Indice del Archivo |
Fuente del texto: Rebelión (https://rebelion.org),
quien lo publicó con el permiso de la autora bajo una licencia de Creative
Commons CC
BY-NC-ND 2.5 ES, 24 de octubre de 2003.
Esta edición: Marxists Internet Archive, agosto 2022.
Se publica aquí por cortesía de Michael Lebowitz y Camila Piñeiro Harnecker.
Hace dos años atrás escribí lo siguiente acerca de la situación del FMLN en El Salvador:
«Habiendo tenido El Salvador uno de los movimientos sociales más grandes y combativos de América, y existiendo una relación directa entre estos movimientos y los grupos o partidos de izquierda de entonces -que luego conformaron el FMLN-, llama mucho la atención que hoy [agosto 2001], una de las grandes debilidades de esta organización política de izquierda sea justamente su dificultad para relacionarse con los sectores populares y reconstruir un fuerte movimiento de masas.
«Una de las razones que se da es que la clandestinidad, la guerra, la matanza y el exilio dejaron a la izquierda en una situación de desarraigo social. [Y se fue configurando] una militancia de izquierda que perdió en una medida considerable sus vínculos naturales con la sociedad […].
«Otra es la inexperiencia del FMLN en el terreno institucional.»
Transformado muy rápidamente en un gran partido electoral, responsable de la administración de un número considerable de municipios y de realizar un buen desempeño parlamentario, concentró sus energías en este terreno, dejando de lado el impulso al movimiento popular.
«Una tercera razón podría ser la incapacidad del FMLN para crear formas de comunicación más efectivas. No basta sólo tener ideas revolucionarias, es necesario que éstas sean comprendidas por los sectores populares.
«[…] «Resolver las relaciones del FMLN con el movimiento popular es la tarea estratégica número uno si se quiere lograr construir, como esa organización se propone, una amplia concertación de fuerzas sociales y políticas que permitan llevar a su fin último los acuerdos de paz construyendo en El Salvador la verdadera democracia con justicia social para todos que el pueblo salvadoreño se merece.» Para discutir estas ideas y otras que desarrollé en mi libro: La izquierda después de Seattle fui invitada hace dos años a El Salvador por el Instituto de Ciencias Políticas y Administrativas Farabundo Martí» del FMLN. Pude entonces constatar el reclamo generalizado de los militantes de dicha organización política que trabajaban en el área de los movimientos populares y en las alcaldías: «Necesitamos que los dirigentes bajen a las bases -o mejor, como decía un militante colombiano, que los dirigentes suban a las bases-, que nos escuchen, que integren nuestras propuestas.» Y pude transmitir estas preocupaciones a la dirección del partido en una reunión ampliada que tuvimos.
La situación no era una novedad para ellos. Documentos internos así lo revelan.. Había que pasar sin embargo del reconocimiento teórico del problema a su superación práctica.
Y esto se ha ido logrando. La mejor expresión de ello es la actual plancha para las elecciones presidencial de marzo del 2004 presentada por la izquierda: la encabeza Schafik Handal, líder histórico del partido FMNL, lleva como vice-presidente a Guillermo Mata, Presidente del Colegio Medico de El Salvador, principal organización médica del país, que ha jugado uno de los papeles más destacados en la principales movilizaciones sociales ocurridas en le país en este último año. Plancha que, según las encuestas, si hoy se hicieran las elecciones sería la fórmula triunfante.
Pero ¿cómo se llegó a este resultado? Blanca Flor Bonilla, diputada del FMLN lo explicó en su reciente visita a Vancouver ante un grupo de militantes canadienses y latinoamericanos. He aquí lo ocurrido:
Luego de la separación del FMLN de una corriente que tenía otro proyecto de país, se hizo una reunión ampliada del partido donde se abordó entre otros el tema de la relación entre dicha organización política y el movimiento de masas. Y se decidió hacer un gran viraje hacia una la reinserción del FMLN en el movimiento popular: En ese momento, el partido resolvió definirse a sí mismo como «la más grande organización social del país registrada como partido político.» ¿Cómo se materializó este gran viraje? Un ejemplo de ello es la actitud que adoptó el FMLN frente al movimiento contra la privatización de este servicio público.
Hace un año atrás los trabajadores de la salud: médicos, para médicos, enfermeras, trabajadores de los servicios de los hospitales y centros de salud, habían iniciado una paralización del trabajo y una gran movilización nacional contra la privatización de los servicios de salud. Además de las manifestaciones frente a los hospitales que fueron duramente reprimidas por las fuerzas policiales, comenzaron a realizarse las llamadas «marchas blancas», porque todos los sectores sociales que engrosaban las filas de los trabajadores de la salud – columna central de esas caminatas-, vestían camisas, blusas o delantales blancos, cómo símbolo de solidaridad con ese movimiento.
La orientación del FMLN fue llamar a sus militantes a apoyar esas movilizaciones vistiendo de blanco, y no con las camisetas del partido.
Por su parte los diputados buscaron contacto con la directiva del movimiento con el sano objetivo de coordinar acciones para fortalecer la lucha, pero sus intentos fracasaron. Luego quisieron integrarse a la primera marcha que entonces se preparaba, pero fueron rechazados. Esta negativa reacción de la directiva fue producto del deseo de no repetir las negativas experiencias del pasado donde los movimientos sociales pasaban a ser manipulados por los partidos políticos.
¿Pero cuál fue la reacción de estos diputados? Felizmente no fue la de salir frente a la prensa denunciando el sectarismo de dicha directiva y tratando de montar un movimiento paralelo, como muchas veces se ha hecho en América latina; sino que, por el contrario, buscar humildemente cómo ganar la confianza de quienes dirigían el movimiento.
Decidieron entonces hacer una gran pancarta que decía: «No a la privatización de la salud, saludamos al Stisss y Simetrisss en lucha, fracción legislativa del FMLN» y fueron a instalarse, con sus delantales blancos, en una esquina por donde la marcha iba a pasar.
Allí se mantuvieron durante toda la manifestación recibiendo el aplauso y la solidaridad de muchos de los manifestantes.
Finalmente, terminaron adhiriendo a la marcha, pero colocándose en las últimas filas de la concentración.
Su actitud claramente solidaria y desprovista de todo afán de hegemonismo fue valorada positivamente por la directiva, que aceptó finalmente reunirse con una representación de diputados del FMLN.
Estos fueron al encuentro sin llevar esquemas preelaborados de cómo había que hacer las cosas; por el contrario, de inmediato manifestaron su disposición a colaborar en lo que el movimiento estimase conveniente. Su actitud no fue la de pretender dirigir el movimiento, sino la de ponerse al servicio de éste.
Desde entonces las relaciones han sido cada vez más estrechas.
Algunos miembros de la directiva participan en las sesiones del parlamento cuando se abordan proyectos leyes sobre el tema de la salud y asesoran a los diputados del FMLN en esta materia. Discuten con ellos hasta dónde se puede ceder, qué es lo irrenunciable, etcétera.
Fruto de este trabajo conjunto y del nuevo enfoque del FMLN hacia los movimientos sociales es la actual candidatura presidencial: un reconocido líder político junto a un reconocido líder social. ¡Qué gran lección para la izquierda política y social de América latina!