Fuente del texto: Tomado
de E. Dratman, F. Edelman, E. Salgado, F. Cacho Álvarez, R. Casals, J. Pereyra,
A. Fava, E. Duschadzky. Partido Comunista. Boletín Interno (No. 1): Hacia el XVII
Congreso. Partido Comunista de Argentina, 1990.
Esta edición electrónica: Marxists Internet Archive,
enero de 2017.
Compañeros:
Llevo cinco largas décadas en este Partido. He vivido naturalmente, todas sus vicisitudes, todos sus yerros, todos sus aciertos. He sufrido profundamente, porque estando fuera del país, la política del PC durante la dictadura militar, y sentía una necesidad imperiosa de un cambio profundo de esa política. De esa línea reformista que se expresó de manera tan desgraciada durante la dictadura militar, para que el Partido recuperara su carácter de fuerza revolucionaria.
El viraje fue para mí una extraordinaria bocanada de aire fresco, de renovación, de posibilidad cierta de que el PC con ese viraje, con esa línea, pudiera avanzar en el proceso de construcción del FLNS con vistas a la conquista del poder. La dirección del Partido que surge del XVT Congreso, y en la cual fui integrada, consideró que no me correspondía esa participación, me permitió, seguir durante el curso de estos años y apreciar el esfuerzo de una dirección joven, de gente inteligente. Naturalmente que estos largos decenios anteriores al XVI Congreso hicieron que toda la influencia de la política dogmática que llevamos durante un largo período, penetrara profundamente en mi piel. Y entendí además que venía haciendo un esfuerzo muy grande por superar esa costra que tenía y teníamos, para abrir curso a un nuevo Partido.
Por eso afirmo hoy la legitimidad del discenso. Afirmo la necesidad y la posibilidad cierta del pluralismo de opiniones, que entiendo debe darse en un debate abierto, crítico y autocrítico y constructivo, y naturalmente que asumo, y en el Congreso podré expresarlo más plenamente, desde el punto de vista autocrítico, todas las responsabilidades que significan la Comisión Política del Partido.
De manera que ni por asomo pienso que este CC se proponga adoptar medidas administrativas alrededor del debate que estamos realizando. Pero creo sí, que la moral y la ética revolucionarias deben garantizar este pluralismo de opiniones y la legitimidad del discenso en una confrontación honesta y fraternal como condición ineludible para garantizar la transparencia de nuestro debate. En las reuniones previas a la última reunión del CC en diciembre, realizamos una reunión de la Comisión Política donde discutimos las cuestiones que fueron llevadas al CC. Nos hicimos cargo de nuestras falencias, hicimos un listado de temas cuya discusión se hacía imprescindible, y todos coincidimos en que aquella reunión, presidida por un verdadero sinceramiento, apuntaba a la forja de esa nueva moral de la que hemos hablado reiteradamente. Y entendía también que ese sinceramiento y esa nueva moral era una expresión que comprendía al colectivo de la Comisión Política y que entrañaba un espíritu superador. Un espíritu abierto al señalamiento de los errores, de las falencias colectivas e individuales, a las diferencias conceptuales, a valoraciones distintas de los procesos en curso, en los marcos de la reafirmación de la línea trazada por el XVI Congreso, de una línea que seguramente será enriquecida por el XVII Congreso en esta etapa históricamente nueva de la vida nacional. Una línea que es la razón de ser de nuestro Partido.
Esto significaba, a mi criterio, una gran franqueza y esto suponía, además, avanzar en la cohesión de la dirección como elemento esencial en la aplicación de proyecto revolucionario siempre bajo la lupa de la crítica y la autocrítica. Quiero decir a este respecto que el documento elaborado por un grupo de camaradas, entre ellos Cacho[1] y Enrique[2], me parece que descalifican mucho las discusiones que hemos tenido, las coincidencias que hemos alcanzado, el esfuerzo realizado en la política frentista, hasta calificar al FRAL, por ejemplo, como una entelequia. Yo creo que ha habido en todo este material un análisis muy unilateral del proceso vivido por el partido desde el XVI Congreso, y pienso que hay una adjetivación que define opiniones y criterios a mi juicio muy alarmantes: Voluntarismo, hegemonismo, elitismo, aparatismo, miedo y subestimación de las masas, negación, a mi juicio, del papel del PC. Y en esto coincido con Rodolfo[3]. Yo creo que los compañeros tienen que ratificar o rectificar esas adjetivaciones y fundamentarlas seriamente. Creo que hay una gran dosis de soberbia en este documento. Sin que esto no signifique la necesidad de un debate profundo de las dos cuestiones planteadas por los compañeros en cuanto a la existencia o no del PC y a la identidad del PC.
Además, hay un hecho que a mi juicio es muy grave y plantea una situación absolutamente irregular y es que ¿“Propuesta” sigue siendo el órgano del CC? O se ha transformado en vocero de este grupo de compañeros a quienes respeto mucho, pero este no es el tema, no es la tesis de nuestro Partido que debe servir de base de la discusión hacia el XVII Congreso. Esto es una opinión sobre determinados problemas y advertimos que se va dando una distorsión. El eje del debate en el Partido es este documento y no las Tesis. EL respeto que nos merecemos mutuamente y especialmente el que merece la militancia del PC no se compadece ni con el contenido, ni con el procedimiento adoptado para expresar sus opiniones, cuestionamiento y propuestas. Los camaradas han elegido canales ajenos a las normas del PC, con las consecuencias que conocemos, que a mi juicio han agravado la crisis en que estamos inmersos. Y permítanme, debo decirlo con toda franqueza porque así lo siento: Creo que aquí hay más de un error. Hay falta de lealtad, y lo digo con mucho sentimiento, por el respeto que siento por los compañeros, entre ellos Cacho y Enrique, integrantes de la Comisión Política y de la Comisión de Tesis que tenían a su alcance los carriles válidos para hacerlo.
Esto ha provocado una acentuación de la falta de credibilidad de una dirección que debe conducir la acción política junto al debate del Congreso. Esta situación afectó a la Comisión Política, a todo el CC y a nuestro Secretario General. Debemos hacer un gran esfuerzo colectivo para superar esta situación e impedir que el PC se sumerja en un internismo que puede llegar a expresiones no queridas, y que ya es un factor de desestabilización de la militancia. Pienso que el espíritu de este CC debe ser el de superar en un esfuerzo colectivo la desconfianza que se ha instalado entre nosotros, superar el alto costo que estamos pagando, tratando de cerrar heridas en todo el proceso precongreso. Nuestra discusión debe encausarse por las vías correspondientes para que sea fructífera y enriquecedora, unida a la práctica política. Quiero decir, además, que la ruptura con el pasado reformista y la construcción de una línea revolucionaria como la adoptada por el XVI Congreso es un aprendizaje nada fácil, cuando debemos superar dogmatismos, esquematismos, requiere consecuencia, paciencia, tolerancia. Es preciso recorrer todo el proceso político, económico y social que ha vivido el país durante los pocos años que nos separan del XVI Congreso y nuestros propios procesos personales, abordando crítica y autocríticamente el balance de un período tan complejo, para poder hacer un balance realmente objetivo, un balance desprovisto de subjetivismo, en un período de agudización de la crisis del capitalismo dependiente y en el marco de este mundo en acelerado proceso de transformación, construir una dirección cohesionada, cuando el PC inicia la ruptura de la uniformidad, para abrir curso al aprendizaje de una verdadera cultura del debate no es un proceso lineal, por el contrario, tiene avances, retrocesos, contradicciones y rectificaciones. Y es un proceso que exige profundizar la democracia interna, estar cada vez más junto a la militancia, escuchar atentamente su voz, generalizar en la dirección colectiva las responsabilidades colectivas en todas las instancias, y la responsabilidad individual y dentro de la línea y la orientación general del PC cada organismo desplega su capacidad, su iniciativa y sus decisiones. Una democracia interna donde se plantean manifestaciones de mayoría y minoría, deben ser con sujeción al centralismo democrático, tomando en cuenta siempre la preocupación de Lenin en su carta al XIII Congreso del Partido Bolchevique de garantizar la unidad del PC como una de las fuentes esenciales de su fuerza. Todos tenemos cabal conciencia de las grandes pruebas que nos esperan y de las grandes posibilidades que tienen las fuerzas revolucionarias. El desafío es enorme, y creo que nuestro ideal comunista nos plantea afirmar el PC, abierto a la vida, esforzándose por dar respuesta a los nuevos tiempos, para que continúe siendo una fuerza política escencial en la lucha por cumplir los objetivos del XVI Congreso. Un PC cuya primera identidad deriva de su ideología marxista-leninista, de su carácter de clase, de su política nacional patriótica, y de su internacionalismo revolucionario. Su identidad es su propia vida, su objetivo de eliminar para siempre la explotación del hombre por el hombre, y avanzar hacia el socialismo. Así lo siento y confío que este ideal que nos une, que nos enriquece, superará la situación que hoy tenemos para avanzar con plenitud y con despliegue de todas nuestras fuerzas hacia el XVII Congreso.
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[1] Francisco Cacho Álvarez
[2] Enrique Dratman
[3] Rodolfo Casals