el aspecto político de las divergencias conocidas en esos días como divergencias con el grupo de "Vperiod" en sus cartas legales, en dos palabras: "El estado de nuestros asuntos es lamentable: probablemente habrá una Spaltung [una división. A. E.]; confío en que dentro de un mes o mes y medio podré darte datos precisos al respecto, por ahora no podemos pasar de las conjeturas" (26.V) [28]. De esa división se habla más en detalle en el Comunicado sobre la Conferencia de la Redacción ampliada de "Proletarf, y en las resoluciones respectivas: punto 5. Acerca de la separación del camarada Maxímov (Bogdánov),' y punto 4. Acerca de la escuela del partido que se organiza en él extranjero en N. N. (Capri), respecto de la cual la Redacción ampliada de Proletari se eximió de toda responsabilidad "en virtud de que los iniciadores y organizadores de la escuela de N. N. son exclusivamente representantes del otzovismo, el ultimatismo y la ' construcción de Dios" (junio-1909, Obras, t. XIV, págs. 89-103).[29]
En las cartas de los años siguientes-por lo común más espaciadas-, se refiere aun menos a problemas sociales.
Los primeros años de la segunda emigración, particularmente grises y penosos, fueron una triste experiencia para Vladímir Ilich. Tuve ocasión de comprobarlo cuando lo visité en París, en el otoño de 1911. Parecía menos vivaz que de costumbre. Un día que paseábamos juntos, me dijo: "Me pregunto si lograré vivir hasta la próxima revolución". La triste expresión de su rostro me recordó la fotografía que en 1895 le tomó la policía secreta. Eran tiempos de profunda reacción. Comenzaban a advertirse sólo unos pocos síntomas de resurgimiento, como por ejemplo la aparición de Zvezdá y Mísl.
En su carta del 3 de enero de 1911, se advierte una nota de satisfacción: "Ayer recibí el núm. 1 de Zvezdá de Rusia, y hoy, el núm. 1 de Misl. ¡Qué alegría! [...] ¡Es realmente un placer!" [30]
Su depresión se acentúa, como es natural, a causa de las " particulares discordias" que ejercieron una mala influencia sobre el trabajo; Vladímir Ilich escribió acerca de esto en 1910, pensando en las divergencias que existían entre el Buró del CC en el extranjero y el grupo de "Vperiod". De ese "período tan lleno de discordias" habla en su carta del 3 de enero de 1911, en la que, además, se disculpa ante mi marido por no ser puntual en las respuestas a sus cartas.
En el otoño de 1912, fecha en que se trasladó a Cracovia, puede verse por sus cartas que su estado de ánimo mejoró considerablemente. Escribo que se siente mejor que en París, que sus nervios descansan, que había más trabajo literario y menos discordias. La colaboración en Pravda, la mejor situación en los círculos obreros y en la labor revolucionaria, ejercen sobre él, como es, de suponer, una influencia benéfica. Las discordias disminuyen notablemente y Vladímir Ilich escribe que la actitud de Gorki hacia nosotros es menos hostil. Poco tiempo después, como se recordará, Gorki se incorpora a la Redacción de la revista bolchevique Prosveschenie.
Vladímir Ilich escribió sobre la propuesta de que Pravda publicara folletos; decía que veía más gente de Rusia y parecía sentirse más cerca de Rusia; invitó a mi esposo, Mark T. Elizárov, a pasar una temporada en Zakopane; donde descansaba, diciéndole que había trenes directos desde Varsovia; me invitó también a mí, y señaló que de la zona limítrofe podía hacerse el viaje por treinta kopeks.
En general se mostraba satisfecho con Cracovia, y escribió que no pensaba trasladarse a otro lugar: "tal vez la guerra nos corra, pero yo no creo mucho en la guerra", agrega. [31]
En el otoño de 1913 me trasladé a Petersburgo; estaba empleada en la revista bolchevique Prosveschenie, la revista Rabótnitsa y también en Pravda. En esa época, además de las cartas con tinta simpática, mantuve con Vladímir Ilich frecuente correspondencia sobre asuntos literarios, dirigida a la oficina de Prosveschenie, a nombre de Andrei Nikoláievich. De esa correspondencia oficial sólo he podido recuperar hasta ahora dos cartas que fueron copiadas por la policía y que no se incluyen en esta recopilación de cartas a los familiares.
Durante la guerra, claro está, las cartas fueron menos frecuentes, y muchas se extraviaron. En las pocas que se han conservado, incluso en las tarjetas postales, Vladímir Ilich hablaba de las cuestiones más penosas. En una tarjeta postal del 1.II. 1910 decía: "Estos últimos tiempos fueron para nosotros muy ' tempestuosos', pero han terminado en un intento de paz con los mencheviques; [... ] Hemos cerrado el periódico fraccionista, y tratamos de impulsar con más fuerza la unidad. Veremos si lo logramos..." [32]
La tarjeta de fecha 24.III. 1912 dice: "Entre los nuestros hay aquí peleas e insultos de unos a otros como no los había hace tiempo, o tal vez nunca hubo tantos. Todos los grupos y subgrupos se han alzado contra la última conferencia y sus organizadores, de modo que el asunto fue tan lejos que hubo trompadas en las reuniones de aquí". [33]
En una carta de fecha 14.XI. 1914, escribió: "Es muy triste observar el crecimiento del chovinismo en una cantidad de países y ver tales actos traidores como los de los marxistas alemanes[34](y no sólo los alemanes), o seudomarxistas [...]. Es perfectamente comprensible que los liberales vuelvan a alabar a Plejánov; se ha hecho totalmente digno de ese ignominioso castigo [...]. He visto el vergonzozo e infame número de Sovremienni Mir [...] ¡Vergüenza! ¡Vergüenza![...]". [35]
La correspondencia oficial escrita con tinta simpática fue más intensa en esos años, en tanto que se redujo mucho toda la correspondencia con el CC; en la única tarjeta postal que se conserva, de 1915, Vladímir Ilich escribe: "agradecemos mucho, muchísimo a Aniuta por el libro, la interesantísima colección de publicaciones pedagógicas y la carta"[36]. La colección de publicaciones pedagógicas era, por supuesto, "interesantísima", por lo que estaba escrito entre líneas, con tinta simpática.
En las cartas de Vladímir Ilich a sus familiares, por lo tanto, vemos sus comentarios sobre la lucha que sostuvo toda su vida por la interpretación acertada del marxismo y por su aplicación acertada en las distintas etapas de desarrollo del movimiento proletario.
Intentaré ahora, sobre la base de estas cartas, sacar algunas conclusiones, señalar brevemente los aspectos de la personalidad de Vladímir Ilich, los rasgos de su carácter que, en mi opinión, se destacan en las cartas a sus familiares.
En primer lugar, advertimos (y esto ha sido mencionado en las reseñas de las cartas de Vladímir Ilich publicadas en parte en Proletárskata Revoliutsia) la estabilidad de su afecto, su constante e invariable actitud hacia la misma gente en el curso de muchos largos años. Es cierto que se trata de parientes cercanos, pero en esas cartas se destacan claramente la estabilidad de su afecto, la firmeza y estabilidad de su carácter. Por las mismas cartas podemos ver la estabilidad de sus convicciones y la confianza en su causa. En las cartas de Vladímir Ilich a sus allegados, esas personas con quienes se puede ser más franco, no hay la menor vacilación o duda; ni la menor tendencia a desviarse en cualquier otra dirección.
Tampoco vemos signos de lamentos y de desaliento-tal conducta era, en general, ajena a su carácter-ni queja alguna por su situación, ya se trate de la cárcel, el exilio en Siberia o en el extranjero; ni siquiera una nota amarga en sus descripciones. Por supuesto, esto se debía también al hecho de que gran parte de las cartas estaban dirigidas a nuestra madre, que tanto había sufrido a causa de sus hijos, hecho del cual Vladímir Ilich, que amaba y respetaba profundamente a su madre, comprendía totalmente. Él sentía que su propia actividad causaba a su madre mucha inquietud y dolor, y, en lo que de él dependía, trataba de hacerle las cosas más llevaderas.
Su energía se sentía asimismo en las cartas dirigidas a otros miembros de la familia, incluso a los que en diversas épocas no vivían con nuestra madre. Recuerdo, por ejemplo, las cartas que me escribió entre 1900 y 1902-cuando yo vivía en el extranjero-, y que naturalmente me vi obligada a destruir antes de regresar a Rusia. Recuerdo que sus cartas eran siempre vivificantes y un antídoto contra toda depresión o nerviosidad; inspiraban entusiasmo y reanimaban moralmente. Pero su seguridad en sí mismo no aplastaba a los demás, trasmitía energía e impulsaba hacia la plena realización personal. Sus agudas bromas infundían la alegría de vivir, y eso era el mejor lubricante para cualquier tarea. Sus cartas revelan gran sensibilidad por el estado de ánimo de la otra persona, y una solicitud amistosa, de camarada hacia ella; esto puede verse en la preocupación por su madre y por los otros miembros de la familia, y en la preocupación por sus camaradas, en las preguntas que les hace o en los pasajes en que habla sobre ellos, en las cartas que envía desde la cárcel, desde el exilio o desde el extranjero (ver, por ejemplo, sus cartas del 15.III y 5.IV, 1897).
Al mismo tiempo se advierte la sencillez y naturalidad de Vladímir Ilich, su gran modestia, la total ausencia no sólo de presunción o vanidad, sino de intento alguno de hacer valer sus méritos, o de alardear; y esto era en su juventud, cuando alardear es, en alguna medida, natural en una persona con talento. Durante largo tiempo no estuvo de acuerdo con que su monografía extensa, fundamental, se titulase El desarrollo del capitalismo en Rusia; decía que "debería ser más modesto, que [...] es demasiado audaz y amplio y promete demasiado" (carta del 13.11.1899), y que el argumento de que con dicho título el libro se vendería mejor "es algo más que no me gusta" (10.1.1899). [37]
Todo el trabajo que dedicó al estudio de materiales para su libro sobre filosofía y para otras obras, mientras estaba en la cárcel, en el exilio y más tarde en el extranjero, el escribir folletos y artículos legales e ilegales, muchos de los cuales se perdieron, todo eso lo consideraba como algo perfectamente natural y normal. También aquí se ve su tremenda laboriosidad, su natural firmeza y tenacidad al realizar cualquier trabajo que hubiera iniciado. Los plazos fijados para El desarrollo del capitalismo en Rusia o para algunos capítulos del libro, fueron, por lo general, estrictamente observados como puede verse en las cartas que se publican más adelante. Puesto que era exigente consigo mismo era, naturalmente, exigente con los demás. Siempre daba muchas indicaciones e insistía en que se cumplieran; educó a todos los que en cual: quier época trabajaron con él en la exactitud y la escrupulosidad que le eran propias. A Vladímir Ilich siempre le desagradó la falta de puntualidad, los atrasos en el trabajo, en el cumplimiento de las indicaciones, en la correspondencia. En sus cartas del exilio critica a Struve por no contestarle oportunamente; en las cartas de 1908 a 1909 se manifiesta descontento porque el camarada Skvortsov-Stepánov ha corregido mal las pruebas de Materialismo y empiriocriticismo, de las que se había hecho cargo, etc.
Por las cartas de Vladímir Ilich podemos ver también su gran modestia, su total falta de pretensiones en la vida, su capacidad de conformarse con poco. Cualesquiera fueran las condiciones que le deparaba el destino, siempre escribía que nada necesitaba, y que se alimentaba bien, fuera en Siberia, donde sólo disponía de ocho rublos mensuales para subvenir a todas sus necesidades; o cuando vivía en el extranjero, donde durante nuestras raras visitas pudimos comprobar siempre que su alimentación distaba mucho de ser suficiente. El hecho de que la situación lo obligara a aceptar por más tiempo del que es habitual la ayuda financiera de su madre, en vez de ser él quien la ayudase, lo preocupó siempre. El 5 de octubre de 1893 escribe "el desembolso sigue siendo excesivo: 38 rublos por mes. Por lo visto no he vivido con prudencia: en un viaje en coche de caballo, por ejemplo, gasté un rublo 36 kopeks. Cuando me adapte al lugar es posible que gaste menos". [38] Posteriormente también estaba preocupado y pidió a nuestra madre que no le enviara dinero y que no economizara dinero de la pensión que ella recibía, cuando se enteró de que eso era lo que ella quería hacer al saber, por una carta dirigida a alguno de nosotros, que Vladímir Ilich pasaba estrecheces económicas (carta del 19.1.1911).
También lo turbaba tener que recibir dinero del partido cuando los ingresos que obtenía por escribir no le alcanzaban para vivir. "Has comenzado a recibir una 'pensión'", dice con cierta amargura en una carta, repitiendo una broma de Nadiezhda Krúpskaia (15.11.1917), cuando recibía dinero de Rusia. [39]
Por razones de economía procuraba utilizar libros de las bibliotecas siempre que era posible. Apenas gastaba en diversiones: asistía tan rara vez a los teatros o conciertos (véase carta del 9.II. 1901), que ello en nada afectaba su presupuesto. Vladímir Ilich, en verdad, preferiría la actividad al aire libre a las formas sociales de recreación, donde había mucha, gente. "Aquí -escribe desde Stjernsund (Finlandia), al regresar del V Congreso del partido-se puede descansar magníficamente: baños, caminatas, sin gente, sin trabajo. Sin gente y sin trabajo: esto es lo mejor para mí" (27. VI. 1907). En otra carta de Siberia, de 1897, dice que caminar le causa placer, aunque tiene que caminar cinco verstas por día, es decir, cerca de una hora de marcha. [40]
Con la mochila en la espalda, él y su esposa hacían caminatas, vagabundeaban por las montañas y los pasos de Suiza. Escaló los Alpes y en la época en que vivía en las afueras de Cracovia, escaló los montes Tatra. Pero no lo atraen sólo esas destacadas bellezas de la naturaleza; muchas veces recorre en carruaje o a pie los alrededores de grandes ciudades, como Londres o Munich. "Somos los únicos de todos los camaradas que están aquí, que exploramos todos los alrededores de la ciudad. Hemos descubierto varios lugarcitos' en el campo y conocemos los que están cerca y nos preparamos para llegar hasta los más alejados." [41] "Nos metemos en lugares tan alejados, a los que ni uno solo de los exiliados llega." Le interesaban los deportes: la caza, el patinaje, los paseos en bicicleta, así como el ajedrez; se dedicaba a estos pasatiempos con toda la ingenuidad de un joven, o incluso de un muchacho.
Algunas de las descripciones de sus paseos por las 'montañas, por ejemplo a Saléve, cerca de Ginebra, o a su Shu-Shu-Shu de Siberia, aunque breves, están llenas de colorido.
En las cartas hay también pruebas de la capacidad de Vladímir Ilich para aprovechar de la mejor manera posible el momento que vive; en la cárcel, en el exilio o en los peores tiempos de su residencia en el extranjero ahonda en problemas científicos y teóricos, erige y refuerza, por así decir, las bases científicas de la causa a la que consagró su vida-trabajar por la revolución proletaria-incluso en los períodos en que el destino determinaba que debía permanecer más o menos al margen de una participación directa. Y cuando la vida lo puso en contacto más estrecho con la gente-en el campo, en el curso de sus viajes, en los trenes-, demostró su capacidad para captar la realidad, para comprender a las masas, para remontarse de los hechos pequeños a las generalizaciones, para encontrar y consolidar la línea que conduce de la teoría y de los ideales generales de la vida a la vida tal cual es, y a la inversa. Demostró su capacidad para recoger impresiones de todas partes, de todas las conversaciones, de las cartas. Vemos con qué avidez esperaba las cartas que simplemente describen la vida que nos rodea sin proponerse alcanzar finalidad alguna de orden general, qué avidez tenía de ellas y cómo insistía en que se las enviaran con más frecuencia.
Y, por último, vemos en estas cartas la capacidad de Vladímir Ilich para mantener la serenidad y el equilibrio, tanto durante la época que pasó en la cárcel como después (ver la carta a nuestra hermana María del 19.V. 1901, en la que le da consejos); cómo, después de la cárcel o de diversas conmociones sociales y políticas que minaban ese equilibrio, hacía decididos esfuerzos para restablecer la normalidad. Comprendía cuan indispensable le era ese equilibrio para la labor política o intelectual que era el objetivo de su vida. Por el mismo motivo pasó sus tres años de destierro en Shúshenskoie y nunca solicitó el traslado a una ciudad, como lo hacía la mayoría de los desterrados. Escribió que las visitas periódicas a la ciudad eran más agradables que residir allí. Respecto del suicidio de Fedoséiev, escribe: "Nada peor en el destierro que estas 'historias' de desterrados". "¡No me desees en Shushu la compañía de camaradas representantes de la intelectualidad!" (24.1.1898). [42]
Al concluir esta breve indicación de los rasgos y peculiaridades del carácter de Vladímir Ilich, que, en mi opinión, surgen de las cartas a los familiares que publicamos en este volumen, espero que ellas contribuirán a que el lector logre una imagen más clara y un conocimiento más cercano de Vladímir Ilich como persona.
A. Uliánova-Elizárova
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NOTAS
[1] Artículo de A. I. Uliánova-Elizárova para la recopilación Cartas a los familiares, ediciones de 1931 y 1934. (Ed.)
[2] Véase el presente tomo, carta 251. (Ed.)
[3] Véase el presente tomo, carta 42. (Ed.)
[4] Véase V. I. Lenin, ob. cit., t. XXXVII, pág. 18, nota al pie. (Ed.)
[5] Véase el presente tomo, carta 76. (Ed.)
[6] Gvózdiev, R. Los kulaks usureros, su significado social y económico. S. Petersburgo, 1899.
[7] Véase el presente tomo, cartas 74 y 79. (Ed.)
[8] Véase el presente tomo, cartas 85 y 87. (Ed.)
[9] Es decir, con tinta simpática. (Véase el presente tomo, carta 98. Ed.)
[10] El artículo de Lenin El capitalismo en la agricultura (El libro de Kautsky y el artículo del señor Bulgákov) (véase V. I. Lenin, ob. cit., t. IV) fue enviado a la revista Náchalo, y se publicó en la revista Zhízn en enero-febrero de 1900. (Ed)
[11] Véase el presente tomo, carta 87. (Ed.)
[12] Plejánov.
[13] Véase el presente tomo, carta 90. (Ed.)
[14] Véase V. I. Lenin, ob. cit., t. IV. (Ed.)
[15] Véase el presente tomo, carta 80. (Ed.)
[16] ídem, "Cartas escritas por N. K. Krúpskáia", carta 16. (Ed.)
[17] Véase V. I. Lenin, ob. cií., t. IV, págs. 169-184. (Ed.)
[18] Quiere decir con tinta simpática.
[19] Véase el presente tomo, carta 92. (Ed.)
[20] ídem, carta 97. (Ed.)
[21] La interpretación que Kámenev da a estas palabras en el prólogo a las cartas de Lenin y en la nota 41 (Léninski Sbómík, núm. IV, pág. 19) es, evidentemente, errónea. Por 'literatura disfrazada" se entiende, corno es de suponer, no la literatura liberal, que se oculta bajo el ropaje de la socialdemocracia, sino nuestra propia literatura socialdemócrata, que a causa de la censura se ve obligada a tomar forma legal, es decir, debe haber literatura socialdemócrata ilegal así como legal. Este pasaje no trasunta la necesidad de establecer una diferencia entre nosotros y los "liberales disfrazados". No cabe otra manera de comprenderlo.
[22] Véase el presente tomo, carta 166. (Ed.)
[23] Véase V. I. Lenin, ob. cit., t. XIV, pág. 19, nota al pie. (Ed.)
[24] Véase el presente tomo, carta 175. (Ed.)
[25] ídem, carta 184. (Ed.)
[26] Véase V. I. Lenin, ob. cit., t. XIV, pág. 212. (Ed.)
[27] Véase el presente tomo, carta 185. (Ed.)
[28] ídem, carta 191. (Ed.)
[29] Véase V. I. Lenin, ob. cit., t. XV, págs. 445-482. (Ed.)
[30] Véase el presente tomo, carta 215. (Ed.)
[31] ídem, carta 229. (Ed.)
[32] Véase el presente tomo, carta 204. (Ed.)
[33] ídem, carta 222. (Ed.)
[34] Los socialdemócratas alemanes que el 4 de agosto de 1914 votaron los créditos de guerra.
[35] Con el artículo de lordanski: ¡Obtendremos la victoria! (Véase el presente tomo, carta 252. Ed.)
[36] Se han conservado dos tarjetas postales, véase el presente tomo, carta 255. (Ed.)
[37] Véase el presente tomo, cartas 76 y 69. (Ed.)
[38] Véase el presente tomo, carta 1. (Ed.)
[39] Véase el presente tomo, carta 261. (Ed.)
[40] Id., ibíd., cartas 155 y 19. (Ed.)
[41] Id., ibíd., carta 148. (Ed.)
[42] Véase el presente tomo, cartas 53 y 38. (Ed.)