Primera vez publicado: En
Amauta, 30 de abril de 1980.
Fuente del Texto: M. Cortes & D. Garcia (Eds.),
Redescubriendo a Mariátegui: El Coloquio de México (1980). Textos, discusiones y
documentos,Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, 2023, págs.
329-330.
https://fondoeditorial.unmsm.edu.pe/libros/redescubriendo-a-maritegui
Esta Edición: Marxists Internet Archive, enero 2024.
Dos polémicas definen a Mariátegui. Con la Tercera Internacional discrepo, pero no rompió. Con Haya y el aprismo discrepo y rompió.
Entre el 14 y el 18 de abril, la Universidad de Sinaloa (México) organizo un coloquio internacional sobre el pensamiento de José Carlos Mariátegui. En una apretada síntesis sobre la reunión podríamos decir que desde el inicio, los concurrentes se escindieron entre quienes fueron exclusivamente a «celebrar» a Mariátegui (los 50 años de su muerte), realizando todas las concesiones posibles al retorismo y el mal gusto, y quienes, por el contrario, estaban más interesados en «discutir» sus planteamientos, ubicando- los al interior de la conflictiva historia del socialismo y del movimiento comunista.
Fue así como se formularon interpretaciones diversas y antagónicas: algunos, como Harry Vanden, querían eludir el problema definiendo a Mariátegui como un «marxista leninista», queriendo así establecer vinculaciones entre su pensamiento y el de personajes tan contrapuestos como Mao y Santiago Carrillo; otros, para subrayar las diferencias entre Mariátegui y la Tercera Internacional, terminaron atenuando las discrepancias con el aprismo; no pudo faltar la propuesta de un «Mariátegui trotskista inteligente», «populista» e incluso alguien percibió prematuros rasgos «ecologistas» en su pensamiento.
De manera tal que fueron apareciendo casi tantos «Mariátegui» como intérpretes de su pensamiento. En principio, esta confusión es preferible al grisáceo escepticismo que reniega de cualquier interpretación y que incluso asume como irreverente e imposible el intento de explicar a Mariátegui. Pero es indudable que, cuando se plantean excesivas coincidencias entre ese supuesto pensamiento de Mariátegui en 1928 y las posiciones políticas en disputa sobre el Perú o Latinoamérica actual, algo no debe estar funcionando bien.
Las raíces del error
El punto de partida del error radica, en cierta manera, en la proposición según la cual lo importante es construir un Mariátegui «políticamente útil», con lo cual queda abierto el camino para emplear a su pensamiento como un megáfono de alguna organización política o como un ariete contra una posición contrapuesta. Amparándose en el prestigio de Mariátegui, se economizan argumentos, pero ese juego con el tiempo donde se entrecruzan presente y pasado acaba desvirtuando la comprensión de Mariátegui y deriva en ese viejo error que es el anacronismo. Cada una construye su Mariátegui a escala.
El pensamiento de Mariátegui debe ser comprendido en relación con su biografía, y tanto la vida como la obra deben entenderse al interior de su tiempo como parte de la historia del socialismo, por un lado, y como parte de la historia peruana, del otro. En Mariátegui —fue señalado por Oscar Terán— existe una tensión en los anos finales de su vida entre la Internacional (con la que discrepa, pero no rompe) y el aprismo (con el que discrepa y rompe).
Pero esta tensión es muy antigua y, en cierta manera, atraviesa toda su vida: nace de la confluencia y las diferencias entre la atracción por la cultura europea y su afán por vincularse a la tradición nacional, entre el indigenismo y el europeísmo, entre el mundo andino y occidente.
De esta manera, a Mariátegui no solo lo debemos ver como parte de la historia peruana. Desde esta perspectiva, tampoco podemos estudiar aisladamente la polémica con la Internacional, sino que es preciso ubicarla paralelamente a las divergencias con Haya de la Torre y la separación de los socialdemócratas dirigidos por Luciana Castillo. Pensar solo en una de estas polémicas conduce a distorsiones inevitables del pensamiento de Mariátegui.
Toda la riqueza (y la actualidad) de su posición política radica en el intento de navegar independientemente, alejado del aprismo (calificado como «derechista») y sin ser absorbido por la ortodoxia de la Tercera Internacional encamada en Codovilla o Ravines. La cuestión clave en la trayectoria de Mariátegui es explicar que hizo posible su peculiar manera de pensar el marxismo (subrayada en las ponencias de Aricó, Paris, por ejemplo) y todo su drama radica en la posibilidad de mantenerla. En otras palabras, persistir en la Internacional, discrepando con ella en sus partes sustanciales. ¿Era posible o era una utopía? La última batalla de Mariátegui fue interrumpida por su muerte.
El distanciamiento de la Internacional con Mariátegui quedo mostrado por el escaso entusiasmo en que fue recibida la obra de los 7 ensayos. Codovilla con la lucidez que le era característica llego a pensar que los 7 ensayos era un libro poco marxista, comparado con el estudio de Martínez de la Torre sobre el Movimiento Obrero de 1919.
Estas y otras cuestiones deberán esclarecerse —es una esperanza— con la publicación de la correspondencia de Mariátegui asociada como un proyecto conjunto entre la editorial Amauta y la Universidad de Sinaloa. Fue tal vez la más importante conclusión practica de la reunión, alentada por José Arico, principal gestor de estos debates.