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Fuente del texto: Rebelión (https://rebelion.org),
quien lo publicó con el permiso de la autora bajo una licencia de Creative
Commons CC
BY-NC-ND 2.5 ES, 6 de julio de 2009.
Esta edición: Marxists Internet Archive, agosto 2022.
Se publica aquí por cortesía de Michael Lebowitz y Camila Piñeiro Harnecker.
Perdonen por haber llegado tarde, vengo llegando de San Salvador, donde asistí a la asunción del mando de presidente del FMLN, Mauricio Funes. Yo estoy en este país por ser crítica. No se si ustedes saben que cuando yo le hice la entrevista al presidente Chávez -que fue publicada bajo el nombre Hugo Chávez Frías: Un hombre un pueblo-, aproveché, como aprovecho en general en mis entrevistas, de hacer las preguntas desde las dudas y la crítica de la izquierda y, además, aproveché para trasmitirle las criticas que en aquel momento recogí del pueblo y de intelectuales. Fue entonces cuando el presidente me dijo: «Quiero que vengas para acá, porque quiero tener gente crítica a mi lado» Qué quiero decir con esto, que hay de parte de él la voluntad de recibir críticas y lo que yo he hecho todos estos años es mandarle papeles. Ustedes saben que el presidente no es una persona que trabaje con un equipo de asesores, yo aparentemente soy asesora, pero de hecho no lo soy. Yo solamente mando papeles y anda a saber tú si los lee y anda a saber tú si los toma en consideración.
Quiero decirles que hay una gran coincidencia entre lo que ustedes han planteado aquí y lo que yo he ido transmitiendo. Por supuesto que lo he hecho en forma personal, no he participado en la prensa y creo que no debería hacerlo porque, en primer lugar yo soy una chilena apasionada de este proceso y creo que son los venezolanos y venezolanas los que los que lo están construyendo y yo soy como registradora de lo que ocurre. Esa es mi vocación y por eso escribo tantos libros testimonio porque recojo lo que se hace en distintos países.
Yo quería solamente decir dos cosas. Una cosa sobre la cual ya Carmen Bohórquez intervino: yo no estoy de acuerdo y me meto en este tema, porque es mi tema fuerte, con la intervención de la compañera Iraida. Es común que nosotros encontremos en América latina un rechazo en los sectores más radicales de izquierda al estado. Todo lo que es estado, lo que es gobierno, es de partida malo y yo creo que tenemos que distinguir entre los gobiernos que quieren apoyar a sus pueblos en la lucha por su liberación y gobiernos que son un freno para esos procesos.
Todos los gobiernos de izquierda de América
latina, como ustedes han señalado, están trabajando con un aparato burocrático
terrible que heredan pero eso no quiere decir que desde el estado, desde el
gobierno, no se puedan hacer cosas y yo creo que este proceso ha avanzado tanto
porque ha habido un gobernante que ha querido crear dos cosas: espacios de
participación y poder popular.
Yo digo que la participación no se decreta desde arriba, la participación en un
proceso de transformación cultural y por eso es que es tan fundamental y ha sido
un estímulo muy grande en América Latina cuando hemos tenido gobernantes locales
o nacionales que asumen que es necesario crear espacios de participación para
lograr eso y crear equipos que colaboren facilitando esa participación, porque
así como no se decreta la participación tampoco nace espontáneamente en la mayor
parte de los casos, requiere de facilitadores. Por desgracia muchas veces se
considera importante dedicar recursos para obras de infraestructura, y no para
pagar el salario de los facilitadores.
Ahora, para mí el gobierno, el estado, debe tener un papel de facilitador de la participación popular, no de suplantador, no de director. Por eso yo quiero hacer un reconocimiento al Ministerio de las Comunas que ha planteado escuchar las experiencias de comunas ya existentes, aprender de ellas. Y que ha planteado que las comunas no se decretan y hay que respetar los procesos de construcción de la gente. Pero hay contradicciones en su propuesta porque, al mismo tiempo que se dice eso, está el Frente Francisco de Miranda conformando las Salas de Batalla Social y ahí tendríamos que discutir y tendríamos que aclarar qué papel juega ese Frente y si esas Salas de Batalla Social que se imponen en las comunidades con la idea de que hay que facilitar los procesos en las comunidades no están ejerciendo una función de tutelaje en lugar de simple facilitadores de los procesos.
Por otra parte, Vladimir Acosta dijo algo en lo que yo siempre he insistido mucho: no podemos confundir el popular con la militancia política. El partido es una cosa y el poder popular es otra. Yo digo que el rojo puede ser el color del partido pero no puede ser el color del poder popular ni debería ser el color de los ministerios. Una de las cosa que a nosotros nos extraña y a los extranjeros supongo que les chocará muchísimo, especialmente en Europa, es que el estado sea el instrumento con el cual se construye el partido. Eso es algo absolutamente contradictorio con nuestra visión de partido.
Hay una cosa que me parece no se ha tocado salvo que se haya tocado ayer en la mañana, que es el gran problema de las metas y los tiempos. Yo creo que los procesos democráticos requieren maduración, requieren tiempo, pero aquí lo que pasa es que nos ponemos metas enormes y tiempos escasos, entonces tenemos a toda la gente corriendo para cumplir esas metas. Hay un tareísmo terrible y no hay posibilidad de pensar estratégicamente y de ir permitiendo que maduren las cosas. Cuando tú estás trabajando en un proceso de transformación viene la intervención del estado que, muchas veces, rompe ese ritmo de maduración, apresura el proceso.
Y respecto a eso déjeme decirles que yo creo que la idea de los consejos comunales es una idea excelente y que el Presidente tiene clarísimo que tiene que construir fuerza social construyendo política, porque algunos piensan que construir fuerza es tener cargos, ganar cargos. Pero para construir esa fuerza social, ella tiene que construirse a través de un determinado tiempo de maduración, y es allí donde vienen las metas que rompen esa maduración. Llegan, por ejemplo, los gabinetes móviles, había que elaborar proyectos en cinco días, en lugar de que el proceso de conformación de los consejos comunales fuese un proceso de al menos tres meses -como pensábamos algunos que participamos de la idea inicial- se reduce a dos asambleas y listo: una para instalar la comisión promotora y otra para elegir a las voceras y voceros. A ello se debe el que se vayan deformando los procesos, van muriendo experiencias extraordinarias.
Yo digo que aquí ustedes, que el presidente, han tenido tantas ideas extraordinarias, pero al examinar las ideas y ver la realidad, es decir, la aplicación de esa idea, ves que hay un abismo entre una y otra.
Y hay una última cuestión: yo digo que ustedes tienen el culto de la improvisación. Yo vine acá al primer evento de solidaridad después del golpe y me acuerdo que fue organizado en 15 días, y resultó, vinieron bastantes intelectuales y aquí me decían: «Ves como aquí en Venezuela nosotros organizamos las cosas así, en 15 días, cuando en otras partes del mundo con América Latina los eventos se preparan con seis meses de antelación. Pero no se piensan cuánto mejores hubiesen sido esos resultados si se hubiesen hecho las cosas en forma más planificada.
Y yo siento una gran tristeza de ver cuántas ideas maravillosas se frustran por este tipo de cuestiones porque aquí hay un potencial tan grande, hay un presidente que tiene unas ideas extraordinarias, pero falta el tiempo para madurarlas, el tiempo para concretarlas.
Yo creo que el papel de los intelectuales acá es muy importante para apoyar esos procesos de maduración y en cuanto al papel del partido, yo digo que el papel del partido del siglo XXI tiene que ser el de facilitador del proceso de participación y tiene que ser el de educador popular y no el de suplantador del protagonismo popular y tampoco el de dueño de la verdad, ideas que tuvimos en décadas pasadas sobre la militancia política. Y que ya superamos. Muchas gracias.