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Chris Harman

 

El retorno del monstruo

 

 


Primera publicación:  En inglés, con el título "The Beast is Back", en Socialist Review, No.172, febrero 1994.
Traducción: Por Izquierda Revolucionaria (ahora En Lucha).
Edición en castellano: "El retorno del monstruo", por Chris Harman, fue publicado en el Nº 2 de Socialismo Internacional - En lucha, octubre de 1994.  Luego aparecio en el folleto La lucha contra el fascismo, publicado por primer vez en abril de 1997 por Izquierda Revolucionaria (ahora En Lucha), con una edición ampliada en abril del 2000.
Esta edición: Noviembre de 2010, en base a la edicion digital del folleto que aparece en En Lucha.


 

 

 

Mientras observamos con estupor países como Alemania, Francia, etc. donde los ataques racistas son constantes, creemos estar a salvo de esta epidemia. Pero las últimas noticias nos alertan sobre el desmembramiento de varias organizaciones ultraderechistas españolas, con la intención de crear un único partido con más fuerza. No nos dejemos atemorizar por ello. Por ahora sólo forman parte de un grupo minoritario, con amplio capital (como demuestra el hecho de que CEDADE haya apoyado económicamente a la prensa nazi de toda Europa), pero sin el apoyo de las masas.

¿Cuáles son los elementos que necesitan para llegar al poder, y por tanto para ser derrotados?

Hace cinco años, casi todos los comentaristas liberales y buena parte de la izquierda en Europa consideraban que inquietarse por el crecimiento de partidos fascistas era cosa de paranoicos. Hoy en día este tipo de comentarios es mucho menos frecuente. Los asesinatos racistas en Alemania, la participación de ministros fascistas en el gobierno italiano, y el sorprendente éxito de Zhirinovsky en Rusia, han demostrado que existe un verdadero peligro de revivir -aunque más lentamente- la década de 1930.

Lutte Ouvrière, la organización revolucionaria francesa que sigue insistiendo en que Le Pen no es ni peligroso ni fascista, advierte que es preocupante el crecimiento del partido fascista italiano MSI, como si el MSI y Le Pen perteneciesen a especies totalmente diferentes.

Reconocer que el crecimiento de partidos fascistas representa un verdadero peligro es un paso importante, sin el cual no nos es posible organizarnos para detener el avance del fascismo. Pero también tenemos que comprender el lado débil del fascismo, de otro modo corremos peligro de quedar paralizados por el pánico. Tenemos que entender tanto las diferencias como las semejanzas entre el crecimiento de las organizaciones fascistas, hoy en día, y en las décadas entre ambas guerras mundiales.

El avance electoral de los fascistas ahora es comparable en muchos casos al de los fascistas durante las décadas de 1920 y 1930, meses antes de ocupar el poder. En las elecciones de 1921 en Italia, Mussolini obtuvo el 7 por ciento de la votación total. En las elecciones presidenciales de 1932, Hitler obtuvo el 36,8 por ciento. En ambos casos, los dirigentes fascistas llegaron al poder menos de un año después. Los fascistas italianos hoy en día ya obtienen más de un tercio de los votos en las principales ciudades del sur. En Rusia, Zhirinovsky obtuvo el 24 por ciento de los votos en diciembre de 1993. En la India, el BJP obtuvo un tercio de los votos en las principales elecciones estatales en 1993. Los fascistas franceses y alemanes no han obtenido tales niveles, pero Le Pen obtuvo el 14 por ciento de la votación, comparable a los resultados de Hitler en 1930. Y el 8 por ciento de votos fascistas en Alemania (sumando el total obtenido por el partido de extrema derecha Republikaner, más el de partidos fascistas menores) es mucho mayor que el total obtenido por Hitler en 1928 (2,8 por ciento).

Pero, afortunadamente, los partidos fascistas necesitan más que éxitos electorales. Para ganar el poder, necesitan otros dos elementos interrelacionados.

En primer lugar, necesitan un movimiento de masas capaz de penetrar todos los poros de la sociedad. Esto es esencial para contrarrestar a las fuerzas sociales capaces de detener sus planes totalitarios, sobre todo la clase trabajadora organizada. Necesitan más que votos. Necesitan militantes dispuestos a correr los riesgos necesarios para aplastar toda resistencia, en cada calle, en cada fábrica, en cada oficina y en cada escuela.

Así es como el partido de Mussolini se constituyó en los escuadrones armados de "camisas negras" que atacaban manifestaciones, incendiaban sedes sindicales, rompían huelgas y apaleaban a sus enemigos, mucho antes de que Mussolini estuviese en el gobierno. Y así es como Hitler construyó una organización de tropas de asalto; 100.000 en 1930, y 400.000 en 1932.

En segundo lugar, los fascistas necesitan que sectores decisivos de la clase dominante y de la máquina estatal quieran un gobierno fascista. Tanto Hitler como Mussolini contaron con el apoyo de los diputados de los principales partidos burgueses -el Partido Liberal Italiano; y los partidos Nacional, Popular y del Centro en Alemania-. Y fundamentalmente contaron con la policía y el ejército, que colaboraban con los matones fascistas para eliminar toda oposición.

Estas organizaciones de masas dedicadas a la lucha callejera fueron un elemento fundamental para que los fascistas consiguiesen el apoyo de la clase dominante y del aparato estatal. La clase dominante afrontaba una profunda crisis, y comprendía que su única salida era atacar el nivel de vida de los trabajadores hasta tal punto que ni los dirigentes sindicales más cobardes lo aceptarían. Los fascistas poseían organizaciones de masas que podían colaborar con la policía y el ejército para aplastar a los sindicatos y a otras organizaciones de los trabajadores.

Los fascistas de hoy en día tienen organizaciones de masas muchísimo más pequeñas y débiles que las de Hitler y Mussolini. La crisis económica es lo suficientemente profunda para que gran número de personas desmoralizadas voten a los fascistas, pero no lo suficientemente profunda como para enloquecerlas, y tornarlas activistas nazis que sienten que ya no tienen nada que perder.

Para Hitler y Mussolini, existía una tensión constante entre fomentar y fortalecer a las organizaciones de masas, y la estrategia de conseguir el apoyo de la clase dominante. Los militantes fascistas organizados exigían continuas acciones, continuos enfrentamientos, y una lucha por el poder. La clase dominante, por otro lado, quería utilizar a los fascistas para lograr una rápida victoria en la lucha de clases que traería una "paz social" cuyos términos fuesen favorables a su propio dominio. Por lo tanto, exigía que los dirigentes fascistas pudiesen controlar a sus militantes.

Esta tensión causó escisiones en las organizaciones fascistas antes de que tomasen el poder, tanto en Italia como en Alemania. Y una vez en el poder, tanto Hitler como Mussolini atacaron a parte de su propia base; la instancia más famosa es la "noche de los cuchillos largos" en 1934, cuando Hitler mandó asesinar a Roehm (jefe del SA) y a centenares de sus tropas de asalto.

Esta tensión es mayor aún entre los fascistas actuales, precisamente porque su base militante es pequeña en relación con su fuerza electoral. Sus dirigentes están todavía muy lejos de poder tomar el poder, y por lo tanto necesitan responder a las presiones de sus propias bases con aventuras terroristas, tratando al mismo tiempo de cultivar una imagen "respetable".

El caso del partido fascista hindú BJP en la India muestra lo peligroso que puede resultar esta tensión para los dirigentes fascistas. A mediados de 1993 el BJP crecía cada vez más. Era el segundo partido en el Congreso Nacional, y controlaba los gobiernos de varios Estados, incluyendo el mayor, Uttar Pradesh. Sectores de la clase dominante, y gran parte de la clase media alta, empezaban a ver al BJP como la única fuerza capaz de evitar la fragmentación del país, que empezaba a abrir su economía al mercado mundial.

En ese momento, los dirigentes del BJP decidieron mandar a sus activistas a luchar por el control de las calles, atacando la mezquita de Babri Masjid en Ayodhya, y provocando disturbios anti-musulmanes en varias ciudades. Barrieron con todo, y en Bombay (principal ciudad comercial e industrial del país) los aliados del BJP en el Shiv Sena -organización de 30.000 militantes- consiguieron el apoyo de la policía mientras incendiaban y saqueaban barrios enteros de la ciudad, asesinando a más de mil musulmanes.

Pero esta estrategia resultó ser un tiro por la culata. Poder organizar enormes y terroríficos pogromos no era lo mismo que demostrarle a la clase dominante que el BJP era capaz de eliminar toda oposición, imponiendo una nueva y tiránica paz social. La gran industria contemplaba con horror la interrupción de sus transacciones a causa de los disturbios, y sus beneficios se resintieron. La clase media alta temió de repente que el BJP, en vez de imponer orden, trajera un caos interminable.

El partido dejó de crecer, y en los meses siguientes sus adversarios políticos pudieron movilizar a las castas "inferiores" contra las castas "superiores", impidiendo la expansión de la base del BJP. De modo que aunque su apoyo electoral creció un poco en las elecciones siguientes, se encontró más aislado y mucho más lejos del poder que hace un año. Pagó un terrible precio por su tentativa de poder antes de que su base fuese lo suficientemente poderosa para garantizar una victoria rápida.

Si esto pudo sucederle al fascismo hindú, con sus centenas de miles de activistas, los problemas de los nazis europeos son mayores aún, pues su base militante es mucho menor. Si el BJP no pudo conseguir una victoria rápida y fácil, mucho menos lo pueden conseguir el MSI, Zhirinovsky, Le Pen, los Republikaner, o el BNP británico.

Esto nos da esperanzas de poder librar una lucha anti-fascista que consiga derrotarlos. Pero no debemos quedarnos tan tranquilos. El fascismo basado en resultados electorales puede proveer una estructura dentro de la cual puede crecer el fascismo de calle. Ya vimos ejemplos en Austria y en España. En ambos países, en 1934 surgió el "clero-fascismo", una política de derecha represora y sangrienta que no llegaba a ser un nazismo pleno. Pero éste último se impuso dos o tres años más tarde, cuando gran parte de los que apoyaban pasivamente a la extrema derecha se tornaron cuadros militantes nazis.

Los nazis actuales quieren seguir este mismo camino.

Por eso es tan importante organizarnos contra ellos ahora, intensificando sus problemas internos, quitándoles la posibilidad de organizarse para llegar al poder durante los próximos años.